martes, 3 de mayo de 2022

Algo más sobre las tesis de Grillo acerca de la transubstanciación

Las tesis de Andrea Grillo sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía, producen un "efecto invertido" respecto de aquello que debería producir con su teología en el contexto de la obra ecuménica: en lugar de persuadir a los luteranos sobre el verdadero sentido de la Eucaristía, tratan de inducir a los católicos con vanos sofismas, a abandonar la propia fe eucarística y caer en el error luterano. Porque, a decir verdad, más allá de algunos puntos de convergencia, entre la Cena protestante y la Misa católica existe un abismo.

----------Andrea Grillo [n.1961], profesor de Teología Sacramental y Filosofía de la Religión en el Pontificio Ateneo de San Anselmo en Roma, y de Liturgia en la Abadía de Santa Giustina en Padua, ha tratado en varias ocasiones el tema de la transubstanciación eucarística en su blog de Munera, Rivista Europea di Cultura. Una de sus exposiciones, en las que brinda mayores detalles explicativos de sus tesis, es la publicada algún tiempo atrás, con el artículo Presencia real y transubstanciación: conjeturas y aclaraciones.
----------En ese artículo, el profesor Grillo se lamenta, diciendo haber sido malinterpretado, y promete explicarse mejor. Sin embargo, francamente debe decirse que, desafortunadamente, se limita a repetir lo que antes ya había dicho. En su momento, ya hemos hecho la crítica a sus posiciones, en este mismo blog. Indico a los lectores los anteriores artículos: El papa Francisco, Andrea Grillo, y la transubstanciación; Sobre la cuestión de la llamada Misa ecuménica y recientes errores acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía (1/3), (2/3) y (3/3). Pero me ha parecido conveniente insistir en las observaciones, aunque con ulteriores desarrollos, dada la importancia del tema. Cito los pasajes de Grillo y le doy a cada uno la respuesta.
   
Primera tesis
   
----------En su primera tesis, Grillo expresa lo siguiente: "La transubstanciación no es un dogma y como explicación tiene sus límites. Por ejemplo, contradice la metafísica".
----------Respuesta: falso. La doctrina de la transubstanciación, en realidad, no es una simple posible explicación o interpretación de la presencia real, facultativa y que pueda ponerse al lado de otras posibles, sino que es un dogma de fe enseñado por el Concilio de Trento.
----------Esto se desprende con evidencia de las palabras mismas usadas por el Concilio al respecto, como demostraré a continuación. La doctrina del Concilio de Trento es, por tanto, la única explicación posible, porque las alternativas que se han ensayado, como por ejemplo la teoría luterana de la empanación o de la consubstanciación, se han revelado absurdas e incompatibles con las palabras del Señor.
----------Doy a continuación una definición del dogma: el dogma, en efecto, es una interpretación o explicación absolutamente verdadera y definitiva, hecha por la Iglesia, del dato revelado. Un dogma no es un modo entre otros posibles para explicar el dato revelado; ya que dado que está en juego un concepto de fe, y los conceptos tienen un significado unívoco o a lo sumo analógico, así como a cada concepto corresponde una sola realidad significada, así a cada concepto de fe corresponde un solo dogma, y ​​si eventualmente la Iglesia subsecuentemente aclara más el significado de ese concepto dogmático, podrá muy bien definir un nuevo dogma, que sin embargo no será más que una ilustración mayor del dogma precedente, en el mismo significado, como ha sucedido en el desarrollo del dogma cristológico.
----------Un nuevo dogma puede ser solemnemente y explícitamente definido por la Iglesia como tal, como ha ocurrido, por ejemplo, en el caso de los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción. Pero tal modo de proclamar un dogma no es necesario para que exista el dogma. De hecho, existen también dogmas que no están definidos como dogmas y que en el futuro pueden ser definidos. Lo esencial para que exista el dogma es aquello que he dicho, y que en cualquier caso, desde ciertos signos o expresiones, nos hace entender que es un dogma, es decir, que está en juego la verdad de fe enseñada por la Iglesia.
----------Y este, como veremos enseguida, es precisamente el caso del dogma de la transubstanciación. La forma solemne de la definición dogmática no afecta la cualidad ni el contenido del dogma, sino que es sólo un expediente pastoral adoptado por la Iglesia en particulares circunstancias, en las cuales es necesario dar plena certeza y subrayar la verdad con una fuerza especial para resolver dudas o contra adversarios petulantes o herejías insistentes, un poco como quien alza la voz para hacerse oír mejor y suscitar respeto.
----------De hecho, el Concilio de Trento usa, precisamente a propósito de la transubstanciación, expresiones, de las cuales se evidencia con certeza que el Concilio pretende enunciar un dogma. En efecto, el Concilio hace referencia a la fe ("cogitatione per fidem illustrata", Denz.1636) y a una constante convicción de la Iglesia ("persuasum semper fuit", Denz.1642). Ahora bien, preguntémonos: ¿de qué verdad podría estar siempre más persuadida la Iglesia, sino de una verdad de fe?
----------Explicación de Grillo a su primera tesis: "Esta afirmación mía, en su brevedad, no pretende de ningún modo negar que la eucaristía realice la presencia del Señor en su Iglesia, sino que sólo quiere distinguir el dogma fidei -es decir, la afirmación de la presencia real- de su explicación en términos de transubstantiatio. A esta distinción conduce un largo debate que sobre todo en la teología alemana -en particular en J. Auer- ha permitido distinguir con precisión entre 'objeto de la fe' y 'justificación teórica de tal objeto' ".
----------Como ya he dicho en su momento, el dogma fidei en cuestión no es la simple afirmación de la presencia real, admitida también por Lutero, sino que es la afirmación de la transubstantiatio. Este es el contenido del dogma. La transubstanciación no es una posible, no obligatoria, explicación o interpretación de la presencia real, sino que nos dice qué implica esa presencia real.
----------Y si el dogma eucarístico implica la transubstanciación, no puede implicar por libre elección también aquella explicación luterana de la consubstanciación "por la contradicción que no lo permite", diría el divino Poeta. Entre el hecho de que Cristo está en el pan y que Cristo está bajo las especies del pan, o es verdadera una afirmación o es verdadera la otra afirmación. No pueden ser verdaderas entrambas como objeto de libre elección, porque la una excluye a la otra. Tertium non datur.
----------O bien el pan sigue siendo pan junto a Cristo, es decir, Cristo mezclado con el pan, vale decir, Cristo-pan, o bien el pan ya no es pan sino que es cuerpo de Cristo. Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena no ha dicho: "Yo estoy en el pan o mezclado con el pan o me he convertido pan", sino que ha dicho: "Esto (Hoc, un pronombre neutro, es decir, este "algo") es mi cuerpo". Entonces quiere decir que, después de estas palabras, aquello que parece pan ya no es pan sino el cuerpo de Cristo.
----------Por tanto, si queremos retomar la distinción que hace Grillo entre "objeto de fe" y "justificación teórica del objeto de fe" a propósito de la transubstanciación, entonces se debe decir que la transubstanciación es objeto de fe. Ciertamente, se puede y se debe dar una justificación teorética de este objeto de fe. Pero entonces esta es la tarea del teólogo, el cual, muy lejos de convertir en facultativa la expresión, la justifica, explica el significado y la importancia y refuta las falsas explicaciones y alternativas.
   
Segunda tesis
   
----------La segunda tesis de Andrea Grillo afirma lo siguiente: "Si Tomás ya se había arriesgado a reducir la presencia real eucarística al 'milagro' de una sustancia en la cual inhieren los accidentes de otra, con el desarrollo subsecuente al término 'sustancia', se han correlacionado, indebidamente, dimensiones físicas y químicas que la noción original tenía precisamente la función de excluir".
----------Respuesta: A decir verdad, santo Tomás de Aquino ha excluido positivamente que los accidentes eucarísticos sean inherentes a la sustancia del cuerpo de Cristo, porque, en cambio, los accidentes eucarísticos son hechos milagrosamente subsistir por la omnipotencia divina sin el soporte de su sustancia natural (Summa Theologiae, III, q.77, a.1), que se ha convertido en la sustancia del cuerpo de Cristo . Y esta sustancia no es la sustancia material del cuerpo de Cristo resucitado en el cielo (Ibid., q.75, a.2), sino que es sustancia entendida como modalidad sustancial (Ibid., a.1, 3m) de la presencia real, espiritual, no local (Ibid., q.76, a.2; a.5), mística e inefable de la mencionada sustancia celestial en todas las hostias consagradas del mundo hasta el fin del mundo. Las cosas son más complejas de como Grillo se las imagina.
----------En cuanto a la así llamada "sustancia del pan y del vino" de la fórmula dogmática del Concilio de Trento, la Iglesia no pretende suponer el concepto verdadero y propio, o sea el concepto ontológico, de sustancia material, porque el pan, propiamente, como artefacto que es (de fabricación humana), es un compuesto de sustancias parciales, con los ingredientes físicos y químicos del pan. Por lo cual aquí la Iglesia usa el término en el sentido vulgar y corriente, para significar simplemente algo, es decir, el pan y el vino.
----------En cuanto a los accidentes o "especies", se trata de las cualidades sensibles del pan: dimensiones, peso, figura, masa, color, olor, temperatura, blandura, composición físico-química. Estas cualidades permanecen y son perceptibles a los sentidos incluso después de la consagración.
----------Una vez que el fiel ha ingerido la sagrada hostia, ella desarrolla en el aparato digestivo del fiel las mismas funciones nutritivas, que desarrollaría un verdadero trozo de pan. Sin embargo, la Sagrada Eucaristía no nutre sólo el cuerpo, sino también y sobre todo el alma del creyente en gracia. Como signo de que ella desarrolla también esta función de alimento físico, existen, como se sabe, casos de Santos, los cuales, al menos durante un cierto tiempo, se han nutrido de la sola Eucaristía.
----------Por consiguiente, llegado el caso que un no-creyente viera una hostia consagrada, juzgaría que se trata de un puro y simple pedazo de pan. Y esto es absolutamente comprensible, porque es normal que nosotros conozcamos una cosa o sustancia material mediante la experiencia de sus accidentes sensibles. Sólo el creyente, en cambio, sabe que aquellas cualidades esconden el cuerpo de Cristo, por lo cual lo que al sentido aparece como pan, al ojo de la fe es el cuerpo de Cristo.
----------Y precisamos que si decimos que a los ojos del creyente aquello que parece pan, pan no es, con ello no queremos de ningún modo decir que los accidentes experimentados sean sólo apariencias subjetivas o sean meras ilusiones. No. Son reales. Los sentidos no engañan. A los sentidos del creyente, una hostia consagrada es indiscernible o indistinguible de una hostia no consagrada. Es sólo que, a los ojos del creyente, los sentidos no indican el pan, sino el cuerpo de Cristo. Pero de por sí, tanto para el creyente como para el no creyente, esas cualidades están hechas para indicar el pan. Por eso, en la adoración eucarística sólo el creyente, contemplando aquellos accidentes con los sentidos, sabe y gusta con el intelecto de fe contemplar el cuerpo de Cristo y por concomitancia la sangre, el alma y la divinidad.
----------Por eso la adoración eucarística, en definitiva, se resuelve a ser una forma de contemplación divina, aunque sea mediada por las especies eucarísticas. Si no fuera válida la transubstanciación, se estaría delante de un simple pedazo de pan. Por eso, precisamente por este motivo, los protestantes no conocen la adoración eucarística, porque ellos no creen en la transubstanciación.
   
Tercera tesis
   
----------"La concentración sobre la 'presencia sustancial bajo las especies' ha distraído profundamente de las otras formas de presencia del Señor, en la Palabra, en la oración, en la asamblea (cf. Sacrosanctum Concilium n.7)". "La 'presencia sustancial bajo especie' ha reducido el peso de la 'presencia eclesial' del cuerpo de Cristo, que sigue siendo siempre el efecto primario -la res sacramenti- de la celebración eucarística".
----------Respuesta: Acusaciones injustas, injustificadas e inmotivadas. La percepción de las diversas formas de presencia de Nuestro Señor en la asamblea eucarística tiene su fundamento, su razón de ser y su primer origen o fuente precisamente en la fe en la verdad de la transubstanciación. En efecto, en la Santa Misa el Señor está presente en el mismo rito y en los actos litúrgicos de la Misa, está presente en cuanto enviado del Padre, está presente en la Sagrada Escritura, está presente en el celebrante y en los ministros, está presente en los fieles, está presente en el Espíritu Santo que desciende sobre los fieles reunidos, está presente como Cabeza y Esposo de la Iglesia, en comunión con la cual se celebra la Misa.
----------Ahora bien, es evidente que cuanto más tengamos ante los ojos de nuestro espíritu este misterio sublime y fecundísimo de toda gracia que es el hecho de la transubstanciación, más seremos estimulados, incentivados y alentados a advertir estas presencias y a sacar de ellas toda posible luz, consuelo y sostén para la práctica cotidiana de nuestros deberes cristianos y para ser dóciles instrumentos del Espíritu Santo.
   
Cuarta tesis
   
----------"El concepto de transubstanciación debe ser reconocido como el fruto de una preciosa 'mediación' para salvaguardia de la comunión eclesial. Sin embargo, esto ha conllevado -incluso más allá de las mejores intenciones- una fuerte transcripción de la experiencia cristiana en las categorías de la teoresis filosófica, intelectualista y metafísica de derivación griega y de elaboración escolástica. Esto ha determinado una 'declinación' de la presencia real impostada según la articulación del ser como 'sustancia' y como 'accidente' ".
----------Respuesta: Las nociones de sustancia y accidente son nociones fundamentales, originarias, basilares, espontáneas, comunísimas e irrenunciables de la mente humana, y esto para toda cultura e independientemente de cualquier cultura, aunque es innegable que ellas han recibido un especial reconocimiento y han sido elucidadas por Aristóteles y consecuentemente por la filosofía cristiana, especialmente por la filosofía de santo Tomás de Aquino, quien ha sabido utilizar excelentemente, depurándolas, ciertas categorías aristotélicas para la interpretación del dato revelado, para la interpretación de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, así como para la edificación de la teología católica, categorías en parte utilizadas por el propio Magisterio de la Iglesia para la formulación de los artículos de fe y la definición de los dogmas.
----------Así, en particular, la noción de sustancia, usía, ha entrado en el dogma cristológico, por el cual la Iglesia ha definido la divinidad de Cristo (consubstantialem Patri, omoúsion to Patrì), las dos naturalezas (physis) de Cristo en la unidad de la persona (hypostasis). Encontramos una referencia a la unidad de la sustancia divina en la trinidad de las personas en el Prefacio de la Misa de la Santísima Trinidad, mientras que encontramos la definición de la misma naturaleza del Dios uno en el Concilio Vaticano I: "una singularis simplex omnino et incommutabilis substantia spiritualis" (Denz.3001). El Concilio de Viennes de 1312 (Denz.902), hablando de la "sustancia del alma", define el alma como "forma sustancial", mientras que el Concilio Lateranense V de 1513 reafirma la doctrina del antes mencionado Concilio.
----------Las enseñanzas del Señor no ignoran en absoluto las categorías de la metafísica, porque, como de modo reiterado ha señalado el Magisterio de la Iglesia, la comprensión y la apreciación de las verdades reveladas por Cristo, que tocan los misterios más altos y más profundos de la existencia, que culminan en el Misterio de Dios, supone la apertura de la razón humana al entero horizonte del ser. Por eso las enseñanzas de Cristo instruyen la razón para elevarla a la luz de la fe. He tratado de mostrar la metafísica de Jesús (al menos en síntesis y esbozo) en uno de los artículos de este blog: Breve nota sobre la metafísica de Jesús.
----------Ahora bien, las nociones analógicas de sustancia y accidente son las dos primeras grandes divisiones del ente en general, nociones primarias, universales, espontáneas y necesarias de la mente humana como tal (ya presentes por sentido común en cualquier hombre, sin haber estudiado metafísica). Por tanto, no es difícil darse cuenta de cómo Jesús, al enunciar el misterio eucarístico, supone el uso del concepto de sustancia y accidente, ya que, si el pan y el vino conservan los accidentes, pero en su lugar está el cuerpo y la sangre de Cristo, eso querrá significar que su sustancia se ha convertido en el cuerpo y en la sangre de Cristo.
   
Quinta tesis
   
----------Según Grillo, la fe en el dogma de la transubstanciación habría producido otros daños y perjuicios. Dice: "Esto ha introducido, inevitablemente, una cierta sobrevaloración de lo invisible (a lo cual accede el intelecto ayudado por la fe) y una cierta subvaloración de lo visible (que es considerado sólo en su función de elemento-materia o de objeto de la rúbrica). Aquello por lo cual ha sido concebida la distinción entre sustancia y accidentes -es decir, la unidad de lo real en devenir- obtiene en la doctrina eucarística un efecto invertido -un resultado de 'escisión' y de 'separación'- el cual luego es difícil de remediar. La 'esencialización de la presencia' en el solo momento de la consagración de hecho ha reducido 'ad usum' todo el resto de la experiencia de presencia, en la Palabra, en la oración eucarística y en la comunión".
----------Respuesta: Grillo lamenta (lo repito porque francamente cuesta entenderlo) una cierta "sobrevaloración de lo invisible (a lo cual accede el intelecto ayudado por la fe) y una cierta subvaloración de lo visible" con "un efecto invertido" -un resultado de "escisión" y de "separación" y deplora el hecho de que la fe reduce la presencia real "al solo momento de la consagración" y haya de hecho reducido ad usum todo el resto de la "experiencia de presencia, en la Palabra, en la oración eucarística y en la comunión".
----------Es difícil entender qué quiere decir Grillo con este confuso discurso. ¡Menos mal que su artículo (que aquí comento) debía ser el artículo de aclaración! En todo caso, parece que nos rencontramos con dos cosas: la primera, a Grillo no le interesa que la transubstanciación dé la primacía a lo invisible sobre lo visible. Pero esto es un mérito del dogma, que nos permite así buscar las "cosas de arriba" (Col 3,1). Grillo parece olvidarse de la advertencia de san Pablo: "nosotros no fijamos la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles. Las cosas visibles son de un momento, pero las invisibles son eternas" (2 Cor 4,18).
----------En segundo lugar, no es en absoluto cierto que el dogma reduzca la presencia real "al solo momento de la consagración". La presencia real continúa incluso después de la consagración y dura mientras las especies, conservadas en el tabernáculo, no se corrompan.
   
Sexta tesis
   
----------El profesor Grillo expresa en el enunciado de su sexta tesis: "Para decir la 'presencia real' el recurso al lenguaje de la 'conversión de toda la sustancia' sigue siendo legítimo, posible, a veces incluso recomendable, pero no es en sí necesario. No constituyendo una 'verdad' distinta de la 'presencia real', constituye una autorizada explicación, pero no es 'otra' respecto de la 'presencia real' del cuerpo y la sangre del Señor Jesús en el pan y vino de la eucaristía. No se trata de creer en 'algo más que la presencia', sino de confiarse a una autorizada mediación, cuya intención no es el testimonio de la fe, sino su explicación".
----------Respuesta: Falso. El dogma de la transubstanciación, como he mostrado, es necesario para comprender en qué consiste la presencia real. La alternativa de la consustanciación, como hemos demostrado, es absurda, por no hablar de otras interpretaciones, aún más alejadas de la verdad. En cuanto a la presencia real, ella no es en absoluto como he dicho varias veces y también en los ya mencionados artículos precedentes en este blog, la "presencia real del cuerpo y la sangre del Señor Jesús en el pan y vino de la eucaristía". La presencia real es la presencia del cuerpo del Señor bajo las especies del pan y del vino.
----------Queriendo hacer un resumen de esta empresa de Grillo, de hecho es apropiado decir, retomando una de sus expresiones, que él obtiene un "efecto invertido" respecto de aquello que debería producir con su teología: en lugar de persuadir a los luteranos sobre el verdadero sentido de la Eucaristía, trata de inducir a los católicos con vanos sofismas, a abandonar la propia fe eucarística y caer en el error luterano. En realidad, más allá de algunos puntos de convergencia, entre la Cena protestante y la Misa católica existe un abismo.
----------Podemos admitir también, el común reconocimiento de la "presencia real" de Cristo en la comunidad en la mesa eucarística. Pero mientras esta presencia para el católico implica que el sacerdote ofrece al Padre en nombre de la comunidad en sacrificio el verdadero cuerpo de Cristo y el fiel se nutre del cuerpo de Cristo, y crece en la gracia, "recibiendo la prenda de la gloria futura", para decirlo con santo Tomás de Aquino, para el luterano, en cambio, Cristo está, sí, espiritualmente presente en la comunidad, en el rito y en el pan, pero el pan sigue siendo pan y el fiel, aunque esté en unión con Cristo, se nutre solamente de pan y no de Cristo, Quien está presente, sí, con su poder salvífico, pero lo está sólo en la fe, sólo espiritualmente, en la lectura bíblica, en el ministro, en el rito, en la oración y en la comunión fraterna.
----------Para la concepción luterana de la Cena del Señor, no está presente Cristo en la Eucaristía bajo las especies del pan y del vino, y por tanto Cristo no nutre al fiel con la gracia de la Eucaristía, efecto de la transubstanciación, por lo cual el cristiano no es verdadero miembro vivo del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, no puede decir con san Pablo "para mí el vivir es Cristo" (Fil 1,21) y "ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí" (Gal 2,20), sino que a lo sumo el luterano se siente ante Cristo Salvador, aunque sea en una comunidad de hermanos, en una relación similar a la del fiel y confiado discípulo con el maestro o la del culto exégeta con el texto bíblico, posiblemente abordado con el método histórico-crítico.

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