martes, 24 de mayo de 2022

El caso jesuita: su relación con la masonería y el gnosticismo

En el siglo XVIII la Compañía de Jesús fue suprimida bajo las presiones de la masonería. Hoy probablemente corre el riesgo de ser suprimida a causa de la infiltración masónica y de su subversión gnóstica.

La Compañía de Jesús antes de su supresión, y después de su reconstitución
   
----------Las grandes Ordenes religiosas son dones que el Espíritu Santo hace a la Iglesia. Como dijo san Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Vita Consecrata: "La multitud de formas históricas de vida consagrada, suscitadas por el Espíritu y todavía presentes en el ámbito eclesial aparecen como una planta llena de ramas que hunde sus raíces en el Evangelio y da frutos copiosos en cada época de la Iglesia. ¡Qué extraordinaria riqueza!" (n.5). De todas esas formas de vida consagrada, quisiera referirme en esta ocasión a la Compañía de Jesús, tema que ya he abordado en otras ocasiones en este blog, y que ahora consideraré a partir de algunos artículos de reciente aparición, y que juzgo merecen algunas aclaraciones.
----------Para plantear el tema con la mayor franqueza y honestidad que me es posible, quisiera iniciarlo como en aquellos viejos textos de teología en los que el autor, lejos de toda esa hipocresía y manipulación hacia los lectores que suelen verse hoy en muchos de los libros de teología, de entrada planteaba claramente la tesis sustentada y a demostrar. Pues bien, para decirlo en pocas palabras y claramente, la tesis de este artículo es la siguiente: en el siglo XVIII la Compañía de Jesús fue suprimida bajo las presiones de la masonería. Hoy corre el riesgo de ser suprimida a causa de la infiltración masónica.
----------La Civiltà Cattolica número 4029 del 5 de mayo de 2018 publicó un artículo de su director, el padre Antonio Spadaro, titulado "La doctrina de la tribulación", en el cual se cita una carta fechada en 1987 y dirigida por el entonces Provincial sudamericano, padre Jorge Mario Bergoglio, a sus co-hermanos, comentando algunas cartas de Prepósitos de la Compañía involucrados en aquella que fuera la dramática historia de la supresión y posterior reconstitución de la Compañía de Jesús entre los siglos XVIII y XIX.
----------El artículo es de mucho interés, porque nos muestra la gran mutacion histórica de la Compañía de Jesús a partir del siglo XVIII y hasta la actualidad. Hasta entonces los jesuitas habían sido en verdad un obstáculo para el ascenso del iluminismo y de la masonería, que condujo a la Revolución Francesa, por lo cual eran los soberanos, infectados con estas ideologías, quienes querían la supresión de la Compañía.
----------En efecto, hasta finales del siglo XVIII los Jesuitas habían estado luchando por una auténtica "civilización católica", por una parte contra el liberalismo masónico, rousseauiano y antimonárquico, y por otra parte contra el despotismo ilustrado de los soberanos europeos. Pero estos insensatos soberanos no se dieron cuenta de que los Jesuitas defendían los verdaderos intereses de estos gobernantes ante Dios, de modo que con su miopía intelectual y su insensata conducta los soberanos se cavaron la fosa bajo sus pies, por lo cual habrían de ser miserablemente abatidos precisamente por ese mismo iluminismo y por esa masonería, a los cuales ellos les habían guiñado el ojo, enemigos en cambio y perseguidores de la Compañía.
----------Es interesante advertir cómo la Rusia de religión cristiana ortodoxa oriental, que permaneció inmune a la influencia del iluminismo y de ese modo fiel a la fe cristiana, fue acaso el único país europeo que no rechazó a los Jesuitas, a diferencia de los Estados de antigua tradición católica, pero corrompidos por el iluminismo. Este hecho paradójico va en pleno honor de los miembros de la Compañía de Jesús, los cuales, aunque ya disuelta su Orden, siguieron no obstante siendo fieles al Romano Pontífice, constituyéndose en un baluarte de la fe cristiana, precisamente en una nación que no reconocía el primado de Pedro.
----------En la actualidad, las cosas entre los Jesuitas son muy diferentes, porque desafortunadamente, debido a una falsificación modernista de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, y en especial modo por la influencia de las obras de Karl Rahner, la Compañía se ha dejado corromper por el modernismo, al punto que el papa Luciani y san Juan Pablo II tenían en mente suprimir la Compañía. Respecto al caso de Juan Pablo I, de buena fuente he recibido la referencia: se trata de lo que ha contado un sacerdote amigo suyo, del tiempo en que Luciani era Patriarca de Venecia. "Si me hacen Papa -le dijo- suprimiré la Compañía de Jesús".
----------Y si el papa Luciani no ha tenido tiempo de implementar su popósito a causa de su muerte súbita, apenas un mes después de su elección como Romano Pontífice, en cambio, el papa san Juan Pablo II expresó su intención a sus colaboradores desde el mismo inicio de su pontificado, pero fue disuadido por la intervención de su Secretario de Estado, el cardenal Agostino Casaroli [1914-1998]. Los hechos son narrados en el libro Los Jesuitas: la Compañía de Jesús y la traición a la Iglesia Católica Apostólica Romana (ed. Plaza, Madrid, 1988, primera parte) del jesuita Malachi Martin [1921-1999], ilustre teólogo estadounidense y maestro de espiritualidad, expulsado de la Compañía por haber inquietado al grupo modernista.
----------En cuanto al papa Luciani, le sorprendió la muerte mientras preparaba un discurso de fuerte reclamo que pretendía hacer a la Congregación de la Compañía, que estaría reunida de allí a pocas semanas y en la cual lamentablemente se enfocó la cuestión del ateísmo en un sentido que deformaba las intenciones de san Paulo VI. Los hechos son narrados por el ilustre jesuita Antonio Caruso [1919-2010], antiguo colaborador de san Juan Pablo II, en su libro Tra grandezze e squallori (ed. Viverein, Monopoli , 2008, pp.165-186).
----------Por lo tanto, si el papa Clemente XIV [1769-1774] se redujo a regañadientes a ceder a las presiones de los soberanos europeos, suprimiendo la Compañía de Jesús, tanto Juan Pablo I como Juan Pablo II, aunque con gran dolor, habían constatado cómo el grupo dirigente y más influyente de la Compañía, habiendo abrazado el rahnerismo, se había embarcado en un camino que lo ponía en contraste con el espíritu de San Ignacio y por tanto con el mismo Magisterio de la Iglesia y de los Papas del postconcilio.
----------Hoy es el mismo mundo anti-católico, modernista y laicista, dentro y fuera de la Iglesia, es la misma masonería, que sostienen a la Compañía en su corriente rahneriana. Pero gracias a Dios en la Compañía no sólo hay rahnerianos, sino también aquellos que se mantienen fieles al Magisterio de la Iglesia y al Papa. Uno de ellos ha sido el padre Giandomenico Mucci [1938-2020] ex-escritor de La Civiltà Cattolica, quien ha tenido frecuentes contactos personales con el papa Francisco, ofreciéndole con franqueza y generosidad el aporte de su sabiduría y de su gran amor por la Iglesia. Son estos fieles jesuitas los que han alcanzado a obtener algo que nunca antes había sucedido en la Compañía: ¡la elección de un Papa Jesuita!
----------No hay duda de que los rahnerianos han estado presionando sobre el papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, para que ceda a sus demandas. Pero el Papa ha hecho, por así decir, oídos sordos. Con gran habilidad y discernimiento, por otra parte sin nombrar jamás a Rahner, ha asumido algunos elementos válidos del rahnerismo, aquellos que han dado una contribución a las doctrinas del Concilio Vaticano II. Pero el Papa ha tenido mucho cuidado de no respaldar la interpretación modernista dada por los rahnerianos al Concilio y, en cambio, ha seguido y sigue la interpretación dada por sus predecesores y por el Catecismo de la Iglesia Católica. De este modo, el Papa, sin entrar abiertamente en conflicto con los rahnerianos, les quita sus armas, desde el momento que recupera cuanto de bueno hay en el pensamiento de Rahner.
----------En efecto, el papa Francisco ha hecho abierta profesión de realismo gnoseológico en la encíclica Evangelii gaudium, al sostener la primacía de la realidad sobre la idea, y tal profesión es ya evidente en algunos de sus apuntes de 1987-88 (los cuales no tardaré en comentar en algún próximo artículo en este blog), donde afirma que el objeto de la metafísica es el ser, el ente, la realidad, la cosa en sí tal como es y no el pensamiento, el yo, la conciencia, Dios, la experiencia atemática, todas cosas de matriz idealista.
   
El problema del gnosticismo
   
----------Hasta ahora, ningún Papa había sentido la necesidad de condenar el gnosticismo, aunque haya sido un fenómeno peligrosísimo para el cristianismo en los primeros siglos. Pero para los cristianos de entonces era tan evidente que se trataba de ideas de tal modo aberrantes, que nunca los Papas se habían sentido en el deber de intervenir sobre el particular, con una condena formal y explícita.
----------Pero el papa Francisco ha creído su deber hacerlo, porque ha entendido que el gnosticismo es una insidiosa enfermedad del espíritu continuamente resurgente, porque es expresión de esa soberbia intelectual que siempre acecha y se anida en el corazón del hombre, bajo el influjo del demonio, y empuja a algunas personas dotadas a creerse una mente extraordinaria, que están muy por encima del común de los hombres, en posesión, en virtud de su inteligencia, de lo que consideran es un saber absoluto y salvífico, en base al cual pueden gozar de una auto-conciencia absoluta y de una libertad divina, un saber liberador y divinizante, que el gnóstico de manera misericordiosa, o más bien exhibicionista, comunica en dosis limitadas y en modo esotérico a unos pocos elegidos capaces de elevarse, con docilidad absoluta a las revelaciones del gnóstico, desde la común e ingenua imaginación de las masas para elevarse a participar de su altísima sabiduría.
----------Al respecto, el peligro del renacido gnosticismo había sido señalado desde hace casi dos siglos a la Iglesia, pero ni los Papas más celantes por la sana doctrina, hasta la llegada del papa Francisco habían tomado en consideración el alarmante informe y denuncia de los estudiosos del fenómeno.
----------Las discusiones sobre el gnosticismo han vuelto a cobrar vida sobre todo entre los biblistas, después del descubrimiento en el siglo pasado de numerosos textos gnósticos, que podrían ser de interés para la exégesis bíblica. Ha habido mucha discusión sobre la manera de definir el gnosticismo y las opiniones han sido muy contrastantes porque, en lugar de intentar ir a la esencia del gnosticismo, los estudiosos se han detenido y se han dispersado para tratar acerca de los variadísimos contenidos, efectivamente muy contrastantes entre sí, porque, aparte de las visiones mitológicas extravagantes o absurdas, van desde visiones dualistas que oponían espíritu a materia a visiones monistas de tipo panteísta.
----------El problema de la infiltración gnóstica en la Iglesia no es ciertamente de hoy, sino que estalló con el modernismo, aun cuando san Pío X no usó el término "gnosticismo", pero muy bien podría haberlo usado, porque el modernismo está afectado por el idealismo hegeliano, que, como acertadamente juzgó Maritain, no es otra cosa que la gnosis del pensamiento moderno, con su pretensión de una "ciencia absoluta" superior a la doctrina de la Iglesia y a la teología revelada y a la par de la misma ciencia divina.
----------El papa Francisco ha tenido la genialidad de tomar el toro por los cuernos con un fuerte sentido pastoral sin entrar en detalles doctrinales y de matar al monstruo con unos pocos golpes certeros dignos del Sucesor de Pedro. En Gaudete et exsultate el Papa, caracteriza al gnosticismo en su pretensión de fondo de absorber el ser en el pensamiento y de poner el océano en un vaso. Con el pretexto del conocimiento (gnosis) y a causa de su ansia ávida de totalidad, el gnóstico excluye la ignorancia y el conocimiento parcial. Por un desmesurado deseo por lo infinito, él no sabe que es sólo finitamente que podemos conocer lo Infinito.
   
La condena del gnosticismo
   
----------Con unas pocas y hábiles pinceladas, en la exhortación apostólica Gaudete et exsultate, el Romano Pontífice, al describir el gnosticismo, delinea en sustancia el cuadro de fondo del sistema rahneriano, incluso sin nombrar a Rahner. Pero para quien esté habituado a las obras y al pensamiento de este teólogo, no existe dificultad en reconocer su timbre o impronta. He aquí algunos juicios del papa Francisco:
----------"El gnosticismo supone una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos" (n.36).
----------Ante todo, hay que saber que el Dios de Rahner no es trascendente, no está más allá de la naturaleza humana, sino que es el "horizonte último de la autotrascendencia humana", porque la misma naturaleza humana está concebida como infinitamente determinable, como potencialidad divina que se actúa o realiza infinitamente en lo que llamamos "Dios". Entonces, sigue diciendo el Santo Padre:
----------El gnosticismo, aunque "se trata de una superficialidad vanidosa, [...] logra subyugar a algunos con una fascinación engañosa, porque el equilibrio gnóstico es formal y supuestamente aséptico, y puede asumir el aspecto de una cierta armonía o de un orden que lo abarca todo" (n.38).
----------Si, como dice Rahner, "la esencia del ser es conocer y ser conocido en una unidad primigenia, a la que nosotros queremos llamar conciencia o transparencia ('subjetividad', 'conocimiento') del ser de todo ente" (Oyente de la Palabra, Herder, Barcelona, 1976, p.60), quiere decir, como nos señala el papa Francisco, que para el gnóstico todo el ser se alcanza, se reúne, se unifica y se inmanentiza en su yo, en una aparente armonía formal y global, "aséptica", como la llama el Papa, es decir, libre de contaminaciones.
----------Pero esta visión celestial, en todo caso, corresponde solamente a la pureza de la autoconciencia divina, no ciertamente a la realidad del saber del hombre, que es frágil y pecador, que se enfrenta con el ser, pero no primariamente con un ser coincidente con su pensamiento o con su conciencia, sino que cotidianamente se enfrenta a un ser material, oscuro e impenetrable, hostil al pensamiento, un pensamiento a veces engañado por las apariencias, un pensamiento que suele tropezar en el camino que conduce a la verdad, turbado por las pasiones, compañero de viaje de una voluntad ciertamente por su naturaleza orientada al bien, pero luego de hecho una voluntad ¡cuántas veces a menudo propensa a esa negación del ser que es el mal!
----------Quizás el papa Francisco podría muy bien haber añadido el riesgo opuesto del agnosticismo y de la falsa mística, que en Rahner anulan la función de los conceptos dogmáticos y de los valores fundamentales de la razón práctica y especulativa, para apelar a un "misterio absoluto" tan inconcebible e inexpresable, que ni siquiera se entiende de qué está hablando. Sin embargo, el Papa continúa:
----------"También es propio de los gnósticos creer que con sus explicaciones ellos pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio. Los gnósticos absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan. Pero una cosa es un sano y humilde uso de la razón para reflexionar sobre la enseñanza teológica y moral del Evangelio; y otra cosa distinta es pretender reducir la enseñanza de Jesús a una lógica fría y dura que busca dominarlo todo" (n.39).
----------Rahner resuelve lo trascendente en lo trascendental: no una razón sometida con humildad y obediencia al mensaje de nuestro Señor Jesucristo, sino el mensaje y de hecho la esencia misma de Cristo, sometida a una categoría racional como es lo trascendental, que es una categoría metafísica y además de la metafísica idealista kantiana y por tanto no es una categoría teológica y, para más razón aún, no es una categoría de la divina revelación, como sería propio tratándose del misterio de Cristo.
----------Por eso es una profanación del misterio de Cristo hablar, como hace Xavier Tilliette [1921-2018], de una "cristología filosófica" (cf. El Cristo de la filosofía. Prolegómenos a una cristología filosófica, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1994). Cristo es un misterio divino, no es objeto de la filosofía. Cristo reducido a objeto de la filosofía es la operación típica del gnosticismo. En cambio, es diferente hablar de una metafísica de Cristo, sobre lo cual he hablado en el artículo Breve nota sobre la metafísica de Jesús. Aquí no se trata de hacer de Cristo un objeto de la metafísica, sino de mostrar a Cristo, maestro de metafísica. En este punto la metafísica puede muy bien y con excelentes frutos hacer objeto de su interés la doctrina metafísica de Cristo. Que sea necesaria la metafísica para entender quién es Cristo, de acuerdo. Pero aquí la metafísica tiene una función solo introductoria a la verdadera cristología, que forma parte no de la metafísica, sino de la teología dogmática.
----------En tal modo Rahner, como Hegel, somete la religión a la filosofía, el dato de fe al dato racional, que para él es la "experiencia trascendental". De aquí surge su "cristología trascendental" (cf. Karl Rahner & Wilhemn Thüsing, Cristologia. Estudio teológico y exegético, Cristiandad, Madrid, 1975), operación típicamente gnóstica, que transforma el dato de fe, o sea al mismo nuestro Señor Jesucristo, en un dato de razón. Por eso para Rahner la cristología dogmática eclesial no sería sino la explicitación conceptual y verbal cambiante, relativa e inadecuada, de la previa cristología trascendental atemática, por todos conocida aprioricamente, "ya desde siempre", en lo que Rahner llama la "experiencia trascendental".
----------He aquí que entonces los dogmas de la fe católica son relativizados a la experiencia trascendental, he aquí entonces la arrogante suficiencia gnóstica con la cual Rahner se permite considerarse por encima del dogma cristológico de Calcedonia conjugándose con la cristología hegeliana, otro ejemplo de gnosticismo. En efecto, mientras los dogmas, según Rahner, estarían inmersos en la historia, la experiencia trascendental trasciende la historia porque es pura experiencia del ser, del yo y de Dios.
----------Continúa el papa Francisco: "El gnosticismo es una de las peores ideologías, ya que, al mismo tiempo que exalta indebidamente el conocimiento o una determinada experiencia, considera que su propia visión de la realidad es la perfección. Así, quizá sin advertirlo, esta ideología se alimenta a sí misma y se enceguece cada vez más. A veces se vuelve especialmente engañosa cuando se disfraza de una espiritualidad desencarnada. Porque el gnosticismo por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio, tanto el misterio de Dios y de su gracia, como el misterio de la vida de los demás" (n.40).
----------Rahner alcanza el colmo de la arrogancia gnóstica, cuando en uno de sus libros se atreve a intimar, con tono de amenaza al Magisterio de la Iglesia, con asumir la "filosofía moderna", si no quiere quedar a la zaga respecto del progreso de la humanidad. La expresión "filosofía moderna" en sí misma es válida y es cierto que el rechazarla hace quedar detrás respecto al progreso del saber. ¿Pero, qué entiende Rahner por "filosofía moderna"? Lo explica él mismo: la sucesión de los filósofos, que, partiendo desde Descartes, pasa por Kant y luego por el idealismo alemán hasta Heidegger. En este punto, sin embargo, no podemos dejar de notar el defecto señalado en los gnósticos por el papa Francisco.
----------En cuanto a esa afirmación del Santo Padre de "espiritualidad desencarnada", no parecería a primera vista que tal severa nota del papa Francisco golpee precisamente a la espiritualidad rahneriana, tan atenta a sus encarnaciones históricas, a sus aplicaciones pastorales, a la diversidad de sus formas institucionales o carismáticas, a su desarrollarse en la vida moral. Sin embargo, es posible notar en la ética rahneriana, no obstante la atención al variar de las situaciones, más allá de su necesidad de concreción y de la insistencia sobre lo existencial, una renuencia a mirar al hombre como animal racional, cuya vida está regulada por normas morales objetivas, universales e inmutables, y finalizada en Dios como fin último natural.
----------De hecho, vemos a Rahner incapaz de moverse con seguridad y competencia, en fidelidad al Magisterio de la Iglesia, en el campo de la ética personal, familiar y social. Y peor aún, Rahner muestra aquí un reprobable agnosticismo, relativismo e historicismo, que subyace en una idea del actuar humano, por la cual la persona o el espíritu humano en nombre de la libertad tendría la facultad de plasmar su propia naturaleza corpórea y de poner en acto su mismo ser concreto, por lo cual se vuelve problemático cómo en estas condiciones el hombre pueda seguir considerándose criatura y no más bien creador de sí mismo, según el módulo fichtiano del yo que se "pone" (setzt) a sí mismo. Surge aquí la inquietante sombra del panteísmo que, como consecuencia de su idealismo, recorre como tema de fondo todo el pensamiento rahneriano.
----------Por eso, podemos ciertamente ver en un poderoso pasaje de otro texto del papa Francisco, la encíclica Fratelli tutti, la condena del subjetivismo ético de Rahner: "Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural. Por eso el ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia. La inteligencia puede entonces escrutar en la realidad de las cosas, a través de la reflexión, de la experiencia y del diálogo, para reconocer en esa realidad que la trasciende la base de ciertas exigencias morales universales. A los agnósticos, este fundamento podrá parecerles suficiente para otorgar una firme y estable validez universal a los principios éticos básicos y no negociables, que pueda impedir nuevas catástrofes" (nn.213-214).
----------Pero el Saanto Padre habla del gnosticismo, y está claro que el tema del agnosticismo, que también encontramos en Rahner, queda fuera del discurso pontificio, aunque a decir verdad el uno y el otro se reclaman recíprocamente, porque entrambos son el efecto de la humana razón que pretende por una parte con arrogancia resolver el ser divino en sus ideas, y por otra con falsa humildad renunciataria se encierra en sí misma y en sus pequeñas ideas, como si fueran la totalidad de lo real, afirmando que de Dios no se sabe nada y no se puede decir nada, sólo porque no quiere abrirse al horizonte, al pensamiento y a la luz inteligible del ser, apertura que permite a la realidad divina, ser absoluto, analógicamente concebible, fecundar la mente, hacerla concebir y capaz de engendrar, es decir, de producir un concepto, para así poder expresar en la palabra este concepto, que es el concepto de Dios y de sus atributos.
----------Todo esto no excluye de ningún modo el callar o silencio místico, que, sin embargo, para ser un callar sensato y elocuente, debe ser el callar sobre aquello de lo que se ha dicho algo, y no el callar vacío por el cual no se expresa verbalmente aquello sobre lo que se calla. El silencio habla, el silencio es elocuente, solo cuando se calla en referencia a aquello de lo que se ha hablado. Es la palabra del silencio porque es el silencio que nace de la palabra, es el silencio de la palabra. Medítese en esto.
----------Así, de este modo, el silencio después de la Santa Comunión en la Misa es significativo porque hace claramente referencia a las precedentes palabras de la liturgia. El silencio de los monjes en la mesa no es el silencio de los embroncados o de aquellos que no tienen nada que decirse, sino que es comunicación espiritual sin palabras y quizás más elocuente que las palabras. El místico calla porque sus palabras son insuficientes para expresar lo que siente, porque comunica sin necesidad de palabras.

6 comentarios:

  1. Me parece que Francisco debería seguir (por así decir) con más coraje ciertas enseñanzas de Francisco, porque en la práctica no parece sacar gran alimento de la sabiduría de este documento suyo, la gaudete et exultate (basta pensar en cómo tolera una Compañía de Jesús cada vez más ranheriana y sorosiana o cómo pone exponentes de la corriente pro-gay en los primeros puestos de los episcopados). Me parece que trata de salvar de algún modo la doctrina, pero luego deja que cada uno crea y enseñe lo que quiera y viva como quiera, como si el problema de la verdad fuera un obstáculo y no una ayuda para la vida concreta de las personas. Las consecuencias pueden ser graves, de hecho son bastante graves (basta pensar en lo que hoy sucede en la iglesia en Alemania). Por lo cual, paradójicamente, es sobre todo en la tan cacareada confrontación con la realidad que este pontificado me parece veleidoso y al mismo tiempo miserable en su eficacia.

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    1. Estimado Paracelsomol,
      como usted sin duda sabe, la difusión del modernismo (y sus herejías) hoy más que nunca es muy amplia, por lo cual debemos entender la dificultad del papa Francisco para mantener la situación bajo control.
      Es difícil poder juzgar la conducta del Papa y saber hasta qué punto existe la prudencia o hasta qué punto existe el oportunismo o hasta qué punto existe la debilidad. ¿Qué haríamos usted y yo en su lugar?
      Creo que lo más sabio a hacer es que usted y yo nos comprometamos seriamente a dar el ejemplo. Al mismo tiempo sabemos que Cristo vela por su Iglesia y que las puertas del infierno no prevalecerán.

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  2. Estimado padre:
    Usted escribe: "Es interesante advertir cómo la Rusia de religión cristiana ortodoxa oriental, que permaneció inmune a la influencia del iluminismo y de ese modo fiel a la fe cristiana, fue acaso el único país europeo que no rechazó a los Jesuitas, a diferencia de los Estados de antigua tradición católica, pero corrompidos por el iluminismo. Este hecho paradójico va en pleno honor de los miembros de la Compañía de Jesús, los cuales, aunque ya disuelta su Orden, siguieron no obstante siendo fieles al Romano Pontífice, constituyéndose en un baluarte de la fe cristiana, precisamente en una nación que no reconocía el primado de Pedro".

    Al respecto, me pregunto: ¿esa de algún modo supervivencia de la Compañía, no fue acaso causada por una desobediencia a la decisión del papa Clemente XIV de suprimir la Compañía?
    ¿Era entonces lícita la desobediencia de tales Jesuitas?
    Se lo pregunto, porque recientemente ha habido algunos publicistas católicos, de orientación tradicionalista (o pasadista como usted dice), que han argumentado en base a este hecho histórico de los Jesuitas que siguieron siendo jesuitas (si bien quizás camuflados en otras comunidades) en la Rusia del siglo XVIII, para invitar a la desobediencia al actual Papa, por ejemplo a la desobediencia a Traditionis custodes, como actitud legítima para 'salvar la verdadera Misa', dicen.
    ¿Qué opina usted de ello?

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    1. Estimado Mauro,
      los Jesuitas que fueron acogidos por Catalina II de Rusia eran bien conscientes de no constituir ya la Compañía de Jesús. Por lo cual no se los puede considerar desobedientes al Papa, en cuanto aceptaron la disolución de la Compañía, que, por otra parte, el Papa había hecho a regañadientes, y que estos mismos Jesuitas ciertamente aceptaron a regañadientes.
      Por otra parte, nadie podría haberles prohibido mantener una personal devoción a san Ignacio de Loyola y, sobre todo, ellos de cualquier modo seguían siendo sacerdotes, por lo tanto, capaces incluso en aquellas condiciones de ejercer su ministerio sacerdotal.
      Catalina II, por su parte, era una mujer de mente abierta, atenta también a los valores de Occidente y en particular al valor de la libertad religiosa, valor difundido por el Iluminismo. Esto nos hace pensar que haya dado una respuesta adecuada a las imaginables protestas de las autoridades ortodoxas, protestas que seguramente Catalina II habrá logrado calmar invocando su autoridad como Zarina.
      De lo cual deducimos que la referencia de los pasadistas a este episodio de la historia de los Jesuitas no puede en absoluto ser utilizado para invalidar la autoridad con la cual el papa Francisco ha puesto restricciones a la celebración del Vetus Ordo.

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  3. Estimado padre Filemón,
    Confirmando lo que ha escrito el señor Mauro P.H., le transcribo a continuación algunos textos publicados hace algunos meses por el profesor Rubén Peretó Rivas en su blog:

    "La restauración [de los Jesuitas en 1814], consecuentemente, no pudo hacerse con jesuitas originales. ¿Es que, entonces, habrán desobedecido las contundentes órdenes pontificias y seguido formando miembros de la Compañía suprimida? Efectivamente, eso sucedió. Y utilizaron dos vertientes".
    "En primer lugar, la protección de príncipes que no eran católicos: el rey Federico de Prusia y la zarina Catalina de Rusia. En ambas naciones, el breve pontificio no fue acatado y allí los buenos padres de la Compañía siguieron trabajando como si nada hubiese pasado, obedeciendo a los deseos de los príncipes temporales y desoyendo los claros mandatos pontificios. De hecho, para la restauración de la provincia francesa, se 'utilizaron' 34 jesuitas que estaban en la casa de formación de Polotsk (actual Bielorusia): 18 eran franceses y 9 eran polacos".
    "La segunda vertiente, fueron los criptojesuitas que, desobedeciendo los mandatos pontificios, fundaron congregaciones fantasmas, en las que la Compañía siguió viva y plenamente activa. Por ejemplo, la Sociedad de Padres del Sagrado Corazón de Jesús, la Sociedad del Corazón de Jesús, los Padres de la Fe y los Padres Pobres, entre otras, fundados por ex-jesuitas y allegados, tales como Pierre Picot de Clorivière, Charles de Broglie, Joseph Varin d’Ainville y el italiano Niccola Paccanari..."
    "La conclusión que surge de estos hechos históricos es evidente: los jesuitas, y con ellos un sinfín de obispos y laicos que los apoyaban, no tuvieron ningún problema en desobedecer las órdenes del Romano Pontífice en un tema que ellos consideraban injusto, haciendo caso omiso a las penas de excomunión y demás cesuras previstas por el breve Dominus ac Redemptor. Y, por cierto, tampoco acusaron ningún problema de conciencia en cuanto al acto de desobediencia formal en el que caían. Y lo más curioso de todo esto, es que nadie se los reprochó, o en todo caso, quienes lo hicieron fueron los monarcas seculares, principalmente españoles. La Iglesia guardó silencio y dejó hacer, y en su momento, “utilizó” a los desobedientes, que teóricamente estaban excomulgados, para restaurar la Compañía".

    Considero que éste es un clarísimo caso de manipulación de la historia, como suelen obrar los tradicionalistas extremos, lefebvrianos o los que sean (pasadistas, como usted dice) que cuando la historia no responde a sus premisas ideológicas, no se avergüenzan de alterar los hechos históricos para adherirse a un pasado que nunca existió. Se crean así falsos argumentos que utilizan estos pasadistas para proponer la desobediencia al actual Pontífice.

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    1. Estimado Ernesto,
      te agradezco la información que aportas.
      También yo creo que los pasadistas no pueden aferrarse a esta compleja historia de la disolución de la Compañía de Jesús para desobedecer al papa Francisco.
      No soy historiador de la Compañía, por lo cual expreso mi modesto parecer, el cual consiste en considerar que los Jesuitas que fueron acogidos por Catalina II no deben considerarse propiamente desobedientes, porque, por cuanto puedo saber, ellos habrían sido desobedientes si se hubieran opuesto a la disolución de su Orden, lo cual no entiendo que haya sido el caso.
      En cambio, considero que ellos, al menos los mejores entre ellos, han continuado su ministerio sacerdotal, quizás con una devoción privada a San Ignacio de Loyola, y eventualmente en comunidades espontáneas. Al mismo tiempo me parece que esta presencia jesuítica en tierras de la Ortodoxia oriental cismática ha hecho algún bien y, después de todo, no desagradó al mismo Sumo Pontífice.

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