sábado, 21 de mayo de 2022

El exorcismo más difícil (2/4)

Siguen siendo famosas aquellas palabras del papa san Paulo VI, cuando en 1972 habló del "humo de Satanás", que por "alguna grieta" se había podido colar en la Iglesia. Esa grieta o fisura son los modernistas, que han arrastrado tras sus huellas a los pasadistas, pero Paulo VI, que no era un nuevo san Pío X, no logró cerrar la grieta. Después de más de cincuenta años podemos decir que ese humo con sus miasmas heréticos se ha extendido y ha convertido el aire en casi irrespirable.

Cristo nos libera del poder de Satanás
   
----------"El Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del demonio" (1 Jn 3,8). "Jesús de Nazaret pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio" (Hch 10,38). Cristo no ha luchado contra herejías cristianas, porque el cuerpo doctrinal ha ido formándolo Él en el curso de su vida terrena. Sin embargo, nosotros podemos tomar inspiración para la lucha contra las herejías considerando cómo nuestro Señor reprendió a los que violaban la Ley de Moisés, traicionaban el pacto de la Alianza mosaica, falsificaban el mensaje de los profetas y del Bautista, así como la idea de Dios y del Mesías.
----------Nuestro Señor Jesucristo nos libera del poder de Satanás actuando en dos direcciones que podemos distinguir: por una parte, libera del pecado a los pecadores, convirtiendo su voluntad y por lo tanto sustrayéndola de la influencia de Satanás; por otra parte, libera el cuerpo de los obsesos del vínculo o impedimento diabólico, restituyendo a su voluntad el gobierno o dominio sobre su cuerpo.
----------La liberación de la voluntad es mucho más importante que la liberación del cuerpo, porque la condición de quien está voluntariamente sujeto a Satanás, lo sepa o no lo sepa, como el hereje formal, fácilmente está privado de la gracia y en estado de pecado mortal. En cambio, el poseído o vejado puede muy bien ser una persona en gracia, en cuanto se supone que no ha cometido ningún pecado grave, ni ha cedido a tentaciones diabólicas, ni que se haya entregado al poder del diablo o se haya consagrado al servicio del diablo, como es el caso de los satanistas. De hecho, la persona vejada o acosada puede incluso ser santa, como ha sucedido por ejemplo con san Antonio Abad [251-356], santa Gemma Galgani [1878-1903], san Pío de Pietrelcina [1887-1968] y el gran autor espiritual jesuita, padre Jean Joseph Surin [1600-1665].
----------Durante su vida terrena, no era un problema para nuestro Señor Jesucristo expulsar los demonios de los poseídos. En cambio, Él ciertamente encontró una feroz y obstinada oposición en los adversarios de su mensaje. En Jesús encontramos un modelo de cómo se enfrentan, se persuaden, se convierten, se refutan, se reprochan, se averguenzan, se amenazan, los herejes.
----------Cristo no ha expulsado al demonio de la mente de quien se negaba a creer en Él o a creer en sus palabras o se negaba a obedecerle o a quien lo acusaba de soberbia o de tener un demonio o de violar el sábado o la ley de Moisés, etc., sin embargo Jesús luego nos prometió poder hacer, naturalmente siempre con su ayuda, obras más grandes que aquellas que Él había hecho en su vida terrena.
----------¿Y cuáles serán estas obras? Precisamente las de expulsar al demonio de la mente de los paganos, de los bárbaros, de los impíos y de los herejes, como demuestra la historia a veces milagrosa de las conversiones, de las misiones y de la expansión de la Iglesia en el mundo, aunque durante siglos hayan surgido dificultades, retrocesos, cismas y fracturas aparentemente insuperables.
----------Podríamos entonces preguntarnos: ¿por qué motivo los Judíos durante dos mil años, los Musulmanes durante catorce siglos, los Ortodoxos Orientales durante diez siglos, los Luteranos durante quinientos años, y hoy los modernistas y los pasadistas desde hace décadas, tienen este "corazón de piedra" y no se abren al Misterio de Cristo enseñado por la Iglesia Romana, testimoniado por sus Santos y por sus Mártires desde hace dos mil años? ¿Por qué Dios no convierte sus corazones, para que así se abran a la escucha de la verdadera Palabra de Dios? Estas son preguntas ante las cuales debemos detenernos, porque se refieren al secreto de la voluntad divina, secreto que sólo Dios conoce. El por qué y el para qué lo sabe sólo Él, y por tanto no nos debe interesar, sino que sólo debemos adorar el misterio inefable.
----------Dios quiere que todos se salven. A todos ofrece, en Cristo, que murió por todos, los medios para salvarse. Sin embargo, de hecho, no todos se salvan. Dios manda, pero no todos obedecen. Algunos aceptan su voluntad, otros la rechazan. Algunos son liberados del demonio, pero otros no. Algunos son "hijos de Dios", otros "hijos del demonio" (1 Jn 3,10). Algunos son "vasos de misericordia" (Rom 9,23), otros "son vasos de cólera, ya preparados para la perdición" (Rom 9,22). A algunos dirá Cristo: "¡Venid, benditos de mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo!" (Mt 25,34); a los otros, en cambio: "Apartaos, lejos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles" (Mt 25,41).
----------De hecho, el hombre, en virtud del libre albedrío, tiene el poder de aceptar o de rechazar la voluntad de Dios. Si la acepta, es porque Dios causa su acto de aceptación. Si la rechaza, eso depende exclusivamente de él. De la masa de los condenados (massa damnationis) a causa del pecado original -como dice san Agustín- Dios saca y elige a algunos, los "elegidos" (cf. Mt 22,14; 24,22.31; Lc 18,7; Rm 8,33; 11,7; Fil 4,3; Ef 1,11; 2 Tim 2,10; 1 Pe 1,2; Ap 17,14), a los que "predestina" (Cf. Rm 8,29; Ef 1,9; Hch13,48) para la salvación. Los no elegidos son tales no porque Dios los predestinó al infierno, sino porque no quieren ser elegidos.
----------No sabemos por qué Dios salva a algunos y a otros no. No sabemos por qué algunos corresponden a su amor y otros no. Decir que Dios quiere salvar a todos no quiere decir que esté necesitado u obligado a hacerlo. Dios sigue siendo Dios, incluso si algunos van al infierno. Dios pide a cada uno que haga su elección, quiere ser objeto de libre elección, pudiendo ser rechazado.
----------¿Cómo nos libera Cristo del poder del demonio? Debemos considerar qué es lo que hace que el diablo tenga poder sobre nosotros: quitado eso, somos libres. ¿A través de qué medios el demonio nos hace sus esclavos? Por medio del pecado. ¿Y qué hace él para hacernos pecar? Estimula la soberbia.
----------El demonio nos quiere convencer de que el verdadero dios es él y que de hecho él nos enseña cómo llegar a ser dios. El demonio quiere convencernos deque el Dios del cielo es un tirano, del cual el demonio nos libera. Nos hace creer que Dios es un tirano impotente, que no puede impedirnos alcanzar nuestra libertad. Debemos ignorar las leyes y las amenazas de este déspota cruel y reducirlo a la razón.
----------Los seguidores de Satanás dicen: "Debemos constreñir a Dios a ser misericordioso. Dios debe tomarnos como somos, de lo contrario peor para Él. Dios, en efecto, no teniendo otra posibilidad, si quiere convivir con nosotros, acaba por perdonarnos, aunque a sus ojos pecamos, pero él finge no ver, porque no podría hacer otra cosa. De castigarnos no se habla. En tal sentido, Dios es pura misericordia y nos deja hacer lo que queremos. Tanto es así, que nos salvamos de todos modos. Basta que tengamos fe de salvarnos". Pecca fortiter et crede firmius, como decía Lutero. Estas son las raíces de todas las herejías.
----------Por el contrario, es necesario disipar estas diabólicas mentiras, quitar el pecado y erradicar la tendencia a la soberbia, aquello que el Concilio de Trento llama fomes peccati, o sea la "concupiscencia". Quitado el pecado, entonces es quitado también el castigo o, al menos, el castigo se transforma en medio e instrumento de salvación. La serpiente que mata deviene salvífica (cf. Nm 21,8-9; Jn 3,14).
----------Ahora bien, nos preguntamos: ¿como es ello posible? Porque nuestro Señor Jesucristo, al ingerir Él mismo el veneno, lo ha convertido en innocuo, inofensivo, y, de hecho, lo ha convertido un remedio para nuestros males; es decir, haciendo propio, en los dolores de su santísima Pasión, el castigo del pecado, con el poder purificador y sanador de su divinidad y, como dice santa Catalina de Siena, "con su ardentísimo amor", nos ha obtenido el perdón del Padre. Descontando por nosotros la pena del pecado, ha satisfecho por nosotros al Padre por la ofensa que infligida a Él por el pecado, satisfecit pro nobis.
----------En esta vida, sin embargo, como ya ha sido enseñado hace siglos por el Concilio de Trento, la culpa puede ser constantemente quitada mediante un constante ejercicio del sacramento de la penitencia, pero no así la tendencia a pecar, que es herencia del pecado original, con las penas y las desventuras, que le han seguido. Y esta tendencia es sustancialmente la tendencia a la soberbia y a la rebelión contra Dios.
----------Por consiguiente, en esta vida no estamos nunca del todo libres de las tentaciones satánicas y debemos combatir contra Satanás. De hecho, a los más santos les son reservadas las pruebas más difíciles. Por eso san Pedro nos exhorta: "Sed sobrios y estad siempre alerta, porque vuestro enemigo, el diablo, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe" (1 Pe 5,8-9). Y san Pablo: "Revestíos con la armadura de Dios, para que podáis resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio" (Ef 6,11-12).
----------Por lo tanto, es necesario prestar suma atención a la existencia y eventual aparición en nuestra vida de los "anticristos" (1 Jn 2,18-22), que son precisamente los herejes. San Juan menciona esto en su Primera Carta: "Hijitos míos, ha llegado la última hora. Vosotros oísteis decir que vendría el Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora. Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros" (1 Jn 2,18-19).
----------Lutero tenía razón al decir que aquí abajo, en nuestra vida terrena, siempre queda la concupiscencia. Sin embargo, su error, como quedó bien aclarado por el Concilio de Trento, fue confundir la concupiscencia con el pecado mortal, de modo que incluso el pecado mortal, para Lutero, permanece siempre, como la concupiscencia. Pero esto es una absurdidad, porque la gracia y el pecado mortal se excluyen mutuamente como la vida y la muerte. Uno no puede estar al mismo tiempo vivo y muerto.
----------Por tanto, la cruz expulsa al demonio. He aquí entonces la importancia de ofrecer sacrificios y, en el límite, ofrecernos nosotros mismos por la conversión de los herejes. "Cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí" (Jn 12,32). El sacrificio de Cristo atrae sobre nosotros, pecadores, la misericordia del Padre, que convierte los corazones de los herejes. "Os arrancaré de vuestro cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne" (Ez 36,26). El cristiano es instrumento de Dios para cambiar el corazón del hermano subyugado por el engaño del demonio, liberarlo de la esclavitud y reconducirlo a la luz y a la paz.
    
La acción de Satanás al provocar la herejía
   
----------Desde siempre, en la literatura cristiana, bajo la guía de la misma Sagrada Escritura, se ha comprendido que las ideas más dañinas para la fe y por tanto más dañinas para la salvación del hombre, son sugeridas por el propio demonio. El mismo Magisterio de la Iglesia, en circunstancias particularmente graves de la vida de la fe, nos ha recordado esa verdad. A continuación, me limitaré solamente a dar tres citas: de la encíclica Pascendi dominici gregis de san Pío X, del Concilio de Trento y del papa san Paulo VI.
----------En la encíclica Pascendi domici gregis se dice: "No ha existido época alguna en la que no haya sido necesaria a la grey cristiana esa vigilancia de su Pastor supremo; porque jamás han faltado, suscitados por el enemigo del género humano, hombres de lenguaje perverso (Hch 20,30), decidores de novedades y seductores (Tit 1,10), sujetos al error y que arrastran al error (2 Tim 3,13)" (n.1).
----------El Concilio Tridentino denuncia la obra de Satanás en la corrupción de la doctrina del pecado original, así: "Aquella serpiente antigua, que es el perpetuo enemigo del género humano, entre los muchos males, de los cuales la Iglesia de nuestro tiempo está turbada, ha suscitado no sólo nuevos, sino también antiguos desacuerdos también acerca del pecado original y su remedio" (Denz.1510).
----------Una clara y dolorida referencia a la acción de Satanás, como corruptor de la sana doctrina, la encontramos en aquellas famosas palabras del papa san Paulo VI, cuando en 1972 habló del "humo de Satanás", que por "alguna grieta" se había podido colar en el interior de la Iglesia. Y hoy lo vemos a gran escala. Pues bien, esa grieta o fisura son los modernistas, que han arrastrado tras sus huellas a los pasadistas, pero Paulo VI, que no era un nuevo san Pío X, no logró cerrar la grieta. Después de más de cincuenta años podemos decir que ese humo con sus miasmas heréticos se ha extendido y ha convertido el aire en casi irrespirable. Esperamos que pueda ser expulsado por un poderoso soplo del Espíritu Santo.
----------Ahora bien, debemos tener en cuenta que la herejía es casi siempre consecuencia de una filosofía errónea. De hecho, para interpretar los datos de la divina Revelación, se necesita una conceptualidad filosófica o al menos una conceptualidad racional sana y correcta, por lo cual, si tal instrumentación racional está contaminada por la falsedad, por consecuencia viene falsificada la Palabra de Dios.
----------Pues bien, particularmente propenso a caer en la herejía es el teólogo o en todo caso el fiel laico o el clérigo o el religioso o el prelado, que vive su fe cristiana de un modo soberbio, vanidoso, poco piadoso, egocéntrico, oportunista, pedante, arrogante, altanero, imprudente, pasional, hipócrita, ambicioso, astuto, doble, corrosivo, desleal, impulsivo, agresivo, ofensivo, calumniador, difamador, vengativo, altivo, intolerante con el Magisterio, logorreico, exhibicionista, apegado al éxito y a su personal juicio.
----------Satanás no suele manifestarse abiertamente, porque su rostro de mentira y de odio, si fuera visto en sí mismo, suscitaría horror y repugnancia. En cambio, al demonio le encanta "disfrazarse de ángel de luz" como dice el apóstol san Pablo (2 Cor 11,14), al menos para aquellos que aman la verdad, ya que, como es bien sabido, pueden existir espíritus tan perversos, los cuales eligen consciente y voluntariamente al demonio como su dios y le rinden culto: lo cual ocurre en el llamado "satanismo".
----------Pero los casos más frecuentes de posible o real sujeción a Satanás, son los casos de los herejes que, por sus herejías, caen en tal sujeción sin siquiera darse cuenta. Los herejes son los más expuestos al influjo de Satanás, también porque fácilmente a veces ni siquiera creen en la existencia del demonio, o si creen no viven como si creyeran en sus insidias, lo que hace que ellos no adopten aquellos medios y aquellos expedientes que les ayudarían a advertir la presencia demoníaca y a defenderse de ella.

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