jueves, 26 de mayo de 2022

El Espíritu Santo y sus obras (2/5)

Muchas son las imágenes con las cuales la Sagrada Escritura y la sabiduría tradicional indican o representan por analogía y por metáfora, la naturaleza y la acción del espíritu. El espíritu aparece a nuestra mente como algo poderoso, activo, ilimitado, misterioso, infinito, trascendente, inabarcable, abrumador, espacioso, elevado, inmenso, incalculable, inconmensurable, desmesurado, insuperable, inescrutable, inefable, intrascendible, espléndido, luminoso, ordenado, jerarquizado. He aquí entonces la imagen del cielo. El espíritu es en sí mismo inimaginable; sin embargo, para pensarlo tenemos que recurrir a metáforas, símbolos y parangones.

La distinción entre materia y espíritu
   
----------La distinción entre materia y espíritu ha nacido de la constatación de la diferencia entre la acción física, transitiva, dirigida hacia el exterior en el espacio, con influjo sobre otro cuerpo o sobre el propio cuerpo, acción propia de los cuerpos, y la acción inmanente propia del viviente, que se perfecciona y se acrecienta a sí mismo, acción ya presente en la planta, pero siempre más inmanente ascendiendo en los grados de la vida, hasta la inmanencia perfecta en la reflexión total del espíritu sobre sí mismo, en la autoconciencia. También el espíritu puede actuar sobre un cuerpo (propio o externo), pero lo hace con una acción inmanente, aunque se sirva, como en nosotros, de un órgano o medio físico, como por ejemplo la mano o la máquina.
----------Otro aspecto de la actividad del espíritu, es el de la intencionalidad, es decir, el hecho de que el cognoscente y el apetente, sensitivo pero sobre todo espiritual, produce un ser intencional (ens rationis), que tiende hacia un objeto, real o ideal, que es representación o similitud mental o psíquica inmaterial del ser real. Como dice Aristóteles: "no es la piedra lo que está en el alma, sino la imagen de la piedra". La piedra es material, la imagen es inmaterial y espiritual. En el hombre es el concepto y el juicio. La imagen o concepto es una "tensión" inmaterial hacia la piedra.
----------Nada similar a esto ocurre en el mundo físico. El fuego calienta no porque el fuego haya concebido la intención de calentar, sino que calienta necesariamente por la ley de su naturaleza. Por el contrario, para calentarse, el hombre ha concebido la idea, es decir el ser intencional, de la estufa eléctrica (o a gas o a leña) y, después de haberla realizado, concibe la intención de usarla para calentarse.
----------Más allá de la estrecha visión materialista, que reduce toda la realidad a lo sensible, al devenir, al espacio, a la cantidad, a lo concreto, a lo determinístico y a lo corruptible, la humanidad desde hace milenios, sobre todo en las grandes religiones monoteístas occidentales y orientales, sabe que el espíritu no es sólo alma del cuerpo, sino que el espíritu también subsiste por sí mismo, como sujeto o sustancia completa personal. De aquí nace la conciencia de la inmortalidad del alma, de la existencia de los puros espíritus y de la existencia de Dios. De lo contrario el hombre está sumergido en la animalidad y no se eleva a la dignidad que propiamente le compete como criatura creada a imagen y semejanza de Dios.
----------Obviamente ha de evitarse también el extremo opuesto, tentación de los intelectuales, y signo de impía soberbia, de concebir el espíritu sí en su naturaleza, pero como aquello en lo cual toda la realidad se resuelve, sin distinguir el ser del pensamiento, el espíritu creado del increado.
----------Esta forma de espiritualismo presuntuoso y arrogante no es ajena a saber que Dios es puro espíritu, ente cuya esencia es su ser, pero su tragedia es la de identificar el yo humano con Dios, concibiendo al hombre como puro espíritu o pura auto-conciencia, y afectando así una altivo desprecio por la materia. Sin embargo, sucede que la disolución del ser material en el pensamiento que hace esta altiva forma de espiritualismo, tiene como contrapartida la materialización del pensamiento, de modo que el idealista es castigado cayendo precisamente en los lazos de ese materialismo al que finge querer vencer en nombre del espíritu.
----------Digno de ser notado es en nosotros la relación de nuestro espíritu con nuestro cuerpo. Existe una doble relación, una que afecta a nuestra persona y otra que concierne a sus facultades. Por cuanto respecta a la persona, nuestra alma da vida a todos los niveles vitales de nuestra persona, vegetativo, sensitivo y racional. Ella es la raíz de la cual emanan tanto los actos voluntarios como los involuntarios de nuestra persona.
----------El cuerpo, animado por el alma, constituye a su vez la materia viviente apta al alma para que ella pueda informar al cuerpo, influir sobre él y gobernarlo mediante las facultades.
----------Por cuanto respecta al intelecto y la voluntad, tenemos dos movimientos: uno desde abajo hacia arriba, o bien de lo externo hacia lo interno, de lo inmanente a lo trascendente; y es el movimiento del conocimiento y de la ciencia. Y otro que va de arriba hacia abajo, o de lo interno hacia lo externo, o de lo trascendente a lo inmanente, que es el movimiento de la acción y del amor.
----------El conocimiento comienza con la experiencia sensible de las cosas externas y del propio cuerpo, y posteriormente se eleva al conocimiento del mundo del espíritu, de lo interior y de lo trascendente: el propio yo y el propio mundo interior, los valores morales y religiosos, el descubrimiento de la propia alma, de las otras personas y de la existencia de Dios.
----------Al movimiento del conocimiento le sigue siempre el del apetito: a la apetitividad puramente sensitiva del recién nacido, fundada sobre el conocimiento sensible, con el desarrollo del sujeto le sigue la apetición intelectiva, consecuente al conocimiento intelectual. De tal modo el sujeto pasa de la apetición de las cosas sensibles a la apetición de las realidades espirituales.
----------Ahora bien, una vez que la persona ha tomado conciencia de los valores espirituales, entonces comienza con la voluntad el movimiento apetitivo, que es un movimiento descendente de lo espiritual a lo corpóreo, de lo interno hacia lo externo, salvo que se trate del afecto por las cosas divinas, en cuyo caso el espíritu permanece liberado, como flotando por encima de las cosas materiales, y goza por medio de la voluntad del bien puramente inteligible y espiritual, trascendente o interior.
----------En cambio, en la relación de nuestro espíritu con nuestro propio cuerpo, con las otras personas y con la naturaleza, nuestro espíritu se expande fuera de sí mismo y se abaja, descendiendo hacia lo corpóreo. Sale de sí mismo y haciendo uso de la voluntad, de las pasiones y de los sentidos externos e internos y con el movimiento mismo de nuestro cuerpo, se expresa, se aplica a lo externo con la acción y con el lenguaje hacia las otras personas y con el trabajo y la técnica en el dominio de la naturaleza, mientras que con el arte y la poesía eleva los espíritus al gozo por la belleza del espíritu.
----------Partiendo del afecto por las realidades espirituales y trascendentes, el movimiento espiritual de la acción y de la voluntad, haciendo uso del apetito sensible, es decir, de las pasiones, desciende de lo espiritual hacia lo sensible, lo corpóreo y lo externo. Tenemos entonces el mundo de las relaciones humanas, del amor, de la comunión, de la amistad, de la técnica, del arte, del trabajo y del dominio de la naturaleza.
----------Saber distinguir la materia del espíritu y comprender el primado de éste sobre aquella es uno de los actos fundamentales del intelecto humano, funda la dignidad de la persona humana y su superioridad sobre el animal, y es por tanto también un preciso deber moral, que promueve la felicidad del hombre, impide al hombre el rebajarse al nivel de las bestias o el hincharse de orgullo como si pudiera prescindir del cuerpo.
----------Desde el punto de vista del espacio, el cuerpo se distingue del alma en cuanto que, mientras el cuerpo ocupa claramente un espacio y se encuentra ubicado en un cierto lugar, que es el lugar donde se encuentra la persona, el alma, en su espiritualidad, aunque anime el cuerpo e influya sobre todo el cuerpo, no debe ella ser concebida como algo que está dentro del cuerpo, como podría ser el corazón o el hígado o el estómago, sino que, dado que el alma mantiene en vida al cuerpo, lo contiene con su potencia vital, por lo cual ella ciertamente está en un lugar, que es el de su cuerpo, y sin embargo no es espacial, sino que en cuanto espíritu, está fuera del espacio, en tanto que determina la espacialidad del cuerpo.
----------Quien no alcanza a hacer o no quiere hacer esta distinción entre alma y cuerpo, y confunde ambos constitutivos del sujeto, no usa correctamente el intelecto y la voluntad, con la consecuencia práctica de frustrar el sentido de su existencia y de fracasar en el objetivo de su vida en la consecución de su fin último, que requiere que el espíritu, dominando y gobernando razonablemente al cuerpo, alcance, al término de la existencia terrena, la visión beatífica de Dios, purísimo Espíritu infinito, eterno y absoluto.
----------Que existen realidades materiales y realidades espirituales, aquellas subordinadas a éstas, es por tanto algo comprobado y certísimo en filosofía y es también artículo de fe. Dios purísimo Espíritu es creador de los espíritus angélicos y humanos, así como del mundo material de los cuerpos, vivientes y no vivientes.
----------Dios es creador tanto del espíritu como de la materia, por lo cual en su plan originario Él ha querido que exista en nosotros una perfecta armonía entre nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Nuestra verdadera felicidad no es sólo física ni es sólo espiritual, sino que es felicidad espiritual-corpórea, principalmente y ante todo espiritual, pero con expresión, efusión y manifestación externa sensible.
----------Por lo tanto, si nos ocurre que experimentamos una rebelión de nuestras pasiones frente a nuestro espíritu, y entonces advertimos que nuestras pasiones sofocan nuestras necesidades espirituales, esto es sólo consecuencia del pecado original. Y si, por el contrario, advertimos como odioso o vergonzoso nuestro cuerpo con sus instintos, sus pasiones y sus necesidades, esto también depende de una exagerada necesidad de grandeza y de libertad y de una mala tendencia de nuestro espíritu a la soberbia, consecuente al pecado original, de no querer aceptar nuestra naturaleza corpórea.
----------Con estas, nuestras fuerzas inferiores, no debemos ser ni demasiado exigentes ni demasiado condescendientes, sino ponernos de acuerdo con ellas, según la voluntad de Dios, reconstruyendo así el plan originario de la creación, para luego elevarnos, en Cristo, al estado de hijos de Dios.
   
Las imágenes del espíritu
   
----------Muchas son las imágenes con las cuales la Sagrada Escritura y la sabiduría tradicional indican o representan por analogía y por metáfora, la naturaleza y la acción del espíritu. El espíritu aparece a nuestra mente como algo poderoso, activo, ilimitado, misterioso, infinito, trascendente, inabarcable, abrumador, espacioso, elevado, inmenso, incalculable, inconmensurable, desmesurado, insuperable, inescrutable, inefable, intrascendible, espléndido, luminoso, ordenado, jerarquizado. He aquí entonces la imagen del cielo. El espíritu es en sí mismo inimaginable; sin embargo, para pensarlo tenemos que recurrir a metáforas, símbolos y parangones.
----------Más allá de la imagen ya vista del viento, también existen otras, que pueden representar al espíritu. Él quiere decir también identidad, inmutabilidad, conservación, firmeza, seguridad, certeza, solidez, resistencia, fiabilidad, fidelidad, incorruptibilidad. Y estas cualidades están indicadas por la imagen de la roca.
----------Pero el espíritu fluye por todas partes, se derrama, brota, irrumpe, procede, se difunde, fluye, impregna, escapa, baña, riega como el rocío. No puede ser comprimido, es libre, límpido, transparente, purifica, lava, apaga la sed, es profundo e insondable. Ha aquí entonces la imagen del agua.
----------El fuego calienta, cuece los alimentos, quema la maleza, purifica el oro, alimenta la vida, ilumina en la oscuridad, enciende otro fuego, representa el fervor del amor comunicativo, que inflama, destruye la fuerza adversa y divisiva, y da paz y concordia, une y reconcilia, da fuerza expansiva abrumadora, da el entusiasmo de la acción. Pero todo esto corresponde a la acción del espíritu. He aquí por lo tanto la imagen del fuego.
   
Definición metafísica del espíritu
   
----------Sin embargo, existe una definición propia, metafísica, del espíritu, que es la que da santo Tomás cuando define los trascendentales. Para obtener esta definición, es necesario partir de la noción del ente en cuanto ente. El ente se puede considerar en sí mismo en modo absoluto o en orden a otro ente. Dice el Aquinate:
----------"Según el orden o la conveniencia de un ente a otro, esto indudablemente no puede ocurrir si no considerando lo que es por su naturaleza apto para convenir con cada ente. Y esto es el alma" -es decir, el espíritu- "que en algún modo es todo, como dice Aristóteles en el Perì Psychè, libro III.
----------Ahora bien, en el alma existe la potencia cognoscitiva y apetitiva. Por tanto la conveniencia del ente al apetito es expresada con este nombre de 'bueno', como está dicho al inicio de la Ética de Aristóteles: 'el bien es lo que todo ente apetece'. La conveniencia del ente con el intelecto, en cambio, es expresada con el nombre de 'verdadero'. Pero todo conocimiento se perfecciona por medio de la asimilación del cognoscente a la cosa conocida, de modo que la dicha asimilación es causa del conocimiento, así como la vista, por el hecho de disponerse por medio del aspecto del color, conoce el color" (Quaest. Disp. De Veritate. q.1, a.1.).
----------El espíritu, estando abierto a todo el ser, teniendo una apertura universal a lo absoluto, está también abierto a sí mismo y por eso reflexiona sobre sí mismo, sale de sí y vuelve a sí con un retorno completo, de modo que el fin del movimiento circular viene a coincidir con el inicio. El espíritu es consciente de sí. Su acto completo es la autoconciencia. Es transparente a sí mismo. El espíritu, como dice Hegel, "va hacia sí mismo".
----------La acción del espíritu, que se manifiesta supremamente en la sabiduría, está bien descrita en el libro de la Sabiduría. En la sabiduria "hay un espíritu inteligente, santo, único, multiforme, sutil, ágil, perspicaz, sin mancha, diáfano, inalterable, amante del bien, agudo, libre, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, lo observa todo y penetra en todos los espíritus: en los puros y hasta los más sutiles. La Sabiduría es más ágil que cualquier movimiento; a causa de su pureza, lo atraviesa y penetra todo. Ella es exhalación del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Todopoderoso: por eso, nada manchado puede alcanzarla. Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad. Aunque es una sola, lo puede todo; permaneciendo en sí misma, renueva el universo; de generación en generación, entra en las almas santas, para hacer amigos de Dios y profetas" (Sab 7,22-27).
----------Aquí la Escritura describe la acción del espíritu de Dios, no necesariamente la Persona divina, sino en todo caso la acción del espíritu; pero como el espíritu creado disfruta del libre albedrío que puede elegir entre el bien y el mal, he aquí la importantísima distinción a tener presente: que existe un espíritu bueno y un espíritu malvado, el Espíritu Santo y el demonio. Por tanto, no basta distinguir en general el espíritu de la materia, sino que, en el ámbito del espíritu, debemos aprender a discernir y a distinguir los mensajes que nos impulsan al bien de los que nos tientan al mal. Nuestra vida está sujeta a dos solicitaciones espirituales contrarias que compiten entre sí: la que viene de Dios y la que viene del demonio. Se habla poco de esta última.
----------Ahora bien, por cuanto respecta al hombre, decimos que es una persona subsistente en una naturaleza humana, compuesta de alma racional espiritual y cuerpo. Podemos, entonces, precisar lo que decimos. Cuando se dice "cuerpo humano", no se quiere decir una máquina guiada por el alma, sino que es un cuerpo animado por un alma racional o espiritual, que es su forma sustancial. Cuando se dice "alma racional" se entiende espiritual, en cuanto actúa por actos sucesivos y silogísticos en el tiempo y condicionada por el cuerpo.

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