miércoles, 25 de mayo de 2022

El Espíritu Santo y sus obras (1/5)

Los recursos básicos para el fiel creyente que quiera reflexionar acerca del Espíritu Santo, al acercarnos ya a la Solemnidad de Pentecostés, son el Catecismo de la Iglesia Católica y el Nuevo Testamento. Un paso ulterior puede darse con la lectura de dos documentos pontificios importantes: la encíclica Divinum illud munus de León XIII, de 1897, y la encíclica Dominum et vivificantem de 1986, de san Juan Pablo II, ambas dedicadas al Espíritu Santo. Si el lector culto quiere profundizar en la teología del Espíritu Santo, primero debe recurrir a algunos instrumentos filosóficos. En esta primera nota accedemos a algunos de ellos.

Para saber qué es el Espíritu Santo, se necesita saber qué es el espíritu
   
----------Hemos sido hechos para disfrutar de la vida espiritual como de la vida más alta que se pueda desear; sin embargo, las consecuencias del pecado original nos hacen sentir atraídos por los placeres de la carne; debiéramos tener más estima por el alma que por el cuerpo, y sin embargo sucede lo inverso; debiéramos comprender la superioridad del espíritu sobre la materia y, en cambio, reducimos la realidad a la materia; deberíamos confiar sobre todo en las fuerzas del espíritu y en cambio nos confiamos sólo en las de la materia; deberíamos saber elevarnos a lo puro inteligible; y en cambio estamos inmersos en lo sensible; deberíamos tener la mirada vuelta hacia el cielo y en cambio nos dejemos llevar por las cosas de la tierra.
----------La Sagrada Escritura nos presenta la distinción entre materia y espíritu precisamente con las imágenes bien conocidas de la tierra y del cielo, como de hecho lo hacen todas las religiones. De ahí que la Biblia expresa que Dios está en el cielo, y el hombre está en la tierra. El hombre está hecho de tierra, es "carne"; pero está animado por el ruach, el espíritu que Dios ha infundido en su cuerpo. Por tanto, debe ascender al cielo, debe "pensar en las cosas de allá arriba, no en las de la tierra" dice san Pablo (Col 3,3). Esto no excluye, sino que implica, el deber de procurar un sano bienestar material para sí mismo y para los otros.
----------La Biblia exalta de muchos modos la importancia y los gozos del espíritu, sobre todo en los Salmos y en los libros Sapienciales: el alma del salmista anhela a Dios como la cierva anhela los cursos de agua (Sal 42,2). Los textos bíblicos exaltan la preciosidad del bien de la sabiduría, muy superior a los bienes materiales; el hombre debe hacerse guiar por el Espíritu de Dios para no satisfacer los deseos de la carne; y la Biblia desprecia a los que "desprecian al Señor e insultan a los seres gloriosos", es decir, a los ángeles; tales hombres son como "animales irracionales", "hombres sensuales que no poseen el Espíritu" (Jud 19).
----------La Biblia describe con claridad y eficacia la necedad de los hombres materialistas: "Hemos nacido por obra del azar, y después será como si no hubiéramos existido. Nuestra respiración no es más que humo, y el pensamiento, una chispa que brota de los latidos del corazón; cuando esta se extinga, el cuerpo se reducirá a ceniza y el aliento se dispersará como una ráfaga de viento" (Sab 2,2-3).
----------Es evidente que para muchos la palabra "materia" está cargada de rico y jugoso significado, mientras que la palabra "espíritu" les resulta insípida y vacía de contenido. Para ellos lo que llamamos "espíritu" es un modo no científico e ingenuo de hablar de la materia. Atributos como "vida", "conciencia", "pensamiento", "mente", que los espiritualistas asignan a un inexistente "espíritu" separado de la materia, son en realidad, según el parecer de los materialistas, propiedades sensibles de la materia.
----------Si esta clase de hombres oyen hablar de dinero, de sexo, de poder, de técnica, de física, de emociones, a ellos les brillan los ojos. Parece que no hubiera para el hombre otras fuentes de placer que éstas. El hombre no es más que un animal más evolucionado. Si oyen hablar de pensamiento, de verdad, de intelecto, de voluntad, de conciencia, de metafísica, de virtud, de ángeles o de Dios, se quedan indiferentes, se aburren o se ponen irónicos. Razón y ciencia se refieren para ellos sólo al conocimiento de la realidad material sensible. Según ellos, no tiene sentido pretender superar los límites de la experiencia, porque más allá de la experiencia no hay nada, más allá y por encima de la materia, único objeto del saber, no hay nada.
----------Para ellos lo que no es experimentalmente verificable no existe. Para ellos, la única realidad existente es la que cae bajo los sentidos. Por consiguiente, hablar de un "intelecto" que captaría una realidad superior, una realidad así llamada ideal o espiritual, es pura ilusión y engaño de la fantasía. Para ellos, el espíritu, el alma, los ángeles, o Dios, son todos entes fantásticos. Y si se pretende hablar de metafísica, peor que peor.
----------Para los hombres que viven inmersos en lo material. el espíritu no es realidad sino fantasía. Para ellos no existe nada eterno e inmutable sino que todo cambia y todo pasa. El querer abstraer en el conocer un universal de lo concreto es una pretensión que conduce fuera de la realidad, porque lo real es sólo lo concreto.
----------Incluso aquellos que admiten la existencia del espíritu no lo consideran creador y gobernador de la materia, sino a lo máximo como vértice de la auto-trascendencia de la misma materia. Para ellos el pensamiento es producido por el cerebro. El actuar humano está determinado por la materia. Por lo tanto, la vida es un mecanismo material. La materia es eterna: el espíritu deriva de la materia.
----------Si acaso estos hombres llegan a admitir la existencia del espíritu, entonces no admiten que el espíritu pueda existir sin materia. Con la muerte del hombre, el alma se disuelve junto con el cuerpo, o bien resurge inmediatamente después junto con el cuerpo. Pero no se puede dar un alma post mortem separada del cuerpo. Cuerpo y alma son todo uno: o existen juntos o no existen, según ellos. Por ende, distinguir alma y cuerpo no es bíblico, dicen, sino que es el dualismo platónico y cartesiano.
----------De esa manera, creen que la materia puede transformarse en espíritu, y viceversa. Para estos hombres no existe un salto ontológico del no viviente al viviente, del animal al hombre, del hombre al ángel (si existe), del ángel a Dios, sino que toda la realidad es una única y unitaria evolución continua de la materia, sin saltos ni separaciones, de abajo hacia arriba. En cuanto a la conocida transformación de la materia en energía, está claro que se trata de la energía física y no ciertamente de la espiritual.
----------Si acaso admiten la existencia de Dios, entonces dicen que Dios no puede existir sin el mundo. Dios no es otro que el vértice supremo de la evolución de la materia. No es más que el vértice de las humanas posibilidades. Por tanto, Dios está esencialmente encarnado en el hombre. Pensar en un Dios no encarnado es pensar en un falso Dios, un Dios abstracto y no concreto.
----------Los materialistas aparecen a primera vista como la oposición polar al idealismo, pero en realidad se implican entre sí. George Berkeley [1685-1753], quien niega la existencia de la materia porque esse est percipi, no está luego tan lejos de aquellos que reducen el pensamiento a una secreción del cerebro o que dicen que absolutamente todo es materia. En efecto, si el pensamiento coincide con el ser, la materia ciertamente viene absorbida por el pensamiento, pero también el pensamiento viene materializado. En efecto, el ser es también el ser material y por tanto el pensamiento viene a coincidir con la materia.
----------En realidad, materialismo e idealismo son las dos caras del mismo error de confundir espíritu y materia y de la absurda pretensión de refutar en filosofía la dualidad para sostener que todo es uno. Para los primeros, todo es materia. Para los segundos, todo es espíritu. Y para obrar esta confusión, los materialistas degradan el espíritu a la materia, mientras que los idealistas vacían la materia en el espíritu. Para ambos, materialistas e idealistas, la dualidad es "dualismo" que rompe la unidad. La consecuencia práctica de esto es una ética animalista para los materialistas y una ética diabólica para los idealistas.
----------Por tanto podemos concluir tras todos estos considerandos, quien no tiene interés por el espíritu, ¿cómo podrá apreciar la dignidad del alma, la naturaleza angélica y la naturaleza divina? ¿Cómo podrá apreciar la verdad, la grandeza del pensamiento, la sabiduría, la bondad, la virtud, la santidad, los valores morales y religiosos? ¿Cómo podrá hacerse, entonces, una idea del Espíritu Santo?
----------Debemos tener en cuenta que, en realidad, nosotros tenemos experiencia de nuestras actividades espirituales reflexionando sobre lo que hacemos con el intelecto y la voluntad. En efecto, con el intelecto abstraemos la esencia universal a partir de las cosas que pertenecen al mundo de lo particular concreto y material. Ahora bien, lo universal es un dato mental evidentemente inmaterial. Con la razón razonamos, es decir, organizamos lógicamente los silogismos, cosas mentales evidentemente inmateriales.
----------Nosotros los hombres, logramos formar en nuestra imaginación, por medio de la abstracción de lo sensible, los entes matemáticos, los cuales están ciertamente conectados a la materia a través de la cantidad y de la extensión, ambas medidas o calculadas; sin embargo, de todos modos, los entes matemáticos, considerados en sí mismos, son entes inmateriales contenidos en nuestra mente.
----------Con la voluntad movemos libremente los miembros de nuestro cuerpo, mientras constatamos cómo ciertas actividades vitales físicas de nuestro yo se desencadenan en nosotros independientemente de nuestro querer. Esta experiencia nos hace distinguir en nosotros los actos voluntarios, de carácter espiritual, de los actos físicos, vegetativos o psíquicos involuntarios, evidentemente ligados a la materia, aunque en último análisis también debemos atribuir esos mismos actos a la fuerza del alma espiritual, en cuanto que, siendo nosotros una única sustancia compuesta de materia y forma, la única forma sustancial de nuestro yo, o sea el alma espiritual, debe necesariamente ser responsable también de la vida sensitiva y vegetativa de nuestro yo.
----------Pero en antropología, los materialistas confunden la condición de posibilidad o causa material, con la causa eficiente. Así, por ejemplo, ellos consideran al cerebro como causa eficiente del pensamiento y del querer, mientras que son sólo la condición de la posibilidad de su ejercicio, ya que el pensar y el querer, actos espirituales, pueden ser causados ​​suficientemente solo por un sujeto espiritual, o sea por el alma espiritual.
----------Ahora bien, tanto el materialismo como el idealismo antropológico, tienen su fundamento en el dualismo cartesiano de la res cogitans y la res extensa. René Descartes [1596-1650] ignora el nivel de la vida vegetativa y de la animal que, sin llegar a elevarse al nivel del espíritu, son sin embargo superiores al de la pura corporeidad, sobre todo si la corporeidad se resuelve en la simple extensión espacial. En efecto, según se elija como esencia del hombre la res cogitans o la res extensa, se tiene el idealismo o el materialismo.
----------Es claro que la combinación de la res cogitans y la res extensa no salva de ningún modo la unidad de la persona humana, y no explica la dualidad alma-cuerpo, porque de esa manera el alma no es una forma tal capaz de dar forma o informar a un cuerpo sujeto por sí mismo. Hoy se siente mucho el problema de la información. Mientras que por otra parte Descartes no reconoce la materia prima -la prote hyle de Aristóteles- sino sólo la materia informada -la deutere hyle de Aristóteles-, de modo que, siendo el cuerpo ya un sujeto por sí mismo, he aquí la teoría materialista del "hombre-máquina" de Paul Henri Thiry d'Holbach [1723-1789].
   
La esencia del espíritu
   
----------Es necesario por tanto que recordemos algo sobre la esencia y la dignidad del sspíritu en sí mismo y respecto a la materia. Comencemos por algunos apuntes de carácter filológico. La palabra espíritu, spiritus, pneuma, rùach en hebreo, significa "viento", que es una imagen que nos habla de ligereza, de movilidad, de novedad, de actividad, de agilidad, de soltura, de vida, de fuerza, de poder, de amplitud, de penetración, de ductilidad, de adaptabilidad, de impalpabilidad, de agradabilidad, de libertad, de misteriosidad de origen y de imprevisibilidad de dirección, que son todas propiedades del espíritu.
----------Ahora bien, la imagen del viento está vinculada a la de la respiración, que es el signo de la vida animal. El hombre desde siempre ha notado que mientras el cuerpo del ser viviente respira, el cadáver ya no respira. De ahí la conclusión de que el cuerpo humano debe mantenerse en vida por un cierto poder o energía ultracorpórea, que todos los pueblos han convenido en llamar "espíritu" o "alma". Por consiguiente, al materialista, que niega la existencia del alma, y que todo lo quiere resolver en el cuerpo, le falta la inteligencia suficiente para explicar la diferencia esencial entre el cuerpo vivo y el cuerpo muerto.
----------Platón y Aristóteles, conscientes de la dignidad del pensamiento, de la conciencia y de la voluntad, potencias del espíritu, indican el espíritu con el término nus, tomado de Anaxágoras. Existía el término pneuma, pero preferían nus, que significa "intelecto", "mente", "pensamiento", el cual supone el sujeto del entender, que es precisamente el espíritu o la persona. El nus es la potencia del noèin, es decir, del pensar.
----------Ya Parménides, en su tiempo, había afirmado la identidad del noèin con el ser. Había intuido que el espíritu absoluto es lo que Aristóteles llamará luego nòesis noèseos, la auto-consciencia absoluta, por tanto Dios mismo. Ya en Aristóteles, por consiguiente, existe la conciencia de que la propiedad del espíritu, a diferencia de la materia, es la potencia de volver reflexivamente sobre sí mismo. Y antes que él, el propio Platón, había entendido de manera similar que el espíritu mueve el cuerpo y se mueve a sí mismo.
----------La idea del espíritu en Platón y Aristóteles también deriva del principio socrático de ghnothi eautòn, conócete a ti mismo: el espíritu es capaz de un retorno completo sobre si mismo. Por su parte, santo Tomás de Aquino encontraba este principio también en el De Causis de Proclo, que el Aquinate comentó: "Todo cognoscente que conoce su propia esencia es un ente que retorna sobre su propia esencia en un retorno completo (reditione completa)" (Proposición XV).
----------Como observa el padre Gianfranco Basti, "retorno completo no significa para una cosa nada más que 'subsistir en sí misma', ser sustancia (Sum.Theol., I, q.14, a.2c). Una sustancia capaz de conocer la propia esencia es una sustancia simple (= no compuesta de materia y de forma, sino solo forma), o bien una forma subsistente" (La relazione mente-corpo nella filosofia e nella scienza, Roma 1991, p.109).
----------Es nada menos que el descubrimiento del mundo interior de la auto-conciencia, la reflexión sobre sí de la cual la materia es absolutamente incapaz. Toda la realidad, comprendido Dios mismo (es esta la gran intuición platónica) puede estar intencionalmente en lo interno de la consciencia, se trata del mundo de las ideas, algo que es evidentemente imposible para la materia. Este concepto lo rencontramos en el apóstol san Pablo, en su caso con una connotación moral: la syneidesis o conciencia moral (Rom 2,15).
----------Mientras Platón distingue al nus, el eidos o idea, o sea el espíritu del soma, el cuerpo, Aristóteles de manera similar distingue el nus y el eidos inmaterial de la hyle, la materia. El primer término es la sustancia espiritual, incluso si ellos no usan el término pneuma, pero, por cuanto respecta al hombre, solo psyché. Soma o hyle es la sustancia material. Tenemos ya aquí las dos categorías fundamentales del ente, lo que el Símbolo de la fe cristiana llamará visibilia et invisibilia: las cosas materiales y las cosas espirituales.
----------Sin embargo, a tal respecto, hay una diferencia entre Platón y Aristóteles, y es que en el ámbito de la antropología, mientras para Platón el hombre es un nus que gobierna un soma de él separado, para Aristóteles el hombre es una única sustancia, un "sinolo", compuesto de materia (hyle) y forma (nus).
----------Esto está conectado al hecho de que, mientras para Platón el cuerpo viene a constituirse en un obstáculo para el alma, para Aristóteles, en cambio, el cuerpo es absolutamente necesario para la constitución completa de la esencia del hombre, que es un zoon loghikòn, un animal racional, donde la animalidad se refiere a la hyle, mientras el logos al nus. Para Aristóteles, por lo tanto, el cuerpo no es en absoluto un obstáculo para el alma (psychè), sino que el cuerpo es la condición de ejercicio de las facultades del alma.
----------En Platón también está el noetòn, lo pensado, lo inteligible, que es el espíritu, distinto de lo aisthetòn, lo sensible, que es la materia, la imitación, mimesis del espíritu o participación, mèthexis del espíritu. El espíritu es el ente, on, lo pensable, el noùmenon, la idea, la visión intelectual o intuitiva del eidos, el aspecto inteligible del ente, lo que Aristóteles llamará eidos o usia, si es forma separada y subsistente, usìa coristè, o morfè, si es forma de la materia para formar el sinolo, la sustancia material viviente y no viviente. Indudablemente espiritual en Platón y Aristóteles es el logos, la razón, el concepto, nòema, la palabra, como radicados en el nus. Así como espiritual es en Platón y Aristóteles la psyché del hombre.
----------Ahora bien, el término pneuma no es usado por Platón y Aristóteles, filósofos a los cuales evidentemente ese término no agradaba. Pero es interesante cómo ellos superan el biologismo que subyace en la imagen de la respiración y del viento, para elevarse a la consideración de la inmaterialidad del espíritu. El espíritu espira o inspira. He aquí la Musa platónica, pero no respira.
----------El término pneuma viene, en cambio, adoptado por el apóstol san Pablo, quien lo toma del hebreo rùach. San Pablo distingue bíblicamente la nefesh, la psiche animal, del rùach, el pneuma, el alma espiritual (1 Tes 5,23). La imagen del viento da la idea del dinamismo y de la fuerza activa y creativa del espíritu, clarísima en la Sagrada Escritura y tal vez no tan clara para los Griegos, que parecen apuntar más a la solidez y la naturaleza estática de la idea, del eidos, de la usia y del nus. Lo que no quiere decir que ignoren la espiritualidad del querer, bulè y de la acción, praxis, como efectos del nus o del logos.
----------Podemos, entonces, concluir, que la idea del espíritu ha nacido considerando los fenómenos de la vida y, por lo tanto, las propiedades que tienen ciertos cuerpos, plantas, animales, hombre, para desplegar actividades muy superiores a las actividades de las cuales son capaces los cuerpos no vivientes. Esta energía que da origen a los fenómenos de la vida ha sido llamada "alma" o "espíritu".

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