domingo, 29 de mayo de 2022

El Espíritu Santo y sus obras (5/5)

El Espíritu Santo completa progresivamente en el curso de la historia hasta el fin del mundo la obra del Hijo, que ha retornado a la diestra del Padre, completada la cual el Hijo retornará a la tierra, en el poder del Espíritu Santo, para terminar la edificación del reino de Dios, para derrotar para siempre y plenamente las fuerzas de Satanás, para resucitar a los muertos, para juzgar a los vivos y a los muertos y para inaugurar los nuevos cielos y la nueva tierra, donde habita eternamente la justicia.

El Hijo es enviado al mundo por el Espíritu Santo junto con el Espíritu Santo
   
----------El Hijo procede del Padre y es enviado al mundo para la salvación del mundo. Pero el Padre, a fin de que la obra del Hijo llegue a la perfección, le asocia el Espíritu Santo y unge y consagra su humanidad en el Espíritu Santo, de modo que el Espíritu se mantenga permanentemente sobre la humanidad de Jesús. Le da poder, para así hacerle cumplir las obras de la salvación.
----------Obviamente, la obra del Hijo en cuanto Dios es en sí misma obra divina y perfectísima. El Espíritu Santo la completa no en sí misma, sino en relación a nosotros, en el sentido de que nos muestra plenamente la verdad de la doctrina del Hijo y el poder de su gracia, verdad y gracia que no son otras que las del Padre, ya que todo lo que Cristo es y posee lo deriva del Padre y nos lo da en el Espíritu Santo.
----------El Padre, por lo tanto, envía al mundo tanto al Hijo como al Espíritu Santo: el Hijo, o sea el Verbo, es enviado con la tarea de iluminar el intelecto, mientras que el Espíritu, o sea el Amor, es enviado con la de calentar el corazón. Dice justamente santo Tomás de Aquino:
----------"El alma por medio de la gracia se conforma a Dios. Por lo cual, a fin de que una Persona divina sea enviada a alguien por medio de la gracia, es necesario que se verifique su asimilación a la Persona divina, que es enviada a través de un cierto don de la gracia. Y dado que el Espíritu Santo es el Amor, por medio del don de la caridad el alma es asimilada al Espíritu Santo, por lo cual la misión del Espíritu Santo se realiza según el don de la caridad. El Hijo, en cambio, es el Verbo, pero no un verbo cualquiera, sino el Verbo que espira el Amor, por lo cual san Agustín de Hipona en el libro IX, c.10 del De Trinitate dice: 'el Verbo al que cual hacemos referencia es el saber amante" (cum amore notitia).
----------El Hijo no es enviado, por lo tanto, según ninguna perfección del intelecto, sino según aquella instrucción del intelecto que prorrumpe en el afecto del amor, como está dicho en Jn 6,45: 'todo el que ha oído al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí'; y en el Salmo 39,4: 'en mi meditación ardía el fuego' (in meditate mea exardescet ignis) [es la traducción de san Jerónimo]. Y por eso Agustín dice expresamente en De Trinitate, libro IV, c.20, que el Hijo es enviado 'cuando es conocido y percibido': en efecto, percepción experimental significa un cierto conocimiento. Y esto se llama propiamente 'sabiduría', ciencia casi sabrosa, según cuanto está dicho en Sir 6,22: 'la sabiduría es como su nombre lo dice' " (Sum.Theol., I, q.43, a.5, ad 2m).
----------Pero Santo Tomás hace notar que se puede decir en un cierto sentido que el Hijo es enviado por el Espíritu Santo. Él se refiere a Is 48,16: "Ahora me han enviado el Señor y su espíritu" y dice:
----------"Agustín en el libro II, c.5 del De Trinitate dice que el Hijo es enviado por Sí mismo y por el Espíritu Santo y el Espíritu Santo es enviado por Sí mismo y por el Hijo, de modo que el ser enviado no conviene a ninguna Persona, sino sólo a aquellas que existen de otra; el enviar, en cambio, conviene a cualquier Persona. Ahora bien, la una y la otra cosa de alguna manera son verdaderas", es decir, el enviar y el ser enviada, "porque cuando se dice que una Persona es enviada, se designa tanto la Persona existente por otra, como el efecto visible o invisible según el cual se habla de misión de la divina Persona".
----------"Si, pues, el que envía" [vale decir, el Padre y el Hijo] "es designado como principio de la Persona que es enviada" [vale decir, el Hijo y el Espíritu Santo], "así no cualquier Persona envía, sino sólo aquella a la cual conviene ser principio de otra Persona. Y así el Hijo es enviado sólo por el Padre, el Espíritu Santo por el Padre y por el Hijo. Pero si la Persona que envía es entendida como principio del efecto conforme al cual se considera la misión, así toda la Trinidad envía a la Persona enviada" (Ibid., a.8).
----------En conclusión, y para decirlo con otras palabras, si consideramos las procesiones trinitarias, entonces ciertamente es el Hijo quien envía al Espíritu Santo y no a la inversa. Pero si consideramos la obra de salvación cumplida por la Santísima Trinidad, entonces se puede decir que el Espíritu Santo, por voluntad del Padre, envía al Hijo encarnado al mundo para la salvación del mundo.
   
La obra del Hijo
   
----------Según la verdad que nos ha sido revelada por la Sagrada Escritura, sabemos que el Hijo, nuestro Señor Jesucristo, cumplida la misión terrena que el Padre le había encomendado, retorna al Padre y deja su Espíritu en la Iglesia, a fin de que ella, bajo la asistencia del Espíritu, pero guiada por el Hijo en nombre del Padre, guíe al género humano a la visión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
----------Jesucristo nos salvó con su santísima Pasión en el poder del Espíritu Santo, como dice la Carta a los Hebreos: "si la sangre de chivos y toros y la ceniza de ternera, con que se rocía a los que están contaminados por el pecado, los santifica, obteniéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por obra del Espíritu eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que llevan a la muerte, para permitirnos tributar culto al Dios viviente!" (Heb 9,14).
----------El Espíritu Santo va completando en el curso de la historia hasta el fin del mundo la obra del Hijo que ha retornado a la diestra del Padre, completada la cual el Hijo retornará a la tierra, en el poder del Espíritu Santo, para terminar la edificación del reino de Dios, para derrotar para siempre y plenamente las fuerzas de Satanás, para resucitar a los muertos, para juzgar a los vivos y a los muertos y para inaugurar los nuevos cielos y la nueva tierra, donde habita para siempre la justicia.
----------Por otra parte, la Santísima Trinidad habita en el alma del justo para prepararla a la visión beatífica y hacerle pregustar las "primicias" y la "caparra" del Espíritu. El seguimiento de Cristo y la sujeción filial al Padre asegura el ejercicio de las virtudes cristianas, perfeccionado por los siete dones del Espíritu Santo, que se unen a los dones jerárquicos y carismáticos, ordinarios y extraordinarios, para la edificación de la Iglesia, mientras el Espíritu obra en los Sacramentos para la santificación del cristiano: liberación de la culpa del pecado original e infusión de la gracia santificante en el Bautismo, remisión de los pecados en la Penitencia, Espíritu de fortaleza en la Confirmación, Espíritu de la unidad, de la comunión y de la caridad en la Eucaristía, Espíritu del sacrificio y del servicio en el Orden, Espíritu del amor en el Matrimonio.
----------El Dios de los judíos y de los musulmanes es el verdadero Dios, pero falta el conocimiento del misterio trinitario. Es el Dios de la razón natural, que ignora la revelación cristiana.
----------En la naturaleza divina está el intelecto y la voluntad. Por tanto, aquellas acciones divinas que vienen atribuidas a las personas divinas como propias de cada persona, son simultáneamente propias de la naturaleza, con la diferencia de que esa determinada propiedad en esa determinada persona es más acentuada o aparece más en esa persona que en las otras.
----------Por ejemplo, cuando se dice que el Logos es el Pensamiento del Padre hecho persona, y que es distinto del Padre, no se quiere decir que el Padre, en cuanto Dios, no piense o haya delegado su pensar en el Hijo o que el Hijo no tenga su pensar personal como Dios distinto del Padre, aunque el pensamiento divino es realmente idéntico tanto en el Padre como en el Hijo.
----------De modo similar, cuando se dice que el Espíritu Santo es el Amor que une al Padre con el Hijo, no se quiere decir que el Padre y el Hijo, en cuanto Dios, no sean amor, sino que se quiere decir que el Espíritu Santo no es simplemente el amor propio de la naturaleza divina, sino que es un Amar subsistente hecho persona, y que ese Amar subsistente es realmente distinto del Padre y del Hijo.
----------Por eso no se deben definir las personas divinas en su diferencia entre ellas con atributos de la naturaleza divina, aun cuando de hecho el Nuevo Testamento subraya para una determinada persona ese determinado atributo más que en otra. Pero si se quiere dar una definición rigurosa y especificante de cada persona como resulta de la Revelación y del dogma, sobre todo del de Florencia de 1442, nos debemos limitar a decir que el Padre es Relación de Paternidad y de Espiración del Espíritu; el Hijo es Relación de Filiación y de Espiración del Espíritu; el Espíritu es Relación de ser espirado por el Padre y por el Hijo.
----------Ahora bien, tengamos en cuenta que el ser relativo de la persona divina no debe hacernos pensar en lo que habitualmente consideramos como relativo, es decir, relativo a un absoluto y por tanto dependiente de eso absoluto e inferior a ese absoluto. Lo relativo en tal caso es un accidente de una sustancia, así como decimos que Roberto, padre de Federico, tiene una relación accidental con Federico.
----------Pero esta relación se agrega accidentalmente, aunque establemente, a Roberto. Él era Roberto incluso antes de convertirse en padre. En cambio, la persona divina del Padre se agota en el ser Padre: el Padre es su paternidad, es su relación con el Hijo. Por eso no se trata de una relación inherente a un sujeto precedente. Desde la eternidad el Padre celestial es Padre. No ha devenido Padre después de no haberlo sido.
----------En cambio, en Roberto su relación a Federico es ontológicamente algo menos importante que la persona de Roberto y de Francisco, por importante que sea dicha relación desde el punto de vista moral y afectivo. Sin embargo, se podría también no tener relaciones y no por eso no seguir existiendo. Por tanto, si concebimos la relación del Padre celestial al Hijo sobre la base de este modelo humano, se nos escapa completamente la esencia del Padre y del Hijo, inconcebibles sin su ser respectivamente Padre e Hijo.
----------Además, si tenemos presente que en nuestra experiencia humana lo relativo es relativo a un absoluto, respecto al cual lo relativo es inferior a un absoluto, del cual depende o del cual se fundamenta, pensando que en la Trinidad el absoluto es Dios, o sea la naturaleza divina, corremos el riesgo de perder de vista la consistencia y subsistencia propias de las personas, su igualdad e identidad con Dios, y arriesgamos el subordinarlas a la unidad divina y el concebirlas como algo inferior a Dios, lo cual es herético.
----------Si en cambio, por una falsa pretensión de concreción y adherencia a la narración neotestamentaria, se abandonan esas definiciones pensando quizás que son áridas, demasiado abstractas y no personalistas, y si por tanto, como suelen hacer algunos, se quiere homologar las propiedades de las individuales personas y la diversidad de su comportamiento entre ellas y hacia nosotros a cuanto sucede entre nosotros, personas humanas, entonces se termina por profanar la dignidad de las personas divinas y se degrada su dignidad al nivel de personas meramente humanas, como sucede en los relatos mitológicos y fantásticos, a menudo absurdos, del politeísmo pagano o del gnosticismo popular.
   
El Espíritu Santo es el Dios que se da al hombre
   
----------El Espíritu Santo se autocomunica al hombre no en la esencia, sino en la potencia -consortes divinae naturae-. El hombre deviene Dios intencionalmente, no ontológicamente; el hombre puede adquirir una cierta participación en la vida divina, pero no el poder creador.
----------Creer, con Rahner, que Dios pueda autocomunicarse al hombre ontológicamente ("cuasi causa formal"), significa caer en el panteísmo. En cambio se puede hablar de autocomunicación divina intratrinitaria, por ejemplo del Padre al Hijo o del Hijo al Espíritu y viceversa, porque Padre, Hijo y Espíritu son siempre Dios.
----------Y por eso en el Símbolo de la Fe encontramos la expresión Deum de Deo: la cual expresión significa que en el originarse de una Persona de la otra, por ejemplo del Espíritu Santo desde el Hijo, podemos decir que Dios Espíritu viene de Dios Hijo. Y así también en la autocomunicación divina, Dios se da a Sí mismo a Dios, como por ejemplo Dios Espíritu se da a Sí mismo a Dios Hijo.
----------Por consiguiente, aquí no hay confusión o identificación de dos naturalezas diversas, humana y divina, como en la teoría rahneriana de la autocomunicación divina, porque en la Santísima Trinidad tenemos un solo término de autocomunicación, que es Dios, y ¿qué mayor posibilidad de autocomunicación que aquella por la cual Dios se comunica consigo mismo? Pero también en la Santísima Trinidad, si una Persona puede comunicar su propia divinidad a la otra, no puede sin embargo comunicar su propia identidad como Persona: el Padre, por ejemplo, no puede comunicar la propia paternidad al Hijo.
   
El Amor es el nombre propio del Espíritu Santo
   
----------Santo Tomás de Aquino (Sum.Theol., I, q,37, a.1) explica que "el nombre amor en Dios se puede asumir tanto sea en relación a la naturaleza como en relación a la persona", es decir, puede decirse tanto que Dios es por esencia amor como que el amor tiene que ver con la persona divina. Dice Tomas:
----------"Y en cuanto el nombre se asume personalmente, es el nombre propio del Espíritu, así como Verbo es el nombre propio del Hijo. Para evidenciar esto, es necesario saber que en Dios hay dos procesiones, una por modo de intelecto, que es la procesión del Verbo, y la otra por modo de voluntad, que es la procesión del amor".
----------En efecto, siendo Dios Espíritu, el espíritu, como hemos visto, tiene dos emanaciones: el intelecto y la voluntad. Santo Tomás de Aquino demostrará que el Espíritu Santo es aquella Persona que corresponde a la procesión del amor o de la voluntad. Y prosigue:
----------"Así, en efecto, como por el hecho de que uno entiende una cosa, se produce en el inteligente una cierta concepción intelectual de la cosa entendida, la cual se llama 'verbo', así del hecho de que uno ama una cosa, surge en el afecto del amante, por así decir, una cierta impresión de la cosa amada, según la cual impresión se dice que la cosa amada está en el amante, así como lo que es entendido está en el inteligente.
----------En tal modo, cuando uno se entiende y se ama a sí mismo, está en sí mismo no sólo por real identidad, sino en cuanto lo entendido está en el inteligente y lo amado está en el amante. ... Así por lo tanto, en cuanto en el amor o en la dilección no se encuentra sino la relación del amante a la cosa amada, el amor y el diligir se dicen en relación a la naturaleza divina, así como la inteligencia y el entender. En cuanto en cambio usamos estos vocablos para expresar la relación de aquella cosa que procede por modo de amor, a su principio, y viceversa, de modo que por 'amor' se entienda el amor que procede, y por dilección se entienda el espirar el amor procedente, así el Amor es nombre de la Persona".
----------Por otra parte, Tomás hace notar que: "El Espíritu Santo se dice ser el nexo entre el Padre y el Hijo, en cuanto es el Amor, ya que, dado que el Padre se ama con un único deleite a Sí mismo y al Hijo y viceversa, en el Espíritu Santo, en cuanto Amor, se encuentra en una relación al Padre y al Hijo y viceversa, como del amante al amado. Pero por el hecho mismo de que el Padre y el Hijo se aman recíprocamente, es necesario que el mutuo amor que es el Espíritu Santo, proceda de entrambos. Según el origen, por tanto, el Espíritu Santo no es medio entre ambos, sino que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. En cambio, según la relación antes mencionada, es el nexo que se encuentra en medio, procedente de entrambos" (ad 3m).
   
El Espíritu Santo ha hecho fecundo el vientre de la Santísima Virgen María
   
----------María engendra al mismo Hijo del Padre celestial. Pero si una persona es hija de la persona A y de la persona B, quiere decir que A es esposo de B. Y por lo tanto María es esposa del Padre. ¿Cuál ha sido la parte desarrollada por el Espíritu Santo en esta generación?
----------Lo deja entender el arcángel Gabriel que responde a la pregunta de María, la cual interroga precisamente cómo ella podrá engendrar al Hijo encarnado del Padre. El ángel usa una expresión delicada y grandiosa, misteriosa pero significativa: el Espíritu la cubrirá con su sombra. El Espíritu actúa como gameto masculino creándolo, el cual se une al gameto de María para formar el cigoto del Verbo encarnado.
   
El Espíritu Santo consagra las oblata de la Misa
   
----------Los cánones de la Santa Misa prevén que el celebrante, antes de pronunciar las palabras de la consagración de las ofrendas, invoque al Espíritu Santo para que venga a consagrarlas. Es la llamada "epiclesis". Ella implica  fórmulas diversas tanto entre cánones como comparando la Misa del papa san Pabulo VI con la Misa del papa Francisco según los cuatro cánones. ¿Qué significa esta consagración? ¿Y cuál es la diferencia con la consagración hecha por el celebrante in persona Christi?
----------Veamos primero las diversas fórmulas.
----------Misa de san Paulo VI: Canon I - Santifica esta ofrenda con el poder de tu bendición. Canon II - Santifica, Oh Padre, estos dones con la efusión de tu Espíritu. Canon III - Envía, Oh Padre, tu Espíritu para santificar los dones que te ofrecemos. Canon IV - Que el Espíritu Santo santifique estos dones.
----------Misa del papa Francisco: Canon I - Santifica, oh Dios, esta ofrenda con el poder de tu bendición. Canon II - Santifica, Oh Padre, estos dones con el rocío de tu Espíritu. Canon III - Santifica, Oh Padre, y consagra con tu Espíritu los dones que te hemos presentado. Canon IV - Ahora te rogamos, Oh Padre, que tu Santo Espíritu venga a santificar estos dones.
----------Se habla de "consagrar" y de "santificar". En el canon I de la Misa de san Paulo VI se habla de "bendición" y sólo una vez, en el canon II de la Misa de san Paulo VI, se pide al Padre que "derrame su Espíritu". En el Canon II de la Misa del papa Francisco se habla del "rocío del Espíritu".
----------¿Qué es lo que hace el Espíritu y cuál es la relación de ésta su intervención con la posterior consagración del celebrante que obra la transubstanciación?
----------Aparece un concurso del Espíritu Santo con las palabras de nuestro Señor Jesucristo que transubstancian las ofrendas. La transubstanciación resulta de la presencia poderosa del Espíritu Santo, que mueve a Cristo a hablar, como el Espíritu Santo lo hizo constantemente sobre esta tierra a lo largo de la vida mortal de Nuestro Señor y todavía lo hace en el cielo. La palabra de Cristo tiene su propio poder divino, pero las Personas divinas actúan porque son el único Dios que actúa.
   
Los dones del Espíritu Santo para la Iglesia y para las almas
   
----------El Espíritu Santo no sólo se da a Sí mismo para venir con las otras dos Personas a habitar en el alma del justo, sino que concede al cristiano en gracia y a la Iglesia una infinidad de dones diversos, apropiados para cada uno, singulares y colectivos, permanentes y temporales, masculinos y femeninos, ordinarios y extraordinarios, siempre en aumento en el curso de la historia, los cuales se pueden clasificar, según la enseñanza del Concilio Vaticano II (Lumen gentium n.4), en santificantes y ministeriales.
----------Estos últimos se dividen en jerárquicos y carismáticos, constituyendo los primeros los grados de la jerarquía eclesiástica, reservados a los varones, los segundos asignados a los laicos y a los religiosos hombres y mujeres. Estos dones sirven al bien y al progreso de la Iglesia. Los dones santificantes son la gracia santificante, principio de las virtudes teologales y los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, fortaleza, piedad y temor.
   
El hombre espiritual
   
----------La perspectiva ética del apóstol san Pablo es que el fiel bautizado en el Espíritu Santo, y por tanto devenido hijo de Dios, adquiere la libertad de hijo y se deja conducir por el Espíritu Santo, que lo mueve, en la imitación de Cristo y en la obediencia a Cristo y a la Iglesia, al cumplimiento de las buenas obras y al ejercicio de las virtudes, tanto las virtudes naturales como las virtudes sobrenaturales.
----------Si queremos vivir como hijos de Dios, y tener la correcta relación con las tres Personas, debemos pedir a cada una de ellas lo que es de su competencia, regulándonos en cada detalle de nuestro pensar, amar y actuar, espiritual y también físico, incluso en la dirección de la mirada.
----------Así, por ejemplo, cuando estamos en oración, para volvernos al Padre debemos elevar la mirada hacia lo alto, al Padre que está en los cielos; no tiene sentido recitar el Padre Nuestro mirando al suelo. Jesús mismo, cuando en su vida terrena rezaba al Padre, volvía la mirada hacia lo alto.
----------Para volvernos al Hijo, nuestra mirada es horizontal, dirigida hacia el hombre Jesús; no se mira al prójimo con altivez de arriba hacia abajo; y ni siquiera de abajo hacia arriba en seres mezquinos, sino horizontalmente, como hermanos, tanto con los pequeños como con los grandes.
----------No es simpático mantener los ojos bajos en el conversar con el hermano; es bueno mirarse a los ojos, de modo de comunicarse también con la mirada. En la psicología moderna, quien no nos mira a la cara da la impresión de falta de sinceridad o casi de hostilidad, mientras que en la espiritualidad medieval los ojos bajos eran signo de humildad. Se dice de san Bernardo que estaba tan habituado a mantener los ojos bajos que ni siquiera sabía de qué color era el techo de su habitación. ¿Se teme por la castidad? Es necesario que el espíritu prevalezca sobre la carne. En efecto, el cristiano vive y camina "según el Espíritu y no según la carne" (Rom 8,4). Él no está "bajo el dominio de la carne, sino del Espíritu, desde el momento que el Espíritu de Dios mora en él" (v.9), aunque en ciertos casos la renuncia y la mortificación son obligatorias.
----------De modo similar, para captar la presencia del Espíritu en nuestro íntimo, no volvamos la mirada a derecha y a izquierda, porque nos advertirá san Agustín: "noli foras ire; in teipsum redi: iun interiore homine habitat Veritas". En este caso volvemos la mirada hacia abajo, como quien mira en su propia conciencia.
----------El hombre espiritual, según san Pablo, debe expresarse en un lenguaje espiritual, adecuado al tema tratado, lenguaje con el cual él expresa las verdades reveladas por el Espíritu, es decir, las verdades de fe: "Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios. ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu. El hombre puramente natural [el hombre psíquico, psychikòs. Podría decirse del hombre carnal: "seres carnales" (sarkinois) dice un poco más abajo, en 1 Cor 3,1] no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu. El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie" (1 Cor 2,10-15).
----------La guía del Espíritu Santo, según las enseñanzas de san Pablo, conduce desde el hombre carnal al hombre espiritual, regulando y moderando la disciplina ascética y el esfuerzo moral. El Espíritu hace morir progresivamente al hombre viejo, dominado por las pasiones, apegado a la tierra, sepultado en el bautismo, para hacer crecer cada día al hombre nuevo nacido en el bautismo.
----------El Espíritu Santo resucita con el bautismo al hombre muerto por el pecado o esclavo del pecado, le hace gustar su caparra y sus primicias, y le hace resucitar de ahora en adelante, naturalmente no en el cuerpo, que deberá morir, sino en el alma, para que el cristiano ya no piense en las cosas de aquí abajo, sino en las celestiales, donde Cristo está sentado a la diestra del Padre. Él ahora es libre y capaz de obedecer la ley.
----------El conflicto entre el espíritu y la carne, del cual también habla el apóstol san Pablo, conflicto consecuente al pecado original y aumentado por nuestros pecados personales, no es sólo rebelión de la carne al espíritu, rebelión de las pasiones a la voluntad, sino que es también el espíritu que por su soberbia y el rechazo gnóstico a aceptar el cuerpo, lo maltrata con una disciplina inhumana y cruel.
----------Tenemos pues en san Pablo la oposición tanto al hedonismo epicúreo y laxista, como al rigorismo dualista y maniqueo del alma que no quiere liberarse con el cuerpo, sino del cuerpo. Pero el verdadero propósito del Espíritu Santo es la reconciliación del espíritu con la carne, después de la debida purificación de entrambos, para la reconstitución de aquella unidad sustancial corpóreo-espiritual que estaba en la voluntad originaria del creador y que el Espíritu reconstituye, gracias a la cruz de Cristo, en vista de la futura gloriosa resurrección.
----------La reconciliación del espíritu con la carne bajo el impulso del Espíritu Santo alcanzará su plenitud, según san Pablo, en la futura resurrección, cuando el hombre carnal de ahora se haya hecho plenamente espiritual.
----------El cuerpo "se siembra corruptible y resucita incorruptible; se siembra humillado y resucita glorioso; se siembra débil y resucita lleno de fuerza; se siembra el cuerpo puramente natural y resucita el cuerpo espiritual. Porque si hay un cuerpo puramente natural, hay también un cuerpo espiritual. Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial" (1 Cor 15,42-49).

2 comentarios:

  1. Querido padre Filemón:
    ¡Gracias por estas preciosas palabras para la inteligencia y para el corazón!
    Le quiero preguntar: cuando rezamos, qué es más apropiado pedir al Padre, qué hay que pedir al Hijo y qué al Espíritu Santo.

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    Respuestas
    1. Estimadísima Herminia,
      es necesario tener en cuenta los ámbitos o competencias de las individuales Personas. Al Padre le vienen apropiadas la omniptencia, la creación, el gobierno del mundo, la providencia, la justicia y la misericordia son propias del Padre. Puede ser representado como aquel "Anciano", del que habla el profeta Daniel (7,9), ante el cual aparece un "hijo del hombre" (7,13), profecía de Cristo, que recibe "poder, gloria y reino". El Padre, por tanto, debe ser invocado en el Padre Nuestro como Aquel de quien dependemos totalmente como criaturas, que da sentido, fundamento, dirección y finalidad a nuestra existencia y a nuestra vida, Aquel que ha concebido ab aeterno y querido el plan de nuestra salvación, Aquel a quien debemos obedecer supremamente y quien supremamente nos encomdamos para nuestro bien, siguiendo el mismo ejemplo del Hijo.
      Debemos dirigirnos al Hijo encarnado, Jesucristo, como Señor igual al Padre, Imagen, Representante, Revelador, Intérprete, Embajador y Mediador del Padre, Palabra del Padre, guía hacia el Padre, modelo de filiación respecto al Padre, perfectísimo ideal de toda virtud humana, como Cabeza de la Iglesia, de Quien el Papa es Vicario. A Cristo debemos pedir que nos enseñe el amor, la adoración y la obediencia al Padre.
      Al Espíritu Santo, que es puro espíritu, lo podemos imaginar bajo las apariencias de un ángel. Pero al estar desprovisto de materia, ni siquiera es necesario imaginarlo. El símbolo del fuego o de la paloma significan sólo su acción, pero no nos ayudan a imaginarlo en cuanto persona. Podemos hablarle y escuchar su voz sin tener que verlo, como lo haríamos llamando por teléfono a una persona que no vemos.
      Debemos pedir al Espíritu Santo, que puede ser representado por el ángel custodio, que nos ayude en los momentos más difíciles de aridez, de sufrimiento, de tinieblas, de duda, de confusión, de angustia, de tristeza, de desesperación, cuando la conciencia nos reprocha, cuando el mundo, la carne y el demonio nos tientan. Debemos pedirle la intimidad con Dios, la fe, la verdad, el discernimiento, la humildad, la caridad, la sabiduría, la prudencia, el intelecto, la ciencia, el consejo, la fortaleza, la paciencia, la piedad y el temor de Dios, el perdón de los pecados, el espíritu de penitencia, la pregustación de las alegrías de la vida futura.

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