Para decirlo de modo simple y para que pueda ser comprendido: Dugin es el Rahner de Oriente; se trata de la misma prosopopeya, la misma arrogancia, la misma presunción, el mismo imperialismo, la misma duplicidad, la misma hipocresía, la misma astucia, la misma facciosidad, la misma soberbia.
No Europa, sino Eurasia
----------Dugin no acepta la propuesta insistente del papa san Juan Pablo II de reunir los dos pulmones de Europa (en Memoria e identidad: Conversaciones al filo de dos milenios, Madrid 2005): la parte latino-germánica con la parte eslava, en nombre de una redescubierta común fe cristiana. Pero surgen dos problemas. Primero: ¿quién guía el proceso de reunificación? ¿Roma o Moscú? Y segundo: Rusia incluye también a Siberia, mientras que el Papa había hablado sólo de Europa, que, como es bien sabido, limita con los Urales. El Papa no responde a estas preguntas. Debemos tratar de respondernos nosotros.
----------No hay duda de que para Dugin, si se debe hablar de reunificación de Europa, corresponde a Moscú, la Tercera Roma, la Roma de san Andrés el Protóclito (el hermano de san Pedro, el primer apóstol llamado por el Señor, protóclito, y que luego se dirige a Pedro para decirle que ha encontrado al Mesías, Jn 1,40-42), unir a sí la Roma de Pedro o someterla a sí. Además, está claro que Dugin le da más importancia a la Rusia euroasiática que a la Rusia europea. Él sostiene que Moscú está también destinada a someter a sí, en nombre de Cristo y de la expansión de la Iglesia ortodoxa, como Tercera Roma, también a las otras grandes formaciones religiosas presentes en el continente asiático, la hinduista, la islámica, la budista y la china.
----------Sin embargo, en este punto surgen algunos problemas: ¿qué significa Europa? ¿Qué significa Asia? ¿Qué sentido tiene que Rusia se encuentre por una parte en Europa y por otra parte aún más vasta en Asia? ¿Tiene sentido que Europa excluya a la Rusia asiática? ¿Tiene sentido hablar, como lo hace Dugin, convencido, de una Eurasia? Considero que se puede responder razonablemente a esta última pregunta diciendo que sí, efectivamente, porque Rusia europea y Rusia asiática son un único pueblo.
----------Europa, como entidad geográfica encerrada entre Portugal y los Urales, tiene ciertamente una identidad propia, sustancialmente originada por sus raíces cristianas, en las cuales confluyeron el derecho romano y la filosofía griega. Acerca de la confluencia del helenismo con la fe, puede consultarse el libro de Jean Daniélou, Mensaje evangélico y cultura helenística (ediciones Cristiandad, Madrid, 2002). En tal sentido Europa ha sido espiritualmente inspirada y formada por gigantescas personalidades, como las que hoy la Iglesia venera como Patronos de Europa, principalmente san Benito de Nursia para la parte occidental y los santos Cirilo y Metodio para los eslavos (véase al respecto la carta encíclica del 2 de junio de 1985 del papa san Juan Pablo II, Slavorum Apostoli, en recuerdo de la obra evangelizadora de los santos Cirilo y Metodio).
----------Creo que se debería persuadir a los Rusos a unirse a la Unión Europea para recuperar de tal modo las raíces cristianas de Europa en un sabio trabajo ecuménico. Al mismo tiempo, Rusia tiene todo el derecho de ejercer una benéfica influencia cristiana sobre las otras grandes realidades humanas de Asia. Desde este punto de vista, se puede aprobar el proyecto de Dugin referido a Eurasia.
----------Sin duda nosotros, los católicos, no podemos dejar de estar a favor de la difusión del cristianismo por obra de Rusia, aunque esta obra la hagan hermanos separados. Lo que no se puede aprobar en Dugin es el creer que Rusia sea el pueblo santo de Dios, el pueblo elegido, el pueblo mesiánico, que con Cristo, combate la guerra decisiva contra Occidente, incluyendo como enemiga a la Iglesia católica.
----------Sin embargo, al respecto de este punto debemos tener las cosas claras: a ningún pueblo le es lícito sustituirse al verdadero pueblo elegido por Dios, que es Israel. Por tanto, la ciudad celeste escatológica no es Roma, no es Moscú, no es Washington, sino que es Jerusalén. Cada pueblo tiene algo de universal para dar a la humanidad, ya sea bueno o malo. Grecia ha dado el Logos, principio de la igualdad humana; Roma ha dado el derecho y el imperio (recordemos la profecía de Virgilio: Tu regere imperio populos, Romane, memento. Hae tibi erunt artes pacisque imponere morem: parcere subiectis et debellare superbos).
----------Los alemanes han dado primero a Meister Eckhart y posteriormente a Martín Lutero, padres del idealismo y del subjetivismo modernos. Los ingleses han dado a Guillermo de Ockham, el cual es el padre del empirismo y del liberalismo modernos. Los franceses han dado a René Descartes, padre del moderno racionalismo. España nos ha dado la mística católica, es decir, santa Teresa y san Juan de la Cruz.
----------Los italianos han dado a santo Tomás de Aquino, el Doctor communis Ecclesiae. Israel nos ha dado a Nuestro Señor Jesucristo, Rey de reyes y Señor de los Señores, Salvador del mundo. ¿Y qué nos dan los rusos? La síntesis de los místicos, según la indicación de Dugin, el ecumenismo de los místicos.
----------La identidad espiritual del pueblo ruso, aunque separado de Roma, es, de todos modos, en cuanto pueblo cristiano, parte esencial de la identidad espiritual europea. Indudablemente, se da también el hecho de que la Iglesia ortodoxa rusa en los siglos posteriores a la separación de Constantinopla, se ha expandido a Siberia junto con el Estado ruso, por lo cual es lógico que sea también ella Rusia, pero nada impide que el pueblo y la Iglesia rusa distingan, sin separar, una Rusia europea de una Rusia asiática, evitando la confusión hecha por Dugin, la cual impide a Rusia integrarse en Europa y hace pretensiones de dominio del Asia.
La evangelización no es proselitismo
----------La Iglesia de Oriente, desde los albores del Imperio Romano de Oriente, especialmente con Justiniano, ha mantenido una concepción de la colaboración entre sacerdocio e imperio, que favorece ese proselitismo, que está entroncado con el imperialismo, aun cuando no impida la evangelización.
----------Es verdad que nuestro Señor Jesucristo ha enviado a los apóstoles a evangelizar al mundo entero y por tanto a conquistar el mundo para Él y a someterlo a su reino, iluminando el mundo con la Palabra de Dios, echando fuera las tinieblas del error y venciendo el poder de Satanás, príncipe de este mundo. Es verdad que Cristo ha reconocido a sus apóstoles la necesidad de una razonable y suficiente base económica y de asistencia humana para poder desarrollar adecuadamente su misión.
----------Pero al mismo tiempo Cristo nos ha recomendado no contar con poderosos medios o apoyos humanos y sobre todo evitar la imposición y la violencia al difundir el Evangelio, que debe ser difundido con dulzura y cortesía, mediante el testimonio, el ejemplo de vida, la persuasión y válidos signos de credibilidad.
----------Es ciertamente un deber acompañar el anuncio evangélico o hacerlo preceder con la práctica de la solidaridad y de acciones concretas de ayuda material a los necesitados. Esto tendrá por efecto predisponerlos bien a la escucha de la Palabra y a la confianza en la autoridad de la predicación del misionero. Pero es del todo inoportuno y hasta contraproducente asociar la predicación a la imposición del poder político por parte del Estado de proveniencia del misionero sobre aquellos a los cuales se anuncia el Evangelio.
----------Este método impositivo no genera una fe auténtica, libre y convencida, sino una actitud pasiva, servil y oportunista y una adhesión falsa y puramente exterior, para no contrastar al extranjero que ocupa el territorio de la propia patria y quizás bajo pretexto de anunciar un mensaje de la salvación quiere hacer de dominador e imponer su dominio. Este es el método que el papa Francisco llama "proselitismo".
----------Ciertamente es justo y conveniente que los grandes centros direccionales y misionales de la Iglesia tengan su sede en grandes centros del poder político. Pero los Romanos Pontífices no han calculado nunca el grado de su autoridad en relación con el grado de poder del centro político en el cual tenían su residencia. Ciertamente Pedro consideró conveniente establecer su sede en la capital del Imperio Romano y fue una excelente idea, porque luego, tres siglos después, los mismos Emperadores, convertidos, comenzaron a jactarse de apoyar la difusión del cristianismo, como se repitió en el siglo IX con el establecimiento del Sacro Romano Imperio por obra de Carlomagno, aunque éste no residiera en Roma.
----------Sin embargo, los Papas siempre tuvieron la clara y definida conciencia de que su prestigio espiritual en Europa y en el mundo no estaba ligado a la grandeza temporal o política de Roma, sino simplemente al mandato que habían recibido como vicarios de Cristo y sucesores de Pedro. En cambio, los Patriarcas de Constantinopla hicieron otros cálculos muy diferentes: cuando Roma cayó bajo los golpes de los bárbaros, mientras que Constantinopla podía presumir de ser la heredera del Imperio Romano, comenzaron a concebir el ambicioso proyecto de convertirse ellos en guía de toda la cristiandad.
----------Y de modo similar, cuando el Patriarca de Moscú, casi dos siglos después, vio que Constantinopla había caído en manos de los musulmanes, creyó que le correspondía a él, en cuanto residente en la capital del gran principado de Moscú, ser el sucesor de la segunda Roma, Constantinopla, asumiendo la guía de la Iglesia aunque en la antigua Roma continuara funcionando el Papado.
----------Por consiguiente, es necesario concluir que el proselitismo ha sido una tendencia de la Iglesia de Constantinopla desde su surgimiento, en el siglo IV. Es cierto que los Emperadores se preocupaban por la difusión del cristianismo, pero ello era más bien porque lo consideraban como factor de cohesión política del Imperio, que por sincera y plena adhesión a la doctrina de la fe enseñada por los Papas. Quedaba así reflejada la concepción pagana oriental del soberano absoluto, emanación divina, que domina al pueblo no para servirlo, sino para satisfacer su voluntad de poder (para decirlo con palabras de Nietzsche).
----------Incluso los Emperadores Romanos, después del período de la República, influidos como estaban por las ideas orientales, se consideraban divinos y por eso no toleraban el culto cristiano. Ellos admitían, sí, a los dioses y a la casta sacerdotal, pero los dioses eran vistos solo como protectores del Imperio y los sacerdotes tenían solo la tarea de interpretar la voluntad del dios, el cual a través de ellos revelaba al Emperador qué hacer, incluso si el Emperador, divino también él, era libre de decidir de modo diferente.
----------Así, en Constantinopla, tanto los Patriarcas como los Emperadores no comprendieron nunca plenamente el concepto evangélico de la autoridad como servicio al bien común, sino que se sostenían mutuamente al considerarse entrambos los representantes de Cristo para la Iglesia y para el Estado ("cesaropapismo") en tendencial antagonismo con la Sede Romana, cuya primacía fue aceptada mientras duró el Imperio de Occidente, pero en el momento de las invasiones bárbaras, los Orientales empezaron a mirar con desdén y suficiencia a los latinos que se mezclaban con los toscos Germánicos.
----------Esta marcada tendencia oriental hacia una excesiva autoestima, orgullosa de la refinada cultura griega de la cual eran herederos, y del sublime arte y liturgia bizantinos, comenzó a manifestarse tempranísimo, como podemos constatar ya por el espurio canon 28 del Concilio de Nicea del 325, que no reconoce con total claridad a Roma su primado, por lo cual el cisma de 1054 de Miguel Cerulario no fue más que el desenlace final de un precedente proceso secular de antagonismo hacia la Iglesia Romana.
----------El esquema pastor-rebaño, que el Evangelio aplica a la autoridad de Pedro (y sus sucesores) sobre los fieles, en la antigüedad oriental es un esquema aplicado también para el régimen político, de modo que aquí, para expresarnos con las palabras de Cristo, "los jefes de las naciones dominan sobre ellas" (Mt 20,25). En efecto, no es el rebaño el que elige al pastor, sino el pastor quien elige al rebaño.
----------Nuestro Señor Jesucristo ciertamente señala con precisión a los apóstoles que no fueron ellos quienes lo eligieron a Él, sino que fue Él quien los eligió a ellos. Sin embargo, se comprende también muy bien cómo entiende su ser pastor: es un pastor paradójico que, en lugar de nutrirse del rebaño, da la vida por la salvación de su rebaño; por consiguiente, la autoridad no como dominio, sino como servicio.
----------Por lo demás, indudablemente, la autoridad del Papa, siendo sobrenatural, no puede sino representar a Dios, a diferencia de la autoridad civil, la cual aunque ciertamente deriva de Dios, es a través de la mediación del pueblo, que elige a la cabeza, por lo cual, como dice santo Tomás de Aquino, el príncipe es "vicem gerens multitudinis". He aquí pues el régimen democrático, ya teorizado por Aristóteles.
----------En cambio, el Oriente cristiano ortodoxo, bajo la constante influencia de Platón, y sobre todo del monismo emanatista plotiniano, ve al monarca como expresión divina de la unitotalidad de la sociedad civil entendida como comunión espiritual o sobornost. No hay duda de que el régimen político que desciende del sistema platónico es una forma de comunismo monárquico. Tenemos aquí el riesgo del totalitarismo y ello explica el éxito que tuvo en Rusia el comunismo. Este espíritu solidarístico y sinodalístico al cual parece aludir Dugin, interpreta bien el espíritu ruso. Esto no quita que también la Iglesia ortodoxa oriental, en la medida en que se adhiere al Evangelio, admita el régimen democrático de la sociedad civil.
----------Por otro lado, Pío XII ha afirmado que, si bien la Iglesia es una monarquía, promueve la democracia en campo civil. Por eso, Occidente, influido por el catolicismo más que Oriente, ha podido promover la democracia mejor allí que aquí, mientras que la Iglesia ortodoxa ha permanecido ligada a la mentalidad del Imperio bizantino. De todos modos, también Rusia, con la caída del comunismo y el retorno del cristianismo, ha podido instaurar un régimen democrático, aunque no del todo libre del tradicional despotismo oriental.
----------Por el contrario, la Iglesia Romana, guiada por los Papas, siempre ha tenido respeto por el poder civil, pero ha conservado su independencia testimoniada desde los primeros mártires, que se rehusaban a considerar al Emperador como un dios, sin por eso renunciar a sus deberes de ciudadanos del Imperio.
----------En cambio, los orientales no han logrado nunca liberarse totalmente de una visión sacral del Imperio, a diferencia de los soberanos que han reinado en Italia, los cuales, aunque a menudo deseosos de subyugar a la Iglesia (basta pensar en la lucha por las investiduras en el Medioevo, en la prepotencia de los gobiernos liberal-masónicos del siglo XIX y en la experiencia del régimen fascista en el siglo pasado), siempre se han mantenido a freno por la fiereza con la cual los Papas han sabido siempre hacerles frente en la defensa de los derechos de la Iglesia, sin que los soberanos temporales pretendieran querer sustituir al Papa en la guía de la Iglesia (una excepción está dada en los países protestantes, como Inglaterra, por ejemplo).
----------Por el contrario, en Constantinopla los Patriarcas tuvieron a menudo esta conducta excesivamente obsecuente frente a los emperadores, los cuales aprovecharon esa obsecuencia para interferir en los asuntos de la Iglesia, incluso en materia de doctrina, como ha sido demostrado por la crisis arriana del siglo IV y por la crisis de los monofisitas y monotelitas de los siglos VI-VII.
----------Desafortunadamente, Dugin ha mantenido esta visión imperialista, facciosa y sesgada, que arroja una mala luz sobre una Iglesia como la ortodoxa rusa, la cual, aunque rica de ochocientos años de historia, de cultura y de santidad, se muestra hoy más turbada, dividida y manchada por el estigma siniestro del cisma, por una herida sin curar que dura desde hace mil años. En su reciente homilía de Pascua, el patriarca Cirilo ha lamentado la actual dramática división entre los ortodoxos en Ucrania.
----------Desgraciadamente, los contrastes religiosos llegan con frecuencia a expresarse en conflictos armados entre los mismos ucranianos, porque, según la costumbre ortodoxa, los intereses religiosos carecen de su propia serenidad y pureza debido a su vínculo con los intereses políticos y nacionales. Los uniatas dan la apariencia de no amar la patria a causa de su unión con Roma. Los ortodoxos modernistas simpatizan con el liberalismo estadounidense; los tradicionalistas o pasadistas, ligados al Patriarcado de Moscú, son influenciados por Dugin y aprueban la invasión punitiva de los rusos. Y en fin, Putin está demasiado asustado ante la perspectiva de que Ucrania entre en la OTAN y reaccione en modo cruel y desproporcionado.
----------¿Adónde ha ido a parar la antigua fraternidad ortodoxa entre Kiev y Moscú? ¿Adónde fueron a parar esas raíces cristianas surgidas del bautismo de san Vladimiro en el año 988, cuando Kiev todavía permanecía unida a Roma? ¿Qué se ha hecho de la santa Rusia? ¿Dónde ha ido a parar el ecumenismo católico-ortodoxo? ¿Esto quiere decir, entonces, que no es posible un diálogo entre Occidente y Oriente? ¿No es posible unir progreso y tradición? ¿No es posible reunir los dos pulmones de Europa? ¿Eurasia no puede conciliarse con Europa? ¿No ha llegado acaso la hora de que todos vayamos a la escuela del Evangelio y de los santos?
----------Para decirlo de modo simple y que se entienda: Dugin es el Rahner de Oriente; se trata de la misma prosopopeya, la misma arrogancia, la misma presunción, el mismo imperialismo, la misma duplicidad, la misma hipocresía, la misma astucia, la misma facciosidad, la misma soberbia.
----------Pero basta, es suficiente; terminémosla, ¡finishela! Retornemos a la verdad: todos tenemos el mismo Dios. Todos tenemos el mismo Credo, los mismos sacramentos. Todos debemos rendir cuentas ante Él. Todos tenemos nuestras culpas. Todos tenemos un don que ofrecer al hermano. Nos complementamos mutuamente. Nos corregimos unos a otros. Escuchemos al papa Francisco cuando nos llama a ser todos hermanos, creados y santificados a imagen de Cristo, movidos por el Espíritu, Hijos del Padre.
----------Que la Santísima Virgen María, a quien el Santo Padre ha consagrado recientemente Rusia y Ucrania, mire con ojos compasivos el suplicio de las víctimas de esta guerra atroz, donde se hace para todos evidente el desencadenamiento del odio satánico. Que Ella, que ha aplastado la cabeza de la serpiente, llame a sus hijos rusos y ucranianos, Ella, que es invocada por los unos y por los otros, inspire a los unos y a los otros al arrepentimiento y a la conversión, los empuje al recíproco perdón, a la reconciliación y a la paz.
Estimado Padre Filemón,
ResponderEliminarcuando Ud. dice:
"En tal sentido Europa ha sido espiritualmente inspirada y formada por gigantescas personalidades, como las que hoy la Iglesia venera como Patronos de Europa, principalmente san Benito de Nursia para la parte occidental y los santos Cirilo y Metodio para los eslavos…"
...parece olvidarse de la copatrona de Europa: ¡Santa Catalina de Siena!
Gracias por su artículo. Profundo y revelador.
Nadia Márquez
Estimada Nadia,
Eliminarsabemos bien que los patronos de Europa son muchos: San Benito, los Santos Cirilo y Metodio, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Santa Hildegarda.
Pero a mí me interesaba citar a aquellos que son los más significativos para expresar aquella que es el alma de la Europa cristiana Occidental y Oriental.
Por otro lado, si quisiéramos mencionar otro posible patrono de Europa, tanto Occidental como Oriental, podríamos citar a San Nicolás de Mira, en Turquía, obispo del siglo III, cuyo sepulcro se encuentra en la Basílica homónima de Bari, administrada por los padres dominicos, que dirigen un importante Centro Ecuménico Católico-Ortodoxo. La tumba de San Nicolás siempre ha sido la meta de numerosas peregrinaciones desde Rusia y ha sido recientemente visitada por el propio Putin, quien regaló al santuario una estatua de San Nicolás.