lunes, 16 de mayo de 2022

El papa Francisco, Cirilo, Putin, Dugin, y la Tercera Roma (2/3)

La guerra actual es un enfrentamiento entre Rusia y Estados Unidos por el dominio sobre Europa. Tiene las características de un choque entre cristianos modernistas y cristianos pasadistas. Es una guerra fratricida, verdaderamente escandalosa a los ojos del mundo no cristiano. Es el fruto de una humanidad que parece que se quiera suicidar, diabólicamente hechizada y arrastrada hacia el báratro; una humanidad que parece no tener la fuerza para resistir y parece casi condescender a las solicitaciones del demonio. Parece no querer escuchar a quienes le muestran los caminos de la paz. Cuando bastaría seguir las enseñanzas y los ejemplos de Cristo y de los Santos. Verdaderamente podemos preguntarnos dónde ha terminado el ecumenismo de estos sesenta años.

El hombre es espíritu vivificante, emanación divina
   
----------En la línea platónico-plotiniana, sublimada por la visión cristiana de la Ortodoxia oriental, el hombre en Dugin es espíritu en el cuerpo y en el mundo, hijo de Dios no adicionalmente con la redención de Cristo, sino originariamente, en los orígenes del mundo, idea que ya se encuentra en san Basilio [330-379]. La perspectiva de la salvación humana, por tanto, no es tanto la adquisición de una novedad superior ahora desconocida, sino el retorno a la felicidad originaria, superior a la condición de miseria en la que nos encontramos. No se trata de progresar o avanzar hacia lo nuevo, sino de rememorar aquello que hemos perdido y reconquistarlo, lo que Martin Heidegger [1889-1976] llama el andenken, el pensamiento rememorante.
----------Es el elemento profundamente tradicionalista de la espiritualidad oriental (en general) y de la Ortodoxia oriental (en particular), en contraposición al enfoque occidental orientado hacia lo nuevo, hacia la exploración, al progreso y a la modernización. Por esto, Dugin acusa al Occidente católico de modernismo y de subversión de los valores perennes, en favor de la tradición y de su conservación.
----------Oriente está bajo el signo de Parménides, del uno, del ser, de lo eterno, de lo inmutable. Occidente está, en cambio, bajo el signo de Heráclito, del devenir, de lo múltiple, del cambio, del progreso, de la renovación. Para Occidente se trata de reformar. Para Oriente se trata de restaurar. Para Oriente se trata de redescubrir lo que hemos perdido; para Occidente se trata de ir a donde nunca hemos estado.
----------El cristianismo católico, de por sí, es universal, por lo cual no está ligado ni al Oriente ni al Occidente. El cristianismo católico, ciertamente, supone la filosofía, pero es independiente de las filosofías. Está por el saber y por la verdad, más allá de las opiniones. Por eso el cristianismo católico, nacido bajo el signo del platonismo con san Agustín de Hipona y los Santos Padres, habiendo en el siglo XIII descubierto a Aristóteles y habiéndolo preferido a Platón siguiendo la sugerencia de santo Tomás de Aquino [1225-1274], ha asociado a Parménides con Heráclito, al ser con el devenir, al tiempo con la eternidad, a la tradición con el progreso, en una feliz síntesis elaborada por el Aquinate, que se ha convertido en el Doctor común de la Iglesia. En cambio, la Iglesia ortodoxa, separada de Roma en 1054, ha conservado un cristianismo platónico.
----------En nuestro tiempo, Emanuele Severino [1929-2020] ha interpretado bien el valor de Oriente, cuando señala que está bajo el signo de lo uno y de lo eterno, por lo tanto de Parménides, mientras acusa a Occidente, marcado por Heráclito, de haber absolutizado al devenir, para así caer en el nihilismo. Al respecto, es cierto que también ha existido un nihilismo ruso en el siglo XIX, pero si bien este es de carácter místico, como la "Nada" de Meister Eckhart [1260-1328] o el "vacío" (sunyata) de los budistas y quizás incluso la Nada (Nicht) de Heidegger, el nihilismo occidental es disolvente y desintegrador, porque está ligado a la negación del ser (como ocurre en Hegel). Sin embargo, Severino es injusto cuando acusa al mismo cristianismo de nihilismo, por el hecho de admitir el devenir y la creación de la nada, lo que para Severino sería contradictorio. Es que Severino no ha tenido en cuenta la explicación aristotélica del devenir, hecha como propia por el cristianismo y, por otra parte, Severino cae en el extremo opuesto de eternizar el ente y, por tanto, cae en el panteísmo.
----------Ahora bien, el hombre, según la cosmovisión sincretista de Dugin, es ciertamente persona a imagen de Dios, pero es ante todo sociabilidad, comunión, comunidad, sinodalidad (sobornost), pueblo y nación, con un acento vagamente comunista y claramente nacionalista. Sin embargo, el oriental tiene resaltadísima la apreciación del valor de la auto-conciencia, de la introspección y de la vida interior, y por tanto de la soledad y de la capacidad de vivir en modo autosuficiente en unión con Dios: basta con pensar en el monacato, forma de vida específicamente oriental, como se advierte en el hinduismo y en el budismo.
----------Dugin defiende la visión ortodoxa oriental del cristiano, es decir, del hombre en gracia, como hombre divinizado. En efecto, la tradición ortodoxa de los Padres griegos llama "divinización" (theosis), al estado de gracia, y la gracia no es concebida como don creado, sino como Dios mismo. Ciertamente, esto puede dar la apariencia de panteísmo, pero los Padres griegos se explican citando la doctrina de san Pedro, según la cual la vida de la gracia es simple participación (koinonìa) en la naturaleza divina.
----------Dugin sabe bien que el monacato ha sido un fenómeno de importación para Occidente, ignorado hasta los primeros siglos de la era cristiana, cuando comenzó el fenómeno de los Padres del Desierto, siguiendo a la comunidad de Qumrán del Mar Muerto. De hecho, el monacato es ignorado por el hombre de la Biblia y por los antiguos Romanos, pero halló justificación en la concepción platónica del hombre, con su fuerte espiritualismo y su desprecio por el mundo material, bajo el anhelo de la visión de las ideas divinas.
----------Dugin es, por lo tanto, un apologeta del monaquismo. Sin embargo, en la versión platónica y sobre todo hinduista y budista, el monaquismo no está exento de excesos, ya sea de tipo rigorista o de tipo laxista, según si tiende a un dualismo espíritu-carne o a una confusión carne-espíritu. Este fenómeno aparece evidente en la espiritualidad de los cátaros, provenientes precisamente de la Panonia y quizás del Irán maniqueo.
----------Este doble riesgo es evitado en cambio en la antropología aristotélica, más conforme a la bíblica, por el hecho de que mientras en Platón el alma aparece como un sujeto opuesto al cuerpo como otro sujeto contrario al alma, y la salvación parece poderse obtener con la liberación del cuerpo, en Aristóteles alma y cuerpo se combinan como forma y materia para formar la única sustancia humana.
----------Pero en el platonismo ocurre también el fenómeno opuesto, dado por el hecho de que no se llega a conciliar la carne con el espíritu por la falta de una combinación. De aquí el riesgo de confundir lo sensible con lo sensual, la voluntad con la concupiscencia, y el placer con la libido. Ahora bien, este riesgo existe precisamente a causa de la falta de la combinación, la cual en el aristotelismo y en la visión auténticamente cristiana está dada por el hecho de que materia y forma no son dos sujetos, sino los dos componentes esenciales del mismo sujeto, por lo cual, si existe (como existe) contraste entre espíritu y carne, esto no es ley de naturaleza, sino defecto a eliminar con una oportuna ascesis, que recomponga la armonía rota por el pecado original.
----------En la espiritualidad de la Ortodoxia oriental rusa existe la posibilidad de estos dos excesos opuestos, falsamente motivados por exigencias espirituales. Baste recordar los dos extremos opuestos del rigorismo vigente en la espiritualidad de los monjes del Monte Athos por un lado, y el célebre caso del monje Grigori Yefímovich Rasputín [1869-1916] por el otro, en tiempos del zar Nicolás II.
----------Esto es así porque en la antropología mística rusa, a veces la mística supone la irracionalidad, como por ejemplo ocurre en la figura del jurodivjie, vale decir, el "loco en Cristo", que finge estar loco por una malentendida voluntad de ser despreciado con Cristo. También la mística erótica del mencionado Rasputín es ciertamente una desviación sensualista de la mística hacia la irracionalidad.
----------Un riesgo de ese mismo tipo, sin embargo, existe también en la doctrina luterana de la "sola fides". La diferencia está dada por el diferente modelo cristológico entre cristianos occidentales y orientales, que mientras la cristología de los primeros es estauro-céntrica, donde el caso extremo es el de la theologia crucis luterana, en Rusia el modelo es el pascual, de la resurrección y de la transfiguración. Parece existir la influencia del Islamismo persa chiita del hombre espiritual. En efecto, la Ortodoxia en las imágenes no presenta nunca a Jesús en la cruz, como siempre hacemos los católicos, sino sólo la pura cruz, mientras abunda en imágenes del Cristo Emperador, Pantokrátor. No es que el ruso no sepa participar de los sufrimientos de Cristo, sino que, quizás por una especie de pudor monofisita o docetista, prefiere no representar a un Dios sufriente, todo lo opuesto a los protestantes hegelianos, que se complacen morbosamente con el Dios que sufre.
----------Sin embargo, es interesante el hecho de que en el cristianismo de Occidente haya sobrevivido también un modelo cristológico naturalizado o secularizado. Es el que surge del racionalismo cartesiano y del cristianismo blando y naturalístico típicamente anglicano, que luego se extendió a los Estados Unidos, infectado por el clima masónico (la masonería nació en Londres en 1717), de impronta pelagiana. Aquí Cristo salva no mediante el sacrificio expiatorio de la cruz, sino simplemente como profeta mártir y modelo de virtud. Es también el Cristo de Kant, el "Maestro del Evangelio". No en vano, Kant es el filósofo preferido por la masonería, que da origen al Iluminismo. Es sólo a principios del siglo XIX que la masonería se enriquece, sobre todo en Alemania, con elementos esotéricos, mágicos, teosóficos y gnósticos. De hecho, René Guénon [1886-1951] sostiene que la masonería es una de las expresiones de la Tradición iniciática primordial.
----------Ahora bien, a Dugin no le faltan buenas razones para arremeter contra la corrupción de las costumbres en Occidente. Al respecto de los fundadores del Occidente moderno, me permito señalar el famoso opúsculo de Jacques Maritain: Tres Reformadores. Lutero, Descartes, Rousseau, utilísimo para comprender este tema. Pero más allá de las razones correctas que tenga Dugin para atacar la corrupción de las costumbres en el cristianismo occidental, sin embargo, sigue siendo cierto que el modelo ético justo y equilibrado no es el que resulta del dualismo-monismo ortodoxo oriental, sino aquel ofrecido por la moral católica.
----------En realidad de verdad, la polémica de Dugin contra el cristianismo occidental claramente afecta mucho más a los luteranos que a los católicos, y entre estos sobre todo a los cristianos modernistas. Por el contrario, es mucho más tenue la polémica contra los cristianos lefebvrianos, quienes por su tradicionalismo y fuerte sentido litúrgico se asemejan a los Ortodoxos orientales, con la diferencia de que mientras estos están detenidos en el año 1054, los lefebvrianos están empantanados en el año 1962.
----------Así, respecto a la cuestión eclesiológica, mientras Martín Lutero [1483-1546] rechazaba el mismo nombre "Iglesia", reemplazándolo por "Comunidad" (Gemeinschaft), sustituía "sacerdote" por "pastor" y "Misa" por "Cena", en cambio católicos y ortodoxos mantienen las mismas denominaciones, porque tienen en común la patrística, la doctrina de los primeros siete Concilios, los sacramentos y la jerarquía eclesiástica, excluyendo el vértice, que es el Papa. Con los protestantes, en cambio, no queda en común más que el bautismo, la Escritura, la predicación de la Evangelio, la ley mosaica, las virtudes teologales y la gracia.
----------En particular, en los protestantes, careciendo de sacerdocio y de eucaristía, está ausente un verdadero culto divino y una verdadera piedad religiosa, valores que en cambio los católicos tenemos en común con los ortodoxos, además de la vida religiosa, excluida en cambio por los protestantes.
----------En todo caso, todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, participan de los mismos valores fundamentales del cristianismo: Dios, la Santísima Trinidad, la Redención, la filiación divina, el bautismo, el Símbolo de la fe, el Padrenuestro, la Escritura, la predicación del Evangelio, los diez mandamientos, las virtudes teologales, la mariología y la escatología.
----------Ahora bien, es triste constatar que Dugin, aunque exalta los valores cristianos y morales absolutos, universales y perennes, no tenga en cuenta en manera alguna estos valores comunes, preciosísimos en este trágico momento de la guerra, para aplacar las almas e impulsarlas a pensamientos de paz, como si los occidentales fuéramos una masa de corruptos y todos los buenos estuvieran en Oriente.
   
La dirección de la historia
   
----------Dugin se esfuerza por asociar lo eterno a lo temporal, para ofrecer de ese modo interpretaciones de la historia de la humanidad y de la Iglesia a la luz de la Sagrada Escritura y del plan cristiano de la salvación, siempre claro desde su punto de vista ortodoxo oriental. Dugin mira la tradición, pero no está muy claro a cuál tradición se refiere, si a la Tradición de los Padres o a esa tradición esotérica e iniciática, de la cual habla por ejemplo René Guénon, que es uno de sus autores preferidos.
----------Dugin parece preferir la visión de este último, quien, francamente hablando, si bien es afecto a apreciar la tradición cristiana, en realidad concibe la tradición como la transmisión de una "influencia espiritual" por parte de un grupo o clase de vates y de profetas en contacto con Dios desde una remotísima antigüedad, mucho antes del nacimiento del cristianismo, que no sería más que una expresión degradada, verbalizada, "exotérica", de la mencionada tradición "esotérica" ​​e iniciática, que se expresaría también a través de otras formas religiosas, como es del hinduismo, o del islamismo y de la masonería.
----------Pero el problema es que el mismo concepto de Tradición propio de la Ortodoxia rusa se aleja de ese concepto auténticamente cristiano. En efecto, los rusos detienen en 1054 la explicitación pontificia del contenido de la Sagrada Tradición, habiéndose negado a aceptar las explicitaciones dogmáticas que habrían sido hechas posteriormente por los Papas y por los Concilios hasta el Vaticano II y el papa Francisco.
----------Así ha sucedido que, al perderse la garantía infalible de la interpretación y de la verdadera conservación del dato tradicional de la divina Revelación, así como el aporte pontificio a la siempre mejor comprensión de la Tradición, ella ha quedado remitida a la interpretación falible de los individuales Patriarcas y teólogos rusos, los cuales inevitablemente se han dejado desviar por falsas interpretaciones de la tradición, como le ha sucedido precisamente a Dugin, engañado por las ideas de Guénon.
----------Pero así como estos nuestros hermanos separados están expuestos al error al evaluar el patrimonio tradicional de la divina Revelación que nos dejaron los Santos Padres, así también están expuestos al error en el determinar el valor de la modernidad. Así, Dugin no se equivoca al atacar el modernismo presente hoy en la Iglesia católica. Pero, a causa de la insuficiencia del criterio con el cual juzga el problema, criterio que no hace referencia al Magisterio pontificio y conciliar, como por ejemplo el del Vaticano II, encuentra modernismo donde no lo hay. Es lo mismo que termina sucediendo en todos los cristianos cismáticos.
----------Dugin presta demasiada atención a la presencia del modernismo en la Iglesia católica. Ciertamente ese modernismo es responsable del odio contra el tradicionalismo de la Ortodoxia oriental rusa, así como en la casa católica el modernismo es también el responsable del desprecio y de la arrogancia con que se trata a quienes son sanamente tradicionalistas, y a los otros, como los lefebvrianos.
----------Dugin carece por completo de espíritu ecuménico hacia los católicos. Ignora el hecho de que entre nosotros, los católicos, no existen sólo los modernistas, por mucho que aparezcan hoy los modernistas en primer plano, mientras que los verdaderos católicos son una minoría. Y luego tengo la impresión de que Dugin, como hacen los pasadistas de nuestra casa, confunde por "modernistas" a los sanamente progresistas, como por ejemplo los tomistas y los maritainianos, rectos intérpretes de las enseñanzas ecuménicas del Concilio Vaticano II, más que nunca aptos para crear puentes y motivos de concordia y de reconciliación entre nosotros y los ortodoxos y, por consiguiente, útiles indicaciones y sugerencias para extinguir odios, venganzas, represalias, destrucciones, bombardeos, masacres y para hacer cesar la actual guerra.
----------También por cuanto respecta al futuro, la lectura que Dugin hace de la misión del pueblo ruso y del significado de esta guerra, es completamente errónea, ya que este influyente analista moscovita ve en la guerra de Rusia contra Ucrania, e indirectamente contra la OTAN y los Estados Unidos que la apoyan, a la guerra escatológica de la cual habla el Apocalipsis en los capítulos 19 y 20, como si los rusos constituyeran "el campamento de los santos, la Ciudad muy amada" (Ap 20,9), guiados por Cristo, mientras que las fuerzas opuestas, es decir, el Occidente católico, fueran las fuerzas enemigas de Cristo.
----------Por ello, está equivocada la condena global que hace Dugin al Occidente católico, aunque sólo sea porque desde Roma se ha difundido esa fe cristiana que en el siglo IX (véase la evocación de los hechos en la carta apostólica Euntes in mundum con motivo del milenio del bautismo de la Rus' de Kiev, del 25 de enero de 1988) llegó a Kiev, con el bautismo del Príncipe san Vladimiro, aquella Kiev desde la cual la fe enjambró en el territorio de la actual Rusia, fundando la Iglesia de Moscú. Dugin, que está a la búsqueda de sus orígenes, lo que hace aquí es cortarse las raíces desde las cuales ha nacido y se ha vitalizado.
----------Ahora bien, es cierto que la historia presente es una guerra que Cristo con los suyos libran contra los seguidores de Satanás, decididos a destruir el cristianismo. Pero esta es la guerra de la Iglesia católica guiada por el Papa, Vicario de Cristo; no es la guerra conducida por los ortodoxos rusos, los cuales pertenecen a una Iglesia que se ha separado de Roma en el 1054 y ha acentuado su oposición en 1589 con el ascenso de Moscú. Esta guerra es un enfrentamiento entre Rusia y Estados Unidos por el dominio sobre Europa. Tiene las características de un choque entre cristianos modernistas y cristianos pasadistas. Es una guerra fratricida, verdaderamente escandalosa a los ojos del mundo no cristiano.
----------Es el fruto de una humanidad que parece que se quiera suicidar, diabólicamente hechizada y arrastrada hacia el báratro; parece no tener la fuerza para resistir y parece casi condescender a las solicitaciones del demonio. Parece no querer escuchar a quienes le muestran los caminos de la paz. Cuando bastaría seguir las enseñanzas y los ejemplos de Cristo y de los Santos. Verdaderamente podemos preguntarnos dónde ha terminado el ecumenismo de estos sesenta años.

2 comentarios:

  1. Estimado padre:
    Realmente me gusta este artículo con sus amplios horizontes y su profunda comprensión del trasfondo ideológico de muchos problemas actuales, no solo la cuestión de la guerra entre Rusia y la OTAN.
    Sin embargo, un punto me ha llamado la atención en el pasaje en que Ud. escribe: "En todo caso, todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, participan de los mismos valores fundamentales del cristianismo: Dios, la Santísima Trinidad, la Redención, la filiación divina, el bautismo, el Símbolo de la fe, el Padrenuestro, la Escritura, la predicación del Evangelio, los diez mandamientos, las virtudes teologales, la mariología y la escatología".
    ¿En qué sentido comparten los protestantes la mariología?
    Gracias.

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    1. Estimado Mauro,
      los protestantes admiten, como todos los cristianos, que María sea Madre de Dios. Lutero admiraba su virginidad, aunque por desgracia la consideraba un carisma especial, no practicable en la vida actual del cristiano, porque, como se sabe, Lutero no admitía los votos religiosos.
      Ciertamente, para Lutero, María es la más santa de todas las criaturas. Nos ha dejado un bonito comentario al Magnificat, donde precisamente acerca de la Virgen, exalta los dones especialísimos que ella recibió.
      Sin embargo, desafortunadamente, dado que los protestantes no creen en la infalibilidad pontificia, consideran que la doctrina de la inmaculada concepción y de la asunción al cielo no se basan en las Escrituras y, por lo tanto, se trata para ellos de simples opiniones teológicas.
      Por lo demás, Lutero no admite que María sea la mediadora de todas las gracias. Por cuanto respecta a la corredención, él, preocupado por la unicidad de la Redención de Cristo, no capta la posibilidad de que María participe en la obra redentora, también por el desdén que tenía Lutero por las obras, por lo cual para él el concepto de la Corredentora queda excluido.

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