lunes, 23 de mayo de 2022

El exorcismo más difícil (4/4)

No hay duda que "el humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia por alguna grieta". Nueve de cada diez perturbados que hoy se llevan a un exorcista, sería mejor que visitaran un buen especialista en psiquiatría. Los peores poseídos son, en realidad, aquellos herejes (tanto modernistas como pasadistas) que quisieran hoy tomar, cada uno a su modo, las riendas de la Iglesia, cambiando el bien en mal y el mal en bien, la virtud en vicio y el vicio en virtud, la sana doctrina en heterodoxia y la heterodoxia en sana doctrina. Y hoy sin embargo, parece que ninguno de estos peligrosos poseídos es llevado (por quienes debieran) al exorcista.

El ecumenismo
   
----------Sabemos bien lo que ha ocurrido: hasta mediados del siglo pasado, entre la Iglesia católica y el mundo protestante ha habido una rígida y exagerada clausura del diálogo. Sin embargo, con el surgimiento del movimiento ecuménico, esta rigidez ha comenzado a disolverse, ha nacido el deseo de la reunión y de la reconciliación, una cosa providencial, ciertamente inspirada por el Espíritu Santo.
----------Pero a menudo el ecumenismo ha tomado un falso derrotero, no el auténtico, no el deseado por el Concilio Vaticano II. Se debe recordar que el Espíritu Santo es también el Espíritu de Verdad. El riesgo de hoy es el de descuidar las exigencias de la verdad en nombre de la caridad. Por tanto, es necesario recordar que no hay caridad sin verdad. Por eso, no puede haber verdadero ecumenismo, como ha indicado el Concilio, sin unir la preocupación por la caridad con la de la verdad y por la supresión de las herejías.
----------Por tanto, el ecumenismo querido por el Concilio Vaticano II es ciertamente un redescubrimiento útil y providencial, siempre que sea bien practicado, como prescribe el específico decreto conciliar, muy bien elaborado, Unitatis redintegratio. El problema de hoy es, por tanto, el de llevar a cabo un diálogo que, poniendo en luz o destacando los puntos en común entre la Iglesia y los luteranos, tenga también en cuenta las condenas del Concilio de Trento. La unión, ciertamente, es acto de la caridad. Pero lo que permite unir es la verdad. El odio, ciertamente, divide; pero sólo en cuanto surge del error. Y lo dicho se aplica a toda comunidad cristiana separada, que no esté en comunión plena con la Iglesia, ya sean los protestantes en todas sus divisiones o los ortodoxos orientales o los lefebvrianos o cualquier comunidad separada.
----------En cambio, lamentablemente, a causa del temor que ha tenido Roma (en sus organismos directivos del ecumenismo) de recordar a los hermanos separados las condenas a sus errores, para que ellos se puedan librar de ellas, repudiando las herejías, a las cuales ellos hacían referencia, ha sucedido que desde la publicación de Unitatis redintegratio, hace casi sesenta años, la mismos organismos oficiales que intervienen en su aplicación, se han empantanado a mitad de camino y no dan señales de avanzar.
----------Es cierto que estudios históricos y teológicos recientes han podido dejar en claro que en algunos puntos determinados y precisos Martín Lutero estaba más cerca de Roma de cuanto se había pensado hasta ahora. La noticia causa mucho placer. Sin embargo, no se deben confundir las opiniones de los teólogos con lo que enseña la Iglesia en su Magisterio infalible, en este caso específico en Trento. Los teólogos, en sus controversias, pueden corregir el tiro, pero la Iglesia, cuando condena una herejía, no hace nunca marcha atrás. Lo que la Iglesia ha declarado como doctrina errónea permanece inmutablemente tal. 
----------En efecto, el decreto Unitatis redintegratio expone un proyecto de diálogo en dos fases: una primera fase, la del encontrarse juntos, católicos y luteranos, en las verdades que tenemos en común. Este trabajo ha sido hecho felizmente desde hace tiempo. Donde hay un escollo es en la segunda fase, la conclusiva, la cual prevé que los luteranos, con nuestra ayuda y la acción del Espíritu Santo, se liberen de aquellos "impedimentos" (n.3) y "carencias" (ibíd.), es decir, las herejías, que les impiden la plena comunión con la Iglesia Romana, a fin de ser un día, cuando Dios quiera, "plenamente incorporados" (ibíd.) en la Iglesia católica.
----------Algunos pequeños pasos los luteranos han dado en la Declaración Conjunta sobre la doctrina de la Justificación de 1999. Pero el camino por delante es aún largo y no parece que estén motivados por un fuerte deseo de llegar, mientras que Roma los espera desde hace 500 años con los brazos abiertos. De hecho, todavía hay muchas "carencias", las cuales se deben remediar, antes que la meta sea alcanzada.
----------En esta segunda fase, que aborda de frente la distinción entre lo verdadero y lo falso, el trabajo está bloqueado, en parte por reticencias y excesivos reparos por parte de Roma, y en parte por la secular arrogancia de los luteranos, los cuales siguen manteniendo la actitud de Lutero a considerarse, por encima de Roma y contra Roma, el verdadero intérprete del Evangelio. Es claro que con este presupuesto, se da por sentada la conclusión luterana: deberá ser Roma la que acepte a Lutero y no a la inversa. Roma, por su parte, está movida por cierto respeto humano, que no le hace ningún honor en absoluto.
----------Roma es demasiado indulgente y tiene un excesivo temor a irritar a los luteranos, quienes se aprovechan e interpretan el silencio de Roma como tácita aprobación de las ideas de Lutero o al menos como si Lutero ya no fuera considerado hereje, sino simplemente un modo "diferente" de interpretar el Evangelio. Así ha sucedido que no se habla ya de errores ni de verdad, sino simplemente de "diferencias" o de "distancias". Se olvida así que la verdadera caridad lleva al apóstol a corregir al hereje y a no callar acerca de su error.
----------No hay espíritu honesto y amante de la claridad y de la verdad, ya sea católico como luterano, que no vea con repugnancia la mezquindad de este vergonzoso acuerdo espúreo. Las nefastas consecuencias de este chapucero embrollo diabólico han estado durante décadas bajo los ojos de todos: los luteranos se mantienen siempre tales, excepto para perder gradualmente todas las convicciones cristianas, mientras que los católicos lo siguen siendo de nombre, pero de hecho se están convirtiendo en protestantes o modernistas.
----------Es evidente que, desde el punto de vista de la caridad, los católicos hemos tenido culpas, como las han tenido los luteranos. Debemos aquí acercarnos los unos a los otros. Pero el problema del ecumenismo no es específicamente éste. No se trata de un acercamiento recíproco. Aquí se trata de un acercamiento de los luteranos a Roma. El problema de la caridad recíproca es un problema general, en el orden del día de todo vivir cristiano, no caracteriza al problema ecuménico como tal, el cual en cambio es el de cómo nosotros los católicos podemos llevar a nuestros hermanos luteranos a la comunión con Roma.
----------Creyendo que los luteranos sean simplemente cristianos "diferentes" de nosotros los católicos, es fácil que muchos católicos abandonen la moral católica por la moral protestante, en la cual, dado que Dios es "misericordioso", se está siempre perdonado, vayan como vayan las cosas. Así los católicos, bajo la presión de los modernistas, se están convenciendo a sí mismos de que deben o pueden ir a la escuela de Lutero; mientras que los luteranos, elogiados por la Iglesia misma, se consideran más que nunca las luminarias de la Iglesia.
----------Sin embargo, debemos tener confianza en que la segunda fase del ecumenismo es realizable. Ciertamente es cosa ardua persuadir al luterano haciendo leva sobre la razón. Entrambos, católicos y luteranos, tenemos la fe en Cristo, y esto, gracias a Dios, nos permite admitir juntos algunos dogmas; pero luego, desgraciadamente, sabemos cuánto contrastan las interpretaciones protestantes de la Escritura con las nuestras, ya sea tanto por el mal uso que ellos hacen de la razón, como porque no cuentan con la ayuda de la interpretación del Magisterio de la Iglesia. En efecto, su "crítica" bíblica se vale de una razón meramente fenoménica, hostil a la especulación metafísica, como ya hacía notar san Pío X en la Pascendi dominici gregis, aunque de hecho Lutero no estaba ciego a la verdad de la Palabra de Dios; lo que permite el diálogo ecuménico y la esperanza de que los hermanos separados lleguen un día a la plena comunión con Roma.
   
La lucha contra Satanás
   
----------El hecho es, de cualquier modo, que las herejías en la Iglesia están hoy muy extendidas a causa un fuerte retorno del modernismo, que ha falsificado el programa verdaderamente reformador del Concilio Vaticano II. Peor aún, la falsa interpretación que del Concilio hace el actual modernismo ha sido aceptada por la corriente extrema opuesta, el pasadismo lefebvriano o filolefebvriano. Entrambas corrientes, modernista y pasadista interpretan a los documentos del Vaticano II como modernistas, la primera alegrándose de ello, y la segunda lamentándose, pero ambas corrientes de acuerdo en la interpretación.
----------Es necesario que la Iglesia se libere de esta "esclavitud babilónica", de estas fuerzas que, bajo pretexto de la renovación y del progreso (el modernismo), o de la custodia de la tradición (el pasadismo), en realidad la corrompen y la mundanizan o la detienen farisaicamente en un pasado que ya no existe. Si bien los pasadistas son una minoría, no ocurre lo mismo con los modernistas. La lucha parece desigual, porque los modernistas están por todas partes, el Papa mismo está rodeado de modernistas, entre sus propios colaboradores más cercanos. Pero, como Sansón, él se desvinculará y liberará a Israel de los filisteos, acaso con el sacrificio de su vida. Goliat era físicamente poderoso, pero tonto, por lo cual ha sido abatido por David con un golpe muy certero: la Palabra de Dios. Así sucederá con los modernistas. Venciendo en la batalla con los modernistas, se resuelve a la vez el conflicto con los pasadistas, que podrán advertir claramente su error.
----------Los modernistas parecen un ejército compacto, pero no es así. Se trata en realidad de un amasijo de fuerzas heterogéneas y, de hecho, contradictorias, que se mantienen juntas en el menos peor de los casos por algún personaje eminente, como Rahner. Pero, por ahora, no dan a ver esas contradicciones internas suyas, para impresionar a la Iglesia. En cambio, terminarán como los Madianitas, que se mataron unos a otros, derrotados por Gedeón y el ejército de Israel, es decir, por el Papa a la guia de la Iglesia.
----------Los modernistas parecen formar también una sólida y robusta organización, autosuficiente, "firmemente enrejada", una ciudad perfecta, fuerte y bien defendida, donde "nadie entra y nadie sale", es decir, en la cual no hay nada más que hacer, nada que agregar, nada que alcanzar y nada que quitar, nada que perfeccionar y nada que corregir, como la Jericó del relato bíblico (Jos 6).
----------Sin embargo, recordemos que en el relato bíblico Jericó se opone a los intereses de Israel, que son los de Dios. Y por lo tanto, Jericó debe ser destruida. Es así que sus muros caen simplemente al grito de guerra del pueblo y al sonido de la trompeta de los sacerdotes. De modo similar sucederá en la actual batalla. Como el de Jericó, el poder modernista es un poder ilusorio, que se derrumba ante al sonido de la Palabra de Dios proclamada por los sacerdotes y el clamor a Dios de los humildes y de los oprimidos.
----------Para realzar las posibilidades de la Iglesia, es necesario que el Espíritu Santo anime al Papa y a los fieles con una prodigiosa fuerza purificadora, es necesario un "nuevo pentecostés", como sucedió en los primeros tiempos de la Iglesia. Son tan poderosas las fuerzas demoníacas y heréticas que han invadido la Iglesia, que, para expulsarlas, es necesario que el Espíritu dote a los fieles, a comenzar por el Papa y por los pastores, de una poderosísima fuerza exorcista, capaz de expulsar los demonios de las almas. Deben ser capaces de ayudar a los fieles a soportar la "gran tribulación" (Mt 24,21), provocada por los modernistas.
----------Entonces, con la fuerza del Espíritu Santo serán capaces de iluminar a muchos engañados por los "falsos profetas" (Mt 24,11), tanto modernistas como pasadistas. Será necesario devolverle calor a la caridad, que se está "enfriando" (Mt 24,12). Barriendo lejos "la abominación de la desolación del lugar santo" (Mt 24,15), es decir, la falsa liturgia modernista, restaurarán la verdadera reforma litúrgica querida por el Concilio Vaticano II. Sabrán denunciar ante todos claramente al "hijo de la perdición", es decir, a aquel humanismo "que se eleva por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto" (2 Tes 2,3-4).
----------El modernismo ahora parece triunfar (Ap 13,7) y haberse extendido por toda la Iglesia (Ap 3,4). Pero será derrotado: con el soplo del Espíritu Santo, es decir, con el "soplo que sale de la boca de Cristo" (2 Tes 2,10), los nuevos predicadores, con su palabra inspirada por el Espíritu, con la ofrenda de su propia vida, destruirán las impiedades y las iniquidades del modernismo, que son el efecto del "poder de Satanás" (2 Tes 2,9). Ellos lo vencerán "por medio de la sangre del Cordero y gracias al testimonio de su martirio" (Ap 12,11).
----------La Iglesia ahora está sujeta a los modernistas de modo similar a como el pueblo de Israel era esclavo del Faraón. No es del pasadismo farisaico de donde vendrá la liberación. Le compete a Dios liberar a la Iglesia como ha liberado a Israel del Faraón. El nuevo Moisés es el Papa, el pueblo de Israel representa a la Iglesia, y el Faraón son esas fuerzas que quisieran mantener a la Iglesia en los lazos del mundo.
----------En fin, se trata de un verdadero exorcismo, aunque no lo parezca. Sólo conoce bien el ministerio de exorcista, quien alguna vez lo haya ejercido. Se trata de un ministerio delicado, reservado sólo a los ministros in sacris, ministerio que debe ejercerse con prudencia, y siempre bajo mandato y vigilancia del Obispo, pero sobre todo tratando de convencer, a una media de nueve de cada diez personas, a menudo incluidos los mismos familiares que los acompañen perturbados, a que acudan a un buen especialista en psiquiatría. 
----------Entre quienes conocemos bien estas cosas, a menudo nos hemos dicho que las rarísimas posesiones demoníacas son la manifestación más "innocua" de aquellas que son las devastadoras posesiones verdaderas. Los más peligrosos poseídos son, en efecto, diferentes de los que ocupan puestos clave en los gobiernos de los países, que manejan inmensos activos financieros, que disfrutan de buenos y malos tiempos en la bolsa de valores, que manejan los mayores centros de investigación clínica científica, que condicionan las actividades de los ejércitos a través de la industria armamentística. 
----------Los peores poseídos son, en cambio, aquellos herejes que parecen haber dado actualmente un golpe de Estado interno en la Iglesia, cambiando el bien en mal y el mal en bien, la virtud en vicio y el vicio en virtud, la sana doctrina en heterodoxia y la heterodoxia en sana doctrina. Y hoy sin embargo, ninguno de estos peligrosos poseídos es llevado por los miembros de su familia al exorcista.
----------Es necesario, entonces, que el Espíritu Santo done a los predicadores tal sabiduría y parresía, que les haga capaces de disipar las tinieblas más oscuras, de sacudir las conciencias más obtusas, de ablandar los corazones más endurecidos, de suscitar el temor de Dios, y de convertir las voluntades más rebeldes. Deberán ser capaces de reavivar el fuego de la caridad casi extinguido (Mt 24,12).
----------El hereje debe ser amonestado con estas palabras de san Ignacio de Antioquía: "Hermanos míos, no os engañéis: aquellos que corrompen a las familias no heredarán el reino de Dios (1 Cor 6,9-10). Si los que así obraron según la carne fueron castigados con la muerte, ¿cuánto más deberá ser castigado el que por una perversa doctrina corrompe la fe divina, por la cual Jesucristo ha sido crucificado? Un hombre manchado por tal delito irá al fuego inextinguible y también aquellos que lo escuchen [...] Cuidáos, pues, de las pestilentes exhalaciones del príncipe de este mundo, es decir, de sus errores, para que no os arrastre a la esclavitud, lejos de la vida que os espera" (Carta a los Efesios, cc.13-18).
----------En fin, nunca debemos olvidar la oración a la Santísima Virgen María, Vencedora de todas las herejías, y a San Miguel Arcángel: Sancte Michael Arcangele, defende nos in proelio, contra nequitias et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices te praecamur. Tuque, Princeps militiae caelestis, Satanam, aliosque spiritos malignos, qui ad perditionem animarum in mundo vagantur, divina virtute in infernum detrude.

2 comentarios:

  1. Filemon: El Papa no está sólo rodeado de modernistas. El es Modernista!!!

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    Respuestas
    1. Estimado Anónimo,
      mis respetos hacia usted, cualquiera sea su fe.
      Pero, habiendo dicho eso, permítame luego aclararle que los católicos tenemos por uno de nuestros dogmas de fe la indefectibilidad del Romano Pontífice en materia de fe y moral.
      Si usted entiende el término "modernista", que usted usa, en el sentido de "herético modernista", entonces su afirmación es un error contra la fe católica, es decir, está usted expresando a su vez una herejía, porque es dogma de fe el que un Papa no pueda venir a menos en su fe, o sea, no puede ser hereje.

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