Habiendo examinado a grandes rasgos el dogma trinitario, consideremos ahora algunos errores en su interpretación. En la imagen: la Tabla XIb del manuscrito "Liber Figurarum" del beato abad Joaquín de Fiore, simbolizando en tres círculos la Santísima Trinidad.
La Santísima Trinidad operante en la historia según Joaquín de Fiore
----------El beato Joaquín de Fiore [1135-1202], como es sabido, concibió la acción de las Tres Personas divinas operantes en la historia del mundo según una alternancia, la cual, partiendo del Padre en la Antigua Alianza, ve el advenimiento del Hijo en la Nueva Alianza; pero en lugar de detenerse aquí, Joaquín hace seguir a la edad del Hijo una edad del Espíritu Santo, la cual parece ir más allá del Hijo llegando al Padre y aún más allá y no por medio del Hijo, por lo tanto sin el Hijo: una edad que parece superar e ir más allá de la obra del Hijo, el Cual habría agotado su función en su propia edad, la que ya le había pertenecido.
----------Pero la nota más grave la hizo el Concilio Lateranense IV, de 1215, acusando al abad Joaquín de afirmar en la Santísima Trinidad "no una verdadera y propia unidad, sino una unidad colectiva y similitudinaria, así del modo como se dice que muchos hombres son un solo pueblo" (Denz.803).
----------Viniendo, por lo tanto, a la cuestión del pasaje de la edad del Hijo a la del Espíritu, el Concilio acusa a Joaquín de no haber garantizado suficientemente la unidad entre los Dos en la naturaleza divina. Esto ha implicado que Joaquín parece excluir que en la edad del Espíritu la humanidad no tenga ya necesidad de ser guiada por Cristo, por medio de la jerarquía eclesiástica y que sea suficiente la guía del Espíritu.
----------Ahora bien, la idea de Joaquín de anunciar para su tiempo el advenimiento de una edad del Espíritu Santo es muy interesante y plausible, porque es efectivamente cierto que el Espíritu Santo, por expresa declaración de Cristo, tiene la tarea de hacernos comprender a fondo su mensaje y de hacernos progresar hasta llegar a la plenitud de su conocimiento; tiene la tarea de guiarnos a la santidad y de hacer crecer a la Iglesia en la santidad; tiene la tarea de llevar a cumplimiento final la lucha de Cristo contra Satanás.
----------Pero el Espíritu Santo tiene también la tarea de darnos la libertad de los hijos de Dios, obedientes a la ley del Padre y sujetos a la jerarquía instituida por nuestro Señor Jesucristo, en la práctica de la fe en Cristo y de sus sacramentos; tiene la tarea de prepararnos para el retorno glorioso de Cristo juez al final del mundo y de hacernos pregustar ahora las primicias de la vida futura.
----------El defecto de Joaquín fue el de concebir la alternancia de la obra del Espíritu con la del Hijo de una manera demasiado grosera, como si el Espíritu sucediera al Hijo así como, por ejemplo, el papa san Juan XXIII ha sucedido al papa Pío XII, y esto, como señaló el Concilio Lateranense IV y santo Tomás a continuación (en Expositio super secundam Decretalem, en Opuscula Theologica, I, Edizioni Marietti, Roma-Torino 1954, n.1190, p.428.), por una insuficiente concepción de la unidad de la naturaleza divina, que Joaquín concebía no como una unidad de número, sino como unidad colectiva, como si admitiera dos Dioses.
Hegel instrumentaliza en sentido protestante-idealista la teoría de Joaquín
----------Para el punto que ahora abordaremos recomiendo considerar, por su utilidad, el juicio que Jacques Maritain [1882-1973] aporta sobre la concepción hegeliana de la filosofía de la historia, en su libro de 1957 Por una filosofía de la historia (versión española: editorial Troquel, Buenos Aires, 1962, pp.24-36.
----------Seis siglos después del abad Joaquin de Fiore, los luteranos Schelling y Hegel retomarán la misma tesis, agravándola aún más al interpretar la concepción joaquinita como una precursora de la reforma luterana, la cual habría precisamente inaugurado la era de la "libertad del Espíritu Santo" con la abolición del Papado, de la jerarquía, de la Tradición, de la ley moral natural, de los dogmas y de los sacramentos, algo que al católico Joaquín, santo varón, no se le había pasado por la cabeza en absoluto.
----------En esta obra de protestantización de la idea joaquinita, Friedrich Schelling [1775-1854] afirma que la edad del Espíritu fundará una "nueva Iglesia" más allá de la reforma luterana todavía ligada a la edad del Hijo, aunque Lutero, con su rechazo de la jerarquía católica, se había abierto a la edad del Espíritu.
----------Por su parte, Georg W.F. Hegel [1770-1831], en cambio, supera en su concepción idealista el plano religioso y pretende situarse en un plano solamente racional y filosófico, aunque como "revelación", dice él, del dato de fe. Hegel va más allá de Schelling en la desacralización gnóstica del misterio trinitario, hasta el punto de concebir la relación del Hijo con el Espíritu en forma dialéctica, como proceso lógico-necesario de reconciliación del Hijo (negación) con el Padre (afirmación) mediante la negación de la negación operada por el Espíritu Santo con la consecuente reafirmación del Padre negado por el Hijo.
----------Hablando de modo general, el espíritu, según la concepción de Hegel, es automediación y circularidad, para la cual el final coincide con el inicio. Es decir, el espíritu es acto del yo que se pone fuera de sí; a lo que sigue la negación del yo, negación que se niega a sí misma, de manera que el yo se interioriza retornando al yo inicial, que viene de este modo reafirmado y reconciliado consigo mismo.
----------En este proceso Hegel distingue el Espíritu infinito, Dios, del espíritu finito, el hombre. Así, Dios no crea libremente lo finito como una sustancia distinta de la sustancia divina, sino que lo finito es el "mundo" o la "naturaleza", que es la "forma", en la cual se presentan primero en la figura de la inmediatez las diferencias en las cuales necesariamente se divide el Concepto divino, que es el Dios Espíritu, la Idea, el Logos.
----------Lo infinito no causa lo finito, sino que éste es una determinación inmediata y diferenciada, es decir, empírica y material, de lo infinito, así como la diferencia es una determinación del género. Dios no pone el mundo fuera de sí mismo, sino en sí mismo, como la diferenciación del concepto está en lo interno del concepto. Así lo finito concurre a la determinación de la esencia de Dios.
----------Para Hegel en Dios existe una tríada, la cual sin embargo no es una trinidad de personas en una sola naturaleza divina, sino una sola esencia divina, el "Espíritu", que se extrapone de sí, la niega y vuelve en sí:
----------"El Espíritu universal, el Todo, lo que él es, se pone él mismo en sus tres determinaciones, se desarrolla, se realiza y es completado lo que él es sólo al final, que es contemporáneamente su presuposición. Él es, en su primer aspecto, el Todo, se presupone y es precisamente así sólo al final.
----------Se debe considerar así al Espíritu en las tres formas, en los tres momentos en los cuales él se pone. Estos son ante todo: el ser eterno en sí y junto a sí, la forma de la universalidad; en segundo lugar, la forma de la aparición fenoménica, de la particularización del ser para el otro; en tercer lugar, la forma del retorno de la apariencia en sí mismo, la individualidad absoluta. En estas tres formas se vuelve explícita la Idea divina. Espíritu es la historia divina, el proceso del diferenciarse, del dirimirse, del retomarse en sí; por lo tanto, como historia divina, debe ser considerada más de cerca en cada una de las tres formas" (Lecciones sobre filosofía de la religión, Editorial Alianza, Buenos Aires 1984, vol.II, p.276].
----------"Dios es Espíritu; en la abstracta determinación Dios se determina como espíritu universal, que se particulariza. Esta es la verdad y la religión que tiene tal contenido es la verdadera. Esto es lo que en la religión cristiana se llama la Trinidad. Unidad trina se llama ese Espíritu universal, en cuanto se basa sobre la categoría del número. Es Dios que se diferencia en sí, pero con ello permanece idéntico a sí. La Trinidad es llamada el misterio de Dios, el contenido místico, es decir, especulativo" (Ibid., p.280).
----------Advertimos claramente en estos pasajes cómo Hegel retoma el antiguo discurso del abad Joaquín de Fiore, pero confundiendo en Dios naturaleza y persona. En Hegel, la tríada ya no son tres personas, sino tres momentos de la naturaleza de Dios como Espíritu, que evoluciona dialécticamente. De este modo, las tres edades de Joaquín se convierten en la sucesión histórica de tres atributos del Espíritu:
----------"Podemos distinguir estos períodos como reinos del Padre, del Hijo, del Espíritu. El reino del Padre es la masa sustancial, indiferenciada, en un mero cambiamiento, como el dominio de Saturno, que devora a sus propios hijos. El reino del Hijo es la aparición de Dios sólo en relación con la existencia mundana, en la cual él resplandece como algo ajeno. El reino del Espíritu es la conciliación" (citado por Massimo Borghesi, L’età dello Spirito in Hegel. Dal "Vangelo storico" al "Vangelo eterno", Studium, Roma 1995, p.293).
----------En este pasaje se nota el uso que Hegel hace de la doctrina joaquinita para exaltar la reforma luterana frente a la Iglesia católica: "El Medioevo era el reino del Hijo. En el Hijo Dios no está todavía cumplido. Lo está sólo en el Espíritu, pues como Hijo Él se ha puesto fuera de sí, y así hay un ser-otro, una alteridad, que debe ser superada en el Espíritu, en el retorno de Dios en Sí. Así como la situación del Hijo tiene en sí un elemento de exterioridad, así también en el Medioevo prevaleció la exterioridad. Con la Reforma comienza n cambio el reino del Espíritu, cuyo Dios viene verdaderamente conocido como Espíritu" (Borghesi, op.cit., pp.296-297).
----------La concepción dialéctica del espíritu como yo oponente a sí mismo, conduce a Hegel a poner la auto-contradicción o auto-negación en Dios mismo (acaso estas ideas puedan ser consideradas una enfatización extremista de la coincidentia oppositorum de Nicolás de Cusa), con la consecuencia de que el mal mismo entra en la esencia o Espíritu. Dice Hegel: "La figura de la vida del Espíritu absoluto es ese concepto simple que abandona su esencia eterna y está ahí o actúa. Tiene en la pureza del concepto el escindir o el surgir, porque la pureza es la absoluta abstracción o negatividad; similarmente tiene el elemento de su efectualidad o del ser él mismo puro saber, porque el saber puro es la inmediatez simple, la cual es tanto ser y ser allí, cuanto esencia: un momento el pensamiento negativo, otro el mismo pensamiento positivo.
----------Este ser allí es, en fin y otro tanto, el es ser por él... reflejado en sí mismo, es decir, el ser malo. Esta inserción constituye la oposición del concepto y es por tanto el surgir del saber de la esencia, puro saber que ni actúa ni es efectual. Pero esta su aparición en esta oposición es una participar en ella; el puro saber de la esencia se ha en sí alienado de su simplicidad, porque es el escindir o la negatividad, la cual es el concepto; y en esta escisión está el devenir-para-sí, eso es el mal, en cuanto es el en-sí, que sigue siendo bueno" (Fenomenología del Espíritu, ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1971, vol.II, p.294).
----------Por lo tanto Dios, el Espíritu, el Concepto (pues, recordemos que para Hegel el concepto no es un ente puramente lógico-mental, sino que es lógico-real, es sujeto y espíritu activo; por consiguiente puede ser moralmente calificable; es la cosa misma "en el elemento del pensamiento") es bueno y malo a la vez, en virtud de la ley dialéctica de la necesaria asociación recíproca de los opuestos. Dios, para Hegel no es bondad infinita inocente del mal; sino que para una metafísica como la de Hegel, en la cual el ser no puede existir sin el no-ser, es inevitable que el bien no pueda existir sin el mal, por lo cual también el mal es bueno.
----------Por eso (y hay que tenerlo bien en cuenta) Hegel no habla nunca del Espíritu Santo, sino simplemente del Espíritu, porque ese Espíritu también puede ser malo. A este respecto, es interesante notar cómo Hegel no habla de perdonar al pecador, sino de "perdonar al mal" (Ibid. p.283) y del "movimiento por el cual lo absolutamente opuesto se reconoce como la misma cosa" (Ibid.).
En la creatura hay un vestigio de la Santísima Trinidad
----------Santo Tomás de Aquino acepta la tesis de Agustín (De Trinitate, libro VI, c.10), según el cual "en la creatura aparece un vestigio (vestigium) de la Trinidad" (Sum.Theol., I, q.45, a.7). ¿Qué quiere decir Tomás con vestigium? (cf. también: Sent., I, Dist.3, q.2, 1). Es un efecto que representa la causa de un modo tan imperfecto y oscuro que no da a conocer ni siquiera por similitud la forma de la causa, así como "el humo representa el fuego" (Ibid.). El vestigio, en cambio, se distingue de la imagen, porque ésta da a conocer por similitud la forma de la causa, tal como "la estatua de Mercurio representa a Mercurio" (Ibid.). Y prosigue:
----------"Ahora bien, las procesiones de las Personas divinas suceden según el intelecto y voluntad. En efecto, el Hijo procede como Verbo [como Concepto, Razón, Saber, Pensamiento o Idea, diría Hegel. Es el Logos joánico, el Dabar, la Palabra hebrea] del intelecto, mientras que el Espíritu Santo es el Amor de la voluntad. Por tanto, en las criaturas racionales, en las cuales está el intelecto y la voluntad, se encuentra la representación de la Trinidad a modo de imagen, en cuanto se encuentra en ellas el verbo concebido y el amor procedente. Pero en todas las criaturas se encuentra una representación de la Trinidad a modo de vestigio en cuanto en cualquier criatura se encuentran cosas, que es necesario reconducir a la Trinidad como a su causa.
----------En efecto, toda criatura subsiste en su ser y tiene una forma, por la cual está determinada a una determinada especie y tiene un orden a otra. Por lo tanto, en cuanto es una sustancia creada, representa la causa y el principio, y así demuestra (demonstrat) la Persona del Padre, que es principio no de principio. Como tiene una forma o especie, representa al Verbo, en cuanto la forma de lo artificiado proviene de la concepción del artífice. En cuanto tiene un orden, representa al Espíritu Santo en cuanto es el Amor, porque el orden del efecto a otro depende de la voluntad del creador".
----------De esta manera, santo Tomás de Aquino logra fundar una verdadera metafísica trinitaria, que es la metafísica cristiana por excelencia. Sabemos por fe de la existencia de la Santísima Trinidad; pero este conocimiento de fe ilumina nuestra razón, en modo tal que nuestra razón, aunque permaneciendo en su nivel, ve en el ente una tríada como vestigio de la Trinidad. Desde la creatura ciertamente no podemos recabar racionalmente la existencia de la Trinidad, así como desde la creatura recabamos racionalmente la existencia del Creador. Y, sin embargo, lo que vemos aquí en el nivel de la fe nos induce a ampliar el objeto que vemos sólo en el nivel de la razón, descubriendo una ulterior armonía entre la razón y la fe.
----------Hegel se inspiró en el dogma cristiano de la Trinidad para su concepción dialéctica del ser y del espíritu. No entendió que el método dialéctico de la afirmación-negación del ser unívoco nos impide comprender la verdad del misterio Trinitario, para comprender el cual es necesario una concepción analéctica del ser, que es la única que explica por un lado la unidad de la naturaleza en el trinidad de las personas y por otro la analogía entre el ente divino triádico y la triadicidad del ente mundano.
----------En definitiva, Hegel no ha logrado entender que la oposición ser-no-ser, verdadero-falso, bien-mal, vale sólo para el mundo, no para Dios. Hegel no ha entendido que en nuestro Señor Jesucristo, como dice san Pablo (2 Cor 1,19), "no hubo 'sí' y 'no', sino solamente 'sí' " y que si el diablo es una criatura de Dios, sin embargo, no puede entrar en la esencia de Dios. No es posible servir a la vez a Dios y a Mammón. Aut-Aut. Tertium non datur. El que no está con Cristo, está contra Él. Y el que no edifica con Él, desparrama.
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