miércoles, 16 de febrero de 2022

Breve nota sobre la metafísica de Jesús

Nos podremos salvar del subjetivismo y del individualismo, que nos dividen a los unos de los otros, solamente recurriendo a un pensamiento de amplio alcance. La metafísica de Nuestro Señor Jesucristo, ilustrada por santo Tomás de Aquino, Doctor Communis Ecclesiae, es la que debe guiarnos como racional principio de igualdad, de fraternidad, de libertad, de reconciliación, de concordia y de paz para todos los pueblos.

----------No sé si todos los lectores estarán de acuerdo con el diagnóstico con el que inicio esta pequeña nota: considero que la causa principal de la actual situación de obrar a corto plazo en la Iglesia, o como dicen los marinos de "navegación a la vista", o podríamos decir de vuelo a baja altura, en otros términos, de debilitamiento y embotamiento de la capacidad crítica de nuestra cultura católica, radica en el hecho de que desde hace décadas se ha venido desarrollando una malentendida apertura intelectual, acompañada de un estrechamiento del horizonte especulativo y sapiencial propuesto por la Escritura, por el Magisterio de la Iglesia y por los grandes maestros del pensamiento antiguo y del pensamiento católico desde el Medioevo hasta nuestros días, en particular por la escuela teológica y espiritual de santo Tomás de Aquino.
----------En mi formación inicial he sido afortunado. Desde la época de la secundaria, gracias a la dirección recibida de un santo y erudito sacerdote, mi maestro de religión, he descubierto y siempre he ido profundizando en estos sesenta años el estrecho nexo que existe en el catolicismo entre el amor evangélico por la verdad y ese amor natural por la verdad que, si es cultivado con perseverancia, modestia y seriedad, conduce a la más sólida y alta sabiduría de la razón, es decir, a la sabiduría metafísica, fundamento del buen razonar, de todas las ciencias y de toda la moral, preámbulo y confirmación racional de la fe católica.
----------No me refiero aquí a la metafísica como ciencia académica, no, sino como evidencia y certeza basilar, incontrovertible, espontánea y universal de la razón natural, propia de todo hombre, también del no instruido, pero amante de la verdad y de la honestidad tanto en el pensar como en el hablar.
----------Siempre me ha llamado la atención y me ha admirado el Evangelio del apóstol san Juan, en el cual Nuestro Señor Jesucristo une de modo estupendo el testimonio de su más humilde y sublime humanidad con ese testimonio impresionante, y aparentemente increíble, de su propia divinidad de Hijo del Padre, Logos que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Dado así ese presupuesto, surge lógica la idea, que algunos filósofos y teólogos han tenido y desarrollado, de exponer la metafísica de Jesús, es decir, de comentar todos aquellas sus profundas y elevadas sentencias, plenas de lógica y de universal sabiduría racional especulativa y teológica, que hacen de premisa, presupuesto e introducción a la escucha y a la recepción de la Palabra de Cristo reveladora de su infinito Misterio, objeto de la fe y del dogma eclesial.
----------Lo que resulta de ello es imposible resumirlo en una breve nota como ésta, pero daré algunas pistas. Ante todo, una noción central de la metafísica de Jesús es su concepto de la realidad y por tanto del ser, derivado de la idea bíblica de la creación del ser de la nada y del Nombre divino: "Yo soy" (Ex 3,14). Sólo Aquel que es, puede ser la causa y creador del ser de las cosas y del mundo. Por tanto, se trata de una metafísica realista, que no reduce el ser al pensamiento ignorando así la dignidad ontológica infinita del Pensamiento divino idéntico al Ser, es decir, del Verbo, per Quem omnia facta sunt. De ahí la justa apreciación del pensamiento humano, que no crea la realidad sino que la presupone como creada por Dios, pensamiento creado a imagen del Pensamiento divino. De ahí también la posibilidad de diálogo entre Dios y el hombre.
----------En la metafísica de Nuestro Señor Jesucristo, divino Maestro, es posible encontrar todos los primeros principios de la razón y de la metafísica que ya habían sido descubiertos por la filosofía realista del mundo clásico: el principio de identidad y de no-contradicción, la analogía del ser, lo uno y lo múltiple, el principio de causalidad y de razón suficiente, así como las nociones primeras y originarias de la razón: lo absoluto y lo relativo, el ser y el devenir, la sustancia y el accidente, la materia y el espíritu.
----------La metafísica de Jesús es, para decirlo con sus palabras, "la casa fundada sobre la roca": un saber que, aunque siempre en la búsqueda, es sólido, reconfortante, certísimo, base segurísima e inquebrantable de la moral, un saber por el cual el hombre no es una "caña batida por el viento", no sirve a dos señores, y no oscila entre el sí y el no, sino que su existencia está fundada en Dios, "espíritu y vida".
----------Entonces, ¿cuáles son las conclusiones a las que llegaría una indagación acerca de la metafísica de Nuestro Señor? La conclusión principal, que considero puede ser perfectamente demostrada por quien se lo proponga seriamente, es que en la metafísica de Jesús, Logos divino, encontramos la valorización de la razón humana entendida en el sentido más verdadero y más noble, como poder dado por Dios al hombre para conocer toda verdad sensible y espiritual, toda verdad natural y sobrenatural, toda verdad tanto de razón como de fe, a fin de que pueda el hombre ser hecho partícipe del mismo Pensamiento divino.
----------Desde este ángulo vemos con claridad en qué medida Martín Lutero, con su enconada e injusta polémica contra la razón humana, ha agraviado y ofendido a Cristo, Logos divino, creador y luz de la humana razón. Tal polémica quería retomar la condena agustiniana del pelagianismo y de la razón sensual, soberbia y oscurecida como consecuencia del pecado original; pero Lutero traspasó todo límite al arremeter contra el uso más correcto, lícito y noble de la razón que hacía la teología escolástica aprobada por la Iglesia y en particular contra santo Tomás de Aquino, recomendado varias veces por los Romanos Pontífices.
----------Lutero no tenía ninguna razón para reprochar a Tomás de Aquino el haber utilizado la metafísica de Aristóteles para edificar la teología, y para comentar con la ayuda de la filosofía aristotélica la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia, dado que la Iglesia misma desde la Edad Media se servía del mismo santo Tomás para la interpretación del dato revelado y para la formulación de los dogmas. En efecto, el Aquinate había, sí, asumido la filosofía de Aristóteles, pero lo había hecho después de un riguroso y prudente escrutinio y cribado, por medio de lo cual aceptó lo que era compatible con la doctrina de la fe y descartando el resto.
----------Es precisamente aquello que se llama aculturación, por la cual se asumen en la doctrina católica las categorías de otras culturas, debidamente examinadas. En cambio, en la inculturación se insertan en otra cultura, en formas expresivas adecuadas a esa cultura, las categorías del cristianismo.
----------De esa manera, Lutero ha terminado por difundir una injustificada desconfianza hacia la metafísica, como si la metafísica no tuviera nada que ver con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, sino como para malinterpretarlas en sentido pagano. Según Lutero, la interpretación del texto bíblico debe ser afrontada sin una precomprensión filosófica, que para él es engañosa y distrayente, sino manteniéndose estrictamente dentro de la misma conceptualidad bíblica. El principio no es del todo erróneo, porque al fin de cuentas es cierto que nosotros estamos obligados a asumir los conceptos de la Biblia. Sin embargo, el método (sola Scriptura), en su rechazo de los aportes externos provenientes de la filosofía, es insuficiente y al final mistificante, porque la misma Biblia nos enseña que es mediante la razón que nosotros llegamos a la fe.
----------De hecho, sin embargo, vemos que santo Tomás de Aquino no es hoy muy considerado que digamos en los ambientes intelectuales y académicos católicos. Es verdad. Hoy, también en la Iglesia se han difundido una teología y una exégesis que quisieran rechazar a Tomás de Aquino, el cual sin embargo, no lo olvidemos, goza desde el siglo pasado del título de Doctor communis Ecclesiae y ha sido recomendado por el Concilio Vaticano II. Esta teología y esta exégesis, o rechazan la metafísica para abrazar visiones meramente sociologistas y secularistas, o bien admiten una supuesta "metafísica" falsamente sublime, de tipo idealista, gnóstico o panteísta. El resultado es una cristología nestoriano-arriana, o una cristología eutiquiano-hegeliana, que se hace pasar por "católica", la una y la otra difusoras de una falsa cristología. Llegados a este punto hay que decir que, paradojalmente, es más católica la cristología occamista de Lutero.
----------¿Por qué esa paradoja? Porque al menos Lutero salva la divinidad de Cristo Redentor distinta en unidad de Persona de su humanidad. Debe tenerse en cuenta que el Lutero que desprecia la metafísica es sin embargo el mismo Lutero que acepta las nociones metafísicas que han servido a Calcedonia para formular el dogma cristológico, mientras que las mencionadas cristologías llamadas "católicas", con su relativismo dogmático modernista, no son capaces ni siquiera de comprender el dogma calcedonense.
----------¿De todo ello, cuál es la lección útil para nuestros tiempos? El papa Francisco ha venido trabajando por un nuevo humanismo de la universal fraternidad humana, por el ecumenismo y por el diálogo interreligioso, con las culturas y con los mismos no-creyentes. Propugna una Iglesia "en salida" en la línea del Concilio Vaticano II y de los Papas del postconcilio, una nueva evangelización basada en la inculturación, en el principio de reciprocidad y el respeto a la diversidad: la doctrina del "poliedro". Sin embargo, es necesario instar al Santo Padre a que arroje aún más luz sobre la metafísica que brota del Evangelio, la metafísica de Jesús, cuya universalidad surge del encuentro de Jerusalén con Atenas y con Roma, como ha señalado el papa Benedicto XVI. No debemos tener miedo de abstraer lo universal de lo particular: abstraer no nos hace salir de lo real, sino que nos conduce al propio corazón de lo real. La diversidad es ciertamente un valor, pero si se afirma por sí misma y no se funda en la unidad, genera dispersión, conflicto, confusión y desorden.
----------La modernidad ha producido grandes valores, ciertamente, pero al hacerlo buscando la libertad sin la verdad, ha perdido el principio de la unidad, del ubi consistam. Como se sabe, la cristiandad medieval estaba mucho más unida y mejor fundada que la de hoy en el campo de la metafísica. Posteriormente ha venido a menos la metafísica católica. Han surgido luego otras metafísicas, más ambiciosas, con promesas maravillosas, que sin embargo distan mucho de satisfacer las exigencias de la razón y de la fe como lo hacía la metafísica medieval. La modernidad se jacta de su sentido crítico, pero en realidad la despreciada ingenuidad medieval tenía mucho más sentido crítico que el criticismo kantiano.
----------Bienvenidas sean, pues, las metafísicas de Ockham, Descartes, Hegel, Rosmini, Heidegger, la metafísica del Corán o la de Shamkara y Ramanuja. Sin embargo, todas ellas no son parangonables a la metafísica de santo Tomás de Aquino. ¿Por qué? Porque, de hecho, ninguna en mayor medida que la metafísica tomista, por expreso reconocimiento de la Iglesia, refleja la metafísica de Jesús.
----------¿Y cuál es la perspectiva o el pronóstico que se podría delinear a partir de estas constataciones? Pues bien, dicho a modo de simple tesis: nos podremos salvar del subjetivismo y del individualismo, que nos dividen a los unos de los otros, solamente recurriendo a este pensamiento de amplio alcance. La metafísica de Jesús, ilustrada por el Aquinate, nos debe guiar como racional principio de igualdad, de fraternidad, de libertad, de reconciliación, de concordia y de paz para todos los pueblos y para todas las naciones.
----------Parafraseando a Jesús ("la mies es mucha y los obreros son pocos") diría así: la mies es mucha y los tomistas son pocos. Por lo tanto, supliquemos al Señor de la mies que nos mande muchos tomistas.

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