lunes, 2 de mayo de 2022

Todos piden paz, pero ¿saben qué es la paz? (2/2)

¿Cuáles son las enseñanzas de santo Tomás de Aquino acerca de la paz? ¿Cuáles son las característica del hombre edificador de la paz? ¿Es verdaderamente posible alcanzar la paz en esta tierra? ¿Puedo estar en paz con mi prójimo si él no lo está conmigo? 

Más precisiones de santo Tomás de Aquino sobre la paz
   
----------"La causa primera de la paz sobreviene en cada cosa, ya que, aunque las cosas en las cuales ella obra sean diferentes entre sí, sin embargo, por parte del operante" (es decir, Dios) "no existe diversificación ni en la operación ni en el modo de obrar" (n.890). Esta es la verdadera reconducción de la multiplicidad a la unidad, no la del inmanentismo hegeliano, que pone junto a los contradictorios.
----------La paz divina "sobreviene en las cosas para conservar la unidad de la paz y para instituirla". En efecto, la unidad de la paz consiste, como dice san Agustín en el l.XIX, c.XIII del De Civitate Dei (vale tener presente que aquí Agustín enumera en una espléndida síntesis todas las especies y los grados de la paz, del hombre consigo mismo, con Dios, con el prójimo, con la naturaleza), en la 'tranquilidad del orden', para la cual se requieren tres cosas: en primer lugar, ciertamente, que se distingan entre sí; en efecto, no puede haber orden sino entre los distintos; y por esto la paz da la definición de todas las cosas.
----------En segundo lugar, es necesario para la tranquilidad del orden que ninguna de las cosas distintas antes mencionadas sobrepase los límites de su naturaleza, y por tanto la paz determina estos límites. En tercer lugar, es necesario que sean establecidas y confirmadas esta definición y esta determinación; de lo contrario, si la definición y la determinación de las cosas no son firmes, sino que una cosa, rebasando sus límites, invade los límites de la otra, se confundiría el orden de las cosas y así no habría tranquilidad del orden" (n.891).
----------"Dios no permite que las cosas distintas se dispersen en lo indeterminado y en lo indefinido, es decir, que las operaciones y cambios de las cosas no tiendan hacia un cierto término, como si estuvieran desordenadas y no colocadas o sea firmes en algún principio que las conserva" (n.892). Dicho sea aquí de paso, vemos así, cómo esas teorías físicas que hablan de caos o de casualidad no se sostienen y cómo los que hablan de este modo, el caos y la casualidad lo tienen en su propia mente.
----------Santo Tomás de Aquino señala como un ejemplo de coexistencia pacífica y por tanto de rechazo a la guerra lo que nos viene del orden y de las distinciones que el mismo Dios ha puesto en los entes físicos naturales, los cuales coexisten pacíficamente de acuerdo a las leyes de la naturaleza, según una estupenda armonía universal. Hoy que conocemos conflictos y convulsiones naturales, muchos de ellos de inmensas proporciones estelares, podemos sin embargo confirmar esta visión de Tomás, porque en realidad el hablar de conflictualidad en la naturaleza es sólo una metáfora de tipo antropomórfico, pues también estos así llamados conflictos cósmicos (recordemos que kosmos en griego quiere decir "orden") son la actuación de leyes físicas muy precisas, que reflejan y realizan el orden querido por Dios. Dice el Aquinate:
----------"La paz divina conduce todas las cosas a una recíproca concreción. En efecto, nada hay en las cosas que no tenga alguna unión con las otras o por conveniencia en la especie o en el género, o en cualquier otro orden. Pero dado que esta unión no quita la distinción, ella es inconfundible; y según esta inconfusa unión, todas las cosas están unidas indivisiblemente e indistintamente, porque nada hay que pueda quitar la unión que Dios ha establecido en las cosas, dividiéndolas o distanciándolas aún más" (n.901), lo que comportaría desorden, desarmonía y confusión, tales como para quitar la paz y generar el conflicto.
----------"El efecto de la paz divina con respecto al entero universo conlleva dos cosas: ante todo la paz divina perfecciona el universo; en segundo lugar, es necesario ver de qué modo. Decimos, pues, en primer lugar, que a causa de la mencionada simple naturaleza del universo, está dada la conjunción una e indisoluble de todas las cosas, en cuanto todas concuerdan en el único orden del universo, el cual permanece indisoluble, en cuanto en el mismo universo es causada por obra de Dios una cierta armonía, o bien una proporcionada concordia; existe un acorde de perfecta consonancia. Ahora bien, esta concorde consonancia en las cosas es causada según un consenso y una connaturalidad, de modo que el consenso hace referencia a la concordancia de la voluntad en aquellos que poseen la voluntad, mientras la connaturalidad a la tendencia natural" (n.907).
----------"A causa de la naturaleza divina, existe una única e indisoluble conexión en todas las cosas, porque la paz de la perfecta totalidad, es decir, esa paz que viene de la causa universal perfecta, en cuanto que las causas totales se llaman causas universales, esta paz traspasa de la causa primera a todas las existentes, en cuanto que la virtud unificante de la primera causa uniente, es decir, creadora de unidad en las cosas, está presente simplemente en todas las cosas, es decir, sin ninguna multiplicación de sí y sin mezclarse, porque no se mezcla a las cosas, sino según su esencia es libre de las cosas.
----------Ahora bien, esta paz divina pasa a todas las cosas, uniéndo a todas las cosas entre sí, en cuanto reconduce a todas las cosas a un cierto orden, el cual orden consiste en el hecho de que ciertos extremos se conjugan a otros extremos a través de medios. En efecto, los supremos influyen en los ínfimos a través de los medios y los ínfimos se vuelven a recibir de los supremos a través de los medios; así todas las cosas se conjugan según una única connatural amistad. 
----------Y no solo la paz divina conjuga los extremos a los extremos por medio de medios, sino que también ulteriormente conjuga todas las cosas a sí, en cuanto da a todas a su modo el poder gozar de la misma paz divina, aun a las ínfimas criaturas y a todo lo que es ínfimo en cualquier criatura, es decir, en las extremas terminaciones de cada cosa. En efecto, nada hay tan ínfimo en las cosas, que de algún modo no participe del don divino, de la cual participación obtiene el tener una connatural amistad hacia las demás criaturas y el estar ordenada a Dios, como a último fin el gozar de Dios" (n.910).
----------"La antes mencionada conexión de las cosas es establecida en el sentido de que la paz divina ante todo es considerada como subsistente inmóvilmente en sí misma; secundariamente, es considerada como único ejemplar según el cual todas las cosas, que tienen pertinencia con la paz, aparecen ejemplarmente; en tercer lugar, es considerada en cuanto transmite su semejanza a todas las cosas. En tal sentido se dice que ella se expande por todas las cosas sin por ello sustraerse a su identidad.
----------En efecto, la misma paz divina procede hacia todas las cosas, en cuanto se transmite según la similitud de sí, según la propiedad de cada cosa y, sin embargo, sobre-emana según la abundancia de su pacífica fecundidad, porque en Dios hay más virtud en el crear la paz, que en las cosas hay capacidad de recibirla y por tanto la emanación de la paz de Dios está por encima de toda receptividad por parte de las cosas" (n.911).
   
Las características del hombre edificador de la paz
   
----------La persona pacífica no es el cuello torcido, el astuto melifluo o el agua quieta, que habla siempre en voz baja por fingida humildad, maldice a sus espaldas, se hace pasar por amigo como Judas, calla por astucia o por conveniencia o por miedo, cuando debería hablar y manifestarse con claridad. No es el que se bambolea entre el sí y el no, entre Cristo y Satanás, el que hace el doble juego y quiere mantenerse bien con todos, siempre a flote; el que manda a todos al cielo, el que se comporta bien exteriormente, pero peca en secreto, bendice en las palabras, pero maldice en el corazón. La persona pacífica no es el que recita el Credo sin creerlo; quiere mostrarse de mente abierta aprobando tanto el bien como el mal.
----------La persona pacífica no es en absoluto aquella que no da nada por cierto excepto sus propias ideas; no es la que ironiza sobre todo excepto sobre sí mismo; no es la que se burla de los simples y admira a los astutos; no es la que admira a los que siempre saben mantenerse a flote y se ríe de los coherentes que pagan en persona su coherencia; no es la que prefiere los placeres de la carne a los del espíritu; no es la que está de parte del más fuerte, cambia de idea según el viento que sopla, adula e instrumentaliza a los poderosos y desprecia a los justos perseguidos e incomprendidos. No es la que no quiere tener problemas, quiere que lo dejen en paz, escapa a la responsabilidad como Pilato, se abstiene de decir quién tiene razón y quién no. No es persona pacífica la de tono apático e indolente, de lenguaje untuoso, que lleva veneno bajo los labios, falsamente cortés, pero que en el fondo es persona bárbara, obscena y salvaje.
----------Por el contrario, la persona verdaderamente pacífica y constructora de paz suele ser una persona mansa, calma, dulce, afable, serena, controlada, gentil, benévola, cortés, afectuosa, amorosa, sociable, de buen humor, expansiva, tierna, delicada, religiosa, compasiva, comprensiva, liberal, magnánima, abierta, tolerante, paciente, obediente, sumisa, conciliadora, siempre atenta a las necesidades de los demás.
----------La persona pacífica subraya lo que une y quita o disimula lo que divide, pone orden donde existe el desorden y la anarquía, la armonía donde hay contraste o contraposición; disuelve las contradicciones, pone la jerarquía donde hay achatamiento, recompone lo que está descompuesto o fragmentado o quebrado, disperso y digregado; reúne lo que está hecho añicos, disipa los equívocos, sustituye el dualismo por la dualidad, la ambigüedad y la confusión por la unicidad, la distinción y la claridad, la duplicidad y la astucia por la honestidad, la limpidez y la lealtad; identifica y quita el motivo de la discordia, une a todos en la verdad y en Dios, reconcilia a los enemigos, aplaca los odios, apaga las pasiones desenfrenadas, impulsa al arrepentimiento, a la conversión, a la reparación, a la restitución, a la expiación y a la reconciliación.
----------Sin embargo, en ocasiones, también sabe encenderse con una justa ira; sabe, siguiendo el ejemplo de Cristo y de los profetas, alzar su voz contra la injusticia; sabe denunciar con claridad y coraje la violencia, la tiranía, la hipocresía, la herejía, la traición, el abuso, el egoísmo de los ricos, la opresión de los débiles, sabe amenazar con el castigo divino, sabe predicar con fuerza e impresionar, sabe sacudir del letargo a las conciencias adormecidas, sabe derretir los corazones endurecidos, sabe conmover y hacer derramar lágrimas a los pecadores endurecidos, sabe reconciliar a los cristianos divididos por seculares herejías.
----------Como vemos, se trata de un ideal altísimo, estupendo y admirable, que actualmente, en nuestra condición humana de frágiles pecadores hijos de Adán, por mucho que nos esforcemos y por muchos progresos que hayamos hecho en la historia, estamos muy lejos de haber alcanzado o poder alcanzar realmente en la mencionada perfección, porque la paz requiere un tal número de cualidades, de condiciones y de medios, que por ahora somos absolutamente incapaces de obtener en su plenitud y totalidad.
----------Y esto por varios motivos: ante todo porque no sabemos cuál es la verdadera paz, y por tanto dónde se encuentra, cómo se adquiere, cómo se mantiene, cómo se recupera, cómo se defiende, cómo se propaga, quien nos la da. Y luego porque hay en nosotros una tendencia, aquí abajo nunca totalmente vencible, a pensar mal del otro, a cerrarnos al otro, una tendencia al conflicto, a la negación, a la incoherencia, a la contradicción, a la falsedad, a la mentira, a la calumnia, al insulto, a la denigración, al escarnio, al engaño, a la desconfianza, a la duplicidad, a la ficción, a la rebelión, al desprecio, a la agresión, a la provocación, al escándalo, al resentimiento, a la venganza, al odio, a la violencia, a la crueldad, al sadismo, a la opresión, a la destrucción, al egoísmo, a la soberbia y a todo vicio, todas causas de la guerra, que es lo contrario de la paz.
   
¿De dónde proviene la paz?
   
----------La paz es sustancialmente dada por la unión con Dios aquí en la tierra mediante la observancia de sus mandamientos y la vida en gracia de Dios. Pero aquí abajo esta unión es continuamente contrastada y obstaculizada por nuestros pecados y por las insidias y tentaciones que vienen del prójimo y del diablo. Por tanto, es necesario reaccionar con una contínua lucha contra el pecado y contra las fuerzas enemigas del mundo y del demonio. Aquí también puede tener justificación el uso de las armas.
----------Esta vida es, pues, una batalla que debe combatirse bajo la guía de Cristo, representado en la tierra por el Romano Pontífice, pastor universal de la Iglesia, que es la Mujer vestida de sol en lucha contra el dragón. La victoria definitiva podremos alcanzarla solo en el cielo. Allí tendremos la paz verdadera, absoluta, indefectible, total y eterna, dada por la visión beatífica de Dios y por el ingreso en la Jerusalén celestial. Seremos libres para siempre de nuestros enemigos, quienes sufrirán las penas del infierno.
----------Bien lo sabemos: con el pecado original hemos perdido la paz, que consistía en nuestra sumisión a Dios. En tal modo se han roto todos los vínculos y los nexos ordenados por Dios entre todos los elementos de la creación y del hombre. Ha nacido toda suerte de conflictos: conflicto del hombre consigo mismo, oposición del alma al cuerpo, separación del pensamiento de la realidad, conflicto del pensamiento consigo mismo, conflicto entre el pensamiento y la acción, conflicto entre carne y espíritu, entre sentido e intelecto, entre pasión y voluntad, conflicto entre el hombre y la mujer, entre jóvenes y ancianos, entre raza y raza, entre el individuo y la sociedad, entre familia y familia, entre pueblo y pueblo, nación y nación, Estado y Estado, entre el hombre y la naturaleza. ¿Cómo hacer, entonces, la paz? ¿Cómo reconstruir la armonía perdida? Precisamente para ello Dios Padre nos ha dado a su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.
----------Jesús es Quien nos enseña cómo podemos rencontrar la paz, y nos hace conquistar una paz, la de la futura resurrección, la paz de los hijos de Dios, suprema y superior a la que existía en el Paraíso del Edén. El medio fundamental para encontrar la paz es la lucha contra el pecado, porque del pecado nos han venido todos los males, por lo cual lo fundamental que debemos hacer es combatir el pecado y lo que está conectado con él: la concupiscencia, la rebelión a Dios, el odio entre hermanos, la sujeción a Satanás.
----------Jesús nos enseña el método de esta lucha, el coraje y la fortaleza que es necesario tener para vencer contra el enemigo. El arma victoriosa es la cruz. In hoc signo vinces, según la palabra que le apareció en el cielo a Constantino. No se trata tanto de poner el símbolo de la cruz en las armas, como hicieron los cruzados, sino de unir nuestros sufrimientos a la cruz de Cristo, conjuntamente con las buenas obras y el hacer todo lo que esté en nosotros para evitar o extinguir las guerras y para afirmar la paz.
----------También es necesario distinguir, por un lado, la paz interior, la paz del alma y de la conciencia, la paz personal con Dios y con el prójimo, de la paz social o comunitaria, por otro lado. Yo puedo estar en paz con el prójimo, que me da la espalda, me ofende, me hace sufrir, me humilla, me persigue, me odia.
----------La paz social, en cambio, requiere la participación concorde de todos: es necesario que todos estén en paz con todos. Es necesario que todos estén en paz con Dios. Y esto no sucede si una comunidad no está en paz en su conjunto, es decir, si está dividida en facciones, si todos no están en comunión con Dios.
----------Viceversa (y esto es muy importante), yo, unido a Dios, puedo estar, en lo que a mí respecta, en paz con otros que no están en paz conmigo, porque ellos no están en paz con Dios. Por otra parte, para que yo pueda decirme en paz con o hacia el prójimo, es suficiente que yo esté en paz con Dios y con buena disposición de ánimo hacia mi prójimo, aun cuando mi prójimo me haya hecho daño. Pero a fin de que haya paz entre mí y mi prójimo, mi prójimo también debe hacer su parte, porque si no la hace, es decir, si no está también mi prójimo unido a Dios, es claro que no puede haber paz entre mí y mi prójimo, pero no por culpa mía, sino por su culpa, porque no hace su parte, ya que no está unido a Dios.
----------Por lo tanto, hemos arribado a una fundamental conclusión: una cosa es la paz-hacia y otra cosa es la paz-entre. Dios quiere que yo tenga paz-hacia; mientras que la paz-entre, si no existe, no es culpa mía, porque no depende de mí, sino del prójimo, que no está en paz hacia mí. Así que yo puedo estar de todos modos en paz con Dios y con los otros, incluso si ellos no están en paz conmigo, porque no están en paz con Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.