sábado, 4 de septiembre de 2021

¿Qué queda de los debates litúrgicos por el cierre del Seminario de San Rafael? ¿Comunión en la boca o Comunión en la mano? (2)

En la primera parte de este artículo hemos considerado ante todo el valor vinculante de las prescripciones sobre el modo de comulgar, y luego tratamos de indagar, en los relatos neotestamentarios de la última Cena, qué hizo exactamente Nuestro Señor Jesucristo al momento de dar la Comunión a sus apóstoles. En esta segunda parte examinaremos la simbología de la boca y de la mano en la Comunión, para concluir sugiriendo las posibles ventajas y desventajas de ambas modalidades de comulgar. Espero que la entera reflexión que estoy proponiendo nos permita una visión más serena y fundamentada de lo que ha salido a la luz acerca de lo ocurrido hace ya un año en los lamentables sucesos de la diócesis de San Rafael.

La simbología de la boca y de la mano
   
---------La modalidad de recibir la Santísima Eucaristía en la boca, directamente de la mano del sacerdote, ofrece una mejor idea de que la Eucaristía es un don de Dios a través del sacerdote. No se trata de un simple alimento terreno, que nosotros tomamos con la mano y nos llevamos a la boca. Es cierto que incluso en tal caso la recibimos del sacerdote. Sin embargo, el recibirla directamente en la boca queda mejor expresada nuestra incapacidad, nuestra insuficiencia o nuestra inadecuación para procurarnos el alimento eucarístico por nuestra propia cuenta, por nosotros solos, sin la mediación del sacerdote.
---------El recibir la Santísima Eucaristía en la boca representa mejor nuestra receptividad ante Dios; expresa mejor la sublimidad de Dios, su trascendencia, su divinidad. No se trata de algo que viene desde abajo, sino desde lo alto, desde el cielo: Panem de caelo praestitisti eis. No es algo funcional a nosotros, sino que es algo respecto a lo cual nosotros somos relativos, subordinados, funcionales. No es solo un alimento que nos hace crecer, sino que, como dice san Agustín de Hipona, es un alimento para prepararnos a recibir lo que nosotros debemos a nuestra vez cultivar, hacer crecer. Es el "alimento de los fuertes".
---------Esto no quita, como ha dicho el papa Francisco, que la Eucaristía sea el alimento de los pecadores, precisamente en cuanto que todos aquí abajo somos pecadores. Y de hecho ella, aunque sea dada a quien está ya en gracia, es tradicionalmente llamada "remedio o fármaco de inmortalidad".
---------El recibir la Comunión en la boca recuerda mejor que la Comunión en la mano que la hostia, más que ser alimento para consumir, aunque sea divino nutrimento, es objeto de adoraciónes Cristo mismo bajo las especies del pan y del vino. Más que ser esa vida divina, vida de gracia que yo asumo nutriéndome de Cristo, es Cristo mismo, mi Dios que está ante mí, un Tú divino al cual mi yo está llamado a unirse en mística unión, como el esposo con la esposa. Yo permanezco yo y Él permanece Él: sin embargo, el divino nutrimento me asimila a Él, haciéndome, más allá de mi ser natural y creatural, hijo de Dios.
---------No es que Cristo esté presente momentáneamente en el pan, como creía Lutero, de modo que en un momento subsecuente, finalizada la Misa, deja el pan, sino que la hostia es Cristo mismo bajo las especies del pan, aunque ciertamente no el Cuerpo del Cristo celestial, sustancia con sus accidentes, y sin embargo su Cuerpo está presente bajo las especies del pan a modo de sustancia. Por eso, mientras duren las especies del pan, dura la presencia de Cristo bajo las especies del pan. No es conveniente en cambio conservar las sagradas especies del vino, y por eso ellas son totalmente consumidas en cada Misa.
---------Cabe señalar, por otra parte, que no es que, finalizada la Misa, aquel Cristo que estaría presente en el pan -al decir de Lutero- se va y el pan sigue siendo pan. No. El pan consagrado es Cristo y permanece siendo Cristo, aunque bajo el velo de las apariencias eucarísticas. Por eso, incluso después de que la Misa haya finalizado, la hostia consagrada, conservada en el tabernáculo, sigue siendo Cristo y puede ser adorada como nosotros adoramos a Cristo. Adoro Te devote, latens Deitas.
---------Por otra parte, el recibir la Eucaristía en la mano puede significar la parte activa que el fiel desarrolla en el asumir el Sacramento. La iniciativa humana es factor esencial en la obra de nuestra santificación, aun cuando, naturalmente, tal iniciativa sigue siendo efecto de la moción divina.
---------La Comunión en la mano, por otra parte, puede ser símbolo del ejercicio del sacerdocio común de los fieles. La hostia es un don de Dios, de hecho es Dios mismo que se hace don, pero las sagradas especies siguen siendo siempre "fruto de la tierra y del humano trabajo". En ellas Dios mismo se complace en cierto modo de humillarse haciéndose manejable por las manos del hombre.
---------Ciertamente, el pan eucarístico es pan sólo en sentido metafórico y, sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo mismo ha querido definirse como "pan de vida eterna". En la Eucaristía, aun cuando ya no esté el pan y esté el Cuerpo del Señor, sigue siempre siendo el símbolo del pan, de ese pan que nosotros tomamos de la mesa o de quien nos lo ofrece y que nosotros nos ponemos en la boca.
---------Algunos piensan que debe ser solo el sacerdote quien toque la Eucaristía. Ciertamente es solamente el sacerdote quien confecciona la Eucaristía con las palabras de la consagración actuando in persona Christi. Sin embargo, esta idea de que el no-sacerdote no puede tocar la hostia consagrada no tiene ningún fundamento teológico y muestra un injustificado desprecio por el no-sacerdote.
---------Naturalmente, es muy cierto que las manos sacerdotales están consagradas por la gracia del sacramento del Orden Sagrado, y es igualmente cierto que esas manos del sacerdote son especiales instrumentos de la gracia. ¿Pero, por qué no deberían estar purificadas por la gracia también las manos del fiel y no ser por lo tanto dignas también de tocar el Cuerpo eucarístico del Señor? ¿Para qué vale, entonces, la preparación del fiel para la Comunión si no es para volver puras y santas esas sus manos?
---------Esto no quita el hecho de que la mano del sacerdote sea la mano que da la Santísima Eucaristía, y la del fiel la mano que la recibe; pero si la primera mano toca el don, ¿por qué no podría tocarlo aquella mano que lo recibe? En nuestra vida cotidiana no se debe tocar algo con la mano sucia para no ensuciarlo. ¿Pero acaso el fiel no puede purificar su propia mano para no ensuciar lo que toca?
---------Por otra parte, si se sospecha que la mano sea impura para tocar la hostia consagrada ¿por qué no sospechar que también la lengua sea impura, tal como para no ser digna de tocar el alimento eucarístico? ¿Por qué debería serlo solo la mano? Se podría responder: de la mano el fiel puede prescindir, pero no de la lengua. De acuerdo: ¿pero no queda siempre el problema de la purificación de la lengua? ¿Acaso los pecados cometidos con la lengua son inferiores o menos graves que aquellos cometidos con la mano?
---------En cualquier caso, tanto en la Comunión en la boca como en la Comunión en la mano, el sacerdote debe tener una actitud muy digna, de modo que a cada fiel que se presente él le muestre primero la hostia, para la adoración, pronunciando con calma y sin prisa las palabras del rito: "el Cuerpo de Cristo", mirando a la hostia sostenida elevada, para que el fiel también mire a la hostia y la adore.
---------Luego de lo cual procede a dar la Comunión. No debe actuar como ciertos sacerdotes que parecen la misma imagen que un cabo repartiendo las galletas a los soldados o como el abuelo que reparte los caramelos o los regalos de Navidad a sus nietos, sino que, por el contrario, con actitud solemne y hierática, debe mostrar al fiel la hostia a fin de que, antes de comerla, haga un acto de adoración.
   
Ventajas y desventajas
   
---------La práctica de la Comunión en la mano es mucho más compleja que la de la Comunión en la boca y, por lo tanto, conlleva riesgos y desventajas en comparación con la muy simple Comunión en la boca.
---------De hecho, en el caso de la Comunión en la mano, el fiel se presenta de pie y extiende sus dos manos abiertas la una sobre la otra. El sacerdote posa la hostia en la mano abierta y el fiel la toma y se la lleva a la boca. Pero aún no está terminado el acto de comulgar: el fiel debe ingerirla frente al celebrante para evitar casos en los que el fiel se vaya sin haber mostrado que la ha ingerido, eventualmente, como lamentablemente se puede verificar, para usarla para prácticas supersticiosas o en todo caso impropias.
---------La hostia consagrada debe ser posada sobre la palma abierta de la mano, sin que la mano del sacerdote toque la mano del fiel. Es esta una precaución especialmente recomendada en este tiempo de pandemia. La palma abierta ofrece amplio espacio para la colocación de la hostia sin que haya ningún riesgo, tanto de que el sacerdote toque la mano de los fieles, como de que la hostia caiga al suelo.
---------Por lo tanto, el fiel debe evitar otros modos menos seguros de tomar la hostia, como, por ejemplo, el mantenerse las manos juntas o el sujetarse la hostia apretándola entre el pulgar y el índice y el medio, porque se trata de métodos que no evitan del todo el riesgo de que la hostia pueda caer al suelo.
---------En cuanto a la Comunión en la boca, es necesario que el fiel abra la boca haciendo extender ligeramente la lengua, de modo que el celebrante tenga toda la facilidad de poner la hostia consagrada sobre la lengua del fiel. De hecho, sólo de este modo las cosas van bien.
---------Ocurre, en cambio, que hay fieles que se limitan a abrir la boca manteniendo dentro la lengua, de modo que los dedos del ministro que portan la hostia se ven obligados a entrar en la boca del fiel. Puede ocurrir entonces que los dedos del ministro toquen la lengua del fiel, con evidente riesgo de contagio en esta pandemia, y contagio en un doble sentido: primero, en el sentido de que los dedos del sacerdote pueden quedar infectados en el caso que el fiel sea positivo, y con el consiguiente riesgo de transmitir el virus a otro fiel, que el ministro debería tocar con los dedos. En un segundo sentido, el riesgo del contagio podría provenir del hecho de que el propio ministro sea positivo o transmisor sano, contaminando así al fiel.
---------Por lo tanto, considerando la actual emergencia sanitaria, la ventaja de la Comunión en la mano respecto a la de la Comunión en la boca está dada por el hecho de que ella protege mejor del contagio. Pero, en principio, la ventaja de la Comunión en la boca respecto a la de la Comunión en la mano está dada por el hecho de que ella es más simple y más fácil sobre todo por parte del fiel.
---------Para el ministro no existe diferencia. Puede solo encontrarse en dificultades cuando se dan aquellos fieles que no respetan las reglas ni de la Comunión en la boca ni de la Comunión en la mano.
---------Lo importante, en todo caso, es hacer bien la Comunión y que el sacerdote dé ejemplo de la más alta estima y devoción hacia el augustísimo Misterio de la Eucaristía, educando con cuidado al pueblo en su culto y en su práctica; y sepa, respecto a la distribución de la Comunión, salir al encuentro de las legítimas exigencias de los fieles. Vale aquí el dicho áureo de san Agustín: "in dubiis libertas, in necessariis unitas, in omnibus caritas".
   
La necesaria instrucción a los futuros sacerdotes y a los fieles
   
---------Digamos finalmente algunas palabras sobre aquellos lamentables acontecimientos, vividos hace ya un año en la diócesis mendocina de San Rafael, con el cierre del Seminario diocesano decidido por su obispo, mons. Taussig, por el arzobispo metropolitano de Mendoza, mons. Colombo, y por la Santa Sede. Del modo como se desarrollaron concretamente los acontecimientos, se tiene la impresión de que ni los fieles ni el propio pastor diocesano actuaron con la debida prudencia, justicia y caridad.
---------Sin embargo, el objetivo de este artículo ha sido solamente reflexionar sobre la puntual cuestión litúrgica que parece haber sido el detonante último de la decisión episcopal, tal como fue expresado por mons. Taussig en su decreto y en sus declaraciones a la prensa: "la comunión tanto en la mano como en la boca son legítimas y están aprobadas por la Iglesia, y cada una tiene un significado muy rico", expresó el Obispo. "Es por ahora, y hasta que termine la pandemia. Luego cada uno podrá elegir cómo comulgar. Por ahora queremos cuidar la vida de todos y evitar los contagios", aclaró a la prensa hace ya un año.
---------No es mi intención aquí, reflexionar sobre la corrección de la medida gubernativa del fin de actividades de la casa de formación del clero sanrafaelino. Aquellos que conozcan mejor que yo las verdaderas razones del cierre del seminario podrán valorar con mayor fundamento la justicia y prudencia de tan drástica medida pastoral y de gobierno asumida por la Jerarquía responsable.
---------De todos modos, el decreto episcopal es claro respecto al problema que se transparentó como el "nudo gordiano" o la "gota que rebalsó el vaso" de la crisis en la diócesis, o lo que otros llamaron la "excusa", que llevó a la Jerarquía a tomar la decisión del cierre del Seminario: la negativa no solo de los seminaristas a comulgar en la mano, según lo que los Obispos de la provincia eclesiástica prescribían en la emergencia de la pandemia, sino también del propio clero sanrafaelino y de los formadores del Seminario.
---------El decreto de mons. Taussig habla de "las dificultades que atraviesa la diócesis, en el contexto de las medidas relativas al Covid-19, por la reticencia o falta de obediencia a las disposiciones establecidas en el Mensaje de los Obispos de la Provincia de Mendoza a los católicos mendocinos el 12 de junio pasado y el Decreto emitido por mi para la Diócesis de San Rafael el 13 de junio, por parte de un sector importante del clero, la mayoría ex alumnos del Seminario Diocesano, y algunos de ellos profesores o referentes significativos para los seminaristas, con grave escándalo dentro y fuera del seminario y de la Diócesis".
---------Llama la atención el protagonismo de "un sector importante del clero, la mayoría ex alumnos del Seminario Diocesano", lo cual hace comprensible la actitud de aquellos seminaristas que de tan obstinado modo querían hacer valer su derecho a comulgar en la boca, que está revelando una disposición de ánimo que de ninguna manera condice con alguien que se está formando para cumplir en el futuro próximo su misión de sacerdote diocesano, colaborador del Obispo, y en el servicio del pueblo de Dios.
---------Es muy cierto, como ya lo he explicado, que las prescripciones del Obispo no deben ser asumidas y obedecidas de modo taxativo o perentorio, como si se tratara de mandatos de la ley natural y divina y, en tal sentido, el fiel católico tiene derecho a reclamar la excepción si se lo exige su conciencia, y es también muy cierto que el sabio comportamiento de un Obispo diocesano no debe ser el de presentar la Comunión en la mano como una verdadera y propia orden taxativa y perentoria, de modo similar a como el Obispo ordena a los fieles el cumplimiento de la ley moral natural o divina. De hecho, parece que mons. Taussig supo reflexionar sobre su decisión y tiempo después suavizó las normas disciplinarias.
---------Sin embargo, debemos hacer al respecto algunas distinciones: un seminarista diocesano no es ya un simple fiel; y también habrá que distinguir entre diversas clases de seminaristas: por ejemplo, entre los que recién ingresan, los que aún están en la fase propedéutica, o en los años de filosofía, o los avanzados del curso de teología, o los que ya están a las puertas de las sagradas órdenes. Unos más, otros menos, pero en cualquier caso, todos ellos, deberían haber comprendido que su situación no es la de simples fieles, y que el Obispo tiene todo el derecho de impedir el acceso de un seminarista a las sagradas órdenes si observa que su inteligencia y su fe no están suficientemente formadas y, por ende, su voluntad no está lo suficientemente dispuesta a servir a la diócesis, alejado de todo rígido sectarismo y de toda concepción ideológica en cualquier campo de la doctrina católica, incluida la sagrada liturgia. ¿Podría acaso ser de otra manera?

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