domingo, 19 de septiembre de 2021

¿Jesús en el pan o Jesús bajo las apariencias del pan?

Bien sabemos que el lenguaje del papa Francisco no ha sido siempre todo lo claro y preciso que humanamente se hubiera podido esperar de quien debe cumplir el mandato de Cristo de apacentar su rebaño ("pasce oves meas"); apareciendo a veces ambigüedades que han generado y aún generan equívocos, con la consecuencia en los católicos menos virtuosos o menos instruidos, de caer en la tentación de dudar del carisma magisterial del Vicario de Cristo ("confirma fratres tuos") o, en el peor de los casos, de acusarlo de hereje, acusación que constituye en sí misma una herejía por parte de quien la expresa.

----------Ante a esas ambigüedades del Santo Padre, ¿cuál debe ser entonces la actitud del católico? La fe ante todo; pero entiéndase bien: la fe en aquella promesa de Nuestro Señor Jesucristo: "ego dico tibi quia tu es petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam"; y por ende la fe del católico en que Cristo no nos ha engañado y no permitirá que Pedro y sus sucesores dejen jamás de cumplir lo que les ha mandado: "confirma fratres tuos", deber para cumplir el cual están Pedro y sus sucesores dotados de la indefectible gracia magisterial, que los hace infalibles en el creer y en el enseñar en materia de fe y moral; aunque es cierto también que Pedro y sus sucesores, si bien dotados de particulares dones de estado o gracia pastoral para cumplir el otro mandato que les ha dado Cristo: "pasce oves meas", no siempre aquí son dóciles a su divina asistencia, pudiendo equivocarse y pecar (y es aquí donde se insertan esas ocasionales ambigüedades en las expresiones del Santo Padre).
----------Por consiguiente, es deber del católico no dudar jamás de que Pedro nos enseña la recta fe, aunque a veces, ocasionalmente, a causa de sus humanas limitaciones y de sus pecados, acaso pueda ser ambiguo, obscuro, impreciso, en el modo en que nos confirma en la fe. Deber del buen católico será, pues, saber discernir cuando el Sucesor de Pedro me habla como maestro de la fe, y cuando como doctor privado; saber distinguir en sus palabras, por un lado, la doctrina y, por otro lado, sus opiniones privadas.
----------Quisiera hoy señalar una de esas ocasiones en las que el actual Romano Pontífice no se ha expresado con total claridad y precisión, acerca de un tema que es vital y central en nuestra condición de cristianos, partícipes de la filiación divina que Cristo Nuestro Señor nos ha obtenido.
----------Hace de esto ya más de dos años, el papa Francisco, en su homilía del 23 de junio de 2019, por la Santa Misa del Corpus Domini, pronunció, entre otras, las siguientes palabras: "Ante la Eucaristía, ante Jesús convertido en Pan, ante este Pan humilde que contiene todo el bien de la Iglesia, aprendamos a bendecir lo que tenemos, a alabar a Dios, a bendecir y no a maldecir nuestro pasado, a regalar palabras buenas a los demás. [...] Allí está Dios encerrado en un pedacito de pan".
----------Sobre este pasaje de la homilía, podemos hacernos algunas preguntas: ¿Jesús se transforma en pan? ¿Jesús se convierte en pan? ¿Qué quiere decir el Papa? ¿De qué pan se trata? Evidentemente no puede tratarse de lo que nosotros comúnmente llamamos "pan", del pan del panadero y del pan de nuestras mesas, que comemos todos los días. En la celebración de la Santa Misa, el pan está ya sobre el altar. A las palabras de la consagración, Jesús no se convierte en lo que ya está sobre el altar. Sino que es este pan el que se convierte en el Cuerpo de Cristo, se transustancia en este Cuerpo; es decir, como dice el Concilio de Trento, toda la sustancia del pan se convierte en la sustancia del Cuerpo de Cristo.
----------Sin embargo, está claro que Nuestro Señor Jesucristo puede ser considerado "pan" en un sentido metafórico o en un sentido analógico, es decir, así como el pan material nutre el cuerpo permitiéndole vivir físicamente, así Jesús es el pan divino, que nutre el espíritu y da la vida eterna. Y de hecho el mismo Jesús se llama a Sí mismo "pan" de vida eterna descendido del cielo (Jn 6,48-58).
----------Sin embargo, está claro que aquí Jesús habla en sentido metafórico; pretende presentarse como alimento celestial de las almas. En esa circunstancia se limita a explicar que ese pan, ese alimento espiritual es su "carne". Sólo en la Última Cena aclarará que comer su carne quiere decir la Comunión eucarística.
----------Aquí, sin embargo, Jesús tomó el pan y no dijo "este pan es mi cuerpo" o "yo estoy en este pan" o "yo estoy presente en este pan" o bien "yo me convierto en este pan" o "este pan significa o representa mi cuerpo", sino ESTO ES MI CUERPO. El predicado "es" significa la sustancia, la naturaleza o la esencia de una cosa, de la cual se predica el ser esa cosa dada. Si yo digo "el triángulo es una superficie de tres lados", defino la esencia del triángulo. Si Jesús ha dicho "esto Es mi cuerpo", ha definido la esencia de la hostia consagrada: es su cuerpo, más allá de las apariencias sensibles, que lo hacen parecer pan.
----------Por lo tanto, si yo tengo fe en el Señor, no constato por experiencia o con evidencia racional que la hostia es el Cuerpo de Cristo, sino que debo CREERLO en su palabra, no obstante las apariencias en contrario. Sin embargo, creer esto no se trata de un absurdo, porque no es metafísicamente imposible que los accidentes de una sustancia sean separados de la misma sustancia. Quien piensa que después de la consagración el pan sigue siendo pan, demuestra NO CREER en las palabras de Cristo.
----------Es de notar que Jesús usa el modo neutro (latín: hoc, griego: tuto) para significar que la transubstanciación ocurre en el momento en que Él está pronunciando las palabras de la consagración. "Esto", por lo tanto, no es ni el pan ni el Cuerpo, sino que es lo que ya no es pan y aún no es Cuerpo; es el momento en el cual el pan deviene Cuerpo, el pasaje ontológico del pan al Cuerpo.
----------Por lo demás, cuanto ocurre en el altar a las palabras de la consagración no puede ser asimilado al proceso de la Encarnación, por lo cual podemos efectivamente hablar de un "Dios hecho hombre" o "Verbo devenido carne", porque aquí el Verbo se une hipostáticamente a una naturaleza humana o asume una naturaleza humana (la naturaleza humana de Cristo) en la unidad de la Persona del Hijo.
----------Por otra parte, al reflexionar sobre estos divinos misterios, intentamos evitar parangones impropios o malas comparaciones. A las palabras de la consagración, Cristo no se empequeñece para entrar en el pan, no entra en composición con el pan como la uva pasa en el pan dulce, ni se une al pan como la mermelada que es untada sobre él, y mucho menos se transforma en el pan, como la harina cocida al horno.
----------Todas esas comparaciones son ridículas e irreverentes hacia estos divinos misterios, y nada tienen que ver con cuanto sucede realmente en el momento en el cual el sacerdote, in persona Christi, pronuncia las palabras de la consagración. Lo que realmente ocurre es, en cambio, el hecho de que Cristo transubstancia la sustancia del pan en la sustancia de su propio cuerpo, en modo tal que los sentidos perciben las cualidades y las propiedades del pan. Solo la fe sabe lo que sucede realmente.
----------En efecto, la fe, nuestra fe, es la que sabe que lo que parece pan no es ya pan, sino Cuerpo de Cristo. Y es necesario señalar que el decir que la hostia consagrada tiene las apariencias del pan, no significa en absoluto decir que las propiedades captadas por los sentidos no son reales sino aparentes. ¡No, no! ¡De ninguna manera! Son reales; sólo que a ellos no subyace su sustancia, sino la sustancia del Cuerpo de Cristo. Los accidentes del pan son milagrosamente sustentados por la omnipotencia divina.
----------Por eso, después de la consagración, el pan ya no es pan, sino Cuerpo de Cristo. Por lo demás, es necesario recordar que en la Eucaristía Cristo no se une momentáneamente a una porción de pan, que sigue siendo pan, como creía Lutero, para separarse de nuevo del pan, que por tanto puede subsecuentemente ser consumido como cualquier otra porción de pan común. En efecto, como sabemos, los luteranos no admiten la adoración de la Santísima Eucaristía conservada en el tabernáculo.
----------Incluso suponiendo que en el tabernáculo sean conservadas las oblatas ofrecidas en la precedente Cena del Señor, en cuanto que estas oblatas son simple pan desprovisto de la presencia real de Cristo, para los luteranos sería superstición adorar estas oblatas, que están privadas de la concomitancia de la divinidad. Por consiguiente, para los luteranos, el adorar las oblatas sería como adorar al simple pan. Lo que un piadoso cristiano puede hacer delante del tabernáculo, según los luteranos, es a lo máximo detenerse en admiración por la función desarrollada por las oblatas con una actitud similar a aquella actitud con la cual en una pinacoteca o en un museo de arte, admiramos el cuadro de un famoso pintor.
----------En base a todo lo dicho, debemos señalar que la presencia de Cristo en la Eucaristía, llamada "presencia real", es algo muy diferente de la presencia genérica de Dios en todas las creaturas con su potencia creadora y su providencia. En efecto, aquí se trata de una presencia por contacto inmediato de la causa con el efecto, permaneciendo ontológicamente distintos el efecto y la causa. La concepción luterana de la presencia real no se aparta ni se diferencia de la presencia genérica de Dios en cada creatura.
----------En cambio, en el caso de la Sacratísima Eucaristía, tenemos una presencia especialísima de Nuestro Señor Jesucristo, única en todo el universo, en cuanto Cristo está presente en la hostia consagrada a modo de sustancia de su Cuerpo bajo los accidentes del pan. Por consiguiente, tenemos una única entidad creatural-divina, una única sustancia, la hostia consagrada, donde los accidentes del pan son hechos subsistir milagrosamente por Dios, mientras la sustancia que está bajo los accidentes es la misma sustancia del Cuerpo de Cristo. Por lo tanto, en este caso, Dios mismo entra en la hostia consagrada por concomitancia para sustituir la sustancia del pan con el Cuerpo de Cristo.
----------Finalmente, detengámonos un momento para comentar la frase del papa Francisco: "Allí está Dios encerrado en un pedacito de pan". Tomada como suena, tiene un sabor luterano. Considero que se le ha escapado al Papa por un mal concebido deseo de usar un lenguaje popular o intención ecuménica. Pero el verdadero ecumenismo no es ceder a los hermanos donde se equivocan, sino proponerles la verdad, donde a ellos les falta, así como se da de comer a quien tiene hambre y se da de beber a quien tiene sed.

4 comentarios:

  1. Padre Filemón:
    ¿Por qué siente Usted la necesidad de explicar e interpretar las palabras de Francisco?
    ¡Un Papa que necesita intérpretes, no es un buen Papa!
    Yo más bien creo que no se le ha escapado al Papa esa frase infeliz con sabor luterano, sino que simplemente el Papa no cree en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento, de lo contrario él se inclinaría ante Su Presencia.
    Es una absoluta evidencia obvia, no se esfuerce en dar explicaciones...

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    1. Todos los Papas han dicho, en diversos grados y en diferente medida, cosas que necesitan ser interpretadas, y que, a veces, han sido malinterpretadas de diversas formas, ya sea de buena o de mala fe. Este Papa tal vez se distinga de los demás porque el grado de equivocidad de algunos de sus discursos ha alcanzado un nivel nunca antes visto. Pero esto no quiere decir que en otras cosas no sea del todo claro.

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  2. Nuevamente Filemón explicándonos a nosotros, pobres mortales, que cuando Francisco dice negro, en realidad quiere decir blanco.
    ¡Pobre Francisco, siempre se confunde! Seguramente es por distraído...

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    1. Estoy convencido que mis artículos están al alcance de "pobres mortales", igual que yo. Sólo se trata de razonar, de usar nuestra humana capacidad racional; a lo cual lo invito.
      Debe usted recordar que, en las expresiones de un Papa, es necesario ante todo distinguir lo que él expresa en materia de fe y moral, y lo que él expresa sobre otras materias.
      Ahora bien, en lo que expresa sobre fe y moral, un Papa no puede enseñar nada en contra de la divina Revelación, a él confiada como su custodio. Si en este ámbito, pudiera ocurrir lo que usted dice, que "cuando Francisco dice negro, en realidad quiere decir blanco", tendríamos un caso de herejía, lo cual es imposible en el Papa.
      En todo ámbito ajeno a la fe o a la moral, el Papa siempre actúa como mero doctor privado.
      Aún así, cuando el Papa se expresa sobre fe y moral, hay que distinguir LO QUE expresa, y COMO lo expresa. En el primer aspecto radica su indefectible carisma magisterial (no puede pecar contra la verdad, no se equivoca en el aprender ni en el enseñar la fe), mientras que en el segundo está su carisma pastoral, no indefectible y, por lo tanto, allí puede equivocarse o incluso pecar contra la prudencia, justicia o caridad, por diversos motivos, incluídos el de la "confusión" o el de la "distracción", que usted menciona, pero puede haber otros motivos, que lo hacen mucho más responsable que una simple confusión o distracción.

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