El Romano Pontífice, en su viaje apostólico por Hungría y Eslovaquia, ha recordado a los católicos, pero no sólo a ellos, quienes deben ser hoy los verdaderos promotores de la unión europea.
El papa Francisco y las raíces cristianas de Europa
----------El Papa ha vuelto a recordarle a Europa sus "propias raíces cristianas", y lo ha hecho en repetidas ocasiones en su viaje apostólico por Hungría y Eslovaquia. Para referirse a este tema, tan en la línea de sus inmediatos predecesores, Benedicto XVI y san Juan Pablo II, ha aprovechado sus encuentros ecuménicos y con autoridades civiles y diplomáticos; no necesariamente católicos y ni siquiera creyentes.
----------El 12 de septiembre decía en el Encuentro ecuménico en la Nunciatura apostólica de Bratislava: "¿cómo podemos desear una Europa que vuelva a encontrar las propias raíces cristianas si somos nosotros los primeros desarraigados de la plena comunión? ¿Cómo podemos soñar una Europa libre de ideologías, si no somos libres para anteponer la valentía de Jesús a las necesidades de los distintos grupos de creyentes? Es difícil exigir una Europa más fecundada por el Evangelio sin advertir el hecho de que en el continente aún no estamos unidos plenamente entre nosotros, y sin preocuparnos unos de otros".
----------El Santo Padre sorprendió recordando la supremacía histórica y cultural de Europa y la necesidad de que vuelva a recuperar hoy ese papel, para que "su mensaje de integración y de paz vuelva a llevarla al centro de la historia". El 13 de septiembre decía en su discurso a las autoridades civiles y al cuerpo diplomatico en Bratislava: "Esta historia llama a Eslovaquia a ser un mensaje de paz en el corazón de Europa. Fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria. Esta urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea. Todavía se puede correr el riesgo de dejarse arrastrar por la prisa y la seducción de las ganancias, generando una euforia pasajera que, más que unir, divide. Además, la sola recuperación económica no es suficiente en un mundo donde todos estamos conectados, donde todos habitamos una tierra media. Que este país, mientras en varios frentes siguen luchas por la supremacía, reafirme su mensaje de integración y de paz, y Europa se distinga por una solidaridad que, atravesando las fronteras, pueda volver a llevarla al centro de la historia".----------En esa perspectiva y con esas metas, el papa Francisco recordó cuál es el foco del actual combate católico: la lucha contra el actual "pensamiento único que vacía a Europa de su sentido", y el esfuerzo por "la siembra humilde y paciente del Reino de Dios". Ha dicho: "En esta tierra, hasta hace algunos decenios, un pensamiento único coartaba la libertad; hoy otro pensamiento único la vacía de sentido, reconduciendo el progreso al beneficio y los derechos sólo a las necesidades individualistas. Hoy, como entonces, la sal de la fe no es una respuesta según el mundo, no está en el ardor de llevar a cabo guerras culturales, sino en la siembra humilde y paciente del Reino de Dios, principalmente con el testimonio de la caridad, del amor".
Existen dos Europa en confrontación
----------La confrontación entre las dos Europa es permanente, no cesa, pero se hace más visible en ciertas ocasiones, como por ejemplo en el curso de la actual pandemia, cuando ya se advierten señales del esperado tiempo de post-pandemia y de recuperación, o en las ocasiones de elecciones europeas. Se trata de momentos en que más que nunca se vuelve legítima la pregunta acerca de quiénes son los verdaderos constructores de Europa y acerca de qué debería ser verdaderamente Europa. Siendo esta pregunta, naturalmente, una cuestión que no atañe sólo a los europeos, sino a todos los que somos conscientes de la supremacía que en la historia ha tenido Europa, y que debe volver a tener, como ha sugerido el Papa, y en Europa, Italia, por supuesto, nación contra la cual frecuentemente se empeñan las fuerzas anticristianas.
----------Parece que tenemos ante nosotros dos pretendientes a este glorioso título de verdaderos promotores de la unión europea, con concepciones opuestas de Europa; por una parte, el mundo católico o más ampliamente cristiano, el cual, fundado en la enseñanza de san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quiere hacerse el promotor de una Europa moderna y democrática, que viva y testimonie sus raíces cristianas en la sociedad de hoy, marcada por una fuerte exigencia de presentarse al mundo como fautora de fraternidad, de fraternidad ante todo humana para que pueda ser base de la fraternidad divina, fautora de diálogo, de acogida, de libertad de pensamiento, de justicia, de bienestar económico, de respeto a la naturaleza, de humanidad, de concordia, de atención a las clases pobres y a los pueblos menos favorecidos, de progreso y de paz.
----------Por otra parte, surge siempre, y cada vez más claro, ese otro proyecto de Europa, basado en una concepción del hombre y de la sociedad, que no sitúa a Dios en el vértice y cima de todos los valores, sino al hombre mismo, ya sea como individuo (liberalismo) o como colectividad (marxismo) o como síntesis de los dos factores (masonería), mientras una parte del mundo católico, animada es cierto por una voluntad de progreso y de modernidad, pero malinterpretando el verdadero mensaje del Concilio Vaticano II, se muestra tendiente a ceder frente a esas poderosas fuerzas, que influyen en los líderes de la Unión Europea, y cuyo plan es conducir a la Iglesia y al cristianismo a la extinción o al menos a reducirlos a las dimensiones de una formación social entre las otras, sometida a su poder. Es el proyecto de Europa de ese "pensamiento único que vacía a Europa de sentido", ha dicho el papa Francisco estos mismos días.
----------No les sorprenda a los lectores que hablemos de Italia: es nuestro país europeo de referencia. No es hoy España, que lamentablemente sigue hoy otros derroteros, pese al honesto empeño de buena parte de los católicos españoles. En Italia está Roma, y en Roma está el Papa, Obispo de Roma y Primado de Italia.
----------Por tanto, no es convincente la posición de aquellos católicos, como los que giran actualmente en torno al diario Avvenire, falsamente "progresistas", los cuales se esfuerzan últimamente por demostrar que Italia es rebelde a Bruselas y que no observa las normas comunitarias, según ellos por culpa del nacionalismo y del "soberanismo", cuando no llega a evocarse incluso, de manera calumniosa, el espectro del racismo, señal de que estos acusadores no tienen la mínima idea de lo que verdaderamente ha sido el racismo.
----------Esto no significa que existan aquí y allá en Italia limitadas áreas de la ciudadanía de mentalidad estrecha y egoísta, intolerantes a la convivencia con los extracomunitarios e inmigrantes, muchos de los cuales se han insertado en Italia y en otros países europeos, siendo buenos y honestos trabajadores. Aquí vale ciertamente la condena del soberanismo y del populismo. Pero aquí no se trata de raza. Estos nacionalistas (bien conocidos, por supuesto, también desde hace mucho tiempo entre nosotros, en Argentina), salvo casos rarísimos y anacrónicos, son igualmente cerrados hacia el prójimo, incluso hacia el prójimo ciudadano nativo.
----------Por consiguiente, está claro que Italia, con el pacto de la Unión Europea, debe someterse lealmente a las reglas de la Unión y a la dirigencia de Bruselas. Vana y anti-histórica destructora de la Unión Europea sería, por lo tanto, la nostalgia de la vieja "soberanía del Estado". Con referencia al origen de este concepto, que tanto ha obstaculizado la formación de los Estados federales y de los Estados supranacionales, puede verse el libro de Jacques Maritain, El Hombre y el Estado, compendio de algunas lecciones que el gran filósofo tomista diera en 1949 en la Universidad de Chicago.
Europa es el teatro del choque entre Iglesia y masonería
----------Es necesario, sin embargo, ver claro e individualizar cuáles son las raíces profundas de este conflicto actual entre Italia con la Unión Europea. Para comprender las raíces de ese conflicto, debemos tener presente que aquí juegan dos concepciones contrastantes de Europa: una concepción, de marca iluminista, políticamente implementada en la masonería y vinculada a las grandes finanzas internacionales.
----------Esa concepción se propone constreñir a la Iglesia católica a las dimensiones de una simple asociación humanitaria, sobre base exclusivamente racional, impidiéndole y prohibiéndole o al menos entorpeciéndole, como vieja superstición, la expresión de su propia doctrina revelada, con su consecuente aplicación moral sobrenatural, que en la práctica es lo que distingue el pensar y actuar católicos en su especificidad y originalidad respecto a las otras visiones y a las otras costumbres de la humanidad.
----------La otra visión y concepción de Europa es la reasumida por el papa san Juan Pablo II en dos puntos: las raíces cristianas de Europa y la doctrina de los "dos pulmones": el occidente europeo y el oriente europeo, como dos diversas y recíprocamente complementarias visiones del cristianismo. Es claro y evidentemente que el Santo Pontífice nos remitía con ello a la Iglesia unida antes del cisma de oriente.
----------A la vista del giro que en estos últimos años están tomando los acontecimientos, todo hace pensar que la dirigencia de la Unión Europea, bajo la inspiración de la masonería, está tratando de unir a las naciones de la Unión en un plan común de dominio sobre Italia, de modo de extinguir la religión católica.
----------Por cuanto respecta al Papado, la masonería moderna, a diferencia de la del período precedente al Concilio Vaticano II, ha renunciado al viejo plan del ataque frontal y blasfemo al Papado, para operar, con la colaboración de algunos modernistas, comunistas, ortodoxos y protestantes, a fin de inducir al Papa a renunciar al ejercicio del primado petrino en la doctrina y en la moral, a fin de que el Papa quiera reducirse a simple notario de la evolución del pensamiento y de las costumbres, y a una función puramente humanista, como promotor del diálogo y de la colaboración entre las religiones o, como se dice hoy, con mentalidad relativista, entre las "fes", como si no existiera una sola fe, una fides (Ef 4,5), sino una multiplicidad de fes, tal como existe una multiplicidad de opiniones o de partidos; como si se estuviera retornando al politeísmo.
----------En particular, está cada vez más claro que la masonería ha ideado tres medios básicos para provocar la disolución del catolicismo en Italia y, a través de ello (es necesario y urgente advertirlo y comprenderlo) del catolicismo mundial: favorecer la corrupción del clero, la de la familia y la del tejido social.
----------A los masones, por lo demás, como es su costumbre, siempre les encanta travestirse y esconderse hábilmente bajo respetables disfraces y muy dignas profesiones, disfraces y profesiones muy políticamente correctas, por lo cual alcanzan a tener influencia en el interior de la propia Iglesia, sobre todo a nivel dirigencial y cultural, sin descubrirse. Solo para un investigador de mirada experta son reconocibles.
----------Así, los masones, manteniéndose siempre en las sombras, utilizan a los modernistas y en particular a los rahnerianos, los cuales difunden un relativismo moral, que en nombre de una falsificación de la reforma conciliar socava la formación sacerdotal; en nombre de una falsa libertad sexual arruina los valores de la familia y hace degenerar el tejido social al incentivar un inmigracionismo descriteriado, imprudente y demagógico que, en nombre de un falso misericordismo, difunde en la sociedad la degradación moral y cultural, la delincuencia y el desprecio por la ley y por las buenas costumbres.
¿Por qué precisamente Italia?
----------Insisto con el papel protagónico de Italia, particularmente actual, en esta confrontación entre las dos visiones de Europa, un rol no siempre comprensible para no italianos.
----------La masonería sabe perfectamente que el centro de irradiación mundial del catolicismo se encuentra en Italia, y por eso la masonería parece estar furiosamente empecinada, de un modo solapado y sistemático, especialmente humillando, entre todos los pueblos europeos, en particular precisamente al pueblo italiano, a sus valores, a sus tradiciones y a su religiosidad con una política de aparente progreso y libertad, pero en realidad orientada de muchas maneras a reducir, disminuir o debilitar la fuerza y el peso de Italia en la comunidad europea, acusándola de desobediencia a las normas europeas, donde Italia no acepta las desventajas económicas, comerciales y financieras, la política educativa y cultural liberal y relativista, la política inmigracionista, que tiende a asignar a Italia el mayor peso, si no exclusivo, a la solución del difícil problema. "Desde Bruselas vienen las 'sugerencias' que imponen a todos los estados de la Unión Europea al aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la inmigración irregular de cientos de miles de jóvenes musulmanes", ha observado hace poco un agudo observador de la actualidad.
----------Todo esto equivale a un proyecto, aunque no declarado, de destrucción o al menos de secularización y subyugación de la Iglesia, plan que siempre ha sido declarado explícitamente por la masonería desde sus primeros orígenes. Sin embargo, el caso es que la masonería, en su ciego orgullo, no ha calculado con exactitud la fuerza del adversario, al que ella quisiera someter a su poder.
Pero el cristianismo es invencible
----------En efecto, el cristianismo, por su propia esencia, demanda en realidad el obsequio y respeto del hombre individual y de las sociedades y poderes terrenos. Por consiguiente, o bien estos poderes se avienen finalmente a respetar al cristianismo tal como es, o caso contrario, el cristianismo, como demuestra la historia, aplastará antes o después inexorablemente, luego de aparentes derrotas, a sus adversarios.
----------Nuestro Señor Jesucristo, en efecto, es esa "piedra angular" (1 Pe 2,7), esa "piedra de tropiezo" (Rom 9,33), chocando contra la cual, todos sus altivos enemigos, tarde o temprano, se ven constreñidos a rendirse y a someterse, por amor o por fuerza, como dice el propio Jesucristo hablando de Sí mismo: "Cualquiera que caiga sobre esta piedra será quebrantado" (Lc 20,18; Mt 21,44). ¿Osaremos poner esto en duda?
----------Y así como Cristo no puede ser dejado de lado y excluido de la edificación de la ciudad del hombre, así tampoco puede ser dejada de lado y excluida su Iglesia. Y cuando digo "Iglesia", me refiero a la Iglesia católica, fundada sobre Pedro. Basta pensar en la resistencia de la institución del Papado. Cuántos enemigos y cuántos herejes a lo largo de los siglos, de fuera y de dentro de la Iglesia, se han vuelto no tanto contra este o aquel Papa (esto también se lo puede admitir en casos graves) sino contra el Papado como tal; y sin embargo, esta divina institución, superando pruebas terribles, siempre ha resistido, según la promesa del Señor. Y también hoy, con el papa Francisco, obtiene el obsequio y el respeto de todos los poderosos de la tierra, aunque solo sea, en su mayor parte, desde un punto de vista simplemente humano y político.
----------Sin embargo, en mi opinión, sería necesario que el papa Francisco fuera aún más claro al recordar las raíces cristianas de Europa, y el peligro de una Europa anticristiana, siguiendo el ejemplo de sus predecesores san Paulo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI, aún cuando es apreciable el esfuerzo que hace por exaltar la Europa del humanismo, de los derechos humanos, de la solidaridad, de la atención a los pobres, de la hospitalidad, de la multiculturalidad y de la multiétnica.
----------Y esto es así porque las raíces europeas no son solo de Europa, sino también nuestras y de toda la humanidad. El nuestro es un patrimonio que debe ser revitalizado. Específicamente a los italianos les compete también llevar más Italia a Europa. Pero todos, los italianos en cuanto católicos, al igual que nosotros, debemos estar orgullosos (y esto sea dicho sin ninguna presunción) de un Cristianismo que ha diseñado el continente europeo, con su contribución de espiritualidad y cultura, de arte y doctrina social. De humanismo concreto. Los italianos deben ser el mejor rostro de Europa para dar más orgullo a los jóvenes, a los emigrantes y a cuantos desembarcan en sus costas, para que Italia sea su primer lugar de arribo.
----------Nosotros también, en cuanto argentinos, en cada una de las rondas electorales y en cada uno de los debates sociales y políticos, vivimos de alguna manera también la ancestral confrontación que hoy vive Europa, porque hay que saber que Europa es más que ella misma. Por lo tanto, es necesario que, cada vez que surge la hora de las grandes decisiones en el campo social y político, el mundo católico, sea en Italia, como en Argentina, y en cada uno de los países que los católicos habitamos, en momentos de tanta importancia para el futuro de Europa, de nuestros países, del mundo y de la Iglesia, vote y decida unido, izquierda y derecha, tradicionalistas y progresistas, y lo hagan a favor de partidos que tengan en cuenta las raíces cristianas de nuestras naciones, y contra aquellos que quieren hacer de nosotros naciones sin Dios y basadas en la soberbia del hombre.
"...contra aquellos que quieren hacer de nosotros naciones sin Dios y basadas en la soberbia del hombre."
ResponderEliminarAquellos serían básicamente los que apoyaron la libertad religiosa y la laicización del estado en el Concilio Vaticano II.
Esa misma jerarquía eclesiástica, con Pablo VI a la cabeza, fue la que quiso que las naciones no tuvieran Dios, ya que eso queda sólo para la religión.
¿De dónde se cree que salió, después de todo, esa soberbia del hombre? Si fue el mismo Pablo VI quién pregonó por la "religión del hombre que se hace Dios".
Por más que se esfuerce y diga lo que diga, nunca podrá contra los hechos Filemón. Y esos hechos son lo que demuestran que el Vaticano 2 fue germen de muchos de los problemas filosóficos, políticos y religiosos que padecemos hoy en día.
Estimado Anónimo,
Eliminarla doctrina conciliar sobre el derecho a la libertad religiosa, como claramente enseña "Dignitatis Humanae", no pretende en absoluto relativizar el valor de la ley moral natural, que reasume aquello que tanto el papa Benedicto XVI como el papa Francisco, en la encíclica Fratelli Tutti, han llamado "valores no negociables" dependientes de la universalidad de la naturaleza humana y de sus fines creados por Dios.
El documento conciliar hace explícita referencia a la Revelación y, en particular, a las famosas palabras de Nuestro Señor: "Quien no está contra vosotros, está a favor de vosotros", expresión que es tradicionalmente interpretada, como ya enseñó el beato Pío IX, como refiriéndose a aquellas personas que, sin culpa y en buena fe, y por lo tanto por ignorancia invencible y excusable, ignoran la verdadera doctrina católica, pero se comportan con recta conciencia.
Hoy, en nuestra sociedad pluralista, en la cual está muy extendida la ignorancia de la verdadera doctrina católica, muchos, incluso los que se autodenominan católicos, también la malinterpretan en buena fe. Ahora bien, para estar en orden delante de Dios es suficiente la escucha de la propia conciencia, porque, como decía san Buenaventura, Dios nos habla en nuestra conciencia. Por eso, si alguien, quizás incluso equivocándose, cree que lo que siente en conciencia proviene de Dios, está obligado a obedecer esta conciencia. Esto no debe entenderse en el sentido liberal, sentido ya condenado por los Papas del siglo XIX, según el cual sentido la conciencia no tiene la obligación de adecuarse a la verdad, sino que posee un primado por encima de la verdad, convirtiéndose en regla de la verdad más bien que regulándose con la verdad que viene de Dios.
Lamentablemente, algunos han malinterpretado la doctrina del Concilio, como si ella estuviera influenciada por esta concepción liberal de la verdad, y en cambio, tras una lectura atenta del documento, renunciando a interpretaciones pretextuosas y engañosas, resulta fácilmente referible a las raigambres evangélicas, de las que hablé anteriormente.
El derecho a la libertad religiosa es un derecho civil, que sustituye al principio de la religión de Estado. Y esto está motivado por el hecho de que las modernas sociedades civiles, aunque con raíces cristianas, ya no están animadas por una mayoría de cristianos. Esta situación ha justificado la formación de la Constitución del Estado como resultado de una colaboración entre creyentes y no creyentes. Esto ha sido posible en cuanto el Estado ya no ha sido fundado sobre la religión católica, sino sobre la Carta de los Derechos del Hombre, la cual, como por ejemplo la constitución estadounidense, está basada en el reconocimiento de la existencia de Dios, tanto que incluso en el dólar se encuentra el lema "In God we trust".