Desde el pasado mes de agosto han surgido de parte de algunas comunidades y autoridades judías ciertas preguntas a la Iglesia acerca de la interpretación católica sobre la vigencia y validez de la Torá, es decir, de la Ley judía, según está expresada en el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia.
----------Acerca de la cuestión del título, lo que básicamente tiene que saber el cristiano es que la llamada Ley mosaica comprende tres elementos fundamentales: 1) los diez mandamientos, 2) el código civil y 3) la ley litúrgica. Intentemos comprender lo que esencialmente cree la Iglesia acerca de la vigencia y validez de la Ley de Moisés, sin entrar por el momento en mayores detalles.
----------Si alguien pregunta acerca de la validez y vigencia de la Torá o Ley mosaica, la primera respuesta es ante todo una re-pregunta: ¿qué es la ley mosaica? Y para responder a esta segunda pregunta, hay que distinguir los tres elementos mencionados y discernir en cada uno de ellos su vigencia y validez.
----------1) Los diez mandamientos: Este primer elemento de la ley mosaica corresponde a la ley moral natural y, por lo tanto, es la ley válida y vigente para todos los hombres. Ella ha sido confirmada por Jesucristo, por lo cual su observancia, sostenida por la gracia, es necesaria para la salvación para todos los hombres.
----------2) El código civil: Este segundo elemento de la ley mosaica es la legislación civil que es propia del pueblo judío, y que ese pueblo tiene todo el derecho de conservar. Esta ley, sin embargo, solo vale para el pueblo judío, al igual que cada nación tiene su propia ley civil.
----------3) La ley litúrgica: El tercer elemento de la ley mosaica es una normativa litúrgica y ceremonial en preparación para la venida del Mesías y prefigurativa de su venida, como por ejemplo las normas acerca de la circuncisión, o el sacrificio del cordero, o la prohibición de comer la sangre y los animales impuros.
----------Acerca de este tercer elemento, que es la ley mosaica propiamente dicha, Nuestro Señor Jesucristo, como enseña el apóstol san Pablo, ha abolido esta ley porque ella era solo un pedagogo a Cristo, venido el cual la prefiguración deviene inútil, habiendo alcanzado su realización.
----------Al respecto, san Pablo les dice claramente a los judíos que para que ellos puedan ser salvos no pueden contar solo con la observancia de las prescripciones mosaicas, sino que deben aceptar a Cristo con su gracia. Pues bien, precisamente lo mismo debemos decir hoy, nosotros los cristianos, a los judíos de hoy, con franqueza y sin atenuaciones, aunque sea de modo gradual, siempre con tacto y con caridad.
----------La declaración Nostra aetate del Concilio Vaticano II, que promueve el diálogo con los judíos, no niega en absoluto esta nuestra obligación de hacer presente a los judíos, como hizo san Pablo, de que ellos deben convertirse a Cristo, sino que, por el contrario, destacando este nuestro deber evangelizador, destaca también aquellos elementos que tenemos en común con ellos, los cuales elementos vuelven disponibles a los judíos, si ellos están abiertos a la verdad, a la escucha y a la acogida del Evangelio.
----------Según afirma san Pablo, los judíos deben mantener el respeto de los diez mandamientos, escritos en la conciencia de todo hombre (Rm 2,14) y, por lo tanto, válidos para todos los hombres, mientras que, como nación, tienen el derecho a conservar su ley civil. En cambio, por cuanto respecta a la ley litúrgica, deben abandonarla y creer en Jesucristo, dado que Cristo la ha sustituido con la Nueva Ley del Evangelio. Obedecer a Cristo, por tanto, es deber de todos los hombres, comprendidos los judíos.
----------Por lo tanto, siempre es válido nuestro deber de cristianos, siguiendo el ejemplo de san Pablo, de llamar a Cristo también a los judíos. No existe una salvación para los judíos que no sea la que vale para todos los hombres, es decir, aquella que viene de Jesucristo.
----------Todo esto fue definitivamente aclarado por el papa Eugenio IV [1431-1447] en el Concilio de Florencia (iniciado en Basilea y seguido luego en Ferrara, Florencia y Roma) con las siguientes palabras:
----------"La Santa Romana Iglesia cree firmemente, confiesa y enseña que las prescripciones legales del Antiguo Testamento o de la ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, cosas santas, sacrificios y sacramentos, habiendo sido instituidas para significar una cosa a venir, del todo aptas del culto a rendir a Dios en aquel tiempo, cesaron de serlo cuando la venida de Nuestro Señor Jesucristo cumplió aquello que significaban; comenzaron entonces a estar en vigor los sacramentos del Nuevo Testamento".
----------"Quien, después de la Pasión, ha vuelto a poner su esperanza en las prescripciones antes mencionadas y se ha sometido a ellas en cuanto a las cosas necesarias para la salvación, como si la fe en Jesucristo no fuera suficiente para salvarlo, ha pecado mortalmente".
----------"La Iglesia no niega, sin embargo, que desde la Pasión hasta la promulgación del Evangelio, estas prescripciones pudieron ser observadas a condición de no ser consideradas necesarias para la salvación, pero afirma que después de la promulgación del Evangelio ya no es posible observarlas sin perder la propia salvación eterna" (consúltese Denzinger n.1348).
----------Por consiguiente, para entender ortodoxamente la declaración Nostra aetate, es necesario ponerla en relación de continuidad con este dogma del Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia-Roma [1431-1445]. Que no se le ocurra a ninguno, ni le pase a nadie por la cabeza, que el documento conciliar haya abolido el dogma florentino, que naturalmente excluye los casos de judíos que ignoran en buena fe.
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminarEntiendo perfectamente y estoy de acuerdo con Ud. en que: "para entender ortodoxamente la declaración Nostra aetate, es necesario ponerla en relación de continuidad con este dogma del Concilio de Basilea-Ferrara-Florencia-Roma [1431-1445]. Que no se le ocurra a ninguno, ni le pase a nadie por la cabeza, que el documento conciliar haya abolido el dogma florentino, que naturalmente excluye los casos de judíos que ignoran en buena fe".
Sin embargo, ¿cómo se puede armonizar esto con las palabras recientes del cardenal Kurt Koch al rabino Arussi?:
Dice el cardenal Koch: "el Santo Padre no menciona el judaísmo moderno; el discurso es una reflexión sobre la teología paulina en el contexto histórico de una época concreta. El hecho de que la Torá sea crucial para el judaísmo moderno no se cuestiona en absoluto".
Puede Ud. consultar por ejemplo en: https://valoresreligiosos.com.ar/Noticias/koch-a-judios-el-papa-francisco-no-vuelve-a-la-doctrina-del-desprecio-21106
Gracias.
Querido Ross,
Eliminarlas palabras del cardenal Koch ciertamente plantean un problema, pero creo que con una atenta interpretación pueden resultar plausibles. Pero las palabras que más me han preocupado son las que tú no citaste y es lo que ha dicho de que Cristo nos ha dado a nosotros los cristianos un nuevo camino de salvación, mientras que los judíos tienen la Ley.
Dado que son estas palabras las que sobre todo plantean un problema, interpreto primero estas palabras, y luego las que tú mencionaste.
A primera vista parece que Koch intente decir que nosotros los cristianos somos salvados por medio de Cristo, mientras que los judíos se salvan por medio de la Ley. Por el contrario, nosotros podemos y debemos pensar que el camino que nos enseña Cristo también es obligatorio para los judíos.
Entonces, ¿qué ha intentado decir Koch, al decir que los judíos se salvan con la Torá? Evidentemente sería herético creer que ellos se salvan sólo por medio de la Ley, sin Jesucristo. Este es precisamente el punto sobre el que san Pablo polemiza contra los judíos. Entonces, para salvar las palabras de Koch, estamos obligados a considerar que el Cardenal haya sobreentendido una obediencia en buena fe a la Ley, lo que implica obediencia a Cristo.
Ahora pasemos a las palabras del cardenal Koch que tú has citado. Efectivamente, el Papa ha comentado la polémica paulina contra la Ley. Y ha subrayado que la Ley no es suficiente para la salvación, si uno no se adhiere a Cristo. De aquí podemos deducir que la polémica paulina es completamente actual, porque lamentablemente, después de 2000 años, el problema de la conversión de los judíos a Cristo es siempre actual, excluyendo naturalmente a aquellos judíos en buena fe que, sin culpa, no conocen y no reconocen la divinidad de Cristo.