martes, 14 de septiembre de 2021

La obra de la conversión de los herejes


Hoy, a decir verdad, se habla poco de esta obra evangelizadora importantísima, la conversión de los herejes, obra que, dirigida ante todo por la gracia del Espíritu Santo, requiere una preparación especial, o más bien específica y a propósito, gran caridad, apertura al diálogo, humildad, prudencia, coraje, paciencia, perseverancia, espíritu de sacrificio, oración, desinterés, equilibrio humano y psicológico.

----------La Orden de Frailes Predicadores, o Padres Dominicos, está viviendo durante este tiempo el Jubileo por el 800° aniversario de la muerte de su fundador, Santo Domingo de Guzmán [1170-1221], ocurrida el 6 de agosto de 1221. Los actos celebratorios del Jubileo dominicano, que comenzaron el 6 de enero de este año, se prolongarán hasta la solemnidad de la Epifanía del Señor del año próximo.
----------La Ordo Praedicatorum, que cuenta actualmente con unos 6000 miembros, es una orden mendicante fundada en Toulouse, Francia, durante la Cruzada albigense, y confirmada por el papa Honorio III [1216-1227] el 22 de diciembre de 1216. Ha tenido una labor destacadísima a lo largo de toda su historia, particularmente en el campo de la teología y de la doctrina, como lo sugiere su lema principal: Veritas, frecuentemente explicitado con las palabras: Laudare, benedicere, praedicare, o con aquellas del más notorio de todos los Santos dominicos, santo Tomás de Aquino [1225-1274]: contemplata aliis tradere.
----------Una de las más grandes obras de los Santos de la Orden Dominicana, en su dilatada y fructuosísima historia, ha sido la de traer de vuelta al redil a la oveja perdida, es decir convertir a los herejes, impulsarlos a la penitencia e inducirlos a volver a abrazar la recta fe retornando a la comunión con la Iglesia.
----------La idea misma de fundar una Orden con este fin, nació en la mente del Fundador después de que por toda una noche, en una hostería regentada por un hereje de la secta cátara, al final este hombre, persuadido por los argumentos que le ofreció el Santo, decidió abrazar la fe católica.
----------Y así, desde entonces hasta nuestros días, los hijos e hijas del santo Patriarca Domingo de Guzmán, han heredado esta pasión del Fundador por la evangelización y la comunicación de la doctrina católica precisamente a aquellos que, habiéndose alejado, pueden estar dispuestos a reconocer sus propios errores, a arrepentirse, a retractarse, a corregirse y a retornar a la plena Verdad del Evangelio interpretada y transmitida por el Magisterio de la Iglesia. Muchos dominicos y dominicas han sido martirizados por los herejes y cismáticos, sobre todo cuando surgió el luteranismo; pero al mismo tiempo muchos hicieron una obra muy fructífera entre los propios protestantes, para inducirlos a retornar al seno de la Iglesia católica.
----------Hoy, a decir verdad, se habla poco de esta obra importantísima, que requiere una preparación especial, o más bien específica y a propósito, gran caridad, apertura al diálogo, humildad, prudencia, coraje, paciencia, perseverancia, espíritu de sacrificio, oración, desinterés, equilibrio humano y psicológico.
----------Pero, comencemos por hacernos algunas preguntas. ¿Qué es exactamente herejía? Tratemos de aclarar las ideas, porque sobre este tema de primordial importancia existen muchos prejuicios y malentendidos. La herejía en el sentido propio es una proposición exteriormente expresada, gravemente culpable, que en el Derecho Canónico incluso es considerada un "delito" pasible de sanción penal.
----------Sin embargo, debe tratarse no solo del simple rechazo de una verdad de fe por parte de una persona cualquiera, sino que este rechazo debe provenir de alguien que ya es católico, es decir, que ha sido bautizado en la fe católica; además, el hereje debe ser consciente de que se trata de un rechazo de la doctrina católica. Esta es la llamada "herejía formal": cuando la persona sabe que rechaza el Magisterio. Por el contrario, no es estrictamente hereje quien se pone en contraste con la recta doctrina involuntariamente, inconscientemente, vale decir, sin saber que se trata de una herejía. Este es el caso de la "herejía material".
----------Como es sabido, fue el papa san Juan XXIII [1958-1963] quien introdujo el término "hermano separado" para sustituir el término "hereje", pero el Santo Pontífice lo hizo con buena razón, porque él se refería a cristianos miembros de comunidades que quizás desde hacía siglos habían abandonado la Iglesia Romana y la obediencia al Magisterio; pensemos, por ejemplo, en los protestantes. En tal caso, cualquiera que nazca en una familia que desde hace generaciones no ha sido católica, no puede ser llamado hereje en el sentido preciso que he definido anteriormente; por caso, no ha sido bautizado en la Iglesia católica.
----------En cambio, una característica definida del hereje formal es su obstinación o pertinacia, a menudo dictada por la soberbia o por la vanagloria, por lo cual el hereje difícilmente reconoce estar en el error y, por ende, no se deja corregir. Ciertamente el hereje formal, por cuanto falta a la fe, así también falta a la caridad, ya que la verdadera caridad es la que desea comunicar lo verdadero a los demás (la caritas veritatis, como decía san Agustín) y no engañar con falsas ideas, sobre todo si se trata de la salvación.
----------Si luego añadimos a esta obstinación la capacidad del hereje, incluso por sus dotes personales, de atraer seguidores, por lo cual él se convierte en un peligro no solo para sí mismo sino también para los otros, entonces puede haber motivo o por parte de la autoridad o por parte de cualquier fiel preocupado por el bien de la Iglesia, para informarlo a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual tiene la competencia de obrar para limitar y en lo posible detener la difusión de la herejía siguiendo el camino más oportuno o sirviéndose de los medios más adecuados y convenientes para el caso, que pueden ser diferentes, como la simple amonestación al infractor, o la interdicción de sus cargos, o la publicación de sus errores con el fin de evitarlos, o la limitación de su libertad siempre en el respeto hacia la persona, proponiendo precisamente los aspectos positivos.
----------Esta intención rehabilitadora o redentora es una novedad de las funciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe tras la reforma obrada por el Concilio Vaticano II, en el contexto de la famosa directiva del papa san Juan XXIII de "preferir la misericordia a la severidad". Anteriormente, el Santo Oficio era famoso por la severidad de sus intervenciones. Hoy, en cambio, se prefiere pensar que si el hereje falta en la caridad, deberá ser la caridad la que le ayude a arrepentirse. Si él desprecia a quienes no piensan como él, será el respeto por cuanto de bueno hay en su pensamiento lo que lo hará reflexionar. Si él peca por soberbia, deberá ser la mansedumbre lo que toque su conciencia. Si, en cambio, es por su arrogancia que el hereje no teme a Dios, entonces acaso podría ser un severo castigo el que lo haga volver sobre sí mismo.
----------En el pasado, los frailes dominicos, como se sabe, han desarrollado una función de primer plano en el antes mencionado dicasterio de la Iglesia, que se llamaba "Santo Oficio", tanto es así que incluso durante siglos residió una comunidad de frailes predicadores adscritos a esa delicadísima tarea de colaboración con el Romano Pontífice. Y todavía la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe se encuentra en el antiguo Palazzo del Santo Uffizio, cuyas paredes, si pudieran, tantas historias nos podrían contar.
----------Sabemos que en el pasado, lamentablemente, desde el punto de vista jurídico, disciplinario, esta tarea no siempre se ha realizado con la debida caridad y justicia, aunque debemos evitar caer en anacronismos y saber situarnos en la mentalidad de la época. Incluso en la época de san Pío X todavía existía la figura del excommunicatus vitandus, es decir, del excomulgado que no solo estaba aislado de la estructura eclesial, sino que no podía contactar con otras personas. Así, por ejemplo, fue como el padre Olinto Marella [1882-1969], santo varón beatificado por el papa Francisco el año pasado, fue suspendido a divinis por haber dado hospitalidad al famoso sacerdote modernista Romolo Murri [1870-1944]. Sin embargo, las sentencias de la Congregación para la Doctrina de la Fe en materia de herejía deben considerarse irreformables. En efecto, es impensable que la Iglesia pueda equivocarse al discernir la verdad del error en el campo de la doctrina de la fe, porque fallaría en la tarea institucional que le ha confiado Cristo de ser, como dice el Concilio, Lumen gentium o, para retomar el título de una famosa encíclica de san Juan XXIII, Mater et Magistra.
----------Lamentablemente, como es frecuente que ocurra con los movimientos pendulares en la historia, en los que se va de un extremo al otro, hoy en día existen prejuicios que impiden que muchos comprendan y aprecien en el modo debido esta obra, la conversión del hereje, que es sustancialmente una obra de docencia, de caridad, de justicia y de misericordia. La idea misma de "convertir" a los infieles o no-creyentes suele ser juzgada una presunción y casi una violencia hecha a la conciencia de los otros, una transgresión a la libertad religiosa. O si se habla de "conversión", no se la refiere a un cambio o a una corrección de las ideas religiosas o teológicas de los otros, sino más bien a un cambio de hábitos prácticos o de conducta moral que, por añadidura, no debería pedirse a los otros, sino afectarnos ante todo a nosotros mismos.
----------Hoy los dominicos ya no tienen en ese dicasterio aquel rol protagónico que alguna vez tuvieron (aunque habría que decir que durante el presente pontificado la Congregación para la Doctrina de la Fe ha visto obnubilada su función, defecto que debería ser corregido). La presencia de los teólogos dominicos en la Congregación de la Fe actualmente se ve disminuida y están acompañados por otros válidos elementos de la estructura eclesial. Sin embargo, los frailes de la Orden de Predicadores siguen dedicándose a la igualmente delicada tarea de la conversión de los herejes, al menos de aquellos que de buena fe, caídos en el error, están humildemente dispuestos a dejarse corregir y volver al sendero de la verdad.
----------Ahora bien, un problema serio es que hoy, en cambio, a menudo muchos piensan que no es necesario, o de hecho que es perjudicial, tratar de convertir a alguien a la propia fe, porque esto perturbaría el pluralismo y la diversidad, como se dice hoy, de las diversas "fes", suponiendo como que no existiera una fe universalmente verdadera y única, la católica, así como única es la verdad, sino que las creencias de las diversas religiones, comprendida la católica, no serían más que opiniones inciertas, subjetivas y contingentes de individuos o de grupos, opiniones que cada uno tiene derecho a conservar o cambiar por su propia voluntad sin ser invitado u obligado por otros a cambiarlas, como si estuviera en un error o incluso en una herejía.
----------Incluso el término "herejía" es hoy poco usado. Existe la tendencia a creer que las herejías actualmente ya no existen o que se trata de un concepto ligado o bien a una mentalidad "fundamentalista" o bien a una sociedad teocrática o integrista, que ya no está vigente. Se piensa que no existen verdades universales y que no es correcto pretender que los otros acepten aquellas convicciones que nosotros subjetiva y erróneamente consideramos que son universales y por lo tanto obligatorias o salvíficas para todos.
----------Suele decirse que todos están en buena fe, que todos tienen buena voluntad, que todos buscan la verdad a su modo, que todas las religiones son caminos de salvación, que todos de algún modo se salvan: por lo tanto se deben respetar las diferentes formas por las cuales cada uno busca o concibe la verdad. Lo que es verdadero para nosotros puede ser falso para los otros y viceversa. Lo esencial es que cada uno sea libre de creer lo que él subjetivamente piensa que es la verdad. Y así, se cree que esto es "libertad religiosa".
----------Pero esta manera de pensar, incluso antes de ser contraria a la fe católica y al deber del católico de difundir la fe, es contraria a una sana concepción de la verdad y de la libertad de opinión, de pensamiento y de conciencia. Y nada tiene que ver, en absoluto, con el verdadero concepto de libertad religiosa promovido por el Concilio Vaticano II, concepto que, lejos de verse afectado de liberalismo o de subjetivismo o de relativismo o de indiferentismo, supone ante todo la objetividad y la universalidad de lo verdadero extraído de cada uno según su conciencia, mientras es disculpado a quien se equivoca en buena fe.
----------En efecto, si miramos el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo y de los Santos, que siempre debemos tener ante nuestros ojos como paradigmas a seguir, podemos ver cómo de estos ejemplos emerge claro el supuesto de la objetividad y de la universalidad de la doctrina católica y por lo tanto el deber de hacer todo lo posible por enseñarla a todos a fin de conducirlos a la salvación.
----------De los mencionados ejemplos de Nuestro Señor y de los Santos, también aprendemos los métodos de la evangelización y de cómo tratar con herejes, infieles, apóstatas, cismáticos y no creyentes. Hoy se subraya y enfatiza la importancia del diálogo y esto ciertamente es correcto. Pero no nos podemos detener en el diálogo, que es una simple confrontación o encuentro de ideas y un intercambio recíproco, donde el creyente todavía no comunica la Palabra de Dios al no-creyente o a quien la ha abandonado.
----------El católico debe ver en el diálogo sólo un presupuesto o requisito previo para la obra del anuncio, de la enseñanza, de la educación, de la catequesis, de la verdadera y propia evangelización o transmisión del mensaje evangélico, es decir, persuadir al otro, mediante un creíble testimonio, de las verdades salvíficas que todavía él no conoce o que ha abandonado o que ha traicionado, porque ha caído en la herejía.
----------Suponer que la relación con los no-creyentes o con los creyentes de otras religiones deba agotarse en el diálogo sin ir más allá del diálogo, es decir, sin proceder al anuncio de la verdad y a la corrección de los errores, es una de esas falsas interpretaciones del mensaje del Concilio Vaticano II que los modernistas han logrado difundir y casi que se trata ahora de un cliché o lugar común.
----------Aún haciendo uso del diálogo, el creyente, en cambio, con toda la delicadeza posible, tiene el deber de corregir al no-creyente, de colmar las lagunas de su formación, y de conducirlo gradualmente, fortiter et suaviter, con humildad, paciencia y caridad, rezando y sufriendo por él, hasta la plenitud de la verdad.
----------Para este objetivo, la conversión de los herejes, no basta el diálogo, que es un simple encuentro de intercambio recíproco, sino que es necesario aquello que en el Catecismo de san Pío X, es indicado como esa obra de misericordia que se llama "instruir al ignorante" y que también puede llegar a esa otra: "amonestar a los pecadores", o sea los pecadores (se entiende) contra la fe. Cristo ha sido severo contra los que no quieren creer. Y los profetas no han sido menos severos tratándose de la fe.
----------También, para cumplir la tarea de la conversión de los herejes, es necesario saber reprochar, en la ocasión oportuna, y tal vez incluso amenazar, si acaso esto pudiera servir para sacudir la conciencia e inducir al arrepentimiento. En cualquier caso, santo Tomás de Aquino decía que la mayor de las obras de la misericordia es conducir a un hermano desde las tinieblas del error a la luz de la verdad.
----------Al considerar todos estos aspectos en la obra de misericordia que constituye la conversión de los herejes, me viene a la mente la pregunta acerca de si hayamos o no vivido como hubiera correspondido, hace una década, el Año de la Fe, que no debía ignorar este aspecto esencial de la vida y del testimonio de la fe: la conversión de los herejes. Porque no podemos decir que hoy la comunidad católica brille por la unidad y la concordia en términos de fe, sino que frecuentemente fieles, teólogos y pastores se construyen una "fe" por cuenta propia con la excusa del pluralismo o la convicción de ser "modernos".
----------No faltan hoy los "lobos disfrazados de corderos", y ni siquiera faltan los pastores mercenarios, que huyen a la llegada del lobo, aunque también hay que reconocer que existen aquellos que ni siquiera ven al lobo o miran para otro lado. Así que hay trabajo para todos en este ámbito de la evangelización.
----------Pero para poder evangelizar eficazmente, es necesario que primero entre nosotros, los católicos, haya unidad y concordia en la fe en torno al Vicario de Cristo, el Romano Pontífice: porque si un católico presenta como verdad de fe "A" y el otro católico presenta "no-A", ¿qué va a pensar el evangelizando? En tal caso, él nos dirá, y con toda la razón: primero pónganse de acuerdo entre ustedes y luego los escucharé. Hacer la figura de la Armada Brancaleone no solo no conduce a nada, sino que incluso es contraproducente.

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