¿Qué podría hacer ahora el Papa, tras el motu proprio Traditionis custodes, para dar solución a la problemática litúrgica por él mismo diagnosticada en su reciente documento? Es el Romano Pontífice la Cabeza visible de la Iglesia, pues así lo ha querido Cristo. El Papa es Vicario de Cristo y, por lo tanto, es principio visible de la unidad del Místico Cuerpo de Cristo. El corazón de la Iglesia es la Misa, y es el Romano Pontífice quien puede y debe poner remedio a lo que está sucediendo en torno a la Misa.
Algunas sugerencias al Romano Pontífice
----------Quisiera, con esta segunda parte de mi artículo, suplicar y sugerir al Papa, en esta situación dolorosa, escandalosa y dramática, que asuma plenamente con la fuerza del Espíritu Santo y la intercesión de María Reina de la paz, en su totalidad su oficio de maestro y padre común de todos los católicos, de supremo garante y fautor de la caridad recíproca entre los hermanos, de destructor de la mentira y de la división, de promotor de la diversidad en la unidad, que emane una carta pastoral o una exhortación apostólica sobre la Santa Misa, que podría intitularse Sacrificium laudis o algo por el estilo, un documento en el cual recordar la institución de la Misa en relación al Calvario, el sacerdocio, la eucaristía, la Comunión, la irradiación de la gracia que promana de la Misa, la Misa como prefiguración del banquete escatológico y de la Jerusalén celestial.
----------El Papa podría explicar por otra parte los siguientes puntos. En primer lugar, de una comparación entre el novus ordo y el vetus ordo resulta evidente que uno de los motivos que han generado la reforma del rito de la Misa es un motivo ecuménico. San Pío V fijó el nuevo rito de la Misa en el curso de la tremenda lucha anti-luterana, que sumió tonos trágicamente sangrientos, como sucedió por ejemplo en la famosa "masacre de San Bartolomé" de 1572, bajo el pontificado de Gregorio XIII, pocos meses después de la muerte de san Pío V. Estaba en ese momento en juego no tanto la salvación de este o aquel modus celebrandi, sino la existencia misma y la autenticidad de la Misa, negada, enfangada y befada por los luteranos.
----------El Papa tendría también explicar que novus y vetus ordo no son dos absolutos en oposición entre sí, por lo que se deba por fuerza elegir el uno u el otro. En efecto, el absoluto es uno solo: si se elige uno, por fuerza se deberá rechazar el otro. Ahora bien, con respecto al novus o al vetus ordo, no se está obligado a hacer una elección tan drástica, como si fuera entre el bien y el mal. El uno y el otro ordo son relativos y funcionales a ese inmutable absoluto, que es la Misa: esta sí, debe ser elegida en modo absoluto e incondicionado.
----------En cuanto relativos, sin embargo, el novus ordo y el vetus ordo son simplemente diferentes entre sí, según la regla del et-et: existe uno junto al otro. Si, por el contrario, se hace de ellos cuestión de absoluto, se aplica la regla del aut-aut: o es absoluto A o es absoluto B, pero no los dos. Dos relativos pueden estar juntos, pero no así dos absolutos, porque el uno excluye al otro. Y si el papa Francisco ha dicho que la diversidad de las religiones es querida por Dios, todavía con mayor razón será querida por Dios la diferencia entre novus ordo y vetus ordo, entrambos pertenecientes a la religión católica.
----------Además, del motu proprio Traditionis custodes no resulta clara la relación entre novus ordo y vetus ordo. Se tiene la impresión de que el vetus ordo esté privado de cualidades positivas y que sea simplemente tolerado. Para evidenciar esta relación, el papa Benedicto había encontrado dos denominaciones, respectivamente "rito ordinario" y "rito extraordinario", que ayudaban a comprender esta relación.
----------En su motu proprio el papa Francisco se limita a hablar del rito precedente y rito actual. Pero tal distinción no traduce suficientemente la idea de la relación, porque algo precedente puede estar en antítesis con lo actual. Por lo tanto, sería bueno repristinar la distinción de Benedicto XVI o, en cualquier caso, encontrar otra que le sea equivalente. Aunque de hecho el novus ordo haya reemplazado al vetus ordo, esto no quita que el vetus tenga sus propias cualidades peculiares que no se encuentran en el novus.
----------Por otra parte, es necesario tener presente que el vetus ordo, en su elaboración, fue concebido en función anti-luterana; el novus ordo tiene un valor ecuménico. Está claro que este valor debe ser mantenido e incrementado en su recta interpretación. Pero hasta que los hermanos luteranos no abandonen sus errores sobre la Misa, el mantenimiento del vetus ordo puede servir para recordarles que la Iglesia mantiene la condena de esos errores. Si en cambio -y este es el error de hoy-, mostramos desprecio por el vetus ordo, enfatizamos excesivamente el novus, dejando que él sea interpretado en sentido luterano, sin una suficiente represión de los abusos, y está claro que así no ayudamos a los hermanos luteranos a apreciar el valor de la Misa e impulsamos a los católicos a creer que la Iglesia haya legitimado la Cena protestante.
----------Por otra parte, una diferencia entre el vetus y el novus ordo es el diferente equilibrio puesto en los dos ordo entre el misterio de la pasión y muerte del Señor y su resurrección, entre el Viernes Santo y la Pascua. Detengámonos, pues, un momento sobre este punto.
----------La Misa tridentina pone en primer plano y con razón la actualización incruenta del Sacrificio de Cristo, pero teniendo en vista y en la espera de nuestra resurrección. Está claro que incluso para el Concilio de Trento el sacrificio de Cristo no es fin en sí mismo: sería un oprobioso masoquismo. Cristo se ha sacrificado para donarnos la vida eterna, que inicia desde aquí abajo precisamente con la participación en la Misa.
----------Por otro lado, Cristo, víctima sobre el altar, es evidentemente Cristo resucitado, pero es simultáneamente el Cordero inmolado. Sobre el altar el recuerdo de la muerte de Cristo hace 2000 años es trascendido en el actuarse del Sacrificio de la Cruz, que significa y produce la victoria de la vida sobre la muerte. Sobre el altar, Cristo no está muerto, sino que místicamente muere sobre la Cruz para resucitar.
----------El novus ordo tiene en cuenta todo esto, pero acentúa la alegría de la Pascua. En eso Kiko Arguello tiene razón. Sin embargo, Argüello olvida que la Pascua es efecto de la Cruz, actualizada por el sacrificio de la Misa. No existe Pascua sin Cruz. Y así retornamos a la Misa tridentina. Por lo tanto, vemos que entre Misa reformada y Misa tridentina existe un vínculo inescindible. Si se rompe este ligamen, ya no se comprende qué es la Misa. Estas cosas el papa Francisco debería decirlas claramente.
----------Otra cosa que quisiera decir al Papa: él ha dicho en el motu proprio que las restricciones a la celebración del vetus ordo ha debido tomarlas, aunque con dolor, para frenar a aquellos "cismáticos", que, aprovechándose de la libertad concedida por Benedicto con su motu proprio Summorum Pontificum, han transformado ese documento en un estandarte y un signo de reconocimiento de quienes acusan al novus ordo de filo-luteranismo y se oponen a las doctrinas del Concilio y del magisterio pontificio postconciliar.
----------Ahora bien, cabe observar que no todos los devotos del vetus ordo son cismáticos de este tipo. El Papa, por lo tanto, habría debido precisar con más claridad que las medidas restrictivas no valen indiscriminadamente para todos los devotos del vetus ordo, sino solo para los cismáticos.
----------Por lo demás, en lo que respecta a la tradición litúrgica, el Santo Padre podría hacer presente que es falso el rumor de que el novus ordo habría sido hecho "en el escritorio", en modo apresurado y por mentes bizarras, ignaras de pastoral, y proclives al gusto secularista de hoy. En realidad lo cierto es lo contrario: la reforma ha nacido y ha sido decidida a partir de profundizados estudios históricos iniciados ya en el siglo XIX (por ejemplo, la reevaluación de la dignidad de la liturgia desarrollada por Dom Próspero Guéranger, que culminó en la grandiosa encíclica Mediator Dei de Pío XII en 1947), los cuales han recuperado tradiciones antiquísimas, precedentes a aquellas conocidas en la época de san Pío V. Por ejemplo, el otro tipo mesa, vuelta hacia el pueblo lo encontramos ya en la basílica de San Vitale en Ravenna, en el siglo V.
----------Hay que tener presente también que los variados ordo Missae son también relativos a los tiempos y se suceden uno al otro sin que por lo tanto pretendan durar para siempre. Pero esto no quiere decir que los ordo precedentes sean suprimidos. Ellos permanecen en la memoria de la Iglesia y nada impide, en principio, que aún puedan ser utilizados para la celebración de la Misa, si es salvado el respeto de lo esencial de la Misa, algo que no se encuentra en ciertas celebraciones actuales de tendencia modernista.
----------Así, el rito del papa san Pío V ha sucedido a los ritos precedentes y ha sido sustituido por el del papa san Paulo VI. Y éste, por supuesto, será sustituido en el futuro por otro rito. Aquí vale la ley del progreso: cada nuevo rito responde siempre mejor a lo que Nuestro Señor Jesucristo ha querido que fuera la Misa.
----------Cabe señalar claramente también, que, digan lo que digan los lefebvrianos y filolefebvrianos, la doctrina de la Misa enseñada por el Concilio Vaticano II enriquece aquella enseñada por el Concilio de Trento, el cual se limitaba a decir lo que hace el celebrante, es decir, el ofrecimiento de un sacrificio propiciatorio por los vivos y por los difuntos, para la remisión de los pecados (Denz.1738-1743).
----------En cambio, la doctrina de la Santa Misa enseñada por el Concilio Vaticano II, partiendo de aquella base del Concilio de Trento, tiene una mirada hacia el pueblo y exalta la importancia y la eficacia salvíficas de la Misa, llegando a decir que en ella "se actúa la obra de nuestra redención" (Sacrosanctum Concilium n.2), se nos da "un anticipo de la liturgia celestial" (ibid., 8), de modo que la gracia de la Misa es la "fuente de la cual emana toda la virtud de la Iglesia" (ibid., 10). La participación en la Misa es un momento esencial de la edificación de nuestra salvación, sin por esto llegar a la exageración de Argüello, para el cual la participación en la Misa se resuelve en la toma de conciencia de que estamos ya salvados.
----------Lo que el Concilio Vaticano II subraya es que la Santa Misa es un sublime anticipo o pregustación del cielo, es primicia y garantía del Espíritu, es el banquete escatológico, es promesa y prenda de resurrección, como canta santo Tomás de Aquino: "O sacrum convivium, in quo Christus sumitur, recolitur memoria passionis eius, mens impletur gratiae et futurae gloriae nobis pignus datur".
----------Por otra parte, el Concilio Vaticano II ha querido liberarse de aquella visión pragmatista de la Misa, como si el participar en ella se limitara a un aprendizaje de lo que hay que hacer. Por el contrario, el Concilio ha querido presentar también la Misa como experiencia contemplativa, como encuentro místico y personal del fiel con Dios. De ahí el silencio prescrito después de la Sagrada Comunión.
----------Por consiguiente, el ir a Misa no es simplemente como asistir a una lección de teología moral, donde solo hacemos la mitad de nuestro deber, ya que quedamos obligados a hacer la otra mitad fuera de la Misa, un deber que consiste en poner en práctica lo que hemos escuchado en la Misa.
----------Esa visión, que es esencial, pero al fin de cuentas reductiva y restringida, fue esa objeción que tantas veces hemos escuchado, por parte de aquellos que dicen: ¿de qué vale ir a Misa si luego no se pone en práctica lo que se ha aprendido? Es cierto, no sirve, sino que de hecho es dañino e hipócrita. Pero de aquí se podía dar un paso más, correcto en sí mismo, pero que desembocaba en un camino engañoso: existen personas -se decía y se sigue diciendo- que no van a Misa, ¡pero son más honestos que muchos que allí van! Y he aquí la conclusión sofística: lo importante es ser honestos. Ir o no ir a Misa es irrelevante.
----------¿Dónde está el engaño? En el confundir la inocencia delante Dios dada por la ignorancia invencible, con un propósito consciente y deliberado de no ir a Misa bajo pretexto de que los que padecen ignorancia invencible están excusados. Pero estos hipócritas no crean que están excusados.
----------De todos modos, el Concilio Vaticano II, aunque reconociendo la necesidad de la puesta en práctica de lo enseñado en la Palabra celebrada, no se ha dejado enjaular en ese sofisma moralista, y ha escapado de él subrayando que la Misa, en su más alto valor, es un evento que es un fin en sí mismo, escatológico, no funcional o pragmático, porque no se disfruta de Dios en vistas a un fin práctico, sino sólo porque es hermoso disfrutar de Dios. "Gustad y ved qué bueno es el Señor" (Sal 34,9).
----------Pero la reforma de la Misa, con el sesgo ecuménico dado al novus ordo, ha querido abordar de frente el problema del desprecio luterano por la Misa, tomando otro camino, diferente al ataque frontal realizado por el Concilio de Trento: el camino del diálogo y del acercamiento. Ciertamente no está privado de riesgos, pero debemos confiar en este nuevo rumbo de la Iglesia. Es aquí donde mons. Lefebvre ha caído, dando prueba de una irrazonable desconfianza, y malinterpretando la propuesta del Concilio.
----------Está todavía el problema de Lutero y su desprecio por la Misa, pero ahora el problema es enfrentado de modo diverso, con más magnanimidad y apertura de mente. Desde hace cinco siglos estamos habituados a la existencia de los luteranos. Si nos interrogamos seriamente surge, dramática, la pregunta: ¿cómo es posible un cristianismo sin Misa? ¿Qué cristianismo es? Este es el desafío que debemos afrontar.
----------Nos preguntamos entonces a propósito de Lutero: ¿cómo ha podido Lutero jactarse contra el Papa de conocer mejor que él la voluntad de Cristo? ¿Qué mejor carisma de comprensión del Evangelio había recibido Lutero respecto al de aquel, el Papa, a quien Cristo ha mandado confirma fratres tuos? ¿Cómo es posible que tantos cristianos durante 500 años todavía se dejen seducir por la jactancia de tal personaje, no obstante haberse proporcionado tantas pruebas de su falta de fiabilidad? Misterio.
----------La Iglesia católica ha tomado nota serenamente del hecho y con el Concilio Vaticano II, reconociendo los valores cristianos que han seguido siendo comunes entre nosotros católicos y los luteranos, ha creído que podía acercarlos a la Misa, dejando de lado el rito de san Pío V, exclusivamente polémico hacia la Cena luterana, y recuperando algunos elementos válidos del uso y de la teología luteranos.
----------Pero he aquí que se abre otra herida: el escándalo de los lefebvrianos y filolefebvrianos, incapaces de apreciar este esfuerzo de bondad y de comprensión de la Santa Madre Iglesia, la cual elabora un nuevo ordo Missae, hecho a propósito para atraer a los protestantes honestos y de buena voluntad. ¿Resultado? En este punto el diablo se ha entrometido una vez más para distorsionar la reforma conciliar en sentido luterano, sin que, por el contrario, se pueda ver que los luteranos se acerquen a la Iglesia católica. No debemos abandonar al Papa en esta coyuntura. Es necesario insistir en seguir las directrices del Concilio.
----------Finalmente, una última modesta sugerencia de mi parte: el papa Francisco insiste con razón en la "Iglesia en salida". Movido por una intención misionera y evangelizadora, el Santo Padre siente repulsión por una Iglesia cerrada y centrada sobre sí misma y la quiere con razón solícita para ir "por las calles", a las periferias, hacia aquellos en quienes nadie piensa, de los que nadie se ocupa. Correctísimo.
----------¿Pero "Iglesia en salida" para llevar qué cosa? El Evangelio, naturalmente. Sin embargo ¿es acaso tan sencillo saber anunciar el Evangelio a los hombres de nuestro tiempo? Para nada. Para ello es necesario estar preparados. ¿Y dónde adquirimos la preparación necesaria y suficiente? Naturalmente, dejándonos formar por la Iglesia. Por lo tanto, la Iglesia debe cuidar de sí misma y de su propia idoneidad y adecuación para saber anunciar el Evangelio a los hombres de nuestro tiempo.
----------¿Pero, cómo se vuelve creíble la Iglesia? Lo dice Nuestro Señor Jesucristo mismo: mostrando al mundo cómo sus hijos se aman entre sí. ¿Y dónde reciben este amor que los une, los enciende y los vuelve misioneros? De la Misa. Sin una Misa sentida, vivida, participada, convencida, no existe preparación para la misión, no existe fraternidad cautivadora. Sin esta preparación doctrinal, moral y pastoral, el salir de casa no conlleva ninguna conquista, sino al contrario, se cae en las trampas preparadas por el mundo, se permanece engañados por sus falsos ideales, se permanece contagiados por la maldad del mundo.
----------En el empeño de acercar a los que están lejos es necesario prestar atención de no alejarse de los vecinos. Precisamente con el fin de una verdadera eficacia de la evangelización del mundo, quisiera sugerirle al Papa un mayor cuidado y una mayor atención a los problemas internos de la Iglesia, con igual atención a todos, por ser el Papa verdadero pastor de todos, juez super partes, sin propender hacia una parte en detrimento de la otra, aunque sea una minoría. Me refiero a los lefebvrianos y a los filolefebvrianos.
----------Cualquier padre de familia que a la vez es maestro de escuela se preocupa, naturalmente, más por sus hijos que por sus alumnos; de modo similar, un párroco cuida ante todo de su parroquia, y un obispo, ante todo, cuida de su diócesis. Es cierto que el Papa debe mirar a la humanidad entera y a las fuerzas que actúan por fuera de los confines visibles de la Iglesia. Sin embargo, ¿qué le ha dicho Cristo a Pedro? Pasce oves meas. Cristo ha tenido una atención primaria por la formación de los apóstoles. Es así formados que ellos han conquistado el mundo y lo conquistarán hasta el fin de los siglos.
San Pío V fijó el nuevo rito de la Misa en el curso de la tremenda lucha anti-luterana...
ResponderEliminarPor otra parte, es necesario tener presente que el vetus ordo, en su elaboración, fue concebido en función anti-luterana...
La primera frase es claramente así. Y por ese motivo pidió a los ritos destinados a sobrevivir que tuvieran una antigüedad de más de 200 años. Para que no tuvieran ningún vestigio de luteranismo.
La segunda frase -en cambio- parece más bien un anacronismo. El "vetus ordo" no se "elaboró" en concepción antiluterana. Porque sencillamente no se "elaboró". Se puede ver la primera edición de imprenta que conocemos en 1474 y esencialmente el mismo rito y los mismos textos para la Misa (especialmente en lo que se refiere al ordo missae: ofertorio, canon, etc) que en 1570 y así hasta 1962. Querer ver la "elaboración" del Misal de Pablo VI a la luz del de Pío V es anacrónico. La edición de 1570 no "elaboró" nada. Ahí está la diferencia. El Misal de 1970 elaboró en un escritorio el rito del ofertorio, plegarias eucarísticas (una fue delineada en una trattoria), etc.
Estimado Anselmo,
Eliminaracerca de la Misa de San Pío V, es cierto que el término "elaborada" por San Pío V, no ha sido una expresión demasiado feliz de mi parte, aunque el concepto puede ser correctamente entendido, similar al término "fijada". Sin embargo, efectivamente, vuelvo a decir que ha sido "concebida en función anti-luterana", es decir, en función de las necesidades de su tiempo, y no tengo ninguna dificultad en aceptar lo que usted dice, es decir, que recogía textos precedentes, como es bien sabido por todos.
No soy liturgista, pero, por cuanto respecta al Misal del papa san Paulo VI, que yo sepa, ha sido fijado o elaborado (como a usted más le guste, es indiferente) después de profundos estudios, muy serios, desde los inicios de la reforma litúrgica, que ya se había originado en el siglo XIX.
Ahora bien, el hecho de que la Misa de san Paulo VI haya sido el resultado de una "elaboración" no invalida en modo alguno la autoridad de este nuevo modus celebrandi, ya que, como usted debe saber muy bien, es facultad del Romano Pontífice determinar este modus según las conveniencia o las necesidades de los lugares y de los tiempos.
Por otra parte -y esto es sumamente importante- una ventaja del Novus Ordo consiste en su sesgo ecuménico, como he dicho en mi artículo, sin que por esto pierda la sustancia o esencia de la sacralidad de la Misa de san Pío V.
Creo que no me logro explicar: lo "antiluterano" del Misal de 1570 es lo antiluterano de la Iglesia en esa misma fecha. El Misal que se imprime en 1570 es el mismo que el que se había impreso en 1474. Puede tener más formularios en el calendario, el santoral o en las misas ad diversa. Pero el temporal y el ordo missae es el mismo. El ofertorio y el canon son idénticos. En ese sentido es que le digo que no fue tampoco concebida en ninguna clave. No fue concebida. Es lo que había.
ResponderEliminarLa abolición de los ritos sin antigüedad sí que tiene una lectura antiluterana, entre otras cosas.
Lo anacrónico es el concepto de "hacer algo" en material litúrgica de lo que primero se hable en un escritorio y en una comisión y luego de plasme en un libro litúrgico. Eso no pasó en la edición tridentina de los libros litúrgicos. Sí pasó con Pío XII en la reforma de la semana santa y Pablo VI con la edición de todos los libros litúrgicos. En ambos casos buscando en viejas colecciones eucológicas y en menor medida creando algunos textos. En el caso de Pablo VI creando muchos textos. Para ello basta leer La reforma litúrgica de Bugnini y los trabajos de Carlo Braga.
Las discusiones desde el siglo XIX con respecto a críticas al rito romano jamás pueden desembocar en crear un ofertorio y plegarias eucarísticas, porque no era algo que estuviera en la mente de nadie en esos tiempos.
Estimado Anselmo,
Eliminarestoy de acuerdo con usted en que el papa san Pío V conservó lo que existía desde 1474. Pero ¿por qué lo hizo? Evidentemente, lo hizo para llamar o reclamar a Lutero a respetar la estructura esencial de la Misa, que él había alterado. De hecho, considerando el rito de san Pío V, se nota cómo insiste en afirmar lo que Lutero niega, por ejemplo el concepto de la ofrenda sacerdotal del Sacrificio, el concepto de la transubstanciación como interpretación del cambio del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, así como la súplica de que el Padre quiera recibir satisfacción por la ofrenda del Sacrificio.
El papa san Pío V, por mandato del Concilio de Trento, no cambió nada, precisamente para hacer entender a Lutero que se equivocaba al cambiar aquello que no debía ser cambiado y al degradar la reactualización incruenta del Sacrificio de Cristo en una simple conmemoración de la Última Cena, además de excluir la transubstanciación.
Por su parte, ¿qué hizo el papa san Pablo VI? Él también, por mandato de un Concilio Ecuménico, sancionó con su autoridad de Sumo Pontífice un precedente trabajo preparado por expertos liturgistas. Esta vez el Papa, a diferencia de san Pío V que no quiso cambiar las modalidades del rito, secundando la instancia ecuménica que es el hilo conductor de todos los documentos del Concilio, aprobó legítimamente, es decir, en la plenitud de su competencia y de sus facultades, el trabajo cumplido por la Comisión encargada de la reforma del modus celebrandi.
Es cierto que ha habido un cambio, pero completamente legítimo, porque se enmarca dentro de la facultad pastoral del Papa. Pero ¿por qué Pablo VI quiso cambiar? Precisamente para atender las instancias o exigencias o mandatos del Concilio, el cual esta vez, en lugar de subrayar los errores de Lutero, ha recuperado algunos elementos de la Cena luterana, que podían ser asumidos en el Novus Ordo.
¿Y cuáles son estos elementos que se han asumido? El memorial de la Última Cena, la importancia de la lectura de la Palabra de Dios; el aspecto pastoral de la acción del celebrante; la participación de los laicos, hombres y mujeres, en cuanto bautizados y ejerciendo el sacerdocio común de los laicos; la lengua vernácula, en cuanto es comprensible para todos; la nueva configuración del altar, más cercano a la imagen de una mesa; el subrayar la asamblea eucarística como experiencia de comunión con Cristo y con los hermanos.
Buenos días, p. Filemón.
ResponderEliminarSoy un sacerdote de Barcelona, que suele ser muy maltratado cuando de vez en cuando escribo por amor a la Iglesia en variados blogs, aquí y allá. Quería agradecerle y alabar al Señor por sus comentarios, exhortaciones e invitaciones, que están imbuidos de competencia teológica y de sentido común. La empresa de hacer razonar a algunos tradicionalistas, a los que quizás debería llamarse más bien "pasadistas", en la medida en que rechazan el progreso eclesial, es ardua, pero necesaria en este tiempo de gran confusión y de extraordinario ataque infernal. Me permito invitarle a discutir un tema que es muy popular en el acalorado debate con los llamados "tradicionalistas": los fragmentos de las hostias consagradas que caen solo si se entrega la Sagrada Comunión en las manos. ¿Cómo hacer comprender que incluso si una Hostia consagrada es inadvertidamente pisoteada, no existe ningún sacrilegio y que el buen Jesús no padece ningún sufrimiento por ello?
Estimado J.M.C.,
Eliminarsu propuesta me parece buena. Ya he tratado el tema de la Comunión en la boca y la Comunión en la mano.
En todo caso, puedo preparar un breve artículo para aclarar qué significa tocar la Hostia consagrada y cuál debe ser el comportamiento adecuado en los dos casos antes mencionados.
El término "pasadistas" (que también a veces uso) me parece útil y conveniente para no insistir demasiado en el término "lefebvrianos". Y por otro lado, "tradicionalistas" es un término ambiguo, porque puede haber algunos tradicionalistas del todo inocentes y en regla con la Iglesia de hoy, en cuanto que se trata de católicos, los cuales, en plena comunión con la Iglesia, tienen la propensión por ciertos valores de la Tradición, quizás desatendida u olvidada, valores que tienen necesidad de ser recordados o repristinados, permaneciendo ellos siempre plenamente en el horizonte de la ortodoxia, a diferencia de ese tradicionalismo cismático, al cual el Papa menciona en el reciente Motu proprio Traditionis custodes.
Buenos días, p. Filemón,
EliminarGracias por la respuesta. Se debería insistir más no solo en la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía, sino también en especificar que la Eucaristía es el Cuerpo de Cristo glorificado y no FÍSICO (hay tanta ignorancia sobre esto), que la sustancia del Resucitado no transmite ningún virus, pero que los accidentes del pan y del vino, que permanecen después de la Consagración, pueden hacerlo muy bien, además de los dedos del ministro sagrado y los labios de quienes comulgan. Me provoca no poco sufrimiento el escuchar que algunos sacerdotes afirman que al distribuir la comunión sobre las manos, por temor a contagiar y contagiarse, sus hermanos en el sacerdocio que así lo hacen, no crean plenamente en la presencia de Cristo y que se convierten en fautores de sacrilegios en cuanto que los fragmentos que caen son pisoteados. Afortunadamente, las hostias que usamos hoy en día apenas si tienen fragmentos. En cualquier caso, también en el acto de dar la Sagrada Eucaristía en la boca, los fragmentos pueden caer inadvertidamente. ¿Qué se hace ante toda esta confusión? Que Dios lo bendiga
Estimado J.M.C.,
Eliminarle agradezco por este su nuevo comentario, que me estimula aún más a tratar, aunque sea brevemente, de este importante tema.