miércoles, 29 de septiembre de 2021

Eugenio Scalfari, el Papa y la verdad absoluta

Ocho años de pontificado, casi nueve ya, sumado al clima de introspección al que nos viene invitando la pandemia desde hace largos meses, seguramente es ya un extenso camino recorrido como para que el propio papa Francisco haya hecho su examen y balance de lo actuado, sin necesidad de que otros se lo hagan en lugar suyo, sobre todo si lo hacen con el espíritu con que lo hacen, hasta llegando a adelantar noticias del próximo cónclave. Un espíritu de análisis que claramente no proviene del Espíritu Santo. Pero la desubicación, la falta de respeto, y hasta la malicia de tales sedicentes católicos, creo que no es razón para eludir en este blog el desafío de hacer también nosotros un análisis general de lo sucedido en estos años de gobierno de la Iglesia por parte del papa Francisco. De modo que procuraré, en notas sucesivas, y sin un orden fijo ni agenda establecida, desarrollar una mirada más bien panorámica sobre estos años de Pontificado, poniendo el acento en sus características principales, especialmente en una que es muy evidente: su ambigüedad. ¿Qué es la ambigüedad en el lenguaje? ¿Cuáles son las características de la ambigüedad del papa Francisco? ¿Qué actitud asume el fiel católico al advertir ambigüedad en el lenguaje del Romano Pontífice? Al respecto de este tema, remontémonos a los inicios de este Pontificado, y a una serie de sucesos que más notoriamente han puesto de manifiesto la ambigüedad del papa Francisco: sus diálogos con el periodista Eugenio Escalfari.

----------Cuando el Papa habla, es necesario mantener el tono alto, por encima del graznar de las aves. La Editorial Vaticana, en su momento, allá por 2014, como sabemos, publicó el contenido de algunas charlas, entrevistas e intercambio de cartas del Papa con Eugenio Scalfari [n.1924]. Algunas expresiones del Romano Pontífice en aquellas circunstancias provocaron, especialmente en una parte del mundo católico, cierta perplejidad, aprensión y asombro, mientras que el complacido mundo laicista se aprovechó de ello para presentar deslealmente a un Papa cercano a sus posiciones secularistas. Por lo tanto, quisiera limitarme sólo a expresar cómo, a mi modo de ver, se deben interpretar en realidad algunas palabras del Papa, de modo de percibir su continuidad con la perenne enseñanza de la sana razón, de la Iglesia y de la fe.
----------En primer lugar, puede sorprender en la Carta que el Papa le escribió a Scalfari el 4 de septiembre de 2013, su siguiente declaración: "Yo no hablaría, ni siquiera para quien cree, de verdad 'absoluta' ", cuando sabemos bien cómo esta expresión es tradicional no sólo en la filosofía sino también en el lenguaje del Magisterio, para indicar a Dios o a la verdad divina; pero para entender lo que quiere decir el Papa, debemos leer las palabras que le siguen de inmediato: "no hablaría, ni siquiera para quien cree, de verdad 'absoluta', si se entiende absoluto en el sentido de inconexo, que carece de cualquier tipo de relación. Para la fe cristiana, la verdad es el amor de Dios por nosotros en Jesucristo. Por tanto, ¡la verdad es una relación!".
----------Cabe señalar, como primer punto a tener en cuenta, que aquí el Papa no está hablando de la verdad en general ni de la verdad como tal, sino de la verdad divina, la cual en Dios es idéntica al amor. Es tesis muy conocida de la teología clásica, por ejemplo en santo Tomás de Aquino, que en Dios el saber es idéntico al amar. Famoso es el dogma del Concilio de Florencia de 1442, por el cual en la esencia divina "todo es uno, a menos que se trate de la oposición relativa de las divinas personas" (In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationis oppositio, Denz. 1330). Por lo tanto, debemos disipar la sospecha de voluntarismo que podría surgir de una lectura superficial (como muchos han tenido) de las palabras del Papa.
----------Lo que en este contexto está en el corazón del papa Francisco es recordarnos que Dios está en relación con el mundo, con ese mundo que Él ha creado libremente por amor y esto sobre todo mediante el misterio de la Encarnación. Asimismo, nuestro relacionarnos con Él, diferente en cada uno de nosotros, hace así que la misma verdad divina se relacione con nosotros de diferentes modos para cada uno de nosotros.
----------Por eso y en tal sentido la verdad divina es una relación de Dios con el mundo: Dios conoce el mundo; la verdad es relación intencional de un sujeto con un objeto: adaequatio intellectus et rei, como dice santo Tomás, aunque en el caso de Dios no es Él quien debe adecuarse a las cosas, sino que son las cosas las que son adecuadas al pensamiento diseñador y creador que Dios tiene de ellas.
----------Pero la relación de Dios con el mundo es también amor, porque Dios ama al mundo y en Dios verdad y amor, como se ha dicho, se identifican en la simplicidad absoluta de la esencia divina. El Papa, entonces, quiere concentrar la atención sobre este punto y en tal sentido rechaza aquí la expresión "verdad absoluta".
----------En efecto, no podemos de ningún modo imaginar que el papa Francisco no siga considerando con el lenguaje tradicional a Dios en sí mismo como el Absoluto y a la Verdad como absoluta, porque el término "absoluto", que ha entrado desde hace algunos siglos en el lenguaje filosófico y teológico, puede ser sinónimo de "divino", si bien es cierto que no todo lo absoluto es divino, porque un ser finito puede ser absoluto en un aspecto y puede ser relativo en otro aspecto. Por ejemplo, la persona humana tiene un valor absoluto en cuanto imagen de Dios, pero tiene un valor relativo en cuanto creatura finita, y sobre todo frágil y pecadora. En cambio, Dios es absoluto desde todos los puntos de vista: es absolutamente absoluto.
----------Es razonable y necesario distinguir verdades relativas de verdades absolutas y de la verdad absoluta. Errado sería, como parece suponer Eugenio Scalfari, que existan sólo verdades relativas. Este es el error del relativismo, que se encuentra por ejemplo en la filosofía de Auguste Comte [1798-1857], que dice: "Todo es relativo, y este es el único principio absoluto". Ante esta afirmación, deberíamos preguntarnos cómo es posible, si todo es relativo, que haya entonces un principio absoluto. Esto atestigua cómo incluso los relativistas más extremos ​​no pueden prescindir de algo absoluto, que entonces ya no será el verdadero Absoluto (Dios) sino la absolutización de un valor relativo. Verdad relativa puede decirse en relación al objeto o en relación al sujeto. Si digo "hoy es miércoles" y es efectivamente miércoles, esta verdad es relativa a la actual jornada del miércoles, pasada la cual esa afirmación, en relación al objeto (¿qué día es?), cesa de existir. En efecto, si digo "hoy es miércoles", mientras es jueves, estoy en lo falso. Si, en cambio, se considera al sujeto que hace la afirmación, esta puede ser o aparecer verdadera solo en relación al sujeto, pero ser falsa desde un punto de vista objetivo, o porque el sujeto está en buena fe, se equivoca sin saberlo (la llamada "verdad subjetiva", "ignorancia invencible") o porque está en mala fe, es decir, se opone voluntariamente a la verdad ("ignorancia afectada o culpable"). Cabe señalar que, desde el punto de vista moral, en el primer caso el sujeto que peca permanece inocente delante de Dios, mientras que es culpable en el segundo caso.
----------Así, por ejemplo, no es difícil demostrar que desde el punto de vista de la ley moral la sodomía es objetivamente un pecado; sin embargo, dada la actual indigna campaña de exaltación de este pecado, no es fácil saber si aquel determinado homosexual sabe o no sabe que está pecando. En tal sentido, el Papa pronunció aquella famosa frase: "¿Quién soy yo para juzgar?". Sin embargo, dado que la verdad se regula por el objeto, todos estamos obligados a buscar la verdad objetiva, es decir, lo real como es en sí mismo, pero puede suceder que parezca verdadero lo que no lo es, por lo cual permanecemos engañados o nos engañamos. Y esto porque cometemos un error involuntariamente o porque nos cerramos culpablemente a la verdad. En el primer caso estamos excusados, en el segundo merecemos ser reprendidos.
----------Aquí tiene mucha importancia el principio de la conciencia. Cuando el Papa dice que también el ateo debe seguir la propia conciencia (en la Carta que estamos analizando el Santo Padre dice: "la cuestión para quien no cree está en obedecer a la propia conciencia"), el Papa no por ello aprueba el ateísmo (¿o acaso se puede imaginar un Papa ateo?). El papa Francisco no enseña que la conciencia individual o subjetiva es fuente absoluta de la verdad, sino que evidentemente se refiere al principio de la libertad de conciencia (o libertad de religión) proclamado por el Concilio Vaticano II, el cual nos recuerda que incluso quien yerra en buena fe, sin embargo, debe seguir su propia conciencia y es inocente ante Dios.
----------Por eso, el Estado y la Iglesia deben permitir al equivocado un espacio de libertad, salvada naturalmente las exigencias fundamentales del bien común. Existen, en efecto, valores fundamentales para la convivencia humana, cuya contravención es inexcusable y que, por tanto, es una contravención que debe ser impedida o reparada, sea o no sea en buena fe el equivocado o el delincuente. Se trata de un principio ya enseñado por santo Tomás de Aquino, cuando dice que la conciencia errónea obliga (Summa Theologiae, I-II, q.19. a.6), pero al mismo tiempo está claro que también el buen Aquinate admite la tolerancia hasta los límites que son insuperables, y que están señalados por las pautas básicas del bien común.
----------En ciertas circunstancias, la conciencia subjetiva de la propia inocencia o del propio buen derecho, aunque sea objetivamente e involuntariamente infundada, es de gran consolación y confortación, cuando se permanece aislado e incomprendido en un ambiente hostil, perseguido por leyes injustas, traicionado por amigos, oprimido por superiores, despreciado por súbditos, calumniado por mentirosos, difamado por malévolos o maltratado por prepotentes a causa de la verdad y de la justicia.
----------Esta conciencia, que en tales pruebas sabe renunciar a los consensos y al apoyo humanos, es la que caracteriza la fortaleza y la libertad de los héroes, de los santos y de los mártires, tanto en la historia civil como en la historia de la Iglesia. En tal sentido, Cristo proclama bienaventurados a los perseguidos por causa de la justicia y anuncia a sus discípulos: "seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre" (Mt ​​10,22). En cambio, quien evita cuidadosamente o astutamente no ser odiado por el mundo por amor al mundo, para no causar una mala impresión frente al mundo o para no tener problemas, tiene una conciencia sucia y farisaica o al menos es un vil o cobarde y no es digno discípulo de Cristo, como dice el divino Maestro: "Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, se avergonzará de él el Hijo del hombre cuando venga en la gloria del Padre con los ángeles santos" (Mc 8,38).
----------Es útil en esta cuestión de la objetividad (absolutidad) - subjetividad (relatividad) de la verdad, recordar también la correspondiente distinción entre verdad gnoseológica o relación de verdad como acto del intelecto y verdad ontológica como cosa verdadera objeto del conocer. La relación de verdad, que hace referencia al sujeto (la verdad como relación, para decirlo con el papa Francisco) es de por sí absoluta e inmutable, incluso si el objeto es mutable: si es cierto que hoy es miércoles, y digo que hoy es miércoles, esta proposición, en relación al miércoles que ha pasado, seguirá siendo verdadera in eterno (juicio verdadero), es decir, en absoluto, incluso si el miércoles (objeto del juicio) ha pasado. En cambio, si el objeto es mudable, también la afirmación, precisamente para ser verdadera, debe cambiar en conformidad con el cambiar del objeto, por lo cual en relación con el objeto, la verdad cambia y es relativa al cambiar del objeto. Si llega el jueves y sigo diciendo que hoy es miércoles, evidentemente estoy en lo falso.
----------Las verdades relativas son, por lo tanto, mutables, mientras que la verdad absoluta -humana o divina- es inmutable, porque por definición es esa verdad que no prevé cambio ni en el objeto, ni en consecuencia en el sujeto o juicio: son las verdades objetivas, fundamentales y universales propias de la razón y de la fe. En tal sentido se dice que la verdad es "una sola", so pena de negar el principio de no-contradicción.
----------Hablando de verdad relativa, sin embargo, el Santo Padre precisa que no pretende sostener ningún subjetivismo ("De hecho, todos nosotros captamos la verdad y la expresamos a partir de nosotros mismos: desde nuestra historia y cultura, desde la situación en que vivimos, etc. Eso no quiere decir que la verdad sea variable y subjetiva, todo lo contrario"). En efecto, decir verdad "subjetiva" (como la hemos definido anteriormente) no significa necesariamente subjetivismo. En efecto, definimos al subjetivismo como la pretensión arbitraria e individualista del sujeto individual de ser la regla de la verdad. Por el contrario, como ya he dicho, la regla de la verdad es el objeto (que pueda ser algo del propio yo, esto no quiere decir nada). En el subjetivismo, la verdad ya no es una sola, sino que cada uno se construye su propia "verdad" como cree y como le conviene. Las verdades pueden ser muchas en el sentido de muchas cosas verdaderas, pero no como se ha dicho, desde el punto de vista de la relación de verdad.
----------Para entender lo que acabo de decir, es necesario recordar las distinciones que venimos haciendo anteriormente. En efecto, de la definición que acabo de dar, resulta que subjetivismo se da, cuando el sujeto individual pretende ser la regla absoluta de la verdad, cosa evidentemente del todo ajena a las intenciones y a las palabras del Romano Pontífice. Subjetivismo se tiene, por ejemplo, en el solipsismo idealista del yo absolutizado y totalizante, considerado como la fuente única de la verdad absoluta y de todas las demás verdades (como se enseña, por ejemplo, en la filosofía de Fichte).
----------Es cierto que en la Biblia no se habla de "absolutidad" como atributo divino. Ni siquiera existe la palabra absolutidad en la Biblia (pero esto no significa nada: ni siquiera la palabra "persona" existe, pero el misterio trinitario de las tres divinas personas es una de las enseñanzas fundamentales de la Biblia). Ni siquiera santo Tomás considera a Dios como el Absolutum, ni habla de veritas absoluta. En vano entre los atributos divinos enumerados en la Summa Theologiae buscaríamos el atributo de la absolutidad. Entre otras cosas, en la época de Tomás sólo se da el concreto "absoluto", pero no la abstracta "absolutidad".
----------Por el contrario, el absolutum para la filosofía y teología de santo Tomás de Aquino, es un atributo normal para las realidades finitas sustanciales, formales o materiales. Por ejemplo, en el campo de la lógica, para él el universal abstracto es un absolutum, en cuanto es atemporal, libre e independiente (ab-solutum) de los individuos que lo sustentan. En efecto, para entender qué es el absoluto, es útil considerar la etimología de la palabra, a la cual el Aquinate estrictamente se atiene. Sólo será con el siglo XIX cuando en la teología, sobre todo en el idealismo alemán, surgió la empresa y la obsesión por lo "Absoluto". Para indicar a Dios, se comienza a hablar como del "Absoluto". La tendencia monista propia de Hegel resuelve todo lo real en el Absoluto, por lo cual existe sólo lo Absoluto, todo es Absoluto, todo está en el Absoluto, el Absoluto está en todo (inmanentismo), en cuanto todo es Uno. Y el Absoluto precisamente es Uno.
----------Para Hegel, algo que es "otro", distinto y separado del Absoluto, externo a él, relativizaría al mismo Absoluto, porque, para distinguirse del Absoluto, debería tener algo que el Absoluto no tiene. Pero un Absoluto que no es Todo, ya no es absoluto. También rompería la unidad del Uno-Todo. Sin embargo, a Hegel se le escapa que, en cambio, este "otro" del Absoluto, puede muy bien existir como ente relativo al Absoluto ("ser por participación", como dice santo Tomás de Aquino), lo que es precisamente la condición del ser creatural, como es precisamente en la doctrina bíblica de Dios creador del mundo, necesariamente externo a Dios (opus ad extra), ya que todo lo que hay en Dios es Dios.  Por otra parte, Hegel no comprende que lo creado no rompe la unidad divina, porque no se pone al mismo nivel que Dios en competencia con él, sino infinitamente por debajo (trascendencia divina), como imagen, efecto o signo de la divinidad.
----------Para Hegel, en cambio, nada existe fuera del Absoluto, y dado que, sin embargo, Hegel no renuncia a admitir también lo relativo, he aquí que para él, visto que lo relativo no puede estar fuera del Absoluto, el Absoluto mismo es concebido como incluyendo en sí lo relativo, es decir, el mundo. Dios deviene mundo y el mundo deviene Dios. Por eso, al fin de cuentas, el Absoluto hegeliano no es un verdadero Absoluto, independiente de lo relativo, sino que paradójicamente, precisamente para ser absoluto, para ser Dios, alberga en su propia esencia divina al mundo, según la célebre afirmación: "Dios no es Dios sin el mundo".
----------Para Hegel no se puede dar un puro Absoluto, un Absoluto absolutamente simple, sino que el Absoluto mismo es relativo al mundo, está "historizado", aunque después Dios venga, desde el punto de vista de Hegel, a ser relativo sólo a Sí mismo, dado que el mundo mismo es en Dios coincidente con la esencia divina. Pero esto evidentemente elimina la distinción entre Dios y el mundo y se cae en el panteísmo.
----------Estaríamos naturalmente engañados y descaminados, si interpretáramos en este sentido las palabras del Papa, el cual sabe muy bien por la fe y por la razón que Dios, en su infinita perfección, podría existir también sin el mundo, siendo Él precisamente el Absoluto, el Infinito, el Eterno, el Ser perfectísimo y por lo tanto del todo autosuficiente. Un "Absoluto" en sí mismo relativo al mundo no podría ser un verdadero Absoluto, porque relación dice dependencia de aquello con lo cual se está en relación. El mundo depende de Dios pero Dios no depende del mundo. Dios tiene relación con el mundo en el sentido de que lo ha creado, lo conoce y lo ama, pero no en el sentido de que dependa del mundo. Ahora bien, como hemos visto, la independencia es el carácter de la absolutidad. Si en efecto, con la creación y más aún con la Encarnación, Dios se ha puesto en relación con el mundo, es simplemente porque lo ha querido libremente por amor al mundo, ni esto deriva necesariamente o "lógicamente" de la esencia divina, como creía Hegel.
----------La cuestión del "Absoluto", ignorada por el iluminista Kant, salta en cambio al primer plano en la filosofía romántica de Fichte, Schelling y Hegel. Pero para ellos el Absoluto ya no es lo que entendía santo Tomás de Aquino. Para ellos, ab-solutum quiere decir más bien suelto, libre, independiente, auto-subsistente, autosuficiente, que se sostiene por cuenta propia, cosas que podrían convenir a Dios. Pero de hecho en Tomás, como he dicho, no es un atributo divino, sino una categoría lógico-ontológico-moral de tipo analógico. Si queremos, "absoluto" también significa "desligado", pero no con el matiz negativo que parece poseer en las palabras del Papa, porque el absolutum puede tener vínculos de facto: lo universal, por cuanto en si independiente de lo individual, de hecho está presente en lo individual (unum in multis). Dios, aunque independiente del hombre, ha querido vincularse con el hombre con un pacto de amor.
----------Por si aún no se ha entendido, pensemos también en la "absolución sacramental". La palabra "absuelto" viene de absolutum, participio pasado de absolvo, que aquí significa liberar de las vínculos que hacen esclavo o prisionero, es decir, liberar de las ataduras del pecado. Quien es absuelto de los pecados es libre, íntegro y feliz. Por el contrario, como se ha dicho, es lo relativo lo que no se ajusta a la esencia divina, porque relativo dice dependiente y Dios claramente no depende de nadie. Sólo en el misterio trinitario existen relaciones divinas, las Personas divinas, que, sin embargo, no dicen dependencia, sino que se habla de "relación" sólo de origen en la igualdad de la única naturaleza divina. El Hijo, por ejemplo, tiene origen del Padre, pero no es dependiente del Padre como el inferior depende del superior, o el efecto de la causa, sino sólo porque es generado por el Padre, que le es igual en la común naturaleza divina.
----------La relación aquí no es un accidente, sino que es subsistente, porque es Persona divina, por la cual la Persona relacionada es idéntica en la naturaleza divina con la Persona relacionante. Por eso Dios sigue siendo el Absoluto: Dios y la Trinidad son un único Ser absoluto, Dios mismo. Y si en la Biblia no encontramos el atributo de la absolutidad, sin embargo encontramos atributos equivalentes. La absolutidad, en cierto sentido, los resume a todos: la libertad, la independencia, la bondad, la eternidad, la totalidad, la infinitud, la majestad, la perfección, la inmutabilidad. El atributo de la absolutidad conserva su valor incluso si de hecho Dios ha creado un mundo, se ha encarnado y, por lo tanto, tiene una relación de conocimiento y de amor frente a él. Dios, en efecto, al crear el mundo, no cambia su naturaleza, por lo cual sigue siendo en sí mismo el Absoluto. Pero está claro, como se ha dicho -y el Papa ciertamente lo sabe muy bien- que Dios ha creado libremente el mundo, liberrimo consilio, como dice el Concilio Vaticano I. Podía, si quería, ni siquiera crearlo. Dios que no tenía necesidad de nosotros, ha querido por amor nuestro en Cristo mendigar nuestro amor y pedirle a la mujer samaritana un vaso de agua. "Dios, como dice san Agustín, que te ha creado sin ti, no te salva sin ti".
----------De ahí la dignidad de lo creado, ciertamente, pero también la contingencia del mundo, frente a la existencia absolutamente necesaria de Dios. Si Dios no existiera, el mundo no existiría. Mientras que el mundo podría no existir, Dios no puede no existir, porque es el Ser mismo absoluto, es lo que da razón de la existencia del mundo: es, por lo tanto, lo absolutamente Necesario. Es el Necesse-esse, como lo llamó el gran metafísico musulmán Avicena, citado muchas veces por santo Tomás de Aquino.
----------Ahora bien, el mundo no depende de Dios por deducción lógico-necesaria, como por ejemplo las propiedades del triángulo dependen de la esencia del triángulo, como pensaba Spinoza. Esto implica la existencia en Dios del amor, amor gratuito, generoso, misericordioso, de libre elección. Lo creado no desciende o deriva de la esencia divina, sino que es efecto de la divina voluntad. No decimos que las propiedades del triángulo dependan del triángulo porque las ame, sino simplemente por una deducción lógica de la esencia del triángulo. No es así como el mundo deriva de Dios, porque no proviene de su esencia sino de la nada, creatio ex nihilo, en virtud de su sabiduría, de su libertad, de su bondad y de su omnipotencia.
----------Eugenio Scalfari parece preguntarle al Papa si se puede admitir un cierto relativismo de las verdades. El Pontífice habría podido polemizar con el relativismo, como ha hecho el papa Benedicto durante su pontificado, pero Francisco, en cambio, responde reconociendo que en Dios mismo hay un relacionarse. Naturalmente, estas palabras del Romano Pontífice no deben entenderse en contraste con tantas expresiones del papa Benedicto en contra del relativismo, y como aprobación del relativismo, que es un grave defecto del pensamiento y de la conducta moral, por lo cual se "relativiza" lo absoluto no en el sentido legítimo dicho por el Papa, sino en el sentido de hacer de Dios un ídolo al servicio de los propios deseos o, en todo caso, de relativizarlo para el hombre, como si el hombre estuviera por encima de Dios.
----------Está claro, como dice el Santo Padre en su Carta a Scalfari, que Dios, para ponerse en relación con nosotros y para que nosotros podamos ponernos en relación con Dios, se nos presenta de tanto en tanto en el modo más adecuado a cada uno de nosotros. Pero una cosa es afirmar que Dios se pone en relación con cada uno de nosotros en modos relativos a cada uno de nosotros, y otra cosa es negar a Dios la absolutidad intrínseca a su divina esencia, para convertirlo en un producto del hombre o en un hecho contingente de la historia de la cultura. Está claro que sobre este punto el papa Francisco está completamente de acuerdo con el papa Benedicto. Y el actual papa emérito no tendría ninguna dificultad en suscribir las palabras del papa Francisco a Scalfari, entendidas como el Papa las entiende, y como he tratado de explicar.
----------Finalmente, conviene decir por otra parte, a modo de conclusión, que puede existir un sano relativismo, cuando se reconoce como relativo lo que es efectivamente relativo y no se lo convierte en absoluto. Sin embargo, así como existe un relativismo deletéreo, dañoso, así también existe un absolutismo igualmente deletéreo, que excluye al otro, exaspera los contrastes, y crea dualismos irresolubles, contraponiendo las posiciones contrarias en modo tan absoluto, que parece imposible cualquier forma de diálogo y de conciliación. Es la calamidad de la ideología. Es esto ciertamente lo que el papa Francisco quiere decir al concluir esta parte de su carta: "es necesario ponernos de acuerdo en los términos, y quizás, para salir de los atolladeros de la contraposición… absoluta, replantear en profundidad la cuestión. Creo que esto es absolutamente necesario hoy para entablar el diálogo sereno y constructivo que proponía al principio de mis reflexiones". Por cierto, el tema de la "ideología", o de las "ideologías" es algo en lo que el Santo Padre viene insistiendo mucho últimamente (véase por ejemplo la Audiencia del pasado miércoles 22 de septiembre).
----------Es interesante cómo en esa última declaración a Eugenio Scalfari aparece dos veces el "absoluto", una vez como adjetivo y otra como adverbio. El concepto de "absoluto", de hecho, está presente en nuestro mismo lenguaje cotidiano. Su aplicación teológica depende del significado analógico del término, que se presta ya sea para indicar el mundo, ya sea para designar a Dios.
----------Por lo tanto, no hay que dudar de que el Romano Pontífice sabe muy bien todo esto, aunque lo sepa de un modo simple, sencillo, sin los desarrollos filosóficos y teológicos en los que en este artículo me he explayado. En definitiva, el Papa cree precisamente en ese Absoluto, que no extremiza y confunde necia y estúpidamente lo relativo con lo absoluto, como hacen los actuales tradicionalistas, o lo confunden, también necia y gnósticamente, como hacen los actuales modernistas, en una falsa "síntesis", confundiendo las posiciones en contraste (el ser con el no-ser, lo verdadero con lo falso, el bien con el mal), como por ejemplo en la dialéctica hegeliana o en el panteísmo de Severino, sino que el Papa cree en ese Absoluto que, en su infinito, benéfico y absoluto poder de paz y de conciliación, une las almas en la verdad absoluta de la eterna bienaventuranza.

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