viernes, 3 de septiembre de 2021

¿Qué queda de los debates litúrgicos por el cierre del Seminario de San Rafael? ¿Comunión en la boca o Comunión en la mano? (1)

Hace exactamente un año el obispo de San Rafael, en Mendoza, monseñor Eduardo María Taussig, a una con la Santa Sede, decretaba el cierre del seminario diocesano. El hecho se produjo en plena explosión de la pandemia del Covid-19 en Argentina, y el "epicentro del sismo" o crisis originada por la medida, fue la prescripción de la Comunión en la mano para todos los fieles de la diócesis (medida más tarde moderada).

Valor vinculante de las prescripciones sobre el modo de comulgar
   
"Abre tu boca, la quiero llenar" (Salmo 81,10)
   
----------Desde los primeros meses del 2020, al comenzar a difundirse la gripe del Covid-19, surgió la necesidad de que la población de los países que iban siendo afectados, asumiera variadas medidas sanitarias de prevención. Entre esas medidas profilácticas se encuentran las que afectan a las celebraciones litúrgicas en la Iglesia católica, particularmente en lo que se refiere al modo de realizar la Comunión. La Jerarquía de los diversos países, a una con las autoridades sanitarias de sus gobiernos, resolvieron la contingencia de diversas maneras, aunque en su mayoría optando por sugerir o prescribir a los fieles, con diverso carácter obligante, la Comunión en la mano y no en la boca. Por mencionar un caso paradigmático, porque es la iglesia local que tiene por primado al Obispo de Roma, la Conferencia Episcopal Italiana en su momento estableció la disposición de que los fieles, con motivo de la pandemia, recibieran la Sagrada Comunión en la mano. Claro que, desde la instauración de estas medidas se escucharon por parte de algunos fieles expresiones de desagrado, objeciones y quejas, refiriéndose a su preferencia por la Comunión en la boca.
----------Vale tener presente, ante todo, que las disposiciones de los Obispos no deben ser entendidas como una orden taxativa o mandato perentorio, como si se tratara de obedecer a la ley natural o divina. Las disposiciones de los Obispos consisten en una norma simplemente eclesiástica, de carácter indicativo, aunque, por supuesto, respaldada por la cautela requerida para la protección de nuestra salud frente al coronavirus.
----------Como veremos, en efecto, en el pasaje de la Carta apostólica Dominicae cenae del papa san Juan Pablo II, del año 1980, que aprueba la Comunión en la mano, el Santo Pontífice no desaprueba a aquellos fieles que, por motivos de conciencia, prefieren recibir la Sagrada Comunión en la boca.
----------Por consiguiente, el sabio comportamiento del celebrante, o en todo caso del ministro encargado de distribuir la Comunión, no es el de presentar la Comunión en la mano como una verdadera y propia orden taxativa y perentoria, de modo similar a como el Obispo ordena a los fieles el cumplimiento de la ley moral natural o divina o un intendente podría dar órdenes a los ciudadanos de que no se estacionen en un lugar determinado o los policías o gendarmes podrían dar órdenes de mostrar los documentos en el retén.
----------Entre las disposiciones que en su momento fijaron las Conferencias Episcopales de diversos países antes de la llegada de la pandemia, en principio se "aconsejaba" la Comunión en la mano. Ahora bien, todos saben que el consejo no es una orden, sino que deja al aconsejado libre para hacer lo contrario. Por eso, aquellos obispos que se muestran exagerados cultores del Novus Ordo, y que presentan la Comunión en la mano como si fuera una orden o un precepto bajo pena de pecado, cometen ciertamente un abuso de autoridad y ponen en malestar irrazonablemente la conciencia de los fieles tradicionalistas.
----------Claro que a posteriori, con motivo de la llegada efectiva de la pandemia, las Conferencias Episcopales, en general, por ejemplo la Italiana, prescribieron en cambio la Comunión en la mano en caso de emergencia. Pero permanece siempre el mayor peso de la declaración precedente. Por ello, la imposición que ciertos sacerdotes o ministros hacen a todos los fieles indiscriminadamente de la Comunión en la mano, no con la actitud de ministros de lo Sagrado, sino más bien con actitud similar a la de funcionarios de aduanas, rechazando quizás con dureza la petición de la Comunión en la boca, realizan un acto de violencia contra los fieles, precisamente en el momento místico en el que el celebrante o el ministro deberían ser más que nunca los testigos o signos vivientes de esa suprema caridad, que consiste en el actuar como ministros de la caridad de Nuestro Señor Jesucristo, que se ofrece a las almas como alimento de vida eterna.
----------Por lo tanto, el fiel que en conciencia cree preferir o pedir la Comunión en la boca, no sólo no comete ningún pecado, sino que cumple un acto de religiosa piedad, conforme a su libre decisión de conciencia. Es este un campo de elección donde vale aquella "diversidad" de la cual habla tan a menudo el papa Francisco, incluso a propósito de la diversidad de las religiones. Si esta diversidad, rectamente entendida y no como indiferentismo o relativismo, vale para las religiones, figurémonos si no vale con respecto a la Comunión en la boca o en la mano, de las cuales la una y la otra cuentan con una antiquísima tradición.
----------Nosotros no sabemos si Nuestro Señor Jesucristo con ese "dio" y ese "tomad" al que se refiere la narración evangélica haya dado la Comunión en la mano o en la boca. Existe un uso del siglo IV atestiguado por san Cirilo de Jerusalén, según el cual el fiel recibía la Eucaristía en la mano. Lo que por entonces se prefería considerar era que la Santa Misa había nacido en la Última Cena, la cual precisamente fue una cena, y obviamente en una cena cada uno puede servirse por sí solo, no se le da en la boca, aunque se trate de una ración de comida ofrecida por quien ocupa el lugar de honor o cabecera en la mesa.
----------Es bueno recordar, a propósito de la historia del modo de distribuir la Comunión, que primero, con la reforma carolingia del siglo VIII y luego, con la reforma gregoriana del siglo XI, asociada con el surgimiento de la Orden Cluniacense, aumenta el culto, el interés y la reverencia por el misterio eucarístico y, por lo tanto, por la importancia de la Misa bien celebrada y bien participada por los fieles.
----------Es en este clima de cultura litúrgica, de alta espiritualidad, fuerte sentido de lo sacro, de la sublimidad del ministerio sacerdotal y del culto a la Eucaristía, que comenzó a extenderse la práctica de la Comunión en la boca, para significar que si la Comunión era una comida, era comer el Cuerpo del Señor, pero sobre todo era la recepción de un don altísimo que se recibe de las manos del Sacerdote así como Jesús había dado para comer su Cuerpo y su Sangre a los apóstoles bajo las especies del pan y del vino en la Última Cena. ¿Había entregado Jesús las sagradas especies en las manos de los apóstoles o se las había puesto en la boca? No se lo sabía. Pero entonces se abrió camino la idea de que Jesús había hecho lo segundo.
----------Recordemos que la práctica de la Comunión en la boca fue prescrita por la reforma de la Misa operada por el papa san Pío V en cumplimiento de los decretos del Concilio de Trento, y hace sesenta años el Concilio Vaticano II ha confirmado esta disposición (cf. Sacrosanctum Concilium, n.55).
----------En cuanto a la asunción del cáliz, recordemos que el Concilio de Trento la prohibió a los comunes fieles, pero solo por motivos prácticos, porque si bien el dar la Comunión del Cuerpo en la boca es muy simple, en cambio, entregar el cáliz para la asunción del vino consagrado es cosa laboriosa, delicada, compleja y que requiere tiempo. Hoy la Iglesia lo permite solo en circunstancias especiales, siempre para limitar al máximo los riesgos y las complicaciones asociadas a la asunción del cáliz.
----------Por ejemplo, si bien es muy simple levantar una hostia consagrada que se ha caído al suelo, en cambio, si se vierte el vino consagrado, es realmente un verdadero problema. La Comunión bajo las dos especies es cosa fácil cuando los fieles que se acercan a la Comunión están bien educados o instruidos para hacerlo, y los fieles son pocos o poquísimos, como ocurre sobre todo en las comunidades religiosas.
----------Por cuanto respecta a la Comunión en la mano, fue recién en 1980, como he dicho, que el papa san Juan Pablo II señaló la introducción de la práctica de la Comunión en la mano que ya venía ocurriendo en algunos países, obviamente con el permiso de la autoridad eclesiástica, y el Papa la aprobó, dejando sin embargo a la libertad de los fieles que prefirieran exigir la Comunión en la boca.
----------Deber del ministrante de la Comunión es, por lo tanto, el de satisfacer las necesidades de los fieles al respecto, salvo, en principio, en situaciones de emergencia, como ha sido y es la determinada por la actual pandemia, con aquellas cautelas sanitarias que se hayan vuelto necesarias.
----------Ante esta situación, la gran mayoría, o de hecho la unanimidad de las Conferencias Episcopales nacionales, por ejemplo la Argentina o la Italiana, han prescrito para todos los fieles la Comunión en la mano, pero tal prescripción mantiene siempre su carácter indicativo, lo que no anula la sustancial libertad de los fieles, reconocida previamente, por motivos de conciencia, de preferir la Comunión en la boca.
----------Lo esencial a tener presente es que, en un caso como este, no nos encontramos frente a un verdadero y propio precepto moral fundado en la ley natural o divina, que obliga a todos y siempre sub gravi, sino a una simple disposición positiva contingente, por más autorizada que sea, porque es expedida por la autoridad competente. Esto implica que el desatender a esta disposición ya sea por parte del ministro o por parte del fiel, si esto ocurre por motivos de conciencia, no implica pecado sino que es algo loable y permitido.
----------He aquí el texto del papa san Juan Pablo II de la Carta Dominicae Cenae del 24 de febrero de 1980: "En algunos Países se ha introducido el uso de la comunión en la mano. Esta práctica ha sido solicitada por algunas Conferencias Episcopales y ha obtenido la aprobación de la Sede Apostólica. Sin embargo, llegan voces sobre casos de faltas deplorables de respeto a las Especies eucarísticas, faltas que gravan no sólo sobre las personas culpables de tal comportamiento, sino también sobre los Pastores de la Iglesia, que hayan sido menos vigilantes sobre el comportamiento de los fieles hacia la Eucaristía. Sucede también que, a veces, no se tiene en cuenta la libre opción y voluntad de los que, incluso donde ha sido autorizada la distribución de la comunión en la mano, prefieren atenerse al uso de recibirla en la boca. Es difícil pues en el contexto de esta Carta, no aludir a los dolorosos fenómenos antes mencionados. Escribiendo esto no quiero de ninguna manera referirme a las personas que, recibiendo al Señor Jesús en la mano, lo hacen con espíritu de profunda reverencia y devoción, en los Países donde esta praxis ha sido autorizada".
----------"Conviene sin embargo no olvidar el deber primordial de los sacerdotes, que han sido consagrados en su ordenación para representar a Cristo Sacerdote: por eso sus manos, como su palabra y su voluntad, se han hecho instrumento directo de Cristo. Por eso, es decir, como ministros de la sagrada Eucaristía, éstos tienen sobre las sagradas Especies una responsabilidad primaria, porque es total: ofrecen el pan y el vino, los consagran, y luego distribuyen las sagradas Especies a los participantes en la Asamblea. Los diáconos pueden solamente llevar al altar las ofrendas de los fieles y, una vez consagradas por el sacerdote, distribuirlas. Por eso cuán elocuente, aunque no sea primitivo, es en nuestra ordenación latina el rito de la unción de las manos, como si precisamente a estas manos fuera necesaria una especial gracia y fuerza del Espíritu Santo".
----------"El tocar las sagradas Especies, su distribución con las propias manos es un privilegio de los ordenados, que indica una participación activa en el ministerio de la Eucaristía. Es obvio que la Iglesia puede conceder esa facultad a personas que no son ni sacerdotes ni diáconos, como son tanto los acólitos, en preparación para sus futuras ordenaciones, como otros laicos, que la han recibido por una justa necesidad, pero siempre después de una adecuada preparación".
   
¿Qué hizo exactamente Jesús?
   
----------Está claro que el punto de referencia fundamental para esta cuestión que estamos tratando son las fuentes escriturísticas. Pero, como veremos, ellas aquí nos dejan en la incerteza. Por eso es decisivo el uso establecido por la Iglesia en los diversos tiempos y lugares.
----------Los Santos Evangelios nos narran, como es bien sabido, la cena pascual de Nuestro Señor Jesucristo con sus apóstoles. Como sabemos, la institución de la Eucaristía y del modo de su distribución tiene lugar en el marco de esta cena pascual. Jesús y los apóstoles están, pues, a la mesa (Jn 13,23; Lc 22,14.22; Mt 26,20; Mc 14,17). La reunión de Jesús con los apóstoles está motivada por la conmemoración ritual prescrita por Moisés de la liberación de Israel de la opresión egipcia.
----------Por tanto, tenemos ciertamente una cena, pero no una simple cena profana y espontánea entre amigos, sino una cena sagrada rígidamente regulada por normas tradicionales, verdadero y propio rito religioso, aunque no en el sentido estricto de la ofrenda de una víctima sacrificial por mano del sacerdote.
----------De hecho, Jesús no pertenecía a la casta sacerdotal levítica, aunque en última instancia se revelaría que era Él el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza en su sangre. Él, ordenando a los apóstoles sacerdotes de esta Alianza, la estipuló con el Padre precisamente en aquella cena, prefiguración y al mismo tiempo efecto del sacrificio cruento de la cruz, sacrificio que Jesús habría de consumar al día siguiente, precisamente en el mismo día en el que en el templo se sacrificaba el cordero pascual.
----------Jesús, por lo tanto, eligió esta circunstancia del día precedente a la ofrenda del cordero pascual, extremadamente significativa para la historia de la salvación de Israel, para instaurar la Nueva y definitiva Alianza, que debía confirmar, superar y a la vez sustituir a la Antigua Alianza mosaica: confirmarla en cuanto no venía a menos el pacto del hombre con Dios; superarla porque era una alianza mejor, sustituirla en cuanto en ella había prácticas prefigurativas de Cristo, venido el cual, debían ser abandonadas.
----------Al término de la cena, Jesús, por lo tanto, tomó "un pan" (Lc 22,19) o "el pan (Mt 26,26) y, pronunciada la bendición, lo partió y lo dio (Mt 26,26-27; Mc 14,22-23; Lc 22,19) a los discípulos diciendo: 'Tomad y comed (Mc 14,22; Mt 26,26): esto es mi cuerpo' " (Mt 26,26; cf. Mc 14,22; Lc 22,19).
----------"Del mismo modo, después de haber cenado, tomó el cáliz diciendo: 'Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros' (Lc 22,20; cf. Mc 14,24). 'Bebed todos de él. Porque esta es mi sangre de la Alianza, derramada por muchos, en remisión de los pecados' " (Mt 26, 27-28). Del cáliz Jesús dice: "Tomadlo y compartidlo entre vosotros" (Lc 22,17).
----------En ese clima de alta religiosidad y confidencial amistad de Jesús con los apóstoles, aparece, estridente y perturbadora, la revelación de Jesús que precisamente uno de los Apóstoles lo traiciona. En el desconcierto y la sorpresa general, Juan narra que a su pregunta, solicitada por Pedro, sobre quién es el traidor, Jesús responde: "aquel para quien mojaré un bocado y se lo daré" (Jn 13,26). "Habiendo tomado el bocado, él" (Judas) "salió inmediatamente" (Jn 13,30). Juan no precisa si el anuncio de la traición ocurre antes o después de la institución y de la distribución de la Eucaristía, porque él no narra la institución de la Eucaristía.
----------Por otra parte, no está claro en el evangelio de Juan si la institución de la Eucaristía tuvo lugar después de la salida de Judas, por lo cual, si las cosas hubieran sido así, Judas no habría hecho la Comunión. De cualquier modo, lo que es seguro es que el "bocado" no es ciertamente la Eucaristía.
----------Mateo y Marcos presentan el anuncio de la traición antes o durante la institución de la Eucaristía: "Aquel que ha metido conmigo la mano en el plato, me entregará" (Mt 26,23; cf. Mc 14,20). Después de eso, se lleva a cabo la institución. Lo que hace pensar o sugiere que Judas también haya recibido la Comunión.
----------El evangelio de Lucas, por el contrario, parece presentar el anuncio de la traición de Judas después de la institución, en referencia a cuando Jesús dice: "el que moja conmigo en el plato" (Lc 22,21). Pero incluso en este caso puede pensarse que Judas haya hecho la Comunión.
----------Sin embargo, permanece el hecho de que Juan en su Evangelio es el único que narra la salida de Judas y, como Juan no nos narra la institución de la Eucaristía, no tenemos modo de saber si Judas ha hecho o no ha hecho la Comunión, es decir, si ha salido antes o después de la institución de la Eucaristía. Cabe señalar, sin embargo, que, según la narración del evangelio de Juan, Jesús inicia su largo discurso de despedida tras la salida de Judas (Jn 13,31). Esto hace pensar o sugiere que la Comunión ya había tenido lugar y que, por lo tanto, Judas también hubiera hecho la Comunión.
----------Los Evangelios Sinópticos, por su parte, como vinculan el anuncio de la traición de Judas a la institución de la Eucaristía, hacen pensar que Judas estuviera presente y que, por lo tanto, haya hecho la Comunión. Por consiguiente, parecería que Jesús le habría dado el "bocado" después de la Comunión.
----------Ahora bien, vengamos a las preguntas que nos interesan aquí. ¿Cómo instituyó Jesús la Eucaristía? Partió una hogaza en doce pedazos. ¿Y luego qué hizo? ¿Cómo les ha hecho llegar los pedazos a los apóstoles? ¿Los apóstoles se han servido a sí mismos por turno tomando de un plato en las manos de Jesús, o bien de un plato puesto sobre la mesa por Jesús? ¿O bien ha pasado Jesús mismo a distribuirlos sosteniendo los pedazos sobre un plato? ¿Él se los ha dado en la boca o en la mano? ¿Los apóstoles se le acercaron por turno? ¿Se han dejado dar en la boca o han tomado el pedazo en la mano? No lo sabemos.
----------Esto quiere decir que desde los inicios del cristianismo, desde el inicio de la vida de la Iglesia, ha sido facultad de la autoridad eclesiástica establecer el modo de recibir la Comunión, ya sea en la boca o en la mano. Al inicio, allí donde es posible tener informaciones, encontramos la prevalencia de la Comunión en la mano, como es atestiguado por san Cirilo de Jerusalén en el siglo IV, pero nada nos impide pensar que existiera ya por entonces la Comunión en la boca, sugerida por el gesto de Jesús de darle a Judas un bocado, aun cuando en ese caso, ya lo hemos dicho, no se trataba de la Eucaristía.
----------Cabe señalar, por otra parte, que las palabras de la consagración y los gestos hechos por Nuestro Señor Jesucristo al distribuir la Comunión reflejan cuanto sustancialmente Jesús ha dicho y hecho. Pero los relatos evangélicos que poseemos, incluida la narración de san Pablo (1 Co 11,23-25) son elaboraciones explicativas y explicitativas posteriores de la comunidad litúrgica de los orígenes, aunque estemos seguros que se trata de interpretaciones absolutamente verdaderas, porque están garantizadas por la asistencia del Espíritu Santo al hagiógrafo. Esto, sin embargo, debemos decirlo para hacer presente que no podemos retroceder o remontarnos a antes de los textos para conocer más, respecto a cuanto la Tradición litúrgica eclesial nos narra y nos garantiza con valor dogmático y de fe.

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