martes, 28 de septiembre de 2021

El cardenal Walter Kasper y su falsa misericordia (3/3)

Es al Romano Pontífice a quien compete declarar que una enseñanza es herética, si pastoralmente lo juzga oportuno o necesario; pero no escapa a la competencia de los teólogos, abocados a la tarea de la inteligencia de la fe, descubrir los errores contrarios a ella, o sea, identificar las herejías, y así, del debate teológico, surge la certeza en estas cuestiones, en una tarea de gran utilidad para el Magisterio de la Iglesia.

El "gran descubrimiento" de Lutero según Kasper
   
"Ya no hay condenación para aquellos
que viven unidos a Cristo Jesús" (Rom 8,1)
   
----------Afirma Kasper: "La idea de que la justicia de Dios no es una justicia castigadora, sino una justicia que justifica al pecador es tenida por el gran descubrimiento reformador de Martín Lutero, un descubrimiento que también a él personalmente lo liberó del miedo al pecado y de los cargos de conciencia" (p.81). Más adelante: "Para Lutero, la ruptura reformadora consistió en el redescubrimiento del sentido bíblico originario de la justicia no como justicia castigadora, sino como justicia liberadora, justificadora y salvadora" (p.103).
----------Como es bien sabido, Lutero se refería al pasaje de la Carta a los Romanos que dice: "Pero ahora, independientemente de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús" (Rom 3,21-24).
----------Es cierto que aquí Pablo por "justicia de Dios" entiende su misericordia justificadora. Pero en muchos otros lugares, Pablo habla de justicia punitiva o de otras formas de justicia. Por lo tanto, Kasper identifica falsamente justicia y misericordia sic et simpliciter, omitiendo los otros posibles significados del concepto.
----------En efecto, considerando la justicia en el sentido lato que hemos visto anteriormente, no cabe duda de que en ciertas condiciones, como en este pasaje de san Pablo en la Carta a los Romanos, puede coincidir con la misericordia. Pero en este sentido la justicia también puede coincidir con otras virtudes divinas, como la caridad, la magnanimidad, la benevolencia, la generosidad y otras.
----------El concepto bíblico originario de justicia es en cambio el que he explicado anteriormente, coincidente con la bondad divina, llevada a difundirse a sí misma. En el ámbito de este concepto general, la Biblia distingue la conducta de Dios hacia los buenos y su conducta hacia los malos. La conducta hacia los buenos es aquella por la cual vuelve buenos a los malos, o sea la justificación, que es el efecto de la misericordia y que premia a los buenos. En cambio, la justicia en sentido estricto es la justicia punitiva, que castiga a los malvados. Por lo tanto, es falso decir que el concepto originario de justicia sea la misericordia. En este punto, Lutero no hace ningún descubrimiento, sino que simplemente falsifica las Escrituras.
----------Por consiguiente, reducir la justicia a la misericordia falsea o distorsiona la justicia y falsea o distorsiona la misericordia y no resuelve nada, no da en absoluto paz a la conciencia. De hecho, aquello que quita el temor de Dios, ya no pone freno al pecado, sino que nos enreda y nos involucra más en el pecado, nos vuelve presuntuosos e insensibles al arrepentimiento, y acentúa así el remordimiento de la conciencia.
----------Según Kasper, Lutero, con su teoría de la justicia divina, habría serenado a las almas ansiosas por su salvación a causa de aquella que él calumniosamente llama la doctrina de la "doble predestinación" en san Agustín (p.102). Pero en Agustín no hay ninguna doble predestinación, la cual es una doctrina herética, ya condenada por la Iglesia en el Concilio de Quierzy del 853. Según esa doctrina, en efecto, Dios no causa solo la virtud de los que se salvan, sino también el pecado de los que se condenan.
----------Ahora bien, sin embargo, la verdadera doctrina agustiniana de la predestinación es clarísima y no se presta a ningún equívoco o malentendido. De hecho, tal doctrina afirma sólo la predestinación al paraíso del cielo y nada en absoluto afirma de la predestinación al infierno: "La predestinación es la presciencia y la preparación de los beneficios de Dios, por los cuales certísimamente son liberados todos aquellos que son liberados" (De dono perseverantiae, c.14; cf. santo Tomás, Sum.Theol., I, q.23).
----------Por el contrario, es precisamente Lutero quien afirma la predestinación al infierno, por lo demás por parte de un Dios, como el de Ockham, que decide contra cualquier exigencia de racionalidad. He aquí algunos pasajes de Lutero: "En todas las creaturas todo se produce con necesidad. Debe quedar bien claro que Dios hace todo, tanto el mal como el bien. Tanto la vocación de Pablo como el adulterio de David son obra suya" (de la voz "Luther" en el Dictioinnaire de Théologie Catholique); "Es voluntad de Dios que el hombre sea vencido por el pecado, de hecho, es incluso voluntad de beneplácito. Sí. Dios quiere que el hombre sea vencido por aquello que él, Dios, aborrece al máximo grado, y lo vuelve esclavo de lo que pretende castigar con el máximo rigor" (Lutero, Comentario a la Carta a los Romanos). ¡Al carajo con la misericordia! ¿Y este sería el Dios "propicio", que aplaca los "tormentos de la conciencia"?
----------En cuanto a las palabras de san Pablo: "todos son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús" (Rom 3,21-24), bien sabemos cómo Lutero ha tomado como pretexto estas palabras del Apóstol para sostener su doctrina acerca de la justificación por la sola gracia o por la sola fe sin las obras, porque, según Lutero argumentaba, si las obras son las que nos permiten adquirir méritos, la gracia ya no sería gracia y la fe ya no sería suficiente para ser justificados.
----------Al respecto de esta cuestión, es también sabido cómo Lutero había querido encontrar una contradicción entre la gracia y la fe por una parte, y por la otra el mérito y las obras, que hasta entonces la Iglesia asociaba, por lo cual Lutero consideraba que, para evitar la contradicción y para salvar la gracia y la fe, se necesitaba excluir las obras y el mérito. Pero el Concilio de Trento, reafirmando la doctrina tradicional, habría aclarado que no hay ninguna contradicción y que las obras son necesarias (Denz. 1532-1538) junto con la gracia y la fe, y que el mérito es don de la misma gracia (Denz. 1548).
----------En efecto, en la obra de la justificación, la gracia concierne a la parte de Dios, mientras que la fe, las obras y el mérito conciernen a la parte del hombre que vive en gracia. En cambio, Lutero interrumpe y bloquea en el hombre el círculo de la vida sobrenatural, circulo que, saliendo de Dios como donación de la gracia, desciende al hombre, le libera de su pecado y lo constituye en gracia, para que el hombre, una vez en gracia, esté en grado de cumplir obras meritorias de la vida eterna.
----------En cuanto al temor al pecado, no es nada impropio o inconveniente, así como es normal y conveniente en relación con aquellas cosas que pueden dañarnos o ser peligrosas, frente a las cuales no sabríamos cómo defendernos o guarecernos. Un razonable y fundado temor nos vuelve astutos, cautelosos y circunspectos. Ciertamente no se debe ser timorato, asustarse por poco o por peligros imaginarios, sería un conducta de personas inmaduras. Pero quien no tiene temor a algo objetivamente temible o trágico, para saber escapar o alejarse de ello, no es una persona valiente, sino que es un imprudente y temerario.
----------Por consiguiente, no es de cobardes huir de cosas que inducen temor a los valientes, sino que es de personas realmente sabias. Hacernos los fanfarrones es necedad. Quien ama el peligro, dice el proverbio, caerá en él. Ahora bien, ¿qué peligro hay mayor que el pecado? "Huid del mal con horror", nos manda san Pablo (Rom 12,9). El "nada te turbe, nada te espante" de santa Teresa de Ávila es una incitación a la valentía, pero no a la imprudente temeridad. Ciertamente santa Teresa también tenía temor de muchas cosas y prudentemente se mantenía alejada de ellas, sobre todo del pecado.
----------Kasper se equivoca, por lo tanto, cuando desaprueba a los predicadores que intentan "infundir miedo a las personas con la imagen del Dios juez y vengador" (p.155). En realidad, el temor de Dios, como resulta clarísimamente de la Biblia, es una virtud indispensable en nuestras relaciones con Dios, no para tomarla a la ligera, como hacía Lutero con su inanis fiducia (Concilio de Trento, Denz.1533), sino para ser personas responsables y darnos cuenta de la seriedad de la vida cristiana.
----------El temor de Dios, para las Sagradas Escrituras, es el temor de ofender a Dios pecando, dictado por el amor. Está claro que de este temor nace indirectamente, pero necesariamente, el temor al castigo, aunque eso sea superado en el amor perfecto (1 Jn 4,8). Es vana astucia, entonces, pretender ofender a Dios impunemente con el pretexto de que Él es misericordioso.
----------Ciertamente el predicador, al preparar el alimento para las almas, a fin de que sea agradable y nutritivo, debe saber dosificar sabiamente el ingrediente del temor, de modo que sus referencias al temor no sean excesivas, de lo contrario provocaría desesperación, pero evitando que no sean demasiado escasas, de lo contrario provocaría presunción. Los dos pasajes de 1 Jn 4,8, que excluye el temor y Fil 2,12 que lo admite, no deben ser tomados aisladamente el uno del otro, casi como si se tratara de un aut-aut, sino que deben ser conciliados el uno con el otro, para así obtener un sabor agradable y saludable.
----------Es necesario, por otra parte, distinguir el tormento de la conciencia del reproche de la conciencia. En la Sagrada Biblia, el tormento de la conciencia, sobre todo interior, es algo así como un desollado o tortura interior de la conciencia, ya sea debido a la maldad humana (Sab 2,19; Is 53,11), o asociado al castigo infernal (Jdt 16,17, Sab 3,1; Lc 16,23, Ap 14,11; 18,17; 20,10) o a aquello que lo preanuncia o se le asemeja (Sal 77,11; Job 15,20; Pr 11,17; 9,5), en particular por la acción de Satanás sobre el alma (Job 3,26; Mt 15,22), pues es el "acusador" (Ap 12,10), o bien debido al simple escrúpulo de conciencia (Sir 14,6; 1 Tm 6,19), o a la necedad de quien se atormenta solo inútilmente por manía de perfección, olvidando que Dios es misericordioso. Probablemente esto es lo que le sucedió a Lutero cuando era joven.
----------Aparentemente similar, pero muy diferente de aquel tormento infructuoso, improductivo y corrosivo de la conciencia, que es un embarazo, una desgracia y una maldición del espíritu, a menudo causado por el demonio, y por el apego al pecado, fuente de tristeza, de acedia y de desesperación, es el reproche sincero y sencillo, aunque severo, de la conciencia recta y honesta, que es la voz de Dios en nosotros. Este reproche nos perturba, si no somos honestos con Dios y con nosotros mismos. Pero si somos honestos, y amamos sinceramente a Dios, aunque ese reproche humille nuestro orgullo, nos procure confusión y malestar, nos produce en el fondo agrado y nos da esperanza, porque sentimos que nos viene de un Dios que nos ama. Sin embargo, sentimos en la conciencia como un peso, que nos oprime y obstaculiza. Desearíamos ser liberados. Sentimos como una herida en el corazón. Deseamos ser sanados. La Confesión es un alivio, es una liberación, es una curación, es una reconciliación con Dios y con el prójimo.
----------Está claro que la tendencia al pecado persiste. También está claro que, pasado un cierto tiempo, el sujeto probablemente volverá a pecar. Pero es necesario sabernos aceptar en una condición que es común a todos. Lo que cuenta e importa es que ahora, en cuanto estamos confesados, hay alegría. Y por lo demás, los fieles saben que siempre pueden contar con el perdón divino, si son puestas por parte del penitente las debidas condiciones, que el fiel por otra parte intenta respetar siempre y en todo momento.
----------El reproche de la conciencia suscita el arrepentimiento, que es el dolor de haber pecado, el disgusto, llamado "contrición" por haber ofendido a un Dios infinitamente bueno, que tanto nos ha amado, por habernos dado a su Hijo para que muriera en la cruz por nuestra salvación. De menor importancia, aunque también ella salvífica, es en cambio la "atrición", que es el dolor por haber merecido el castigo. Vale menos, pero también ella obtiene el perdón, porque para obtener el perdón de Dios, es suficiente considerar a Dios como propio Bien, aunque no se trate del dolor perfecto, que se refiere al amor de Dios en Sí mismo.
----------El arrepentimiento, por consiguiente, impulsa al pecador a reconocer y confesar su propia culpa delante de aquel Dios al que se ha ofendido y a pedirle perdón, con el propósito de reparar o darle satisfacción. En este punto Dios, compasivo y piadoso, concede el perdón.
----------Lutero, en cambio, inició lamentablemente su vida cristiana con un concepto erróneo de Dios, un Dios que está airado sin explicar el motivo por el cual está airado, mientras que correlativamente y en consecuencia la conciencia no se siente agradable a Dios, sino que se siente por Él reprochada, sin saber qué pecados ha cometido. Por eso la conciencia, aun cuando considera haber cumplido buenas obras, como dice el propio Lutero, "aun no puede estar segura de no cometer muchos pecados mortales incluso en las mejores obras propias, a causa del ocultísimo vicio de la vanagloria o del amor propio" (citado por J.B. Bossuet, Historia de las variaciones de las iglesias protestantes, vol.I, versión española, Madrid 1786, p.66).
----------Pero aún más profundamente y en la raíz, a nivel cognoscitivo e intelectual, el drama de Lutero surge de la convicción inspirada por el voluntarismo irracionalista de Ockham, que el hombre pecador tiene una razón tan corrupta, mientras que Dios está en su voluntad tan libre del principio de no contradicción, que incluso con la fe, el hombre no puede saber con certeza cuáles son los mandamientos de Dios y, por consecuencia, nunca puede estar seguro de haber hecho o no la voluntad de Dios y de no merecer el castigo.
----------Lutero, en su falsa humildad y en lo que en realidad era su vano orgullo y su deseo de quedar libre de todas las leyes, satisfaciendo su irrefrenable concupiscencia, sentía el reproche de su conciencia como el tormento que le procuraba un Dios cruelmente airado e insoportable. Entonces se le ocurrió la famosa pregunta: "¿Cómo puedo encontrar un Dios propicio?", una pregunta hipócrita, que, traducida a su verdadero significado, suena así en una versión bien adaptada para que mis lectores puedan entender su verdadero sentido: "¿cómo puedo encontrar un Dios que me permita salirme con la mía sin romperme más las pelotas con sus reproches?". De aquí viene su "gran descubrimiento" (al decir de Kasper) del Dios "misericordioso", que lo eximía de obedecer la ley con el pretexto de que la salvación es un don gratuito de su misericordia.
----------Pregunta hipócrita con respuesta astuta, que es aquella respuesta de la Turmerlebnis, porque, si hubiera sido sincero en esta búsqueda del Dios propicio, Lutero no habría tenido que hacer otra cosa, como todo buen sacerdote sabe y hace, más que seguir diciendo Misa y confesándose, ya que ¿dónde y cómo, por institución de Nuestro Señor Jesucristo, mayormente obtenemos la misericordia, el perdón y la benevolencia del Padre, Él se nos muestra propicio, aplacamos su ira, le damos satisfacción en Cristo por nuestros pecados, sino en el sacramento de la Penitencia y en la ofrenda del divino Sacrificio?
----------Y en cambio, ¿cuál fue su "gran descubrimiento"? ¿Su hermosa invención? La de abolir el sacramento de la Confesión y el sacrificio de la Misa. En la Turmerlebnis, ¿ha sentido Lutero, como él dice, "la puerta del paraíso del cielo abriéndose de par en par?". Pues bien, ¿cuándo y cómo, por garantía de Cristo mismo, nos viene efectivamente el acceso al paraíso del cielo, si no es por las llaves de Pedro? ¿Y entonces el hermoso descubrimiento de Lutero no tiene acaso el sabor de una trágica ridiculez?
----------Con su descubrimiento, nos asegura Kasper, Lutero ha liberado a la humanidad del "tormento" de la conciencia, algo en lo cual la vieja Iglesia católica, con su insistir sobre el deber de obedecer a preceptos irrealizables, no había tenido éxito, sino que había creado o bien hipócritas o bien fracasados. De ahí la vieja calumnia protestante, difundida por ejemplo por Hegel, según la cual no los católicos, sino los protestantes, son hombres verdaderamente libres según la "libertad del Espíritu".
----------Pero lo verdaderamente trágico estaba todavía por venir, y se habría de manifestar en su enorme rostro espantoso a nivel colectivo sólo en nuestros tiempos. Confundiendo el tormento de la conciencia con el reproche de la conciencia, Lutero ha terminado por extinguir o por debilitar o por hacer que no se le de importancia al reproche de la conciencia, y provocar aquello que la Escritura llama "dureza de corazón": en estas condiciones el sujeto se vuelve incorregible, porque por su conveniencia acaba por relativizar la propia ley moral, mientras que su conciencia, aunque pecando, basándose en la ilusión de ser de todos modos perdonado en cualquier caso, ya no siente el remordimiento, que en cambio es una útil campanilla de alarma, por lo cual acaba por considerar bueno o al menos "perdonado" lo que es malo.
----------La consecuencia es que el sujeto, de tal manera engañado por una falsa paz y por una falsa seguridad, sigue perseverando en el pecado, sin preocuparse por enmendarse, al contrario, con la convicción de salvarse de todos modos. Por eso el misericordismo luterano acaba por crear almas crueles, capaces de cometer las peores atrocidades sin pestañear, quizás para obedecer al Führer. He aquí, por consiguiente, a lo que realmente conduce la falsa concepción luterana de la misericordia.
----------Lutero, por otra parte, como bien se sabe, pretendía estar absolutamente seguro de estar en gracia y de estar predestinado, sin aceptar de ninguna manera la mirada severa de Dios, mirada que él deformaba de modo horrible, víctima como era de una concepción occamista de Dios como un Dios airado sin razón ni motivo, vale decir, un Dios airado que no explica el motivo de su ira.
----------No soportando más esta situación desesperante, y esto se puede entender bien, se fue al exceso opuesto -y este sería el "gran descubrimiento"- de la interpretación misericordista de Rom 3,21, es decir, no pudo llegar al verdadero Dios bíblico, misericordioso sí, pero también justo, y quedó prisionero del horizonte occamista del irracionalismo voluntarista, por lo cual pasó de un Dios airado sin razón a un Dios misericordioso sin razón, o bien un Dios que actúa contra nuestra razón, como si no fuera su creador y su supremo modelo. De ahí el Dios que castiga al inocente y que premia al malhechor.
----------El error de Lutero fue el creer que sea imposible, contra las palabras mismas del apóstol san Pablo, "no ser consciente de culpa alguna" (1 Co 4,4). Lutero decía que él se confiaba al juicio divino, pero lo hacía con una "vana confianza", como le reprochará más tarde el Concilio de Trento (Denz.1533), porque se negaba a colaborar con las obras en la obra de la gracia.
----------En lugar de dejar de practicar el sacramento de la Confesión, como hizo, Lutero hubiera hecho mejor en aprender a confesarse bien, ya que es precisamente en la Confesión bien hecha, con conciencia, atento examen, dolor y sincera acusación de los propios pecados, así como con la voluntad constante por corregirse, por reparar y por hacer penitencia, que la conciencia viene a ser liberada del tormento de los falsos sentimientos de culpa, deviene delicada y sensible, y encuentre la paz.
----------Agreguemos que el deseo de Lutero de tener la certeza de estar en gracia era correcto; pero Lutero pretendía demasiado en el momento en que se convenció con la famosa "experiencia de la torre" (Turmerlebnis), que Cristo mismo le había asegurado como verdad de fe que estaba en gracia y que sería llevado al paraíso del cielo. Pero el Concilio de Trento habría de prohibir hacerse convicciones de tal tipo.
----------La primera certeza fue excluida con las siguientes palabras: "Nadie puede saber con certeza de fe, en la que no puede caber error, que ha conseguido la gracia de Dios" (Denz.1534).
----------Y la segunda así: "Nadie, mientras vive en esta mortalidad, debe hasta tal punto presumir del oculto misterio de la divina predestinación, hasta el punto de establecer con certeza hallarse indudablemente, a no ser por revelación especial, en el número de los predestinados" (Denz.1540).
----------Aquí el Concilio de Trento se refiere a una revelación privada, por lo tanto, se trata de una revelación de carácter excepcional y extraordinario. En cambio, Lutero, en base a su interpretación de Rom 3,21, pretendía transformar esta su convicción subjetiva en una verdad de fe válida para todos. Este sería el "gran descubrimiento" de Lutero. Santo Tomás de Aquino, respecto a la convicción de estar en gracia, dice que el fiel puede conjeturar el estar en gracia a partir de algunos signos interiores (Sum.Theol., I-II, q.92, a.5), sobre todo la paz de la conciencia, que se obtiene con una buena Confesión.
   
Interpretación de fe de la pandemia
   
----------Sí, es necesario saber ver en la pandemia la misericordia de Dios, pero no en virtud de una concepción voluntarista o fideísta de Dios, según la cual puede ser bueno para Dios aquello que es malo para nosotros, los hombres que sufrimos la pandemia. No: la pandemia es mala tanto a los ojos de Dios como a nuestros ojos humanos. Solo que Dios sabe sacar de este sufrimiento o mal de pena, gracias a la cruz de Cristo, la cancelación del pecado o mal de culpa, premisa necesaria para la extinción del mal de pena.
----------También hay que decir que, desde el punto de vista de la fe, la pandemia viene a ser un signo de la divina misericordia, no evidentemente en cuanto castigo o mal de pena, ya que castigar y hacer misericordia se excluyen mutuamente, sino en cuanto, aceptando con fe esta pandemia en descuento por nuestros pecados, por misericordia del Padre, podemos en Cristo liberarnos y ser liberados del mal de culpa y de pena.
----------Tampoco se debe interpretar la pandemia según la concepción dialéctica hegeliana de la Redención, basada sobre el perverso principio, según el cual del mal surge el bien, del dolor la alegría, de la muerte la vida, de lo negativo lo positivo. Por el contrario, en la verdadera concepción cristiana, si del mal surge el bien, si del dolor surge la alegría, si de la muerte surge la vida, esto no ocurre por una simple oposición dialéctica, como si la tesis (mal, dolor y muerte) produzca necesariamente y lógicamente la antítesis (bien, alegría y vida), sino porque es el poder y la misericordia del Dios del Bien, de la Alegría y de la Vida, quien saca lo positivo de lo negativo, la gracia del pecado, la alegría del dolor, la vida de la muerte.
   
Mater misericordiae y speculum iustitiae
   
----------Kasper concluye su libro con una breve meditación sobre María Madre de Misericordia, pero en lugar de presentar a Nuestra Señora en la visión católica, recomienda la interpretación luterana, como "modelo del 'sola gratia' y 'sola fides' " (pp.202-203). Además (y es algo que no le habría ido bien ni siquiera a Lutero), hace Kasper a María la campeona de su misericordismo, omitiendo por completo citar los versículos del Magnificat, que son fundamentales e indispensables para una correcta y completa concepción de la mariología, que no sea una exaltación de la mujer piadosamente y pasivamente resignada, por no decir indiferente, a la violencia de los prepotentes, que pisotean los derechos de los pobres, o de los dictadores que oprimen la libertad de los pueblos, o del engaño de los herejes que impulsan a las almas al infierno.
----------Releamos estos conocidísimos alentadores y consoladores versículos, que, en lo que llevamos de dos mil años de cristianismo, han hecho sentir a los pueblos cristianos la misericordia de María, precisamente porque Ella, como "ejército formado en batalla", los ha liberado de las manos de sus opresores: "Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías" (Lc 1,51-53).
----------María no fue un inerte receptáculo de la gracia, ni una fanática crédula e ingenua, ni una figura a medias que tolera la injusticia, ni una pacifista, a la cual todo le viene bien, sino una mujer sabia, juiciosa, fuerte y valiente, extremadamente vigilante desde el punto de vista racional, que para nosotros es maestra de cómo la fe supone la razón y de cómo para salvarnos es necesario que colaboremos activamente con el sacrificio de nosotros mismos a la Redención de Cristo.

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