Profundicemos hoy la reflexión iniciada ayer, aportando argumentos teológicos que sugieren la necesidad de sustituir el título de María Esposa del Espíritu Santo por el más preciso de María Esposa divina del Padre. Finalizaremos derivando algunas importantes consecuencias para la moral sexual.
El concepto bíblico del semen fecundador
----------Ya en gnoseología, cuando se estudia la operación del concebir intelectual, de la producción del concepto mental, ese concebir intelectual es comparado con el concebir biológico: así como la mujer, fecundada por la semen masculino, concibe al hijo y lo da a luz, así el intelecto, fecundado por ese "semen" que es el contenido inteligible de lo real, concibe (y he aquí el "concepto") ese "hijo", que es el verbo interior (verbum interius) y lo "da a luz" en el verbo exterior (verbum exterius), es decir, en los términos del lenguaje.
----------Pues bien, precisamente en el horizonte de este horizonte, santo Tomás de Aquino parangona la generación del Hijo por parte del Padre a la producción del concepto por parte de la mente: el Verbo, el Hijo, es el mismo Pensamiento, es el Concepto, es la Idea que el Padre tiene de Sí mismo y por medio del cual crea el mundo, tal cual está expresado en el prólogo del evangelio de San Juan: per Quem omnia facta sunt.
----------La Sagrada Escritura utiliza abundantemente la imagen del semen o germen fecundante no solo para hacer la alabanza de la propagación y del florecimiento de la vida física, sino también como metáfora de la génesis y del desarrollo de la vida moral y espiritual.
----------El primer mandamiento dado a nuestros primeros progenitores por Dios es que sean fecundos: "sed fecundos y multiplicaos" (Gn 1,28). Muchas veces la Sagrada Escritura recomienda y alaba la obra de la siembra. Es famosísima la parábola evangélica del sembrador que salió a sembrar (Mt 13,3ss). Nuestro Señor Jesucristo dice que hay una buena semilla y una mala semilla (Mt 13,24ss).
----------La Biblia sabe perfectamente que tanto la vida vegetal, como la vida animal y como la vida humana, se propagan y se reproducen mediante la obra del sembrar y del fecundar. La fecundidad es una riqueza de la tierra, como de las plantas, como de los animales, como de la mujer. Por el contrario, es despreciada la esterilidad, la improductividad, que es una desgracia, y es condenada.
----------En tal sentido, la virginidad en el Antiguo Testamento es considerada un defecto, una frustración, una vergüenza. La virginidad es una tierra árida, estéril, que no da frutos. El Antiguo Testamento no llega a concebir una virginidad fecunda. Y eso es algo perfectamente lógico: porque una potencia está hecha para ser actuada, una facultad está hecha para ser usada. ¿Para qué serviría el ojo, si no viera? ¿Para qué serviría el oído, si no oyera? ¿Para qué servirían los órganos sexuales si no fueran usados?
----------Pero las cosas cambian con el Nuevo Testamento: Nuestro Señor Jesucristo es virgen, el Bautista es virgen, Nuestra Señora es virgen, san Juan Apóstol es virgen y así sucesivamente. ¿Por qué y cómo explicar este cambio de paradigma, que dará paso a la vida religiosa?
----------El Nuevo Testamento, el Evangelio, inaugura y acentúa un superior concepto de fecundidad, que no estaba del todo ausente en el Antiguo Testamento a decir verdad: existe una fecundidad del espíritu; hay una semilla, un semen, que no es el esperma del macho, sino que es la semilla de la palabra. Esta fecundidad espiritual tendrá su culminación, su sublime cumbre, en la Virgen María, donde la fecundidad será milagrosamente también física: el parto de la humanidad del Verbo encarnado.
----------Pero he aquí que con el Evangelio algunos de nosotros, en la búsqueda de una más alta espiritualidad como unión con Dios y con el prójimo, sienten más que otros las limitaciones de la carne y los obstáculos de este mundo, y quieren liberarse de ellos, por una mayor libertad para servir a Dios y al prójimo, para una mayor fecundidad espiritual. He aquí el voto de castidad, he aquí los votos religiosos.
----------Pero llegados a este punto, la siembra, el fecundar, deviene imagen y símbolo de un generar, de un fecundar más alto, superior, a nivel del espíritu. La renuncia al generar físico se convertirá en condición para un más alto generar en el Espíritu. He aquí por consiguiente explicadas palabras como las siguientes:
----------"Amaos constantemente los unos a los otros con un corazón puro, como quienes habéis sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna" (1 Pe 1,23). "El que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque ha nacido de Dios" (1 Jn 3,9). "El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también os dará a vosotros la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia" (2 Cor 9,10).
El diálogo del ángel con María
----------La relación del Padre con el Espíritu Santo en el acto de la concepción de María Santísima, ilustrada o explicada por las palabras del ángel interrogado por Nuestra Señora, arroja una luz decisiva sobre el rol fecundante del Espíritu Santo, que hace posible la maternidad de María.
----------Por consiguiente, como ya he dicho (en la primera parte, ayer), en este episodio decisivo de la historia de la salvación aparece en plena luz el hecho de que la relación entre el generante y el fecundante propia de la generación biológica se eleve en el Misterio Trinitario a una tal cima, que generante y fecundante aparecen incluso como dos Personas divinas: el Padre y el Espíritu Santo.
----------Las palabras del ángel a María Santísima en respuesta a su pregunta acerca de "cómo es posible que ella se convierta en madre si ha decidido permanecer virgen", no se refieren evidentemente al hecho de que María será madre. Esto lo acoge ella voluntariamente y no tiene ninguna dificultad al respecto. Acepta generar al Hijo del Altísimo y que por consiguiente el Padre lo genere en ella.
----------En cambio, María sabe bien que normalmente una mujer que concibe un hijo pierde su virginidad. Sin embargo ella, aunque acepte ser madre, pretende conservar su voto de virginidad, cierta como está de que eso es grato a Dios. Entonces, ¿cómo podrá ser madre? Esta es la pregunta de María al ángel.
----------El ángel, por lo tanto, no le repite que el Padre la quiere convertir en madre de su Hijo. Esto María ya lo sabe y cree en ello, lo acepta. No lo duda. Pero quiere saber cómo sucederá esto, es decir, cómo se llevará a cabo su fecundación. Lo que supone que María distingue el generar del fecundar.
----------A continuación, el ángel explica a María la obra del Espíritu Santo, que es el Espíritu Fecundador, Dominum et vivificantem, qui ex Patre Filioque procedit. Y lo hace con palabras vagas, púdicas y solemnes: "el Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35).
----------¿Por qué el ángel no habla abiertamente? Parecería advertirse en sus palabras una cierta exagerada pudicia o modestia. Sin embargo, deja entender muy bien lo que pretende decir: en lugar del semen masculino que te quitaría la virginidad, tú serás fecundada por un Semen divino, el mismo Espíritu del Padre. Por ello podrás permanecer virgen, porque el Espíritu Santo no es una fuerza material, sino que es Espíritu que atraviesa la materia dejándola intacta. Inviolata, intacta et casta es Maria, canta un himno de la Orden dominicana.
Por lo tanto, María es la esposa del Padre
----------La conclusión que se impone de todos los razonamientos que hasta este punto hemos venido desarrollando, es que si María y el Padre tienen el mismo Hijo y si queremos dar a las palabras su propio sentido común y concreto, sin evadirnos en abstracciones asexuales místico-puritanas o sin vaciar las palabras de su propio significado normal, y precisamente para dejar en ellas un fondo de significado quizás noble y sublime, pero al mismo tiempo expresable y acaso mejor expresable con otras palabras más comunes y modestas pero más apropiadas -que por ejemplo, "sierva", "discípula", "hija", "amiga"- deberíamos decir que María es la esposa del Padre en un sentido mucho más propio que el ser esposa de san José, figura ciertamente nobilísima y santísima, pero que de ninguna manera ha generado el Hijo del Padre y de María.
----------En efecto, cuando en el episodio de la pérdida y el hallazgo de Jesús en el Templo, narrado por Lucas (Lc 2,42-52), Nuestra Señora, refiriéndose a José, usa la expresión completamente humana "tu padre" (v.48), Jesús responde con las famosas palabras: "¿No sabíais que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (v.49). Ellos "no entendieron lo que les decía" (v.50). ¿Es de extrañar?
----------Sin embargo, la narración de Lucas continúa diciendo que Jesús "vivía sujeto" a María y a José (v.51), como un hijo bueno y normal está sujeto a sus padres. Y entre José y María hubo un verdadero matrimonio, por lo que José asumió la figura jurídica del padre y por eso se le llama tradicionalmente "padre putativo".
----------Una cosa es ser físicamente padre, y otra cosa distinta es llevar a cabo las funciones legales o jurídicas de padre. ¿Entonces María ha tenido dos maridos? Por mi parte, propondría distinguir entre "esposo" y "marido". El término esposo se puede usar en sentido místico, pero no así el término marido, que se limita al hecho jurídico. María es esposa del Padre y tiene a José como marido. Por otra parte, hablaría de "matrimonio" con José y "esponsalicio" con el Padre. Si María no es la esposa del Padre, hay una imagen inconveniente o indecorosa de dos personas que tienen el mismo hijo sin estar desposadas o casadas.
----------Sé muy bien que Esposa del Padre no es una imagen tradicional, mientras que entre las tradiciones de la Iglesia se encuentra la imagen de Esposa del Espíritu Santo (así llama a María, por ejemplo, san Francisco de Asís). ¡Pero no caigamos aquí en la confusión entre Sagrada Tradición y tradiciones eclesiales! Se necesitaría reformar las letanías del Santo Rosario, que, aunque son tradicionales, ciertamente no gozan de la infalibilidad doctrinal. Pero por las razones expuestas anteriormente me parece conveniente sustituir la expresión de Esposa del Espíritu Santo por la de Esposa del Padre.
----------Si el episodio de la Anunciación muestra la procesión del Espíritu Santo del Padre en su descenso fecundador en María y operador de la Encarnación del Hijo, la subsecuente vida de Cristo mostrará la procesión del Espíritu del Hijo como Espíritu de Verdad y de Santidad, que diviniza al hombre y en Cristo lo hace ascender al Padre, elevándolo a la dignidad de hijo de Dios, heredero de la vida eterna.
La ética sexual bíblica tiene fundamento trinitario y gira en torno
al respeto sagrado debido al germen masculino, símbolo del Espíritu Santo
----------El sexo es un don del Espíritu Santo ha dicho en varias ocasiones el papa Francisco. Se trata de una afirmación fundada en las enseñanzas bíblicas. La ética sexual bíblica es una ética de la generación, de la promoción, de la defensa y de la reproducción de la vida. Ella implica la función y el sentido del amor recíproco entre hombre y mujer y la relación entre placer físico y placer espiritual. La unión sexual, en el plan divino originario, no está solo dirigida a la reproducción de la especie, sino también a expresar sensiblemente la unión de amor espiritual y la reciprocidad interpersonal entre hombre y mujer.
----------En la ética bíblica juega consecuentemente una función esencial, por una parte, el uso que el varón hace de su semen o para fecundar a la mujer -lo que bueno- o por el placer que da la emisión del semen -lo que es malo-; y por otra parte, la responsabilidad que tiene la mujer, en su belleza y sex-appeal, de estimular al hombre para el uso de su semen, ya sea por deseo de ser fecundada -lo que es bueno- o por un simple deseo del placer sexual -lo que es malo-. Por supuesto, hablo aquí del placer sexual ilícito.
----------Precisamente por ello todos los pecados relacionados con las funciones sexuales: ya sean imágenes, sensaciones o deseos o lenguaje obscenos o lujuriosos, o bien masturbación, poligamia, concubinato, onanismo, adulterio, divorcio, aborto, uso de anticonceptivos, fornicación, sodomía, prostitución, pedofilia, incesto, necrofilia, animalismo, se refieren todos ellos o bien al uso impropio del semen o bien a las circunstancias incorrectas de ese uso indebido o bien a las consecuencias de tal uso impropio.
----------Sobre todo en los jóvenes existe una emisión en el sueño espontánea, periódica y fisiológica del semen, el cual viene naturalmente producido en sobreabundancia para expresar su potencia vital, emisión que de modo erróneo se denomina "polución", mientras que se trata de la sana funcionalidad sexual fisiológica.
----------De forma similar, los espermatozoides que han entrado en el seno femenino, se lanzan a una carrera con todas sus fuerzas a la conquista del óvulo femenino que les espera para ser fecundado y, como es sabido, viene aceptado solo el primero que arriba, mientras que los demás quedan fuera y mueren. Así también la joven honesta entre los pretendientes que aspiran a su mano elige el mejor.
----------Por tanto, el espermatozoide es indudablemente una sustancia viviente pre-humana; y por eso debe ser tratado con mucho respeto. Esto es lo que la Sagrada Escritura llama con expresión poética "aliento de vida" o "soplo vital" ("tengan cuidado, entonces, de su aliento de vida", Ml 2,15) como emanación de la misma alma. Debe ser contenido, custodiado y no dispersado, no debe ser desperdiciado, aunque se parezca a la semilla esparcida por el sembrador, que cae a lo largo del camino.
----------Pero no es tampoco necesario emitirlo solo con la intención de generar. En efecto, la esposa tiene períodos infecundos o infértiles naturales o después de cierta edad ya no es fértil; y nada impide que los esposos se unan incluso en períodos infecundos porque su unión física es la expresión de su unión espiritual.
¡Qué asombrosas alturas y magnificencias divinas se alcanzan al estudiar el misterio de María Santísima! Y pensar que todo esto lo han perdido, por no comprenderlo, las iglesias protestantes, las cuales, lo horizontalizan y lo aplanan todo según la carnalidad humana y el humano pensar...
ResponderEliminarQuerido Ernesto,
Eliminarefectivamente, la mariología católica contiene maravillas, que lamentablemente, los protestantes no llegan a apreciar.
Querido Padre Filemón,
ResponderEliminarla imagen "esposa del Espíritu Santo", en referencia a la Virgen María, no está presente sólo en las letanías del Rosario. Ese título también ha sido utilizado por santos y papas, por ejemplo, san Luis María Grignion de Monfort, Benedicto XVI y san Juan Pablo II (en dos encíclicas: Redemptoris Mater y Dominum et vificantem).
También puedo agregar a san Francisco de Asís, en la oración mariana compuesta por él, insertada en la Antífona del Oficio de la Pasión, para ser recitada junto a las Horas litúrgicas ordinarias: "Sancta Maria virgo, non est tibi similis nata in mundo in mulieribus, filia et ancilla altissimi summi Regis Patris caelestis, mater sanctissimi Domini nostri Jesu Christi, sponsa Spiritus Sancti […]".
Y también san Maximiliano Kolbe, quien dice: "Como Madre de Jesús, nuestro Salvador, María ha sido la Co-Redentora del género humano, como Esposa del Espíritu Santo, que colabora en la distribución de todas las gracias".
Y entre los papas, León XIII, en la encíclica Divinum illud munus, dice: "Bien sabéis cuán íntimas e inefables relaciones existen entre ella y el Espíritu Santo, pues que es su Esposa inmaculada".
Y el papa Pío XII, quien compuso una plegarias para las mujeres cristianas a María Santísima Reina: "¡Oh Virgen Esposa del Espíritu Santo!"
Y el papa Pablo VI, en la exhortación apostólica Gaudete in Domino, dice: "El primer puesto corresponde a la Virgen María, llena de gracia, la Madre del Salvador. Acogiendo el anuncio de lo alto, sierva del Señor, esposa del Espíritu Santo, madre del Hijo eterno [...]"
No creo, padre Filemón, que se pueda acusar a los santos y papas antes mencionados de "ingenuo devocionismo", y mucho menos de "evadirse en abstracciones asexuales místico-puritanas".
En cuanto al hecho de que "Si María no es la esposa del Padre, hay una imagen inconveniente o indecorosa de dos personas que tienen el mismo hijo sin estar desposadas o casadas", se podría replicar que paralelamente, si no de modo aún más inconveniente, podría ser percibida la imagen de una hija que está casada con su padre...
Querido Joaquín,
Eliminarante todo, aprecio mucho la rica colección de documentos del pasado que me has mencionado. Por cuanto respecta a las palabras usadas por mí (y que citaste) para superar el título de Esposa del Espíritu Santo, reconozco haber usado expresiones que pueden parecer irreverentes frente a tantos Santos y Papas, que han usado el título de Esposa del Espíritu Santo, de los cuales no se puede dudar de sus óptimas intenciones. Pero ten en cuenta que yo me he referido, aunque con palabras quizás demasiado severas, a una cierta mentalidad popular, que considero ya superada. La multiplicidad de testimonios que tú me citas, no me sorprende, porque se trata de un título que desde hace 2000 años se le viene atribuyendo a Nuestra Señora. Pero el sentido de mi artículo consiste en mostrar que ese título de Esposa del Espíritu Santo, a mi juicio, hace referencia a dos presupuestos hoy superados. Uno, la idea de la inferioridad de la mujer respecto al hombre. Dos, una actitud de pudicia tan acentuada que la imagen de la esposa se vacía de su significado sexual.
Por cuanto respecta a la realidad de Nuestra Señora como hija del Padre, ella está fuera de discusión. Sin embargo, sigue siendo cierto que María, como he demostrado, también es la esposa del Padre. Respondo, por lo tanto, a tu objeción, que: los dos títulos, "hija" y "Esposa", no se superponen y no se mezclan, sino que reflejan dos puntos de vista diferentes y recíprocamente complementarios. Es cierto que, en el plano natural, una mujer no puede ser hija y esposa de su padre. Pero en el caso de Nuestra Señora, este estado de cosas está absolutamente ausente, porque "hija" simplemente significa que María está en estado de gracia, disfrutando de la gracia de Cristo. "Esposa" significa que está unida al Padre, por medio del Espíritu Santo, para así generar, junto con el Padre, a Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios Padre e hijo de María.
Estimado Padre Filemón,
ResponderEliminarSi me lo permite, me gustaría hacerle dos preguntas sobre su maravilloso artículo:
1) Respecto a su texto, donde afirma que, en María, el Espíritu Santo fecunda y el Padre genera: "Por otra parte, el Espíritu Santo es el Dios de la Vida y del Amor. El Padre manda sobre María su Espíritu que desciende en su seno para hacerle concebir el Verbo Encarnado. María concibe por obra del Espíritu, pero genera por obra del Padre".
No llego a armonizar su enseñanza con lo que se suele decir en teología, que las acciones de Dios ad extra son comunes a las tres Personas divinas.
2) Respecto a su texto: "En la ética bíblica juega consecuentemente una función esencial, por una parte, el uso que el varón hace de su semen o para fecundar a la mujer -lo que bueno- o por el placer que da la emisión del semen -lo que es malo-; y por otra parte, la responsabilidad que tiene la mujer, en su belleza y sex-appeal, de estimular al hombre para el uso de su semen, ya sea por deseo de ser fecundada -lo que es bueno- o por un simple deseo del placer sexual -lo que es malo-. Por supuesto, hablo aquí del placer sexual ilícito".
No puedo entender las razones por las que rechaza el placer implícito del acto sexual como malo. De hecho, esto parecería contradecir el último párrafo de su artículo: "Pero no es tampoco necesario emitirlo solo con la intención de generar. En efecto, la esposa tiene períodos infecundos o infértiles naturales o después de cierta edad ya no es fértil; y nada impide que los esposos se unan incluso en períodos infecundos porque su unión física es la expresión de su unión espiritual".
Estimado Aldo,
Eliminarcon gusto respondo a tus dos preguntas:
1) La generación del Padre y la espiración del Espíritu son actos ad intra. El Padre genera al Hijo y el Espíritu Santo espira en el seno de María. Estas acciones son ad intra.
La creación de la naturaleza humana de Jesús es obra ad extra, común a las tres Personas, porque las Tres son Dios y las obras ad extra son obras de la Voluntad divina.
El Espíritu Santo, como Dios, crea la parte masculina del cigoto, mientras la parte femenina es proporcionada por María. El Padre une la naturaleza divina del Hijo a la naturaleza humana de Jesús. Y esta es la Encarnación, que es a un mismo tiempo obra ad intra, porque es la generación eterna del Hijo, y es obra ad extra en cuanto comporta la creación de la naturaleza humana del Verbo encarnado, es decir, del alma y de la parte masculina para la fecundación del cigoto.
La Escritura se expresa como si la voluntad del Padre fuera diferente de la voluntad del Espíritu. Pero es necesario prestar atención a que en la Santísima Trinidad la voluntad es una sola, porque es la voluntad de Dios, que es uno solo, es decir, de la naturaleza divina.
Entonces, para explicar la diversidad de las voluntades, es necesario apropiar al Padre la voluntad de encarnar el Hijo, voluntad que de por sí es propia de la naturaleza divina, que es una sola. Y por otra parte, es necesario apropiar al Espíritu Santo la voluntad de fecundar el seno de María, es decir, de dar vida a un nuevo individuo humano en el seno de María. Sin embargo, es necesario recordar que aquí nosotros apropiamos al Espíritu Santo la voluntad de Dios.
Finalmente, debemos tener presente que la obra fecundante del Espíritu Santo es una obra creadora, común a las Tres Personas, del semen masculino en el seno de María.
2) Respecto a la segunda pregunta, debías haber prestado atención a la última frase del primer párrafo que citas. Allí he hablado del placer sexual ilícito no en cuanto placer sexual, porque el placer sexual en sí mismo es bueno y creado por Dios, sino como buscado en sí mismo o absolutizado, lo cual es propio del vicio de la lujuria.
Esta absolutización es el principio de todos los pecados en el campo sexual y de todas las desviaciones y explotación del otro sexo o del mismo sexo.