martes, 29 de junio de 2021

Amoris laetitia: la sabia propuesta del cardenal Müller

Llegamos hoy al final de nuestro largo recorrido de estas dos últimas semanas, en las que hemos recordado a grandes rasgos, a través de un orden más o menos cronológico, algunos de los sucesos que siguieron a la publicación de la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, sobre el amor en la familia, del 19 de marzo de 2016. En estos quince artículos nos hemos esforzado por comprender el importante documento pontificio según su recta interpretación, tratando también de discernir la verdad del error en las arduas polémicas que se sucedieron a través de los años, y que todavía se prolongan en la actualidad.

----------Existe una fecha que es un jalón importante de toda esta historia: el 1° de julio de 2017, cuando llegó a su fin el mandato del cardenal Gerhard Ludwig Müller [n.1947] como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En esta última nota de la serie, procuraremos seguir los acontecimientos posteriores a la no renovación del mandato del Prefecto de la Fe, pero siempre manteniendo nuestro propósito de repasar la historia reciente a los fines de una mejor comprensión hermenéutica de la exhortación Amoris laetitia (AL).
----------No fueron pocos los observadores que notaron la diversidad de actitud del cardenal Müller, antes y después de su abandono del cargo de "guardián de la Fe", como se suele decir, respecto a las discusiones que venía producendo un documento tan extenso, ambicioso y rico, pero también poco claro y a veces ambiguo, como AL. Era natural y previsible: en cuanto Prefecto de la Fe, Müller era mandatario del Santo Padre, su representante, su íntimo colaborador en las capitales tareas que implica el vital oficio petrino de custodio del divino depósito de la Revelación; pero tras dejar esas funciones, no le puede ser reprochado que quisiera colaborar, haciendo uso de su "justa libertad" de teólogo (como la llama el Concilio Vaticano II), y siempre en el debido respeto a la autoridad del Romano Pontífice, en brindar su aporte para que la exhortación AL gozara de una recta recepción en las conciencias de todos los fieles católicos.
----------Por supuesto, cada uno podrá tener su propia opinión y hacer su propia interpretación de las puntuales decisiones del cardenal Müller, desde mediados del año 2017, acerca de si hizo bien o no conceder tal o cual entrevista a tal o cual medio (no fueron pocos los encuentros del ahora ex-Prefecto con los medios), si era prudente o no que se expresara tan pronto, apenas abandonado su alto cargo, y si hizo bien o mal en usar tal o cual expresión. Pero aún así, nadie puede negarle su derecho a actuar según su prudencia se lo indicaba, salvado el respeto y la obediencia al Santo Padre, algo sobre lo cual nadie puede acusar al doctísimo y fidelísimo cardenal alemán. Y sobre todo, más allá del contexto circunstancial, es deber de todo honesto analista de los acontecimiento de la vida de la Iglesia sopesar la bondad y méritos de, por ejemplo en este caso, las propuestas expresadas por el cardenal Müller. Una de ellas sobre todo: su propuesta sabia y oportuna de instituir una comisión cardenalicia que aclarara, mediante franca y fraterna discusión, cum Petro y sub Petro, los ya conocidos y señalados puntos doctrinales y pastorales poco claros de la exhortación AL.
----------Por supuesto, como también es natural, hubo reacciones en favor y en contra de tal propuesta; pero aquí voy a referirme a una reacción que manifestó particular desequilibrio: la del conocido vaticanista y ex funcionario vaticano Luis Badilla, hacia fines de septiembre de 2017; una reacción que resuma carencia de cultura teológica e ignorancia de la historia de la teología, y que llegó a insultar en modo descarado al cardenal Müller, al punto de acusarlo de "loco" y a su sabia y prudente iniciativa de "propuesta demencial".
----------Sobre el autor de estos epítetos, agregaré solamente que Luis Badilla Morales, de nacionalidad chilena, responsable de un blog de notoria tendencia modernista e hipócritamente adulatoria del Pontífice actual, arribó en 1973 a Europa por exilio político, tras un pasado como ministro del gobierno del presidente chileno Salvador Allende, y que durante muchos años ha trabajado también en Radio Vaticana.
   
La nada alocada, sino sabia y prudente propuesta del cardenal Müller
   
----------En aquella propuesta del Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe no había nada de "alocado", como afirmaba Badilla, ni se trataba en absoluto de sospechar de la ortodoxia del Sumo Pontífice, y mucho menos de "corregir" al papa Francisco desde este ángulo, cosa impensable para un católico. Quien pretendiera eso, no haría una correctio "filialis", sino una praesumptuosa, illicita et impia correctio. A todo esto ya nos hemos referido extensamente en la nota anterior a esta.
----------Por el contrario, como ya lo hemos explicado, no le está prohibido al fiel católico (clérigo o laico) sugerir o manifestar objeciones o reservas motivadas acerca de la corrección o prudencia pastoral de un documento pontificio, como es la exhortación AL, que contiene mayormente directrices pastorales, que pueden modificar cuanto ha sido dispuesto por un Papa precedente y, a su vez, pueden ser modificadas por un Papa posterior o por el mismo Papa en un momento posterior de su pontificado, ya que no ponen en juego la inviolable e inmutable ley divina o natural, sino simplemente el poder jurisdiccional (la potestas clavium) del Romano Pontífice, cosa que evidentemente no puede suceder para el caso de los documentos doctrinales o dogmáticos, morales o especulativos, que son expresiones infalibles de verdades inmutables.
----------En una propuesta como aquella formulada en 2017 por el cardenal Müller, se trataría, por el contrario, de aclarar y poner en evidencia, cómo la exhortación apostólica postsinodal AL supone y confirma, al menos implícitamente, la doctrina de la Iglesia concerniente a los siguientes puntos:
----------1. La indisolubilidad del matrimonio y por lo tanto la gravedad objetiva del pecado de adulterio.
----------2. Los diferentes niveles de autoridad de la ley divina, de la ley eclesiástica y de la ley natural.
----------3. El valor y la falibilidad de la conciencia moral.
----------4. La necesidad de estar en gracia para poder acceder a la Comunión.
----------5. La diferencia que existe entre estado irregular y estado de pecado, y por lo tanto la posibilidad de estar en gracia aún estando en un estado irregular, que es una posibilidad fundada en la diferencia entre la tendencia al pecado (concupiscentia) y el acto de pecado.
----------6. La doctrina de que Dios puede salvar también sin los sacramentos.
----------7. Las condiciones subjetivas para la atenuación de la culpa.
----------8. La doctrina de que la prohibición o precepto negativo, es decir "no hacer el mal" obliga siempre y absolutamente (semper et ad semper, intrinsece malum); y que el mandamiento o precepto positivo "haz el bien" obliga siempre (semper sed non ad semper, extrinsece bonum), pero admite dispensa o excepción en casos especiales (casuística), en los cuales es necesario obedecer una ley superior. Algunos casos están reservados a la ley, otros se dejan a la prudencia del agente.
----------Se trataría también de discutir el enfoque o impostación pastoral de la exhortación AL que parece, por temor al rigorismo y a la rigidez, marcada o improntada por un cierto fácil permisivismo y excesiva indulgencia y poseer un escaso incentivo a la penitencia, a la perfección y a la santidad con respecto de la conducta y del estatuto jurídico de las parejas irregulares. La exhortación AL parece estimular poco a corregirse, a dar todo lo posible, a esforzarse, y a sacrificarse para alcanzar el ideal.
----------Naturalmente, de ninguna persona se puede exigir más de cuanto ella puede hacer, y es necesario recordar que todo progreso o crecimiento sucede por etapas y por grados, y que debemos perdonar setenta veces siete, según la enseñanza de Nuestro Señor. Pero lo que se puede hacer se debe hacer, de lo contrario no hay excusa, ni se puede pretender ser compasionados. Pero, a fin de comprender la situación actual, con sus problemas y sus perspectivas, veamos brevemente cómo hemos llegado a este punto.
   
Las expectativas previas a Amoris laetitia y la respuesta del papa Francisco
   
----------La exhortación AL, como se sabe, no constituye en absoluto un caso sin precedentes en la historia de las actas del magisterio. Es en su conjunto un documento de enorme complejidad y riqueza, es una summa del matrimonio cristiano, resultado del trabajo de dos sínodos mundiales de los obispos bajo la presidencia del Romano Pontífice. Por ello, esta exhortación constituye un paso adelante bajo el perfil pastoral, frente a la exhortación Familiaris consortio del papa san Juan Pablo II, la cual estaba más atenta a los principios, pero sobre todo más ligada a otro género de sociedad, así como situada en un contexto mundial en frenética evolución, tanto para bien como para mal. Ciertamente, en el caso de la exhortación AL, se esperaba la respuesta sinodal y pontificia a diversas cuestiones importantes, pero no se puede negar sobre todo la expectativa generalizada de la palabra del Romano Pontífice acerca de la cuestión, al fin y al cabo marginal, pero muy sentida, del permiso o no de la Comunión eucarística a los divorciados vueltos a casar.
----------El papa san Juan Pablo II, en el n.84 de la exhortación apostólica Familiaris consortio no permite a los divorciados vueltos a casar recibir la Sagrada Comunión, a menos que vivan como hermano y hermana. Ahora bien, desde hacía varios años algunos teólogos moralistas se venían preguntando si esta disciplina eclesial no podría ser mitigada o ampliada, como para permitir, al menos en algunos casos especiales bien determinados, el acceso de los divorciados vueltos a casar a la Comunión.
----------La publicación de AL era esperada con mucho interés por todos aquellos que aguardaban del Papa una respuesta autorizada sobre esta delicada y difícil cuestión. Algunos esperaban una confirmación de la norma de san Juan Pablo II, que refleja una antiquísima tradición; otros, en cambio, conscientes de que esta materia está regida o disciplinada por el poder jurisdiccional del Papa, esperaban que él hubiera de conceder el permiso para la Comunión a los divorciados vueltos a casar.
----------El Santo Padre, en cambio, como ya vimos, no se detuvo con claridad en la AL sobre esta cuestión (difícil saber por qué motivo), limitándose, por una parte a adelantar de modo vago y general que: "no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares" (n.300) y, por otro lado, a hacer una fugaz referencia a la vexata quaestio sólo en la ya famosísima nota 351, en la cual se dice, en forma del todo hipotética, que "en algunos casos" la Comunión "podría" ser concedida a los divorciados vueltos a casar, pero sin precisar en cuáles de estos casos. En el análisis que hice del ensayo del obispo argentino Víctor Manuel Fernández, ya he explicado extensamente esta cuestión, así como el tenor y valor de las Cartas cruzadas entre el Papa y los Obispos de la región Buenos Aires, de modo que a ese análisis remito a los lectores que deseen recordar lo ya explicado.
   
¿De qué podría discutirse sobre AL según la propuesta del cardenal Müller?
   
----------La pregunta acerca de qué podría discutirse sobre el texto de AL ha sido mal presentada, tanto por los cuatro Cardenales firmantes de los Dubia, como por los redactores y firmantes de la sedicente Correctio filialis. Este tema lo he desarrollado de modo extenso en mi nota de ayer. Tan solo quiero ahora agregar a lo dicho, corrigiéndome de lo que en alguna nota de meses atrás expresé (cuando llegué a hablar de los "cinco" cardenales de los dubia), que cuando el cardenal Müller expresó su propuesta, no fueron pocos quienes lo sumaron como "quinto demandante", junto a los anteriores cuatro Cardenales firmantes de los dubia en 2016. Pero en realidad eso no fue lo que precisamente ocurrió, porque la propuesta hecha por el cardenal Müller en 2017, a la que aquí me refiero, es sustancialmente distinta a la formulación de los dubia.
----------Ahora bien, si son inadmisibles tanto la sospecha de herejía contra el Romano Pontífice (sospecha o sabor a sospecha de la que no están totalmente libres los dubia), como la acusación de herejía a un documento pontificia, de la que no están libres los firmantes de la Correctio filialis, nada impide que un católico manifieste serios reparos a errores prudenciales o de negligencia pastoral en los aspectos precisamente pastorales de un documento pontificio, porque a diferencia del ámbito doctrinal, en el que el Pontífice es infalible, no lo es en el ámbito pastoral, que incluye también el modo pastoral de expresión de la doctrina, que puede a veces estar inficionado hoy, de tendencias misericordistas y buenistas, en diversos campos, a saber:
----------En el campo exegético: son quitados de la Escritura aquellos pasajes relativos al Dios severo, amenazador, belicoso y castigador, que envía al infierno; y dejando, con el pretexto de la Encarnación, sólo la imagen del Dios piadoso, compasivo, misericordioso, manso, dulce, perdonador, paciente, tolerante y comprensivo, hasta el punto de ser débil, mudable, sufriente y mortal. Así han retornado las antiguas herejías del marcionismo, el teopasquismo y de la apocatástasis origenista. Es el misericordismo.
----------En el campo moral: la ética ha perdido su carácter absoluto, su firmeza, su austeridad y severidad; ha devenido flexible, mutable, facultativa, opcional, cómoda, posibilista, condescendiente, laxista, maleable, agradable, alegre, relajada, permisiva, instintiva, libertaria. Ha nacido el espontaneismo liberal y hedonista. No se debe excluir a nadie, sino que es necesario acoger a todos. No se debe corregir a ninguno, solo dialogar. No debemos hacer la guerra, sino solo el amor, como se expresa el pacifismo. La conducta humana progresa y mejora continua y necesariamente en la historia, como se expresa el mal progresismo.
----------En el campo antropológico: se ha comenzado a concebir al hombre como esencialmente bueno, inocente y orientado hacia Dios, de recta intención, buena fe y buena voluntad. El pecado no es una culpa a corregir, castigar y expiar, sino que es una debilidad a compadecer. No existe ningún pecado original con consecuencias penales (o sea, de sufrimiento) en la vida. El sufrimiento es natural, pero no tiene sentido y simplemente debe ser combatido. El mal es solo el sufrimiento, no pecado. Todas estas tesis se han propalado por doquier en la predicación de Obispos y sacerdotes durante la actual pandemia. Es el buenismo.
   
Méritos y defectos pastorales de Amoris laetitia
   
----------Pues bien, entre defectos y méritos, AL está claramente guiada por un método pastoral misericordista. No está infectada de errores doctrinales, sino de un error práctico, de un defecto pastoral: la subestimación de la gravedad del estado de las parejas irregulares. El pecado de adulterio está demasiado excusado y no suficientemente reprochado. Se intenta tranquilizar a los divorciados vueltos a casar diciéndoles que están en gracia de Dios sin decirles lo que deben hacer para estar en gracia de Dios. Las familias formadas por adulterio no solo son familias "heridas", sino también hirientes y escandalosas.
----------La intención del método de AL es: no despreciar ni desanimar a estas parejas, para asegurarse de que no sean marginadas. Esta es ciertamente una buena intención, ya expresada con palabras muy profundas y amorosas en la exhortación apostólica post-sinodal Familiaris consortio del papa san Juan Pablo II. Pero la verdadera misericordia no es minimizar la miseria en la que se encuentra el mísero o el pobre o el pecador, sino que es precisamente el hacerlo consciente, aunque sea con delicadeza, de la gravedad de la situación en la cual se encuentra, precisamente porque la misericordia no se asusta en el reconocer hasta el fondo los males del prójimo, porque la misericordia es poder divino y, por tanto, libera también de males gravísimos. ¿Y qué mal más grave que la culpa mortal? Por ello, la vacilación y el titubear de AL sobre este punto perjudica su loable intención de mostrar a la pareja el poder de la misericordia divina y de la Iglesia.
----------En esto se tiene la impresión de que el papa Francisco se dirige a personas que solo tienen necesidad de ser "acompañadas" y compasionadas, no sin embargo también ser recordadas, corregidas y, en ocasiones, advertidas y reprochadas. Está bien acoger e integrar; pero también hay quien no quiere ser aceptado e integrado, al menos en las condiciones marcadas por la Iglesia. Y si cedemos a las condiciones que ese tal quiere, la Iglesia se falsifica. ¿Eso de qué sirve, cuál es la ventaja?
----------Sin embargo, en la exhortación Amoris Laetitia, afirmando que la pareja puede estar en gracia (n.301) y que "es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado -que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno- se pueda vivir en gracia de Dios" (n.305), el Santo Padre niega ese prejuicio según el cual la pareja, estando en un estado irregular, estaría por eso mismo siempre en un estado de pecado mortal. Y con esto el Papa pone las premisas, por las cuales podría derivar la licitud de la Comunión; y aquí debe ser reafirmado el condicional "podría". Naturalmente debe tratarse de aquellas parejas las cuales, por motivos razonables y causas de fuerza mayor, no pueden y por lo tanto no deben interrumpir su relación (n.298).
----------La exhortación AL contiene en su propio texto diversos puntos que podrían ser seriamente discutidos. Ya he mencionado algunos al analizar el ensayo de mons. Víctor Fernández. Pero ahora agrego dos más:
----------a) Se dice con razón que los pastores deben discernir bien las situaciones. Y después se agrega lacónicamente: "no existen recetas sencillas" (n.298). ¿Qué quiere decir? Dicho así, parecería que se negase la existencia de principios absolutos, válidos en todo caso, independientemente de las situaciones. Es cierto que el término "receta" tal vez pretenda ser irónico, para evitar el legalismo, el fariseísmo, la estrechez mental y la pedantería. Pero no está claro.
----------b) Declara que la unión de la pareja puede ser y debe ser una "respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios" y como "entrega que Dios mismo está reclamando" (n.303). ¿No es un elogio excesivo? ¿Qué habría que decir entonces de las parejas regulares y fieles? ¿Es lo mismo ser regular o irregular? ¿Pero entonces, qué sentido tiene ser regular? ¿Quién obliga entonces a ser regular? ¿No habría bastado decir que la unión, aunque irregular y a menudo causa de escándalo para los fieles, siempre que los dos se dediquen a las buenas obras y hagan penitencia, pueden mantenerse en gracia? Vistos los peligros que corren continuamente de pecar, ¿no es ya esta una notable concesión de la misericordia divina, sin que sea necesario presentarlos casi como modelos para los esposos regulares?
   
Otras características conveniente para una fructuosa discusión sobre AL:
   
----------Por cuanto respecta al método de la discusión propuesta por el cardenal Müller, se podría inspirar en famosos debates o tratativas teológicas del pasado, como por ejemplo la famosa disputa De Auxiliis, entre Dominicos y Jesuitas, en la presencia del Papa, entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, con el problema de la relación entre la gracia y el libre albedrío. Después de todo, también en nuestro caso, ¿no se trata acaso de la relación entre gracia y libre albedrío en el matrimonio y en la relación de pareja?
----------El papa Francisco podría instituir una doble comisión cardenalicia de número limitado -cinco o seis por cada lado- formada por miembros que se ofrezcan espontáneamente, para que el debate sea libre y espontáneo. Una comisión podría ser formada por los cardenales objetantes, los cuales planteen las reservas y sostengan las dificultades. Mientras que la otra estaría formada por los cardenales resolventes, sostenedores de la exhortación AL, con la tarea de esclarecer y tranquilizar a los objetantes acerca de sus preocupaciones y de conceder la parte de verdad contenida en sus objeciones.
----------Obviamente, el Santo Padre podría intervenir de autoridad en cualquier momento, ya sea para determinar o para corregir, ya sea para responder a las cuestiones dirigidas a él, en modo similar a lo que ocurre en los debates de los Concilios. El resultado final de las discusiones, debería presentarse al final de la discusión al juicio final del Papa, el cual pone término a su discreción a la discusión, como ya sucedió en la congregación De Auxiliis. Y toda esta empresa podría ser confiada al patrocinio de la Santísima Virgen María, Madre de la Familia, y de santo Tomás de Aquino, Doctor Communis Ecclesiae.
----------Cuanto se ha explicado hasta aquí es para reiterar que si Luis Badilla, que escribe sobre asuntos de la Iglesia y de cuestiones del Vaticano, conociera los rudimentos de la historia de la teología y de la larga tradición de sus disputationes, se habría ahorrado aquella pésima caída de estilo de tratar de loco al Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, "culpable", según él, de no haber propuesto nada más que lo que siempre ha sucedido en el seno de la Iglesia, por lo menos la Católica, a la cual nosotros pertenecemos.

1 comentario:

  1. muy equilibrado sin equilibrismos, y constructivo. ¿De cuántos otros artículos en blogs católicos se puede decir lo mismo?

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