sábado, 12 de junio de 2021

La Santísima Virgen María y la Santísima Trinidad: María Esposa divina del Padre y esposa humana de san José (1)

Suele llamarse a María la "esposa del Espíritu Santo"; sin embargo, debemos permitirnos de algún modo disentir con ese título. En base a las consideraciones que desarrollaremos, llegaremos a concluir que, si queremos hablar con precisión teológica, y no solo bajo la corriente de un ingenuo devocionalismo, a veces teñido de puritanismo, debemos decir que, propiamente hablando, María no es tanto "esposa del Espíritu Santo", como algunos dicen, sino más bien Esposa divina del Padre, teniendo el mismo Hijo, y esposa humana de San José, teniendo también el mismo Hijo, engendrado por el Padre y custodiado por San José, padre putativo.

Precedentes paganos del Dios cristiano
   
----------En las antiguas mitologías paganas egipcias, babilónicas, griegas y romanas existe la idea de que el dios (la divinidad, sea cual sea) puede unirse sexualmente con una diosa o con una persona humana y generar o un hombre o bien otro dios. Es evidente aquí la confusión entre la naturaleza divina y la naturaleza humana: el dios no es más que una persona humana agigantada, dotada de alma y cuerpo y, por lo tanto, sexuada, no exenta del sufrimiento y de defectos morales, si bien, de modo general, en posesión de una felicidad y de poderes muy superiores a los del hombre y, en particular, del atributo de la inmortalidad.
----------Sin adentrarnos en un examen teológico detallado, propio de lo que hemos estudiado en Religiones Comparadas, tarea que nos llevaría demasiado lejos, para detenernos en cambio en el tema que aquí nos interesa, a saber, la posibilidad de que Dios genere un hijo uniéndose a una persona humana, nos limitamos a recordar que el pagano capta solo algunos atributos de lo divino: un poder sobrehumano sobre la naturaleza, la capacidad de ayudar o castigar al hombre, el disfrute de una vida feliz e inmortal.
----------Ahora bien, aquello que falta en la teología pagana es la percepción de la absoluta y purísima espiritualidad de Dios y que, por lo tanto, Dios no puede ser sexuado. El pagano no comprende que el tener sexo no es una perfección divina, sino que, por el contrario, es un atributo propio del hombre y del animal, que hace que la sublimidad de la espiritualidad que conviene a Dios quede degradada al nivel de la materia. Así, en cambio, para el pagano existen dioses masculinos y diosas femeninas.
----------Al fin de cuentas, para decirlo en otros términos, el paganismo confunde el plano espiritual de la vida, propio de la persona, con el plano sensitivo, presente también en los animales. Precisamente, la divinización del animal es típica del culto pagano, todavía presente en la actualidad, en el chamanismo.
----------Por el contrario, debemos recordar que el verdadero Dios no tiene sexo y, por lo tanto, no ejercita una actividad sexual; no puede ser generado por otro dios, y no genera hijos o hijas, sean ellos humanos o divinos. El hombre pagano, por el contrario, concede tanta importancia al sexo y al placer que consigue mediante el sexo, que no alcanza a concebir una felicidad sin el placer sexual.
----------Por eso, para las religiones paganas, el dios, que es dichoso, lo es porque experimenta un placer sexual muy superior al experimentado por el hombre. El dios pagano no está en absoluto ligado a una sola diosa o mujer, sino que puede permitirse todas las uniones que quiera. Una mujer puede ser virgen (pensemos en las vestales romanas) pero es impensable que un dios pueda ser virgen, no sería digno del dios o de la diosa.
----------Por otra parte, si el dios es hijo de un dios o de una diosa, no necesariamente es hijo único, sino que puede tener hermanos y hermanas, dioses u hombres. Es interesante que una figura sexual que el mundo del paganismo ignora es la figura del transexual. En este sentido, el paganismo presenta una concepción más sana del sexo respecto de la de algunos sedicentes "católicos" de hoy que han llegado a consentir el transgénero: para el pagano la distinción entre varón y mujer es clara y neta y no existen mezcolanzas.
----------Ahora bien, en neto contraste con la concepción pagana, el Dios veterotestamentario y el Dios coránico, que es el Dios de la religión natural, el Dios demostrable por la sola razón, siendo purísimo Espíritu, está totalmente privado de sexo. De ahí la famosa objeción del Corán a la concepción cristiana del Dios engendrando un Hijo: "¡debería tener una mujer para generar un hijo!" es el argumen frecuente. Por supuesto, se trata de una evidente confusión entre el generar espiritual y el generar biológico.
----------Pues bien, radica precisamente aquí la originalidad de la concepción cristiana de Dios respecto a todas las otras religiones, incluida la hebraica: que en cambio el cristianismo admite, superando lo que la simple razón puede imaginar, que Dios pueda generar no otro Dios, lo cual es imposible, sino el mismísimo Dios, o sea, Dios en distinción de personas: Dios Padre genera a Dios Hijo, Deum de Deo, Deum verum de Deo vero, manteniendo el monoteísmo veterotestamentario. Es el misterio de la Santísima Trinidad, un solo Dios en tres personas, que nos ha sido revelado por Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios.
----------Para el cristianismo, siempre se mantiene el dato biológico insuprimible de que a fin de que un hombre pueda según naturaleza generar un hijo, debe unirse sexualmente con la mujer, en modo de fecundarla con su semen, de manera que ella conciba un hijo, el cual por lo tanto resulta de la unión del semen masculino con el óvulo femenino, unión de la cual surge el cigoto, que es ya persona humana, en la cual se conjugan los caracteres del padre con los de la madre. Precisamente por eso el aborto es un homicidio.
----------Del mismo modo, el cristianismo viene a confirmar el dato de razón que nos manifiesta que Dios, es decir, la naturaleza divina, es por así decirlo absolutamente "virgen", no por motivos ascéticos contingentes como lo es para nosotros, que somos concupiscentes penitentes, heridos por el pecado original, sino en virtud de su espiritualidad infinita y, por lo tanto, asexuada.
----------La virginidad de María Santísima, por lo tanto, es algo muy diferente a la virginidad de la vida religiosa, aunque indudablemente sea un sublime modelo para la virginidad religiosa. La virginidad de María, en efecto, está motivada por la cercanía única y excelsa de María inmaculada y llena de gracia al misterio Trinitario purísimo Espíritu; mientras que la virginidad religiosa está motivada por razones ascéticas, que se justifican por la necesidad y la perspectiva de algunos de nosotros ("aquellos a los cuales ha sido concedido", Mt 19,11), herederos de las consecuencias del pecado original, de una mayor espiritualidad y libertad de las constricciones de la concupiscencia, para una mayor operosidad espiritual ("eunucos por el reino de los cielos", v.12). Lutero había entendido bien esta diferencia, tanto que aunque llegó al punto bien conocido de repudiar los votos religiosos, conservó una alta estima por la virginidad de María.
   
María genera el Verbo encarnado porque, unida al Padre,
recibe al Espíritu Santo que la fecunda y la vuelve Madre de Dios
   
----------Entre todas las criaturas humanas, María es aquella que está más unida y más íntimamente, a la Santísima Trinidad: tiene con el Padre al mismo Hijo, es Madre del Hijo del Padre, mientras que el "Espíritu Santo, descendiendo sobre ella y cubriéndola con su sombra el poder del Altísimo" (Lc 1,32), ha hecho que el Verbo se haya encarnado en su seno, por lo cual María ha concebido a Nuestro Señor Jesucristo.
----------El Padre se une a María mediante el Espíritu. No es el Espíritu quien genera al Hijo, sino el Padre por medio del Espíritu, el cual hace sí que María conciba al Hijo. Ella concibe por obra del Espíritu Santo, no directamente por obra del Padre, porque el Padre envía el Espíritu sobre María, de modo que el Espíritu media la obra del Padre sobre María Santísima.
----------Por lo tanto, el Espíritu Santo no es el Padre del Hijo, no genera al Hijo, sino que permite al Padre generar. Por lo tanto, el Padre del Hijo no es el Espíritu Santo, sino precisamente el Padre. María recibe el Espíritu, pero para unirse al Padre, que se une a María por medio del Espíritu.
----------Ahora bien, es interesante que notemos la analogía que existe (a pesar de la infinita diferencia) entre la generación del Hijo de María y la generación de cualquier criatura humana. En efecto, vemos cómo toda generación, desde aquella del Hijo de Dios hasta aquella de los hombres, o de los animales y de las plantas, proviene del mismo Creador y Principio de toda vida, cuyos productos se asemejan entre sí precisamente porque provienen de un único supremo Principio.
----------De manera similar, por lo tanto, a como el Padre fecunda a la Santísima Virgen María mediante el misterioso Germen divino del Espíritu vivificante, así también en el nivel biológico el macho fecunda a la hembra mediante el semen, se trate del hombre como del animal. Y sucede algo similar en las plantas. El hecho es comprensibilísimo y sólo puede perturbar a los espíritus puritanos, si tenemos presente el principio metafísico de la analogía, por el cual Dios obra en modo similar en todos los planos y grados del ser y de la vida, de manera tal que cada plano, siempre en un modo diverso del otro, lleva la firma del mismo Autor. Incluso en el más mínimo fenómeno de la vida existe la huella del Autor de toda vida.
----------Esto quiere decir, entonces, que el proceso divino mediante el cual el Padre, por medio del Espíritu, ha operado y permitido la divina maternidad de María Santísima, nos hace comprender que el Espíritu Santo es el divino principio motor, regulador, moderador, inspirador y gratificador del ejercicio cristiano de la sexualidad y, por lo tanto, también de la relación conyugal.
----------Por consiguiente, descubrimos a la luz de este misterio trinitario y mariológico, la inmensa dignidad e incluso digamos sacralidad de este humilde fenómeno biológico, que también está en el origen de la existencia de todos nosotros, los seres humanos. Lo que quiere decir que existe una analogía entre la fecundación de María por obra del Espíritu Santo y la fecundación de la esposa por parte del marido, de modo tal que el generar humano deviene una similitud y una participación del generar divino. He aquí la comparación paulina de las nupcias entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, se comprende a fondo por qué san Pablo ha parangonado el matrimonio con las nupcias entre Cristo y la Iglesia.
----------Cuidémonos, sin embargo, de la tentación, que podría llegarnos en este punto, de asimilar la divina fecundación de María a una teogonía pagana. De hecho, la idea de que Dios genere un hijo uniéndose a una mujer está presente en la mitología pagana, pero no en el Antiguo Testamento, el cual rechaza claramente esta idea, porque tiene en mente la mezquindad de las divinidades egipcias y babilónicas, que estaban lejanísimas de la altura y nobleza del Dios bíblico, el Altísimo, El Que Es, purísimo Espíritu.
----------Solo el Nuevo Testamento introduce la idea de un Dios, Dios Padre, que genera al Hijo, Dios de la misma naturaleza divina del Padre. Por otra parte, el Espíritu Santo es el Dios de la Vida y del Amor. El Padre manda sobre María su Espíritu que desciende en su seno para hacerle concebir el Verbo Encarnado. María concibe por obra del Espíritu, pero genera por obra del Padre.
----------La relación del Padre con el Espíritu Santo en el suceso de la concepción de María, ilustrada por aquellas palabras del ángel respondiendo a la pregunta de Nuestra Señora ("¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?", Lc 1,34), arroja una luz decisiva sobre el rol fecundante del Espíritu Santo, que hace posible la divina maternidad de María.
----------Por consiguiente, en este episodio maravilloso y decisivo de la historia de la salvación aparece en plena luz el hecho de que la relación entre el generante y el fecundante propio de la generación biológica se eleve en el Misterio Trinitario a una tal sublime cima, que generante y fecundante aparecen incluso como dos Personas divinas: el Padre y el Espíritu Santo.
----------Lo cual quiere decir, en base a las precedentes consideraciones, que si queremos hablar con precisión teológica, y no solo bajo la corriente de un ingenuo devocionalismo, frecuentemente teñido de puritanismo, debemos decir que, propiamente hablando, María no es "esposa del Espíritu Santo", como algunos dicen, sino Esposa divina del Padre, teniendo el mismo Hijo, y esposa humana de San José, teniendo también el mismo Hijo, engendrado por el Padre y custodiado por San José, padre putativo.
   
----------En la segunda parte de esta reflexión, mañana, profundizaremos en la Palabra de Dios y aportaremos nuevos argumentos para nuestra conclusión (por cierto nada original, pues ya ha sido desarrollada por otros teólogos) de que lo más preciso teológicamente es afirmar que: María es Esposa divina del Padre.

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