sábado, 19 de junio de 2021

Amoris laetitia y modernismo: la astucia de los rahnerianos

¿Cómo ha reaccionado el modernismo frente a la exhortación apostólica post-sinodal Amoris laetitia? Esa es la pregunta a la que intentaremos responder en al menos los tres artículos siguientes, comenzando por el de hoy. Las usinas de propaganda neo-modernista, y los propios neo-modernistas encaramados en altos puestos de poder en la estructura eclesial, han actuado, por supuesto, durante la preparación y el desarrollo de las dos asambleas sinodales sobre el matrimonio y la familia, que dieron origen al documento del papa Francisco, y siguen actuando hasta el presente para instaurar su propia y falseada interpretación de la exhortación papal y, a la vista de lo acontecido en estos cinco años, tienen éxito, incluso entre los lefebvrianos y anti-progre, que siguen comprando su discurso, como viene sucediendo desde hace cinco décadas.

El ataque de los teólogos rahnerianos: el caso Andrea Grillo
   
----------Los modernistas, desde hace décadas, han sido muy hábiles para fingirse falsos defensores de los Sumos Pontífices. A ellos les gusta presentarse como católicos "avanzados", "progresistas", incluso por delante del Concilio Vaticano II, tanto que están a la espera de un Vaticano III. A la vez, con astutas mentiras, presentan a los simples católicos, fieles al Magisterio, bajo un aspecto desagradable, como atrasados, anticuados, "de derecha", nostálgicos de un pasado muerto, rígidos conservadores de ideas superadas, preconciliares, censores gruñones, eternos quejosos, expertos en la maledicencia y en las murmuraciones, piezas de museo, estatuas inmóviles, que viven fuera de la historia, cerrados al diálogo y al progreso, etc. Si a algunos lectores, leyendo estos epítetos, les viene a la mente el lenguaje del papa Francisco, les advierto que el Santo Padre no entra aquí, porque evidentemente el Papa no es ni puede ser un modernista.
----------Sin embargo, con el pasaje del papa Benedicto XVI al papa Francisco, los modernistas cambiaron de táctica. Mientras que hasta el actual Papa emérito se oponían al Papa considerado atrasado, ahora, visto que el Papa actual tiene simpatías "progresistas", usan las más refinadas artes diabólicas para acaparárselo, es decir, para hacerlo aparecer como un modernista. Se trata, en realidad, de una tentativa desesperada, dado que el modernismo es una herejía, y un Papa no puede ser hereje. Repito lo que los lectores de este blog ya saben: los modernistas jamás se llaman a sí mismos "modernistas", sino que han usurpado el nombre de "progresistas", y a tal punto han tenido éxito en este engaño, que hasta los lefebvrianos y pro-lefebvrianos (o anti-progre) se lo han creído. El modernismo se asemeja al progresismo, aunque hay un abismo entre ellos, porque el modernismo es una herejía, mientras que el progresismo es una tendencia o corriente lícita en el interior de la Iglesia. El engaño del diablo radica precisamente en ocultar la diferencia entre los dos. Los hoy sedicentes "anti-progre" tampoco se han dado cuenta de la diferencia entre sano progresismo y modernismo.
----------Pero el demonio, en su astucia, se mantiene engañado por su propio orgullo. En efecto, el castigo de los soberbios, que pueden ser muy inteligentes, es el de caer precisamente en esa burda forma de necedad, que santo Tomás de Aquino [1225-1274] llama caecitas mentis (Summa Theologiae, II-II, q.15), ceguera mental por la cual el soberbio pierde la visión de las verdades más evidentes de la razón y de la fe.
----------Ahora bien, el Sumo Pontífice tiene por mandato de Cristo y con la asistencia del Espíritu Santo, el de confirmar a los hermanos en la fe, tarea en la cual el Sucesor de Pedro no podrá nunca fallar, porque portae inferi non praevalebunt. Al respecto, me viene en mente un librito que precisamente en 2016 publicó el cardenal Gerhard Müller: Benedetto & Francesco, Successori di Pietro al servizio della Chiesa, que nos recuerda estas verdades, que es necesario tener en cuenta para lo que diré a continuación. 
----------Andrea Grillo es precisamente uno de esos sujetos que confunden progresismo con modernismo. Se trata de un teólogo rahneriano cuyos esfuerzos de estos últimos años consisten en pretender demostrar que el papa Francisco es un rahneriano. Poco conocido en nuestras latitudes, tiene prensa y peso en muchos ambientes católicos europeos y, naturalmente, no es lo mismo la actuación de un teólogo en Roma que en Buenos Aires o en Madrid. Nacido en Savona 1961, enseña desde 1994 teología de los sacramentos y filosofía de la religión en Roma, en el Pontificio Ateneo San Anselmo, y en Padova, en la Abadía de Santa Giustina.
----------Me concentro en lo actuado por Grillo tras la exhortación Amoris laetitia, sólo a modo de ejemplo para los lectores del modo de proceder de los neo-modernistas y particularmente los rahnerianos. El 20 de enero de 2017, con un artículo publicado en la revista Settimana News, Grillo atacó al cardenal Carlo Caffarra [1938-2017] y luego, quizás envalentonado por la empresa cumplida, intentó un golpe aún mayor: nada menos que el de enseñar al cardenal Gerhard Ludwig Müller [n.1947] como hay que leer la exhortación Amoris laetitia, ya que, según el parecer de Grillo, el cardenal Müller. todavía prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no la había leído, o bien si la había leído, de todos modos todavía no la había entendido. El artículo también apareció en Settimana News, el 1 de febrero de 2017. Pues bien, precisamente cinco meses después, el 1 de julio, el cardenal Müller dejaba de ser Prefecto de la Fe del papa Francisco.
----------En su ataque al cardenal Müller (por entonces todavía en su altísimo cargo en la Curia Romana, ¡no lo olvidemos!), Grillo se refiere a una entrevista al Cardenal publicada en febrero de 2017 en el periódico Il Timone y se atiene a las palabras del Cardenal relativas a la interpretación que debe darse a Amoris Laetitia.
----------Con farisaica perspicacia y diabólica astucia, Grillo, además de no acertar en algunos puntos, llega a encontrar, en las palabras del Prefecto para la Doctrina de la Fe, aquello que es efectivamente un desafortunado defecto accidental, como veremos enseguida, a fin de presentar al Cardenal como desobediente al Papa y mal intérprete de Amoris Laetitia, mientras Grillo con descarada y arrogante irreverencia, típica de teólogo modernista rahneriano, se auto-confirma, como ya lo había hecho en su artículo contra el cardenal Caffarra, como el supremo y más confiable intérprete del pensamiento del papa Francisco, capaz de corregir la enseñanza de quien en la Iglesia está institucionalmente encargado de representar y de ayudar al Sumo Pontífice en su munus docendi que le ha sido confiado por Cristo (confirma fratres tuos), es decir, en la enseñanza, en la defensa y en la interpretación de la doctrina de la fe y de la moral. Repito: recordemos que en ese momento el cardenal Müller seguía siendo Prefecto de la Fe por mandato del Santo Padre.
----------Indudablemente, todo lo que afirma el cardenal Müller en aquella mencionada entrevista no tiene el carácter de la oficialidad, es decir, no son palabras de un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe en nombre del Sumo Pontífice, sino solo posiciones personales de Müller. Sin embargo, por el tono categórico y perentorio usado por el Prefecto, se desprende que sus palabras no pueden reducirse al rango de opiniones meramente personales, por las que merecen nuestra mayor consideración y nuestro reverente respeto, cosas que faltan absolutamente en las pedantes expresiones de Grillo, el cual da un salto imprudente, del todo desproporcionado a sus competencias y a sus fuerzas intelectuales.
----------La falta de honestidad intelectual en la operación de Grillo no radica tanto en plantear cuestiones doctrinales (sobre un punto, como he dicho, Grillo parece incluso tener razón), sino que la polémica doctrinal es ante todo un pretexto, destinado por una parte a desacreditar el rol del entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y por otra parte a dañar precisamente al Papa del cual se hace pasar por defensor, atizando el odio de los lefebvrianos y reforzando la falsa imagen de un Papa modernista, con la consecuencia de dar gas a los modernistas aumentando el desconcierto y el escándalo de los buenos fieles.
----------Queda claro que desde 2013, la permanencia del cardenal Gerhard Müller al frente de la Congregación de la Fe constituía para los modernistas una batalla aún pendiente tras la lograda abdicación del papa Benedicto XVI. Y es mi modesto parecer que en este contexto debe interpretarse la acción de los teólogos modernistas, y en este caso de Grillo, contra el cardenal Müller. Pero cualquier católico con los ojos abiertos sabe que no tiene sentido presentar al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe como contrario al Papa, cuando el Papa tiene institucionalmente precisamente en este Prefecto al principal colaborador en su oficio principal como Sucesor de Pedro, que es el de confirmar a los hermanos en la verdad del Evangelio.
----------Los puntos tocados por Grillo en su artículo del 1 de febrero de 2017 en Settimana News, son tres: primero, la cuestión de la abstinencia sexual de los divorciados vueltos a casar, segundo, la cuestión de la "analogía" paulina entre la unión esposo-esposa y la relación entre Cristo y la Iglesia; tercero, la desobediencia de ciertos obispos a los dictados de Amoris laetitia. Precisamente son los puntos que iremos analizando en estos artículos, hoy y los días siguientes. Comencemos, entonces, por el primer tema.
   
La abstinencia sexual en los divorciados vueltos a casar
   
----------Reporto ahora los pasajes que nos interesan de la entrevista que Il Timone le realiza al cardenal Müller en febrero de 2017, que son precisamente en los que se basa Grillo para sus críticas. Pregunta: "La exhortación de san Juan Pablo II, Familiaris consortio establece que las parejas de divorciados vueltos a casar que no puedan separarse, para acceder a los sacramentos, deben comprometerse a vivir en continencia. ¿Sigue siendo válida esta obligación?" Respuesta: "Ciertamente, no se puede superar, porque no es solo una ley positiva de Juan Pablo II, sino que él ha expresado lo que es constitutivamente elemento de la teología moral cristiana y de la teología de los sacramentos. La confusión en este punto se refiere también a la falta de aceptación de la encíclica Veritatis splendor con la clara doctrina del intrinsece malum".
----------Expliquemos entonces, algunos términos. El intrinsece malum es aquello que moralmente siempre y en todo caso está prohibido. El cardenal Müller se refiere al adulterio, que es aquel pecado que funda y justifica la prohibición hecha a los divorciados vueltos a casar de acceder a la Comunión. El intrinsece malum se opone al intrinsece bonum. Intrinsece significa que la cualidad moral "bueno" y "malo" es de tal modo inherente al acto, que no puede existir el acto sin esa cualidad. Intrinsece se opone a extrinsece, que conlleva que la cualidad moral es inherente al acto en principio o en línea de máxima; pero en ciertos casos, al no ser esencial para el acto, puede transformarse en su opuesto debido a factores provenientes de lo exterior.
----------Por ejemplo, matar a un hombre, asesinarlo, es extrinsece malum, porque en principio es malo porque va en contra de la vida. Pero si surge la necesidad de defender la vida asesinando, asesinar se vuelve lícito precisamente en nombre de esa vida que prohíbe el homicidio. Así, hay casos en los cuales es lícito asesinar, como por ejemplo en la legítima defensa o en la guerra. En efecto, el actuar moral está ordenado a una jerarquía de fines, a cada uno de los cuales corresponde una ley que regula su consecución. La autoridad eclesiástica, por ejemplo, entre sus deberes, tiene el de tutelar a la vez la libertad de pensamiento del teólogo y la fe común de los fieles. Se trata, ciertamente, de bienes preciosos, pero el primer fin o bien es un bien inferior al segundo. Porque si el teólogo abusara de su libertad para difundir entre los fieles la herejía, el obispo debería limitar esa libertad para proteger a los fieles, que es un bien mayor, un intrinsece bonum, un bien absoluto. Por esto, sería un intrinsece malum, un pecado de omisión en el obispo, si no lo dispusiera.
----------Por consiguiente, es cierto que si la abstinencia sexual periódica en la pareja regular es una práctica normal que alterna con la relación conyugal, en el caso de los divorciados vueltos a casar, como enseña la exhortación Familiaris consortio, el papa san Juan Pablo II propone, para los que no tienen la fuerza y la gracia, a fin de ser admitidos a la Comunión, vivir como hermano y hermana. Está claro, entonces, como explica el cardenal Müller, que aquí el Papa propone un intrinsece bonum, al cual se opone un intrinsece malum.
----------Grillo, en cambio, objeta al cardenal Müller diciendo lo siguiente: "La 'ley de la continencia' para las familias en segundas nupcias es una solución provisoria y parcial, que hoy es todavía posible, pero que ya no es necesaria. Sobre este punto, a mi parecer, la idealización del sacramento coincide con una desfiguración de la antropología. Y es curioso que su formulación haya sido 'inventada' por Familiaris consortio, mientras que el Prefecto la presenta como una 'verdad constitutiva de la teología moral y de la teología de los sacramentos'. Transformar un elemento positivo en estructura especulativa es siempre muy peligroso. Y tanto más lo es si pretende hacerlo ignorando el texto de una Exhortación Apostólica".
----------Sin embargo, a esto, por mi parte, respondo diciendo que la obligación instituída por el papa san Juan Pablo II en la Familiaris Consortio y confirmada por la Amoris Laetitia de la abstinencia sexual de las parejas irregulares, para poder acceder a los Sacramentos, parece indudablemente ardua, pero deriva necesariamente del deber fijado por san Pablo que es necesario acceder a la Comunión con la conciencia limpia del pecado, cosa que es imposible, si ella está manchada por la culpa de un acto sexual ilícito, como es precisamente el caso de las parejas irregulares. A buen derecho y con razón, por lo tanto, el cardenal Müller se refiere aquí a lo que, según la Veritatis splendor, es intrinsece malum. No puede nunca darse que el acercarse a la Comunión en estado de pecado mortal pueda ser un bien.
----------Como se sabe bien, san Pablo sobre este punto es muy claro: "Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,27-29).
----------En efecto, la conciencia de estar en culpa mortal comporta un estado de la voluntad en desacuerdo con la voluntad divina. En este caso específico, el sujeto no está arrepentido del pecado cometido, por lo cual, no siendo perdonado por Dios, no puede pretender estar en comunión con Él, y disfrutar de su gracia y de su benevolencia. Dios no puede recibir a quien permanece apegado al pecado. Y no debe creerse, con Martín Lutero [1483-1546], que la voluntad está privada del libre albedrío y tan esclava del pecado, para no poderlo repudiar y así liberarse de él, movida por la gracia sanante. Por el contrario, la voluntad, que incluso después del pecado original permanece libre, puede y debe repudiar y cancelar la culpa cometida, liberándose así de ella, si es culpa mortal, con el sacramento de la penitencia. Sólo en este punto, el alma reconquista la paz con Dios, y cumplida la necesaria reparación del pecado cometido, puede tener razón de disfrutar de la amistad divina y puede buscarla con corazón sincero.
----------¿Cómo, de hecho, se podría llegar a ser amigo de una persona si su voluntad es objeto de nuestro desprecio? ¿Queremos disfrutar de los favores de tal persona sin contentarla en aquello que ella desea de nosotros? ¿Sería acaso esta la "antropología" de Andrea Grillo, que corrige aquella antropología "desfigurada" -según él- del papa san Juan Pablo II y del cardenal Gerhard Müller?
----------El privilegio concedido por san Juan Pablo II, por lo tanto, no constituye en absoluto un simple elemento positivo, sino una verdadera y propia estructura especulativa, o sea precisamente como ha dicho el cardenal Müller, "una verdad constitutiva de la teología moral y de la teología de los sacramentos". No implica ni siquiera una "idealización del sacramento", ni una "desfiguración de la antropología", como dice Grillo.
----------Es falso, por lo tanto, que se trate de una solución que "ya no es necesaria", como dice Grillo. Se trata, en cambio, de una sabia y misericordiosa disposición, siempre válida, aunque nueva en la historia de la Iglesia, pero en el pleno respeto de la norma paulina, para permitir también a los divorciados vueltos a casar, en las mencionadas condiciones, acceder a los Sacramentos.
----------Sería demasiado largo refutar una por una toda la serie de despropósitos expresados por Grillo en el mencionado artículo. Sus tesis quisieran, en variadas maneras, relativizar, por no decir negar, con afirmaciones gratuitas, sin fundamento, el valor de la obligación de la abstinencia sexual de los divorciados vueltos a casar, a fin de poder recibir la Comunión sacramental. De modo que puede bastar con cuanto he dicho.
----------En todo caso, cabe señalar la distinción supuesta por la exhortación Amoris Laetitia entre estado irregular y estado de pecado. Ciertamente los divorciados vueltos a casar se encuentran en un estado jurídicamente irregular, y públicamente escandaloso, que vuelve muy difícil para ellos la práctica de la continencia sexual. Pero el papa Francisco, en el texto de Amoris laetitia, hace notar que no está dicho que todos los divorciados vueltos a casar, por el simple hecho de estar en un estado irregular y moralmente muy peligroso, estén siempre en un estado de pecado o de culpa, es decir, estén permanentemente privados de la gracia de Dios. En efecto, dado que ellos disponen del libre albedrío, cada vez que pecan, pueden siempre arrepentirse y, bajo el influjo de la gracia, pueden ser perdonados directamente por Dios, incluso si por ahora no puedan acceder al Sacramento de la Penitencia, dado que Dios puede conceder su perdón también fuera de los Sacramentos, pues existen en efecto los medios ordinarios y los medios extraordinarios de salvación, los primeros contenidos en los Sacramentos de gracia confiados por Dios a la Iglesia, que es su custodia y dispensadora, los segundos son en cambio contenidos en el misterio de Dios.
----------Sin embargo, aparte del hecho de que en ciertos casos la continencia no es del todo imposible, la exhortación apostólica Amoris Laetitia también recuerda que, precisamente por las graves y continuas tentaciones, a las cuales están sometidos los divorciados vueltos a casar, ellos, aunque caigan en pecado de materia grave, su pecado puede tener "atenuantes", o circunstancias atenuantes, sobre todo en los casos en los cuales la ocasión de pecado no puede ser evitada, es decir, casos de divorciados vueltos a casar en los cuales, por causas razonables o de fuerza mayor, la relación no puede ser interrumpida; y esto no por su voluntad, sino porque una separación daría vida, por ejemplo, a penurias y sufrimientos a los hijos venidos al mundo de esta unión, que necesitan ser cuidados, educados y criados por sus progenitores.
----------Por lo tanto, la Amoris Laetitia deja entender claramente que en los divorciados vueltos a casar que cultivan la penitencia, se puede suponer o por lo menos es posible, si no un verdadero y propio estado de gracia permanente, por lo menos la presencia ocasional de la gracia, la cual puede siempre ser recuperada cada vez que, después del pecado, ellos ejercitan la penitencia.
   
----------En la nota de mañana seguiremos examinando los puntos en los que el teólogo modernista Andrea Grillo critica al cardenal Gerhard Müller, tarea que, como lo he dicho, es ofrecida solamente a modo de ejemplo de la actuación del actual modernismo en relación a la exhortación Amoris laetitia.

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