martes, 8 de junio de 2021

La teología de Lutero

Hay que tener siempre presente que cuando actualmente la Santa Sede se refiere a la labor ecuménica con nuestros hermanos separados, los luteranos, de hecho la Iglesia hoy no tiene en cuenta a los sectores más liberales y desviados de sus propias raíces. Aún así, las dificultades para el diálogo teológico con los luteranos (al menos con los sectores luteranos más serios y que han permanecido más cercanos al Reformador) comienzan por el mismo concepto de teología, que no es el mismo para nosotros, los católicos, y para ellos.

----------Quisiera presentar aquí brevemente la teología de Martín Lutero [1483-1546] no tanto por sus contenidos sino sobre todo por su concepto y su método, es decir: ¿qué significa, para Lutero, hacer teología? Él, como se sabe, era doctor en teología aprobado por su Obispo y valoraba mucho esta su cualificación académica. Lutero siempre ha tenido una alta estima por la teología, considerándola fuente segura de verdad en la interpretación de la Sagrada Escritura, como fuente de predicación y en la regulación de la vida del cristiano, tanto que a los famosos "solos" del Reformador (sola gratia, sola fides, sola Scriptura) se podría agregar, sin temor a falsificar su pensamiento: "sola theologia". "Sola", en cuanto Lutero se negaba a vincular la teología a la filosofía o a la metafísica. Todo el pensamiento cristiano para Lutero se debe resumir en el teologizar. Si de filosofía se puede hablar, ésta debe ser en todo caso teología y teología cristiana o de la salvación.
----------En este punto, Lutero se asemeja a san Justino Mártir (100-165), quien decía: "Mi filosofía es Cristo", aunque en realidad Justino, que estaba formado en la filosofía griega, no pretendiera con esto abandonar el ideal filosófico, como búsqueda de la sabiduría, sino que pretendía decir que la verdadera y más alta sabiduría no se encuentra en la razón sino en la fe. De ahí, en Justino, no el rechazo global de la filosofía griega, sino su purificación a la luz del Evangelio y su subordinación a la Palabra de Dios, también en vista del diálogo con los paganos, los cuales, no disponiendo del don de la fe, sin embargo, en cuanto seres humanos, estaban llamados a apreciar la universalidad de la razón incluso en la teología. De paso: este presupuesto filosófico en la labor apologética de san Justino, uno de los primeros Padres Apologistas, es para nosotros actualísimo, pues es el mismo presupuesto que está en la base del diálogo interreligioso improntado claramente por el papa Benedicto XVI en el segundo Encuentro Interreligioso de Asís (mencionado en una nota días atrás) y en todo la labor ecuménica e interreligiosa del papa Francisco, sobre todo en su encíclica Fratelli tutti.
----------En cambio en Lutero, como es bien sabido, se nota una violenta e incesante polémica contra la especulación filosófica, la metafísica de Aristóteles y de santo Tomás de Aquino y contra la razón, a la que llamaba "la ramera del diablo". Lutero estaba convencido de que su teologizar no debía estar influenciado por premisas filosóficas, sino que debía descender directa y exclusivamente de su estudio de la Sagrada Escritura. "Mi conciencia -dijo en una famosa declaración a la Dieta de Worms, en 1521, casi como para enunciar el programa y método de todo su pensamiento teológico- es prisionera de la Palabra de Dios".
----------Estaba convencido de ser siempre y en cualquier caso un puro espejo de esta Palabra y ¡ay de quien lo contradijera!: "del Papa y de los Concilios -añadió- no tengo confianza, porque ellos son evidentemente falibles". Lutero, en cambio, ¡no se equivocaba! Y famosa seguirá siendo su declaración según la cual desde entonces cada cristiano tenía la facultad de contradecir en nombre de la Sagrada Escritura la enseñanza de cualquier Papa y de cualquier Concilio. Lutero, por ende, se sentía como un liberador del error en el campo de la verdad cristiana. El teólogo, al fin de cuentas, sustituía al Magisterio de la Iglesia. De paso (otra vez): cualquier coincidencia de esta actitud de Lutero (pretendiendo estar individualmente iluminado, y así igualmente todo cristiano, decía él, para acceder por sí mismo, sin la mediación del Magisterio, a la Verdad revelada), cualquier coincidencia, digo, con las actuales posiciones extremas modernistas y lefebvrianas, no es casualidad. Es el luteranismo en la Iglesia (con la salvedad de que para los lefebvrianos el contacto inmediato, prescindiendo del Magisterio, es sobre todo con la Tradición), pero la actitud es la misma.
----------Sin embargo, hay que decir que también Lutero se dio cuenta, al fin de cuentas, de que es imposible afrontar la interpretación de la Sagrada Escritura sin presupuestos racionales o filosóficos, o, como se dice hoy, sin una "pre-comprensión" o un determinado "horizonte de comprensión" extra-bíblico, o por así decir, pre-bíblico. Por ello no dudó en decir que él seguía la corriente de Guillermo de Ockham [1285-1347]. Y de hecho se advierte bien en su teologizar el enfoque occamista de tipo acentuadamente voluntarista y soteriológico, en el cual Dios, en virtud de su libertad y omnipotencia, aparece como un déspota arbitrario que puede declarar verdadero lo falso y bueno lo malo y viceversa, mientras que el misterio de sus decisiones está envuelto en una oscuridad tan densa que resulta absolutamente difícil, incluso contrario a la razón. Dios aparece, según una famosa expresión de Lutero, "sub contraria specie".
----------Todo esto se refleja claramente en el teologizar luterano, el cual no tiene para nada el carácter de esa serena especulación tal cual sucedía en los teólogos y en los santos medievales, que se deleitaban en la contemplación de los atributos del Dios Uno y Trino subiendo las escaleras del ser, y que incluso cuando trataban del misterio de la Cruz -¡y cuánto hablaron de él!- la atmósfera intelectual era siempre límpida, sin turbidez ni agitación, sino improntada por una noble calma y coherencia doctrinal.
----------En cambio, Lutero se burla una y otra vez y no se cansa de burlarse de la actitud medieval: "Nuestros monjes -dice- son una triste raza, sin experiencia de las cosas de Dios. Con sus especulaciones pretenden subir al cielo y disertar sobre Dios considerado en sí mismo. El pueblo de Israel no se arruinó con tales especulaciones. Bajo pena de muerte, nosotros debemos huir de este Dios-en-sí-mismo. La naturaleza humana y Dios en sí mismo, sin Jesucristo, son enemigos feroces". En realidad, Lutero olvida que toda la Sagrada Escritura está atravesada por el deseo de "ver el rostro de Dios", desde Moisés hasta los Salmos, pasando por san Pablo y san Juan, conforme a las promesas de Cristo: "Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios". Sería hora de preguntarse de una buena vez cuánto ha captado de la verdadera sustancia de la Biblia el que pasa por ser ¡el gran enamorado de la Biblia!
----------Por el contrario, para Lutero el objeto de la teología no es la investigación sobre Dios mediante la razón o la fe, un Dios contemplado y amado en sí mismo y por sí mismo, incluso prescindiendo del hombre y de lo creado, sino una investigación que mira ante todo al hombre, de hecho a mi yo, aunque a la luz de Dios: "El tema propio de la teología es el hombre reo de pecado y Dios que justifica y es el salvador del hombre pecador" (Comentarios al Salmo 51, Opera omnia, WA 40, II, 328, 17s).
----------Para Lutero, el Dios oculto, el Dios en sí mismo, es el Dios de la razón; y es el Dios del Antiguo Testamento en su majestad despótica, severa e inescrutable, todavía no encarnado en Jesucristo -aquel que Hegel llamará "el Dios abstracto"-. Este Dios no le interesa a Lutero, lo asusta y le produce horror. El Dios que interesa a Lutero es sólo el Dios misericordioso del Nuevo Testamento, que él sin embargo concibe como perdonador incluso a pesar del remordimiento de conciencia que denuncia el pecado. Pero aquí interviene la oposición entre la "verdad" de la razón o de la conciencia y la de la fe, la cual me dice que en cualquier caso estoy perdonado, no obstante el no de la conciencia.
----------Pero, de tal modo, parece evidente que la paz asegurada por la teología luterana no es una verdadera paz, porque se funda en una confianza en Dios que es forzada, en cuanto no basada en razonables motivos de conciencia, sino en una "fe" (fe fiducial) que dice lo contrario a cuanto la conciencia siente atormentadoramente. Por esto podemos decir que en el fondo de la esperanza luterana queda una sutil e indeleble desesperación, porque este Dios que "perdona" es por siempre un Dios que, si no es ya el del Antiguo Testamento, sin embargo es siempre un Dios que no está en continuidad con la razón, un Dios que declara lo que la razón no espera, por lo cual, si por una parte Lutero predica la tranquilidad ante el juicio divino, por la otra, a causa de su Dios que contradice la razón, no puede quitar del todo el angustioso temor que Dios en el momento de la muerte no te rechazará no obstante tú sientas la conciencia limpia. El Dios de la "misericordia", puesto que siempre sigue siendo un Dios que desmiente la razón, sigue siendo siempre el Dios de Ockham, arbitrario e irracional, que puede seguir "arrojándote en terrible desesperación".
----------Claro que Lutero intenta defenderse de este Dios con las siguientes desesperadas palabras: "Si Dios mismo apareciera en su majestad y dijera: no eres digno de mi gracia, he cambiado mi decisión y no mantengo cuanto te he prometido, en este punto yo no debería ceder, sino que debería combatir amargamente (tenazmente) contra Dios" (WA 44, 97, 38ss). Pero... ¿con qué perspectiva? ¿Con que resultado? ¿Para creer igualmente en su misericordia? ¿Pero tiene sentido todo esto? ¿Pero entonces, cómo es posible concebir a un Dios que no mantiene sus promesas? ¿A dónde va a terminar el proclamado Dios misericordioso? He aquí el resultado de la teología occamista de Lutero, una teología que no tiene nada que ver no solo con una sana teología natural, sino ni siquiera con la verdadera teología bíblica.
----------Ahora bien, cuando tratamos de ponemos, pero con un tal enmarañado enredo de conceptos, en una relación similar con Dios y, además, con un Dios de ese modo concebido, nos podemos preguntar si todavía estamos en la teología o en los límites de la psicopatología, por lo cual no me parece que sea demasiado sorprendente si en este punto una persona normal se vea tentada, frente a tal supuesto "dios", a convertirse en ateo y no es excesivamente sorprendente que el ateísmo más feroz de toda la historia del pensamiento (Marx y Nietzsche) haya nacido propiamente en la Alemania luterana.
----------En cuanto al método de la teología, para Lutero, no es el silogismo, el razonamiento: "Cuando se trata de términos que se refieren a Dios (in terminis divinis), ninguna forma silogística puede sostenerse" (WA I, 224s.). "Las premisas son verdaderas, pero la conclusión es falsa… ciertamente no por un vicio de la forma silogística, sino en virtud de la majestad de la materia, la cual no puede ser encerrada en la estrechez de la razón y de los silogismos... En los artículos de fe se debe ejercitar el afecto de la fe, no el intelecto de la filosofía" (Disputatio contra scholasticam theologiam, del 1517, WA 39, 2, pp.3-5, tesi 18). Sin embargo, contra todo esto, hay que decir que el hecho de que el misterio divino trascienda la razón no quiere decir que le sea contrario. Esto todos los doctores escolásticos siempre lo han sabido.
----------Si una proposición de fe resulta ser filosóficamente contradictoria, nos dice Lutero, debe ser igualmente mantenida "y las disputas filosóficas que concluyen lo contrario deben ser consideradas como el croar de las ranas" (cf. Tesis 28). Porque no se hace teología razonando, sino que "es a través de las experiencias vividas, es muriendo y condenándolo todo, que uno deviene teólogo, no a través de los conocimientos librescos y de las especulaciones intelectuales". En una palabra: "Sólo la Cruz es nuestra teología" (WA 5, 176, 29ss., frase efectista, que esconde una confusión sustancial entre el momento especulativo y el momento práctico del espíritu). Y luego está lo que Lutero llama la "theologia crucis", en oposición a lo que él llama la "theologia gloriae", que él atribuye a los escolásticos y al catolicismo, la cual, a su decir, pretendiendo examinar con la razón la majestad divina, permanece aplastada por ella.
----------Lo que es verdadero para la razón es falso para la fe, según Lutero. La fe es "escándalo" para la razón. Por consiguiente, para Lutero, se debe pensar que lo que para la razón es mentira, para la fe es verdad. Por lo tanto, es necesario "creer en la verdad contra la mentira, contra la verdad manifiesta, es necesario creer en la verdad oculta" (WA 42, 393, 9ss.). La verdad de la razón es para la fe falsa apariencia. Pero, nos preguntamos: ¿por qué esta oposición de la razón a la fe? ¿Por qué no se debe confiar en la razón?
----------Porque Lutero, cuando habla de la "razón" entiende siempre a la razón rebelde, sofista y orgullosa, consecuente al pecado original, que es principio no del libre arbitrio sino del esclavo arbitrio. En tal sentido Lutero también tiene razón. Pero el problema es que él no toma nunca en consideración la razón sana, sanada por la gracia (gracia que Lutero malentiende), la razón honesta, límpida y humilde que, sin embargo, sigue siendo siempre necesaria para hacer la buena teología, y cuyo ejemplo supremo es ciertamente la teología de santo Tomás de Aquino, que sin embargo Lutero lamentablemente siempre despreció.
----------En tal modo, a los ojos de la razón luterana, Dios se contradice. Pero precisamente en esto para Lutero consiste el misterio, objeto de la teología: "La contradicción es una tentación, ya que Dios mismo se contradice a sí mismo; esto para la carne es imposible de entender. De hecho, necesariamente ella piensa así: o Dios miente, lo que es blasfemo, o bien Dios me odia, lo que es ocasión de desesperación" (WA 43, 202, 16ss).
----------La razón, ofendida por Lutero en teología y filosofía, no tardó en vengarse, comenzando por el racionalismo cartesiano, que no por nada tuvo gran éxito en la Alemania aturdida y cansada del fideísmo luterano, aun cuando la paradoja fue que el luteranismo continuó viviendo, pero asociando paradójicamente fideísmo y racionalismo, como es atestiguado por ejemplo por Gottfried Leibniz [1646-1716], Christian Wolff [1679-1754], Immanuel Kant [1724-1804] hasta Georg W.F. Hegel [1770-1831] y el protestantismo liberal de la exégesis "histórico-crítica" de Adolf von Harnack [1851-1930], Friedrich Schleiermacher [1768-1834], Julius Wellhausen [1844-1918] y Rudolf Bultmann [1884-1976].
----------En conclusión, debemos decir que nadie niega la necesidad de que el teólogo viva personalmente su fe y alcance una verdadera experiencia de vida cristiana, sobre todo en el misterio de la Cruz, seriamente preocupado por su propia salvación y confiando en la misericordia divina. Son estos, ciertamente, algunos aspectos de la teología luterana que deben ser aceptados por el pensamiento católico, pero hay que tener en cuenta que no son ni siquiera originales, pues reingresan en la teología de la genuina tradición precedente, sobre todo agustiniana. Pero, todo esto no puede sustituir a una teología que se vale de un recto método racional y que, ciertamente atenta al problema de la salvación, pone en la cima de todas sus búsquedas, como dice la misma palabra theos-logos, el conocimiento de Dios en preparación a la beatífica visión del cielo.

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