jueves, 10 de junio de 2021

Error doctrinal en el Catecismo Mayor de san Pío X (1/2)

Entre los catecismos más populares en la Iglesia ocupa un lugar destacado el llamado Catecismo Mayor de San Pío X, surgido en 1905,​ para popularizar la enseñanza de la fe y de la doctrina católica, sobre todo entre los niños de la iniciación cristiana, en preparación a los sacramentos, a modo de escudo frente a lo que el papa Sarto solía llamar "la amenazante difusión de errores en los fatídicos tiempos modernos". Sin embargo, es bien sabido que un catecismo no puede ser considerado sino solo en sentido amplio y relativo un documento magisterial pontificio, y nunca al nivel, por ejemplo, de una encíclica o de una constitución apostólica. De hecho, como demostraré, también el popularísimo Catecismo Mayor de San Pío X contiene errores doctrinales. 

----------El llamado Catecismo Mayor de San Pío X es un breve y sencillo catecismo, escrito por el papa san Pío X [1903-1914] cuya primera edición data de 1905,​ surgido con el importante objetivo de popularizar la enseñanza de las verdades fundamentales en la Iglesia, tanto verdades doctrinales como morales, y así hacer que los fieles católicos conozcan su fe y doctrina frente a lo que el papa Giuseppe Sarto solía llamar "la amenazante difusión de errores en los fatídicos tiempos modernos". En el curso de más de un siglo la popularidad de este Catecismo ha sido enorme, y continúa siendo de utilidad a muchos fieles.
----------Cuando en los primeros meses del año 2003, el papa san Juan Pablo II encomendaba al cardenal Joseph Ratzinger la confección de un Compendio del Catecismo (de aquel Catecismo de la Iglesia Católica que el papa Wojtyla había publicado diez años antes, en 1992), el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue entrevistado por la revista 30Giorni, y también fue consultado por la vigencia del Catecismo Mayor de san Pío X, y si ahora debía considerarse superado; expresando lo siguiente:
----------"La fe en cuanto tal es siempre idéntica. Por tanto, el Catecismo de san Pío X conserva siempre su valor. Puede cambiar, sin embargo, el modo de transmitir los contenidos de la fe. Por eso podemos preguntarnos si el Catecismo de san Pío X puede seguir siendo considerado como válido. Creo que el Compendio que estamos preparando puede responder mejor a las exigencias de hoy. Pero esto no excluye que haya personas o grupos de personas que se sienten más a gusto con el Catecismo de san Pío X. No hay que olvidar que este Catecismo deriva de un texto que había sido preparado por el mismo Papa cuando era obispo de Mantua. Se trataba de un texto fruto de la experiencia catequística personal de Giuseppe Sarto y que tenía las características de sencillez de exposición y de profundidad de contenidos. Por ello el Catecismo de san Pío X podrá tener partidarios también en el futuro. Esto, sin embargo, no significa que nuestro trabajo sea superfluo".
   
Una tesis del Catecismo de San Pío X extraña a la Revelación
   
----------Un artículo mío reciente en este blog, artículo dividido en varias partes y dedicado a la condición de nuestros primeros progenitores ​​en el paraíso terrenal ha dado ocasión a algunos lectores de escribirme para sostener que habría yo debido recordar la teoría según la cual si Adán y Eva no hubieran pecado, después de un cierto período hubieran subido al cielo para disfrutar de la visión de Dios. Y en apoyo de esta tesis se me ha referido al n.61 (en algunas ediciones es el n.60) del Catecismo Mayor de San Pío X, que se expresa así:
----------"Pregunta. Si Adán y Eva no hubiesen pecado, ¿hubieran estado exentos de la muerte? Respuesta. Si Adán y Eva no hubiesen pecado, tras una feliz estancia en este mundo, hubieran sido trasladados por Dios al cielo, sin morir, para gozar una vida eterna y gloriosa."
----------Confieso que he quedado bastante sorprendido al volver a leer estas palabras (a decir verdad, hacía tiempo que no releía este Catecismo), palabras que ahora, de inmediato, me han parecido una espuria interpolación, o bien como una subrepticia infiltración gnóstica en un importante Catecismo aprobado por un celosísimo custodio y defensor de la recta fe como el papa san Pío X. Debo pensar que se trata de un golpe de mano que escapó al control del gran Pastor. Como bien recordaba el cardenal Ratzinger en la entrevista antes mencionada, este Catecismo derivaba de un texto preparado por el mismo Giuseppe Sarto cuando era obispo diocesano en Mantua, y fruto de su experiencia catequística personal. Me resulta difícil pensar, por lo tanto, que la respuesta a la pregunta n.61 haya surgido de las propias manos del Santo Pontífice. 
----------Es altamente probable que la ocasión para este error doctrinal infiltrado en el Catecismo, haya sido ofrecida nada menos que por san Agustín de Hipona [354-430], quien en La Ciudad de Dios, afirma: "Al hombre Dios le dio una naturaleza intermedia entre los ángeles y las bestias. Manteniéndose sujeto a su Creador como a verdadero Señor, el hombre debía observar con devota obediencia los mandamientos y pasar, sin la necesidad de morir, a la unión con los ángeles y a la eterna beatitud" (Libro XII, cap.21).
----------Sin embargo, el texto bíblico no dice nada acerca de este tránsito "a la unión con los ángeles y a la eterna beatitud". Aquello que, en cambio, se puede deducir del texto bíblico es la eterna permanencia del estado edénico tal como está descrito por el mismo texto sagrado. Se supone una antropología según la cual el hombre viene, por su esencia, elevado por Dios a la pura vida espiritual. ¿Y qué sería del cuerpo y de la tierra? Sería interesante conocer el origen de esta teoría, de sabor gnóstico-platónico, que no ha sido nunca jamás reconocida por la Iglesia, la cual, como veremos en los pasajes que citaremos, la excluye implícitamente.
   
La doctrina de la Iglesia
   
----------En efecto, hay que decir que, según la descripción bíblica del paraíso terrestre (o terrenal) y de la condición original de Adán y Eva antes del pecado original, así como de acuerdo a las precisiones o explicaciones hechas por el Magisterio de la Iglesia acerca de tal condición, no encontramos nada de esa tesis, que, como demostraré, compromete la distinción entre el orden natural y el orden sobrenatural. Que Dios destine al hombre a la beatitud es cierto; pero la pareja primigenia, de cuanto resulta del relato genesíaco, ya era feliz o beata en la tierra. La beatitud celeste, la bienaventuranza celestial, en compañía de los ángeles sería en realidad un aporte de Nuestro Señor Jesucristo muchísimo tiempo después.
----------Conviene repasar, al respecto, algunos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia, que no hacen sino confirmar el relato bíblico, en el que no existe el mínimo rastro de esa tesis del Catecismo Mayor o que justifique su posibilidad. Encontramos, por ejemplo, que el Concilio de Trento habla de la pareja primitiva antes del pecado de "santidad y justicia" (Denz.1511), mientras que el papa san Pío V [1566-1572] en su Bula "Ex omnibus afflictionibus" de 1567 contra Miguel Bayo [1513-1589] habla, siempre a propósito del tema del estado de inocencia de los progenitores, de "naturaleza íntegra" (Denz.1904), de estado de "gracia" (Denz.1907, 1921), de "vida sobrenatural" (Denz.1921), de "dones añadidos a la naturaleza" (Denz.1924) y de "indebida elevación de la naturaleza" (Denz.1926). San Pío V habla en realidad más bien de "vida eterna" (Denz.1905), pero para referirse específicamente al don preternatural de la inmortalidad.
----------De estos dones preternaturales y sobrenaturales atribuidos por el Concilio de Trento y por el papa san Pío V a la pareja primitiva antes del pecado original, se desprende que su estado de vida no era simplemente el de una pura naturaleza humana, que habría comportado o implicado la muerte, sino que era el de una naturaleza humana integrada o complementada por los dones preternaturales, es decir, por dones que hacían que la vida natural fuera perfecta según las exigencias y las fuerzas de la naturaleza; y por otra parte, la pareja había sido dotada del don de la gracia sobrenatural como participación en la vida divina, por lo cual la Iglesia a este propósito habla de "estado de inocencia, de justicia y de santidad". Pero no se trataba todavía de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, porque Él no había venido y habría podido también no venir.
----------Si queremos expresar las cosas con mayor precisión, es necesario decir que Adán y Eva disfrutaron de una comunión sobrenatural con Dios y de los dones preternaturales antes mencionados, como la inmortalidad, la impasibilidad, la salud física y psíquica, la laboriosidad, el pleno conocimiento natural de Dios, de sí mismos y de todo el universo, la perfecta sociabilidad, la suprema virtud humana, la plena armonía de la carne con el espíritu, la unión entre hombre y mujer, una feliz reproducción de la especie, una óptima alimentación, la posesión y uso justo y tranquilo de los bienes materiales, la habitación en un ambiente adaptado, y el pleno dominio sobre la naturaleza, en suma, todas aquellas cualidades, poderes y capacidades que hacen al hombre plenamente feliz, y que hacían a Adán y Eva completamente felices.
----------El entero universo estaba a disposición de la primera humanidad y con ello viene desmentida la hipótesis de aquellos que quisieran otros planetas habitados por seres inteligentes. Aparte del hecho que, si debiera tratarse de seres humanos, la cosa es imposible porque excluiría el origen de la humanidad de una única pareja, dato de fe afirmado por Pío XII [1939-1958] en la encíclica Humani generis.
----------En cuanto al actual Catecismo de la Iglesia Católica, el llamado Catecismo de san Juan Pablo II, su texto se expresa en estos términos: "El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su Creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo" (n.374).
----------Del mismo modo, el Catecismo Romano del Concilio de Trento se expresa de esta manera: "No hubiera estado ocioso entre tantas delicias del paraíso el hombre, a quien Dios había puesto en aquel jardín de placer para que le cultivase; pero ninguna labor le hubiera sido molesta, ni desagradable el ejercicio de cualquiera ocupación; hubiera recogido siempre suavísimos frutos del cultivo de aquel delicioso edén, sin salirse jamás frustrada su laboriosidad ni su esperanza" (n.394). Y en otro lugar se expresa:
----------"Formó Dios al hombre del lodo de la tierra, dispuesto y constituido en cuanto al cuerpo de tal modo, que fuese inmortal e impasible, no ciertamente por virtud de su misma naturaleza, sino por gracia de Dios. En lo que al alma se refiere, la formó a su imagen y semejanza, y le dio el libre albedrío, y de tal manera además moderó en él todos los movimientos y apetitos del alma, que siempre estuviesen sujetos al imperio de la razón. Aún más, le añadió el admirable don de la justicia original, y quiso también que dominase a los demás animales" (n.29).
----------En estos pasajes de la doctrina de la Iglesia no se habla de ninguna elevación celestial de nuestros primeros progenitores. Aquí parece evidente que el estado edénico no debería haber sido elevado en absoluto al estado glorioso de la filiación en Nuestro Señor Jesucristo, porque dicho estado, bien lejos de conseguirse con la permanencia de la justicia original edénica, habría en cambio presupuesto la caída del pecado original y por lo tanto el bautismo, con el cual el hombre viene liberado de la culpa original y no recupera la gracia edénica, sino que adquiere una gracia superior, que es la gracia de los hijos de Dios en Cristo, destinados a la gloria de la resurrección y a la visión beatífica en el cielo.
----------La gracia edénica no preveía ninguna elevación al cielo y ninguna visión beatífica, sino, como dice expresamente la Escritura (Gén 3,8), una simple amistad, aun cuando sobrenatural, con el Dios Uno y no con el Dios Trino, gracia que nos habría de conquistar Cristo con su Redención.
----------Santo Tomás de Aquino [1225-1274], tratando de la condición de vida de nuestros primeros progenitores (Summa Theologiae, I, qq.94-102), reconoce que ellos, aunque dotados de la inmortalidad, se mantenían en vida comiendo como lo hacemos nosotros ahora, con la diferencia de que nosotros tarde o temprano moriremos, mientras que ellos habrían vivido para siempre, poseyendo el don preternatural de la inmortalidad.
----------Sin embargo, Tomás de Aquino admite efectivamente que ellos en algún momento, para no tener que continuar siempre comiendo, habrían sido "transferidos a una vida espiritual" (Summa Theologiae, I, q.97, a.4) o "a un estado de gloria" (De Malo, q.5, a.5, 9m), donde ya no necesitarían comer. Debe reconocerse que el Aquinate, en estas expresiones, es muy vago. Pero evidentemente ha sido malinterpretado porque él no pretendía referirse a la vida del Edén, sino precisamente al estado de gloria escatológica, donde nosotros también ya no tendremos necesidad de alimentarnos, para alcanzar la cual gloria, sin embargo, es necesario al hombre beneficiarse de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo.
----------Como bien puede suponerse, también Adán y Eva han sido transferidos al estado de gloria, aunque no sin embargo porque esto hubiera sucedido de todos modos en el Edén si no hubieran pecado, sino precisamente porque han pecado, y porque Dios en su misericordia los ha salvado con la gracia de Cristo Redentor.
----------Por lo tanto, considerando la situación de la pareja primitiva antes del pecado original, no es difícil imaginar cómo habrían resultado las cosas si no hubieran pecado: simplemente habrían continuado siendo como eran antes del pecado, en el Edén, y por lo tanto habrían continuado viviendo así.
----------El estado edénico original, según la descripción que hace la Sagrada Escritura, gozaba ya de una altísima perfección en sí mismo. La humanidad habría continuado multiplicándose indefinidamente por la eternidad, mientras que progresivamente hubiera realizado su dominio sobre todo el universo. Todo habría sucedido de modo pacífico en la plena concordia de todos con todos. Siendo todos inmortales, habría habido un aumento continuo de la población mundial y probablemente en progresión geométrica.
----------No habría habido necesidad de ninguna actividad o institución destinada a tratar ninguna carencia o forma de mal de pena o de culpa: nada de cárceles, nada de hospitales, nada de tribunales, nada de ejércitos, nada de residencias de ancianos, nada de cementerios, nada de asistencia a los pobres, nada de escuelas, sino solo todo lo que expresa vida, amor, libertad, alegría, paz, orden, concordia, bienestar, riqueza y belleza.
----------Pero en ninguna parte de la Escritura o de la Tradición o del Magisterio de la Iglesia encontramos un fundamento para la tesis del n.61 del Catecismo Mayor de San Pío X. No existe nada en las fuentes de la divina Revelación que nos autorice a admitir una tesis de tal género. No solo eso, sino que tal tesis parece creer que la gracia cristiana sea un perfeccionamiento necesario de la gracia edénica, lo que quitaría su gratuidad.
----------Por el contrario, como resulta claramente de la narración bíblica, el proyecto divino del Edén originario era que la humanidad habría debido vivir feliz para siempre en la tierra edénica y no existe el mínimo indicio de su elevación a la gloria celeste y a la visión beatífica. En otras palabras, no está previsto ningún pasaje automático (ninguna especie de "carrera acelerada") del paraíso terrestre a un paraíso celeste, y esto es del todo lógico, dado que, como sabemos por la Revelación, es Nuestro Señor Jesucristo quien, sanando la naturaleza herida por el pecado, ha reabierto el paraíso terrenal y elevando la naturaleza humana a la dignidad de la filiación divina destinada a la visión en el cielo de la Santísima Trinidad, nos ha abierto el paraíso celestial, que no existía en el tiempo de los primeros progenitores.
----------En conclusión, si alguna confusión teníamos en nuestra conciencia creyente, derivada del número 61 del Catecismo Mayor de San Pío X, entonces necesitamos reflexionar y reconsiderar la relación existente entre paraíso terrestre y paraíso celeste según los datos de la divina Revelación. El paraíso celestial, por consiguiente, es el don que nos viene de la Encarnación y de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, después del pecado y para rescatarnos del pecado. Es el don y la perspectiva de la gloria celeste, que es la gloria de los hijos de Dios, perspectiva que no era en absoluto aquella del plan divino del Edén.
----------El conocido tratado de teología sistemática Michael Schmaus resume de modo preciso y muy didáctico las condiciones de nuestros primeros progenitores en el estado edénico: "Los dones naturales y preternaturales de los dos primeros seres humanos eran bienes hereditarios. Dios se los entregó a la Humanidad, que existía en Adán y Eva, y habían de ser transmitidos mediante la procreación. La procreación o generación había de ser la fuente misteriosa no solamente del ser humano, sino también del hombre sobrenaturalmente santificado. Dios dispuso que la generación, a modo de Sacramento, transmitiese la existencia sobrenatural" (Teología Dogmática, Ediciones Rialp, Madrid 1961, Tomo 2 Dios Creador, p.391).
   
----------Sin embargo, lo que hasta aquí hemos reflexionado no es todo lo que conviene considerar sobre el tema. En nuestra segunda parte, mañana, nos extenderemos sobre otros aspectos conexos, como: los significados de las expresiones "cielo" y "tierra" en la Sagrada Escritura, los dos significados de la expresión "hijos de Dios", el concepto de gracia como don gratuito añadido a la naturaleza, la doctrina paulina acerca del estado de inocencia y el estado de gloria y, finalmente, algunas referencias acerca del valor autoritativo de los Catecismos de la Iglesia como expresión de la doctrina de la Iglesia (que incluso podrán ayudarnos a comprender mejor cuestiones a veces polémicas, como por ejemplo, la reciente inclusión en el Catecismo de la opinión del papa Francisco acerca de la inadmisibilidad de la pena de muerte).

2 comentarios:

  1. Estimado Padre Filemón,
    Sus argumentos sobre la insostenibilidad de la respuesta al n.61 del Catecismo Mayor de San Pío X me parecen completamente aceptables, si es que más bien debería decir irreprochables.
    Sin embargo, para el caso de que Ud. tuviera la amabilidad de comentarlas, me gustaría indicarle las palabras que el dominico padre Angelo Bellon escribió en el 2010, en respuesta a quien le hiciera precisamente la misma pregunta: "En el caso de que no se hubiera dado el pecado original, ¿los hombres en un momento determinado dejarían la tierra por el cielo?".
    El padre Bellón acepta la tesis de san Pío X de la subsecuente admisión de nuestros primeros progenitores a la visión beatífica de Dios en el Paraíso (si no hubieran incurrido en pecado original), afirmando: "Sin embargo, debe recordarse que el sentido de su presencia en este mundo era el de preparar la Vida Eterna: la perfecta comunión con Dios, con la visión beatífica y la posesión de todos los tesoros del Cielo. Precisamente por eso no siempre permanecerían aquí, sino que habría sucedido algo parecido a lo que sucedió en María: que al término de sus días, por un exceso de amor, su alma y su cuerpo serían llevados al cielo".

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    1. Querido Ernesto,
      la respuesta del padre Bellon lamentablemente no hace más que comentar el Catecismo de San Pío X, a propósito del cual he demostrado que la respuesta a la pregunta n.61 no tiene fundamento en la Revelación.

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