El modernismo actual, aún cuando diverso y peor que el modernismo de los tiempos del papa san Pío X, sigue conservando aquella su característica inicial de ser el catalizador de muchas herejías. Espero que esta breve y modesta reflexión ayude a su mejor caracterización.
----------No está mal, sino que es un deber ser modernos, entendiendo por "moderno" lo que es avanzado, evolucionado, renovado, actualizado, mejorado, adecuado, adaptado a nuestro tiempo, útil y eficaz para las situaciones de hoy. Moderno viene de modus en el sentido del justo modo. Ciertamente de moderno viene también "moda", que a veces puede ser algo frívolo y efímero. Entonces está claro que en este sentido lo moderno no es algo que sea muy apreciable. Por otra parte, no está dicho que lo moderno, materialmente o fácticamente tomado, sea siempre algo válido o justo. Existe una criminalidad moderna que ciertamente no es para nada envidiable ni debe ser tomada como ejemplo.
----------Sin embargo, se supone, al menos en principio, que, por ejemplo, en el ámbito del saber o en el campo de la medicina o en el de la producción técnica, lo moderno sea siempre mejor que lo antiguo y, por lo tanto, es de preferir lo moderno a lo antiguo. En tales casos, quien prefiere lo que es viejo y superado u obsoleto, lo que es anacrónico y ya no funcional, lo consideramos un atrasado, alguien que vive fuera de la historia y de la realidad, un "conservador", pero en el sentido negativo del término, es decir, de alguien que permanece apegado a cosas o creencias que han sido abandonadas por el progreso histórico, moral o cultural. No está dicho, ciertamente, que lo que ya no es actual sea siempre para descartar, no es seguro que sea así, mientras que no siempre actualidad quiere decir progreso y no está dicho que novedad significa valor.
----------Puede suceder que sea bueno recuperar valores olvidados. Puede existir una actualidad desagradable, una novedad desgraciada, equivocada o desafortunada, puede darse así una nueva desgracia. Por lo tanto, no siempre lo moderno o lo nuevo coincide con lo mejor, aun cuando el primer significado que nos viene en mente es la coincidencia de modernidad y mayor perfección. Todos queremos comprar un automóvil moderno, someternos a una cura moderna, adquirir la ciencia moderna.
----------¿Pero, cuál es el criterio para distinguir lo moderno de lo antiguo, para discernir lo nuevo de lo viejo, cuál es el criterio distintivo del avance y del retroceso, del progreso y del regreso, de la evolución y de la involución, de la superación y del estancamiento, del mejoramiento y del empeoramiento, del anacronismo y de la adaptación a los tiempos, del quedarse atrás y del caminar con la historia?
----------Un defecto de la espiritualidad, de la cultura y de las costumbres católicas de nuestro tiempo es lo que muchos llaman "modernismo", para retomar un término famoso utilizado en su tiempo por san Pío X, ciertamente en un contexto histórico-cultural diferente y en cierto modo superado y, sin embargo, existe una definición de "modernismo", atinente a diferentes niveles, definición que está, por así decirlo, por encima del tiempo y es independiente de las ideas que hacen el contenido preciso y fáctico.
----------En tal sentido, el modernismo, como categoría y tentación perenne del espíritu, es la actitud que identifica tout court y acríticamente la verdad con la modernidad, haciendo de la modernidad el criterio absoluto de la misma verdad concebida, por otra parte, no como algo inmutable, sino, como ya observaba el papa san Pío X, como algo en continua evolución y de hecho en contradicción tanto con el pasado como con el futuro, sobre todo si esta llamada "verdad" atrae a las masas de su propio tiempo o es hecha pasar como tal por las clases dominantes o por personajes exitosos, incluso teólogos o eclesiásticos.
----------Por lo tanto, también se podría decir que el modernista identifica lo verdadero con lo que actualmente tiene éxito, seduce, atrae, es seguido, recauda beneficios, procura premios y honores, hace triunfar sobre fuerzas adversas, pertenece a la mayoría, es publicitado por los grandes medios de comunicación. Para el modernista ésta es la verdad. Y esto es lo "moderno". El resto es lo superado, lo anticuado, lo viejo, lo que debe ser tirado, está contra la historia, contra el progreso, contra la felicidad, contra la justicia y contra la paz.
----------Ahora bien, sin embargo, me gustaría dirigir las siguientes preguntas a nuestros hermanos modernistas, que incluso se consideran "católicos" y, de hecho, se consideran católicos avanzados y modernos. Dado que el progreso presupone que se tenga la idea del punto de partida y del punto de llegada, me gustaría preguntarles: ¿saben realmente hacia dónde quiere llegar el cristianismo? Si existe algo superado y algo avanzado, supongo que ustedes, los modernistas, conocen con certeza el punto de referencia para hacer esta distinción, así como decimos que Malargüe está más lejos de Mendoza que San Rafael.
----------Pero si no hacemos referencia a Mendoza, ¿cómo se podría hablar de más cercano y más distante? De lo contrario, lo nuestro no es un progresar, sino un girar aquí y allá, adelante y atrás, de un lado a otro al azar, sin saber a dónde ir. Para progresar no basta moverse y cambiar de un modo cualquiera, sino que es necesario avanzar claramente y decididamente, con perseverancia y tenacidad, hacia la meta, preconocida y preestablecida. Esta meta nos viene dada en una buena escatología. Incluso respecto a Abraham, de quien la Sagrada Escritura dice que "partió sin saber a dónde iba", la Biblia no quiere decir que partió con la cabeza en el costal o una venda en los ojos, sino que la Sagrada Escritura quiere expresar que Abraham se fiaba totalmente en la misteriosa guía divina. Es indudable que el final de nuestro camino es profundamente misterioso y objeto de pura fe, pero no está privado de un elemento de inteligibilidad, que es necesario tener presente, forma objeto del dogma católico y está conforme con nuestra dignidad de seres inteligentes y libres.
----------Ustedes, los modernistas, se consideran más avanzados que nosotros, retrógrados y todavía firmes y anclados en el Magisterio del Papa, en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el Código de Derecho Canónico, en santo Tomás de Aquino y en la escolástica. Ustedes son "modernos", nosotros somos "viejos" y "superados", nostálgicos de un pasado que ya está muerto. Ustedes se consideran ser la Iglesia del futuro, la esperanza del porvenir, la nueva humanidad surgida del Concilio Vaticano II, interpretado a la luz de Lutero, Küng, Rahner, Schillebeeckx, Descartes, Kant, Hegel, Bultmann y Heidegger.
----------Pues bien, ¿están ustedes, los modernistas, realmente seguros de seguir en el camino correcto? ¿Están verdaderamente progresando hacia lo mejor? ¿Están seguros de que el progreso sea ruptura, contradicción y falsificación del precedente Magisterio de la Iglesia o no en cambio, como decía el papa Benedicto XVI, progreso en la continuidad, mantenimiento de los valores "no negociables", como dice también el papa Francisco, es decir, eternos e inmutables, aunque siempre comprendidos y vividos cada vez mejor?
----------¿Qué tipo de escatología proponen ustedes, los modernistas? ¿Aquella que concibe a un Dios que cambia en el curso de la historia? ¿Aquella que niega la objetividad del conocimiento, identifica el alma con el cuerpo, identifica el mundo con Dios, con la Iglesia y con el hombre? ¿Aquella que niega la inmortalidad del alma, lo sobrenatural, la existencia del infierno, del purgatorio y de la visión beatífica de la Esencia divina? ¿Aquella que niega la infalibilidad de la Iglesia, la maternidad divina de María y su virginidad? ¿Aquella que niega la resurrección como reasunción del cuerpo por parte del alma al fin del mundo? ¿Aquella para la cual Cristo no es otro que el "profeta escatológico"? ¿Aquella que dice que una religión vale tanto como otra religión, que Dios no castiga a nadie, que todos se salvan y que todos son buenos y que el pecado no existe, que el diablo no existe y que Dios perdona incluso a quien no se arrepiente?
----------¿Aquella que niega la existencia de otro mundo más allá del presente? ¿Aquella que concibe la justicia y la paz como goce en este mundo, porque después de este mundo no hay nada? ¿Aquella que les dice que están salvados ya ahora y que no se debe esperar ninguna salvación después de la muerte? ¿Aquella que niega la salvación como fruto del sacrificio expiatorio de Cristo reactualizado en el sacrificio de la Misa celebrada por el sacerdote in persona Christi, en el cual sacrificio tiene lugar el misterio de la transubstanciación?
----------¿Están seguros ustedes, los modernistas, de estar yendo hacia adelante o no más bien de retornar al paganismo? ¿Están seguros de haber "superado" a Calcedonia o no más bien de estar envueltos precisamente en aquellas herejías pre-calcedonenses que Calcedonia ha refutado? ¿Sería esta, según ustedes, la meta del Cristianismo, el vértice o cumbre de la historia, el cumplimiento del Reino de Dios?
----------¿Sería ésta la meta hacia la cual ustedes, los modernistas, están avanzando, considerándose los hombres del futuro, los exponentes de la "modernidad", la vanguardia de la Iglesia y considerándonos a nosotros, con aire de suficiencia o de conmiseración, pobres atrasados, pensando que, soportándonos pacientemente, están haciendo una obra de misericordia, o bien ignorándonos despreciativamente (mas inútilmente), o bien lanzándose furiosamente contra aquellos que les recuerdan sus herejías?
----------Reflexionen con cuidado, queridos hermanos modernistas. Vuelvan sobre sí mismos. Aprovechen del tiempo presente, porque no saben cuánto Dios les concede todavía. Traten de entender que los verdaderos modernos, los verdaderamente evolucionados, los verdaderos avanzados (sanos progresistas o sanos tradicionalistas) somos nosotros, que amamos ciertamente lo moderno, pero no al precio de nuestra alma, sino en vista de aquel "hombre nuevo", de aquella "nueva creatura", de aquellos "nuevos cielos y nueva tierra", en escucha de ese Espíritu Santo que renueva todas las cosas, verdades que son enseñadas por la Santa Madre Iglesia, verdadera intérprete de la divina Revelación expresada en la Sagrada Escritura y en la Sagrada Tradición.
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