domingo, 4 de abril de 2021

Renovando propósitos

No me parece adecuado iniciar hoy, Domingo de Pascua, nuevas reflexiones filosóficas o teológicas, las cuales dejaré para mañana y los días subsiguientes, para los cuales ya tengo agendados temas a abordar, que espero sean de interés y utilidad para mis fieles lectores. De modo que hoy solamente renovaré los propósitos asumidos al iniciar este, mi modesto blog, y recordaré los objetivos que intento cumplir en estas notas cotidianas.

----------Como saben aquellos que me conocen y que han sido habituales lectores de este blog, mis intereses filosóficos y teológicos han sido muchos y variados. Sin embargo, he llegado a comprender cada vez mejor que el Señor me ha estado llamando a dedicar mis esfuerzos, por modestísimos que ellos en verdad sean, y hacerlo casi a tiempo completo, al menos en los últimos años que Él me conceda, a ocuparme de ese tema que a mi juicio aparece como el más serio, el más urgente, el más interesante y el más útil para la teología, para la pastoral, para la Iglesia y para la sociedad de hoy: la cuestión delicada pero fundamental para un católico y también para un no católico de valorar las enseñanzas, la conducta moral y el modo de gobernar la Iglesia del reinante Sumo Pontífice, a fin de ayudar al Papa en su oficio de doctor y pastor universal de la Iglesia, con la mirada puesta, naturalmente, en la situación y en las necesidades de nuestro tiempo.
----------Me impulsa a la tarea que desarrollo en este blog, ante todo y naturalmente, mi vocación y misión de católico en cuanto católico, vocación y misión substancialmente vinculadas al Papa. Casi todos los herejes y cismáticos de la historia han llamado "papistas" a quienes permanecen en fiel obediencia al Papa. Por cierto, el calificativo de "papistas" puede ser perfectamente entendido en el sentido correcto, auténticamente católico; algo distinto ocurre con el calificativo de "papólatras", que es otra cosa, que no hay modo de entender en sentido católico. Lo que intento decir es que la vocación y misión del católico no pueden sino estar improntadas por una esencial obediencia al Romano Pontífice y por una especial comunión doctrinal (recalco lo de doctrinal, con su extensión y límites) con el Papa, así como por el compromiso formal de difundir, explicar, y defender por todos los medios, el magisterio ordinario o extraordinario, simple o solemne del Obispo de Roma, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, Cabeza y guía de la Iglesia y Maestro de la Fe.
----------Las diversas responsabilidades académicas y pastorales que he desarrollado en mi vida han sido ciertamente para mí una espléndida ocasión para poner mi modesta competencia, de formación tomista, al servicio del Papa y de la Iglesia, pero sobre todo las he sentido y las siento como una verdadera y propia gracia, como oportunidades privilegiadas, que Dios me ha dado, para comprender mejor cómo el sacerdote católico, y por supuesto también el simple fiel católico, deben relacionarse con el Papa.
----------Ante todo, les diría a mis amigos y enemigos que el esforzarse por permanecer siempre cerca de las enseñanzas del Vicario de Cristo, que es la Luz del mundo y disipa las tinieblas del error, vale más que todos los libros, cursos y congresos teológicos, donde a veces se sale con las ideas más confusas que claras. Sería para ellos óptima ocasión para purificarse de eventuales ideas distorsionadas y de cumplir de óptima manera lo que hoy suele llamarse "formación permanente", la tarea de ponerse siempre humildemente a la escucha de los latidos de aquello que santa Teresa del Niño Jesús llamaba el "corazón" de la Iglesia, la Caput mundi.
----------Me he propuesto, entonces, en este blog, con mis modestísimas fuerzas, aclarar cómo, con qué método, con qué espíritu, con qué fin y en base a cuáles razones, el buen católico debe relacionarse con el Papa, porque sobre esto existe hoy una enorme confusión y una gran cantidad de errores, equívocos y malentendidos y, en consecuencia, existen interminables, exasperantes y obstinados litigios y conflictos, que comprometen la caridad fraterna y son causa de desconcierto, de escándalo y de apostasía de la fe.
----------A tal fin, es necesario distinguir, en la actividad del Sumo Pontífice, aquellas cosas en las cuales es lícito criticarle y aquellas en las que en cambio está prohibido criticarle, sin caer en el cisma o en la herejía. Para resumir en una sencilla fórmula esta compleja doctrina, puedo decir de inmediato que el Papa es infalible en el conocimiento de fe y de aquello que está anexo o ligado a la fe, o sea que es infalible en el magisterio, como maestro de la fe; pero es pecable en su conducta moral y en el gobierno de la Iglesia.
----------Como lo vengo haciendo hasta ahora, me seguiré enfocando, fundamentalmente, en la tarea de explicar estas cosas en mis modestos artículos diarios. Expondré, por consiguiente, los principios bíblicos, magisteriales, teológicos, y jurídicos, que deben actuar como guía y criterio de juicio para comprender y evaluar el pensamiento y la obra de un Sumo Pontífice, con particular atención a la situación del papa Francisco.
----------En lo concreto, seguiré exponiendo el que considero el problema intra-eclesial más serio y grave que debe afrontar el Papa, y que se prolonga desde hace cincuenta años: el de obtener el diálogo, la conciliación y la paz entre lefebvrianos y modernistas, los cuales, bajo opuesto título, aspiran al liderazgo de la Iglesia, en lugar del Papa, bien sea en cuanto intentan instrumentalizarlo, y estos son los modernistas, bien sea en cuanto quieren sustituirlo, pues lo consideran traidor de la Tradición, y estos son los lefebvrianos.
----------Es necesario, entonces, proponer humildemente al Santo Padre caminos y sugerencias eficaces para resolver este gravísimo conflicto de larga data, que atormenta a la Iglesia y que, al enfrentar a hermanos contra hermanos, desgasta, desanima, agota, divide y desgarra esas fuerzas y energías, que en cambio, unidas en la verdad común y concordes en la misma caridad, bajo un solo Pastor, o sea el Romano Pontífice, deberían hacer crecer la santidad de la Iglesia y difundir el Evangelio en el mundo.
----------No existe en esto excusa de pluralismo o de libertad de pensamiento que valga, porque aquí el conflicto afecta los puntos esenciales de la doctrina, es decir, el choque entre el dogma y la herejía. No es ya aceptable que los unos destruyan aquello que hacen los otros, en lugar de estar todos unidos y concordes, aunque sea de diferentes maneras, bajo la guía del Papa, en el combatir contra las fuerzas demoníacas, que quieren abatir la Iglesia y en el trabajar para la expansión del reino de Dios sobre la tierra.
----------Por supuesto, tal problema es conexo con el de la interpretación y aplicación de las enseñanzas dogmáticas y pastorales del Concilio Vaticano II. En efecto, como es bien sabido, en esas enseñanzas tanto los lefebvrianos como los modernistas han creído falsamente reconocer influencias modernistas, los primeros para quejarse de ellas, mientras que los segundos naturalmente para regocijarse.
----------Oficio del papa Francisco, como lo han hecho todos los Papas, es a mi parecer el de apoyar el favor dado al Concilio Vaticano II por los católicos fieles al Magisterio de la Iglesia y el de rechazar la falsa interpretación dada por los modernistas, sobre todo los rahnerianos. También seguiremos considerando esto en detalle.

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