Al final de mi nota de ayer adelanté que nos quedaban todavía varias preguntas por responder, y entre ellas las siguientes: ¿Por qué el papa Francisco no ha recomendado a santo Tomás de Aquino, como lo han hecho sus predecesores, precisamente en este tiempo de crisis de fe y de confusión doctrinal, cuando parecería más necesaria que nunca la guía del Doctor Communis Ecclesiae? ¿Sigue, sin embargo, el papa Francisco las enseñanzas de santo Tomás de Aquino? Y, en definitiva, ¿a qué nos referimos cuando decimos que existen dos clases de Tomismo? Abordemos, pues, estos problemas.
"Calamum quassatum non conteret, et linum fumigans non extinguet" (Is 42,3). Blog de filosofía y teología católicas, análisis de la actualidad eclesial y de cuestiones de la cultura católica y del diálogo con el mundo.
viernes, 23 de abril de 2021
Hay tomismo y hay tomismo (2/3)
Las dificultades expresivas del papa Francisco y el esfuerzo de entenderlo
----------En estos ocho años de pontificado del papa Francisco, no han faltado eminentes católicos, filósofos y teólogos, hombres de fe, quienes, conscientes de su responsabilidad al servicio de la Iglesia y de las almas, valiéndose de los sutiles criterios de discernimiento y de escrutinio crítico, en muchos casos adquiridos por inteligencias largamente cultivadas en el estudio y en la disciplina intelectual, han observado y analizado atentamente la presente situación de crisis de fe, constatando las numerosas influencias venenosas penetradas en el campo de la filosofía y la teología católicas, y se han sentido justamente preocupados por el generalizado descuido en el recurso al pensamiento de santo Tomás de Aquino, que tan eficaz remedio aportaría, como siempre lo ha hecho, a los errores, potenciando a la vez los elementos positivos.
----------Durante el actual pontificado del papa Francisco, no han sido pocos, entre los honestos católicos intelectuales, que se han preguntado muy preocupados por qué este Papa en ocho años de su supremo oficio apostólico no ha emitido ni una sola vez un documento vinculante para recomendar el pensamiento de santo Tomás, como los Papas siempre han hecho, y siempre con fruto, sobre todo en los momentos de mayor crisis, hasta san Juan Pablo II y el propio Benedicto XVI, que dedicó al menos una audiencia general al Aquinate, aparte de todos los méritos que adquirió como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, méritos que no habría logrado, si no hubiera recurrido al Doctor Común.
----------A decir verdad, no es totalmente cierto que el papa Francisco nunca haya recomendado a santo Tomás de Aquino; porque si bien se hace sentir la falta de un documento vinculante específico recomendando el recurso a santo Tomás en medio de la presente crisis de fe, un documento en el que el Santo Padre vuelva a explicar los motivos por los cuales la Iglesia lo tiene como su Doctor Communis, a pesar de esta carencia, el papa Francisco ha citado unas treinta veces a Tomás de Aquino, y a veces en importantes ocasiones claramente vinculantes, por ejemplo en la Constitución Apostólica Veritatis Gaudium, sobre las Universidades y Facultades Eclesiásticas, donde se establece que "la investigación y la enseñanza de la filosofía en una Facultad eclesiástica de Filosofía deben basarse en el patrimonio filosófico perennemente válido, que se ha desarrollado a lo largo de la historia, teniendo en cuenta particularmente la obra de Santo Tomás de Aquino" (art.64).
----------Pero efectivamente, se echa de menos no contar en el actual Pontificado con un documento expreso y vinculante sobre la doctrina de santo Tomás de Aquino; y ciertamente podemos preguntarnos por qué el papa Francisco, en una situación tan grave como la presente, no ha utilizado nunca esa "terapia tomista", para usar una expresión del cardenal Pietro Parente (Terapia tomistica per la problematica moderna da Leone XIII a Paolo VI, Roma 1979), que se ha revelado eficaz en otros difíciles momentos, sobre todo de oscurecimiento del intelecto y de la razón, de crisis de la metafísica y de la moral, de la fe y de la caridad.
----------Puestos a la tarea de encontrar un motivo a su actitud, considero que es posible que el papa Francisco juzgue suficientes las referencias a santo Tomás de Aquino hechas por san Juan Pablo II en la Fides et ratio. Es posible que el Papa haga un análisis y un diagnóstico de los males de la Iglesia más preocupado por la ausencia de misericordia que por las certezas teológicas. Por eso es posible que considere que haya más necesidad, por el momento, de ofrecer la medicina de la misericordia que la de la corrección de los errores. En cualquier caso, es impensable que Francisco ya no crea en la medicina tomista.
----------También es posible que el Papa no recomiende abiertamente a Tomás para no descubrirse a sí mismo. Pero, esencialmente, actúa como tomista. Después de todo, san Ignacio de Loyola [1491-1556] prescribe a sus hijos que sigan como maestro a santo Tomás de Aquino. Pero al religioso Jesuita le agrada actuar secretamente y en esto es muy hábil, porque a veces este tipo de acción derrota al enemigo o lo convierte mejor que la acción abierta. Puede ser útil ocultar el personal tomismo de uno a aquellos que tienen prejuicios sobre Tomás, persuadiéndolos de la doctrina de Tomás sin citar al autor. Es probablemente ésta la táctica de Francisco, muy utilizada en la tradición ignaciana. Véase el famoso caso de Matteo Ricci [1552-1610].
----------Sin embargo, no son pocos los que no comprenden y permanecen perturbados por esta conducta del Papa, porque quizás en opinión de ellos, precisamente hoy más que como nunca antes, sería necesario recurrir a santo Tomás de Aquino, como siempre lo ha hecho la Iglesia, superando los momentos más difíciles y venciendo las herejías más peligrosas. La decepción de algunos con el actual Papa ha llegado, como sabemos, hasta el punto de sospecharlo de modernismo, o de acusarlo de favorecer una reforma no de molde protestante. Algo por supuesto impensable para un católico de recta fe, pero todo es posible para aquellos que, incitados por el demonio, ceden a la tentación de las dudas y las sospechas en ámbito de fe. Pero esto le ha sucedido y le sigue sucediendo incluso a muchos católicos tomistas, bien intencionados.
----------Ahora bien, la raíz de fondo de estos problemas y dramas personales, se puede rastrear, como en tantos intelectuales tomistas, filósofos y teólogos, demasiado escolásticos, e insuficientemente atentos a las demandas de aggiornamento o actualización pastoral del presente contexto histórico, en el hecho de que ellos, mucho antes del actual pontificado del papa Francisco, ya no alcanzaron a ver presente el pensamiento de santo Tomás de Aquino en las líneas de los documentos del Concilio Vaticano II.
----------Ésta ha sido la tremenda desilusión (por cierto, injustificada) y el doloroso drama sobre todo de los teólogos de la así llamada "escuela romana" preconciliar, algunos de los cuales eran de altísimo nivel, como los cardenales Alfredo Ottaviani [1890-1979], Silvio Oddi [1910-2001], Pietro Parente [1891-1986], Mario Luigi Ciappi [1909-1996], Fernando Cento [1883-1973], Michael Browne [1887-1971], así como monseñor Antonio Piolanti [1911-2001], mons. Brunero Gherardini [1925-2017], mons. Norberto Perini [1942-1976], el padre Roger Thomas Calmel [1914-1975] o el padre Marie Rosaire Gagnebet [1904-1983]. Algunos de ellos superaron la prueba del Concilio Vaticano II, y se mantuvieron fieles al Papa. Pero otros, lamentablemente, se desviaron de la recta fe y pasaron hacia posiciones lefebvrianas o filolefebvrianas.
----------Jacques Maritain, en cambio, sin haber desconocido en absoluto el tomismo escolástico, por ejemplo, del cardenal Tomás de Vio Cayetano [1469-1534], o el de Juan de Santo Tomás [1589-1644], o el de Reginald Garrigou-Lagrange [1877-1964], o el de Joseph Gredt [1863-1940] (autor de mi querido primer libro de filosofía), es también y sobre todo hijo de aquel tomismo francés de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, el del padre Humbert Clérissac [1864-1914], o el del padre Pierre Thomas Dehau [1870-1956], o el de Etienne Gilson [1884-1978], o el del padre Ambroise Gardeil [1859-1931], o el del padre Paul Couturier [1881-1953], o el del padre Marie Dominique Chenu [1895-1990], o el del cardenal Yves Marie Joseph Congar [1904-1995].
¿El Papa Francisco usa a Santo Tomás?
----------Pero, lamentablemente, la actual marea modernista es tan fuerte (quiero pensar que es marea y no tsunami) que ni siquiera las referencias a santo Tomás de Aquino de parte de dos Santos Pontífices como Pablo VI y Juan Pablo II han surtido efecto. El papa Francisco, pese sus repetidas citas del Aquinate, parece haber bajado los brazos, rendido, como si hubiera dicho: es inútil insistir. Y esto angustia el alma de muchos piadosos tomistas, intelectuales honestos y leales siempre a Roma, conscientes de que en las obras y en el pensamiento de Tomás de Aquino están los remedios y la terapia también para la presente crisis.
----------Pero lo que modestamente pienso es que el Papa está estudiando una nueva movida (los lectores que saben ajedrez me comprenderán), un nuevo orden de movimientos, una nueva línea o variante, línea que indudablemente subyace al método tomista, pues es precisamente el método del Evangelio. Vengamos al grano: su enfoque sobre la fraternidad humana, por ejemplo, corresponde tomísticamente a aquello que es la posesión común a todos los hombres: me refiero a la ratio naturalis, aquello que mons. Antonio Livi llamaba el sensus communis, principio de la lex naturalis, que es precisamente el principio de la fraternidad humana universal (en el orden natural), base y presupuesto de la fraternidad cristiana (en el orden sobrenatural). El papa Francisco une ahora el llamamiento a la fraternidad con su bien conocida exhortación a ejercitar hacia todos la misericordia. Y yo pregunto: ¿sobre esto Tomás no habría estado de acuerdo?
----------Esta exhortación del Santo Padre a la fraternidad y a la misericordia constituye la evangélica exhortación a la conversión, porque todos faltamos de hecho en la fraternidad y en la misericordia. Y viceversa, al tratar de mostrarnos nosotros, los cristianos, como hombres misericordiosos y hermanos hacia todos, les obligará a los no-creyentes a razonar y los inducirá a interrogarse de dónde sacamos ese amor y esa fuerza que nos hace actuar de tal modo. ¿Y este no es el estilo tomista de la evangelización? Pues bien, llegados a este punto, como ha dicho repetidamente el papa Francisco, es el momento en que debemos estar prontos a responder a quien nos pregunte la razón de la esperanza que hay en nosotros (cf. 1 Pe 3,15).
----------Porque es cierto que el anuncio evangélico consiste específicamente en anunciar que el reino de los cielos está cerca (con todo lo que ello implica). Pero, a quién no cree en la existencia del cielo y a quién el cielo no le interesa, ¿qué le decimos, en cambio? Está claro que un anuncio de ese tipo ex abrupto deja fríos a los no-creyentes, por no decir que los induce a ironizar o a que se burlen de nosotros.
----------Por el contrario, es necesario, ante todo, demostrar que el cielo existe y que es más importante que la tierra (como labor apologética, como tarea de presentación de los preambula fidei). Es necesario, en sustancia, demostrar la existencia de Dios como nuestro fin último y sumo bien. Este sería el método tomista. ¡Claro que no es necesario que usemos las famosas "cinco vías"! Indudablemente el Santo Padre no habla de ello, aunque esto no significa que rechace los dos principios metafísicos que animan la totalidad de las cinco vías: el principio de causalidad, que concierne al ser, y el principio de finalidad, que concierne al bien.
----------Las que podríamos llamar "pruebas bergoglianas de la existencia de Dios" parecen, de hecho, resumirse en el ejercicio de la misericordia: nuestro ser misericordiosos con los otros hace que nosotros seamos para ellos una prueba de la existencia de Dios, Dios-el misericordioso, como lo llama el propio Corán. Y a la inversa, el experimentar ser objeto de misericordia por parte de los otros nos induce a admitir la existencia de un Dios misericordioso, así como por inducción se pasa del efecto a la causa.
----------Si, por otra parte y progresivamente, me pregunto: ¿qué es lo que me impulsa a ser misericordioso, cuando habría querido hacer lo que me plazca?, debo admitir entonces que existe Alguien, que es inmensamente bueno y misericordioso, y en tal caso probaré las famosas palabras de san Pablo: caritas urget nos (2 Cor 5,40), aplicando el principio de finalidad que dice que todo agente actúa para un fin último. Este Alguien es Nuestro Señor Jesucristo, quien premiará a aquellos que han hecho obras de misericordia con corazón generoso sin darse cuenta que haciéndolo así estaban actuando para Cristo y con Cristo.
----------También el Santo Padre nos sugiere otra vía para conducir a los no creyentes hacia Dios y hacia Cristo, del todo conforme a la metafísica de Tomás, una vía impuesta sobre el razonamiento, sobre el pasaje del efecto a la causa: se trata de hacerles entender que si somos hermanos, somos todos hijos de un padre. ¿Y qué padre puede ser un padre que es el padre de todos nosotros? ¿Puede ser un padre en sentido físico, un padre biológico, un padre terreno? ¡Imposible! Deberá ser un padre en sentido espiritual, pero verdadero padre que da origen a nuestra existencia y provee a nuestras necesidades. Pero, ¿cuál es el símbolo del espíritu sino el cielo? ¡He aquí por qué Jesús habla de un Padre que está en los cielos!
----------Pero entonces, ¿qué es este "reino de los cielos"? Es el reino del Padre, es una humanidad de hermanos hijos del Padre celestial. ¿Pero qué quiere decir esto? Quiere decir una humanidad donde finalmente, para siempre, y perfectamente, reinen la justicia, la misericordia, la comunión, la fraternidad, la igualdad, la libertad, la concordia, la armonía, la paz, el amor al Padre y a los hermanos. Este es el reino de Dios. ¿Y todo esto no coincide acaso con las ideas de santo Tomás de Aquino? ¿O acaso si el Aquinate supiera de las vías del papa Francisco, no estaría completamente de acuerdo con él?
----------Pero hay que decir que ésta, ciertamente, es tan solo la propedéutica, la introducción al Evangelio; es decir, es lo que tradicionalmente se llama la labor de apologética. Cuando los hombres están dispuestos a escucharnos porque hemos logrado suscitar en ellos la confianza necesaria, entonces estamos en la evangelización in medias res, y entonces se impone nuestro deber de anunciar, "con mucho temor y trepidación" (1 Co 2,3) lo que san Pablo llama al "escándalo de la Cruz", escándalo a decir verdad solo aparente, porque en realidad ello corresponde a una lógica más profunda que la lógica humana, aquello que Pablo llama "logos tu staurù" (1 Co 1,18), la lógica de la Cruz: por lo tanto, en la aceptación creyente de este misterio, es necesario continuar razonando, pero esta vez sobre la base de la fe. ¿Y acaso esto no sigue siendo todavía tomismo? Y cuando Francisco nos habla de Jesús Crucificado y del "crucificado del mundo", ¿qué hace si no estar en la línea de Tomás en el momento en que anuncia el Evangelio?
La solución para hoy no es Rahner, sino Maritain
----------Hoy, para muchos ilusos o engañados, el nuevo astro capaz de sustituir a santo Tomás de Aquino en el prometer el sol del futuro es Karl Rahner [1904-1984]. Hace ya cincuenta años de esta calamidad. Pero como era de prever, los resultados de esta estafa que pretende ser la interpretación del Concilio Vaticano II, que en realidad es su falsificación, aparecen cada vez más bajo la mirada de todos. Más que nunca son necesarios los teólogos tomistas para abrir los ojos de la gente, curar los males, aliviar los sufrimientos, reparar los daños. De hecho, los vicios morales dependen de la puesta en práctica de una doctrina herética.
----------Es en este punto que el teólogo tomista desarrolla un precioso servicio, que difícilmente el común de los fieles puede hacer por sí solo, porque el simple fiel, si es honesto, se da cuenta de la propagación de ciertos vicios, pero a duras penas le es posible identificar sus causas teóricas. Pues bien, el teólogo, como buen médico de las almas, está especializado en encontrar el origen herético del vicio moral. Los más graves males morales que hoy afligen a la Iglesia son de origen rahneriano. Los teólogos tomistas se han dado cuenta de esto y han denunciado el hecho. Y por esto los rahnerianos los han perseguido con un odio implacable.
----------El verdadero teólogo tomista, sin embargo, cuyo modelo aparece más que nunca en los documentos del Concilio Vaticano II, no se limita a aprender de los maestros que lo han precedido y a transmitir el saber adquirido a los discípulos, sino que utiliza la herencia recibida para hacerla fructificar, toma nota del punto al cual han arribado los predecesores para avanzar y aumentar el saber, como ocurre en la acumulación de los bienes: sin tirar lo que ya se posee, siempre hay algo nuevo que agregar, siempre hay algo más que obtener con el mismo método con el cual se han obtenido los bienes precedentes.
----------Es muy fácil de ver que aquellos filósofos y teólogos tomistas que no han comprendido el Concilio Vaticano II o se han rebelado contra él, en realidad no eran verdaderos tomistas o han estado mal formados. Evidentemente habían estado habituados por sus profesores a limitarse a asumir y a repetir la enseñanza recibida, sin pretender hacer avanzar el saber mediante un trabajo personal de búsqueda y de profundización, inculcando en ellos una falsa humildad, que era un excesivo temor a poder equivocarse.
----------En cuanto a mí respecta, estoy agradecido a los profesores que tuve, ante todo en mis estudios iniciales: algunos de ellos no eran maritainianos, sino conservadores. Sin embargo, estaban lejos de los imprudentes desequilibrios de un Lefebvre, como para acusar al Concilio de modernismo. Ellos se limitaban a enseñar el tomismo tradicional, absteniéndose de dar juicios sobre el Concilio. Ya era algo, aunque ciertamente no fuera suficiente. Dios ha querido darme también otros varios profesores maritainianos, a través de los cuales he podido remediar o superar por mi cuenta el conservadurismo de algunos de mis otros maestros.
----------Hay muchos, sin embargo, que no han tenido la misma suerte, hay muchos que pertenecen a ese grupo de tomistas que no han logrado superar la prueba del Concilio Vaticano II. No han comprendido el tomismo maritainiano. El propio padre Reginald Garrigou-Lagrange, quien ya era gran amigo de Maritain, cuando éste, a partir de mediados de los años treinta, empezó a realizar ese tomismo progresista, cuyo programa había enunciado desde hacía tiempo, entró en agitación y comenzó a temer por su alma. Maritain lo vino a saber y sintió un grandísimo dolor. Se agrega el hecho de que en ese entonces Garrigou enseñaba en Roma y era estimado por el venerable papa Pío XII y no se descarta que se hubiera lamentado de Maritain ante el Papa. Pero, según me ha sido referido, el Papa le habría respondido: "Déjenlo estar: es un hombre de fe". Años más tarde, todos sabemos cuánta estima tenía por Maritain el papa san Pablo VI.
----------Así, de modo similar, el famoso dominico español Santiago Ramírez [1891-1967], doctísimo tomista, pero conservador, no entendía nada del tomismo progresista de Maritain, tanto como para salirse un día con palabras despectivamente burlonas, inapropiadas en boca de un hijo de santo Domingo, diciendo que Maritain habría hecho mejor en hacer liberos que hacer libros. Claro que hubo también dominicos tomistas, como Edward Schillebeeckx [1914-2009], quienes, creyendo erróneamente que el Concilio había abandonado a santo Tomás de Aquino, tomaron otro camino: cambiaron armas, bandera, y equipaje, y pasaron de santo Tomás de Aquino a los Hume, los Ockham, los Kant, los Gadamer y los Heidegger.
----------Ahora bien: ¿por qué motivo Maritain, que también era fidelísimo a Tomás de Aquino, no se turbó en absoluto al leer los documentos del Concilio Vaticano II, sino que habló de un "fuego nuevo"? Evidentemente porque Maritain comprendió que las doctrinas del Concilio, más allá de su lenguaje pastoral moderno (un mero dato de superficie), lenguaje no escolástico, son doctrinas que tienen como trasfondo teológico el alma perenne e inmortal del tomismo, es decir, aquella maravillosa capacidad de conjugar la razón con la fe, el intelecto con la voluntad, la verdad con la caridad, la filosofía con la teología, la carne con el espíritu, lo humano con lo divino, el hombre con la naturaleza, la historia con la metafísica, la inmortalidad del alma con la resurrección del cuerpo, la protología (el paraíso inicial) con la escatología (el paraíso del cielo).
Algo más, para que quede claro
----------En la tercera parte de esta pequeña serie, mañana, describiré el caso de un muy conocido tomista, que también ha vivido el drama de no comprender el tomismo del Concilio Vaticano II y el tomismo del papa Francisco, aunque, con ayuda de la gracia, alcanzó a verlo al final de su vida.
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Introducción a la Teología
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