jueves, 22 de abril de 2021

Hay tomismo, y hay tomismo (1/3)

En un par de notas recientes he deslizado algunas frases o juicios, que necesitan de alguna explicación. Mismo en la nota de ayer he mencionado al profesor Roberto de Mattei y su concepto de tomismo de "posiciones firmes e intransigentes". En tal ocasión indiqué que hay tomismo y tomismo. También días atrás mencioné al gran cardenal Giuseppe Siri y sus dificultades para comprender en su momento el tomismo de Jacques Maritain. Por lo tanto, ¿cuáles son los motivos para alejarnos de un tomismo entendido según las expresiones de De Mattei, y qué ha querido decir con ellas el historiador italiano? ¿Cuáles son los reparos que sufre el tomismo de algunos tomistas (del padre Calmel, por ejemplo, a quien precisamente citaba De Mattei)? ¿Cómo es que un poderoso intelectual como lo fue el cardenal Siri ha podido tener reparos hacia el tomismo de Maritain? En definitiva: ¿qué queremos decir cuando distinguimos entre varias clases de tomismo?...

La primacía de la filosofía y teología de santo Tomás de Aquino en la Iglesia
   
----------Frente a las preguntas planteadas, considero conveniente comenzar por preguntarnos por qué la Iglesia recomienda el pensamiento de santo Tomás de Aquino [1225-1274], como Doctor communis Ecclesiae, es decir, como el maestro de los católicos, tanto en filosofía como en teología. ¿Por qué motivos?
----------La Iglesia, en razón de su tarea de anunciar el Evangelio, tiene también la responsabilidad de decirnos cuál, entre todas las filosofías y todas las teologías actualmente en curso, es aquella que mejor sirve para la interpretación del Evangelio. Y por eso, la Iglesia elige con juicio infalible ese sistema doctrinal humano, que más que todos los otros viene a ser el adecuado para interpretar rectamente la Palabra de Dios, el dogma y el dato revelado, y condena aquellos sistemas que hacen imposible o falsa su aceptación.
----------La Iglesia lo recomienda sobre todo a los teólogos, naturalmente no como si fuera un dato de fe o un dato de la doctrina de la Iglesia, sino en cuanto útil o necesario para la recta comprensión de la fe y para refutar los errores contra la fe. Por esto y en esta óptica, la Iglesia ha elegido a santo Tomás. ¿Elección irrevocable? Sí, hasta que la Providencia no suscite eventualmente un filósofo o teólogo mejor que santo Tomás. Así la Iglesia en su momento optó por san Agustín de Hipona [354-430] como el primero entre los Doctores, hasta que surgió santo Tomás de Aquino, y fue elegido Doctor Común para todos los católicos.
----------La Iglesia, en efecto, tiene entre sus poderes y facultades, el de elegir, entre un conjunto de iniciativas humanas, similares entre sí o en un campo doctrinal o en campo moral o religioso, una, que ella juzgue mejor, y tiene también la facultad de oficializarla, como representante oficial de la Iglesia. Así, por ejemplo, un determinado Obispo, entre los Santuarios marianos presentes en su diócesis, puede elegir uno de ellos, el que él juzgue el más digno o el más importante, como Santuario diocesano. Entre los Santos Patronos de las diversas actividades del catolicismo, la Iglesia elige uno, que juzga el más digno y el más adecuado. Entre los variados ritos litúrgicos para la Misa ha elegido uno, el rito romano. Entre los sistemas jurídicos elige uno, en cuyo caso ha sido el derecho romano, que la Iglesia juzga el más adecuado para la organización litúrgica o jurídica de la Iglesia y de sus actividades institucionales y oficiales. Y así sucesivamente.
----------Esto de ninguna manera impide que la Iglesia fomente el respeto y la estima por otras formas del espíritu humano, por otras filosofías, por otras culturas, por otros cultos, por otros ritos, por otras religiones, por otros sistemas jurídicos. Pero esto siempre subordinadamente a sus elecciones prioritarias, obligatorias para todos sus hijos, no ciertamente en nombre de la fe, sino de la disciplina eclesiástica.
----------Un ejemplo más, y éste quizás no sea tan conocido por todos. El papa Honorio III [1216-1227] al aprobar la Regla de los Dominicos en 1216, por la bula Religiosam vitam, nominó la predicación dominicana como predicación oficial de la Iglesia, no ciertamente en sustitución de la predicación episcopal o en el mismo nivel que ella, sino como partícipe oficial de la predicación apostólica o pontificia. Ello quiere decir que, si bien todos en la Iglesia pueden predicar, sin embargo sólo la predicación de la Orden de Frailes Predicadores es la predicación por excelencia, modelo para todo otro tipo de predicación.
----------Pues bien, lo que trato de decir es que si bien muchos son los teólogos y doctores católicos, sin embargo, solo Tomás es el teólogo por excelencia y el modelo para todos.
----------Ahora bien, ha sucedido que en la historia de la teología posterior a santo Tomás de Aquino se pueden identificar algunos momentos en los cuales ciertos teólogos parecen querer rebelarse a la primacía magisterial del Doctor Común, querer sustituirlo por algún "genio" filosófico de moda, o "profeta" de fama del momento, o por el reformador de turno. Se entusiasman los fieles por un cierto tiempo, pero he aquí que bien pronto aparecen los problemas que surgen de la aplicación de la doctrina del nuevo maestro.
----------Constatando tales problemas, los Papas han vuelto a proponer, varias veces en la historia, a santo Tomás de Aquino, y así, repetidamente el ciclo vital se reanuda, y la Iglesia vuelve a respirar el aire puro de la recta razón y de la fe. Estos episodios se han repetido ya varias veces: el Concilio de Trento por ejemplo remedió el anti-tomismo de los protestantes; el Concilio Vaticano I junto al papa León XIII [1878-1903] remediaron el anti-tomismo de los ontologistas y de los idealistas; el papa san Pío X [1903-1914] remedió el anti-tomismo de los modernistas; el papa Pío XII [1939-1958] remedió el anti-tomismo de la "nouvelle théologie".
----------Por su parte, el Concilio Vaticano II, reproponiendo la guía del magisterio filosófico y teológico de Santo Tomás de Aquino en el ámbito de los estudios eclesiásticos y en los institutos católicos sobre todo universitarios, combate y remedia las escaramuzas del anti-tomismo de un arrogante neo-modernismo, que sin embargo lamentablemente se desencadenará luego en la segunda mitad del siglo pasado hasta la actualidad. Para remediar de alguna manera este desastre, del cual aún no nos hemos liberado, los papas san Pablo VI y san Juan Pablo II han vuelto a recomendar a santo Tomás de Aquino. Y en concomitancia de esto han recomendado también a un eminente tomista: Jacques Maritain [1882-1973]. Lo ha hecho el papa san Pablo VI, entregándole precisamente a Maritain el Mensaje para los intelectuales del Concilio, y también recordándolo con admiración con motivo de su muerte en una audiencia general de 1974. Lo ha hecho asimismo el papa san Juan Pablo II, cuando hizo el elogio de Maritain en una Carta suya personal enviada en noviembre de 1982 a Giuseppe Lazzati, Rector de la Universidad Católica de Milán, en ocasión de un congreso referido a la obra de Jacques Maritain, y recomendándolo como ejemplo de pensador en la encíclica Fides et Ratio.
----------Sin embargo, podemos preguntarnos por qué el papa Benedicto XVI nunca ha recomendado a Maritain. Una probable respuesta sería porque el teólogo Joseph Ratzinger no era tomista sino agustiniano, y esto debió haber jugado con su reticencia, aunque, por otra parte y curiosamente, el tomismo maritainiano puede calificarse como tomismo agustiniano. Sea lo que sea de esta cuestión de relativa importancia, el agustinismo del cardenal Ratzinger no le ha impedido firmar muchas intervenciones como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que no se explicarían sin una referencia a santo Tomás de Aquino.
   
El tomismo promovido por el Concilio Vaticano II
   
----------El Concilio Vaticano II, por su parte, como es bien sabido, reafirma una vez más con encomiable perseverancia (repetita juvant) la secular recomendación preferencial de los Sumos Pontífices por la obra de santo Tomás de Aquino entre todos los teólogos escolásticos, pero lo hace de una manera tan nueva e inusual, que fueron pocos entre los tomistas de la época inmediatamente postconciliar, excepto los filósofos maritainianos, quienes entendieron y entienden en qué sentido el Concilio está de acuerdo con Tomás y no tienen en absoluto el temor de que haya abandonado al Aquinate, para retornar a san Agustín o incluso para guiñarle un ojo a Lutero (como creen los extremistas de uno y otro polo).
----------En el fondo, la rebelión de Marcel Lefebvre [1905-1991] hasta llegar hace sólo décadas atrás a Romano Amerio [1905-1997] y actualmente a nombres como los del padre Serafino Lanzetta, o Roberto de Mattei, o Piero Vassallo, o Enrico Maria Radaelli, o el padre Curzio Nitoglia, o el padre Alessando Minutella, o mons. Carlo Maria Viganò y otros (basta con consultar el reciente libro recopilado por Aldo Maria Valli: L’altro Vaticano II. Voci su un Concilio che non vuole finire), refleja este tipo de tomistas, quienes no alcanzaron y no alcanzan a comprender y apreciar el modo con el cual el Concilio vuelve a proponer a santo Tomás de Aquino.
----------Y entre ellos, lamentablemente, ha estado también mons. Antonio Livi [1938-2020], quien, sin embargo, continuó creyendo que santo Tomás de Aquino reflorecerá en este siglo. Estoy yo también inclinado a pensar lo mismo, más aún, estoy convencido de ello, y no podrá no ser así, porque la Iglesia no cambia el juicio que ha dado sobre un Santo Doctor, a menos que surja un Doctor más sabio que el Aquinate. Pero hoy por hoy tal perspectiva de un genio filosófico y teológico superior a Tomás es absolutamente irrealista.
----------Pero entonces: ¿de qué modo retornará santo Tomás de Aquino a su reinado como Doctor Communis Ecclesiae? Muy simple: ¡del modo propuesto por el Concilio! Es aquí donde me aparto de la lista de viejos tomistas indicados arriba, incluyendo también a mons. Livi, quien concluyó su vida esperando que Tomás de Aquino vuelva a ser propuesto a la manera como lo habían propuesto los Papas antes del Concilio Vaticano II.
----------Algunos creen, sin embargo, que el Magisterio de la Iglesia, teniendo como tarea la transmisión de una verdad trascendente, cual es la verdad de la fe, que supera todas las filosofías y culturas, no se compromete ni se pronuncia por ninguna filosofía o cultura históricamente determinada, sino que deja libertad a todos de elegir aquella filosofía o cultura que más les agrade o encuentren adaptada a sus exigencias. Pero este no es en absoluto el caso, por el motivo que he mencionado anteriormente. De hecho y de derecho la Iglesia ha elegido a Tomás como "Doctor communis Ecclesiae", título que ella misma le ha dado al Aquinate. Sólo Tomás es el Doctor común: todos los demás tienen títulos muy hermosos y expresivos, uno diferente del otro, pero que no alcanzan la universalidad de Doctor Communis Ecclesiae.
----------De hecho, solo Tomás tiene este título. Y, por otra parte, es lógico: aquello que es común en una comunidad o en un conjunto no puede ser sino una cosa sola: el bien común. Santo Tomás, sin excluir en absoluto a otros Doctores, pertenece a todos y está al servicio de todos aquellos que quieran recorrer la mejor vía racional para llegar a la fe y para interpretar los misterios de la fe.
----------Pero, ¿qué quiere decir Doctor Communis Ecclesiae? Doctor Común de la Iglesia quiere decir que si los Franciscanos, por ejemplo, pueden seguir a san Buenaventura o al beato Duns Scoto, si los monjes Basilianos pueden seguir a san Basilio, si los Cistercienses pueden seguir a san Bernardo, si los Jesuitas pueden seguir a Molina o a Suárez, si los Carmelitas pueden seguir a santa Teresa de Ávila o a san Juan de la Cruz, si los Salesianos pueden seguir a san Francisco de Sales, si los Redentoristas a san Alfonso María de Ligorio, si los Rosminianos el beato Antonio Rosmini, si los Agustinos pueden seguir a san Agustín de Hipona, si los de Comunión y Liberación pueden seguir a Don Luigi Giussani o a Urs Von Balthasar, si los Focolarini pueden seguir a Chiara Lubić, si el Opus Dei puede seguir a san Josemaría Escrivá de Balaguer, no sólo los Dominicos, sino que todos en la Iglesia deben seguir a santo Tomás de Aquino, no tanto en contra sino ante todo por encima de cualquier otro santo y sabio Doctor o Maestro de la Iglesia.
----------Y si el papa Pío XI dijo "la Iglesia ha hecho suya la doctrina de Santo Tomás" en la encíclica Studiorum ducem, de 1923, ¿qué ha querido decir? ¿Ha querido poner la doctrina de santo Tomás a la par de la doctrina de la Iglesia? ¡Por supuesto que no! ¡Ni siquiera como idea! La doctrina de la Iglesia es infalible, con sus dogmas y su Magisterio ordinario, en el interpretar el dato revelado. La teología de Tomás, en cambio, por excelente que sea, es una simple doctrina humana, falible, perfectible, corregible e imperfecta, y en algunas cosas meramente opinable. Entonces, ¿qué ha querido decir el Papa con aquellas palabras?
----------Es necesario distinguir el declarar una cosa como propia, del apropiarse de una cosa, es decir, el asumir o hacer propia una cosa jurídicamente, oficialmente reconocida y aprobada. Una cosa es la oficialidad y otra cosa es lo que es oficializado. Una cosa es lo que me pertenece por esencia, como el poder razonar, que es lo que sin lo cual no poseería una propiedad mía esencial. Y otra cosa es aquello de lo cual me apropio o que hago mío, como por ejemplo la doctrina de santo Tomás, porque me conviene en modo especial, pero de la cual, si no lo tuviera, podría también prescindir. Así el Magisterio de la Iglesia se ha conducido muy bien con san Agustín de Hipona hasta el siglo XIII, cuando ha cambiado a Agustín por Tomás de Aquino.
----------Una objeción quizás pudiera surgir de estas palabras de san Juan Pablo II en la encíclica Fides et Ratio: "La Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con menoscabo de otras" (n.49). Está claro que aquí el Papa no se refiere a la filosofía del Doctor Communis, dado que lo común se opone a lo particular. El saber filosófico, cuando es sano y no deviene una ideología, es por su propia esencia universal, como es universal entre los hombres el poder de la razón para captar lo universal.
----------Por otra parte, es necesario recordar que el buen pastor debe proveer no solo al bien del rebaño, sino también que exista aquello sin lo cual el rebaño no podría vivir bien. Así, de modo similar, el Magisterio de la Iglesia no tiene sólo la tarea de transmitir fielmente las verdades de fe, sino también, en consecuencia de lo que hemos dicho, la tarea de favorecer esa actividad racional, en especial modo la sana filosofía, que hace posible la adquisición y el mantenimiento de la recta fe.
   
Cuestiones pendientes
   
----------Llegados a este punto, sin embargo, nos quedan todavía algunas preguntas sin responder, y entre ellas están las siguientes: ¿Por qué el papa Francisco no ha recomendado a santo Tomás de Aquino, como lo han hecho sus predecesores, precisamente en este tiempo de crisis de fe y confusión doctrinal, cuando parecería más necesaria que nunca la guía del Doctor Communis? ¿Sigue, sin embargo, el papa Francisco las enseñanzas de santo Tomás de Aquino? Y, en definitiva, ¿a qué nos referimos a que existen dos clases de Tomismo?... Trataremos de responder a estas preguntas en la nota de mañana.

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