viernes, 2 de abril de 2021

¿El castigo que nos da la salvación se ha abatido sobre Él? Según algunos mensajes de hoy, ése no parece haber sido el caso

En las lecturas bíblicas de la liturgia de este Viernes Santo, leemos la profecía isaiana acerca del Mesías como manso cordero llevado al matadero, siervo sufriente, varón de dolores (Is 52,13-53,12). Pero, ¿qué es lo que se predicará hoy en los templos católicos, en esas asambleas poco numerosas a las que nos sigue obligando la pandemia del Covid? A juzgar por algunos mensajes y prédicas que he escuchado en estos días, creo que serán más bien pocos los obispos y sacerdotes que se sentirán animados a elegir como tema de sus homilías el duro y claro mensaje del profeta Isaías que se aplica, naturalmente, a Nuestro Señor Jesucristo; y, si así lo hicieran, ¿predicarán acaso la doctrina católica? Por eso, me animo a preguntar al obispo o al sacerdote que quizás lea esta nota: ¿hasta qué punto sigues creyendo que el castigo que nos da la salvación se ha abatido sobre Él? Porque según los buenistas, ése no ha sido precisamente el caso. En torno a la cuestión planteada, hoy sugiero algunas ideas de meditación para este Viernes Santo, extraídas de la doctrina de los buenistas.

----------El buenismo o misericordismo es una falsa bondad, una falsa misericordia, pero en realidad es una rendición al mal y una cohonestación del mal. El buenismo es una herejía, aunque hoy la calificación de herejía suene anacrónica, algo de tiempos idos, una figura jurídica que ha quedado archivada sin uso en el Código de Derecho Canónico, calificación canónica a la cual ni siquiera la Santa Sede parecería tener ya ánimo de querer recurrir. Sin embargo, al teólogo católico, cuya vocación, cuya razón de ser vital, es la elucidación de la verdad de fe a partir de los datos de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición tal cual recibimos mediadas ambas por las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, no le es permitido desentenderse del error en la fe, que es precisamente la herejía. Es cierto que sólo corresponde a la suprema autoridad en la Iglesia definir un error en la fe como herejía, pero en esta tarea es protagónico el oficio del teólogo, que debe ser el primero en señalar la herejía y someter su labor a la confirmación del juicio del Magisterio.
   
El buenismo: una antigua herejía condenada hace siglos
   
----------Con respecto a la herejía del buenismo o misericordismo para el teólogo no hay mayores problemas: nada tiene que someter al juicio del Magisterio, porque hace ya siglos que el Magisterio ha condenado el buenismo. Se trata de la vieja herejía de Marción de Sínope, quien vivió en el siglo II [h.110-?].
----------Originario del Asia, Marción llegó a Roma hacia el año 138, y propuso una doctrina que le cuesta la excomunión. Se subleva de la autoridad eclesial, pero no desconoce el éxito en la propagación de sus ideas, pues logra levantar frente a la gran Iglesia otra iglesia dependiente de él, de la cual será el santón y el doctor. Fue así que en el siglo II y a principios del III, se hallarán marcionitas en todo el mundo mediterráneo. El retroceso del marcionismo en Occidente recién se notará a partir del año 250, y el naciente maniqueísmo recogerá sus últimos simpatizantes. En Oriente, en cambio, la herejía marcionita tendrá vida más duradera. Siria, principalmente, le ofrecerá refugio seguro; y en el siglo V el celo evangelizador y pastoral de Teodoreto de Ciro [393-466] todavía encontrará pueblos marcionitas por convertir en la región del Eufrates.
----------¿En qué consistía la doctrina marcionita, que seducía a tantos fieles en el siglo II? Marción hace pie en la advertencia de Cristo a los suyos que no hay que verter el vino nuevo en odres viejos, y también hace pie en la absoluta oposición que san Pablo establece entre el Evangelio y la Ley, entre el régimen de salvación por la gracia de Jesucristo y el sistema judío de salvación por el cumplimiento de las obras de la Ley. Pero Pedro y los Doce -enseña Marción- traicionaron al Evangelio, lo mezclaron con la Ley: una inmensa conspiración contra la verdad, activa desde la muerte de Cristo, paralizó las obras del Maestro; por eso -sigue diciendo Marción- se impone restituir esta obra a su pureza primitiva.
----------Por consiguiente, Marción rechaza en bloque las Escrituras de los judíos (el Antiguo Testamento) y también, por falsos, los evangelios de Mateo, de Marcos y de Juan; no conserva más que el de Lucas y una serie de Epístolas paulinas, expurgadas previamente de lo que manos falsarias, según su opinión, introdujeron en ellas. Sobre esas bases elabora una doctrina ajena a la tradición católica, admitiendo dos dioses, opuestos uno al otro, el Creador, dios de los judíos, y el Dios del Evangelio, Padre de Jesucristo; el primero, el Dios airado, justiciero, el Dios de los castigos; el segundo, el Dios todo misericordia.
----------El radicalismo buenista de Marción provocó en la Iglesia enérgica reprobación. Los doctores católicos desde el año 150 al 200, san Ireneo de Lyon y Tertuliano en Occidente, Clemente de Alejandría y Orígenes en Oriente, sostuvieron que las dos economías salvíficas, la judía y la cristiana, se suceden en los planes divinos como la realización sigue al anuncio, y como la perfección reemplaza los preparativos iniciales. En una fórmula que resume la doctrina de todos esos doctores, Clemente de Alejandría celebra la correspondencia de las dos revelaciones, la unidad de las dos alianzas, o más bien, dice él, la única alianza de salvación, dada por un solo Dios y por la mediación de un solo Señor, que abarca desde la constitución del mundo hasta las edades cristianas, siempre idéntica, a través de la diversidad de los tiempos y la sucesión de las generaciones.
   
Las tesis de los neo-marcionitas, o actuales buenistas
   
----------El marcionismo buenista ha renacido en los tiempos modernos, y el gran inspirador del buenismo actual, heredero del antiguo marcionismo, es Georg Wilhelm Friedrich Hegel [1770-1831]. Para él, en efecto, es imposible querer puramente el bien sin querer también el mal. No existe bien sin mal. Por consiguiente, el buenismo es una máscara, una careta, bajo la cual se esconde la maldad.
----------El buenismo actual quisiera dar una respuesta tranquilizadora, una respuesta que infunda confianza, y una respuesta razonable, a aquellos que, conociendo la profecía isaiana del Siervo sufriente, aclarada luego por las enseñanzas y por la vida y muerte de Cristo y en modo definitivo por el dogma de la Redención, tal como ha sido presentado desde el Concilio de Trento hasta el actual Catecismo de la Iglesia Católica, puesto en contacto con la tesis cristiana del sufrimiento y del castigo como principios de salvación, de redención, de sabiduría, de alegría, de paz, de consuelo y de esperanza, siente un fuerte sentido de escándalo y casi de horror, tiene la impresión de encontrarse frente a una idea contra natura, necia, repugnante y absurda. Tiene como la impresión de un enfermo, que recibiera del médico un veneno como medicina para curar.
----------Y sin embargo, si los buenistas de nuestro tiempo reflexionaran con calma sobre lo que ocurre en la naturaleza misma, encontrarían analogías, comenzando por aquella misma analogía ofrecida por Nuestro Señor Jesucristo, cuando habla del "grano de trigo que muere" (Jn 12,24), hasta la analogía que hoy nos ofrece lo que sucede en esta pandemia del Covid, cuando vemos que la acción de la vacuna que contiene el mismo virus del cual el organismo debe volverse inmune, tiene por finalidad precisamente que el organismo lo logre activando sus propios recursos inmunitarios, que lo hacen capaz de matar el virus.
   
Presupuestos filosóficos básicos
   
----------De modo que a continuación voy a presentar unas cuarenta tesis buenistas, comenzando por una primera, que se refiere a la filosofía que está en su fondo. Algo ardua esta primera tesis para quienes no están habituados a la lógica del pensamiento filosófico, en particular hegeliano, que el lector podría pasar por alto, para continuar a partir de la segunda tesis a las siguientes, ya más comprensibles.
----------1) En el fondo y básicamente, Hegel ha entendido ese mecanismo aparentemente paradójico entre bien y mal, vida y muerte, mencionado antes, y de algún modo ha puesto en evidencia su lógica. Solo que no ha comprendido que el acto de la Redención no ha sido un puro y simple proceso racional sobre el modelo de la razón humana, sino que ha sido un Misterio de Amor sobre el modelo del Logos divino.
----------Si queremos usar los términos de Hegel, es cierto que la negación (el sufrimiento) pone o postula lo positivo (la salvación) por medio de la negación de sí misma, es decir, de la negación (la cruz). Solo que en el caso de la Redención lo que opera la salvación no es lo negativo como tal, como si por sí mismo pudiera poner o postular lo positivo (la salvación) por sí mismo, sino que es lo negativo (el sufrimiento de Cristo), en cuanto devenido salvífico y expiatorio de lo Positivo divino (la divinidad de Cristo) unido a lo negativo (hombre sufriente). Por consiguiente, a fin de cuentas es lo Positivo divino lo que postula lo positivo humano (Jesús hombre resucitado). Lo negativo humano es solo el medio (la cruz), del cual se sirve lo Positivo divino usa para eliminar lo negativo (perdón del pecado) y reafirmar lo positivo humano (la salvación).
----------Entonces dan las cuentas. Entonces resplandece la lógica y se salva el Mysterium fidei, y desaparece el absurdo, que lamentablemente permanece en Hegel a causa de su dialéctica de la contradicción. En cambio, en Hegel se tiene el absurdo de un negativo de por sí estéril (el sufrimiento), que produce un positivo (libertad del mal de culpa y de pena) sin tener absolutamente la fuerza lógico-ontológico-práctica suficiente.
   
Bien y mal
   
----------2) En Hegel no hay libertad para el mal, sino sólo libertad en el mal. En efecto, para Hegel la realidad no es ser, sino devenir, es decir, oposición de ser y no ser, de verdadero y falso, de bien y de mal. Y esto vale para toda la realidad, y por consiguiente también para Dios. De aquí viene que todo es bueno, pero al mismo tiempo todo es malo. Por consiguiente, es cosa abstracta oponer el bien al mal. En concreto ellos están siempre mezclados y se reclaman y refieren entre sí.
----------3) El mal de pena no es causado por el mal de culpa, sino que es intrínseco a la misma vida divina, como ocurre en el misterio de la Redención, en el cual Dios mismo sufre y hace suyo nuestro pecado.
   
La Redención
   
----------4) El Padre celestial no ha querido en absoluto la muerte de Cristo, ni siquiera como sacrificio. Por el contrario, la muerte de Cristo ha sido exclusivamente querida por sus enemigos.
----------5) Jesucristo no ha expiado en nuestro lugar la culpa del pecado y, por consiguiente, no ha tomado sobre sí el castigo del pecado, para que nosotros fuéramos salvados participando en su sacrificio expiatorio y asumiendo como penitencia las penas de los pecados queridas por Dios para nuestra conversión, no. Por el contrario, Jesucristo ha muerto simplemente para ser nuestro modelo, o sea para darnos el ejemplo de cómo se debe morir en la confianza total en el Misterio Absoluto.
----------6) No debemos reconciliarnos con un Dios airado mediante un sacrificio expiatorio. Dios no está en absoluto airado con nosotros, sino que nos ama y ya desde siempre nos ha donado su gracia. La Misa no es un sacrificio, sino comunión con Dios y con los hermanos.
   
El castigo
   
----------7) Dios no nos salva castigándonos, sino solo con su misericordia.
----------8) El Dios castigador es el Dios del Antiguo Testamento. El Dios de Jesucristo no castiga ya a nadie, sino que tiene misericordia de todos, da la gracia a todos, perdona a todos y salva a todos.
----------9) La amenaza del infierno no es educativa, sino contraproducente. Crea personas temerosas que solo se preocupan por sus propios intereses. Es el amor y no el interés lo que abre el corazón al bien del otro.
----------10) El ser castigados nos desanima y nos abate. Si, además de ello, el castigo es injusto, entonces nos provoca también indignación. Es solo la certeza de ser salvos lo que nos impulsa a hacer el bien. De lo contrario, uno se pregunta: ¿quién me obliga a hacerlo?
   
El sufrimiento
   
----------11) Es inútil preguntarse el por qué del sufrimiento. No existe ninguna respuesta.
----------12) Es una actitud masoquista amar el sufrimiento, incluso amar el sufrimiento de Cristo. El sufrimiento debe ser solo y simplemente odiado y rechazado con todos los medios posibles, incluso si ese medio fuera la violencia, la apostasía, el homicidio, el robo, la eutanasia o el suicidio.
----------13) El sufrimiento no es provocado por Dios, que es bueno, sino, o bien por nuestra propia imprudente irreflexión, o bien por la malicia de otros, o bien por la venganza de la naturaleza.
----------14) El sufrimiento del inocente es demostración de que el sufrimiento no puede provenir de Dios: en tal caso se trataría de un Dios cruel aquel que hace sufrir al inocente.
   
El pecado
   
----------15) El pecado no es la desobediencia a una ley que nos ha sido impuesta por un Dios preceptista o burocrático, preparado con un fusil en la mano, justiciero, sino que es meramente un accidente en el camino, algo inevitable y excusable en nuestra tendencia existencial hacia Dios y en la progresiva e irreversible manifestación hacia nosotros de su ternura y de su misericordia.
----------16) El pecado no es un acto categorial del libre albedrío, sino que es una falta de amor, es un acto existencial de la persona; no tiene un contenido categorial, pero toca la opción fundamental, la cual viene puesta en discusión. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la presencia activa imperdible de la gracia hace que el sujeto se recupere y confirme su orientación hacia Dios.
----------17) El pecado no es como la mancha en una camisa, limpiada la cual la camisa está limpia. Nuestra camisa siempre está sucia, pero Dios, en su misericordia, la acepta como está.
----------18) Según los buenistas, Rahner nos enseña, retomando a Hegel, que el pecado es cancelado no en cuanto es destruido desde lo externo, aunque se trate de la acción de Cristo, sino que fracasa y se derrumba por sí mismo, implosiona sobre sí mismo debido a su íntima contradicción.
----------19) La Redención es precisamente el resorte o polo dialéctico que hace que el pecado implosione, se niegue a sí mismo como negación de la negación, que reconstituye el polo opuesto de la justicia. Pero es importante recordar que pecado-justicia son los dos polos inescindibles, inseparables, de la dialéctica de la Redención y de la justificación (justus et peccator).
----------20) La culpa, entendida como estado de nuestra voluntad en oposición a Dios, estado que implicaría el llamado "sentimiento de culpa" o remordimiento, es decir, el sentimiento desagradable y frustrante de sentirse abandonados, acusados, reprochados y amenazados con el castigo por parte de un Dios airado con nosotros porque hemos desobedecido a su ley, esta supuesta "culpa" no es en absoluto una distorsión de nuestra voluntad, que podamos y debamos enderezar con el arrepentimiento, la expiación y la penitencia para agradar a un Dios descontento con nosotros, sino que es una condición nuestra, psico-emotiva patológica, consecuente a la represión de nuestra espontaneidad, condición que es posible y necesario eliminar con la toma de conciencia de nuestra inocencia o con la conciencia de que en todo caso Dios nos ha perdonado.
----------21) No debemos evitar el pecado por el temor de ir al infierno, porque el infierno no existe.
----------22) No tenemos nada de lo cual arrepentirnos o de lo cual hacer penitencia, porque nuestros pecados no son voluntarios, sino que son simples errores, siempre excusables.
----------23) Si pecamos, no es por mala voluntad, sino que pecamos solamente por fragilidad, por lo cual no merecemos un castigo, sino que solo merecemos ser compasionados.
----------24) Dios no solo no quiere el pecado, sino que no quiere ni siquiera el sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento existe. ¿Por qué? No se sabe. Quizás Dios es débil y sufre también él.
----------25) El pecado original no ha sido un pecado cometido por una pareja humana originaria que realmente ha existido, sea porque nuestra especie tiene un origen poligenista, sea porque no tiene sentido que una culpa, que es un hecho moral personal, se transmita por generación biológica de individuo a individuo, y sea porque no podemos ser inculpados por un pecado que no hemos cometido.
----------26) El relato del pecado original es un mito etiológico, que sirve para simbolizar el hecho inexplicable de que en nosotros existe una tendencia innata e insuprimible a pecar, por lo cual es una pérdida de tiempo preguntarnos cuál es el origen anterior a esto. En cambio, recordemos que Dios perdona nuestros pecados.
   
La relación con Dios
   
----------27) Como nos ha enseñado Rahner, que explicita a través de Hegel el optimismo luterano, cada uno de nosotros tiende aprióricamente y existencialmente, en gracia de Dios, hacia Dios, para lo cual desde la niñez hacemos una opción fundamental inconsciente, irreversible y atemática por Dios. Los actos categoriales del libre albedrío no tienen relevancia a los fines de la salvación, que en todo caso está asegurada para todos por aquella opción fundamental irrevocable e inflexible.
----------28) El hombre, por consiguiente, no es concebido en el pecado, sino que es concebido en gracia, aunque sea pecador. Pero incluso pecando, el hombre nunca jamás pierde la gracia. La gracia no está por encima de la naturaleza, sino que es el vértice o cúspide de la naturaleza y, por lo tanto, es debida a la naturaleza. El bautismo no confiere la gracia, sino que es un signo externo de la gracia ya recibida.
   
Justicia humana y justicia divina
   
----------29) La justicia divina no consiste en el hecho de que Dios castiga a los malhechores, sino que coincide con su misericordia que a todos perdona y perdona todo.
----------30) Los oprimidos deben ser compasionados, deben ser objeto de compasión, pero ellos no pueden esperar que Dios castigue a sus opresores, porque Dios también los perdona.
----------31) Los malhechores no deben ser castigados, sino solo compasionados. Después de todo, ¿quién nos dice que pecan verdaderamente? ¿Quiénes somos nosotros para juzgar?
----------32) Si un malhechor escapa a la justicia humana, no es que deba rendir cuentas a Dios, porque Dios lo perdona. Por eso hay que admirarlo como alguien que sabe estar en el mundo.
   
La gracia
   
----------33) Ninguno de nosotros está privado de la gracia. Todos, en el fondo y básicamente, son buenos, incluso aquellos que parecen estar entre los peores pecadores. Por consiguiente, es sustancial y esencialmente incorrecto distinguir entre justos y pecadores. Somos todos simultáneamente justos y pecadores: justos, porque estamos justificados por Dios, y pecadores, debido a nuestras fragilidades.
----------34) Hacer la distinción antes mencionada, entre justos y pecadores, es hipocresía: quiere decir olvidar que todos somos hermanos. Esa distinción provoca o supone la presunción farisaica de considerarse del lado de los buenos y nos induce a odiar a nuestros así llamados "enemigos".
   
La misericordia
    
----------35) Dios no es un agente o inspector del fisco que viene a controlar si nuestras cuentas están en orden, sino que es un Dios que nos perdona aunque las cuentas no estén en orden.
----------36) Es ridículo parangonar a Dios con los maestros de antaño, que golpeaban al colegial travieso o díscolo si había hecho una travesura pasándose de la raya. Dios está muy por encima de nuestras pequeñas miserias humanas y nos ama sea como sea, sin importar lo que nosotros hagamos.
----------37) Hagamos lo que hagamos, nunca debemos tener temor de ofender a Dios o de que Él nos castigue, porque Él sabe de qué pasta estamos hechos; nos toma como somos y Él es solo misericordia y ternura.
----------38) Dios hace misericordia a todos y no castiga a nadie.
----------39) Castigo y misericordia se excluyen mutuamente, por lo cual no es posible que Dios haga uso de entrambas actitudes. Ahora bien, como Dios quiere salvar a todos, eso quiere decir que a todos les hace misericordia y que no castiga a nadie.
   
La salvación
   
----------40) La salvación no es salvación de una culpa, sino de una vida insensata.
----------41) La salvación es absolutamente gratuita y está asegurada para todos. Por consiguiente, para ir al paraíso del cielo no es necesario esforzarse y trabajar duro para obedecer los mandamientos y para adquirir méritos: de lo contrario, ¿cómo la gracia sería gratuita?
----------42) El solo pensamiento de no estar en el número de los predestinados nos es insoportable. No tenemos necesidad de la certeza de salvarnos. Por eso, a todos nosotros, como le sucedió a Lutero, Cristo, si lo escuchamos, promete salvarnos, siempre y cuando creamos con fe inquebrantable en su fidelidad a su promesa de salvarnos, suceda lo que suceda. Este ha sido el grande y consolador descubrimiento de Lutero, que nos libera de los vanos terrores de la conciencia católica.
----------43) Sin embargo, Lutero conserva la creencia en la posibilidad de salvarse solo para aquellos que hubieran realizado este acto de fe en Cristo, pero quedando la posibilidad de condenarse precisamente para aquellos que no hubieran cumplido este acto de sola fides. Por eso, Lutero pone en el infierno al Papa y a los papistas, porque rechazaron como herética esta fe.
----------44) Ahora bien, sin embargo, para los buenistas, Rahner nos ha hecho comprender aún mejor la grandeza de la misericordia divina, aclarando que en realidad entre nosotros los hombres no hay quien crea y quien no crea, no hay quien se salva y quien no se salva, sino que todos, incluso los ateos, se salvan, porque todos creen al menos inconscientemente, en sentido "apriórico, preconceptual y trascendental". Es el así llamado famoso "cristiano anónimo".
   
----------Espero que con este elenco de tesis buenistas, los lectores puedan tener una idea algo más acabada de lo que se trata. Algunas de estas tesis están expresamente y definidamente condenadas por el Magisterio, otras son errores conexos con herejías ya condenadas, y en todo caso, todas estas tesis son errores, sea contra la recta fe, sea contra la recta razón natural, todos ellos errores distantes de la verdad que enseña la Iglesia. Mi única aspiración al redactar esta modesta nota es que el lector reflexione hasta qué punto acaso puede estar compartiendo estos errores, quizás sin haberlo advertido conscientemente.

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