domingo, 17 de enero de 2021

La crisis del intelectual en nuestros tiempos (1)

Inicio esta serie de notas, aunque no puedo precisar ahora su número y la frecuencia con la que las iré publicando. Sólo cuento con algunos desordenados apuntes, que vengo haciendo desde hace tiempo, y que ahora me he propuesto corregir, ampliar, mejorar, clarificar, y publicar sin plazos fijos en este blog. Espero llevar a buen fin la tarea, y que los pensamientos que vaya ofreciendo sean de utilidad para los lectores. Por lo pronto, en esta primera nota, ofreceré lo que considero necesario para introducirnos en el tema. Sin embargo, es necesario advertir que estas notas presuponen en el lector, ineludiblemente, una básica formación filosófica, sin la cual es imposible considerar en profundidad el tema tratado.

----------Mi cometido se inscribe en el plano de lo que podríamos llamar una Sociología Teológica, o sea de una sociología que busca comprender, a la luz de la fe en la divina Revelación, los motivos de fondo del propio tiempo y de la propia sociedad, nuestro tiempo y nuestra sociedad; o sea, una sociología que busca comprender los "signos de los tiempos", como dice la Sagrada Escritura, o el Zeitgeist, el espíritu de la época, como dicen los alemanes; y por consiguiente encontrar, con los medios que considero más adecuados, el modo con el cual Dios está presente en la sociedad y sobre todo en el intelectual de nuestro tiempo. Cometido análogo al mío se planteó Thomas Molnar [1921-2010], hace de ello ya seis décadas, en su obra The decline of the intellectual (1961, hay versión en español: La decadencia del intelectual, ed. Eudeba, Buenos Aires, 1972); sin embargo él se mantiene más bien en un nivel científico-experimental, en lugar de teológico.
----------A fin de cumplir este objetivo considero que mi principal deber es el de "auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada", tal como expresa el Concilio Vaticano II (en la constitución Gaudium et Spes n.44). Es necesario comprender lo que Dios nos dice a través de los intelectuales de nuestra sociedad.
----------No está dicho que la Sociología deba ser necesariamente -como frecuentemente se la entiende- un saber meramente empírico y cuantitativo. Considero que ella puede aspirar también a interpretar, naturalmente partiendo de la experiencia, y sobrenaturalmente con la ayuda divina, los movimientos espirituales profundos de la sociedad de un determinado tiempo. Digo "sobrenaturalmente" porque, en efecto, ¿por qué motivo no debería también el sociólogo, como invita san Pablo, buscar "los carismas mejores"? (1 Cor. 12,31).
----------Esta que aquí llamo sociología teológica, que busca sobrepasar o ir más allá de los fenómenos sociales, para comprender los hechos sociales espirituales y la espiritualidad de una determinada sociedad, no quiere en absoluto contraponerse, como verdadera y única sociología, a la sociología hoy usualmente entendida, limitada a la indagación de los fenómenos sociales y al método matemático-experimental lógicamente coligado a ese tipo de investigación. Por el hecho de considerar lo inteligible y lo universal, no pretende en absoluto constituirse a priori, rechazando el condicionamiento de la experiencia sensorial y por lo tanto de la sociología experimental, el cual al contrario le es indispensable y le puede garantizar, especialmente con los medios técnicos de los cuales dispone, futuros resultados originalísimos y fecundísimos.
----------De qué modo por la experiencia sensorial se pueda llegar a la intuición intelectual, se lo han preguntado y se lo preguntan muchos, especialmente después de Immanuel Kant [1724-1804], afirmando que es imposible, a tal punto que los que no quieren renunciar a las necesidades inteligibles y a la universalidad (los kantianos), las ponen como intuidas a priori; mientras que aquellos que no quieren renunciar a los derechos de la experiencia sensorial (los empiristas), rechazan las necesidades inteligibles y la universalidad.
----------En realidad, no solo no es imposible pasar de la experiencia sensorial a la intuición intelectual de lo necesario y de lo universal, sino que también es imposible lo contrario para aquel que deja libremente desarrollarse, crecer y afirmarse en sí mismo hasta los últimos frutos, incluso a costa de sacrificios y renuncias temporales, la vida de la razón y del intelecto, y que al mismo tiempo sepa y acepte ser también esencialmente compuesto de materia, en sus mismas funciones aprehensivas (al menos las sensoriales).
----------"A quien llama le será abierto", dice la Escritura: si verdaderamente queremos comprender, llamaremos a la puerta de la experiencia sensorial, y si verdaderamente respetáramos la experiencia sensorial y sus consecuencias, culminaremos por intuir lo inteligible, deviniendo intencionalmente el mismo inteligible, en el que entonces consiste el acto de conocer, para entenderse en la plenitud de su significado, que coincide con aquello evocado por el verbo latino "sapere", del cual, como se sabe, viene el adjetivo "sapiente", y el verbo "saber" referido a la comida. Aquel que sabe, en el sentido de sapiente es, análogamente a un alimento gustoso, del cual decimos que "sabe a algo", una persona que "sabe algo", donde "algo" es precisamente el objeto del conocer, y entendemos referirnos al hecho que este algo es en cierto modo (intencionalmente) la persona misma que sabe. El conocer, entendido como devenir intencionalmente lo otro, o sea lo inteligible, y la ilustración del concepto de intencionalidad, son tesis de la escuela tomista, retomadas y profundizadas por Jacques Maritain [1882-1973] en obras como Réflexions sur l’intelligence, cap. 1 y 2 y Les degrés du savoir, cap. 3.
----------La experiencia sensorial está coligada a la intuición intelectual en modo análogo al modo con el cual el amor al prójimo está coligado al amor de Dios: en entrambos casos el primer término de la relación es en un sentido condición del segundo y en un otro subordinado al segundo; ligado en todo caso al segundo inescindiblemente. En efecto, como a través del conocimiento y del amor al prójimo que, como dice la Escritura, es creado a imagen y semejanza de Dios, llegamos a conocer y a amar a Dios, así, por medio de la experiencia sensorial de lo particular, que lleva en sí una imagen, una apariencia (el "fenómeno") de ser, arribamos, captando la esencia, a conocer el ser mismo, primero abstrayendo lógicamente el ser universal inmanente (el universal lógico) de los datos materiales particulares, y después (y aquí radica propiamente la semejanza, de hecho la razón de la mencionada relación prójimo-Dios), abstrayendo realmente el Ser universal trascendente (el Universal metafísico y subsistente como causa primera universal), es decir Dios, del ser universal inferior (el universal lógico precedentemente conocido).
----------Para el lector que desee profundizar estos temas de la Gnoseología, téngase en cuenta que la distinción entre abstracción lógica (abstractio per intellectum) y abstracción real (abstractio secundum rem), se encuentra en santo Tomás de Aquino [1225-1274], en la Summa Theologiae I, q.85, a.1, 1m.
----------Establecida la posibilidad por parte de la sociología de sobrepasar el fenómeno para captar lo inteligible, esto no basta para aclarar en qué sentido considero lícito hablar de sociología teológica. Llegados a este punto, es claro que se podría más bien pensar solamente en una sociología filosófica. Sin embargo, el hecho es que una sociología filosófica, precisamente para ser completamente tal, no puede no tener en cuenta, por el hecho de tratar de los actos humanos emanantes de una particular condición del hombre, que puede ser sólo explicada convenientemente por la teología (la condición de naturaleza caída y redimida), no puede no tener en cuenta los datos teológicos al respecto. Esto ha sido bien explicado por Maritain en varias de sus obras, a las cuales me remito, particularmente Neuf leçons sur les notions premières de la philosophie morale.
----------Surge así la necesidad, por la cual me propongo contribuir a satisfacer según mis pobres medios en estas notas, de ver cuales relaciones mantiene con Dios el intelectual en la sociedad moderna. Un orden tentativo de temas a considerar sería el siguiente: ante todo, habrá que considerar quien es el intelectual; luego habrá que establecer correctamente la relación de la actividad intelectual con la actividad afectivo-volitiva, y además con la actividad estética. De ese modo creo que llegaremos a considerar de modo acabado el fin que queremos alcanzar. Luego tendremos necesidad de examinar los medios para alcanzar el fin, y ya que los medios deben determinarse no sólo en consideración del fin, sino también en consideración de la situación de partida y de las posibilidades de renovación que se ofrece en vista de la consecución del fin, deberán estudiarse todos esos aspectos. Después de lo cual se deberá tratar del uso de los medios generales y específicos.
----------(Continuaremos).

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