domingo, 26 de marzo de 2023

La hipócrita impostura del ecumenismo de Kasper (2/2)

¿Cómo alguien como el cardenal Walter Kasper en los últimos cuarenta o cincuenta años ha podido adquirir tanto poder, con el consentimiento de los Romanos Pontífices? ¿Quién está detrás de Kasper? ¿Estaban los Papas o estaban otras fuerzas? Me limito a enunciar una simple verdad, que nadie me puede discutir: el Papa, aunque sea santo, es infalible en el "confirma fratres tuos", es decir, como maestro de la fe, pero no en el "pasce oves meas", es decir, en la acción pastoral y en el gobierno y, más en particular, en la elección de sus colaboradores. [En la imagen: fragmento de "Marco d’Aviano celebra la Misa", antes de la batalla de Viena en 1683, ayudado por Juan III Sobieski, óleo sobre lienzo de Joseph von Führich, de 1842, conservado y expuesto en la Österreichische Nationalbibliothek de Viena].

La función del Papa en el ecumenismo
   
----------Roma es faro de luz evangélica que ilumina a todo el mundo. Desde Roma parte la misión cristiana. Cristo ha encomendado a Pedro, Obispo de Roma, la predicación y la custodia del Evangelio, la presidencia suprema y universal de la obra de la evangelización, y el control sobre cómo el Evangelio debe ser predicado en todo el mundo, así como con la tarea de corregir los modos equivocados de predicar el Evangelio.
----------A Roma llegan y con Roma vuelven a entrar en comunión los perdidos, los pecadores, los cismáticos y los herejes que logran arrepentirse de sus pecados y errores. El propósito supremo del ecumenismo, como explica claramente el decreto Unitatis redintegratio (n.3), no es la simple convivencia pacífica de los hermanos separados y que siguen permaneciendo separados, como en cambio cree Kasper, que confunde la separación con la diversidad, sino que el fin del ecumenismo es la unidad o unión de los cristianos, y esta es lograda mediante la obra encaminada a conducir hacia Roma a los hermanos separados.
----------Sólo así ellos dejarán de estar separados. No se trata de suprimir las legítimas diversidades, que constituyen una riqueza, sino de suprimir la separatividad, que entraña el riesgo de la perdición. En efecto, su separación no es sólo separación de los demás hermanos, pecadores como ellos, es decir, los católicos, sino que se trata de separación de Roma, que es guardiana infalible de la verdad salvífica.
----------Cuando los hermanos separados logren estar reunidos en Roma, existirá, por gracia del Espíritu Santo, por la intensa oración y por los numerosos sacrificios (pensemos en la oblación de sí misma hecha por santa Maria Gabriella Sagheddu por la Unidad, para la causa del ecumenismo), la tan deseada unidad y concordia en la única fe y ya no habrá separación ni hostilidad. Esta es la meta que debemos tener ante nuestros ojos, este debe ser el objeto final de nuestras súplicas al Espíritu Santo, acompañadas de una digna conducta cristiana, de lo contrario el ecumenismo se convierte en una falsedad y una rueda que gira libremente en el vacío, y en lugar de atraer la misericordia divina, atraerá el castigo.
----------La Iglesia, nacida de un centro, Jerusalén, a la cual ha sucedido Roma, difunde esa luz salvífica en círculos concéntricos por todo el mundo. El mismo san Paulo VI, en la encíclica Ecclesiam suam de 1964, usa esta imagen eficaz. El papa Francisco la ha puesto en segundo orden respecto a la imagen del poliedro, evidentemente no para menoscabar el primado de Pedro, sino para subrayar el pluralismo existente en la Iglesia. Sin embargo, Kasper usa la imagen del poliedro de manera inapropiada, para referirse al trabajo ecuménico, aunque se debe reconocer que cada confesión cristiana posee sus propios valores.
----------El decreto Unitatis redintegratio exige que el "diálogo se inicie entre exponentes debidamente preparados" (n.4), lo que quiere decir evidentemente que el primer requisito debe ser el de una perfecta ortodoxia doctrinal, cosa que lamentablemente no se encuentra en Kasper, cuya cristología está viciada por el historicismo hegeliano a través de Hans Küng. Kasper niega la inmutabilidad e impasibilidad divinas, herejías en las que ni siquiera ha caído Lutero. Incluso Rahner, que se hace pasar por un maestro del ecumenismo, cae en la herejía de negar la predestinación, cosa que Lutero ni siquiera ha soñado nunca con hacer. De manera similar, Ermes Ronchi y el cardenal Raniero Cantalamessa están tan equivocados como Kasper, cuando sostienen que Lutero identifica la justicia divina con la misericordia. Esto es falso y es otra herejía ausente en Lutero, que distingue muy bien la justicia de la misericordia.
----------Siendo así las cosas, el ecumenismo promovido por el cardenal Kasper ha producido sin duda resultados desastrosos. En primer lugar, ha provocado un impresionante retorno de ese modernismo, que ya el papa san Pío X había condenado como fenómeno herético influido por los protestantes, y que ha generado la interpretación modernista del Concilio Vaticano II.
----------En segundo lugar, con su tesis equívoca del "fin de las Confesiones", parece querer referirse también a los decretos contra Lutero del Concilio de Trento, cosa gravísima y dañosísima, porque, como haría el mismo Lutero, sería privar a los Concilios de la autoridad para condenar las herejías.
----------En tercer lugar, avalando una interpretación hegeliana y rahneriana de Lutero, lo ha presentado aún más alejado del catolicismo de cuanto resulta del Lutero histórico, y no solo no ha ayudado a los luteranos a rechazar los errores y los vicios de Lutero, sino que lo ha alabado de manera exagerada e injusta, dándole méritos que no le pertenecen a Lutero, con el resultado de que muchos católicos han creído ver en Lutero ya no un hereje, sino simplemente un modo diferente y más cautivador de ser católico, que ya no toma por un camino estrecho, sino por un camino ancho, olvidando que, como advierte Cristo, el camino ancho es el de la perdición.
----------En cuarto lugar, me pregunto cómo hace Kasper para decir que "las reformas que reclamaba Lutero perseguían la renovación de la Iglesia católica" (p.13) y que "detrás de las noventa y cinco tesis contra las indulgencias... latía una aspiración por entero católica" (p.13), si en 1521 el papa León ha reprobado sus ideas, y con mayor amplitud lo ha hecho el Concilio de Trento. ¿Puede acaso la herejía renovar la Iglesia?
   
El ecumenismo según el Decreto Unitatis Redintegratio
   
----------El ecumenismo es ese movimiento o anhelo espiritual, ese operar para la reconciliación y la concordia entre los cristianos, inspirado por el Espíritu Santo, presente entre los cristianos de nuestro tiempo, movimiento dictado por el amor hacia la verdad del Evangelio, y desde la caridad y desde el celo por los hermanos, por el cual, como dice el Concilio Vaticano II en el Decreto Unitatis redintegratio, "el Señor de los tiempos, que sabia y pacientemente prosigue su voluntad de gracia para con nosotros los pecadores, en nuestros días ha empezado a infundir con mayor abundancia en los cristianos separados entre sí la compunción de espíritu y el anhelo de unión" (n.1, Proemio), a fin de impulsarlos a un común redescubrimiento de las fuentes genuinas de la Revelación, Tradición y Escritura, a una común moderna formulación del mensaje evangélico, a una continua reforma (n.6), a la conversión del corazón (n.7), a la oración común (n.8), a una mejor recíproca comprensión (n.9), a una formación ecuménica (n.10), a correctos modos de expresar la propia fe (n.11) y a una recíproca colaboración por el bien común y la edificación de la justicia y de la paz (n.12).
----------Dado que "por 'movimiento ecuménico' se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos", a ellas se las hace consistir "en primer lugar, en todos los intentos de eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes, según justicia y verdad, a la condición de los hermanos separados, y que, por tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones con ellos"; en segundo lugar, "en los congresos que se celebran con intención y espíritu religioso entre los cristianos de diferentes iglesias y comunidades"; en tercer lugar, "en el diálogo iniciado entre exponentes debidamente preparados, en el que cada uno expone más a fondo la doctrina de su propia comunidad y presenta con claridad sus características" (n.4).
----------El decreto Unitatis redintegratio comienza recordando que "en los pasados siglos surgieron grandes discrepancias, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. Pero los que ahora nacen y se educan en la fe de Jesucristo dentro de tales comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica" (n.3).
----------El Decreto también constata cómo "efectivamente, por causa de las varias discrepancias existentes entre los hermanos separados y la Iglesia católica, no pocos obstáculos, a veces muy graves, se interponen a la plena comunión eclesiástica, que el movimiento ecuménico tiende a superar" (n.3).
   
Quitar los impedimentos a la unión de los hermanos
   
----------Existen dos tipos de estos impedimentos. Algunos son de carácter moral y pueden referirse a errores o injusticias cometidos por ambas partes, por lo cual se plantea la necesidad de un acercamiento recíproco. Esos impedimentos exigen ser retirados y reparados por ambas partes. Otros impedimentos, en cambio, son de carácter doctrinal y consisten en "obstáculos" (n.4) o "carencias" (n.3), es decir, errores existentes en las doctrinas de los reformadores o en los escritos confesionales de los hermanos separados.
----------Estos errores deben ser removidos o corregidos, porque impiden a estos hermanos la plena comunión con la Iglesia católica. En efecto, como observa el Decreto, "sólo por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es el instrumento general de la salvación, se puede obtener toda la plenitud de los medios de salvación", ya que "en realidad al único colegio apostólico con Pedro a la cabeza, creemos que el Señor ha confiado todos los bienes de la nueva Alianza, para constituir el único Cuerpo de Cristo en la tierra" (n.3).
----------En consecuencia, el decreto Unitatis redintegratio presenta dos géneros de actividades ecuménicas: 1) una, común a todos, católicos y no católicos: tomar conciencia de los valores cristianos que todos ya poseen en común y que han permanecido intactos tras la fractura -se trata sobre todo de los dogmas cristológicos y trinitarios de los primeros siglos, es decir, del Símbolo Niceno-Constantinopolitano-, "examinar juntos su fidelidad a la voluntad de Cristo acerca de la Iglesia", orar juntos, profundizar el conocimiento recíproco, discutir y confrontar sus respectivas doctrinas de fe y declaraciones confesionales; emprender obras comunes de renovación y de reforma, de tal manera que, como habría de aclarar el ecumenismo subsiguiente, resolver controversias y disputas aún abiertas, perdonarse recíprocamente los errores y los agravios del pasado; y 2) un segundo género de actividad -y aquí el Concilio se dirige exclusivamente a los fieles católicos-; actividad que, "bajo la supervisión de los pastores", consiste en el proponer a los hermanos separados el entero patrimonio de los valores católicos, remediando las "carencias" (n.3), obteniendo de los hermanos separados la aceptación de lo que falta en sus doctrinas e instituciones para la "plenitud de la gracia y de la verdad, que ha sido confiada a la Iglesia católica" (n.3).
----------Sin embargo, observa el Decreto, "de entre el conjunto de elementos o bienes con que la Iglesia misma se edifica y vive, algunos, o mejor, muchísimos y muy importantes pueden encontrarse fuera del recinto visible de la Iglesia católica, como la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y algunos dones interiores del Espíritu Santo y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a Él conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo" (n.3).
   
Tarea de los católicos
   
----------Tarea de los católicos, por consiguiente, es la de reconocer los elementos de Iglesia presentes en las comunidades de estos hermanos separados, persuadiéndolos a volver a acoger aquellos elementos que ellos (o mejor dicho sus antecesores) han rechazado en el pasado en el momento de abandonar la Iglesia católica ("los von Rom") y sobre estos elementos es necesario volver a edificar aquello que ha sido perdido y que debe ser recuperado, avanzando juntos hacia el futuro.
----------El verdadero ecumenismo, como emerge claramente del Decreto, asocia sabiamente el diálogo a la acción integradora cuyo fin es conducir a los hermanos separados a la plena comunión con la Iglesia. Este era el objetivo de casi todos los primeros opositores católicos de Lutero, aquellos numerosos teólogos y predicadores dominicanos alemanes, italianos y franceses, John Eck, el cardenal Cayetano, san Ignacio de Loyola, san Pedro Canisio, San Juan de Colonia, asesinado por los luteranos, san Francisco de Sales... y luego nuevamente en el siglo XVII el beato Marco d'Aviano. Todos estos controversistas católicos de la primera hora, salvo algunos intemperantes polemistas, corrieron no con la agresividad de quien quiere aplastar a un enemigo, sino con la premura del médico que socorre a un herido o a un enfermo, corrieron, aunque horrorizados, no contra Lutero, sino hacia Lutero, con la esperanza de inducirlo al arrepentimiento.
----------El marco evangélico inicial de referencia era el precepto de la corrección fraterna; era el de buscar la oveja perdida. Sólo más tarde, dada la obstinación y la arrogancia de los luteranos, vinieron aplicadas las advertencias neotestamentarias contra los herejes (cf. 1 Jn 2,19; 4,1-6; 2 Jn 7-11, etc.).
----------La tarea para el hoy, como nos enseña el Decreto, es una renovada confianza en el sincero deseo de los hermanos separados de conocer en plenitud a Cristo y a esa Iglesia que Él ha querido, libres de los errores y de las carencias del pasado, redescubriendo aquellos valores que habían sido abandonados o incomprendidos y que Roma custodia en su plenitud.
   
La doctrina y el significado de Lutero
   
----------El punto de partida del pensamiento de Martín Lutero es la famosa "experiencia de la torre" (Turmerlebnis), probablemente en el año 1515, vivencia en la cual Lutero repentinamente se convenció de estar predestinado a la salvación, se creyó libre para siempre de la angustia y de la turbación de la conciencia, y tuvo una sensación fortísima de que "se le abrían las puertas del paraíso".
----------Había llegado a esta certeza meditando sobre las palabras de san Pablo (Rm 1,17-3,21), donde el Apóstol, hablando de la "justicia" divina, intenta referirse no a la justicia que retribuye según los méritos, sino a la misericordia, que perdona y justifica al pecador, es decir, lo vuelve justo. Lutero se advertía a si mismo como predestinado, aceptando la doctrina paulina, por la cual no todos están predestinados.
----------Por eso precisamente Lutero mantiene la doctrina bíblica, según la cual Dios castiga a los réprobos. Lutero, de hecho, mantiene la doctrina evangélica de que quien cree se salva y quien no cree se condena. Dios ofrece a todos la salvación, pero no todos creen. Sin embargo, según Lutero, para salvarse no se necesitan los méritos ni las obras, lo cual según él son siempre pecados (Proposición 31 condenada por la Bula Exsurge Domine de León X, del 1521), sino que es suficiente creer que Cristo nos salva. "Si se cree y se confía alcanzar la gracia", dice él: "esta sola fe nos hace puros y dignos" (Prop.15).
----------Lutero considera que con el pecado hemos perdido el libre albedrío. Sin embargo (Prop.36), según él, nos queda la posibilidad de emitir un solo y único acto de libre albedrío, una opción fundamental, decisiva para nuestra salvación, un acto que además, es signo de predestinación. Aquí radica en nosotros creer o no creer que somos salvados en las condiciones antes mencionadas. Quien se basa sobre la sola fe, se salva; quien, en cambio, como quisiera el Papa, cuenta también con sus obras y sus méritos, se condena.
----------Dado que también con la gracia continuamos pecando, aun si continúa el remordimiento de la conciencia (Prop.6) y nos arrepentimos (Proposiciones 6, 11, 12, 14), según Lutero, estos actos no sirven para la absolución del pecado, sino que para esto basta la sola fe de que estamos perdonados (Proposiciones 10, 12). Quien no crea esto, carece de fe en Cristo y está condenado. El Evangelio, como correctamente dice aquí Lutero, no es, como creen los herejes buenistas de hoy, el anuncio de que todos somos perdonados, sino que todos podemos ser perdonados y que, de facto, sólo los predestinados lo son.
----------Apegado a esta convicción de salvarse por la sola fe en el sentido antes indicado, Lutero, al verse contrastado en esto por el Papa y por los teólogos católicos, comienza a concebir hacia ellos un fuerte rencor, como se podría tener contra un enemigo que quiere arrebatarnos nuestro tesoro más preciado. Y así fue como Lutero comenzó a ver en el Papa incluso al Anticristo y al instrumento de Satanás.
----------Las famosas 95 tesis de 1517 afectan a algunos abusos romanos, pero en su fondo ya se siente estremecer este resentimiento, que estallará y se extenderá en los años siguientes, después de que Lutero se convenza de que el Papa es un impostor y un tirano, que no nos guia a Cristo sino que nos vuelve contra Él.
----------Es así que en los años 1518-1520 surgen las tesis disruptivas contra el Papa, por ejemplo estas, que luego serán condenadas en la Bula papal de 1521: "El Romano Pontífice, Sucesor de Pedro, no es el Vicario de Cristo sobre todas las iglesias del mundo, instituido por el mismo Cristo en el bienaventurado Pedro" (Prop.25). "Es cierto que no está en absoluto en poder de la Iglesia o del Papa establecer los artículos de fe ni las normas morales o las buenas obras" (Prop.27).
----------Y por tanto, dice Lutero, "se nos abre el camino para invalidar (enervar) la autoridad de los Concilios y para contradecir libremente sus actos y juzgar sus decretos y confesar [aquí está la semilla de las futuras "Confesiones" protestantes] francamente (confidenter) todo aquello que parece verdadero, ya sea aprobado o desaprobado por cualquier Concilio" (Prop.29).
----------Por tanto, en esas tesis Lutero no sólo niega el primado pontificio, sino también su dignidad episcopal, dado que Lutero terminará por negar el mismo sacramento del Orden. En tal modo, Lutero, sintiéndose "libre" del control papal, hace en poquísimo tiempo una relectura disolvente de toda la Sagrada Escritura, que él sigue considerando la Palabra de Dios, pero que interpreta completamente a su modo, no tolerando interpretaciones diferentes a la suya, suprimiendo muchos usos y enseñanzas tradicionales, y dejando intactos sólo los dogmas cristológicos y el dogma trinitario, además del sacramento del bautismo.
   
Luces y sombras en Lutero
   
----------Aquí es evidente el gusano subjetivista y fenomenista que roe al luteranismo, presagio de los más grandes desastres: no aquello que es verdadero (objetivamente, para todos), sino aquello que aparece o me parece (videtur) verdadero (a mí), un principio disolvente de origen ockhamista, que, conducido a las extremas consecuencias, de derrumbe en derrumbe, llevará, desde Descartes, a Hume, a Kant, a Fichte, a Hegel, a Feuerbach, a Marx, a Stirner, a Nietzsche, a Heidegger, hasta Hitler y hasta Stalin.
----------Ese principio principio subjetivista del luteranismo ya invalida la absolutidad de la Palabra de Dios, en la que todavía creía Lutero; pero no tardarán en llegar los iluministas, los racionalistas y los idealistas, los Reimarus, los Strauss, los Bauer, los Baur, los Lessing, los Schleiermacher, los Von Harnack, los Overbeck, los Bultmann, que, apartándose de Lutero, ya no creerán en la Palabra de Dios.
----------El Concilio de Trento le dará la razón a Lutero al enseñar que en esta vida siempre permanecemos pecadores, aunque estemos en gracia. Sin embargo, el Concilio precisa que en todo caso el pecado mortal es evitable y cancelable. Reconoce con Lutero que para poder hacer el bien, es necesario estar en gracia, la cual no es efecto del mérito. Y sin embargo, el mérito es consecuencia de la gracia. También confirma la doctrina de la predestinación, enseñando por tanto que no todos se salvan. En esta vida siempre existe la concupiscencia, que nos tienta a pecar (fomes peccati): pero el pecado mortal puede ser evitado.
----------La doctrina de Lutero, sin embargo, en la medida en que logra conservar elementos del catolicismo o conciliables con el catolicismo, y ha sido formalizada en la Fórmula de Concordia de 1577, ha dado origen a lo largo de los siglos hasta nuestros días a una pluralidad o federación de comunidades luteranas, que se han esparcido por el mundo, manteniendo un cristianismo digno y fecundo de obras de todo género.
----------Es a este luteranismo al que debemos rendir homenaje, como gran realidad religiosa, que da sólidas garantías al trabajo ecuménico, y uno de los resultados más importantes de esta labor es la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, a través del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, del 31 de octubre de 1999.
----------El éxito de Lutero se debe a tres factores. Aparte de los elementos católicos que han permanecido en su empresa, el primer factor es el haber sabido interpretar de modo excelente el alma cristiana alemana, el modo alemán de ser cristiano. El segundo es haber denunciado la corrupción y los escándalos de la corte pontificia y su odiosa codicia hacia Alemania. El tercero, es el hecho de que los Príncipes alemanes, deseosos de sacudirse el yugo del Imperio, han jugado hábilmente la carta de Lutero contra el católico Carlos V.
----------Hoy, a cinco siglos de distancia de aquel período histórico, nos podríamos preguntar, ¿qué sentido tiene mantener todavía en pie momificados los errores de Lutero, ya mil veces refutados por los teólogos católicos y condenados por la Iglesia, errores que han mostrado hasta la evidencia su nocividad? Que los hermanos luteranos, por lo tanto, dejen de estar aferrados a estos errores y entren con confianza, a través del camino de la misericordia manifestada por la Iglesia, en la plena comunión con Roma, Lumen gentium, pues solamente de ella emana en plenitud en todo el mundo la luz del Evangelio.
----------El pluralismo teológico confirmado y ampliado por el Concilio Vaticano II no tiene dificultad en legitimar el espíritu alemán. El papado de hoy se ha purificado del temporalismo de la época de Lutero. Desde finales del siglo XIX hemos tenido Papas santos. El Concilio ha tenido un sesgo ecuménico, que ha aceptado las instancias válidas de la reforma propuesta por Lutero.
----------¿Y entonces, qué sentido tiene, hoy por hoy, mantener en pie los viejos contrastes con Roma? A menos que Lutero sea el pretexto de fuerzas oscuras que conspiran para la destrucción de la Iglesia. Pero entonces aconsejaríamos al cardenal Kasper, aún en la ancianidad de sus últimos en esta tierra, que logre abrir sus ojos y no se preste al juego de estas fuerzas, porque aún cuando ya no esté cumpliendo el alto y delicado oficio que antes cumplía en la Sede Apostólica, en cuanto sigue siendo Cardenal, sigue manteniendo su condición de estrecho colaborador del Santo Padre, junto con todos los hombres de buena voluntad.
----------Concluyo respondiendo a una pregunta que seguramente algunos lectores se habrán hecho: ¿cómo un personaje como el cardenal Kasper en los últimos cuarenta o cincuenta años ha podido adquirir tanto poder, con el consentimiento de los Romanos Pontífices, como san Paulo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Quién está detrás de Kasper? ¿Estaban los Papas o estaban otras fuerzas?
----------Renuncio a elaborar teoría conspirativas o a hacer lo que en Italia llaman dietrología, porque eso nos llevaría muy lejos. En cambio, enuncio una simple verdad, que nadie me puede discutir: el Papa, aunque sea santo, es infalible en el confirma fratres tuos, es decir, como maestro de la fe, pero no en el pasce oves meas, es decir, en la acción pastoral y en el gobierno y, más en particular, en la elección de sus colaboradores.

4 comentarios:

  1. El Papa reinante lo dijo claramente, Kasper es un teologo in gamba.
    ...ho trovato profonda teologia, anche un pensiero sereno nella teologia. E’ piacevole leggere teologia serena. E anche ho trovato quello che sant’Ignazio ci diceva, quel sensus Ecclesiae, l’amore alla Madre Chiesa… Mi ha fatto bene e mi è venuta un’idea - mi scusi Eminenza se la faccio vergognare - ma l’idea è che questo si chiama “fare teologia in ginocchio” (referido a Kasper).

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    1. Estimado Anónimo,
      le agradezco su intervención, la cual, si no la he comprendido mal, teniendo en cuenta el contexto en que usted la aporta, es decir, el contexto de mi artículo en el que hago una seria crítica a Kasper acerca de su concepción de la doctrina y la práctica del ecumenismo, usted la plantea de modo irónico (corríjame, por favor, si me estoy equivocando), en lo que puedo comprender: 1) que usted está de acuerdo conmigo en mi artículo, acerca de los errores de Kasper en su enfoque del ecumenismo, y 2) que usted le estaría haciendo una irónica e indirecta crítica al papa Francisco por alabar la labor de Kasper como teólogo.
      Repito: corríjame si me equivoco en la interpretación de su comentario.
      En el supuesto caso que yo estuviera interpretando bien su comentario (de lo contrario, hágame saber más claramente cuál es su intención), yo diría lo siguiente:
      Primero. Hay que tener en cuenta la ocasión en que el Santo Padre expresó las palabras citadas por usted. Si no me equivoco, esas palabras fueron expresadas el 20 de febrero de 2014, tras el consistorio extraordinario de la Familia, y dirigidas a elogiar el trabajo de Kasper al respecto (haciendo una probable referencia al libro que por entonces Kasper había publicado: "Evangelium von der Familie"). Por tanto, al trabajo teológico de Kasper en esa área se refiere el Papa.
      Segundo. Tales expresiones del Papa no implican, obviamente, ningún consenso del Papa con tales o cuales enseñanzas de Kasper, en el caso mencionado, sobre la Familia; pero también han habido otras ocasiones en que el Papa ha elogiado a Kasper como teólogo, por ejemplo cuando elogió su libro acerca de la Misericordia divina ("La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana"). Insisto: en ninguna de tales ocasiones deben entendenderse las expresiones del Papa como consenso y aprobación de doctrinas (que eventualmente podrían ser heréticas) de Kasper en sus obras teológicas.
      Tercero. Aún en el supuesto caso que el Papa pudiera opinar teológicamente en acuerdo con alguna tesis de Kasper, o digamos de Rahner, o digamos de Küng, o de quien a usted se le ocurra, en todos los casos, el Papa no ejercería su Magisterio docente infalible, sino que se mantendría en su tarea pastoral, de explicar la Palabra de Cristo, eventualmente sirviéndose de una determinada sistematización filosófica o teológica.
      Cuarto. Finalmente (pero no lo menos importante, sino lo más importante), en ningún caso el Papa podría suscribir una herejía, precisamente cuando esté en juego la confirmación en la Fe, es decir, en la enseñanza de lo que le es dado a la Iglesia a creer, el carisma pontificio prometido por Nuestro Señor a Pedro y a sus Sucesores garantiza que el Papa no enseña nada contra la Fe (de lo contrario convertiríamos en mentiroso a Jesucristo, lo que sería blasfemo).
      Quinto. A modo de conclusión hipotética, puedo estar de acuerdo con usted y con su irónico comentario, si lo que ha querido usted expresar es que no es pastoralmente prudente que un Romano Pontífice elogie públicamente a un teólogo tan poco seguro como Kasper, pues ello podría crear equívocos y confusiones en los fieles acerca del valor de la entera obra teológica del cardenal alemán. Si usted ha querido expresar esto, estoy de acuerdo con usted: no es prudente que un Papa haga esta clase de elogios.
      Como usted se dará cuenta, ante la parquedad de un comentario como el suyo, no puedo interpretar más que en base a supuestos. Distinto es el caso cuando los comentaristas en el foro hacen un poco más de esfuerzo por darse a entender mejor.

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  2. Mi comentario no fue parco. Solamente citó palabras del Papa sobre el cardenal Kasper.
    Ud se preguntaba en el artículo por cuál motivo Kasper tiene tanto poder.
    Entiendo que palabras de apoyo (que obviamente nada tienen que ver con la infalibilidad o con una canonización en vida) dichas en diversas ocasiones por un Papa dan prestigio y también poder.
    Francisco no es el único Papa que se apoyó en Kasper. Antes fue nombrado obispo y creado cardenal por Juan Pablo II. Y fue mantenido en el cargo por Benedicto XVI, aunque durante su pontificado fue más bien “oficialista”. Tal vez por solidaridad alemana.
    Personalmente no creo que Francisco esté preocupado por la teología. Cada vez que se refiere a los teólogos, los menciona como si fueran personas un poco desconectadas de la realidad.
    Sin embargo en esta ocasión emitió su opinión y su juicio sobre Kasper.

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    1. Estimado Anónimo,
      creo comprender bien su malestar por la presente situación y por aquellas que suponemos que han sido las causas de esta situación. Créame que lo comprendo a usted muy bien. Yo también lo digo en mi artículo, al enunciar una simple pero irrefutable verdad: el Papa, es infalible solamente en el "confirma fratres tuos", es decir, como maestro de la fe, pero, aunque sea santo, no es infalible en el "pasce oves meas", o sea en la acción pastoral y en el gobierno, y ello incluye, por supuesto, la elección de sus colaboradores.
      No me sentiría tan de acuerdo con usted cuando afirma que Kasper se haya mantenido "más bien oficialista", como usted dice, durante el pontificado de Benedicto XVI. En realidad, opino todo lo contrario. Pues Kasper trabajó durante cuatro décadas en órganos vaticanos referidos al ecumenismo, difundiendo y promoviendo su falso enfoque ecumenista, que ciertamente no fue el enfoque del papa Benedicto, que en esto seguía la impostación del Concilio Vaticano II, aunque debo reconocer que, siempre a medias, porque, tal como lo he explicado en varios artículos, ésta es una deuda que todavía la Sede Apostólica tiene para con la implementación completa de las directivas de Unitatis redintegratio. Lamentablemente los Papas aún no han cumplido completamente sus deberes al respecto, y por eso, en éste, como en otros ámbitos, todavía el Concilio Vaticano II requiere su plena implementación.
      Tampoco puedo estar de acuerdo con usted con eso de la "solidaridad alemana", pero permítame no explayarme aquí sobre este asunto, precisamente porque estoy reflexionando sobre ello, y tengo a medio redactar un extenso ensayo sobre tal cuestión. Es una sorprendente coincidencia que usted haya mencionado este tema.
      Por último, debo indicarle que estoy convencido que usted se equivoca completamente al afirmar que "Francisco no está preocupado por la teología". Dice usted: "Cada vez que se refiere a los teólogos, los menciona como si fueran personas un poco desconectadas de la realidad".
      Entiendo que usted distraídamente se ha apresurado al comentar eso.
      Eso que usted dice sólo puede expresarlo conscientemente alguien que no ha leído los documentos magisteriales, ni las catequesis, ni la inmensa cantidad de discursos del papa Francisco, y solamente ha tenido ante sus ojos alguna esporádica broma o exteriorización o humorada, siempre casual, e improvisada de este Papa, tan afecto a ellas (quizas no tan prudentemente afecto a ellas).
      Los ejemplos para demostrar lo que acabo de decir son abundantísimos. Sólo menciono uno: el ardiente llamado del papa Francisco, realizado a fines del año pasado, para que la teología vuelva a ser guiada por el pensamieto de santo Tomás de Aquino, incluso confirmando Francisco el título de Doctor Communis Ecclesie para el Aquinate, algo que ni siquiera san Juan Pablo II ni Benedicto XVI hicieron. Y si Tomás ha sido algo en su vida, ha sido eso: un teólogo.
      Tan sólo por esto, Francisco ya se ha ganado un lugar de honor entre los Papas.

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