viernes, 17 de marzo de 2023

¿Qué sabemos de la Iglesia en China?

Hay que reconocer que los órganos del Vaticano hoy nos proporcionan escasas noticias acerca de la vida de la Iglesia en China. Pero no es fácil juzgar acerca de ello. Y tampoco es fácil saber cuál puede ser la mejor opción para que el Vaticano actúe en su relación con el Estado chino, si la línea dura o la blanda, y mucho menos podemos saber con certeza cuáles son al respecto los propósitos concretos del Santo Padre. En cualquier caso, para nosotros cristianos, una cosa es cierta: que desde hace décadas el papado exhorta insistentemente por una nueva evangelización y que también los Chinos están llamados a entrar en el Reino de Dios.

----------¿Nos olvidamos de la Iglesia en China? ¿Oramos por los cristianos perseguidos en China? El pasado sábado se publicó en un diario argentino una extensa entrevista que concedió el papa Francisco; pero la periodista argentina nada le preguntó sobre China. La información que es posible encontrar en los medios acerca de la situación de la Iglesia en China, es escasa, vaga, fragmentaria, insegura. Recientemente se difundieron algunos datos, a partir de las declaraciones de mons. Camillus Johnpillai, Jefe de la Oficina del Dicasterio para la Evangelización. En una conferencia de prensa del pasado mes de noviembre, se le preguntó si había tenido algo que ver el dicasterio a su cargo con los últimos nombramientos de obispos en China, sobre todo después de la firma del acuerdo secreto entre el Vaticano y el Estado Chino. 
----------Mons. Johnpillai se mostró inseguro y vacilante al responder. Comenzó por informar que cuando se trata de aquellos territorios que están bajo el cuidado de Propaganda fide, en lo que respecta a China, la forma de tratar los problemas es diferente que en otros lugares. En China hay más o menos 125 diócesis, o más bien prefecturas apostólicas. Respecto a los nombramientos en las diócesis en China, el dicasterio a su cargo tiene una reunión semanal con la Secretaría de Estado, para considerar cómo avanzar en la misión, porque en China "estamos en una situación política muy diferente a la de otros países". Aseguró que "la Secretaría de Estado está bien informada de la situación", y que "cada decisión, cada designación, se toma siempre en colaboración con la sección responsable para China dentro de la Secretaría de Estado".
----------Indagado por las características del "acuerdo secreto", y sin dejar de esbozar una sonrisa, comenzó por aclarar que "secreto es una palabra que requiere una cierta precisión". No fue mucho lo que aclaró al respecto, pero ciertamente puso de manifiesto las fuertes limitaciones del accionar de la Santa Sede en el territorio de China. "El gobierno chino conoce todo lo que nosotros hacemos. Todo es misterio, pero al final nada permanece secreto. Sin embargo, en el campo político, estas son las opciones que tenemos. ¿Qué podemos hacer? No podemos crear otra opción que no exista. Hay que ser realista para tratar con estos gobiernos, no solo con China sino también con otros países como Vietnam por ejemplo. Cada país tiene sus peculiaridades y características, por lo que antes de proceder a un nombramiento, o crear una nueva diócesis, siempre debemos pedir el visto bueno del gobierno. Desafortunadamente, estamos muy limitados para negociar todo esto. El trabajo ciertamente no avanza rápido, sino con un progreso, digamos, muy, muy limitado".
----------"Por cuanto respecta a las cuestiones de la Iglesia en China, tenemos un encargado de negocios ubicado en Hong Kong, que es la puerta a la Gran China. Sin embargo, aquí no usamos la expresión 'nunciatura', sino la de 'Centro de Estudios de Misión'. La categoría de nunciatura es políticamente muy peligrosa de usar, pues si usamos esa locución iríamos en contra del espíritu del acuerdo. La 'misión' es la de vigilar, seguir de cerca todos esos territorios. Incluso los habitantes de la Gran China pueden venir a Hong Kong sin dificultad, porque políticamente Hong Kong forma parte de la Gran China. Por lo tanto, un ciudadano chino tiene toda la libertad para salir de la Gran China continental y llegar a Hong Kong. Las personas que están en este nuestro 'centro' pueden gestionar las cosas con más claridad porque están más cerca, incluso geográficamente, de las Iglesias locales. Para ellos hay muchas maneras diferentes de comunicarse con cada diócesis, con cada Iglesia particular. Por tanto, están bien informados, y también nosotros contamos aquí con personal que conoce muy bien la situación. Por otra parte, vivimos en esta época de las 'redes sociales', lo cual es una ventaja para tener mucha más información actualizada, porque aunque estemos lejos, gracias a esta 'red social' podemos tener muchas informaciones concernientes a la vida de las Iglesias particulares en China".
----------Como es fácil observar por el propio lector, es evidente la vaguedad de las respuestas de mons. Johnpillai, y todo lo que expresa se podría haber resumido en una sola conclusión: la Santa Sede dice estar bien informada de la situación de la Iglesia en China, pero no aclara nada concreto acerca de las características específicas de tal situación. Indudablemente, razones habrá para este "secreto".
----------Por mi parte, siento interés por el tema. Desde niño me educaron en la atención y el amor por las tierras de misión. Recuerdo que en la Acción Católica de mi niñez existían personas que se ocupaban de este tema, y hacían todo lo posible por hacernos conocer lo que sucedía en Oriente, en Africa y en todos los los territorios de misión o donde la Iglesia estaba apenas establecida y sufría penurias dificiles de imaginar y persecuciones de las que nacían mártires. Quizás por aquello sucedido en mi infancia, el recuerdo por los sufridos católicos chinos es habitual en mis pensamientos, pero es poco lo que puedo aportar aquí como información concreta. Algunos meses atrás he podido leer, aunque con años de retraso, un pequeño libro-entrevista al cardenal Joseph Zen, intitulado Desde China con furor: El cordero y el dragón, editado por Aurelio Porfiri (publicado por la editorial Chorabooks, en 2016), un opúsculo de unas cuarenta páginas.
----------Aurelio Porfiri comienza así su libro: "He vivido en China, Macao para ser precisos, durante siete años. Siete años en los que he aprendido a conocer un poco más sobre la difícil realidad de la China moderna y sus grandes desafíos y contradicciones. Si se trata de China, será muy fácil encontrar en algún momento el nombre del cardenal Joseph Zen, actualmente obispo emérito de Hong Kong.
----------El cardenal Joseph Zen, figura destacada de la Iglesia china, ciertamente no es del tipo que las manda a decirr. Sus 'observaciones' dirigidas al modo según el cual la China es gobernada en nuestros días fastidian -y mucho- al gobierno central, tanto que al Cardenal no le es permitido regresar a la China continental, de la cual proviene. Muchos observadores de los asuntos chinos están divididos sobre su nombre, entre quienes favorecen su actitud de dura confrontación y quienes en cambio estigmatizan su falta de diplomacia".
----------El libro es una entrevista breve pero intensa y muy rica en contenidos reveladores. En ella el cardenal revela su postura acerca de la naturaleza y el accionar del comunismo chino en sus relaciones con la Iglesia y con el Estado Vaticano. Expresa que el pueblo chino no es materialista, aunque los cristianos de diversas confesiones siguen siendo una pequeña minoría, y que la clase dirigente china está sustancialmente apegada a un poder que quiere dominar lo más posible a la población y a la Iglesia misma.
----------No hay duda que el Cardenal habla con mucha franqueza y parresía: "El comunismo no se sostiene, lo cual quiere decir que en un determinado momento, cuando el comunismo ha llegado al poder, ¡existe el poder! Ya no existe el marxismo: no existe, en China no existe el marxismo. Y entonces los que se han dado cuenta de que ya no hay marxismo, que ya no queda nada en el lugar del marxismo, también comienzan a dudar, a pensar, pero están aquellos que se aferran al partido, al poder [ndr: y el cardenal golpea con el puño la mesa]: ¡lo quieren explotar como pueden! Esos aquí, desafortunadamente, son los que están al mando. Ellos son aquí los que mandan, amenazan a todos: ¡es todo un país de esclavos! Quizás los que piensan bien no tienen la oportunidad de involucrarse, porque quizás no son demasiado capaces en la lucha por el poder, no les interesa demasiado tener dinero y entonces se vuelven los más débiles".
----------No se prohíbe la existencia del episcopado, pero se lo quiere sujeto al poder. A juicio del Cardenal, desde la Santa Sede llegan directivas para mantener una línea de sumisión, que Zen considera una idea equivocada, la de que una conducta mansa y condescendiente pueda favorecer el diálogo y la paz.
----------El cardenal Zen, por el contrario, es de la opinión de que los obispos deberían alzar la voz, porque "los gobernantes se aprovechan de los débiles, pero se asustan y ceden ante los que muestran fiereza y coraje. El cardenal Agostino Casaroli ha tergiversado mucho. Quien ha derrotado el comunismo ha sido san Juan Pablo II. Benedicto XVI ha sido demasiado sumiso. El Papa actual parece ser un tomador de decisiones, pero en la práctica durante lo que lleva de su pontificado ha estado dejando las cosas como están".
----------El Cardenal intenta entonces exhortar al Papa: "Estoy por escribir una carta ardiente al Papa. Le digo: 'Santidad, mire, debe aclarar sus dudas pronto, porque el tiempo no está a nuestro favor. Usted espera, espera que los demás tengan la buena voluntad de dialogar. ¿Ha llegado al final de su espera o no? ¿Todavía no sabe si hay voluntad sincera o no? ¿Todavía no lo sabe después de tanto esperar? ¡No podemos esperar más! ¡Ellos se aprovechan! Ahora hay una aparente tregua, ¡pero ya la están arruinando!'".
----------Cuando se le pregunta qué debe hacer el Papa, responde lo siguiente: "Tomemos el 24 de mayo [ndr: día mundial para orar por la iglesia en China], cuando ha pedido a todos que oraran por China, ha tomado una frase de la carta del papa Benedicto que no dice nada. Dice: para que nuestros fieles sean elementos de armonía en la sociedad. ¡Existen esclavos, fermento de nada, porque son esclavos en la sociedad! En cambio, que trate de decir: oremos, para que todos sean fieles a la Iglesia como nuestro Señor la ha hecho, una, universal, católica, con el Papa a la cabeza" [ndr: y golpea otra vez sobre la mesa!)…
----------"¡El gobierno le tiene miedo a la fuerza, incluso ahora con toda la fuerza que tiene! En cambio, donde hay un clero numeroso y fuerte, tienen miedo. ¡Tienen miedo! En cambio, cuando uno se muestra débil, ¡te aplastan! [¡golpea la mesa con los puños!]. Imagínese, cuando logran que alguien vaya en contra de su conciencia, ellos tienen la victoria, porque ese hombre ha perdido la dignidad: ya no puede levantar la cabeza, se encuentra acabado, siempre debe obedece ahora! Allí los obispos son tratados como objetos".
----------Ante la pregunta de si se siente espiado, el Cardenal responde: "Espiado sí, pero amenazado no. Yo digo todo lo que quiero decir, incluso de la manera más dura".
----------A la pregunta de qué prevé para el futuro: "Nadie llega a ser profeta hoy: en China todo es impredecible. Pero es importante que nosotros trabajemos para el éxito del bien y no ayudemos a la otra parte a perpetuar este sistema que es verdaderamente malvado. Debemos trabajar para cambiar y para mantener el bien que aún existe para contrarrestar el mal que se está desarrollando: tanto en China como aquí. En China debemos alentar a mantener firmes los principios de la Iglesia, de la fe y, de hecho, cuando nos unimos, también lo logramos. Y yo he visto en ciertas diócesis cuando están unidos, ¡el gobierno no se atreve!".
----------¿Qué podemos agregar a estos conceptos del cardenal Joseph Zen? Las apariencias indican que una "inquisición doctrinal" de un régimen ateo y antirreligioso como el que reinó hasta hace pocas décadas en la Unión Soviética, parece ahora ser la que imita al régimen comunista chino y la que aparentemente se aplica drásticamente a la Iglesia católica en China. Y sin duda esto se vincula al misterioso concordato "secreto" (todavía desconocido en cuanto a los términos precisos) entre la Santa Sede y el gobierno chino.
----------Sobre este temática, voy a repetir algo que ya he dicho: no soy competente. Mi campo es la teología, no la política, aunque reconozco que existe una estrecha relación entre estas dos entidades. Como católico, me confío en las noticias oficiales que llegan o de la Santa Sede o de la Prensa católica, noticias que en general son positivas, aunque cautelosas y prudentes. Por lo tanto, solo puedo expresar la esperanza de que sea al menos una convención o concordato que salve un mínimo de dignidad para la Iglesia y que contenga el máximo de lo que la Iglesia puede obtener de un régimen totalitario. Ciertamente, en este campo la Iglesia no es infalible, sin embargo ella goza de una experiencia histórica de casi dos mil años de relación con el poder civil, experiencia que de diversas maneras asegura la tranquilidad de las almas y de los pueblos.
----------Por otra parte, también puedo comprender que a muchos hoy les pueda sorprender lo que parece ser un giro como de ciento ochenta grados de la actitud de la Santa Sede con respecto a aquella Iglesia católica china que ha vivido en el ocultamiento en los anteriores pontificados, católicos siempre fieles al Papa, al contrario de la llamada "Iglesia china oficial", desposada con el Partido Comunista. No son pocos aquellos a quienes les cuesta comprender la actual actitud del Vaticano, que obliga a aquellos fieles católicos a unirse y asimilarse a los que antes eran considerados traidores a la Iglesia y al Romano Pontífice.
----------Sin embargo, dado que la Santa Sede ha estipulado un acuerdo (seal cual realmente sea) con el Gobierno chino respecto a la organización eclesial de la Iglesia católica, yo creo que todos aquellos católicos que en precedencia al acuerdo subsistían en el culto clandestino, no reconocido por el Estado chino, aunque pudieran ser fieles al verdadero culto católico, precisamente en cuanto católicos, ahora deberían tener confianza en este acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno chino.
----------Agrego que me parece evidente en este acuerdo la intención del Papa de unir la Iglesia china, de modo que termine esa dolorosa división por la que cual existía la contraposición entre una Iglesia reconocida por el Régimen y una Iglesia no reconocida. Que luego en este acuerdo haya elementos que perjudiquen a la Iglesia o le creen dificultades, eso es posible, pero quizás sea inevitable al momento.
----------Pero en este punto debo repetir lo que ya he dicho y repetido, y es que no soy competente en la materia y, por lo tanto, todo lo que puedo decir es formular mi personal esperanza de que este acuerdo pueda, después de todo, asegurar a la Iglesia china una digna subsistencia, aun debiendo soportar un régimen político que indudablemente no es favorable ni al cristianismo, ni siquiera a la religión misma.
----------Vayamos concluyendo. No es fácil juzgar, para un profano como yo, sobre cuál puede ser la mejor opción, si la línea dura o la blanda, y mucho menos podemos saber cuáles son al respecto los propósitos del Santo Padre. Pero en el librito antes citado encontramos a dos personas competentes: el profesor Porfiri y el cardenal Zen, por lo que me sentiría llevado a creer que la línea dura pudiera ser la más eficaz. En cualquier caso, para nosotros cristianos, una cosa es cierta: que desde hace décadas el papado exhorta insistentemente por una nueva evangelización y que también los Chinos están llamados a entrar en el reino de Dios.

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