jueves, 2 de marzo de 2023

Celibato y voto de castidad antes y después del Vaticano II (2/2)

Hombre y mujer, finalmente en la visión beatífica, harán las paces, rencontrando la unión edénica, y aún más, después del largo contraste recíproco vivido aquí abajo, causado por el pecado original, aunque haya sido mitigado ese contraste por la gracia del sacramento del matrimonio y de la vida religiosa. La relación entre hombre y mujer en la vida consagrada, que es el modelo de castidad para los esposos escatológicos, desde esta vida pregusta la alegría del amor escatológico y la comunica a todos aquellos que buscan la felicidad. [En la imagen: fragmento de "San Jerónimo junto a santa Paula de Roma y su hija santa Eustoquia", óleo sobre tela, de Francisco de Zurbarán, obra de 1638-1640, de la colección de la Galería Nacional de Arte de Washington, USA].

De la visión pagana a la visión cristiana de la mujer
   
----------Por cierto, hubo un tiempo en que se cantaba, efectivamente, tota pulchra es, María, pero en la práctica se tenía temor y recelo de la belleza femenina, y se la abandonaba a los placeres paganos. El mismo nombre "mujer" era voluntariamente asociado a la idea de la belleza seductora, tentadora. El placer femenino, incluso para una santa Catalina de Siena, era sin más el placer lujurioso, mientras que el deber de la mujer era ser "viril". Baste pensar que el nombre mismo virtus, virtud, viene de vir, lo masculino. La mujer debía corregir su defecto, por no decir vicio de ser mujer, imitando la virtud del vir.
----------Todo lo contrario de lo que ocurre en el feminismo liberal de hoy: si en clima cristiano es admirable la virgen madre, en el clima del actual hedonismo la mujer tiende a no ser "ni madre ni virgen".
----------Un paso importantísimo para eliminar el temor y recelo o, a la inversa, el deseo, del cuerpo femenino, ha sido la proclamación del dogma de la Asunción de María al cielo en alma y cuerpo. Pero esto todavía está lejos de inducirnos a tener por el cuerpo de la mujer el respeto y la veneración que se merece.
----------Un paso importante en la valorización de la mujer, después del impulso fundamental dado por nuestro Señor Jesucristo mismo a la redención y a la promoción de la mujer, fue precisamente la institución de las viudas y de las vírgenes, que surgió muy tempranamente en el cristianismo a imitación de la Santísima Virgen María, que inauguraba un nuevo ideal de vida femenino desconocido en el Antiguo Testamento, para el cual, como es sabido, la mujer era apreciada sólo como madre de familia.
----------La religiosa cristiana ciertamente continuaba siendo sometida al sacerdote, pero en un clima muy diferente al de la sumisión a un marido, atendiendo al hecho de que las comunidades religiosas femeninas se organizaban de manera autónoma, con sus propias superioras mujeres, aunque siempre bajo la vigilancia del obispo de la región o la guía espiritual de un sacerdote a cargo.
----------Sin embargo, está fuera de duda de que este nuevo status canónico y eclesial de la mujer cristiana, por su aspecto sobrenatural, era presagio en los siglos subsiguientes, hasta nuestros días, de una maravillosa y creciente manifestación de la dignidad y creatividad femeninas, comenzando por el campo de la santidad y de los dones del Santo Espíritu, como por ejemplo la profecía, la mística y la fundación de congregaciones femeninas, hasta el punto de expresarse hoy en numerosísimas iniciativas de caridad y formas de colaboración con el hombre en los diversos oficios, deberes, competencias y tareas en la sociedad y en la Iglesia.
----------A la inversa, el ideal monástico, como es bien sabido, es totalmente ajeno al Antiguo Testamento, y muy probablemente ha penetrado al cristianismo en sus primerísimos siglos desde el Oriente, para ser debidamente depurado y adaptado a la visión bíblica del hombre y del ascetismo moral.
----------Ahora bien, el monaquismo se adapta mayormente al Nuevo Testamento en razón de su dirección fuertemente contemplativa representada sobre todo por la imagen de Cristo que es presentada por el Evangelio de Juan. En este ámbito de vida cristiana, la mujer consagrada, con su eminente aptitud religiosa, el devotus foemineus sexus, habría de mostrar notabilísimos recursos, superiores a los de los varones, con el surgir de grandes maestras de espiritualidad, gracias a la aptitud intuitiva, inspiradora e inspirada, además de afectiva, del alma femenina, que la vuelve similar a la espiritualidad del ángel.
----------También en el ámbito de la evangelización, la monja y la religiosa mostrarán dotes destacadísimas y peculiarísimas sobre todo en el inducir a las almas a la conversión y a la penitencia, en el servicio a los pobres y a los que sufren, en la catequesis y en la educación de los niños, poniendo generosamente y con amor a fructificar su instintiva maternidad, que en tal caso se ejercitaba en una forma espiritual y eclesial.
----------La mujer consagrada, con su fuerte capacidad comunicativa y de comunión, su delicada sensibilidad y su rica emotividad, típicas del ser femenino, presenta así una personalidad que, uniendo lo angélico a lo humano, se podría definir como una humanidad angélica.
   
El segundo propósito del voto de castidad
   
----------El voto de castidad, además, a causa del equilibrio psíquico que comporta y presupone, al favorecer la lucidez y objetividad de los juicios, la firmeza de la voluntad, el gusto por las cosas espirituales y el dominio de las pasiones, genera en ambos sexos una especial disponibilidad o propensión a la conversión, a la penitencia y al constante progreso espiritual durante toda la vida.
----------Lo cual favorece obviamente, y de modo poderoso, el camino de santificación del sujeto que practica el voto de castidad. Y por eso, entre los santos canonizados, un gran número está formado por personas que han practicado o el voto de castidad o el celibato sacerdotal.
----------Nos acercamos así al tiempo, el escatológico, en el cual la mujer no seduce al hombre como Eva sedujo a Adán, sino en el cual el escuchar la palabra de la mujer, a la luz de María, significará la adquisición de sabiduría y de virtud, se trate ya de la religiosa consagrada o de la mujer casada.
----------Por otra parte, la actividad sexual no tiene sólo una finalidad procreativa, sino también unitiva: sirve para expresar e incrementar el amor. Por eso, la unión sexual en la vida conyugal, no causada por la concupiscencia y por la búsqueda egoísta del placer, sino como expresión de la unión espiritual entre hombre y mujer, expresa ya suficientemente la finalidad de la sexualidad, sin que sea necesario recurrir al fin procreativo, también porque en todo caso una sincera y auténtica unión espiritual entre hombre y mujer tiene en todo caso el efecto de al menos una procreación espiritual para el bien de la sociedad y de la Iglesia (cf. san Paulo IV, encíclica Humanae vitae). Esto aparece particularmente evidente en el matrimonio.
----------El rechazo de la procreación, sin embargo, incluso en el ejercicio de la sexualidad motivada por la concupiscencia, en el presente estado de naturaleza caída, sobre todo si no está sotenida por la gracia y por el ejercicio de las virtudes cristianas, es grave pecado de lujuria y, por tanto, es algo muy diferente de la ausencia o de la renuncia a la procreación en la unión de un hombre y una mujer, que viven tal unión como realización de una vocación divina para su santificación y para el bien de la sociedad y de la Iglesia.
----------En efecto, si el matrimonio ya fue instituido por Dios en el estado edénico y permanece, elevado a Sacramento, en el estado presente de naturaleza caída y redimida, en el estado escatológico el amor entre hombre y mujer ya no prevé la procreación, atendido el hecho de que ya no existirá el aumento de los individuos de la especie. En la condición escatológica, la unión hombre-mujer llevará a plenitud esa fecundidad espiritual que esa misma unión puede comenzar a ejercer ya desde la vida presente.
----------De tal modo, la abstinencia sexual propia del voto de castidad de la vida presente, en la condición escatológica, sin tener ya necesidad de ser renuncia al placer o victoria sobre la oposición de la carne, podemos imaginarla como más gratificante que la misma unión sexual terrena, dada la perfección final de la naturaleza humana en todas sus facultades y potencias físicas y espirituales, en tanto que podrá llevar a plenitud aquella fecundidad espiritual que ella permite ejercitar ya desde la vida presente.
----------Por eso mismo, esta misteriosa abstinencia positiva y no negativa, sólo tendrá un carácter análogo a la abstinencia tal como la conocemos aquí abajo, donde ella implica separación, represión, negación, ausencia, privación e inactuación, y, por lo tanto, significa imperfección. No cabe duda de que, bajo este aspecto, el amor entre esposos, incluida la unión sexual, es superior al amor que une a dos personas unidas por la continencia. A la inversa, el amor espiritual, precursor del amor escatológico, que funda la amistad interpersonal, es superior al amor que une a los esposos en matrimonio.
----------La castidad consagrada tendrá en el cielo un misterioso aspecto de plenitud y de satisfacción, superior a cuanto puede ser gozado en la tierra. Será algo parecido a la ausencia escatológica de alimentación, que paradójicamente es representada por Isaías como un suntuoso banquete. No se necesitará ya la alimentación; y sin embargo, estará el placer de la mesa, símbolo de la convivencialidad amical. Así probablemente será para el placer sexual, en cuanto en sí mismo es una perfección física creada por Dios y símbolo del amor.
----------Lo que obviamente no debe hacernos pensar en la grosería del paraíso del Corán. Se trata de misterios acerca de los cuales cualquier intento de esclarecimiento y de precisiones no autorizados por la Palabra de Dios, conduce inevitablemente a la profanación. No depende de nosotros, por cierto, sino de Dios, el establecer cómo será exactamente la relación hombre-mujer en la resurrección.
----------Sin embargo, podemos decir con certeza y seguridad que sólo en el paraíso del cielo para los castos en esta tierra es posible la única, verdadera y honesta realización y purificación del turbio deseo de todos los Casanova que han habido y habrá en la historia de este mundo, de todos los lujuriosos y hedonistas, que quieren gozar pecaminosamente sin tener hijos. Lo cierto es que la abstinencia escatológica mantendrá y llevará a plenitud esa paz y serenidad, ese sumergirse en los gozos del espíritu, que están imperfectamente asegurados aquí abajo por el voto de castidad, que es también don del Espíritu Santo.
----------Pero por cuanto respecta al aspecto físico-emotivo, eso está del todo más allá de nuestra imaginación, como ciertamente lo está el carácter misterioso e incomprensible del cuerpo glorioso y de sus funciones. Casi se podría decir que esta misteriosa abstinencia puede ser también imperfectamente representada por los gozos del sexo, en cuanto el placer sexual es cosa buena y creada por Dios en la fundación misma de la naturaleza humana: "varón y mujer los creó". Pero aquí estamos sólo en el plano de las hipótesis o conjeturas, donde Dios prepara para los que le aman "lo que ni ojo vió, ni oído oyó, ni el corazón humano jamás ha experimentado".
   
El tercer propósito del voto de la castidad
   
----------El tercer propósito del voto de castidad es el de una exaltación de la vida espiritual según el modelo de los ángeles y de Dios mismo, que son puro espíritu, evidentemente asexuado. El aspecto antropológico, con su dimensión masculino-femenina, evidentemente no debe ser entendido en contraste con este aspecto puramente espiritual, por otra parte ya contenido en la reciprocidad hombre-mujer, la cual, sobre todo en la vida religiosa, hace emerger con fuerza el aspecto de la reciprocidad espiritual.
----------La castidad divina aparece en algunos modelos fundamentales, que manifiestan cada uno un aspecto de la espiritualidad cristiana. Ante todo, el modelo supremo es nuestro Señor Jesucristo mismo, cuya castidad es el modelo de la filiación divina redentora.
----------Subordinadamente a este supremo modelo, está la virginidad de María, que es la absoluta inmaculada y la plenitud de gracia por excelencia, propio de la creatura totalmente consagrada a Dios. Por debajo de María, está san José, esposo de María y padre putativo de Cristo; bajo él está san Juan Bautista, que representa la purificación y la penitencia que nos disponen a reconocer y acoger al Cordero de Dios. Por debajo del Bautista, san Juan Evangelista, el teólogo del Logos encarnado, que guía la mística contemplación de Cristo.
----------Esta finalidad teológica del voto de castidad es la finalidad más alta, porque pertenece a la visión beatífica, que es el fin sobrenatural último de la vida humana. La visión beatífica es acto del intelecto del alma separada después de la muerte. En el acto de la visión beatífica, la dimensión sexual evidentemente no juega ya ningún papel, dado que el cuerpo de tal alma está ausente.
----------La visión beatífica del alma separada consiste en que el intelecto ve intuitivamente e inmediatamente, a la luz de la gloria, la esencia divina trinitaria, y la voluntad goza de la posesión de Dios, supremo bien. Este disfrute obviamente es puramente espiritual. Sólo cuando el alma llegue a recuperar su propio cuerpo en el fin del mundo, volvera a conocer también el placer físico.
----------Como ha enseñado el papa san Juan Pablo II, retomando el pensamiento de santo Tomás de Aquino (Sum. Theol., Suppl, q.81, a.3), en la resurrección cada alma reasumirá su propio cuerpo del mismo sexo al cual ella aquí abajo ha dado forma: quien aquí abajo ha sido varón, resucitará varón con su propia masculinidad; y quien ha sido mujer resucitará mujer, con su propia feminidad.
----------De modo que, hombre y mujer, finalmente, harán las paces, rencontrando la unión edénica, y aún más, después del largo contraste recíproco vivido aquí abajo, causado por el pecado original, aunque haya sido mitigado por la gracia del sacramento del matrimonio y de la vida religiosa. Pero la relación entre hombre y mujer en la vida consagrada, que es el modelo de castidad para los esposos escatológicos, desde esta vida pregusta la alegría del amor escatológico y la comunica a todos aquellos que buscan la felicidad.

2 comentarios:

  1. Inmersos como estamos en la más total promoción de la lujuria y de la lascivia, a niveles impensables hace apenas dos décadas, existiría la tentación de reaccionar de modo rigorista.
    Este hermoso ensayo explica, aclara y exalta el verdadero significado del amor físico y de la unión sexual, en mi opinión llegando a tener momentos de verdadera poesía.
    Gracias, padre Filemón.

    Nadia Márquez

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    Respuestas
    1. Estimada Nadia,
      le agradezco su consenso acerca de mi artículo, y me complace que le haya sido de utilidad.
      Me sorprende que haya encontrado "verdadera poesía" en alguna de mis frases. Sea como sea, yo solamente he tratado de difundir la verdad acerca del celibato y el voto de castidad, tal cual son enseñados por el Magisterio de la Iglesia.

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