miércoles, 29 de marzo de 2023

Respecto al reciente rescripto sobre liturgia (2/4)

Tanto el novus ordo como el vetus ordo suponen la misma lex orandi divina (aunque hoy sólo esté vigente el novus ordo como única lex orandi eclesial), y la Misa del novus ordo supone una nueva visión de la Iglesia, no en cuanto substancialmente diferente a la del vetus ordo, sino una mejor comprensión, más profunda, más clara y explícita, de la misma inmutable verdad sobre la Iglesia, cuyo misterio y verdad sólo comprenderemos cabal y totalmente cuando podamos ser partícipes de la celebración de la liturgia celestial, más allá de cualquier liturgia terrenal. [En la imagen: fragmento de "Misa mayor en la iglesia de Derio" o "El Coro", de 1898, del artista bilbaíno Anselmo Guinea y Ugalde, obra conservada y expuesta en el Museo de Bellas Artes de Álava, España].

Post hoc no significa necesariamente propter hoc
   
----------No tengo ninguna dificultad en compartir el diagnóstico general que en años recientes han expresado algunos teólogos liturgistas acerca de lo sucedido después de entrar en vigencia la disciplina litúrgica establecida por la carta apostólica Summorum pontificum. No hay duda que lo establecido allí por el papa Benedicto XVI fue muy mal comprendido, malentendido, por muchos grupos tradicionalistas (no por todos, claro), y se generó un "paralelismo ritual", según el cual se consideró erróneamente que ese permiso, amplia y generosamente concedido por el papa Ratzinger para celebrar la Misa con el vetus ordo, admitía quedar al margen del novus ordo, dejándolo de lado como si se tratara de una opción rechazable, cuando en cambio el vetus ordo sólo era admitido como "uso extraordinario", especial, permitido para situaciones particulares, para grupos, lugares y tiempos particulares, vale decir, siempre bajo la primacía universal del "uso ordinario" de la Misa según el rito de san Paulo VI, que también para el papa Benedicto era la expresión verdaderamente "católica" de la única lex orandi, como lo es de manera clarísima para el papa Francisco.
----------Sin embargo, no estoy de acuerdo con aquellos que ven aquí el cumplimiento de la conocida falacia latina post hoc ergo propter hoc. Que haya sucedido, de facto, ese dañino "paralelismo ritual", después de haberse promulgado el motu proprio Summorum pontificum, no quiere necesariamente decir que tal hecho haya sucedido de iure, a causa de supuestos errores eclesiológicos y litúrgicos del papa Benedicto XVI en su famosa carta apostólica de 2007. ¿Pudieron haberse dado errores teológicos y jurídicos en el texto de Summorum pontificum? En principio, por supuesto que sí. Pero tal afirmación entra en el campo de lo discutible. Por eso no me siento estar en un todo de acuerdo con textos como el siguiente, donde un reconocido teólogo (prefiero no indicar su nombre) se ensaña con el Papa recientemente fallecido:
----------"La tradición camina con el único rito común, 'única expresión de la lex orandi del Rito Romano' (Summorum pontificum n.1), que merece ser plenamente valorado. La razonabilidad ha prevalecido sobre la abstracción irrealista y sobre la incauta convivencia contradictoria entre fases diferentes e irreversibles del rito romano. Como hemos visto, Summorum pontificum, con una normativa contradictoria, había traído el conflicto a causa de su confusión. Traditionis custodes vuelve al horizonte que puede promover la paz, gracias a su lineal claridad. Summorum pontificum había hecho marginal y accesorio al Concilio Vaticano II, mientras que Traditionis custodes lo restablece de modo muy claro en su irreversibilidad. Obviamente la normativa de Traditionis custodes impacta ahora en las ilusiones que desde hace catorce años se han nutrido y alimentado, incluso desde el centro, y que ahora se inclinan a invertir las partes, haciendo de Traditionis custodes en un documento de 'ruptura de la tradición', sin poder reconocer, con animo sereno, que la ruptura grave se ha producido precisamente con la 'anarquía desde arriba' promovida por Summorum pontificum".
----------Tiene razón ese teólogo cuando habla de la "lineal claridad" de Traditionis custodes en su intención de promover la paz y la unidad eclesial. Lo expresa el papa Francisco en su Carta a los Obispos: "Trece años después, encargué a la Congregación para la Doctrina de la Fe que os enviara un cuestionario sobre la aplicación del Motu proprio Summorum Pontificum. Las respuestas recibidas revelaron una situación que me apena y preocupa, confirmando la necesidad de intervenir. Desgraciadamente, la intención pastoral de mis predecesores, que pretendían 'hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo', ha sido a menudo gravemente ignorada. Una oportunidad ofrecida por san Juan Pablo II y con mayor magnanimidad aún por Benedicto XVI para restaurar la unidad del cuerpo eclesial, respetando las diversas sensibilidades litúrgicas, ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división".
----------Y también es indudablemente cierto que Traditionis custodes denuncia el uso instrumental ideológico que se hizo del Misal de 1962 después de Summorum pontificum, para rechazar al Concilio Vaticano II. Dice el Papa en la misma Carta a los Obispos: "...me entristece el uso instrumental del Missale Romanum de 1962, que se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la 'verdadera Iglesia'. Si es cierto que el camino de la Iglesia debe entenderse en el dinamismo de la Tradición, 'que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo' (Dei Verbum 8), el Concilio Vaticano II constituye la etapa más reciente de este dinamismo, en la que el episcopado católico se puso a la escucha para discernir el camino que el Espíritu indicaba a la Iglesia. Dudar del Concilio es dudar de las propias intenciones de los Padres, que ejercieron solemnemente su potestad colegial cum Petro et sub Petro en el Concilio Ecuménico y, en definitiva, dudar del propio Espíritu Santo que guía a la Iglesia".
----------Aclaro aquí algo obvio, pero que puede ser pasado por alto por el lector: ¿por qué motivo le "entristece" al papa Francisco "el uso instrumental del Missale Romanum de 1962" para manifestar "un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la 'verdadera Iglesia'"?. La respuesta es obvia: no sólo porque tal uso manipulador del vetus ordo y tal rechazo del novus ordo implican una (ya de sí grave) actitud de cisma, sino porque (y esto es mucho más grave) implican una actitud de herejía, desde el momento en que tanto la Misa del novus ordo, el Concilio Vaticano II y el magisterio pontificio postconciliar implican verdades de fe o conexas a la fe. El papa Francisco expresa la misma tristeza que expresaba san Paulo VI cuando le advertía al obispo Lefebvre en los ya lejanos años 1970s que su pretensión de seguir celebrando el vetus ordo iban de la mano con sus declaraciones contrarias a la fe de la Iglesia, es decir, eran declaraciones heréticas.
----------Pero, y volviendo ahora al tema central de este artículo, no tengo por qué estar necesariamente de acuerdo con los teólogos que deciden culpabilizar a Summorum pontificum de tal actitud cismática, cuando se afirma que: "Summorum pontificum había hecho marginal y accesorio al Concilio Vaticano II". O bien, siendo más precisos: tal frase es verdadera si la debemos entender en el sentido de que tras lo resuelto por Summorum pontificum, existieron ciertos fieles católicos que consideraron al Concilio Vaticano II como un "hecho marginal y accesorio"; pero tal frase no es verdadera si se intenta decir que ha sido el propio Benedicto XVI en Summorum pontificum el que consideraba al Concilio Vaticano II un "hecho marginal y accesorio", porque afirmar esto sería suponer lo que es impensable para un Romano Pontífice. Lamentablemente, mucho me temo que no faltan teólogos que parecen intentar convencernos de lo segundo.
----------Es cierto que "la tradición camina con el único rito común, 'única expresión de la lex orandi del Rito Romano' (Summorum pontificum art.1), que merece ser plenamente valorado". Pero no me parece del todo correcto decir que lo dispuesto por el papa Benedicto en el 2007 haya sido una "abstracción irrealista" en pos de una "incauta convivencia contradictoria entre fases diferentes e irreversibles del rito romano". ¿Es posible afirmar esto? Sí, porque el papa Ratzinger pudo haberse equivocado prudencialmente y no haberse dado cuenta de la inconveniencia pastoral de su resolución. Pero, hoy por hoy, al punto al que ha llegado mi conocimiento del tema, no me siento de acuerdo con tales afirmaciones. Por cierto, vetus ordo y novus ordo son fases diacrónicamente diferentes de una única tradición litúrgica, pero no son fases en sí mismas absolutamente contradictorias, sino complementarias, cuya convivencia Benedicto XVI consideró posible. Sin embargo, a la pregunta: ¿se equivocó pastoralmente al considerarlo así? hay que responder: es posible.
----------¿Ha sido aquella decisión de Benedicto XVI una imprudencia de su parte? Quizás sí, quizás no, tenemos derecho a pensar lo uno o lo otro. Pero no puede decirse que Benedicto pudiera haber sufrido de "confusión" en una normativa que se vincula de modo tan estrecho a una cuestión dogmática, como es la unicidad de la lex orandi de la Iglesia. ¿Que la situación eclesial fruto de la enorme crisis que desde hace sesenta años divide a modernistas y pasadistas, convertía en quizás utópica la disciplina establecida por Summorum pontificum? Es posible y, en tal caso, podría juzgarse la decisión de Benedicto como imprudente. Aquí es libre opinar. Pero estoy convencido que no ha sido Summorum pontificum en sí la causa eficiente directa de la nefasta concepción del "paralelismo ritual", sino la propaganda lefebvriana que llevó a muchos católicos tradicionalistas a plegarse también al cisma de ellos, celebrando con el vetus ordo como manifestación de rechazo del Concilio Vaticano II, de la Misa novus ordo, y del magisterio postificio desde 1958.
----------No tengo la misma certeza que algunos tienen de que "Traditionis custodes vuelve al horizonte que puede promover la paz, gracias a su lineal claridad". Y el motivo de mis dudas es conocido: la falta de equilibrio que ha demostrado el papa Francisco en sus diez años de pontificado para combatir los excesos de ambos lados del conflicto entre modernistas y pasadistas. El Papa se muestra riguroso hacia los pasadistas, estableciendo una displina litúrgica que intenta eliminar los abusos en la práctica del vetus ordo; pero no manifiesta el mismo rigor respecto a los abusos litúrgicos de los modernistas en el uso del novus ordo. Es el defecto de los dos pesos y las dos medidas, que deberá ser corregido, acaso en el siguiente pontificado.
----------Veo muy bien que se nos ponga en guardia sobre un mal uso y una mala interpretación de Traditionis custodes, pensando en aquellos que están o estarán "haciendo de Traditionis custodes un documento de ruptura de la tradición", que es precisamente la aspiración de los modernistas, obviamente equivocada, sobre la cual habrá que seguir alertando y vigilando. Pero no puedo estar de acuerdo cuando se dice que "la ruptura grave se ha producido precisamente con la anarquía desde arriba promovida por Summorum pontificum".
----------Considero que tales opinólogos deberían reflexionar sincera y serenamente acerca de en qué medida este tipo de concepciones no siguen fomentado la ruptura y la división en torno a aquello que debiera constituir al centro y manifestación cumbre de la vida cristiana, la liturgia eucarística, fons et culmen totius viate cristiana.
   
Nuevas y mayores explicitaciones aportadas por Desiderio desideravi
   
----------Ahora bien, aproximadamente un año después de promulgada Traditionis custodes, se añadió a su texto disciplinar la carta apostólica Desiderio desideravi, que el 29 de junio de 2022 el papa Francisco dedicó a la "formación litúrgica del pueblo de Dios". Este documento pontificio (compuesto por 65 breves números) nos ofrece un primer nivel de intención, que se transparenta desde sus primeras líneas, y luego vuelve a aparecer al retomarse el tema en los últimos números del texto.
----------Está suficientemente claro que Desiderio desideravi declara derivarse de la Carta a los Obipos que había acompañado a Traditionis custodes el año anterior. Es su extensión complementaria. También queda clara la intención del papa Francisco en recalcar que tras la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II, no podía de ningún modo admitirse un régimen de "paralelismo litúrgico" entre dos formas del mismo rito romano. En todo caso, lo que puede admitirse es el rito vetus ordo a modo de excepción extraordinaria y para casos muy especiales, manteniéndose siempre el principio de que la primacia la tiene el rito novus ordo, única expresión oficial y universal de la lex orandi. Lo dice el papa Francisco de modo más explícito:
----------"Estamos continuamente llamados a redescubrir la riqueza de los principios generales expuestos en los primeros números de la  Sacrosanctum Concilium, comprendiendo el íntimo vínculo entre la primera Constitución conciliar y todas las demás. Por eso, no podemos volver a esa forma ritual que los Padres Conciliares, cum Petro y sub Petro, sintieron la necesidad de reformar, aprobando, bajo la guía del Espíritu y según su conciencia de pastores, los principios de los que nació la reforma. Los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, al aprobar los libros litúrgicos reformados  ex decreto Sacrosancti Œcumenici Concilii Vaticani II, garantizaron la fidelidad de la reforma al Concilio. Por eso, escribí Traditionis custodes, para que la Iglesia pueda elevar, en la variedad de lenguas, una única e idéntica oración capaz de expresar su unidad. Esta unidad que, como ya he escrito, pretendo ver restablecida en toda la Iglesia de Rito Romano" (Desiderio desideravi n.61).
----------Parece indudable que esta frase del Santo Padre indica de qué modo el texto se sitúa explícitamente en la reanudación del plan proyectado por el Concilio Vaticano II y cómo supera de modo claro aquello que algunos teólogos, quizás acertadamente llaman "la prolongada fase de vacilación, que había marcado a la Iglesia católica en la parte final del pontificado de Juan Pablo II y más claramente durante el pontificado de Benedicto XVI", naturalmente entendiendo esa "vacilación" no en el plano doctrinal, sino pastoral.
----------En consecuencia, el papa Francisco indica en Desiderio desideravi que lo que necesita ser devuelto al centro de nuestra atención es la "formación litúrgica". Con esta expresión clásica el Papa quiere retornar al carácter "común" del acto litúrgico, y ante todo eucarístico, cuyos sujetos son Cristo y la Iglesia. Si se admite, como lo hace de modo clarísimo Desiderio desideravi, la cualidad de "celebrantes" de todos los bautizados (aunque no por supuesto en el mismo sentido que el ministro celebrante), entonces es evidente que la doble formación (en la liturgia y por parte de la liturgia) sólo puede suceder gracias a los ritos surgidos de la reforma del Concilio Vaticano II, que han restablecido claramente esta antigua verdad: "Recordemos siempre que es la Iglesia, Cuerpo de Cristo, el sujeto celebrante, no sólo el sacerdote" (Desiderio desideravi n.36).
----------Este principio deriva del valor teológico de la liturgia y permite asumir la celebración "común" como fuente y cumbre de toda la acción de la Iglesia: "Sacrificium eucharisticum, totius vitae christianae fontem et culmen" (Lumen gentium n.11). Por tanto, no tiene sentido fundar una ciencia litúrgica por temor a los abusos a evitar, sino ante todo como deseo de aprender de los usos litúrgicos: "¿Qué arte estamos llamados a aprender al proclamar la Palabra, al escucharla, al hacerla inspiración de nuestra oración, al hacer que se haga vida?" (Desiderio desideravi n.53). Este llamado restaurador que hace el papa Francisco a aprender liturgia y por la liturgia, es verdaderamente un gran acontecimiento de gracia. Da la impresión de que a partir de Redemptionis Sacramentum (2004), se había vuelto habitual, e incluso se daba por descontado, que cuando desde Roma se daban intervenciones magisteriales sobre la liturgia, ellas debían estar llenas sobre todo de preocupaciones, limitaciones, vacilaciones, temores, advertencias.
----------Pero ahora en Desiderio desideravi tenemos un texto orientado a retomar el camino de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, un camino que, por cierto, supone un único ámbito de discusión común y que elimina, estructuralmente, el daño producido por una mala comprensión de Summorum pontificum (no por Summorum pontificum) de una "segunda misa", otra misa, incluso "la misa verdadera", como pretendían convencernos los cismáticos. El horizonte de esta formación litúrgica a la que convoca el papa Francisco es el Concilio Vaticano II y su precioso legado, que Desiderio desideravi n.31 sintetiza así:
----------"Si la Liturgia es 'la cumbre a la cual tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza' (constitución Sacrosanctum Concilium, n.10), entonces comprendemos bien lo que está en juego en la cuestión litúrgica. Sería banal leer las tensiones, desgraciadamente presentes en torno a la celebración, como una simple divergencia entre diferentes sensibilidades sobre una forma ritual. La problemática es, ante todo, eclesiológica. No veo cómo se puede decir que se reconoce la validez del Concilio -aunque me sorprende un poco que un católico pueda presumir de no hacerlo- y no aceptar la reforma litúrgica nacida de la Sacrosanctum Concilium, que expresa la realidad de la Liturgia en íntima conexión con la visión de la Iglesia descrita admirablemente por la constitución Lumen Gentium".
----------Algunos teólogos sacan de este pasaje de Desiderio desideravi la siguiente conclusión, a mi entender apresurada y ambigua: "Aquí la cuestión eucarística y litúrgica vuelve a ser comprendida en el terreno teológico y eclesiológico que le corresponde. Un paralelismo ritual aparentemente irénico, esconde una grave competencia entre diferentes visiones de la Iglesia y de Dios".
----------Frente a esa conclusión, supongo que los lectores, tras lo que hemos reflexionado, podrán comprender por sí mismos, las dos precisiones que deben hacerse:
----------1) Ese "paralelismo ritual aparentemente irénico" no surge, como pretenden los teólogos que así lo afirman, de iure del texto y de las intenciones del papa Benedicto XVI en la carta apostólica Summorum pontificum, sino que, por el contrario, ha surgido de facto de los abusos cometidos por aquellos que han querido instrumentalizar Summorum pontificum para intentar crear ese paralelismo litúrgico, en rechazo a la Misa de san Paulo VI, al Concilio Vaticano II, y al magisterio pontificio a partir de 1958.
----------2) No queda del todo claro lo que esos teólogos entienden decir cuando afirman que la Misa del rito novus ordo y la Misa del rito vetus ordo suponen "diferentes visiones de la Iglesia y de Dios". En todo caso, lo que sabemos con certeza y lo que es necesario afirmar es que tanto el novus ordo como el vetus ordo suponen la misma lex orandi divina (aunque hoy sólo esté en vigencia el novus ordo como la única lex orandi eclesial), y que la Misa del novus ordo supone una nueva visión de la Iglesia, no en cuanto substancialmente diferente a la del vetus ordo, sino una mejor comprensión, más profunda, más clara y explícita, de la misma inmutable verdad sobre la Iglesia, cuyo misterio y verdad sólo comprenderemos cabalmente y totalmente cuando podamos ser partícipes de la celebración de la liturgia celestial, más allá de cualquier liturgia terrenal.

4 comentarios:

  1. La realidad tiene la cabeza dura y no se deja doblegar por los ideólogos. El venerable rito de Siempre... así llamado por San Pío V... sostiene la fe de centenares de sacerdotes y de millones de fieles que no tienen ninguna intención de ser reeducados.
    De manera que como en todos los domingos seguiré rezando... INTROIBO AD ALTARE DEI... con todos mis respetos y buena paz a una ideología cansada, vacía y estéril.
    PD: lo establecido para la Fraternidad de San Pedro vale, por analogía, para todos los Institutos ex Ecclesia Dei en virtud de sus estatutos aprobados en su momento por la Sede Apostólica.
    ¡Que viva la realidad y al diablo con la ideología...!

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    1. Estimado Padre Jorge H.,
      me parece por lo menos curioso que usted invierta la relación entre realidad e ideología.
      Un rito que ya no está en vigencia es una ideología. La realidad, la única común a todos los cristianos católicos, es el rito romano que el Concilio Vaticano II y la Reforma litúrgica por el Concilio impulsada, han restituido a su verdadera vocación.
      Cuando se vive en la convicción de que el propio prejuicio es normativo, se entra en el túnel de la ilusión y la mistificación. Y esto no es ni espiritual ni edificante.

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  2. Afortunadamente, el venerable rito conocido como de San Pío V tiene de su parte el soplo del Espíritu Santo. La que llaman reforma de Pablo VI, que es un falso retorno a la liturgia de los primeros siglos, tiene de su lado a personajes como Andrea Grillo. La "nueva Misa" ya está muerta y sepultada. Si mi fortaleza física me acompaña, en unas pocas décadas se extinguirá, como se extinguirá la iglesia del Concilio Vaticano II. En muchos países del norte de Europa ya ha desaparecido.
    Miguel Sanrafaelino

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    1. Estimado Miguel Sanrafaelino,
      es cierto que el venerable rito conocido como de San Pío V ha tenido de su parte "el soplo del Espíritu Santo", como dice usted, porque todo en la Iglesia, y sobre todo su vida litúrgica, en lo que ella tiene de válido, vital, verdadero y eterno, es impulsado y vivificado por el Espíritu del Señor.
      Sin embargo, a diferencia de los ortodoxos orientales, los católicos creemos en que el Espíritu Santo procede del Padre "y del Hijo" (filioque), y por eso es Espíritu del Señor, el mismo Señor que ha constituído a Pedro su "vice", su vicario en la Iglesia terrena.
      De ahí que la Iglesia de Pedro no sufre las divisiones que sufren los ortodoxos orientales, que extralimitan la teología del Espíritu Santo (la pneumatología), obscureciendo la cristología y, por ende, la eclesiología.
      Son los sucesores de Pedro los que han ido normando y configurando la liturgia, y en la liturgia, la liturgia eucarística. Por eso el actual rito romano no es ni "un falso retorno a la liturgia de los primeros siglos" ni un "producto de laboratorio", sino que es la Misa de siempre, como lo ha sido la Misa que se celebraba en tiempos de los Apóstoles, y en tiempos de san Agustín, o en tiempos de san Pío V, o de san Gregorio, o de Pío XII, o de san Paulo VI, o en nuestros tiempos, porque el rito actual también "tiene de su parte el soplo del Espíritu Santo", pues no puede ser de otro modo, al haber sido normado por Pedro, llamado Paulo VI o llamado Francisco.
      Nosotros no somos ortodoxos orientales.

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