martes, 27 de diciembre de 2022

El Laicado en la Iglesia de hoy

No cabe duda que en las décadas recientes ha surgido un Laicado más consciente de su lugar en la Iglesia y más comprometido con su misión, en filial, libre e inteligente sumisión al Papa y a los Pastores. Y sin duda, con este tipo de laicado tenemos hoy en la Iglesia uno de los mejores frutos de las enseñanzas del Concilio Vaticano II. [En la imagen: una escena de la Misa de Apertura de la 30° Asamblea Federal de la Acción Católica Argentina, en la Iglesia Catedral de la Arquidiócesis de La Plata, el 7 de mayo de 2022].

----------Un fenómeno hoy no infrecuente en la Iglesia es la acción de un Laicado más preparado, más convencido de su lugar y su misión, más vigilante, más fiel a la Iglesia, más valiente, más comprometido, y más enamorado de la perfección evangélica y de la santidad, de cuanto a veces se encuentra en los Religiosos, en los Sacerdotes, en los Prelados, quienes, a la inversa, parecen con frecuencia vacilantes, inseguros, timoratos, carentes de plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia, cuando no aparecen también en ciertas circunstancias demasiado sumisos ante las injusticias, sin defender como debieran la verdad, mostrándose miopes, oportunistas y condicionados por el respeto humano, apegados al poder o seducidos por la ambición.
----------No cabe duda de que con este tipo de laicado tenemos hoy en la Iglesia uno de los mejores frutos de las enseñanzas del Concilio Vaticano II: la Iglesia como "Pueblo de Dios" y la rica teología del laicado, que había sido preparada en precedencia por grandes fenómenos como la Acción Católica, y por los estudios de Pietro Pavan, de Tullo Goffi, de Jacques Maritain, de Yves Congar y de tantos otros.
----------Sin embargo, el Concilio Vaticano II también ofrece buenas directivas sobre el ministerio de los pastores y del Papa, aunque quizás cabría esperar una figura de pastor más incisiva, más decidida y más enérgica. Desgraciadamente la carencia advertida en estos aspectos, se ha acentuado por una mala interpretación del Concilio de nuestro tiempo. Y esto ha significado, a mi modo de ver, que haya surgido una cierta debilidad en los pastores y a veces una cierta arrogancia en los laicos. Pero los buenos laicos han comprendido bien su rol y, afirmando su identidad y su autonomía, se han mantenido fieles a la Jerarquía y al Papa.
----------Así, indudablemente también aquí, en lo que respecta a la teología del laicado, como para muchas otras doctrinas del Concilio Vaticano II, hay que lamentar un grave malentendimiento que se arrastra desde hace décadas y que ha tomado por pretexto la dignidad del bautizado o del simple cristiano para difundir en todos los niveles una eclesiología y una concepción del laico católico que se aleja de la verdadera concepción conciliar, para asumir influencias de tipo protestante, laicista, iluminista y secularista.
----------Así, aquella alta dignidad del laico que es prospectada por el Concilio, sobre todo en Lumen Gentium, en Gaudium et Spes y en Apostolicam Actuositatem, dignidad fundada en la esencia del laico como hijo de Dios movido por el Espíritu Santo, operante en comunión con los Pastores por la animación evangélica de las realidades terrenas, ha sido deformada por una concepción populista y demagógica de la Iglesia, donde la "democracia" quisiera sustituir a la Jerarquía, poner el sacerdocio común de los fieles en el puesto del sacerdote ministerial, una Iglesia "desde abajo" y no "desde lo alto", es decir, fundada no por Cristo mediante la institución de los sacramentos y el colegio de los apóstoles, sino, según un esquema que ya era de los modernistas, la Iglesia como movimiento espontáneo carismático sociopolítico orientado a la liberación terrena del hombre, donde la referencia a Cristo no es ya entendida como a Aquel que ha fundado jurídicamente la Iglesia como institución, con su doctrina, sus sacramentos, sus poderes y sus leyes, sino que simplemente ha inspirado e iniciado un movimiento espiritual doctrinalmente fluido y jurídicamente indeterminado, que subsecuentemente por motivos de conveniencia y de organización se ha dotado de una estructura jurídica deducida del ambiente histórico-social del Imperio Romano. De hecho, Schillebeeckx y Rahner hablan de "experiencia atemática" que luego subsecuentemente habría sido inadecuadamente expresada e "interpretada" en conceptos mutables y relativos, deducidos del "dualismo griego" luego evolucionados hacia la "Escolástica", que serían los dogmas y la doctrina de la Iglesia en el curso de los siglos. Teoría típicamente modernista.
----------Pero aquí no sólo hay que mencionar las tesis de Rahner y Schillebeeckx. La eclesiología de la teología de la liberación latinoamericana se encuentra sobre esta misma línea, como lo estuvieron también muchas de las así llamadas "comunidades de base" o "grupos espontáneos" de los años del inmediato postconcilio, hoy a veces transformados en "movimientos" estructurados y reconocidos por la Iglesia, que sin carecer ciertamente de buenas cualidades, sin embargo tienden a veces a sustraerse de variados modos y en diferente grado y medida a la guía doctrinal, litúrgica y disciplinaria de la Iglesia.
----------Pero lo que ha ocurrido más recientemente ha sido un cambio en la actitud por parte de ciertos laicos o de grupos de laicos y de ciertos pastores en relación al Magisterio de la Iglesia con particular referencia a la autoridad del Papa: si en el período inmediatamente postconciliar se produjo la difusión de un progresismo modernista y contestatario sobre todo en los jóvenes, en los laicos y en los sacerdotes, mientras que el episcopado permanecía sustancialmente en comunión con el Papado, últimamente se han invertido de alguna manera las partes: así, ha surgido de un modo siempre más fuerte un laicado culto, celoso, aguerrido, de fuerte fidelidad al Magisterio, a la Escritura y a la Tradición por una parte, mientras que por otra parte la tendencia modernista y anti-romana se ha extendido entre los pastores y los obispos, de modo que ahora no es infrecuente ver a laicos en defensa del Romano Pontífice, del dogma o de la tradición, contra religiosos, sacerdotes, teólogos, moralistas, liturgistas y obispos modernistas, filo-protestantes, liberacionistas y anti-papales, los cuales, por el poder del que disponen, terminan por perseguir a los verdaderos fieles a ellos sometidos, al punto de que ni Roma tiene la fuerza para defenderlos, también porque no faltan infiltraciones modernistas incluso en ciertos ambientes de la Santa Sede, cosa esta del todo reciente (recordemos por ejemplo el caso Paolo Gabriele, hace solo una década), que viene a testimoniar que la escalada al poder perseguida por los modernistas desde hace cincuenta años, empieza a dar sus resultados.
----------En referencia a toda esta problemática, que sólo he resumido brevemente, es precisamente el caso de decir "el Espíritu sopla donde quiere". Como en muchos casos hoy ha venido a menos y no existe una buena guía sacerdotal o episcopal en campo doctrinal, litúrgico y moral, ha aparecido, por obra del Espíritu Santo, este consolador y alentador fenómeno de compensación consistente en una laicidad que sabe lo que hace, que no se deja engañar por falsos teólogos, ni escandalizar por la conducta de malos pastores, mientras que al mismo tiempo está muy lejos de asumir actitudes laicistas y contestatarias frente al Magisterio, un Magisterio al que de hecho ellos siguen y defienden contra ciertos pastores y teólogos rebeldes y desobedientes.
----------Esto sucede en muchos ámbitos de la vida eclesial: en el ámbito de la liturgia, de la moral y del propio dogma, donde no es infrecuente que ciertos laicos preparados y valientes saben denunciar injusticias y desviaciones, allí donde los clérigos callan o por miedo o por oportunismo. Estos laicos están más que nunca sometidos, aunque en la santa libertad de los hijos de Dios, a la guía de la Iglesia, pero de la verdadera Iglesia, la de los apóstoles, la de la Santísima Virgen María, la de los Papas, la de la Biblia, la de la Tradición, la de los dogmas, la de los sacramentos, la de los Santos, la del derecho canónico, la del Catecismo, la de santo Tomás de Aquino, la Iglesia morada de la Santísima Trinidad, comunidad de los hijos de Dios, Cuerpo místico y Esposa de Cristo, la Iglesia de la tierra y del cielo, la Iglesia comunión de amor, la Iglesia pueblo de Dios, de los pequeños y de los pobres obediente al Magisterio y al Papa, y no la Iglesia de aquellos, modernistas o pasadistas, que tratan de construirla por cuenta suya, ya sea hiperhorizontalista, secularista y politizante, ya sea hiperverticalista, hiperliturgista y farisaicamente elitista, que muy poco tiene que ver con la verdadera Iglesia de Cristo, camino a la vida eterna y "sacramento universal de salvación".

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