viernes, 2 de diciembre de 2022

Idealismo y nihilismo

Desgraciadamente la mentalidad que caracteriza al idealismo también se ha infiltrado en alguna medida entre nosotros los católicos, y de ahí la actitud (tanto modernista como pasadista, en ambos casos siempre una actitud idealista, subjetivista), ya sea de laicos, sacerdotes, religiosos, teólogos, moralistas, obispos y hasta de algunos cardenales, de situarse ante el Catecismo de la Iglesia Católica no con la veneración que se debe a un sagrado e intangible patrimonio de verdad salido de los labios de Dios, aunque sea a través de la Iglesia, sino como un guión que el director de teatro se reserva el derecho de utilizar o no utilizar o de modificar libremente para dar espacio y cabida a la originalidad de su estro artístico, complaciendo los gustos del público.

El realismo
   
----------El gran valor inherente al realismo gnoseológico, que brilla particularmente en santo Tomás de Aquino, es la atención a lo real, tanto en su concreción como en su universalidad, el sentido del ser, la estima por el ser y por tanto el empeño del intelecto para adecuarse al ser de las cosas, a captar las cosas como son, a respetarlas en su singularidad, en sus contornos esenciales y en su objetividad, independiente de nosotros pero dependiente sólo del poder creador divino, esas cosas que nos son dadas por la bondad divina a fin de que las usemos para nuestro propio bien y para la gloria de Dios.
----------Nuestro mismo ser y el de las otras personas es entre esas realidades lo más noble y por tanto también con respecto a ese ser nos es impuesto el deber de reconocerlo tal cual es, de respetar sus leyes y sus fines para obtener esa felicidad que todos espontáneamente buscamos.
----------El realismo impone también reflejar el ser objetivo en nuestro pensamiento, en nuestros juicios y en nuestra palabra, para luego comunicar a los otros, en espíritu de servicio, el conocimiento adquirido y escuchar a los otros en cuanto de verdadero ellos han adquirido gracias siempre al método del realismo, que significa en el fondo ser honestos y leales hacia lo real y hacia la verdad.
----------El realismo impone tomar siempre como regla del pensar el ser objetivo y externo o también la voz de la conciencia rectamente informada, y no nuestros preconceptos o ideas fijadas apriorísticas arbitrariamente dadas por sentadas y no verificadas sobre lo real. De tal modo estamos siempre dispuestos a corregirnos de los errores y también a ayudar a otros caritativamente a corregirse de sus propios errores.
----------Atención y estima por el ser quiere decir, en consecuencia, atención y estima por todos los valores, desde los más pequeños hasta los más grandes, reconocidos en su escala jerárquica, en su variedad, en su orden, en su origen y en su finalidad, estima por lo existente, por lo verdadero, por el bien, por la vida, por el amor, por la virtud, por los valores del espíritu, por el placer que viene de la consecución de estos bienes y del recto ejercicio de nuestra actividad según los dictados de la moral.
----------Sentido del ser quiere decir saber distinguir el propio pensamiento o concepto del ser o de lo real del mismo ser y real -la cosa en sí de la cosa según mi- y por tanto no reducir el ser al ser pensado como hacen los idealistas que terminan por dar cuerpo a las sombras, al cambiar la realidad por su propia fantasía y por no decir con sus propias alucinaciones. "No es la piedra lo que está en el alma -dice el sabio Aristóteles- sino la imagen de la piedra" o como decía aquel personaje de Shakespeare a su amigo: "Hay muchas más cosas en la realidad, querido amigo, de cuantas están en tu mente".
----------Sentido del ser quiere decir entonces saber distinguir la apariencia de la realidad, el videtur del esse, lo sustancial de lo accidental, lo verdadero de lo falso, lo importante de lo menos importante, lo opinable de lo cierto, lo objetivo de lo subjetivo, lo creíble de lo increíble, lo confiable de lo no confiable, y similares actitudes mentales y morales.
----------Sentido del ser es, pues, neta percepción de la diferencia u oposición abisal entre el ser y la nada. También aquí reside el valor del realismo: no confundir el ser con el no-ser. Saber distinguir lo posible de lo imposible o de lo absurdo. Significa percepción de los grados del ser, y por tanto percepción de la diferencia según analogía entre Dios, supremo Ente, Ser absoluto e infinito subsistente, y los innumerables otros entes por Él creados finitos, múltiples, contingentes, devenientes, generables y corruptible, creados por Él de la nada.
----------Sentido del ser implica la percepción, por tanto, del límite (natural y defectivo) de las cosas y de nuestro mismo ser, de sus potencias, de sus facultades: somos algo, más aún, somos creados a imagen de Dios; pero cada uno de nosotros está ligado al no-ser. Yo no soy tú y tú no eres mí. Lo que yo tengo no lo tienes tú y viceversa. En mi actuar no puedo superar ciertos límites. Por tanto el no-ser: no soy a veces lo que quisiera ser; no soy lo que no puedo o no llego a ser; no soy todavía lo que seré y lo que quiero ser o tiendo a ser o deseo ser. No puedo ya ser siempre lo que he sido.
----------No puedo hacer que no haya sido aquello que he hecho en el pasado. Incluso en el presente no puedo poner en acto simultáneamente todas mis posibilidades. No puedo resistir a ciertas dificultades o tentaciones. No puedo manejar todo yo solo, no puedo arreglármelas por mi mismo en todo. No soy capaz de actuar siempre sin pecar. Todo esto se comprende si sabemos distinguir el ser del no-ser.
----------El realismo permite también la percepción de lo falso y del mal, entrambos vinculados al no-ser. Lo falso es falta de adecuación del intelecto a lo real o bien es algo que no corresponde a su modelo ideal. El mal es privación de un bien debido. En todo caso no existe lo que debería ser ni en el pensamiento ni en la realidad.
   
El idealismo
   
----------Por el contrario, en el idealismo, hoy desgraciamente infiltrándose también en el pensamiento católico, como he señalado reiteradamente en este sitio, no obstante ciertas apariencias que lo hacen parecer superior al realismo, no existe un verdadero sentido del ser, ni un verdadero respeto por la realidad. En efecto en el idealismo, a partir de Descartes que es su fundador, parece exaltada al máximo la dignidad del pensamiento, pero en realidad, si prestamos atención a cómo Descartes concibe el pensamiento, nos daremos cuenta, sobre todo de las consecuencias extremas que sus seguidores han extraído de sus principios, que el espiritualismo y el racionalismo cartesianos conducen en última instancia a la anulación del pensamiento y, en consecuencia, a la insensibilidad frente al ser, que es el objeto del pensamiento.
----------En efecto, la famosa conciencia cartesiana de pensar, el cogito, si prestamos atención, no es verdadero pensar, sino que, en cambio, es un dudar. Es decir, Descartes dice: "dudo, luego pienso". ¡Pero eso no es cierto! El dudar no es un pensar, sino que, como sabiamente señala santo Tomás de Aquino en el Comentario a la Metafísica de Aristóteles, que expresa la misma idea, el dudar es un bloqueo del pensamiento, y si el pensamiento está bloqueado, ¡no alcanza su objeto, que es el ser!
----------Por consiguiente, ya en el cogito cartesiano está el germen del nihilismo, no obstante toda la aparente certeza que da el cogito cartesiano. Pero entonces, aun suponiendo (y no concediendo) que yo reconozca pensar, Descartes no dice en qué pienso. Sobreentiende, sí, que pienso en mis ideas. Pero así estamos de nuevo como al principio: él mismo dice, al comienzo de su búsqueda acerca de la verdad del saber, que no estoy cierto ni seguro de que a mis ideas correspondan las cosas externas. ¿Y entonces?
----------¿Y entonces, dónde debería inevitablemente terminar la nueva filosofía de Descartes, aquella que sus altivos y ensoberbecidos discípulos llaman con arrogancia "filosofía moderna", como si hubiera sido su maestro quien descubriera finalmente la filosofía? Y ni siquiera es cierto, como dice Bontadini, que Descartes "la ha rehecho desde cero": ¡digamos más bien que la ha estropeado desde el fondo!
----------En suma, al final, llevando la gnoseología idealista a sus extremas consecuencias, como sucede por ejemplo en Friedrich Nietzsche [1844-1900] o en Jean-Paul Sartre [1905-1980] y en el fondo también en Martin Heidegger [1889-1976], no obstante su desesperado intento por recuperar el ser, el ser, resuelto en la finitud y en la temporalidad, se debilita y desaparece, todo deviene nada, todo se oscurece, todo pierde su sentido, su significado, su inteligibilidad, cualquier cosa vale tanto como otra, nada tiene más valor, nada ya suscita interés, nada permanece evidente, nada permanece cierto, sino que todo es puesto en duda, no hay conexión con nada: todo es relativo y poco fiable, la comunicación deviene imposible, nos sentimos prisioneros de una soledad horrible ("solipsismo") sin ningún apoyo, sin ningún Dios y sin ayuda de nadie.
----------Surge así la angustia existencial de sentirse suspendidos sobre la nada o colgados de la nada. Kant, el gran maestro de la "razón", ya hablaba del "báratro de la razón": la razón del idealismo, que en el fondo está privada de su alimento que es el ser. Todo así parece provenir de la nada y todo parece ir hacia la nada, como dice Giacomo Leopardi [1798-1837]. El ser se confunde con la nada. El ser es nada. ¿Qué es, al fin de cuentas, la concepción hegeliana del devenir como "ser idéntico a la nada", sino una concepción nihilista del devenir, que ha engañado a Bontadini haciéndole creer que "el devenir es contradictorio"?
   
El nihilismo de Severino
   
----------Emanuele Severino [1929-2020], sobre quien hemos reflexionado recientemente en este blog, acusa al cristianismo de nihilismo por el mero hecho de que admite una creación divina de la nada (por tanto, un pasaje del no-ser al ser) y la existencia de entes contingentes. Pero Severino está totalmente equivocado. El nihilista es él, con su negación de la existencia del devenir, del espacio-tiempo, de la historia, de lo contingente, de la multiplicidad, de la diversidad, del surgir y del perecer, de la creatividad del hombre.
----------Contradictoria es la simultaneidad del ser con el no-ser; pero el acto creador no implica en absoluto esta simultaneidad, sino más bien un antes (plano de la posibilidad) de la creación y un después de la creación (plano de la actuación o de la realidad), como la misma Biblia se expresa, aunque por supuesto este "antes" y este "después" no deben ser necesariamente entendidos en sentido temporal sino sólo trascendental.
----------¿Qué queda, entonces, en la visión de Severino? Queda este Ser único, eterno y necesario y nada más. No existe ningún mundo distinto de este Ser absoluto, que podría dar la impresión de ser Dios, sólo que retira algunos de sus atributos. Sin embargo, no es un Dios creador y trascendente, sino un Dios solitario y voraz que absorbe todo en sí mismo y por lo tanto anula todo en sí mismo.
----------También la idea de Severino de que todo sea eterno, da a primera vista la ilusión de un respeto por el ser, pero en realidad es una droga del espíritu que crea estados mentales de autoexaltación, por la cual -característica del idealismo- el sujeto, que se considera "aparición del Ser", resuelve todo lo real en sus ideas, como si él fuera el diseñador y el creador de la realidad y del universo.
----------En Severino, el ser parece fuerte, porque es denominado "eterno" y "necesario". Pero en realidad, ya que luego para Severino el mundo mismo, que es nada, se identifica con este Ser, he aquí que este Ser, consumido por la nada en su interior, implosiona sobre sí mismo, se desinfla como un globo perforado, y se anula a su vez.
   
Los coletazos del idealismo en el modernismo y en el pasadismo católicos
   
----------El idealismo, como lo reconoce el propio Hegel, surge de un estado de ánimo de "total devastación". Probablemente algo similar debió haberles ocurrido también a Lutero y a Descartes. Famoso es el drama de Lutero, que se sentía irremediablemente en culpa y condenado por un Dios irracionalmente arbitrario e inexorable. Igualmente famosa es la duda cartesiana, irracionalmente escéptica acerca de la verdad del sentido y por tanto de la existencia de un ente extramental, a cuya verdad el intelecto no puede adecuarse con sus ideas. El ser permanece extraño al pensamiento, inalcanzable.
----------Estamos delante de gente que se lanza al báratro con la pretensión luego de salir por si solos, más aún con la presunción, en la cual desgraciadamente muchos creen, de que han salido por sí solos. Por eso sus seguidores, a menudo personas psíquicamente inseguras, reproduciendo en sí mismos la experiencia del maestro, pasan de un estado de total auto-destrucción o auto-negación a un estado eufórico de absoluta auto-afirmación y de arrogante seguridad, de total auto-certificación y auto-referencialidad y ¡ay de quien los contradiga, los critique o intente corregirlos! Toman el lugar de Cristo al querer "atraer a todos hacia sí mismos" y se vuelven feroces contra todo adversario.
----------Naturalmente, a todos les sucede encontrar la angustia, la insensatez, el sentirse que todo se derrumba sobre uno mismo, el estar privados de fundamento, aplastados por sentimientos de culpa, roídos por una duda radical, abatidos por la desgracia o por el duelo o por la enfermedad; pero no por esto la persona humilde y de buen sentido común disfruta de un gusto morboso y voluntario en tales situaciones desesperantes, sino que recurre a las energías que le quedan, invoca a Dios y vuelve al camino.
----------Pero no sucede así para estos personajes que se consideran los grandes héroes y salvadores de la humanidad. Les encanta describir este drama interior suyo recargando las tintas para resaltar mejor la fuerza y ​​la genialidad de la solución por ellos propuesta, la cual no aparece en absoluto como efecto de una humilde y sincera adhesión a lo real o a la Palabra de Dios, sino como titánica empresa que rehace de nuevo el pensamiento, el ser y el mundo a perenne memoria de las posteridades, que de ahora en adelante con eterna gratitud aprenderán sólo de ellos la verdad, repudiando todo el pasado que, para decirlo con Heidegger, es "historia del error", y para iniciar la nueva era fundada por ellos.
----------Excepto que, sin embargo, dado que la idea de esta supuesta "nueva era" no tiene ningún fundamento real, sino que es solo el fruto de sus sueños y sus ambiciones, he aquí que todos sus discursos sobre el Pensamiento puro, sobre el Infinito, sobre el Absoluto, sobre el Eterno, sobre la Autoconciencia, sobre lo Trascendental y así sucesivamente, se desvanecen en una pompa de jabón -cuando las cosas van bien-, por lo cual, faltando la verdadera relación realista con el ser, he aquí que asoma y se perfila imparable en el horizonte el espectro lúgubre y tenebroso de la nada.
----------Y no se trata ciertamente de la "Nada" de la cual hablan los místicos alemanes de los siglos XIII-XIV, expresión también usada por santo Tomás de Aquino para significar que el Misterio divino es tan trascendente, incomprensible e inefable, que Él es "nada", no ciertamente en sentido absoluto, lo que no sería mística sino ateísmo, sino que es nada de todo lo que nosotros comprendemos con la limitación de nuestra razón, aun iluminada por la fe. Pero en sí, es claro que Dios es Ser infinito.
----------Algo parecido parece encontrarse también en el Budismo, pero dado que esta doctrina relativiza la conceptualidad, el Nirvana budista, por más beatificador y pacificador que sea, parece ser más un cautivador y dulce estado de confusión mental, que una verdadera iluminación del intelecto acerca de una Verdad absoluta y trascendente, aquel intelecto que no puede pensar en Dios sino mediante conceptos trascendentales, por lo tanto absolutos e inmutables, como sucede en la verdadera mística católica.
----------También santo Tomás en su Comentario a la Metafísica de Aristóteles, habla de una "universalis dubitatio de veritate", pero Tomás está muy lejos de cargar de lo inverosímil a este estado de desazón de la mente, como hacen los citados personajes, cuyo drama huele mucho al forzamiento y a la puesta en escena para aparecer a los ojos de los ingenuos como los grandes salvadores de la humanidad que han vencido a monstruos horribles y aterradores, imitando la obra redentora de Cristo que vence a Satanás y libera al hombre del pecado. Excepto que Cristo, Hijo de Dios, tenía los títulos para semejante empresa; pero por cuanto respecta a estos personajes, no se ve en base a qué título vienen a presentarse ellos como la Verdad finalmente venida al mundo para salvar a la humanidad de las tinieblas del Error.
----------Desgraciadamente esta misma mentalidad, que caracteriza al idealismo, sobre todo en sus desarrollos hegelianos, retomada en el siglo pasado por Giovanni Gentile y en nuestro siglo por Emanuele Severino, también se ha infiltrado en alguna medida entre nosotros los católicos, claro que en múltiples y diversísimos grados, de mayor o menor nocividad, como he señalado en artículos anteriores.
----------De ahí la actitud modernista (no ausente en ambientes pasadistas o tradicionalistas, envenenados también de idealismo y subjetivismo) de laicos, sacerdotes, religiosos, teólogos, moralistas, obispos y hasta de algunos cardenales, de situarse ante el Catecismo de la Iglesia Católica no con la veneración que se debe a un sagrado e intangible patrimonio de verdad salido de los labios de Dios, aunque sea a través de la Iglesia, sino como un guión que el director de teatro se reserva el derecho de utilizar o de no utilizar o de modificar libremente para dar espacio y cabida a la originalidad de su estro artístico, complaciendo los gustos del público. Es lo que se ve precisamente en aquel modernista que se siente un católico de avanzada, más allá del Concilio Vaticano II y del magisterio del post-concilio hasta el Papa actual, que han quedado ya muy atrás del verdadero progreso; y es lo que también se ve en aquel pasadista, que se considera más infaliblemente inspirado que el Papa, para determinar lo que es y no es Verdad, Evangelio y Tradición católica.
----------Es decir, aquí (y estoy hablando ahora sólo de los coletazos de la corriente idealista en el ambiente católico) falta totalmente esa actitud mental realista, por la cual el intelecto a la luz de la fe acoge humildemente la realidad tal cual es, tanto la verdad humana como la verdad divina. En cambio, este método idealista, que hace depender el ser del pensamiento, se cree autorizado a modificar los planes y las ideas del Creador en base a sus propios planes e ideas, porque en el fondo se piensa ser "momento del Absoluto" o "teofanía del Ser", mientras que se es y se sigue siendo más que nunca un miserables mortal, lleno sólo de sí mismo.
----------Desterremos ya de una buena vez, por tanto, toda soberbia, y toda vana ostentación y toda hipócrita presunción, reconozcamos nuestra verdadera dignidad de personas e hijos de Dios, sometiendo nuestro intelecto y nuestro corazón al dulce imperio de nuestro Señor Jesucristo, y obtendremos así verdaderamente aquella grandeza y aquella felicidad que vanamente promete el idealismo a los que no soportan el yugo de la verdad, sino que pretenden ser ellos mismos el primer origen de la verdad, para imponerse a los demás con un método que no puede ser más que el de la seducción o de la prepotencia.

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