Una falsa espiritualidad, que tiene sus raíces en el irracionalismo y fideísmo luteranos, relativiza el valor de la metafísica o cree poder prescindir de ella. Sin embargo, quien no sabe gustar la espiritualidad natural, tampoco puede gustar la sobrenatural divina. Quien no aprecia los valores de la razón, no puede apreciar los de la fe. [En la imagen: fragmento de "Moisés ante la zarza ardiendo", dibujo al carbón, de Rafael Sanzio, de alrededor de 1514, actualmente en la Galería Farnese, del Museo de Capodimonte, Nápoles, Italia].
El papa Francisco en medio de la tempestad
----------Recientemente he comentado las palabras del papa Francisco de elogio a santo Tomás de Aquino, pronunciadas en un congreso tomista internacional celebrado hace poco en el Angelicum de Roma. Creo que es bueno tomar ocasión de esta importante intervención del Papa, para tratar un tema filosófico, de cuyo peso y urgencia lamentablemente pocos se dan cuenta, pero que en cambio necesita ser focalizado para hacer una contribución válida a la serenidad de las almas, hoy perturbadas por un clima generalizado de conflictualidad, por un oscuro sentimiento de insensatez, de desconcierto religioso y moral, en el cual parece declinar, incluso antes que la luz de la fe, la luz de la razón, y en consecuencia también la rectitud de la razón práctica, ofuscada por el subjetivismo, por el egocentrismo, por el sensualismo y por el libertinismo. Se trata de la importancia y de la utilidad espiritual, humana y eclesial del pensamiento metafísico de santo Tomás.
----------En la sociedad y cultura actuales es vigorosa la operatividad de la razón en el campo de la tecnología y de las ciencias experimentales. La razón práctica no está privada de tener serias aplicaciones, gracias a Dios, en los campos social, político y económico, aunque siempre quedan graves carencias, injusticias, desigualdades, necesidades insatisfechas, derechos pisoteados, por no hablar de las guerras en curso, donde la luz de la razón parece totalmente extinguida y sustituida por la locura y por la crueldad.
----------En cambio, la razón frecuentemente está debilitada y ofuscada o desdibujada o distorsionada o incluso parece estar ausente donde ella puede e incluso debe dar lo mejor de sí, y esto es en las raíces del saber, en el horizonte de los primeros principios y de las primeras certezas, en el ámbito de los valores universales de fondo y de las supremas instancias del pensamiento.
----------Es necesario revitalizar la razón en su propio ámbito, casi hacerla resucitar, enderezarla, hacerla funcionar regularmente, infundirle nuevas energías, reorientarla en la dirección y sentido correctos, hacerla fuerte contra sus enemigos, liberarla de los lazos de los sofismas, de las ideologías y de la violencia de la pasiones, hacerla salir de la niebla, darle nuevo coraje e iniciativa para el bien del hombre y la gloria de Dios. Y para obtener esto, nada mejor que un fuerte renacimiento de la metafísica tomista.
----------En muchos espíritus hoy domina todavía con su encanto ilusorio el mito de la "filosofía moderna", difundido por los cartesianos para propagandear ese idealismo cartesiano, del cual ha surgido el idealismo trascendental alemán culminado en Hegel. La aplicación de esta ideología deletérea, con el agregado de otros factores detonantes, ha producido, como saben los historiadores, las dos guerras mundiales del siglo pasado. Sin embargo, no obstante lo sucedido, permanece en muchos la convicción de que para ser modernos es necesario reemplazar a santo Tomás por el idealismo alemán.
----------O bien, si se quiere conservar todavía a Tomás de Aquino, es necesario, según ellos, convertir a Tomás en un idealista. Incluso la modernización de la Iglesia y el progreso de la teología promovidos por el Concilio Vaticano II han sido interpretados por estos innovadores no en el sentido de hacer progresar el tomismo, que es la verdadera directiva emanada por el Concilio, sino de llevar a cabo la renovación en un sentido modernista, asumiendo el idealismo cartesiano-hegeliano.
----------La verdadera metafísica -piensan algunos- no es la de Tomás, sino la de Descartes, para el cual el objeto de la metafísica no es, como para Tomás y Aristóteles, el ente en cuanto ente, sino la conciencia de que yo existo. De este "yo existo" Fichte luego ha derivado el Yo Soy -el así llamado Yo trascendental-, que Fichte se atribuye a sí mismo, después de haberlo sacado de los labios de Jesucristo. Queriendo plantearse la cuestión de la metafísica cristiana, es como para dudar que esta sea la metafísica cristiana.
----------Por lo demás, existen actualmente otros que piensan que Kant haya demostrado vana y quimérica presunción el creer que desde nuestros sentidos podamos elevarnos a un saber metafísico que sobrepasa la experiencia para navegar en lo puro inteligible. En efecto, Kant ha creído poder establecer, como él se expresa, los "prolegómenos a toda metafísica futura que quiera presentarse como ciencia", pero, a decir verdad, no ha hecho más que volver a proponer el mismo método cartesiano, para el cual no vale el partir desde la consideración del ente en cuanto ente, sino desde el cogito cartesiano, empeorado por la negación de la cognoscibilidad de la realidad externa, cosa que al menos Descartes admitía.
----------Más allá de esto, en el siglo pasado se han verificado ulteriores desarrollos del idealismo nacido de Descartes, por ejemplo, con la fenomenología de Husserl, con la ontología existencial de Heidegger, con la "unidad de la experiencia" de Bontadini y con el eternalismo de Severino, propuestas todas ellas que, con su nebuloso vagar en el abstraccionismo o afirmándose inútilmente en una concreción insatisfactoria, implican al fin de cuentas la desatención o el rechazo explícito de aquella metafísica cristiana, que animó, sobre todo con santo Tomás de Aquino, la espiritualidad y el humanismo medievales.
----------De tal modo, ha sucedido que, en lugar de reactivar la necesidad de verdad y de certeza, en lugar de reanimar la dinámica de la dignidad humana, la elevación intelectual, el crecimiento de la virtud, la espiritualidad, la religiosidad, la energía moral, la justicia, la cohesión y la concordia en la sociedad y en la Iglesia y la sed de Dios, estas nuevas corrientes de pensamiento, más allá de algunas pocas ideas positivas, han terminado por crear insatisfacción, desilusión, hastío y una ulterior falta de gusto por la metafísica, haciéndole una mala publicidad y, en consecuencia, no han contribuido a la recuperación y al sanamiento de las costumbres, sino más bien a agravar la desorientación y la corrupción.
----------Así las cosas, desde hace algunas décadas se escucha hablar cada vez menos de metafísica (hay pensadores que incluso han hablado recientemente de "muerte de la metafísica", pero no quiero detenerme aquí en ello). No sólo la gente común, sino incluso las personas cultas, los académicos, los intelectuales, los hombres de letras, los pastores de la Iglesia, los filósofos, los científicos, los teólogos, y en gran número, no usan nunca el término "metafísica" o, si lo usan, lo usan en tono irónico o despectivo o como una forma ahora abandonada de aparente saber, a la par de la astrología y de la alquimia, excepto entonces por el surgir y renacer de innumerables supersticiones y falsas creencias, casi como para aferrarse a alternativas, tales como para sustituir a aquellas certezas de base, de las cuales todos sentimos la necesidad, para dar un sentido o un propósito último a la vida y una orientación final a la acción.
Es necesario reconstruir la razón a la luz de la fe
----------Ahora bien, de hecho, este es precisamente el gran problema filosófico de hoy, estrechamente conexo con la teología y la rectitud de la misma fe, y por tanto con la vida moral y eclesial. Como lo ha señalado vigorosamente san Juan Pablo II, en la Fides et ratio, es el problema del valor de la metafísica.
----------Pero no sólo eso, y no tanto esto. Es el problema de la existencia o no de una metafísica cristiana y de determinar qué cosa sea una metafísica cristiana y cuáles contenidos ella deba tener. Para algunos, en efecto, no tiene sentido hablar de una metafísica cristiana, como tampoco tendría sentido hablar de una física cristiana o de una matemática cristiana.
----------¿Y esto por qué? El argumento de quienes niegan la posibilidad de una metafísica cristiana parece persuasivo, pero en cambio es falaz. De hecho, dicen: la física, la matemática y la metafísica son los tres niveles del saber racional, para los cuales bastan las solas fuerzas de la razón. Por lo tanto, ¿por qué la metafísica tendría necesidad de la revelación cristiana? ¡La razón es suficiente para hacer metafísica!
----------Y sin embargo, aquí está precisamente el engaño. La metafísica ha comenzado a desviarse precisamente cuando con Guillermo de Ockham y Descartes, ha pretendido construirse por sí misma, utilizando una razón que no toma en cuenta el aporte de las Sagradas Escrituras. Lutero, por su parte, se ha equivocado al rechazar la metafísica de Aristóteles y de santo Tomás de Aquino en nombre de la Escritura, porque la metafísica del Aquinate está construída precisamente teniendo en cuenta el aporte en el ámbito de la metafísica, de la Sagrada Escritura. Por otra parte, Lutero, no obstante su polémica contra la razón, no podía no usarla al interpretar la Escritura. Y fue así que él, a la metafísica refinada de Tomás, prefirió la tosca metafísica de Ockham. Famosa ha seguido siendo su declaración: "ego sum occamicae factionis".
----------Sin embargo, habría que preguntarse qué teología puede ser derivada de la metafísica sensista de Ockham. ¿Es verdaderamente una teología bíblica? ¿Tenemos el verdadero concepto bíblico de Dios? ¿El ipsum Esse? De ninguna manera. Si se desprecia la abstracción metafísica como lo hicieron Ockham y a continuación Lutero, se queda uno encerrado en el horizonte de la imaginación y de la mitología, no se eleva a lo puro inteligible, al nivel del puro espíritu; no se sabe pensar en algo que esté libre de la materia, por lo cual emerge un Dios ligado al mundo, a la materia y a la imaginación.
----------El Dios de Lutero, por un lado, oscuro y majestuoso fantasma aterrador y, por otro lado, el abuelo maliciosamente connivente, que cierra un ojo y finge no ver la travesura del nieto, no estimula tanto la sutil indagación metafísica sobre los atributos divinos, sino que ante todo trae a la mente un personaje colorido, solamente apto para la narrativa de ficción infantil.
----------En cambio, santo Tomás de Aquino ha sido y es recomendado por los Papas desde hace ocho siglos, precisamente porque entre todos los Doctores de la Iglesia, Tomás sobresale en el tener en cuenta el aporte metafísico que proviene de la Escritura, aporte que concierne a la concepción del ente, objeto propio de la metafísica y, en consecuencia, a la noción del hombre, del mundo y de Dios.
----------Ha sido esta atención al hecho bíblico, más allá del pensamiento aristotélico, lo que ha llevado a Tomás a comprender que el objeto de la metafísica, más allá del ente (on, ens), es el ser (einai, esse) y que, por tanto, Dios es, ciertamente, primum y summum Ens, pero es más precisamente, como resulta de Ex 3,14 y del Ego Sum de Cristo, el ipsum Esse per Se subsistens, el ser subsistente, hecho persona.
----------Por eso León XIII en su famosa encíclica Aeterni Patris de 1879 recomendó a Tomás como modelo del filósofo cristiano. Es porque en la Biblia aparece la noción analógica del ente (Sab 13,5), que el Aquinate ha asumido la noción aristotélica del ente, pollacós legómenon, dicho en muchos modos.
----------También hoy, la metafísica de santo Tomás de Aquino, a través de sus discípulos, continúa iluminando a la Iglesia y a la humanidad. Sin embargo, aún así, es necesario corregir algunas desviaciones presentes en la misma Iglesia católica, desviaciones que disminuyen u ofuscan la brillantísima luz de la fe, necesaria a la luz de la razón, para dejarse iluminar por ella.
----------Se trata de dos orientaciones ideológicas nocivas para la fe y para la Iglesia: por una parte la propuesta rahneriana de una metafísica pseudotomista, pero en realidad idealista y hegeliana; por otra parte, el desprecio explícito de la metafísica por parte de las tendencias materialistas, positivistas y cientistas, duramente atacadas por Benedicto XVI, quien en repetidas ocasiones ha abogado por una "ampliación de la razón", evidente referencia a la metafísica, para superar los límites de los fenómenos y de la experiencia sensible y elevarse a la trascendencia del mundo del espíritu, de la moral y de lo divino.
----------Ahora bien, en la Biblia, la metafísica corresponde a la sabiduría, al gusto por las cosas del espíritu. Al metafísico corresponde en el plano humano, aquel a quien el apóstol san Pablo llama "hombre espiritual", que "expresa las cosas espirituales en términos espirituales" (1 Cor 2,13). Así, similarmente al anti-metafísico, al falso metafísico positivista o materialista corresponde el "hombre carnal, que no comprende las cosas del Espíritu de Dios y no es capaz de entenderlas, porque sólo se las puede juzgar por medio del Espíritu" (1 Cor 2,14). Quien no sabe gustar la espiritualidad natural, tampoco puede gustar la sobrenatural divina. Quien no aprecia los valores de la razón, no puede apreciar los de la fe.
----------En la encíclica Fratelli tutti el papa Francisco nos hace comprender la importancia de la metafísica. En efecto, el Santo Padre nos recuerda que "la inteligencia puede escudriñar la realidad de las cosas a través de la reflexión, la experiencia y el diálogo, para reconocer en tal realidad que la trasciende la base de ciertas exigencias morales universales" (n.213), que el Romano Pontífice, retomando una expresión de Benedicto XVI, llama "principios éticos universales y no negociables" (n.214).
----------Por otra parte, retomando ciertas palabras de Benedicto XVI, el Papa ha hecho un fuerte llamado a la "verdad trascendente, obedeciendo a la cual el hombre adquiere su plena identidad". En esta obediencia el hombre encuentra "un principio seguro que garantiza justas relaciones entre los hombres" (n.273).
----------Sin la referencia a este principio -prosigue Benedicto citado por el papa Francisco-, sus intereses "los oponen inevitablemente los unos a los otros. Si no se reconoce la verdad trascendente" (es decir, metafísica), "entonces triunfa la fuerza del poder y cada uno tiende a utilizar hasta el fondo los medios de los cuales dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin tener en cuenta los derechos del otro". (ibíd.). Como diciendo que sin metafísica tenemos el triunfo de la barbarie, de la discordia, del egoísmo y de la violencia.
----------Cabe señalar también que la polémica recurrente del papa Francisco contra las "ideas abstractas" no tiene nada que ver con aquella que es la abstracción metafísica, sino que afecta al abstraccionismo gnóstico e idealista, que, en modo farisaico, cree poder sustituir lo abstracto del pensamiento por lo concreto de la acción. El Papa sabe muy bien que la operación abstractiva es necesaria al pensamiento y no es ciertamente un ockhamista, que no comprende que sin la abstracción es imposible captar los valores universales, por lo cual sin ella es imposible comprender lo que es la fraternidad humana y la universalidad de la naturaleza humana.
----------El Santo Padre sabe muy bien que si nuestro intelecto no fuera capaz de abstraer lo inteligible desde lo sensible, sino que permaneciera fijo en lo sensible y en la imaginación, no podría superar el conocimiento propio de los animales para elevarse al conocimiento propiamente humano; sólo que él está con razón preocupado que no venga elaborada una metafísica vacía, estéril y auto-referencial, que reduzca el ser al ser pensado y aprisione lo real en los esquemas de las ideas humanas.
----------A propósito de la atención del Santo Padre por la metafísica, ha sido interesante y útil la reciente iniciativa de La Civiltà Cattolica, de publicar una breve síntesis de metafísica, que el entonces padre Jorge Mario Bergoglio, en tiempos en que era estudiante en Alemania, escribió en privado, casi para resumir y para fijar en lo escrito cuanto había aprendido en sus estudios personales.
----------En esos apuntes no esperemos hallar un tratado como el de Gredt o Zigliara o el del Gaetano. Pero ¡cuánta sabiduría emana de aquellas expresiones, sencillas y profundas, que comprendería incluso un lector en ayunas de metafísica, atento con humildad y honestidad a la voz del ser! En este blog he hecho un comentario sobre este precioso escrito, que el papa Francisco, con excesiva modestia, mantuvo oculto.
----------Cabe señalar que la metafísica, antes de estar en la base de la moral, es la base de la teología. Sabemos que el objeto de la metafísica es el ente en cuanto ente. Ahora bien, el ente es lo que existe en cualquier modo. El ente existe en infinitos modos diferentes el uno del otro y diferentes siempre bajo el perfil del ser.
----------Por otra parte, el uso del verbo ser en el hablar, palabra en la cual todos nos entendemos, nos hace conscientes de que todos sabemos lo que quiere decir esa palabra y lo que es el ser. Es por lo tanto porque poseemos espontáneamente la noción analógica del ente y del ser, que nosotros podemos comprender lo que Dios quiere decir a Moisés cuando le dice: "Yo Soy El Que es" (Ex 3,14). Es en posesión de estas nociones que podemos comprender y apreciar lo que entiende decir Cristo cuando dice "Yo Soy".
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