martes, 13 de diciembre de 2022

Qué es el subjetivismo

Con las condenas del idealismo y del gnosticismo (dos cabezas de la hydra del subjetivismo), y el llamado al realismo, el papa Francisco se vincula evidentemente a la plurisecular estima de los Romanos Pontífices por el pensamiento de santo Tomás de Aquino, recomendado, como sabemos, también por el Concilio Vaticano II. [En la imagen: fragmento de "Apoteosis de Santo Tomás de Aquino", óleo sobre lienzo del 1631, de Francisco de Zurbarán, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, España].

Raíces históricas del subjetivismo y su intento de fondo
   
----------Es posible notar en el Magisterio pontificio, en los teólogos, en los filósofos, en los moralistas, en los publicistas y periodistas católicos del postconcilio, una polémica contra el llamado "subjetivismo", considerado como un error típico de la modernidad. El subjetivismo viene descripto como individualismo, egoísmo, auto-referencialidad, ideología, interés particular, arrogancia, cerrazón al otro, y se le contrapone como medicina un personalismo relacional, la apertura a la verdad, el sentido del bien común, el diálogo, la acogida, la reciprocidad, la fraternidad universal, la fe, la caridad, la misericordia, la concepción cristiana del hombre, la comunión eclesial, la sinodalidad (tema del próximo Sínodo de Obispos).
----------Todos esos contrapuestos son todos remedios ciertamente buenos, pero que, a mi juicio, no son suficientes para resolver, desde el fondo, el problema que plantea el subjetivismo, porque no parten de una definición del fenómeno que lo capte en su raíz. Por lo tanto, se arrancan las ramas pero no se destruye la planta, por lo cual las ramas vuelven a crecer. No se va lo suficientemente a fondo. De hecho, lo que se hace es limitarse a la denuncia del subjetivismo como comportamiento social, político o eclesial, como forma de pensar o como fenómeno del lenguaje, como exaltación del propio yo o como criterio de juicio moral o social, y no se llega a advertir o no se tiene en cuenta el hecho de que el subjetivismo como fenómeno comportamental o de relación humana o consigo mismo, social o político, tiene su base y su origen en la historia del pensamiento en una determinada concepción del conocimiento, de la verdad, de la relación pensamiento-realidad, de la razón, del lenguaje, del sujeto humano, del conocimiento, del yo.
----------Estamos pues ante un complejísimo conjunto de datos y de factores intelectuales, en el origen del cual se han dado su mano muchos pensadores, ya a partir de la decadencia de la Escolástica en el siglo XIV, pero luego sobre todo a partir del Renacimiento y de la Reforma luterana. Pero, para resumir y simplificar según el espacio de este breve artículo, sin venir a menos el rigor del análisis, me detendré solo en dos autores particularmente significativos, dos líderes de escuela, influyentes aún hoy: Guillermo de Ockham y René Descartes.
----------En Guillermo de Ockham [1285-1347] existe el principio voluntarista de la verdad no como adaequatio a la res, sino como efecto de la omnipotencia y de la libertad divinas y del arbitrio de la voluntad, lo que implica la vulneración del principio de no-contradicción y en consecuencia la justificación de la doblez en el lenguaje, y el principio gnoseológico sensístico de la reducción de lo universal a lo singular o de lo abstracto a lo concreto, con la consiguiente supresión de la metafísica. En René Descartes [1596-1650] aparece el principio del predominio del yo o del sujeto sobre lo real o bien sobre el objeto, la identificación del conocimiento directo con la conciencia o conocimiento reflejo, y la primacía del pensamiento sobre el ser, que conducirá a la identificación hegeliana del ser con el ser pensado y con el concepto.
----------Según la gnoseología tanto de Ockham como de Descartes la objetividad y universalidad del juicio teorético o moral es prácticamente imposible, aunque estos autores no lo digan en sus obras, porque según ellos nosotros siempre juzgamos en relación y en orden a un presupuesto interior, un a priori subjetivo, ideal en Descartes (el cogito), práctico en Ockham (la voluntad), un presupuesto quizás inconsciente, que nos lleva a adaptar o modificar el objeto en orden a las exigencias o necesidades de nuestro yo. En el fondo, las famosas "formas a priori" del intelecto kantiano, ¿qué son de hecho, aunque no en las intenciones de Kant, sino una interferencia arbitraria del sujeto en el objeto?
----------Para todos los subjetivistas (pese a sus diferencias superficiales) no existen juicios que sean objetivos, desinteresados ​​o desapasionados, sino que todos los juicios son subjetivos, es decir, influenciados y movidos por intereses egoístas o por intereses de parte, que por eso mismo, según el subjetivista, ya no son egoístas sino normales. Según el subjetivista, cada uno de nuestros juicios parte siempre de un presupuesto relativo a nuestro particular interés o punto de vista, llamado eventualmente en modo eufemístico "pre-comprensión", en el afirmar o negar una determinada cosa, interés (Ockham) o visual (Descartes), a los cuales estamos absolutamente apegados, en modo tal que el objeto que concebimos y afirmamos no es un puro objeto así como es en sí mismo, sino un objeto modificado por nuestra subjetividad afectiva (Ockham) o cogitante (Descartes) o para obtener lo mejor de los demás o para explotarlos en nuestra ventaja.
----------El subjetivista, con el pretexto de que la realidad es singular y concreta (he aquí el sofisma de Ockham) restringe, relativiza, coarta y sofoca lo universal en lo particular y lo abstracto en lo concreto, con el resultado de perder de vista los valores universales especulativos y morales. Así, en la práctica del subjetivismo, desaparece y es ridiculizado como "fundamentalismo" el pensamiento común -la una fides- fundado en el compartir en común una verdad objetiva y universal. La parte erigida como el todo y confundida por el todo o el todo rebajado a parte, es el abuso, es la característica engañosa propia de la ideología en el peor sentido del término.
----------Sucede así que en la convivencia social, la conflictualidad y la contradicción devienen una costumbre y son erigidas en sistema, y la comunidad de los pensantes, comprendida la Iglesia misma, deviene el escenario de una guerra generalizada y despiadada, sin exclusión de golpes, sin tapujos, un bellum omnium contra omnes, un caos de opiniones irracionales, arbitrarias y obstinadas, entre sí inconciliables, donde la tesis que prevalece no es la verdadera contra la falsa, sino la síntesis dialéctica de la tesis y de la antítesis, el medio entre el sí y el no, donde la tesis vencedora no está ya motivada por la razón, sino impuesta por la fuerza, por la sugestión, por la emotividad, por el capricho, por la propaganda, por la intimidación, por la astucia, por el engaño, por el poder económico o político y por el interés particular.
----------El subjetivismo, por lo tanto, implica la justificación del egoísmo, de la falsedad y de la doblez, y los considera inevitables, normales y, de hecho, debidos y obligatorios, en fin, necesarios. En cambio, considera iluso o hipócrita a quien pretende ser objetivo y desinteresado ​​en los juicios. El pensamiento honesto y lineal es considerado o una irrisoria ingenuidad propia de mentes medievales y premodernas o la estrechez de miras y presunción de quien quiere imponer a los otros sus propias ideas estrechas y obsoletas. Y no se dan cuenta, los pobres subjetivistas, de ser precisamente ellos los que quieren el imperialismo de la ideología o, como se dice hoy, el "pensamiento único" o la "dictadura del relativismo".
----------¿Pero qué es el subjetivismo? Se lo puede definir brevemente como aquella concepción del conocimiento, por la cual, en lugar de ser el sujeto el que se adecua al objeto, es el sujeto el que pretende que el objeto se adecue a él. Sin embargo, para que esta definición pueda ser comprendida, es necesario definir antes los términos "objeto" y "sujeto". Estos términos son característicos de la filosofía moderna, y actualmente son característicos del mismo lenguaje corriente moderno, a tal punto que los encontramos en el mismo Magisterio de la Iglesia. "Objeto", en general o "cosa" es el objeto material; por "sujeto", en cambio, se entiende la persona. Derivan del latín: obiectum y subiectum, pero en la filosofía escolástica tienen un significado diferente. Partamos de éste comfrontándolo con el significado moderno.
   
Sujeto y objeto
   
----------En la filosofía escolástica, aquí todavía actual, el ob-iectum es lo-que-me-está-puesto-delante (ob). Se entiende, en el caso que nos ocupa, delante de mi potencia cognoscitiva, delante de mi intelecto. Por tanto, es una categoría lógico-psicológica. En el lenguaje moderno, en cambio, el objeto es comúnmente la cosa sensible o el fenómeno. Por tanto, es una categoría cosmológico-física.
----------En el lenguaje escolástico el obiectum es la cosa (res), que puede ser material o inmaterial, en cuanto objeto del intelecto. Por eso, en el lenguaje moderno se dice, por ejemplo, que la persona humana o Dios no son "objetos", no son "cosas", porque son entidades o "sujetos" espirituales. En cambio, en el lenguaje escolástico no hay dificultad en decir, más bien se debe decir, que la persona humana y Dios son "res", realidades, objetos respectivamente de la antropología y de la teología.
----------Por tanto, si el objeto es la cosa, o bien la realidad (res), resulta evidente que la verdad del conocer implica una adecuación del intelecto a la cosa. Ser objetivos entonces quiere decir tener este respeto por el objeto, así como para acogerlo tal como es, sin modificaciones ni cambios arbitrarios.
----------El sub-iectum en la filosofía escolástica es algo-que-está-puesto-abajo. Puede tener un sentido lógico, y en tal caso se habla de sujeto de la proposición; o bien puede tener un sentido ontológico, o sea de sujeto activo (sujeto de una potencia o de una facultad), o bien sujeto pasivo (una potencia receptiva, sujeto a recibir). La potencia cognoscitiva es un sujeto activo y pasivo: activo, en cuanto elabora los conceptos; pasivo, en cuanto recibe los conocimientos de las cosas adecuándose a su realidad.
----------El sujeto del conocer es, por tanto, la potencia intelectual, que se actúa intencionando las cosas mediante la producción de las representaciones conceptuales y de los juicios. A partir de Descartes, en cambio, el intelecto ya no es concebido como la potencia del alma forma de la sustancia humana, potencia actuable gracias a la experiencia sensible de las cosas externas, sino que es concebido esencialmente y constitutivamente como espíritu en acto de reflexión sobre sí mismo, el cogito o autoconciencia cartesiana, por lo cual el hombre para Descartes, que de ahora en adelante coincide con el yo, es una res cogitans. Con Descartes surge el concepto de "yo", en cuanto es la persona pensada por sí misma.
----------En Descartes entonces el subiectum, lo subsistente humano, viene a coincidir con el acto del pensar o de la autoconciencia. Los seguidores de Descartes, comenzando por Hegel y Schelling, denominarán al yo cartesiano "sujeto". Ahora bien, este sujeto por definición se tiene como primer objeto a sí mismo, pero a sí mismo en cuanto pensante de Dios, y de muchas otras cosas. Por tanto, estos contenidos subjetivos, según Descartes y el subsecuente idealismo trascendental alemán, que a partir de ello tendrá origen en el siglo XIX, vienen a constituir un patrimonio nocional previo a la experiencia y al contacto mismo con lo real.
----------He aquí entonces fundado el subjetivismo: el sujeto, ya antes de contactar con el objeto externo en la experiencia, posee en sí mismo a priori contenidos intelectuales propios, subjetivos, los cuales en el acto del conocer, modifican o cambian el objeto según las exigencias o las modalidades de los contenidos aprióricos del sujeto. Ha nacido así aquello que Karl Rahner ha celebrado como la gran conquista de la filosofía moderna: el "giro al sujeto", o giro antropológico, y que Walter Kasper describe elogiosamente en estos términos: "el principio moderno de la subjetividad, el proceso durante el cual el hombre deviene consciente de su propia libertad como autonomía, y se la convierte en punto de partida, medida y medio para una entera concepción de lo real" (véase su libro: Jesús, el Cristo, Ediciones Sígueme, Salamanca 1978, p.216). Por el contrario, seguirán de ello lamentablemente algunas consecuencias muy desagradables, que corromperán la noción y la práctica del conocimiento y la unidad misma del género humano en torno a la noción de la verdad. El subjetivismo es el principio modernista de la "libertad de conciencia".
----------Pero, a decir verdad, el subjetivismo se puede reconducir a un principio mucho más antiguo que Ockham y Descartes, a saber, a la gnoseología de Protágoras, como ya señalara Aristóteles (cf. Metafisica, l.III., c.V, 1009a6-15) quien cita el principio de Protágoras, según el cual "todo aquello que aparece es verdadero". Este se puede considerar ciertamente el principio del subjetivismo. Véase el comentario de santo Tomás de Aquino en: In XII libros Metaphysicorum Aristotelis expositio, l.IV,c.V, lect.XI, nn.669-671 (ediciones Marietti, Torino-Roma 1964, pp.184-185); y también In Aristotelis librum De anima commentarium, l.III, lect.IV, n.625 (ediciones Marietti 1959; lect.II, n.595); además de Summa Theologiae, I, q,85, a.2. Al respecto, es interesante el juicio de Heidegger sobre la relación de Protágoras con Descartes: "La tesis de Descartes viene continuamente asociada al dicho de Protágoras y en este último se ve la anticipación de la metafísica moderna de Descartes; de hecho, en ambos casos viene expresado casi tangiblemente la primacía del hombre" (véase su libro Nietzsche, Ediciones Destino, Barcelona 2000, tomo II p.113).
----------En efecto, según este principio, lo que le aparece a Tizio es tan verdadero como lo que le aparece a Cayo, aunque las apariencias puedan ser contradictorias. En tal modo todo es verdadero y todo es falso. Todos tienen razón y todos están equivocados. De ahí viene, observa Aristóteles, la negación del principio de no-contradicción. Lo universal desaparece y todo es reducido a una guerra entre individuos. La verdad es lo que me aparece a mí. El ser es el ser-pensado-por-mi. Yo tengo siempre razón. Todo el mundo gira en torno al propio yo. El jefe piensa por todos. El subjetivismo es un monstruo con muchas cabezas. Veamos algunas de ellas.
   
Los aspectos del subjetivismo
   
----------El relativismo. No existe una verdad en sí, universal, objetiva, una para todos, un lumen publicum, como diría san Agustín, sino que aquello que es verdadero para mí no lo es para ti y viceversa. Todo es opinable y subjetivo. La verdad es como los zapatos y los anteojos: cada uno tiene sus zapatos y sus anteojos. Y tú no me puedes imponer a mí lo que es verdadero para ti sin hacerme violencia. Por lo tanto, el único modo para difundir un mensaje es la astucia, el engaño y la violencia. No existe una única interpretación del mensaje, sino que cada uno lo interpreta según su propia precomprensión. No siendo posible una única interpretación, también vendrán a justificarse las interpretaciones entre sí contradictorias. Imaginemos lo que sucederá con el Magisterio de la Iglesia. Y de hecho, Rahner aplica precisamente este principio a tal respecto.
----------El fenomenismo. Está condenado en la Pascendi del papa san Pío X. Si el objeto es modificado por el sujeto, esto quiere decir que la verdad viene a confundirse con la apariencia subjetiva. En el subjetivismo, además, es fácil la tentación del sujeto de cerrarse en el horizonte de los fenómenos, sobre todo si interfiere la afectividad, como en el ockhamismo, por lo cual la mente no sabe elevarse a lo suprasensible y a lo espiritual, como denuncia el papa Sarto en el famoso documento mencionado.
----------El historicismo. Es natural al subjetivismo negar la inmutabilidad de la verdad, con consecuencias desastrosas por cuanto respecta a la inmutabilidad del dogma y de la ley moral. En efecto, así como varían los sujetos en el espacio, está claro que también los sujetos varían en el tiempo. Y así lo que era falso ayer se convierte en verdadero hoy y viceversa. Veritas filia temporis.
----------El idealismo. El papa Francisco ha retomado en repetidas ocasiones las pasadas condenas pontificias del idealismo, asociándolo estrechamente al gnosticismo, cuyas características son muy similares, mostrándolos al uno y al otro como expresión de la soberbia del hombre, que quiere igualar la ciencia divina, ilusionándose de poderla encerrar en los esquemas abstractos del concepto humano.
----------La condena del gnosticismo, efectuada por el papa Francisco, por otra parte, más que oportuna, es un novum absoluto en la historia del Magisterio pontificio, en el momento en el cual el Pontífice vuelve a proponer el perenne valor del realismo gnoseológico, tan íntimamente conectado con el concepto bíblico del conocimiento y de la verdad. Si se nos permite expresar un voto, sugerimos al Santo Padre que también reitere la condena del panteísmo, que también ha sido condenado varias veces por los Papas, que es el fruto extremo del idealismo y del gnosticismo, y que todavía hoy es actual y peligroso.
----------Con las condenas antes mencionadas y el llamado al realismo, el papa Francisco se vincula evidentemente a la plurisecular estima de los Romanos Pontífices por el pensamiento de santo Tomás de Aquino, recomendado, como sabemos, también por el Concilio Vaticano II.

4 comentarios:

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    1. Para el Anónimo que, sorprendentemente, desconoce que el Concilio Vaticano II recomienda a santo Tomás de Aquino, le hago saber que el Concilio Vaticano II declara que la teología debe estudiarse "magistro Sancti Thomae" (bajo el magisterio de Santo Tomás) expresión que retoma el nuevo Código de Derecho Canónico.
      "Para explicar de la forma más completa posible los misterios de la salvación, aprendan los alumnos a profundizar en ellos y a descubrir su conexión, por medio de la especulación, bajo el magisterio de Santo Tomás" (Concilio Vaticano II, Decreto "Optatam totius" sobre la formación sacerdotal, n.16).
      Y además, el Concilio Vaticano II, en la Declaración "Gravissimum educationis" sobre la educación cristiana, n.10, exhorta a las escuelas de grado superior a que "cada disciplina se cultive según sus propios principios, sus propios métodos y la propia libertad de investigación científica, a fin de que cada día sea más profunda la comprensión que de ella se alcance y, teniendo en cuenta con esmero las investigaciones más recientes del progreso contemporáneo, se perciba con profundidad mayor cómo la fe y la razón tienden a la misma verdad, siguiendo las huellas de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino".

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  2. Claro Filemón, igualito a cuando EEUU dice que hay que bajar la contaminación ambiental.
    No se la creen ni ellos

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    1. Estimado Anónimo,
      no es de mi especialidad ni la contaminación ambiental ni la política de USA. Mi competencia es la teología.
      Entiendo su intención de parangonar las supuestas declaraciones de los gobiernos estadounidenses sobre política ambiental y las directivas del Concilio Vaticano II acerca de la enseñanza católica, que debe actuarse "según el magisterio de santo Tomás".
      Su pretendida comparación es improcedente, pues ambas cosas se ubican en distintos planos: las declaraciones de un gobierno pueden ser juzgadas y criticadas libremente por propios y extraños, o sea, por ciudadanos estadounidenses o por extranjeros; en cambio, las declaraciones de un Concilio Ecuménico, a nivel de enseñanzas o directivas doctrinales, no pueden ser contestadas, al menos para los fieles católicos, para los cuales son vinculantes.
      Finalmente, señalo dos aspectos que surgen inmediatamente de sus dos breves frases, y los enfoco en dos palabras que usted usa:
      1) "ellos": usted no se siente parte. O bien usted no es ciudadano estadounidense, o bien, en el caso que lo fuera, su gobierno no lo representa a usted. "Igualito" dice usted al Vaticano II: al decir "ellos" (los padres conciliares, el Papa, los obispos, los católicos fieles al Papa), usted tampoco se siente parte. Por tanto: o bien usted no es católico, o bien, si se considera católico, rechaza el Magisterio vinculante, por lo cual usted se encuentra (al menos en sentido material, o incluso hasta inconsciente) en estado de cisma y herejía.
      2) "creen": efectivamente, esta palabra, en el caso de la actitud del católico hacia las expresiones vinculantes del Concilio, es una cuestión de fe.

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