lunes, 19 de diciembre de 2022

Las relaciones del Idealismo con la magia

Semanas atrás he desarrollado una serie de artículos referentes al idealismo, sus orígenes, sus diversos significados, y su preciso perfil en su culminación en el idealismo trascendental alemán, ideología reiteradamente condenada por el Magisterio de la Iglesia, hasta llegar en años recientes a la novedosa condena del gnosticismo realizada por el papa Francisco, y su firme defensa del realismo tomista. En la misma línea de esos artículos anteriores, desarrollemos hoy, aunque sea brevemente, las relaciones del idealismo con la magia (que, al menos en su diversas formas populares, no por casualidad ha sido repetidamente criticada por el Santo Padre).

----------A mediados del siglo pasado actuó un filósofo e historiador de la filosofía muy agudo y docto, Julius Evola [1898-1974], admirador del idealismo alemán y de Nietzsche, que en algunas de sus publicaciones se hizo sostenedor de una forma de idealismo que él denominó "mágico", como lo afirma en su libro Ensayos sobre el idealismo mágico (ediciones Heracles, Buenos Aires 2003).
----------La interpretación que Evola hacía del idealismo no fue bien recibida en los círculos académicos idealistas de la época, que más bien se sintieron molestos por ella, negando cualquier relación del idealismo (que era considerado por ellos la suprema ciencia racional) con la "magia", por ellos despreciada, precisamente por ser vista como emblema de la mentalidad que mezcla la ignorancia con la superstición, y por lo tanto, consideraban la magia como lo más irracional y anti-científico que pudiera imaginarse.
----------Conviene aquí recordar, por otra parte, que el idealismo alemán es, de hecho, un desarrollo inmanentista del luteranismo, en el cual la práctica sacramental católica, los carismas del Espíritu Santo o el don de los milagros, son considerados, con un tono muy despreciativo, como "magia".
----------Sin embargo, debemos decir que Evola tenía perfectamente toda la razón al vincular el idealismo con la magia. En realidad, si bien es cierto que el idealismo ha nacido con Descartes y se presenta como riguroso racionalismo y doctrina de la ciencia, sin embargo, como puso muy en luz el famoso filósofo idealista italiano Giovanni Gentile [1875-1944], es igualmente cierto que las primeras raíces del idealismo, sobre todo en su salida antropocéntrica y panteísta, se encuentran en el Renacimiento italiano.
----------Al respecto, pueden consultarse por ejemplo los estudios del gran conocedor del Renacimiento, el italiano Eugenio Garín [1909-2004]. Se advierte así, que un intento de conciliar la magia con el cristianismo fue hecho ya durante el humanismo por Marsilio Ficino [1433-1499] y Giovanni Pico della Mirandola [1463-1494]. En Alemania, en cambio, posteriormente se desarolló una gran estima por la magia, como por ejemplo en Paracelso [1493-1541] y Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim [1486-1535], y también en Inglaterra con John Dee [1527-1608], todos los cuales, aunque habían intentado la relación de la magia con el cristianismo, del mismo cristianismo al fin de cuentas se salva muy poco. El error de fondo de todos ellos es la idea de que pueda existir una magia buena o benéfica ("blanca") junto a una magia mala o maléfica ("negra"). Pero la magia es siempre magia y es siempre el pecado de idolatría y de soberbia.
----------Ningún historiador serio niega la presencia, durante el Renacimiento, del interés por la magia, ciertamente no entendida en sus formas vulgares y populares (aunque no están excluidas), sino en sus formas más refinadas y metafísicas, rastreables sobre todo en la tradición hermética y gnóstica, es decir, del legendario Hermes Trismegisto, cuya compleja y profunda obra (o mejor dicho, que existe bajo su nombre) el Corpus Hermeticum, fue estudiada a fondo en el siglo pasado por el gran estudioso del gnosticismo, el dominico francés padre André-Jean Festugière [1898-1982] (Révélation d’Hermès Trismégiste, Les Belles Lettres, Paris 1944-1954).
----------El mismo Gentile, sin embargo, llevado por la preocupación de todos los idealistas de exhibir una patente de riguroso especulativo y considerándose voz o, quizás habría que decir, sacerdote y vate de la Razón absoluta y de la Ciencia suprema, aquella que precisamente en los tiempos antiguos era llamada "Gnosis" y que él, como todos los idealistas que se precien, llama  tout court la "Filosofía", Verdad superior a todas las religiones incluido el Evangelio de Cristo, Gentile, como vengo diciendo, mientras sostenía y demostraba con su notable conocimiento de la historia de la filosofía, la derivación del idealismo desde el Renacimiento italiano, tuvo mucho cuidado de no mostrar las conexiones del idealismo con la magia en aquellos que él consideraba los precursores del humanismo y de la teología del idealismo panteísta del siglo XIX alemán.
----------Uno de estos personajes, muy admirado por Gentile y también por otros idealistas, como por ejemplo Schelling, es Giordano Bruno [1548-1600], quien efectivamente en muchos aspectos debe ser considerado como un lejano precursor del idealismo panteísta, por su visión de la realidad como Uno-Todo viviente, Alma del mundo, infinito como el mundo es infinito, así como su visión del hombre como naturalmente divino capaz con una apropiada técnica anagógica de elevarse al nivel del Absoluto, que no es superior al hombre y más allá del hombre, sino que es el infinito horizonte supremo de la autotrascendencia humana.
----------Sin embargo Gentile, y con él muchos otros estudiosos idealistas y no idealistas de Bruno, se cuidan muy bien de no poner en evidencia la inspiración que el propio Bruno extrajo de la magia, como si ello hubiera sido en Bruno un apéndice accidental y postizo de su pensamiento o un precio que debía ser pagado a la superstición de su tiempo, y no como en cambio verdaderamente es, un aspecto esencial del sistema de pensamiento de Bruno y, en consecuencia, un aspecto esencial aun cuando inconsciente del idealismo moderno. Una historiadora inglesa que ha mostrado con toda evidencia y abundancia de documentación el vínculo de Giordano Bruno con la magia y cómo esta está en la base de su visión de lo real, es Frances Yates [1899-1981], en su libro: Giordano Bruno y la tradición hermética (Editorial Ariel, Barcelona 1994).
----------Ahora bien, podemos comprender en esos idealistas el desprecio por la magia, y, por lo tanto, no sería equivocado, al menos en línea de principio, el intento de los idealistas de recuperar en Bruno lo que ellos consideran válido dejando de lado los aspectos superados o inaceptables. Sin embargo, es válido y útil preguntarnos si y cómo y en qué medida el idealismo logra, no obstante sus explícitas intenciones científico-racionales, evitar caer en el error que precisamente caracteriza la verdadera esencia de la magia.
----------Más allá del hecho de que el mismo Evola estima la magia, pero precisamente porque es un auténtico idealista, resulta por tanto válida su tesis de que la magia no es más que la lógica salida práctica del idealismo. De hecho, para Evola el idealista es un mago. Pero es correcto, según él, que así sea, precisamente porque el idealismo supone una mentalidad mágica y conduce a la actividad del mago.
----------Sin embargo, debemos saber entendernos bien sobre el concepto de magia. Lo que quiero decir es que debemos captar no tanto el sentido vulgar o popular del término, a veces meramente fantástico, sino ante todo el sentido más real, profundo, teorético, que es entonces el esencial, que hace más peligrosa a la magia y que puede y debe ser relacionado con el fenómeno del idealismo panteísta.
----------La palabra "mago", como se sabe, viene del término magos, que los antiguos griegos usaban para designar a los sacerdotes persas zoroastrianos, pioneros astrólogos, que eran adoradores de la bóveda estrellada, de la cual ellos se consideraban sus intérpretes y sus mediadores, y por lo tanto dotados del mismo poder divino que impregna el cosmos. El término originario persa es magu.
----------Ahora bien, todos conocemos el episodio evangélico de los Reyes Magos, que llegan al portal de Belén porque habían "visto", vale decir, interpretado, en el cielo la "estrella" del Rey de los Judíos. Sorprende el interés de estos magos por Jesús, considerando lo extraño del contexto cultural y religioso del cual provenían, precisamente el mundo de la magia, muy lejano de la visión judía de un Dios creador del cielo y de la tierra y por tanto también creador del hombre, una visión, esta, que ciertamente admite la figura del sacerdote, pero rechaza la función del mago, basada sobre una visión cósmico-astral-panteísta, en la cual no es Dios el Señor del hombre sino que es el hombre quien tiene la pretensión de poseer o de procurarse una fuerza divina que doblega a Dios a la voluntad del hombre: y esta es la sustancia de la magia, fruto a la vez de la idolatría, que diviniza el cosmos, y de la soberbia por la cual el hombre se diviniza a sí mismo.
----------De esta manera el mago, mediante el uso de oportunos signos y fórmulas y la práctica de ritos o conjuros a propósito, tiene la posibilidad de saber y de operar de un modo que supera las simples fuerzas del hombre común y constituye una casta más elevada de seres humanos que terminan por arrogarse privilegios y poderes sobre los otros, que comprometen aquello que es la natural igualdad humana.
----------Análogamente a este status del mago, en la visión idealista, el "filósofo", beneficiario de la concepción idealista y en posesión de la Verdad absoluta, no aparece como un común miembro de la raza de los mortales, sino que mira con desprecio al ingenuo "realista", que constituye la gran masa de los hombres, según ellos enredados e ilusionados y engañados por el mundo de las apariencias y de las opiniones.
----------En base a estas consideraciones, nos preguntamos: ¿qué es entonces sustancialmente la magia desde el punto de vista moral o religioso? No hablamos aquí evidentemente de esa "magia" completamente innocua por la cual el "mago" es simplemente el ilusionista que hace divertir a los niños sacando palomas del sombrero, sino que estamos hablando de una cosa mucho más seria, de lo cual, en realidad, pocos se dan cuenta, limitando precisamente su concepto de magia o a una especie de juego o bien practicándola en su significado pecaminoso pero sin darse cuenta de los daños que sufren o del mal que hacen.
----------Por lo tanto, llegados a este punto de nuestra reflexión, consideremos a los magos en este antiguo y sin embargo actual significado pagano, que hoy desgraciadamente es un tanto practicado en nuestra sociedad, ya sea entre los doctos como entre el pueblo. Debemos decir, entonces, en este caso, que la magia se funda en una verdadera y propia metafísica, se funda en una entera concepción del mundo, del espíritu y de la divinidad. Y aquí encontraremos el vínculo con el idealismo.
----------A este respecto, en efecto, podemos ante todo decir que, partiendo de una concepción de lo real y en particular del cielo como un infinito Ser divino, señor del destino humano mediante los influjos astrales, animados por seres celestiales, estos "magos" se hacían intérpretes, mediadores y ejecutores (he aquí el nexo con el sacerdocio) de las decisiones del cielo y, mediante sus conocimientos y prácticas rituales secretas como símbolos y signos del Absoluto inmanente al cosmos, creían entrar en posesión y gozar de los mismos poderes del Cosmos divino y de las potencias celestiales, con la posibilidad de revelar arcanos celestiales y realizar acciones maravillosas ya sea en beneficio (premio) o en perjuicio (castigo) del hombre.
----------Indudablemente en la antigua concepción de la magia, además del Uno-Todo inmanente al cosmos e idéntico al cosmos, presente originariamente en la conciencia del mago, juegan otros entes mediadores, divinidades o potencias intermedias denominados con diversos nombres, tales como por ejemplo dioses, ángeles, espíritus, maestros, demonios o almas de difuntos, entidades míticas que sin duda entonces fueron por eso mismo ignoradas o despreciadas (y en parte también correctamente) por el moderno idealismo, el cual sin embargo no deja de conservar su alma profundamente mágica, si por magia entendemos el arte o el poder que se arroga al hombre que se entiende a sí mismo como ser divino (precisamente el mago), tal como para obrar divinamente o doblegar lo divino a su voluntad.
----------Ahora bien, considerando que en la antropología idealista el hombre es precisamente concebido como Autoconciencia absoluta y que obviamente esta Autoconciencia no puede no operar divinamente, es evidente que también en el idealismo, aunque él no quiera reconocerlo, se admite una moral o una doctrina de la conducta humana que prevé que el hombre puede gozar de una libertad y de un poder tan absolutos, como para elevarse ("autotrascendencia") al nivel de la divinidad con la consiguiente o presupuesta negación de una divinidad trascendente, lo que implicaría al hombre como criatura, algo que precisamente el idealismo rechaza porque para él (véase el idealismo "moral" de Fichte) el hombre se crea, se hace o se "pone" a sí mismo en virtud de su acción ("causa sui" o, como dirá Gentile, "autoctisi"). ¿Y qué es esto sino magia? Es la magia en su más pura esencia, como la grappa es el destilado y el concentrado más sustancioso del fruto de la vid.
----------Sin embargo, debemos tener en cuenta que en la visión idealista de la magia, como en todos los errores humanos, hay una parte de verdad. Es cierto que una actitud humana razonable y el verdadero amor por la ciencia no pueden más que experimentar desprecio por la magia, rechazándola clara y netamente, tanto en cuanto método de conocimiento como en cuanto principio de operación. Aparte de que fácilmente el mago, para validar su poder, también recurre a la impostura y a la mistificación.
----------Pero el problema para el idealismo es que su "racionalidad" y su "ciencia" son al fin de cuentas la racionalidad y la ciencia del mago, en cuanto que, con actitud orgullosamente auto-referencial (véase el cogito cartesiano), se rebela contra la adaequatio intellectus ad rem, el idealista no se mantiene humildemente en los límites naturales y permitidos de lo humano, sino que con ímpetu transgresor, empujado por la ybris, dirían los antiguos griegos, es decir, por la arrogancia y por la presunción, malinterpretando esa verdadera divinización del hombre que viene de la gracia y de la misericordia de Dios, como en el cristianismo, autoproclama su propia divinidad pero con eso mismo se precipita en la perdición y es causa de perdición.
----------Los idealistas tienen constantemente en los labios con tono solemne el verbo "celebrar" (celebrar el Absoluto, celebrar la Autoconciencia, celebrar la inmanencia, celebrar esto, celebrar aquello, etc.) en una perenne liturgia que es imitación profana de la liturgia del Dios verdadero, y aparece como culto a una divinidad que, para decirlo con la Escritura, es sólo un "disfraz del ángel de la luz". Y esto es significativo de cómo en ellos hay una parodia del sacerdocio, o casi la pretensión de considerarse los sacerdotes de la Ciencia y de la Verdad. "Mago", en efecto, como hemos visto, quiere decir "sacerdote".
----------Los idealistas, herederos de los luteranos, que, como he dicho, consideran despreciativamente como "magia" los milagros, los dones carismáticos, los ritos y los sacramentos del catolicismo, se han empantanado en la verdadera magia y en la magia más peligrosa que es servidumbre de Satanás bajo las vestiduras de un "Absoluto" inmanente como trasfondo y fundamento del yo empírico, sin que ellos, las pobrecitos, se den cuenta del asunto, pues para ellos el demonio no es más que una fábula medieval.
----------Siendo así las cosas, finalmente vemos cuántos inconvenientes existen hoy en aquellos que, creyéndose modernizadores de la teología y del cristianismo, y creyéndose ser los herederos del Concilio Vaticano II, mezclan impíamente la doctrina de la Iglesia o de santo Tomás de Aquino con la tradición del idealismo. A decir verdad, no están necesariamente movidos por malas intenciones: a algunos les gustaría recuperar los aspectos positivos del idealismo e integrarlos en la tradición cristiana.
----------Esa intención en sí misma es buena, pero el error que hoy se comete con demasiada frecuencia es el de construir un catolicismo idealista, no animado por el Evangelio, sino donde el Evangelio es sólo la ocasión o el pretexto para la construcción de una ideología que no hace al hombre siervo de Dios sino esclavo de Satanás.

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