sábado, 31 de diciembre de 2022

El final de otro año en las fuentes de la Vida

La vida se vuelve terriblemente pobre y monótona, si se pasan los días sin pensar de manera explícita en la Pasión del Señor. No quiero decir que sea necesariamente preciso meditar, pero sí, al menos, considerar con amor y humildad a Cristo en la Cruz. Porque su Cruz es la fuente de toda nuestra vida, y sin ella nuestra plegaria y, con ella, nuestra vida, se seca irremediablemente, y todo muere. [En la imagen: fragmento de "Cristo en la Cruz", óleo sobre lienzo de 1631, de Diego Velázquez, actualmente en el Museo del Prado, Madrid].

----------Comienzo a escribir estas pocas líneas en medio de la noche que precede al último día de este año 2022, pensando en la noche que vendrá y que preparará el primer día de otro año.
----------La noche es tiempo de libertad. Dios ha visto la mañana y la noche, y esta última le pareció mejor. Durante la noche todo empieza, y en la noche, el fin de las cosas se nos presenta fácil.
----------Esta ciudad en la que vivo, en esta noche ha recuperado su inocencia. Es que la oscuridad trae una vislumbre de orden, antes de que todo desaparezca. En el silencio de este sofocante treinta y uno de diciembre, hago las veces de vigilante nocturno en medio de esta ciudad que un día perecerá.
----------Por unos minutos apago la luz y permanezco sentado en la oscuridad. Miro por la ventana, sumido en un humano silencio. Luego empiezo a escuchar la noche elocuente, la noche de los árboles húmedos, con rayos de luna y de luminarias deslizándose sobre el dorso de las casas, en un halo de calor atenuado. El mundo de esta noche resuena desde el cielo al infierno con elocuencia animal, con la salvaje inocencia de un millón de mendocinos desconocidos. Mientras la tierra se alivia y se refresca como un enorme y mojado ser viviente, la enorme vitalidad de su música resuena, vibra, zumba hasta meterse en todo y cubre el ancho mundo con su indiferente locura, que nunca se convierte en orgía porque todo es inocente y puro.
----------No hubiera mencionado la posibilidad del mal, a no ser porque acabo de recordar hasta qué punto el calor y la música turbulenta de los seres vivientes puede volver loco a cualquiera, cuando no se halla en un lugar consagrado (acaso providencialmente en una iglesia o en un convento o en un monasterio) haciéndole cometer acciones que el mundo se ha olvidado ya de lamentar.
----------Este es el motivo de que ciertas gentes (creo que esto lo dijo Merton) actúen como si la noche, y los árboles, y el calor, y los animales, llevaran en sí algún contagio, cuando por el contrario el calor es santo, y los animales, las criaturas de Dios y la noche no fueron creados para ocultar pecados, sino tan solo para abrir infinitas distancias a la caridad y mandar a nuestras almas a jugar más allá de las estrellas.
----------Es el final de otro año, uno año más que Dios ha querido que transcurra de mi vida aquí en la tierra, y me agradaría saber si en su transcurso he hecho algo que justificara mi existencia, aparte de acumular notas día tras día en este blog desde hace tres años, que eso es lo único que saben de mi los que sólo tienen noticias mías por lo que de mí encuentran cada día en este sitio de la red telemática.
----------A decir verdad, la respuesta a tal pregunta no debería ser nada difícil para cualquier sacerdote que haya estado celebrando la Misa durante otros doce meses más en su vida. Eso nos debería estar enseñando a vivir de tal modo que, en realidad, no nos importara si vivimos o morimos.
----------Sin embargo, puede existir (y de hecho existe) un modo pecaminoso de prepararse a morir, el cual sería vivir en medio de la vida, y nada menos que en las fuentes mismas de la vida, y sentir en el corazón, aquel frío gusto por la muerte, ya casi dispuesto a rechazar la vida; aquel corrosivo desabrimiento, aquella acedia que va minando el ser a fuerza de desaliento y de temor.
----------Me pregunto si no existirán entre los fieles, laicos o clérigos, y hasta en los monasterios, centenares y centenares de enfermos de ese mal, que es el más lamentable de todos, porque nos hace desear algo grave, que acaso pueda suponer un dolor físico, como un cáncer o un tumor en el cerebro.
----------¿Qué hacer entonces? Lo dice, por ejemplo, el capítulo 12 de la Carta a los Hebreos, que resumo en un puñado de frases: "Esto nos es fácil, si miramos a Jesucristo, principio y fin de nuestra fe, Quien hallando gusto en hacer la voluntad de su Padre Eterno, sufrió la muerte de Cruz, y habiendo despreciado las ignominias, está ya sentado a la diestra de Dios. Para ser fuertes en sufrir los males, poned la consideración en Jesucristo, quien en todo el tiempo de su predicación experimentó una terrible oposición y persecución de los fariseos, incrédulos y pertinaces. Aún no habéis derramado vuestra sangre, y perdido la vida como Él, peleando contra el pecado. [...] Perseverad, pues, bajo su corrección. Dios se porta con vosotros en los males que os envía, como hijos amados. [...] Si no experimentáis algunas adversidades y trabajos, como han experimentado todos los demás, a quienes Dios ha amado, daréis a entender que no sois sus hijos legítimos, sino espúreos".
----------Como dijeron muchos otros, muchas veces, y mucho antes que yo: la vida se vuelve terriblemente pobre y monótona, si se pasan los días (al menos algunos días seguidos) sin pensar de manera explícita en la Pasión del Señor. No quiero decir que sea necesariamente preciso meditar, pero sí, al menos, considerar con amor y humildad a Cristo en la Cruz. Porque su Cruz es la fuente de toda nuestra vida, y sin ella nuestra plegaria y, con ella, nuestra vida, se seca irremediablemente, y todo muere.
----------Ojalá podamos entenderlo. Es mi deseo para ustedes, queridos lectores, en este final de año.

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