viernes, 30 de diciembre de 2022

Los misterios de la Sagrada Familia

Uno de los episodios de la vida de Cristo de más difícil interpretación, pero rico en enseñanzas, es el de su coloquio con los doctores en el templo de Jerusalén, después de haberse sustraído repentinamente durante tres días, sin advertencia previa, de la custodia de María y de José. Procuremos reflexionar sobre el texto de san Lucas para descubrir nuevas sugerencias para nuestra vida. [En la imagen: fragmento de "Jesús entre los doctores", óleo sobre lienzo de 1560, de  Paolo Veronese, actualmente en el Museo del Prado, Madrid].

----------Este viernes 30 de diciembre de 2022 la liturgia de la Iglesia celebra la Fiesta de la Sagrada Familia. En la amplia riqueza de la Palabra de Dios que hoy la liturgia ofrece, este año corresponde la lectura del Evangelio de Mt 2,13-15.19-23, es decir, la narración de la huída de la Sagrada Familia a Egipto. Por el contrario, en la liturgia romana antigua, en la reducida y repetitiva lectura del único ciclo anual, para esta Fiesta (celebrada en aquellos tiempos el primer domingo después de Epifanía) sólo se leía la narración de Lc 2,42-52, Jesús entre los doctores en el Templo. Narración misteriosa, a la que hoy me gustaría volver.
----------"Después de tres días, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que los oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados" (Lc 2,46-48).
----------Uno de los episodios de la vida de nuestro amado Señor Jesucristo de más difícil interpretación, pero aún así rico en enseñanzas, es el de su coloquio con los doctores en el templo de Jerusalén, después de haberse sustraído repentinamente nada menos que durante tres días, sin advertencia previa, de la custodia de María y de José (cf. Lc 2,41-51). Cuando Jesús desapareció, lo primero que les viene a la mente a María y a José es buscar a Jesús entre "los parientes y los conocidos" (Lc 2,48): una idea del humano buen sentido común, pero que no está a la altura de entender dónde podría estar verdaderamente Jesús: ¡en Jerusalén, en el templo! Y de hecho, he aquí que les viene esta idea, y Jesús es rencontrado. ¿Dónde, en efecto, Cristo mayormente puede habitar sino en el templo? ¿En el Tabernáculo de la Santísima Eucaristía? Allí estamos seguros de encontrarlo. Por lo tanto, si desaparece, vamos allí a buscarlo.
----------La primera pregunta que podemos hacernos en este problemático episodio a propósito de la conducta aparentemente extraña y perturbadora de Jesús, es por qué Él no ha pensado en advertir a sus padres que se habría de quedar mucho tiempo (tres días) en el templo para pasarlo entreteniéndose con los doctores de la ley. No podemos suponer en Jesús una voluntaria incorrección o que se haya enfrentado contra sus padres, como podría hacer cualquier muchacho indisciplinado y desconsiderado. Por otra parte, las palabras de la Madre, "angustiada", huelen a reproche: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto?" (Lc 2,48).
----------Sin embargo, será mejor interpretar esta pregunta como -diría santa Catalina de Siena- una simple pero "ansiosa" petición de explicaciones. La pregunta, por lo demás, no nace de la indignación, sino precisamente de la angustia, sentimiento naturalísimo, que experimenta una madre normal ante la prolongada ausencia de su hijo que de repente ha desaparecido sin ningún aviso. Ella, conociéndolo como un hijo bueno, premuroso, atento y obediente, no piensa en un acto desconsiderado de irreverencia hacia sus padres, sino que se deja llevar por el temor de que le haya sucedido una desgracia. Por otra parte, no se puede excluir, en los genitores, un elemento de ansiedad por el temor de que al Hijo pudiera haberle ocurrido alguna desventura.
----------La clave interpretativa, que ilumina el sentido del misterioso episodio, como es de esperarse, está dada por la respuesta de Jesús mismo en forma de contra-pregunta: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?". También estas palabras a primera vista huelen a reproche. Pero no es pensable que Jesús reproche a sus padres. Simplemente les trae a la memoria cosas que con toda probabilidad ya les había dicho y que ellos habrían podido recordar en el momento de su desaparición y durante su prolongada ausencia. Cosas de las cuales evidentemente se habían olvidado.
----------¿Qué cosas? Probablemente precisamente la advertencia de que habría de poder suceder aquello que luego efectivamente ha sucedido con la peregrinación a Jerusalén. Entonces es como si Jesús les hubiera dicho: "No debíais buscarme. Habrías debido recordar que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre. Yo no soy sólo hijo del hombre, sino también del Altísimo. En efecto, les he advertido antes que habría podido suceder algo así. Debíais esperar tranquilamente a que yo retornara solo, por mi cuenta". En cambio, con las palabras "tu padre y yo te buscábamos" (Lc 2,48), es evidente que María no tiene en mente la paternidad celestial del Hijo. Se siente en este momento ella misma como madre y esposa. Está claro que aquí para ella ahora "tu padre" es José. Pero Jesús en este momento ignora esta paternidad humana e invoca otra: aquella que mayormente le interesa: "mi Padre", es decir, el Padre Celestial. María y José, que, al encontrar a Jesús, se quedaron "sorprendidos" (Lc 2,48), ahora quedan estupefactos. No entienden.
----------Este episodio muestra con meridiana claridad cómo María y José han hecho un camino de fe, por el cual, aún sabiendo ya previamente que Jesús era el Hijo del Altísimo, sólo gradualmente han aprendido a descubrir el misterio de su Hijo. Aunque María hubiera tenido (como efectivamente tuvo) del Ángel la revelación de que Ella habría de ser la Madre del Altísimo, aquí no parece estar a la altura de la situación. De tal modo María está hoy a nuestro lado en nuestros pasos inciertos, vacilantes, débiles y dudosos; Ella nos toma de la mano y nos guía maternalmente hasta donde Ella ya ha llegado.
----------De las palabras de María podemos comprender, por lo tanto, que los padres no han entendido la explicación dada por Jesús: "Pero ellos no comprendieron sus palabras" (Lc 2,50). Estemos atentos y tengamos cuidado de que ese "no comprendieron" no significa "no comprendieron nada", como podría pasarme a mí si alguien me hablara en chino o me dijera cosas sin sentido, donde no hay nada para entender. En cambio, estas palabras se refieren al misterio de la divina Filiación de Jesús: una verdad ciertamente oscura, porque trasciende los límites de la razón humana; pero, al mismo tiempo, luz salvífica de la razón.
----------Por consiguiente, ese "no comprendieron" no es en absoluto la actitud disgustada, escéptica, molesta y fastidiada, por no decir ofendida, típica de los padres ante expresiones y excusas incoherentes adoptadas por un hijo disoluto y desconsiderado, que se lanza a una escapada de casa sin previo aviso ni razonable o justificado motivo. Al contrario (y esto se desprende explícitamente del comportamiento de María) Ella, como ya era su costumbre ante los misteriosos y preciosos hechos de su Hijo (Lc 2,19), "guardaba todas estas cosas en su corazón" (Lc 2,51). Por consiguiente, María es el modelo de la Iglesia que, a lo largo de la historia, conserva fielmente el tesoro de verdad y de gracia que le ha confiado el Esposo.
----------Como observa santa Edith Stein, gran indagadora y maestra de las cualidades de la mujer, es virtud típicamente femenina la custodia de las cosas y de los secretos propios del hombre que ama. Cuando ella es fecundada, custodia en su seno el gérmen recibido, hasta hacerlo devenir ese ser humano, que un día dará a luz. Análogamente a María, la Iglesia custodia en la historia y explica siempre cada vez mejor a los hombres los tesoros de la Palabra de Dios. He aquí el progreso dogmático.
----------En este saber custodiar en el corazón y saber meditar la Palabra de Dios, María es el modelo también del teólogo y del alma contemplativa, que se consolida firmemente en sus convicciones de fe, las profundiza, recaba nuevas conclusiones, formula nuevos propósitos y al mismo tiempo permanece abierto, como dice el papa Francisco, a las "sorpresas de Dios", que pueden en un primer momento chocar quizás con nuestra limitación, pero luego, ante nuestra confiada acogida, manifiestan su infinita sabiduría.
----------Ahora bien, una pregunta que nos podemos plantear es cómo interpretar con mayor precisión y detalle, incluso desde un punto de vista psicológico, este detenerse de Jesús entre los doctores del templo. ¿Qué pudo haber sucedido exactamente durante aquellos tres días? ¿Y por qué? Leemos: "Lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, mientras los escuchaba y los interrogaba. Y todos aquellos que le oían estaban llenos de estupor por su inteligencia y sus respuestas" (Lc 2,46-47).
----------Como sucede en los fenómenos místicos de alta intensidad, es probable que Jesús en el templo haya quedado intensamente raptado por la belleza de los misterios de su Padre y se haya olvidado incluso de sus genitores y de que pasaban no sólo las horas, sino los días. ¡Qué estima la de Jesús por los doctores de la ley! Aquellos mismos, aunque probablemente no las mismas personas, que un día pronunciarán su condena.
----------Del mismo modo, el encanto y fascinación divina de este misterioso muchacho debió haber impactado e impresionado profundamente a aquellos buenos, honestos y sabios doctores, por lo cual al contacto recíproco entre estas almas santas y enamoradas de Dios, se disparó, si así puede decirse, una divina chispa, que desató un incendio místico de divino amor. Se desencadenó así una irrefrenable dialéctica, una circularidad espiritual, por la cual Jesús y los doctores competían en estimularse recíprocamente en las elevaciones celestiales. ¿Quién hubiera podido prestar ya atención al tiempo y a la realidad circunstante?
----------Jesús mostraba signos de una inteligencia extraordinaria y bien se lo puede comprender. En cambio, nos cuesta entender cómo Él pudiera hacer preguntas a los doctores, precisamente Él, Sabiduría encarnada. ¿Acaso es que ya desde entonces los estaba poniendo a prueba, como habría de hacer en edad adulta? ¿O tal vez fuera que precisamente estaba deseoso de conocer su opinión? ¿O quizás se deleitaba en ver en aquellas mentes elegidas un reflejo de la divina sabiduría? ¿O acaso es que pretendía instarles a reconocer al Mesías? Una cosa nos parece segura y cierta: que en este sagrado coloquio no emerge ninguna polémica, como en cambio aparecerá en los enfrentamientos del Jesús adulto con los fariseos y los doctores de la ley.
----------En la sobriedad del lenguaje del relato lucano, ¡qué maravilloso ejemplo encontramos de diálogo espiritual reducido a lo esencial: la pregunta y la respuesta! ¡Quiera Dios que también en nuestros debates teológicos y religiosos se respirara este clima de profunda comunión y al mismo tiempo de libre diferenciación en la atmósfera enriquecedora, serenadora, entusiasmante, pacificadora y beatíficante de la verdad!
----------Este episodio misterioso, que ha sometido a singular prueba a María y a José, se concluye en la cotidiana normalidad: Jesús "regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos" (Lc 2,51). Como cualquier buen muchacho obediente en vías de formación, "iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres" (Lc 2,52).
----------Así las cosas, sucede que la divinidad vuelve a esconderse detrás de la humanidad, después de que la humanidad hubiera antes desaparecido ante la divinidad, en una continua alternancia de momentos infinitamente distantes entre sí, a tal punto que parecen contradictorios e incompatibles, un fenómeno único en toda la humanidad, el cual sin embargo es característico de la persona y de la vida terrena de nuestro Señor Jesucristo. También en nuestra vida cristiana sucede que Cristo imprevistamente e inexplicablemente se retira y parece desaparecer, sin que podamos comprender ni imaginar dónde Él pueda estar y, por tanto, cómo buscarlo y cómo alcanzarlo, ni saber cuándo, cómo y dónde reaparecerá.

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