sábado, 24 de diciembre de 2022

Teología en Navidad: Distinción de las Personas divinas (2/3)

En la Navidad celebramos el misterio del Verbo que "en el principio era y estaba con Dios y era Dios", y que "se hace carne y habita en nosotros". La Escritura nos revela así el dato de la Trinidad de Personas en Dios, que la teología, bien lejos de intentar explicarlo, procura tan sólo mostrar su consistencia, su no contradicción, su razonabilidad. [En la imagen: fragmento de "La Trinidad", óleo sobre lienzo de El Grego, pintado hacia los años 1577-1580, actualmente en el Museo del Prado, Madrid, España].

Lo que podemos saber por la razón y lo que sabemos por Fe
   
----------Finalizábamos la primera parte de esta reflexión teológica (algo desordenada, como avisé) concluyendo que los ángeles piensan objetos diferentes, en "tiempos" (o más bien en "evos", como explicábamos), vale decir, piensan y existe en ellos una sucesión de pensamientos; y por lo tanto en ellos existe la distinción entre la sustancia y el acto de pensar, vale decir, los actos de pensar que se suceden.
----------En Dios, en cambio, esta distinción no puede existir. En Dios existe la plenitud del ser, y por lo tanto Él no está nunca en potencia con respecto a éste o a aquel pensamiento, sino que todo lo que Dios piensa, lo piensa en acto desde siempre y para siempre, aun cuando esto sea muy difícil comprenderlo. Sin embargo, intentémoslo con la ayuda del Espíritu Santo. Es decir, cuando Dios piensa las cosas, incluso las temporales, las piensa desde la eternidad y, sin embargo, el efecto de ese pensamiento es temporal.
----------Pues bien, nunca se debe atribuir a Dios aquello que está del lado del efecto del actuar de Dios. Por ejemplo, Dios ha creado el mundo en el tiempo (vale decir, al inicio del tiempo), de acuerdo; pero eso no quiere decir que Dios en un cierto momento haya, digamos, mirado el reloj y ha dicho "ahora hago la creación". Es decir, desde siempre Dios ya ha pensado que en ese momento (según los físicos de hoy, hace catorce mil millones de años) habría de poner en el ser o en la existencia a todas las cosas.
----------Entonces, con lo que llevamos dicho, hemos establecido esto: que en Dios, en el abismo de su esencia divina, que es vida, pensamiento, puro espíritu, hay algo oculto que el intelecto humano tan sólo remotamente puede intuir, pero nunca de ningún modo aferrar.
----------Los buenos filósofos, como por ejemplo ha sido el caso de Filón de Alejandría y muchos neoplatónicos, aún con todos sus errores, han alcanzado a hablar de Dios con atisbos de la Trinidad, por ejemplo, en términos de Tríada o del Verbo de Dios, pero no han entendido nunca exactamente el misterio ni de la Encarnación ni de la Trinidad con la distinción de las personas la una de la otra. Por eso san Agustín de Hipona, refiriéndose a los neoplatónicos, dice que "en estos libros de los neoplatónicos yo veo el Verbo, pero no veo la Encarnación", y luego dice que "mientras ellos saben hablar de la esencia de Dios, de su unidad y de su existencia, cuando hablan de la Trinidad, hablan de ella en términos incorrectos, desde el punto de vista de la fe".
----------Lo que quiero decir es que, lo que es accesible a la sola fe, y no a la sola razón, no es la vida de Dios ni el pensamiento de Dios, sino la Trinidad de las personas distintas. Por lo tanto, allí hay de algún modo una discontinuidad. Si alguno me pidiera: padre, hágame una buena demostración de la Trinidad de personas divinas; debo responder que no, que no puedo hacer tal demostración, porque no es posible. Si lo intentara, tendría que vérmelas con santo Tomás, quien de hecho dice: "¡Ay de quien se atreva a demostrar la Trinidad!".
----------Nótese que sobre este punto ha habido algo de evolución en el pensamiento cristiano, porque, como sabemos, es casi conmovedor ver a un san Anselmo de Aosta, hombre de Dios, lleno de fervor espiritual tanto en el amar a Dios como en el pensar a Dios, diciendo: "ahora bien, después de haber demostrado la existencia de Dios, haré todo lo posible para demostrar también que Dios es uno y trino".
----------Pero he aquí que el Aquinate, con todo el respeto, dice que esto es demasiado, es decir, que demuestra o demasiado o demasiado poco, o sea, en sustancia no es una prueba rigurosa. Vale decir, no se puede, de hecho daña la fe cristiana, porque, como dice Tomás, si uno se propone demostrar cosas indemostrables, los paganos entonces piensan esencialmente que los cristianos son crédulos, que se fundan en pruebas de poca monta y también en otras cosas. Por lo tanto, es necesario distinguir bien aquellas cosas que son demostrables con la sola inteligencia humana, como la existencia de Dios, la esencia y algunos atributos de Dios, como por ejemplo la vida de Dios, el pensamiento de Dios; pero no se debe nunca prevaricar pensando que se pueda demostrar la existencia de la Trinidad. Por lo tanto, esto lo creemos por fe.
----------Una aclaración: cuando aquí hablo de demostración de la esencia de Dios, naturalmente no me refiero a una demostración que haga saber quién es Dios mediante pruebas intrínsecas a Dios, es decir, por qué Dios es Dios, sino simplemente quién es Dios según aquellos predicados que podemos recabar o derivar de las creaturas. Aquí las pruebas no son recabadas de la esencia de Dios sino de las creaturas.
----------Por lo tanto, el trabajo del teólogo difiere del trabajo del filósofo, pero las dos disciplinas se ayudan mutuamente. Y en este punto abro un paréntesis y digo que, con toda franqueza y sinceridad, es absolutamente tonto, indecente, afirmar que el cristianismo ha oprimido a la razón, lo cual es algo que se escucha un poco por todas partes, o cosas similares, como que el cristianismo ha oprimido el pensamiento. Es de necios afirmarlo, no tengo palabras para describirlo. Bajo el pretexto de la philosophia ancilla theologiae, dicen que es una filosofía plagiada. Pues bien, no es así. Y vamos a explicarlo.
   
Autonomía y analogicidad entre filosofía y teología
   
----------El hecho es que, naturalmente, en el cristianismo se evidencia con agudeza precisamente la autonomía de las dos disciplinas, pero al mismo tiempo también se hace ver de algún modo que no existe una verdadera y propia continuidad entre la una y la otra. Santo Tomás es el primero que dice: continuidad propia no existe. Pero existe una no contradicción, existe una analogicidad entre estas dos disciplinas.
----------Por consiguiente, la filosofía no es que pueda conducirnos a saber de la Trinidad de personas en Dios, sino que nos proporciona los instrumentos racionales para explicar, no la Trinidad, sino para explicar que el creer en la Trinidad no es creer fábulas ni cuentos de hadas. En este sentido, Montesquieu, en sus 'Cartas persas', ironiza burlándose de los católicos. En efecto, habla de algunos persas que van a Francia y escriben cartas a su casa, y entre otras cosas hablan del Papa, y dicen que el Papa es el más grande de todos los magos, y que los europeos tienen un gran mago en Roma, el Papa, porque todos creen a lo que dice el Papa en Roma. ¿Y qué dice el Papa en Roma, entre otras cosas? Dice que uno es tres y tres es uno.
----------He aquí que entonces, según la burda fábula de Montesquieu, el Papa ciertamente ha sorprendido a sus amigos persas con una tal declaración que ciertamente contradice las reglas de la matemática. Pero el caso es que la filosofía nos explica para nada que la Santísima Trinidad signifique que uno es tres y tres es uno, porque la Trinidad no tiene nada que ver con la matemática. Por lo tanto, y en sustancia, la fe en la Trinidad de personas en Dios no es un ultraje a la razón, no es una superstición la de creer que uno hace tres y que tres hacen uno (propiamente el dogma dice que uno es tres; pero esta aparente contradicción se resuelve distinguiendo una naturaleza en tres personas), porque, repito, la Trinidad no tiene nada que ver con la matemática. Es fácil de ver, precisamente porque el número que entra en el género de la cantidad es un número que brota de la cantidad y se refiere sólo a cosas cuantificadas y cuantificables.
----------Ahora bien, lo cuantificable es solamente lo material. No hay ninguna duda de esto. Nuestra alma no es cuantificable. Si uno se pregunta ¿dónde tengo mi alma?, no puedo decir "está aquí", porque está en todas partes en el hombre y el alma está toda en todas las partes del cuerpo e incluso más allá del cuerpo. Y cuando aquí digo "más allá", ello no quiere decir fuera o por encima del cuerpo en el sentido espacial, sino que quiere decir, como ya había intuido Aristóteles, que el alma viene de fuera (thyrathen) de la materia corporal. Se trata, en definitiva, no de una sustancia separada que trascienda al individuo, como había entendido Averroes, sino de una forma inmanente al individuo, que da forma a la materia del individuo humano. Por lo tanto, se trata simplemente de una forma superior a la materia y que trasciende la materia. Pues bien, en cambio, las cosas materiales están extendidas, es decir, puedo decir que el dedo está aquí, más allá de la palma de la mano. Por tanto, en sustancia, la cantidad puede determinar sólo cosas materiales, por lo que cuando se habla en Dios Uno y Trino no se trata de estructuras cuantitativas. Ninguna magia, ninguna contradicción.
----------Lo que estoy intentando decir es que la metafísica, que es la disciplina reina de todas las disciplinas filosóficas (aunque hoy lamentablemente un tanto ultrajada y olvidada) nos enseña precisamente cómo la Trinidad de las personas divinas es consistente, es razonable, es decir, no contradictoria, no es un ultraje a la razón humana y, por consiguiente, no hay necesidad de aniquilar aquello que tenemos de más grande en nosotros, o sea nuestra racionalidad, para creer en la Trinidad.
----------Sin embargo, al mismo tiempo, hay que decir que no se puede llegar con la sola razón al conocimiento de la Trinidad. Aquí es necesario dar el paso de la fe. Ahora bien, el dato de la Trinidad lo encontramos en las fuentes de la revelación, que son la Escrituras y la Tradición de la Iglesia. Pues bien, la reflexión sobre ese dato se llama teología, a diferencia de la filosofía, que no reflexiona sobre el dato revelado sino sobre el ser de las cosas. Por consiguiente, la teología se sirve de la filosofía para extraer, de algún modo, las conclusiones para explicar, iluminándolo desde dentro, el dato escriturístico y tradicional, es decir, el dato revelado.
----------Por tanto, el dato revelado nos dice que en la divinidad tenemos la Trinidad de las personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿De dónde lo sabemos? De la Sagrada Escritura, sobre todo de ese mayor teólogo entre todos los autores de la Escritura, que es san Juan. Los orientales tienen perfectamente razón al llamarlo "el teólogo", le han dado el atributo justo, se podría decir también "Juan, el místico".
----------Al respecto, existe toda una tradición cultural muy bella en la Iglesia (y yo la acepto, ya que estoy hecho un poco a la antigua), una tradición eclesial según la cual san Juan tenía revelaciones especiales a causa de su condición virginal. En ello podemos advertir el valor del celibato, también con respecto a la mente humana, precisamente en referencia a las gracias místicas. Estas son cosas que hoy en día ya naturalmente ne verbo quidem, no se puede ni siquiera hablar de ellas. Sin embargo, a mi modo de ver, es así. Pues bien, las almas privilegiadas desde el punto de vista místico son las almas que sienten de algún modo esta necesidad de amar a Dios y a Dios solo, sin distracciones, con corazón indiviso como dice san Pablo.
----------Pero se trata sólo de una tradición eclesial, aunque tomo ocasión de haberla mencionado para hacer advertir al lector cómo san Juan ha tenido estas revelaciones místicas del todo especiales en comparación con aquellas hechas a los otros evangelistas, las cuales también son extremadamente elevadas, de lo contrario Dios no se habría servido de ellos, para hacer escribir todo aquello que ha querido. En cambio, los Sinópticos se preocupan más bien de la dimensión histórica. Pensemos en un san Mateo, que es muy completo como Evangelio, pero que narra una historia en clave ciertamente bajo el ángulo de la salvación.
----------Por tanto, y este es de hecho el mérito del evangelista san Mateo, hace ver sobre todo cómo a las revelaciones veterotestamentarias corresponden sus cumplimientos en la Nueva Alianza. Vemos que cita siempre la Antigua Alianza. En san Juan (suyo símbolo es el Águila que mira al sol), en cambio, de inmediato se alza en vuelo. Lo veremos precisamente mañana, en la Misa del día de Navidad, donde Juan comienza con estas magníficas palabras: "En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios".
----------Y luego continúa con: "et Verbun caro factum est et habitavit in nobis". Tengamos en cuenta que allí, incluso si las rúbricas no requirieran ponerse de rodillas, uno siente que no podría quedarse de pie. Entonces, lo que intento decir es que nosotros conocemos esta existencia de las Personas divinas solo por la Sagrada Escritura. La reflexión teológica acoge con humildad este hecho y trata de hacerlo no contradictorio, es decir, no presume explicar por qué "es así" (porque es así y no puede no ser así).
----------Ese dato de la divina Revelación sólo se puede aceptar con fe. Pero si alguien tiene dificultad para creerlo porque dice, por ejemplo, que "son cosas absurdas, son cosas de magia", como decía Montesquieu en sus "Cartas persas", entonces la teología, la reflexión sobre el dato revelado ayuda a despejar el terreno. Pero es sólo una ayuda; la obra principal debe hacerla el hombre, ayudado por la gracia de Dios, adhiriéndose con fe a este misterio. Entonces, como vemos, no tengo pretensiones de demostrarlo; sin embargo, es justo y correcto, los fieles tienen derecho a saber de un teólogo por qué no es una contradicción.
   
Los fundamentos de la teología de la Trinidad
   
----------Ahora bien, para fundar la teología trinitaria es necesario, al menos es mi opción teológica, partir como lo ha hecho san Agustín de Hipona. Con lo cual estoy haciendo una opción por nuestra teología occidental. Pero ciertamente esto no quita que existan bellísimas especulaciones teológicas trinitarias también en Oriente. Sin embargo, esas especulaciones teológicas orientales se sirven de metáforas menos atendibles, digámoslo así, en el sentido de que recurren a bellas metáforas poéticas, por ejemplo la planta, la raíz, el tronco del árbol y luego las ramas hasta el último fruto, la última hoja, etc.
----------Y mediante tales metáforas como las mencionadas, o similares, los teólogos orientales hacen ver de algún modo la vitalidad de las procesiones divinas por analogía, por ejemplo, con un vegetal. Ahora bien, la teología simbólica es muy bella, pero es necesario tomarla por lo que es. Por otra parte, santo Tomás de Aquino dice que precisamente la Escritura se sirve apropiadamente de metáforas llamémoslas sensibles en muy buen sentido, precisamente para que el hombre no se deje seducir por la idolatría, porque si fueran demasiado espirituales, el hombre pensaría que estas metáforas son ya Dios.
----------En otros términos: santo Tomás más que parangonar una metáfora elemental -por ejemplo el viento o el agua o el fuego- con una metáfora espiritual, parangona la metáfora con el concepto filosófico -por ejemplo "relación subsistente"- y dice que mientras el concepto filosófico por su elevación podría inducirnos a la tentación de poder demostrar el misterio, la metáfora, en su materialidad, está de tal manera alejada del misterio, que nos muestra claramente cómo ella no puede darnos la comprensión racional del misterio.
----------En cambio, san Agustín ha entendido que es necesario efectivamente tener el coraje, siempre con la debida humildad, de partir de aquello que en las creaturas mayormente expresa la Trinidad, por ejemplo, la espiritualidad, al menos de la vida espiritual que nosotros conocemos sólo de nosotros mismos, es decir, como hombres, en cuanto entes también espirituales, porque advertimos que existe en nosotros un alma espiritual, aunque no lleguemos a conocerla adecuadamente y en su plenitud. Desafortunadamente, ni siquiera somos capaces de llegar a conocer a fondo nuestra alma. Y esto todos lo sabemos bien. Me gustaría mucho tener el conocimiento de mi alma, pero no es posible. Sin embargo, a través de los actos del alma conocemos un poco, o logramos entrever un poco su esencia.
----------Ahora bien, es muy importante notar que en la vida del alma, en la vida espiritual, hay dos componentes, dos dimensiones (en realidad, sería mejor decir potencias o facultades), una fundada y radicada en la otra, una complementaria de la otra. ¿Cuáles son? Son la facultad cognitiva y la facultad apetitiva. Pero nótese bien que santo Tomás hace ver claramente que esta dualidad de conocimiento y de tendencia o mejor todavía dualidad de presencia y de tendencia, no sólo está presente en el espíritu, sino que también está en todos los entes. En otras palabras, que en todos los entes creados está siempre esta dualidad: lo que es la cosa, la forma de la cosa, la estructura de la cosa, y luego, en base a lo que la cosa es, hay una tendencia operativa, vale decir, la tendencia a actuar según aquello que se es.
----------Por ejemplo, pensemos en una simple piedra. Si la levantamos del suelo y la dejamos caer, ella no sabe hacer otra cosa más que caer. Es una operación muy simple y humilde. Sin embargo, el hecho de tender a caer, de seguir la gravedad, de ser casi atraída por el centro de la tierra, corresponde al ser de la piedra. Por tanto, de algún modo, en todo ente, incluso en el más humilde, como una piedra, un ente desprovisto de conocimiento y de apetito, sin embargo, existe algo similar al conocer y al apetecer que se da en el ser espiritual, como el hombre y el ángel: está la presencia, la verdad de la cosa, se podría decir, lo que la cosa es, su esencia, su forma, y a la vez está el actuar según la forma, el actuar que está finalizado.
----------Más allá de la forma, la piedra que cae realiza algo que no está comprendido en el ser de la piedra. En el ser de la piedra no está comprendida su caída, pero está comprendida la posibilidad de caer, la tendencia a caer. En la pequeña planta no está comprendido todavía su crecimiento, sino que sólo existe la posibilidad y la tendencia a crecer. Por tanto, en todas las cosas existe una forma o esencia, y una tendencia a un fin.

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