sábado, 16 de octubre de 2021

Entre dos fuegos

Me permito hoy reflexionar de un modo un poco más personal y libremente sobre el tema de fondo que subyace a la gran mayoría de las notas de este blog, y que considero es uno de los más graves problemas que dan su perfil y características propias a la actual crisis que vivimos en la Iglesia.

----------Estas cotidianas publicaciones intentan ser un eco a aquella voz que resuena en la conciencia de cada cristiano y que también contiene una gravosa admonición: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Jn 8,32). Es ante todo el sacerdote de Cristo quien está llamado por vocación y por sagrado ministerio a ser libre y a guiar a los miembros del Pueblo de Dios hacia la libertad; que nunca puede ser una libertad subjetiva sino objetiva, estructurada sobre el misterio originario de la Verdad: la creación (Gén 1,1-5), donde está contenida la gran prueba de la libertad con la creación del hombre (Gén 2,18-25).
----------El devenir de estas reflexiones surge del intercambio de mutuas perplejidades y desencantos, propios y de amigos, antiguos y recientes, con los que compartimos una misma experiencia: en este clima de caos intra y extra eclesial tenemos el raro privilegio de ser golpeados desde la derecha y desde la izquierda, tanto por modernistas como por lefebvrianos y afines, los sedicentes "tradicionalistas" (y aquí las comillas son de rigor, porque nunca como en las últimas décadas se ha distorsionado el término "tradición").
----------Al respecto, la vida de todo católico está, en efecto, cimentada en la tradición y, en ese sentido, todo católico es tradicional, aunque no todo católico tenga que ser necesariamente tradicionalista. Todo católico está llamado a defender y difundir esa traditio que cobra vida desde los primeros tiempos apostólicos y que se desarrolla a través de la enseñanza y vida de los Santos Padres de la Iglesia y de los grandes Concilios ecuménicos, todos ellos válidos y fuente de verdad, desde el Concilio de Nicea hasta ese Concilio Vaticano II, al cual algunos católicos vienen desde hace cinco décadas menospreciando.
----------En efecto, el Concilio Vaticano II viene siendo desde hace cinco décadas menospreciado por dos pseudo-iglesias, dos sectas en realidad, paralelas a la única Iglesia católica. Por un lado, la secta mayoritaria de los modernistas, quienes hipócritamente utilizan el nombre de progresistas, y se hacen llamar "abanderados del Concilio""vanguardia del progreso", cuando en realidad son neo-modernistas, vástagos secuaces de aquellos modernistas de la época de Pío IX y Pío X. Por otro lado, la secta minoritaria de los lefebvrianos y afines, quienes a través de campañas publicitarias y disputas construidas sobre tesis erróneas presentadas en modo sibilino y críptico, rechazan el Vaticano II diciendo por ejemplo: "...después de todo, el Vaticano II, ha sido solo un concilio pastoral". Dos cismas, virtual el primero, formal el segundo.
----------Se trata de una cuestión ampliamente y a menudo desarrollada en mis artículos, y sobre la que ahora no quiero extenderme de modo particular, aunque sí aprovecho la ocasión para aclarar, con el respeto más leal a la doctrina de la Iglesia, que el término "pastoral", tanto más aplicado a un Concilio Ecuménico, no puede convertirse, como creen los lefebvrianos, en sinónimo de expresiones tales como: "de tal modo, es un Concilio que no cuenta para nada", en cuanto es "sólo pastoral", es decir: "un Concilio de tercera clase". Por supuesto, los modernistas creen lo mismo, aunque digan defender el Concilio, pero es que para ellos no existen verdades inmutables, no existen los dogmas: ellos están más allá del Concilio.
----------Es verdad que el Concilio Vaticano II no define solemne y extraordinariamente nuevos dogmas, pero no es cierto que se "limite" a reafirmar todas las precedentes verdades dogmáticas de la fe católica. También en el Concilio existen doctrinas nuevas, aunque en perfecta continuidad con el magisterio precedente. Y tanto al recordar las verdades católicas de siempre como al indicar nuevas doctrinas, lo hace siempre presentando su enseñanza de un modo adaptado al hombre de nuestro tiempo; teniendo siempre en cuenta que a través de sus documentos sanciona doctrinas vinculantes para todo el mundo católico, doctrinas de las cuales puede también el católico rebelarse: he aquí el trágico poder de la libertad con la que Dios dotó al hombre al momento de crearlo. Pero haciéndolo así, rebelándose, entonces estará saliéndose de la comunión eclesial. Ya nuestros primeros progenitores decidieron rebelarse contra Dios en los albores de los tiempos con decisión y libre arbitrio (Gén 3,1-13). Y Dios, además de expulsarlos del Edén, tomó en cuenta el hecho de que habían hecho una libre elección, alejándose así de su gracia y de su gloria (Gén 3,22-24).
----------La Iglesia, que en dos mil años de historia ha atravesado gravísimas crisis, ante las cuales nuestra fe no puede sino resultar más confirmada y afianzada (porque si la Iglesia no fuera el Cuerpo Místico de Cristo asistido por el Espíritu Santo ya se habría extinguido desde hace siglos) está viviendo hoy un momento de gran crisis que en repetidas ocasiones autorizados analistas han definido "sin precedentes históricos". Para ser franco, yo no estoy tan seguro de que la actual sea la mayor crisis por la que ha atravesado la Iglesia, pero, sea como sea, para el mundo y la Iglesia es letal que hoy, por doquier, lo bueno es presentado como malo y lo malo como bueno, el vicio es presentado como virtud y la virtud como vicio, la sana doctrina como heterodoxia y la heterodoxia como sana doctrina, los buenos elementos fieles al depósito de la fe y al magisterio de la Iglesia son a menudo perseguidos por personas desordenadas y corrompidas en el cuerpo y en el espíritu, que primero han sembrado la semilla y hoy riegan la hiedra trepadora de la apostasía interior.
----------De todo esto somos conscientes los católicos, embarcados en la tarea que nos corresponda en el deber del honesto cumplimiento del propio deber de estado, el cual en sí mismo debe llevar implícito el mensaje de esperanza implicado en la certeza de nuestra fe: el triunfo de Cristo y la derrota inexorable del Anticristo que confirma la promesa hecha por Nuestro Señor a Simón y a la Iglesia: "te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella" (Mt 16,18).
----------Son pocos los que hoy combaten debidamente el neo-modernismo difundido en amplias capas del Pueblo de Dios y enquistado en puestos de poder en la estructura eclesial. Por supuesto, son muchos los que se dicen enemigos del modernismo, aunque se esfuerzan poco por identificarlo y combatirlo con argumentos de fe y de razón, como tratamos de hacerlo aquí cotidianamente. La mayoría de quienes hoy se dicen enemigos del modernismo intentan luchar contra él pretendiendo volver al "pasado que nunca jamás debe pasar". Viven en una burbuja, fuera de la realidad, sin darse cuenta que se engañan tanto como se engañan los modernistas: rechazan en bloque la modernidad, tal como los modernistas la aceptan en bloque.
----------Los pasadistas, pseudo-tradicionalistas, aún siendo la secta minoritaria, también contribuyen a dañar gravemente el Cuerpo de la Iglesia, tanto como los modernistas. Son los que se declaran defensores duros y puros de la sagrada tradición y que en los años ochenta se arrodillaban en Ecône junto al cismático y excomulgado Marcel Lefebvre. Y tan pronto como en aquel ambiente alguno, incluso laico, se atrevía a levantar la cabeza y pronunciar una palabra disonante o plantear alguna duda, escuchaba la inmediata respuesta: "Solo nuestros sacerdotes son capaces de hablar rectamente respecto a doctrina, eclesiología y liturgia; y la tarea del laico es responder '¡Amén!' cuando decimos 'per Christum Dominum nostrum', y recaudar dinero para financiar nuestras actividades pastorales y nuestros seminarios, ¡punto y basta!". Y fue ese el momento en el que no pocos advirtieron el engaño, reconocieron el error, y se apresuraron en volver a las filas de aquella que habían llamado "herética" y "apostática" Iglesia conciliar, arrepentidos de haber jugado a ser "resto fiel" o "remanente de los últimos tiempos" o "puros y verdaderos católicos de la Misa de siempre"... dentro de este pobre cuerpo eclesial cada vez más humanamente torturado y confundido.
----------A fin de mostrar al menos cierto equilibrio en este abismo de confusión, e intentando ofrecer al Pueblo de Dios una esperanza y un punto de equilibrio católico entre modernistas y lefebvrianos, es que presento cotidianamente estos artículos, que probablemente muchos consideren políticamente inapropiados, aunque procuren siempre y con todo rigor ser estrictamente fieles al Magisterio de la Iglesia y caracterizados por un definido rigor teológico. Para esto también nació este blog: para tutelar esa libertad teológica que no busca en absoluto proteger nada personal, sino tutelar esa doctrina y ese magisterio de la Iglesia que estamos llamados a servir y difundir, como la Iglesia nos manda servir y difundir. Y si fuera el caso que, puesto a esta tarea, alguna de mis opiniones no sea conforme a la sana razón y a la Fe de la Iglesia, de antemano rechazo el error que fuere inadvertidamente aceptado, sometido en cuanto creyente católico a la Iglesia.
----------Los artículos que enardecen a ciertos lectores, que dejan comentarios impublicables, son notas teológicas, a veces más enfocadas a la doctrina, a veces más a la historia de la Iglesia, pero siempre redactadas en fidelidad al Magisterio y con un criterio pastoral que no puede estar sometido a las censuras arbitrarias de laicos ideologizados ya sea por ideas modernistas o por ideas lefebvrianas, laicos que no tienen ninguna autoridad ni competencia para censurar nada. De hecho, es a la inversa: son los laicos quienes deben dejarse guiar y corregir por quienes tienen autoridad para hacerlo, ante todo por el Romano Pontífice.
----------Quienquiera intente reconocer en mis artículos no sé qué "venganzas" dictadas por un supuesto "orgullo herido", como suelen escribirme en sus mensajes, debería preocuparse por hallar argumentos más plausibles. De hecho, es cosa grave que los laicos usen la doctrina y la teología (y a menudo mal usadas) movidos por motivaciones puramente político-ideológicas, hasta el punto de censurar en nombre de slogans o frases hechas, esgrimidas como emblemas de batalla, a quienes están habituados de toda la vida a la teología, independientemente de cuán políticamente apropiado u oportuno sea decir lo que el Evangelio nos pide que digamos. Así actúan esos sedicentes "católicos" que a sí mismos se toman por beatos solazándose entre lo que llaman ellos "tradición" y los solemnes pontificales celebrados con el vetus ordo missae, presentándose como los más puros defensores de la verdadera fe, y coqueteando con los cismáticos lefebvrianos, si es que no lo son también ellos sin confesarlo abiertamente.
----------Produce tristeza, y tienta a la desesperanza, el que ciertos portales y blogs de internet, que se presentan a sí mismos como "católicos", agencias de noticias sedicentes católicas o revistas online, que quizás alguna vez nacieron con las más sinceras intenciones de servir a la Iglesia, hoy hayan terminado encomendando columnas fijas a "escribas, fariseos y falsos doctores de la ley" cuyo único propósito parece ser atacar el último Concilio ecuménico de la Iglesia y al actual pontificado, acerca del cual los lectores de este blog saben bien que no somos aquí fanáticos "papólatras" (y nadie debe serlo), sino que intentamos ser hijos fieles del Romano Pontífice, sin dejar de manifestar la perplejidad en la que a veces nos dejan algunas de sus actitudes o declaraciones hechas en cuanto doctor privado, pero siempre reiterando a cada paso, muchas veces atacados incluso de mala manera por ciertos "rubricistas" que blanden jirones de confusión y verdades incomprendidas, que si de la legítima crítica al doctor privado se pasa en cambio a socavar al Papa en cuanto legítimo titular del ministerio petrino e inequívoco Maestro de la Fe, en tal caso lo que se hace es socavar peligrosamente esa "piedra" (y esto es dogma de fe) sobre la que Cristo edificó su Iglesia (Mt 16,18).
----------En respuesta a estos pertinentes reclamos, todos siempre estrictamente doctrinales y nunca humorales, nunca ideologizados, reclamos provenientes de gran cantidad de sanos observadores de la hoy tristemente lacerada realidad eclesial, ha sido la implícita censura doctrinal realizada por el Papa en Traditionis custodes a esos sacerdotes y laicos que, movidos por doctrinas confusas y sectarismos presentados ​​por "fe pura" y "pura tradición", han instrumentalizado el vetus ordo en sentido cismático filolefebvriano.
----------Es doloroso también el ver cómo estos personajes (a los que el Papa en su motu proprio no menciona por sus nombres, pero a ellos implícitamente se refiere) están habituados a instrumentalizar de manera surrealista, a través de sus artículos y libros, a algunas figuras históricas elegidas como sus estandartes: por ejemplo el papa san Pío X, o los cardenales Alfredo Ottaviani y Giuseppe Siri. No voy a hacer aquí nombres de quienes desde hace años se distinguen entre varios publicistas y escritores, dejando en todo lo que tocan tierra arrasada tras haber lefebvrianizado todo con sus artículos desequilibrados de apego hacia el mundo ultra-tradicionalista, llenos de teología precaria y sentido histórico obnubilado por la ideología y una confusa idea romántica de Iglesia que básicamente termina siendo totalmente sectaria y egocéntrica.
----------Convocar a los ciegos a un sano baño de realismo a través de la contemplación del sol de la verdad no es tarea fácil, por lo que habría que probar dar respuesta a sus conciencias, a menudo más político-ideológicas que católicas, a través de una pregunta que les hago a todos ellos con sincera caridad: ¿cómo creen que hubiera reaccionado ese hombre de extraordinario temperamento y gran santidad, como era el papa san Pío X, que ustedes glorifican a cada suspiro (si bien no siempre correctamente conocido por lo que realmente fue), si bajo su pontificado un grupo de apasionados y ruidosos laicos católicos hubieran hecho pública campaña para recoger firmas, por ejemplo en oposición a las medidas disciplinarias y canónicas que siguieron a su encíclica Pascendi Dominici gregis? En suma, lo que intento decir es que: por un lado estos tales se rasgan las vestiduras escandalizados por una no comprendida "libertad religiosa", de la cual hacen responsable al "terrorífico" y "diabólico" Concilio Vaticano II, y por otro lado, los mismos tales sin embargo ponen de manifiesto en los hechos concretos que quisieran transformar la Iglesia en una democracia parlamentaria juntando firmas y haciendo referendos populares, a los que llaman "correctio filialis".
----------En respuesta a lo que acabo de decir, alguno en el foro de este blog probablemente quiera objetarme que "el papa Francisco no es san Pío X"; pero me adelanto a declarar que esta respuesta es totalmente equivocada, dogmática y pastoralmente. ¿Por qué? Porque Francisco es Pedro, como lo ha sido san Pío X, como lo fueron tanto Alejandro VI como san Pío V. Por consiguiente, instrumentalizar a ciertas figuras con fines políticos e ideológicos es lo que en lenguaje filosófico y teológico se llama deshonestidad intelectual, producida por una razón y desde una lógica viciada por una falta de libertad y movida por la negativa a aceptar las doctrinas y disciplinas de la Iglesia, sustituidas por los propios arbitrios en nombre de una no mejor definida "pureza católica", la cual, en otras palabras, se llama "soberbia", es decir, la temible reina de todos los pecados capitales, de la que uno se purifica sólo con la conversión del corazón.
----------Es de esta necesidad de construir un ideologizado relato de la historia de estos últimos cincuenta años, que surge la falsificación que induce a ciertos autores a inventar un san Pío X que jamás ha existido, de la misma manera en que son creados un cardenal Ottaviani y un cardenal Siri que no corresponden a la realidad histórica y eclesial, dado que el uno y el otro han discutido cuando hubo necesidad y posibilidad de discutir, pero al final de las legítimas discusiones, no solo han aplicado con gran escrúpulo las doctrinas del Vaticano II; sino que, el cardenal Siri en particular, en su diócesis, ha sido maestro fiel y diligente de las enseñanzas del Concilio entre su clero y laicado; mientras que el cardenal Ottaviani, en el período más convulsionado del postconcilio, ha servido al papa san Paulo VI con una fidelidad que debería ser tenida por modelo, estímulo y enseñanza para ciertos católicos que abusan de la palabra "tradición" o que hablan y escriben sobre san Pío X en modo a menudo críptico, sibilino y falsificador, para sentirse subjetivamente legitimados (al más puro estilo modernista) para despreciar el Magisterio de la Iglesia del último medio siglo.
----------Es que debe comprenderse que el mundo de los modernistas y el mundo de los lefebvrianos y afines, son dos rectas paralelas que no se encuentran, pero que juntas constituyen las dos vías que transportan el tren con todos los desprevenidos o ingenuos o inconscientes pasajeros que lo han abordado rumbo a la catástrofe, hacia el desmoronado puente de "Cassandra Crossing" (aquella recordada película de los años 70).
----------No es casualidad que san Pablo describa a la Iglesia como Cuerpo Místico del cual Cristo es Cabeza y nosotros miembros vivos; y en el cuerpo cada miembro tiene su propia función, necesaria e indispensable. Obviamente, una pierna no puede realizar las funciones de un brazo y viceversa un brazo las funciones de una pierna. En el seno de este cuerpo, que a veces parece formado por miembros enloquecidos que se mueven en modo desarticulado e inconexo, persiste desde hace décadas una peligrosa confusión de roles, una "confusión de las personas" como gustaba decir el padre Leonardo Castellani hablando de "lo paródico": nos encontramos a menudo frente a clérigos laicizados y laicos clericalizados.
----------Dialogar es un deber a veces, como lo es a veces el buscar acuerdos, lo mismo que disputar puede ser algo benéfico e incluso fuente de divina gracia. También los apóstoles discutieron animadamente entre ellos, pero siempre en un claro y respetuoso ejercicio de sus roles, como nos demuestra san Pablo que en tonos duros reprocha al Príncipe de los Apóstoles en Antioquía (Gál 2,11-14), pero sin poner en mínima discusión la autoridad de Pedro que había recibido su propio mandato de Cristo en persona.
----------En realidad, entre los lefebvrianos y afines, por un lado, clericalistas o sujetos al clericalismo, y por otro lado por ejemplo los neocatecumenales, laicos que transforman al sacerdote en rehén de sus caprichos y de sus arbitrios litúrgicos y que declaran que "todos somos sacerdotes", no hay en el fondo ninguna diferencia. Da igual que por un lado haya un Pregón pascual acompañado de guitarras eléctricas y baterías, dirigido por el bohemio Kiko Argüello, y por otro un Pregón pascual cantado según la mejor tradición gregoriana con todos los cantores más selectos del "santísimo" seminario de Ecône. Nada cambia en la triste y peligrosa sustancia subyacente, porque idénticos son los fariseos y los saduceos, los escribas y los doctores de la ley, los falsos profetas y los malos maestros, y sobre todo la falta de respeto debido al sacerdocio ministerial de Cristo que vive a través de sus sacerdotes y que no está atado a los caprichos estéticos de clérigos y laicos.
----------El sacerdote no es sólo alter Christus cuando celebra Misa según los caprichos estéticos e ideológicos de ciertos laicos, sean ellos modernistas o lefebvrianos; el sacerdote es también alter Christus cuando con la doctrina, el magisterio y los documentos de los pontífices y concilios de la Iglesia, desde el primero hasta el último de hace medio siglo, enseña y guía a los fieles que forman ese Cuerpo vivo del cual Cristo es cabeza y del cual sus sacerdotes, por indignos e inadecuados que sean, ciertamente no son los dos dedos meñiques de los pies, dado que los mismos Ángeles de Dios quedan dejados de lado ante un sacerdote, porque a ellos, aún siendo como son las más perfectas criaturas, el Todopoderoso no les ha otorgado la dignidad conferida a los sacerdotes. Son los Ángeles quienes durante el Sacrificio Eucarístico cantan "Santo... el Señor Dios del universo" en torno al sacerdote alter Christus, y no es el sacerdote alter Christus quien canta "Santo" para los Ángeles, que no realizan el servicio de participación en el ministerio del sacerdocio de Cristo, en el que sólo los sacerdotes, incluidos los sacerdotes indignos y los pecadores, participan por misterio de gracia.
----------La respuesta a las más acuciantes preguntas y la solución a los más graves problemas que hoy se plantean a la cátedra petrina, está toda contenida en un conmovedor fragmento joánico: "Y la gloria que me has dado, yo les he dado, para que sean uno como nosotros. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad y el mundo sepa que tú me enviaste y los amaste como me amaste a mí" (Jn 17, 22-23).
----------¿Cómo se puede ser perfectos en esa unidad que hace al Padre uno con el Hijo, que nos llama a estar unidos como Dios Padre está unido en Dios Hijo? Se puede serlo a través de ese vaciamiento que va siendo vuelto a llenar: vaciándonos libremente de nosotros mismos para reencontrarnos con ese sentido de perfecta libertad que Dios nos ha dado desde el origen del mundo; porque si conocemos la Verdad, acogiéndola desde el huerto del Edén hasta la piedra volcada del sepulcro del Cristo Resucitado que se ha hecho nuevo Adán, entraremos en esa comunión y unión que une al Padre y al Hijo. Y entonces la verdad nos hará libres, hoy, por siempre y para siempre. Basta con huir del teatrito inviolable de nuestro ideológico "yo" para ir al encuentro de la Verdad de Dios y así llegar a ser "perfectos en la unidad".

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