Llegados a la última parte de nuestra reflexión, tratemos de las dos principales concepciones heréticas del sacerdocio que más han venido influyendo en estas décadas, concepciones difundidas en muchas obras de teología que deberían haber desaparecido ya hace mucho tiempo de las bibliotecas de seminarios y casas de formación sacerdotal y de las bibliografías de los programas de sus cursos de teología.
Edward Schillebeeckx
----------Edward Schillebeeckx [1914-2009], fue un teólogo dominico holandés, autor de muchas publicaciones. Después de un inicio prometedor con un famoso libro sobre la economía sacramental, tuvo su contribución para la formación de los documentos del Concilio Vaticano II y fue el inspirador del Catecismo Holandés de 1966. Desde 1979 a 1986, fue varias veces reconvenido por la Congregación para la Doctrina de la Fe por sus errores, pero nunca se corrigió, de hecho al contrario, fue empeorando al avanzar su edad.
----------Con respecto al tema que tratamos en estas notas, Schillebeeckx se ocupó expresamente de la naturaleza y la finalidad del ministerio sacerdotal en varias ocasiones, especialmente en un libro de 1980 dedicado específicamente a este tema, El ministerio en la Iglesia. Servicio de presidencia en la comunidad de Jesucristo (que también apareció en 1983 bajo el título de: El ministerio eclesial: responsables en la comunidad cristiana, en su versión en español) y algunos años después, en 1986, por razones que enseguida explicaremos, volvió a dedicarse al mismo tema en el libro "Por una Iglesia con rostro humano".
----------Schillebeeckx, siguiendo un método exegético protestante, vale decir, sin tener en cuenta la interpretación o la explicitación subsecuente hecha por el Magisterio de la Iglesia, presenta la doctrina actual de la Iglesia sobre el sacerdocio como si estuviera en contraste con el concepto neotestamentario de "ministro", "guía", "responsable" o "presidente" de la comunidad, argumentando que en el Nuevo Testamento no existe el concepto actual del sacerdote como ministro exclusivo de la Eucaristía y que, por tanto, la función de guía de la comunidad no es un poder especial reservado a algunos, poder llamado precisamente hoy por la Iglesia "sacerdocio", que se sumaría a las facultades dadas por el bautismo, sino que en el Nuevo Testamento la función "apostólica", guía de la comunidad, que implica el poder de hacer la eucaristía, surge de la sola gracia bautismal; por lo cual, cualquier bautizado puede, en principio, desarrollar este servicio.
----------De esto se desprende que, según Schillebeeckx (estas ideas las sostiene en El ministerio en la Iglesia), en el Nuevo Testamento todo bautizado, así como puede ser "ministro", o sea guía de la comunidad, en circunstancias oportunas establecidas por la comunidad, ya sea hombre o mujer, está habilitado para celebrar la Eucaristía, por el hecho de que la comunidad, teniendo necesidad de la Eucaristía, tiene derecho a tener el ministro, el cual, por lo demás, siempre según cuanto Schillebeeckx le hace decir al Nuevo Testamento, siendo un miembro de la comunidad, es elegido para ese oficio por la misma comunidad.
----------Para encontrar una contradicción entre la doctrina neotestamentaria y la de la Iglesia actual, Schillebeeckx aprovecha el hecho de que en los tiempos apostólicos la denominación y distinción de los diversos ministerios y entre los grados jerárquicos era todavía virtual e implícita, estaba en formación.
----------El epìskopos, por ejemplo, que de por sí significa simplemente "supervisor", podía ser también lo que hoy nosotros llamamos presbítero o sacerdote, así como el presbyteros, que significa "anciano" o el apòstolos (referencia a los doce apóstoles) podía ser el obispo, ejerciendo también funciones de presbítero. Así, se puede pensar que inicialmente sólo al apostolos, en cuanto sucesor de los apóstoles, se le permitiera celebrar la Eucaristía, poder que subsecuentemente habría sido compartido por el obispo con los presbíteros.
----------Por otro lado, para Schillebeeckx, la idea de un ministerio que estuviera jerárquicamente ordenado, tal como luego estará presente en la doctrina de la Iglesia (diácono, presbítero y obispo) no derivaría de cuanto emergiera en el Nuevo Testamento de la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, sino que habría sido una arbitraria inclusión en el dato bíblico por parte de la Iglesia medieval de categorías derivadas del ordenamiento del Imperio Romano. Evidente negación, también ésta, del sacramento del Orden.
----------Ahora bien, contras estas afirmaciones del teólogo holandés, es necesario recordar que la Iglesia, encargada por Cristo de custodiar e interpretar infaliblemente a lo largo de los siglos su Palabra, no contradice en absoluto la enseñanza neotestamentaria, sino que, al contrario, la precisa, la desarrolla y la explicita. El Espíritu Santo, que ha inspirado a los hagiógrafos, es el mismo Espíritu Santo que asiste a la Iglesia en la explicitación y en la profundización de la Palabra de Dios a lo largo de la historia.
----------Pero la idea de Schillebeeckx de que cualquier bautizado, aún cuando sólo sea por excepción, puede celebrar la eucaristía, es absolutamente extraña y, de hecho, contraria a la doctrina del Nuevo Testamento y, por tanto, es herética, en cuanto contraria a la esencia del sacramento del Orden, como resulta de la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a los Obispos, de 1983, Sacerdotium ministeriale y de su Carta a Schillebeeckx del 13 de junio de 1984. Veamos dos pasajes significativos de la primera Carta:
----------"Entre estos poderes, que Cristo ha otorgado de manera exclusiva a los Apóstoles y a sus sucesores, figura en concreto el de hacer la Eucaristía (eucharistiam conficiendi). Solamente a los Obispos, y a los Presbíteros a quienes aquéllos han hecho partícipes del ministerio recibido, está reservada la potestad de renovar en el misterio eucarístico lo que Cristo hizo en la última Cena" […] Como pertenece a la misma naturaleza de la Iglesia que el poder de consagrar la Eucaristía sea otorgado solamente a los Obispos y a los Presbíteros, los cuales son constituidos ministros mediante la recepción del sacramento del Orden, la Iglesia profesa que el misterio eucarístico no puede ser celebrado en comunidad alguna sino por un sacerdote ordenado, como ha enseñado expresamente el Concilio Lateranense IV" (par.3, n.4).
----------Invitado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en la Carta de 1984 a corregir sus posiciones, Schillebeeckx prometió escribir un libro en el cual aclararía, y este libro ha sido "Por una Iglesia con rostro humano", publicado en Holanda en 1985. Salvo que, sin embargo, no cumplió sus promesas, porque en ese libro distingue una "apostolicidad horizontal", que sería la perteneciente a todos los bautizados, y una "apostolicidad vertical", propia del ministerio jerárquico (cf. pp.298-299 de la citada obra).
----------La consecuencia de esta distinción es que, puesto que el poder de hacer la Eucaristía depende de la apostolicidad, Schillebeeckx no hace más que repetir el error que ya le había sido impugnado, es decir, el poder de todos para celebrar la Eucaristía, porque todos son "apóstoles", como para decir que todos, al menos virtualmente no formalmente, son sacerdotes ministeriales. El sacerdocio común de los fieles está así confundido con el jerárquico y por eso mismo es negado, como sucede con Lutero.
----------Y todo esto lo afirma Schillebeeckx, conviene señalarlo bien, en nombre de una supuesta "humildad" según lo expresa el propio autor, porque el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe es acusado de concebir el ministerio "vertical", es decir, en otras palabras, el episcopado y el presbiterado, como "un status, una especie de elevación ontológica por encima de los otros miembros de la comunidad", mientras que a juicio de Schillebeeckx (refiere el parecer de otros, pero es evidente que lo hace suyo), el ministerio es "un humilde servicio a la comunidad" (cf. p.301 de la citada obra).
----------¿Quién niega que el sacerdocio sea "un humilde servicio a la comunidad"? Pero el hecho es que Schillebeeckx confunde el aspecto objetivo con el aspecto subjetivo de un servicio. Está claro que desde un punto de vista subjetivo, cualquier servicio debe desarrollarse con humildad, sea grande o sea pequeño; pero desde el punto de vista objetivo, existen servicios humildes y servicios preciosos. Una cosa es el servir la mesa y otra cosa es el servicio que un médico presta al enfermo grave salvándole la vida. Una cosa es un servicio del cual podemos prescindir del servidor y arreglarnos nosotros solos, como el self-service en un bar; y otra cosa es el servicio que si no viene prestado por otro, estamos privados del servicio.
----------Por lo demás, para servir en el sentido fuerte y específico, es necesario poseer en ciertos casos una adecuada cualificación, importante o modesta, tal por la cual se procura a la persona el servirle o proporcionarle un bien que ella no posee y que no es capaz de procurarse por sí misma, en cuanto esa persona no posee esa cualificación o ese bien que le viene dado. Y es por eso que ella requiere el servicio.
----------Ahora bien, lo que ocurre en la ordenación sacerdotal es que este sacramento añade efectivamente al alma del ordenando un accidente espiritual, una cualidad ontológica permanente, un don sobrenatural, el carácter sacerdotal, que le habilita para obrar eficazmente por la salvación de las almas. Quien no tiene esta cualificación, este poder, no puede obtener de sí lo que sólo el sacerdote puede darle, aunque, por supuesto, Dios puede salvar incluso sin la mediación del sacerdote.
----------El hecho de que el sacerdote o el obispo esté más alto en la estructura de la Iglesia, es una situación que puede efectivamente constituir para ellos una tentación a la soberbia o a la prepotencia o al dominio de los otros o al clericalismo. Sin embargo, Schillebeeckx se equivoca al negar esta jerarquía, este ser elevado, este ser superior a los otros, este tener más, para salvaguardar la humildad. De hecho, no está dicho que todos los que están abajo estén necesariamente preservados de la soberbia. De modo similar, un centinela que está al acecho, no carece de humildad solo por su conciencia de estar más alto, sino que, si no es un vanidoso, siente la responsabilidad de servir a los demás advirtiéndoles del peligro.
----------El reclamo a la "humildad" es, por tanto, en Schillebeeckx sólo un pretexto para obstinarse en el error. Por ello, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una Notificación de 1986, subsecuente a la publicación del libro del año anterior, hace la siguiente declaración: "Sobre el problema de fondo", o sea, el de las competencias del sacerdote, "se debe señalar a regañadientes que el autor sigue concibiendo y presentando la apostolicidad de la Iglesia de tal manera que la sucesión apostólica por medio de la ordenación sacramental representa un dato 'no esencial' para el ejercicio del ministerio y, en consecuencia, para la atribución del poder de consagrar la eucaristía, esto en oposición a la doctrina de la Iglesia" (n.5, b); como para decir que, según Schillebeeckx, para poder consagrar la eucaristía, no se debe necesariamente ser ministros sacramentalmente ordenados por el obispo, es decir, no es necesario ser sacerdotes, sino que basta cualquier bautizado.
----------Ahora bien, una tesis como la sustentada por Schillebeeckx en los libros de referencia, equivale a negar las competencias específicas y exclusivas del sacerdocio ordenado o ministerial con respecto al sacerdocio común de los fieles; es lo mismo que negar o falsificar el sacramento del Orden, enseñado por el Concilio de Trento y por el Concilio Vaticano II. Lo que ciertamente es una herejía.
----------Después de esa intervención, la Congregación para la Doctrina de la Fe dejó de intentar corregir a Schillebeeckx. Esta actitud de la Santa Sede fue interpretada por los partidarios del teólogo holandés en el sentido de que él no habría sido "condenado"; de donde ellos deducen la licitud de sostener sus ideas. Equívoco gravísimo. Schillebeeckx no ha sido condenado en el sentido de que el término, aunque merecido, de "herejía", no aparece, y no ha sido objeto de sanciones canónicas, mientras que en mi opinión habría merecido ser expulsado de la Orden de Predicadores, que alguna vez fue llamada la "Orden de la verdad". Pero no hay duda, y esto es lo mínimo que se puede decir, de que su tesis ha sido condenada.
Karl Rahner
----------La bibliografía de Karl Rahner [1904-1984] es enorme. Me limito aquí a hacer referencia solo a algunos de sus escritos donde trata del sacerdocio. En los escritos de Rahner en que trata acerca del sacerdocio se han constatado errores, excepto en el libro Ejercicios Espirituales para el sacerdote. Iniciación a la existencia sacerdotal, aparecido en los años 1970s. Pero lo cierto es que aquí habla del sacerdote como se podría hablar de cualquier buen cristiano, sin entrar en los temas específicos, donde muestra su falsa concepción.
----------Si tratamos de sistematizar todo lo escrito por Rahner acerca del sacerdocio, podemos decir que él comienza negando la misión del sacerdote tal como se desprende de la Carta a los Hebreos: "Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir en favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios, a fin de ofrecer dones y sacrificios por los pecados" (Heb 5,1).
----------Rahner dice, de hecho, que "si interpretáramos el sacerdocio de la Iglesia según el concepto del sacerdote como mediador, dotado de altas capacidades, entre una dimensión sacral del Dios santo y un mundo profano pecador, siempre correríamos el riesgo de desconocer la verdadera naturaleza de esa función de la Iglesia, que hoy designamos ya, a diferencia del lenguaje escriturístico, como sacerdocio" (La figura del sacerdote moderno, 1970, p.70). Rahner especifica enseguida, en el mismo escrito, diciendo que, si "lo 'sacral' constituido por la gracia de Dios, en lo cual Dios mismo deviene la base portante, es la última profundidad y el futuro absoluto del hombre, en este sentido supremo no hay ningún dominio sacral, que pueda ser delimitado frente a un mundo profano, como un templo sagrado, como si solo allí, pero no aquí, esté a la espera y sea encontrable el Dios santo de la vida eterna" (Ibid., p.71).
----------De ahí la conclusión de que "el ministerio del sacerdote no es el del santo representante de Dios, que se presenta de parte suya con autoridad divina a un pueblo pecador, sino el del detentor de una determinada función necesaria en el seno de un pueblo santificado por Dios" (Ibid., p.72), función necesaria que es simplemente la de presidencia de la comunidad.
----------Ya aquí podemos ver el forzamiento que Rahner hace de la doctrina católica para tener ya buen juego en el rechazarla. Está claro que el sacerdote es también él un hijo de Adán y que el fiel al que él asiste puede ser más santo que él. Pero esto no quiere decir nada a favor de la tesis de Rahner, como veremos.
----------Aparte del hecho de que no es cierto, como atestigua el pasaje citado de la Carta a los Hebreos, que lo que la Iglesia hoy designa con el término "sacerdocio" no esté en la Escritura, notamos ante todo cómo Rahner presenta aquí el concepto de lo sacro, que, como hemos visto, según él no es un plan divino que trasciende lo profano, sino que aparece aquí incluso como "la última profundidad del hombre". "La gracia", que él conecta a lo sacro, "es el sentido más íntimo y la santidad de lo profano" (Nuevos Ensayos, VIII, Paulinas 1982, p.145). Estas expresiones, que consideran a lo sacro y lo santo como lo íntimo de lo profano, excluyen la trascendencia de lo sacro y de lo santo, y tienen un evidente sabor inmanentista y panteísta.
----------En segundo lugar, Rahner hace referencia a su conocida doctrina de que la gracia está originalmente presente en todos los hombres, cristianos o no cristianos, creyentes o no creyentes (doctrina comúnmente llamada "cristianismo anónimo"), y que por tanto no se adquiere y no se pierde, por lo tanto no se recupera una vez perdida. Por eso, según él, no existe un "dominio sacral", es decir, una gracia que pueda ser conferida al pecador por un poder divino, del cual sólo el sacerdote estaría en posesión, en el espacio del "templo"; pensemos en la comunión eucarística en la iglesia y en el sacramento de la penitencia, normalmente administrado en la iglesia, así como en la gracia de otros sacramentos ordinariamente celebrados en la iglesia, como los bautismos, las confirmaciones, las ordenaciones sacerdotales y los matrimonios.
----------En oposición a esas declaraciones, es necesario hacer la observación a Rahner, de que no hay duda de que el Dios de la gracia puede ser encontrado en cualquier lugar y por cualquier hombre, incluso en un modo inconsciente o implícito; pero esto no quita o no niega que se encuentre también, ordinariamente, en la acción salvífica y santificante del sacerdote una gracia especial, precisamente la de los sacramentos, que no es la gracia que Dios puede donar incluso sin los sacramentos. De lo contrario, el sacerdote que se deje convencer por estas ideas podría preguntarse: ¿qué estoy haciendo en la iglesia, dedicado a decir Misa y a confesar? En cualquier caso, ¡la gracia de Dios obra en todas partes y está presente en todos!
----------Es evidente para cualquiera, que estas ideas de Rahner no son, por lo tanto, las mejores ideas para hacer nacer vocaciones sacerdotales, para promover ordenaciones válidas y para animar al sacerdote a ser fiel a su misión. Nos podemos preguntar: ¿qué puede producir un sacerdote con estas ideas en la cabeza en su trabajo como sacerdote? Ciertamente, tales ideas no pueden producir un san Pío da Pietrelcina o un san Juan María Vianney. El sacerdote es un médico de las almas: si todos ya están sanos para la posesión de la gracia y ya no pueden perderla, ¿qué sentido tiene que exista el médico?
----------De manera similar a Schillebeeckx, Rahner sostiene que en el Nuevo Testamento no se encuentra la base para el concepto del sacramento del Orden: "La teología neotestamentaria del oficio en la Iglesia afirma en primer lugar que el oficio del sacerdote y del obispo, tal como lo encontramos delineado en el Nuevo Testamento... no encuentra su propio núcleo portante en los poderes sacramentales exclusivos del sacerdocio y, en particular, en los peculiares poderes ejercidos en la celebración eucarística de la comunidad. El Nuevo Testamento, en la medida en que habla de un oficio específico en la comunidad cristiana con su sacerdocio universal, lo refiere en primer lugar a una particular misión para la predicación de la Palabra y para el gobierno de la comunidad cristiana" (Nuevos Ensayos, IV, Paulinas 1973, pp.482-483).
----------Lo cual es como decir que el núcleo portante, o sea la dirección o guía o responsabilidad de la comunidad, no es confiada exclusivamente al obispo o al presbítero, sino a una determinación contingente del "sacerdocio universal". Es la misma teoría que hemos visto en Schillebeeckx, cuando sostiene que en la Iglesia todos son "apóstoles" y, dado que el apostolado da el derecho a gobernar la Iglesia, todo bautizado puede fungir como guía de la comunidad. Los obispos y sacerdotes ciertamente no son ignorados, pero no tienen un derecho exclusivo de guiar o dirigir la comunidad; mientras que también Rahner, como Schillebeeckx, con un argumento engañoso, incluso se atreve a utilizar un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, naturalmente distorsionando su sentido, para sostener la admisibilidad de que en ciertas circunstancias excepcionales incluso un laico puede celebrar Misa (Nuevos Ensayos, VI, Paulinas 1978, p.610).
----------Por consiguiente, Rahner resuelve la función del sacerdote no solo en la función de guía o responsable de la comunidad, sino también en la función de la predicación. Pero del poder de decir Misa y de confesar no dice una sola palabra. Rahner dice: "Para comprender la naturaleza propiamente teológica del sacerdote ministerial en la Iglesia, podemos partir del principio de que el sacerdote es el anunciador de la Palabra, tal como está proclamada definitivamente en Jesucristo" (La figura del sacerdote moderno, p.19).
----------Rahner continúa diciendo: "Para ver claramente el contenido teológico de nuestro sacerdocio y evaluarlo como motivo de una vocación y de un estado en la Iglesia, no es importante ni necesario reflexionar exclusivamente o en primer lugar sobre aquellos plenos poderes que, según la dogmática católica (como está dicho al menos como regla de la 'ordenación' normal de la Iglesia), están reservados sólo al sacerdote" (Ibid., pp.31-32). La pregunta es: ¿acaso es válida una ordenación hecha o recibida con estas ideas?
----------De nuevo, e insistentemente, dice Rahner: "El sacerdote es aquel que está autorizado para el servicio de la Palabra en la Iglesia y nosotros podemos reconocer implícitamente en esta 'definición' todos sus deberes" (Ibid., p.86). ¿Pero entonces, qué diferencia hay del pastor protestante? Si la predicación es su única función, ¿qué le impide a un sacerdote dejar de decir Misa y confesar y hacer de psicólogo o de maestro de escuela secundaria, quizás para anunciar en medio de tales actividades la Palabra de Dios?
----------A semejanza de Schillebeeckx, Rahner sostiene que el sacerdocio se funda sobre la Iglesia, con el pretexto de que está al servicio de la Iglesia, guardando silencio sobre el hecho fundamental de que el sacerdocio, instituido por Cristo, se funda sobre Cristo, es participación en el sacerdocio de Cristo, representa a Cristo, es ministerio de Cristo para la salvación del mundo y para guiar a la Iglesia. En el momento de la ordenación, es Cristo mismo quien ordena al nuevo sacerdote por las manos del obispo, así como el sacerdote que consagra el pan y el vino en la Misa, actúa in persona Christi.
----------Dice Rahner: "Para comprender de manera teológicamente correcta la naturaleza de la función del sacerdote en la Iglesia, es indispensable partir de la Iglesia vista como unidad y totalidad... Se debería ante todo partir de la esencia de la Iglesia, como sacramento de la Palabra auto-reveladora de Dios al mundo, acogida en la fe, en la esperanza y en la caridad. Por tanto, se debería demostrar que la Iglesia así entendida tiene siempre necesidad de lo que se llama "oficio" o "ministerio", cuya esencia, por un lado, debe estar determinada por la esencia misma de la Iglesia; y por otro lado, al ser una función particular de la Iglesia, debe ser negativamente distinta de las otras autorrealizaciones de la Iglesia" (Nuevos Ensayos, IV, Paulinas 1973, p.447).
----------Ahora bien, hay que decir que es cierto que la Iglesia tiene necesidad del ministerio, pero no como una sociedad meramente humana tiene necesidad de sus líderes o jefes, a quienes la sociedad elige por sí misma, escogiéndolos entre sus propios miembros, todos radicalmente capaces de asumir tal cargo. En la Iglesia católica, por el contrario, fundada por Dios y no por los hombres, las cosas no son así, como dice Cristo mismo a los apóstoles: "No me elegisteis vosotros a mí, sino yo a vosotros". Elegidos entre la multitud de discípulos con poderes especiales para la salvación suya y de los otros. Ciertamente, la comunidad puede elegir un candidato al sacerdocio, pero es el obispo quien lo ordena, quien lo hace sacerdote, es decir, hace con la potestad de ordenar recibida de Cristo, de un laico o de un religioso, un sacerdote.
----------Según Rahner, uno puede desarrollar de facto las funciones del sacerdote, incluso si no está ordenado: "El problema de la legitimidad y sensatez de un ordo sacramental no se resuelve radicalmente indicando el hecho de que esto o aquello", por ejemplo decir Misa o confesar, "es posible en la Iglesia sólo en el presupuesto de tal ordenación", es decir, de la ordenación presbiteral, "sino en base al principio de que un sello y una confirmación sacramental de funciones ministeriales e institucionalizadas en la Iglesia", como el presbiterado, "es razonable y corresponde a la esencia de la Iglesia, aunque estas funciones y estas tareas ' de por sí' son posibles, de hecho ya ejercidas de facto, sin la premisa de la ordenación antes mencionada" (Ibid., p.79). Como para decir que, si un obispo se diera cuenta de que un laico de facto dice Misa con devoción o confiesa con celo, ciertamente debería ordenarlo sacerdote. Sobre esto... dejo al lector el comentario...
----------Por consiguiente, como hemos visto, para Rahner el ministerio sacerdotal se resuelve de modo exclusivo en la predicación de la Palabra y en la guía o presidencia o dirección o responsabilidad de la comunidad. Por tanto, la ordenación sacerdotal no habilita a un hacer, el conficere sacramentum, sino sólo a un hablar, aunque este hablar sea en la palabra la manifestación de la presencia operante de la gracia.
----------Se elimina toda diferencia con un pastor protestante. No es que, para Rahner, los actos sacramentales del sacerdote no tengan relación con elementos materiales, como por ejemplo en la celebración de la Misa. Pero estos elementos, esta "materia" y el hacer físico del celebrante no son una parte esencial del sacramento, no es la materia de ese compuesto de materia y forma que es realmente el sacramento, por ejemplo la Eucaristía; sino que es una materia simbólica, extrínseca al sacramento.
----------Para Rahner el celebrante se limita a anunciar la presencia de la gracia en los elementos, porque para él el sacramento no produce, por obra del sacerdote, la gracia que significa, sino que es el signo exhibitivo de la gracia ya presente y producida por Dios. Al respecto, viene a la mente la doctrina luterana del sacramento condenada por el Concilio de Trento: "Si quis dixerit sacramenta Novae Legis... gratiam non conferre, quasi signa tantum externa sint acceptae per fidem gratiae vel iustitiae, a.s." (Denz. 1606).
----------Para Rahner, de hecho, como ya hemos visto, la gracia está en todas partes y siempre en todos; por lo cual en la Misa aparece en un cierto modo visiblemente en los elementos de la Eucaristía. El sacerdote, por lo tanto, no opera una "transubstanciación", porque el mundo ya está transubstanciado por la presencia de la gracia de Cristo: por eso, para Rahner, la liturgia fundamental, atemática y originaria no es la liturgia de la Iglesia, sino la "liturgia del mundo", de la cual gracia la liturgia eclesial, por ejemplo la Eucaristía, es una manifestación verbalizada, local, puntual, temporal y sectorial.
----------En efecto, como hemos visto, Rahner niega una gracia sacramental específica, conferida solo por el sacerdote, que se sumaría a esa gracia que él considera una gracia universal y atemática, que de cualquier modo y en cualquier caso Dios secretamente distribuye en el mundo, en todo tiempo y lugar. Sino que para él la gracia dada por el sacerdote no es más que la aparición externa, derivada y sectorial, de la única gracia originaria y anónima, que de todos modos el mundo ya ha poseído y posee desde siempre.
----------Llegados a este punto se entienden las palabras de Rahner, cuando dice que "el culto divino de la Iglesia" y por tanto la actividad del sacerdote "no equivale a la constitución de una primera esfera sacral en un mundo profano y secular, no es un evento que de otra manera no existiría en su núcleo esencial, sino que es representación simbólica explícita y refleja del evento de la salvación, que se verifica siempre y en todas partes del mundo; la liturgia de la Iglesia es la representación simbólica de la liturgia del mundo (que es la liturgia fundamental) [...] El culto divino es la celebración explícita de la profundidad divina de la vida cotidiana, que en ella aparece de manera clara y, por tanto, puede ser libremente aceptado de manera más decidida cuanto se verifica siempre y en todas partes en la actuación cotidiana de la vida [...] Entonces el culto divino no aparecería como una región particular, singular y secundaria en el seno de la vida profana, como divina liturgia en el mundo, sino como la liturgia divina del mundo, como manifestación de la liturgia divina que se identifica con la historia de la salvación (Nuevos Ensayos, VIII, obra citada, pp. 278-283). Nosotros comprendemos la liturgia en el sentido usual de la palabra y la podemos celebrar genuinamente… sólo cuando provenimos de la liturgia del mundo, de la liturgia existencial de la fe, que es idéntica a la historia rectamente actuada en el mundo. [...] El Espíritu de Jesús es, en particular, el espíritu del mundo" (Ibid., p.145).
----------Por lo tanto, según Rahner, la acción litúrgica del sacerdote no es imagen y reflejo en la tierra de la liturgia celestial, en la cual Cristo en el Espíritu Santo, intercede por nosotros ante el Padre; sino que es la aparición empírica y sectorial, de la fundamental y universal "liturgia del mundo", conforme al "espíritu del mundo", para la cual lo sagrado es la íntima profundidad de lo profano.
----------Pero, habiendo llegado hasta aquí, no podemos menos que preguntarnos si así, para Rahner, el Dios en nombre del cual el sacerdote actúa en la liturgia es el Dios que está en el cielo o es el "dios de este mundo", personaje que conocemos muy bien por las palabras de Cristo. Y uno se pregunta si un sacerdote o un obispo que pudieran tener estas ideas sabe verdaderamente qué cosa es la consagración sacerdotal y si el sacerdote rahneriano que celebra Misa se advierte, a sí mismo, verdaderamente, como ministro de Cristo, o no más bien como un momento de ese Weltgeist, de ese espíritu del mundo, del que hablaba Hegel, y que sin embargo san Pablo ha condenado... ¿Acaso podemos estar seguros de que si el ordenante o si el ordenado tienen en su mente estas ideas, se trata efectivamente de una ordenación válida?...
Al final de una jornada de trabajo agotadora en la parroquia, he terminado de leer las tres notas.
ResponderEliminarGracias, padre Filemón, por haber sacado a relucir lo que muchos sacerdotes pensamos, pero que no tenemos el coraje y la preparación para expresar ciertos problemas que, antes de ser espinosos, son tristemente reales.
Gracias nuevamente, padre, por regalarme este artículo suyo... noctem quietam et finem perfectum...
Estimado J.M.C.,
Eliminaragradecido quedo también yo, dado que mis artículos pueden ser de utilidad para usted. Gracias por su consenso.
¡Tantas y tantas veces me he preguntado en silencio si ciertas ordenaciones (digamos, particularmente "escandalosas") eran válidas! Es que el tema es tan delicado que no es fácil hablar de estas cosas.
ResponderEliminarPongo un caso para explicarme: uno de mis anteriores obispos (pertenezco a una de esas diócesis "de paso" donde la permanencia de los obispos suele ser de cuatro o cinco años como máximo) ordenó un elemento que no cumplía con ciertos requisitos: 1. No era un "hombre sano", y esto porque no sólo era claramente afeminado (algo siempre impropio para un sacerdote, sea o no homosexual) porque se sentía atraído por los de su propio sexo, y todos lo sabíamos. 2. Tenía un concepto erróneo de los sacramentos. 3. Tenía una idea calvinista de la Eucaristía, a la que consideraba "la Cena del Señor". 4. Afirmaba que en casos extremos no se puede hablar estrictamente de eutanasia, porque ante ciertos enfermos terminales, cuyo sufrimiento no puede evitarse, lo que se suele llamar "eutanasia" es un acto de caridad. 5. Aplicaba la misma lógica al aborto, planteando que había casos muy especiales que debían ser evaluados, y como ejemplo ponía aquellos fetos afectados por malformaciones muy graves y el caso de las mujeres violadas. 6. Afirmaba que si la iglesia revisara la Humanae Vitae, muchos abortos se evitarían mediante la anticoncepción. etcétera, etcétera...
Conociendo todo, e informado por sus presbíteros, el obispo decidió ordenarlo para cubrir a su predecesor y otras situaciones poco edificantes, evitando así el estallido de un gran escándalo. Pero para todos estaba claro que: 1. El obispo lo ordenaba bajo chantaje, así que no me atrevo a pensar qué tipo de reservas mentales tuviera, eso lo sabe él en su conciencia. 2. El candidato se convertía en sacerdote con una idea equivocada del sacerdocio y por motivos que nada tienen que ver con el ministerio sacerdotal. 3. El candidato se convertía en sacerdote sin una percepción correcta de la fe católica.
Me ahorro narrar aquí los sucesos que siguieron al cabo de pocos años; sólo enuncio algunos hechos que, organizados por el nuevo sacerdote, se vieron en su parroquia: jornadas ecuménicas, con explicación de que todas las religiones pueden conducir a la salvación y que ser católico significa seguir uno de los caminos de la salvación; conferencia de una "pastora" pentecostal en presencia de nuestros carismáticos para tratar el tema "el Espíritu Santo que nos une" y oración final de un... "chamán" danzante...; lectura de una reelaboración del Evangelio de la Pasión "reescrito" y "recitado" por cuatro actores de teatro, tres de los cuales ateos, un exponente de la nueva era, dos de los tres actores masculinos fueron declarados homosexuales y el papel de Jesús fue interpretado por una mujer; noche de baile en la noche del Domingo de Ramos con la música de Jesucristo Superstar, también en ese caso con una compañía de ballet compuesta en su mayoría por bailarines homosexuales, bendición a parejas gay, etc., etc., etc.
Mientras tanto, a aquellos de nosotros que años antes nos quejamos al obispo de haberlo nombrado párroco de una de las parroquias más importantes de la diócesis, a solo dos años después de su ordenación, el Obispo nos dijo que estábamos "celosos" y "envidiosos".
Considere dar por sentado que lo que he esquematizado corresponde a la verdad, y ahora le pregunto, padre Filemón: ¿tiene alguna duda sobre la validez de esta ordenación?
p. M.P.
Podría yo también narrar un caso similar al que usted describió: jóvenes frecuentemente hostigados por un sacerdote de reciente generación, llegándose más tarde al deshonor de las crónicas amarillas también en mi diócesis, donde, sin embargo, tuve que escuchar de boca de un sacerdote vinculado únicamente al rito antiguo, que el obispo habría debido cubrir la mala conducta del abusador y sacarlo de la jurisdicción secular...
EliminarEstimados P. M.P. y C.R.Torres,
Eliminarles agradezco sus intervenciones.
Padre M.P.,
el caso que usted me está proponiendo tiene todas las apariencias, por no decir los signos claros, de ser una ordenación inválida.
Creo que la grave cuestión que he planteado en mi artículo debe tomarse en seria consideración. Es una invitación que hago modestamente a nuestros obispos y me gustaría esperar que alguien situado en otras alturas de la estructura eclesial, haya notado también este grave problema.
Ciertamente, como he dicho, la gracia de Dios obra y creo que incluso un sacerdote inválidamente ordenado, si se arrepiente, se corrige y repara, todavía tiene ante sí esa sublime misión, que en un principio había recibido deslealmente o desde el inconsciente en base a ideas falsas o malas intenciones. Se podría pensar en una sanatio in radice obrada por la divina misericordia.
Creo que ciertas deserciones estén causadas por el hecho de que el sacerdote se da cuenta de haber sido ordenado inválidamente, es decir, que nunca ha sido sacerdote. Es necesario que los obispos tengan más cuidado en vigilar en este punto a sus seminaristas que se preparan para el sacerdocio.
Estimado padre Filemón.
ResponderEliminarTengo 65 años y 40 de sacerdote. Hace unos 20 años, siendo párroco, me enviaron como vicario a un sacerdote recién ordenado. Fueron meses de pesadilla, porque tuve que vivir con los ojos siempre abiertos, sobre todo cuando mi vicario entraba en contacto con adolescentes y jóvenes.
La bomba estalló cuando le negué llevar al grupo parroquial de jóvenes varones de campamento, en verano.
Me convocó el obispo, quien me pidió que le explicara los motivos de mi decisión, y le expuse mis razones. Cuando el obispo trató de obligarme a permitirle al vicario que llevara a los jóvenes al campamento, le dije que en tal caso renunciaría inmediatamente del cargo de párroco. Al instante aceptó mi renuncia y me envió a ser capellán de cárceles.
Seis años después el sacerdote, denunciado por tres parejas de padres, fue detenido por acoso sexual contra menores (14, 15 y 17 años).
El obispo declaró, públicamente primero, y luego a los jueces, que no tenía conocimiento de nada y que le era físicamente imposible para él tener bajo control a todos los sacerdotes y a las parroquias.
Me presenté a la Fiscalía y declaré haber informado al obispo seis años antes, con el resultado de terminar capellán de cárceles, ministerio en el que fui muy feliz y del que siempre tengo un gran recuerdo, y aún hoy, después de muchos años, recibo visitas de ex presos.
Tras mi declaración, tuve que buscar otra diócesis que me recibiera. La encontré y el obispo que me incardinó en su diócesis me envió a una parroquia rural. Llevo ya 14 años en esta diócesis, donde he visto a jóvenes sacerdotes convertirse en párrocos de las parroquias más grandes e importantes. Hoy me ocupo de 4 pequeñas parroquias rurales, y soy muy feliz con mi trabajo.
Mi ex obispo permaneció en el cargo hasta los 75 años, sin dejar de decir a todo el que quisiera escucharlo, que nunca había sido informado y que el sacerdote que lo había "difamado" frente a los jueces (es decir, yo) solo estaba enojado con él por haber sido "castigado", como capellán de cárceles.
Quizás pueda ser útil mi caso para ilustrar la situación de lo que pudo haber ocurrido o siga ocurriendo en muchos lugares del mundo.
D.R.N.
Estimado D.N.R.,
Eliminarestos comentarios me confirman, si fuera necesario, que con mi artículo, por así decir, he hecho "centro".
Se habla, hoy más que nunca, de causas de nulidad del matrimonio, pero bastante poco de causas de nulidad de ordenaciones sacerdotales, solo para ver después a ciertos sacerdotes de formación rahneriana o schillebexiana que tienen que tratar, o presumir tratar, sobre causas o problemas de nulidad matrimonial, y pretender asesorar u orientar a matrimonios en crisis.
¡Pobres parejas que caen en sus manos! Sucede entonces que estos sacerdotes, que antes que nada deberían corregirse a sí mismos, tal vez se hagan pasar por maestros de espiritualidad y guías carismáticos y proféticos, y ¡ay de aquellos que los cuestionan!
Estoy convencido de que también el gravísimo problema de la homosexualidad o de la pedofilia en los sacerdotes tiene profundas raíces en las ideas y conceptos equivocados sobre el sacerdocio, tolerados por el obispo (suponiendo que el obispo mismo sea ortodoxo), mientras que aún se habría estado a tiempo para corregir o despedir al seminarista indisciplinado.
El sacerdote que está convencido de su vocación y que sabe gustar las alegrías del sacerdocio, ciertamente, como pecador, necesita siempre purificarse, pero no piensa jamás en rebajarse a ciertos placeres carnales repugnantes y puede superar fácilmente estas tentaciones degradantes.
Lo que desagrada y desgarra el corazón, pero también provoca indignación, es que habría jóvenes aptos y dispuestos a emprender el camino del sacerdocio, pero son precisamente desanimados o desalentados o ridiculizados o eliminados de los ambientes de seminarios corruptos y malsanos.
Pero sin pensar en las bajezas antes mencionadas, es descorazonador constatar el desamor y el descuido en muchos sacerdotes por la Misa y la confesión, que constituyen esos servicios al pueblo de Dios, que sólo ellos pueden ofrecer, mientras se dedican a otras actividades que quizás sean buenas en sí mismas, pero que también los laicos pueden hacer, y mejor que ellos.
Por mi parte, ya he abordado muchas veces el Magisterio reciente acerca del tema del sacerdocio, además de considerar los preciosos documentos del Concilio. Lo que ha faltado y que sigue faltando es el celo suficiente en los obispos para promover, aumentar, apoyar, defender y corregir la formación sacerdotal.