lunes, 4 de octubre de 2021

La ambigüedad en el pontificado de Francisco (4/4) El balance de un período pontificio con sus luces y con sus sombras

Finalicemos nuestra serie de notas con algunas conclusiones que podrían indicarnos un balance del actual período pontificio desde el punto de vista de la ambigüedad expresiva del papa Francisco.

La conducta correcta a tener hacia el papa Francisco
   
----------El papa Francisco no logra mantener unida a la Iglesia. Recalca demasiado sobre la diversidad y demasiado poco sobre la unidad. Son pocos los católicos que lo compadecen en sus defectos y lo siguen sinceramente como Vicario de Cristo. Muchos otros están divididos desde hace cincuenta años en dos partidos contrapuestos, que, por motivos contrarios entre sí, están rebelados contra él: los modernistas, que fingen ser sus amigos, pero que en realidad presionan al Papa para su lado; y los lefebvrianos, que, nostálgicos del preconcilio, odian a Francisco por su indulgencia hacia los modernistas.
----------Tanto modernistas como lefebvrianos se dicen católicos, pero en realidad no lo son a causa de su parcialidad y sectarismo, ya que católico significa universal, lo cual no va bien con el partidismo. Los unos alaban el "nuevo paradigma" contra la Iglesia tradicional; los otros arremeten contra la "nueva Iglesia" en nombre de la Iglesia preconciliar. El primer ecumenismo a realizar sería hacia estos pseudo-católicos. Sucede a veces que hay mejores relaciones entre católicos y luteranos que entre los propios católicos.
----------Lamentablemente, el Papa parece (no en la doctrina sino en la pastoral) carecer de una exposición completa del catolicismo: a veces tiende a resaltar una mitad de la verdad y a silenciar la otra mitad. Ahora bien, existen doctrinas del Evangelio que, para hacernos comprender su contenido, deben ser tomadas en su integralidad, aunque al principio parezcan estar compuestas por dos partes en contraste entre sí.
----------En este caso, para evitar la contradicción, no se debe tomar solo una parte, sino que se deben tomar las dos, mostrando que pueden ser conciliadas entre sí. Por ejemplo, si la justicia parece contradecir a la misericordia, no se debe presentar solo la misericordia descuidando la justicia.
----------Si la gratuidad de la salvación parece excluir el mérito, no se debe presentar la gratuidad de la gracia sin hablar del mérito. Si la pluralidad de religiones parece excluir el primado del catolicismo, no se debe hablar sólo de la pluralidad de las religiones sin hablar del primado del catolicismo. Si en la obra de la evangelización la acción del Espíritu Santo parece volver inútil la apologética y la obra de persuasión del predicador, se debe resolver la aparente antinomia y no dejar de lado la obra del evangelizador. Y así sucesivamente.
----------Por lo demás, es indudable en el papa Francisco su sensibilidad por las obras de la misericordia corporal. ¿Pero... dónde aparecen en su predicación las obras de la misericordia espiritual? En efecto, también es necesario identificar y curar los males profundos del alma y refutar las doctrinas diabólicas que empujan al hombre a la perdición, advertir, para ciertos y determinados pecados, el riesgo del infierno, mostrar cómo el padecer con Nuestro Señor Jesucristo es efecto de la divina misericordia, y también explicar que el adquirir méritos para el paraíso del cielo es efecto de la divina misericordia. ¿No acaso es misericordia amonestar a los pecadores? ¿No es misericordia explicar al que sufre el significado del sufrimiento? Y más aún, así como son más dignas de compasión las miserias del alma que las del cuerpo.
----------Estalla en alguna región del mundo un terremoto, se propaga una epidemia, ocurre un tsunami: ciertamente está bien en el Santo Padre exhortar a la paciencia, a la oración, a la solidaridad, a la ayuda a los desventurados, elogiar a los socorristas. ¿Pero, por qué no agregar que la desgracia es consecuencia del pecado original y es enviada por Dios para que paguemos por nuestros pecados y nos arrepintamos? Al fin de cuentas, cualquier persona de buen corazón, que no sea una bestia o un sádico, se mueve a compasión por el enfermo o por el que sufre. Para ello no es necesario tener la fe católica. Pero el consuelo que nos da la fe en estas circunstancias no surge del simple buen corazón, sino de la voluntad, basada en la fe, de unirnos a la cruz de Cristo y de ofrecernos con Él víctimas de expiación por nuestros pecados y por los del mundo. Es este el aporte original, luminoso y consolador, que sólo el católico, y con mayor razón un Papa, puede ofrecer a una humanidad angustiada y tentada a despotricar contra Dios.
----------Es cierto que el pecado puede ser excusado, porque puede estar dictado por la fragilidad. Pero no siempre es así: también existe el pecado de malicia, existe también la culpa verdadera y propia. Y no es cierto que todo pecado sea automáticamente perdonado. Por el contrario, el pecado de por sí amerita el castigo y el efecto de la misericordia divina es precisamente que el pecador arrepentido sepa transformar en Cristo y gracias a Cristo el merecido castigo en ocasión de la purificación y de salvación, porque si el pecador no hace este acto de penitencia, el castigo no se quita, sino que permanece.
----------Es cierto que la Iglesia está abierta a todos y dialoga con todos. ¿Pero entonces por qué el papa Francisco maltrata a los pseudo-tradicionalistas blandiéndolos con todo género de insultos? ¿Por qué ante todo no los llama con delicadeza? ¿Por qué no se esfuerza, como hacía el papa Benedicto, en reconocer cuanto de valioso puede haber en su protesta? ¿Dónde está aquí la misericordia del Papa? ¿Dónde está la justicia del Papa? ¿Por qué esta dureza, que sabe a un ánimo agitado, no concuerda con lo que debe ser el corazón de quien es el padre común de los católicos? Tanto más sorprendente esto si se compara con la actitud de estima y confianza hacia notorios modernistas. ¿Por qué estos dos pesos y dos medidas?
----------Es cierto que debemos acoger a los inmigrantes, como dice el Papa, pues esa es también obra de misericordia. ¿Pero no será quizás el caso de distinguir entre los inmigrantes, con prudencia, las verdaderas víctimas de la desocupación, del hambre, de la guerra y de la dictadura, de los criminales en contumacia, de los holgazanes que esperan encontrar en otros pueblos el país de Bengodi, de los criminales indocumentados, que quieren vivir en desprecio de la ley y gorronear a espaldas de los buenos, honestos y trabajadores ciudadanos? ¿No habrá que identificar a los fanáticos musulmanes que anuncian abiertamente su proyecto de conquistar el poder para imponer a todos la sharia? ¿El Papa no se da cuenta de estas cosas que están bajo los ojos de todos los observadores imparciales? ¿Por qué esta ingenuidad?
----------El Papa nos exhorta con razón a tener respeto por la naturaleza, la "madre tierra", y nos recuerda cómo ciertos desastres ecológicos son provocados por la incuria y la necedad del hombre. De acuerdo. ¿Pero, por qué no nos recuerda también que en ciertos cataclismos de la naturaleza la responsabilidad humana no está involucrada en absoluto y son el signo de las consecuencias del pecado original? ¿No podría esta consideración llevarnos a hacer penitencia por nuestros pecados? ¿Acaso la hostilidad de la naturaleza va por sí sola, por su cuenta, o no está más bien bajo el control de la divina Providencia?
----------Desde su fundación hasta el papa Benedicto XVI, la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, siempre ha intervenido, para advertir y poner en guardia a los fieles sobre ciertas doctrinas peligrosas para la fe, y también para refutarlas. ¿No es esto, también, obra de misericordia? ¿Y por qué han cesado estas preciosas intervenciones desde que Francisco se convirtió en Papa? ¿Es que, entonces, ya no hay más herejías? ¿No hay más peligros para la fe? ¿Todo está tranquilo? ¿Todos son ortodoxos? ¿Todos son obedientes a la Iglesia y al Romano Pontífice? ¿Tenemos que arreglárnoslas por nosotros mismos? ¿Es que ahora los pacientes ya no necesitan médicos? ¿Dónde está en este ámbito la misericordia?
----------Comparar la Iglesia a un poliedro está bien, representa la diversidad y la pluralidad. ¿Pero ciertas expresiones del papa Francisco en alabanza a lo diferente, no parecen confundir lo diferente con lo falso? Lo diferente es bienvenido, es para acoger. ¿Pero debe acogerse también lo falso? ¿O tal vez lo falso no existe? ¿Es falso admitir la existencia de lo falso? ¿Existe una idea falsa para todos o lo que es falso para mí puede ser verdad para ti? ¿No es esto ese subjetivismo y relativismo que Francisco también declara rechazar? ¿Pero acaso no parece que Francisco cada tanto se expresa de esa manera?
----------En fin, a la hora de evaluar el comportamiento de un Romano Pontífice y decidir qué hacer, existen dos riesgos, que debemos tener muy en cuenta, para no caer nosotros también en ellos: 
----------1) Un riesgo al analizar este Pontificado, es el de creer que el Santo Padre, por su indulgencia hacia los modernistas, aprueba las ideas modernistas y legitima la moral modernista, mientras que los modernistas interpretan en sentido modernista algunas de sus palabras de sabor modernista, sin esforzarse por interpretarlas en sentido ortodoxo, a fin de creerse autorizados por el propio Papa para ser modernistas. Estos son los que, como el padre Timothy Radcliffe, se proclaman los "fans" del Papa.
----------Son los que, como Eugenio Scalfari o Andrea Grillo, afirman que por fin tenemos al "Papa de la libertad", como han proclamado Timothy Radclyffe y Andrea Grillo, un Papa "revolucionario", que "transforma el mundo" como ha dicho Antonio Spadaro, el Papa de la misericordia, como lo ha elogiado el cardenal Kasper, el Papa "liberador de los pueblos", como lo ha llamado el dictador comunista venezolano Maduro, el "líder mundial de la izquierda", como lo ha llamado Massimo D'Alema, el Papa de la paz entre católicos y ortodoxos, como ha proclamado Alberto Melloni, el Papa que ha entendido que Lutero tenía razón, como proclaman los luteranos y los rahnerianos, el Papa de la fraternidad humana, como cantan los masones, el Papa grato a Mahoma, como afirman los Islámicos, el Papa amigo del comunismo, como afirman los comunistas chinos, el Papa según el cual no existen castigos divinos, como sostiene el padre Rainiero Cantalamessa y no existe el infierno, como dicen los vonbalthasarianos, el Papa del orgullo ("gay") homosexual, como afirman con gratitud los genderistas, el Papa que concede los sacramentos a los divorciados vueltos a casar, como sostienen muchos con sentido de liberación y convencidos de ser el objeto de la divina misericordia.
----------Todos los que he mencionado, y otros muchos más, no tienen nada que objetar al papa Francisco: para ellos el Papa actual es el mejor Papa que hasta ahora ha existido, porque ellos, en lugar de pasar por alto las frases infelices del Papa, y de prestar atención a las enseñanzas verdaderamente vinculantes y dogmáticas del papa Francisco, enseñanzas suyas que respetan la Tradición y la Escritura, interpretan las infelices salidas del Papa ciertamente a su favor, es decir, en sentido modernista, malinterpretando e instrumentalizando sus enseñanzas y dándoles una interpretación cómoda y conveniente para ellos.
----------Por eso ellos creen que sea el Papa mismo quien les da permiso para ser modernistas, liberales, relativistas, carnales, laxistas y herejes, porque según ellos este Papa ha ofrecido a la Iglesia un "nuevo paradigma" y le ha hecho dar a la Iglesia un "giro epocal", abriéndose totalmente a la modernidad y a la libertad, más allá de los dogmatismos y escolasticismos medievales. Según ellos, el papa Francisco juzga finalmente que ya no es pecado aquello que los Papas precedentes declararon ser pecado y abandona como ideas viejas y superadas aquello que los Papas precedentes consideraban como dogmas intocables.
----------2) El otro riesgo al analizar el actual período pontificio, es el de quienes, todavía después de cincuenta años, desconcertados por los modernistas, y confundiendo progresismo con modernismo, se oponen, en nombre de un concepto esclerotizado de la Tradición, al progreso doctrinal, litúrgico y espiritual promovido por el Concilio Vaticano II, no ven la continuidad doctrinal de la Iglesia desde antes a después del Concilio, se obstinan en acusar de modernismo a las doctrinas del Concilio y de luteranismo al novus ordo de la Misa, sin ser capaces todavía de distinguir la falsa interpretación del Concilio dada por los rahnerianos, de la auténtica dada por el Catecismo y por los Pontífices del postconcilio hasta el Papa actual, y acusando de hecho de modernismo al propio Magisterio de estos Papas, hasta arribar al día de hoy en que algunos de estos tradicionalistas esclerotizados han llegado a acusar de herejía al papa Francisco y a declarar que no es Papa válido, mientras que el verdadero Papa sería el dimisionario Benedicto XVI.
----------A estos es necesario hacerles presente el criterio para la valoración del pensamiento y de la acción de un Romano Pontífice. Es necesario tener en cuenta la relación biunívoca existente entre el Papa por una parte y el binomio Escritura-Tradición por la otra. Existe entre estos dos elementos una delicada relación circular, que puede hacer pensar en el círculo vicioso, pero que en realidad no es así.
----------Aquellos que creen que existe un círculo vicioso, se sienten en el deber de romperlo eligiendo solo una de las dos direcciones. O hacen como los herejes y cismáticos luteranos, que pretenden juzgar al Papa por medio de su contacto directo con la Escritura (mal entendida), o hacen como los herejes y cismáticos lefebvrianos, que pretenden lo mismo, pero mediante su contacto directo con la Tradición (mal entendida).
----------Pero de esta manera, ellos descuidan la otra dirección, y es que los fieles recibimos y entendemos la verdad de la Palabra de Dios o divina Revelación gracias a la interpretación que los Pontífices hacen de la Tradición y de la Escritura. Y esta interpretación son los dogmas y los Símbolos de la fe. Sin embargo, aquí se tiene aparentemente, a primera vista, la sensación del círculo vicioso: ¿dónde comienza el movimiento? ¿Del Papa a la Escritura-Tradición o de la Escritura-Tradición al Papa? ¿Cuál de los dos principios prevalece? Pues bien, prevalece a veces uno y a veces el otro bajo dos diferentes aspectos. Existe, por tanto, en este círculo interpretativo, dos inicios, que sin embargo, para evitar un giro en el vacío, deben ser distinguidos, porque tienen dos funciones diferentes, recíprocamente complementarias.
----------Cuando estamos ciertos de que un dato de la Sagrada Escritura o de la Sagrada Tradición es seguro, cierto, ya sea por evidencia intrínseca o porque ya ha sido aclarado por el Magisterio precedente, entonces, a la luz de esta díada, podemos corregir el pensamiento del Papa. Si en cambio el dato escriturístico o tradicional no está claro o está sujeto a contrastantes interpretaciones o el Magisterio aún no lo ha aclarado, entonces debemos atenernos a la interpretación dada por el Papa.
   
En conclusión, una exhortación a los hermanos lefebvrianos y modernistas
   
----------A los lefebvrianos es necesario decir: si el Romano Pontífice expresa imprudentemente o como doctor privado una opinión que contradice a la Tradición, ustedes lo pueden discutir. Si, por el contrario, enseña algo nuevo, que no está en contraste con la Tradición, sino que la aclara o explicita, lo deben aceptar. No imaginen que el Papa podría caer en una herejía en contraste con la Tradición. Pensar eso es una clara señal de que ustedes no han entendido lo que el Papa quiere decir. El Papa sabe distinguir muchísimo mejor que ustedes aquello que puede o debe cambiar, de aquello que no cambia, no puede cambiar y no debe cambiar, aquello que ha cambiado pero que debe retornar, de aquello que ha cambiado y no debe retornar. Presten atención a su magisterio oficial y no a sus declaraciones privadas.
----------A los modernistas es necesario decir: ustedes hacen bien en amar lo nuevo, hacen bien en amar el progreso y lo moderno, pero no confundan estas cosas con lo modernista. Si el Papa tiene alguna frase que parece modernista, no le hagan caso y no lo tomen por modernista, sino interprétenlo en línea con la Tradición. Estén atentos a que el Papa admita verdades inmutables y no piensen como ustedes se inclinan a hacerlo, pensando que todo cambia y que no hay verdades inmutables. Sé que ustedes no aceptan la etiqueta de modernistas y sin embargo lo son. Tomen nota y corríjanse. Sean progresistas sin ser modernistas.
   
Balance de un Pontificado
   
----------En su período pontificio, el papa Francisco ha juzgado más urgente promover acuerdos con las grandes potencias de este mundo, la China comunista, la masonería, el mundo protestante, la Ortodoxia oriental, el mundo islámico, en lugar de intentar resolver los conflictos internos a la Iglesia entre lefebvrianos y modernistas relativos a la interpretación del Concilio Vaticano II y a la liturgia de la Misa, y en lugar de promover la doctrina católica en su integralidad, corrigiendo errores y herejías.
----------De tal modo, no ha sabido presentar al mundo una Iglesia unida, pacífica, sujeta a él, concorde, un faro de luz para toda la humanidad, y por lo tanto no ha sabido atraer a la Iglesia católica nuevos creyentes, de hecho él ha decepcionado a muchos católicos tradicionalistas y ha permitido una degradación general de las costumbres católicas debido a su excesiva indulgencia hacia los modernistas y los laxistas.
----------La obra de contacto del papa Francisco con la humanidad no católica ha sido sustancialmente válida. Ha creado una buena base para volver a proponer al mundo la adhesión a la Iglesia católica. Sin embargo, el interés que puede existir hoy en la humanidad para acercarse al catolicismo no es tanto la estima que la humanidad hoy pueda tener por la incomparable excelencia de la doctrina católica, que Francisco no ha sabido promover suficientemente, a causa de la ambigüedad de su lenguaje, que parece una vía media entre el lenguaje del Evangelio y el del mundo. En esto, Francisco no ha favorecido a los honestos, creyentes y no creyentes, sino solo a los astutos, a los zorros, creyentes (es decir, los modernistas) y no creyentes.
----------Ahora bien, en base a lo que he sugerido, y por consiguiente, necesitamos un Romano Pontífice que, asumiendo y retomando el trabajo del papa Francisco por la unidad y la fraternidad universal, sepa sin embargo presentar con gran persuasión y sabiduría, utilizando los valores del pensamiento moderno, el perenne mensaje de Nuestro Señor Jesucristo y, en particular, el valor perenne de la dogmática católica.
----------El próximo Papa deberá volver a poner en movimiento la Congregación para la Doctrina de la Fe, con ese equilibrio, con ese celo y con esa sabiduría con el cual funcionaba bajo el papa Benedicto, a fin de eliminar una masa inmensa de "inmundicia" (como Benedicto decía) que se ha acumulado en estos ocho años de irrazonable suspensión de la actividad. En efecto, la función de limpieza intelectual desarrollada por la Congregación para la Doctrina de la Fe se puede parangonar con la función del sistema de limpieza urbana.
----------Es necesario que el nuevo Papa (que vendrá cuando la Providencia lo disponga), sea abierto a todos, pero valiente, claro, límpido, honesto, sin duplicidades, sin astucias, sin ambigüedades, sin hipocresías, sin oportunismos, sin exhibicionismos y respetos humanos, dispuesto también al martirio.

4 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón, me ha sorprendido, hacia el final de su artículo, cuando usted dice: "Cuando estamos ciertos de que un dato de la Sagrada Escritura o de la Sagrada Tradición es seguro, cierto, ya sea por evidencia intrínseca o porque ya ha sido aclarado por el Magisterio precedente, entonces, a la luz de esta díada, podemos corregir el pensamiento del Papa".
    Esto me ha sorprendido. Había entendido que no se puede corregir al Papa en cuanto a la doctrina. Me gustaría que me diera al menos una breve aclaración de lo que usted ha expresado.
    Gracias

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    1. Estimado Silvio,
      por "pensamiento del Papa" entiendo decir no las enseñanzas doctrinales oficiales, sino ciertos pronunciamientos extemporáneos o improvisados, en los cuales aparece con claridad que el Papa habla como doctor privado o expresa opiniones personales o incluso, como le ocurre bastante a menudo al papa Francisco, se sale con alguna broma que tiene el sabor del slogan o tamién de una reacción ingeniosa o chistosa.
      Por ejemplo, cuando ha dicho que Nuestra Señora no ha nacido santa. La impresión que da eso es que el Papa parece tener un poco de gusto por escandalizar, pero luego, si miramos el contexto de su actitud hacia la Madre de Dios, notaremos en él una devoción tierna, afectuosa y has casi infantil. Queriendo precisar esta cuestión, como por mi parte ya he tenido ocasión de publicar en un artículo en este blog, el papa Francisco, muy lejos de negar allí el dogma de la Inmaculada Concepción, una verdad que él ha recordado repetidamente, con esa frase poco feliz ha querido expresar una verdad comúnmente establecida, a saber, que Nuestra Señora ha hecho un progreso en la santidad.

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  2. Querido padre Filemón
    Gracias por su artículo en cuatro partes. Lo he disfrutado maravillosamente.
    Creo haberlo comprendido bien, como una profunda valoración o balance del pontificado de Francisco, del que Ud. ha hecho una síntesis admirable. Por supuesto, para los que lo venimos siguiendo desde hace tiempo, no hay nada nuevo en sus juicios equilibrados sobre este Papa. Tan solo quiero destacar su labor, en la que ha seguir fielmente una línea de juicio equilibrada durante los difíciles años de este pontificado.
    Gracias.

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    1. Estimado Ross,
      gracias por estas, tus buenas palabras. Veo que has comprendido a fondo los sentimientos que tengo hacia el Papa. Ellos son el resultado de largos años de reflexión, de meditación, de respetuosa confrontación y de oración en el amor y veneración hacia el Vicario de Cristo, de quien no ignoro los límites humanos, pero a través de los cuales podemos ver que la Iglesia no está gobernada por un simple mortal, sino que detrás de esta figura humana, con sus debilidades, actúa la fuerza del Espíritu Santo.

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