sábado, 30 de octubre de 2021

Progresismo y tradicionalismo según Benedicto XVI

Indudablemente el magisterio pontificio de Benedicto XVI, uno de los más grandes teólogos de nuestro tiempo, debería tener y de hecho tiene un lugar destacadísimo en nuestra investigación acerca de los conceptos expresados por los Romanos Pontífices al utilizar los términos "progresismo" y "tradicionalismo". Pero, al constatarse que el papa Ratzinger tomó importantes decisiones pastorales precisamente en el ámbito de dicha controversia, sus expresiones magisteriales se ven frecuentemente afectadas por las motivaciones pastorales que lo animaban, y deben interpretarse teniendo en cuenta ese contexto. Al respecto, se notan ciertas diferencias entre lo actuado en esta cuestión siendo Cardenal Prefecto de la Fe durante el pontificado de san Juan Pablo II, y lo actuado durante su propio pontificado.

Escaso o casi nulo uso de los términos progresismo y tradicionalismo
por parte de Benedicto XVI; pero, gran incidencia suya en esta cuestión
   
----------Así como el prolongado pontificado de san Juan Pablo II no puede ser comprendido tanto en su perfil histórico (pastoral y de gobierno) como magisterial (dogmático) sin los aportes que desde 1984 a 2005 hiciera su Prefecto de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, de modo similar no podría comprenderse cabalmente el pontificado de Benedicto XVI, sin las experiencias pastorales (con sus grandes aciertos y sus inevitables defectos) del pontificado de san Juan Pablo, tanto respecto a las consecuencias de sus precisiones magisteriales como a las de sus decisiones de gobierno. Los treinta años de labor conjunta de esos dos grandes doctores y pastores de la Iglesia universal, deben ser considerados, ya sea por el católico historiador de la Iglesia, ya sea por el investigador de las Actas del Magisterio, como un solo pontificado continuado.
----------Joseph Ratzinger es hoy quizás el único testigo vivo (sin duda el único en su valía) del surgimiento y desarrollo de la confrontación progresismo-tradicionalismo. Perito teólogo desde el incio del Concilio Vaticano II, vivió en carne propia la traición neo-modernista, al tener que alejarse de las posiciones de su amigo Karl Rahner, cuando el teólogo alemán, poco tiempo después de finalizado el Concilio, amparado en su impunidad y fama como perito conciliar (de reconocidos méritos) se sacó el disfraz y se constituyó en el primer propagandista de la interpretación neo-modernista del Concilio, es decir, la que san Paulo VI llamó "magisterio paralelo", que originó poco después la irracional reacción del tradicionalismo herético y cismático.
----------Vivió como académico los años de la contestación neo-modernista al magisterio de Paulo VI, quien al final de su pontificado lo nombra arzobispo de Múnich y Frisinga, y el mismo año, 1977, lo crea cardenal. Para ese entonces, Ratzinger ya llevaba muchos años intercambiando correspondencia, ideas y libros con Karol Wojtyła; por lo que no fue sorpresa que en 1984 fuera llamado a prestar servicios en la Curia Romana, en el puesto de mayor responsabilidad: el área de la custodia y progreso en la Fe.
----------Ahora bien, para alguien que, como Joseph Ratzinger, había vivido quizás como pocos habían vivido en el foco de la controversia que es precisamente el tema de estos artículos, ¿cómo se explica el escaso o casi nulo uso que hiciera de los términos progresismo o tradicionalismo al actuar luego como papa Benedicto XVI? En mi opinión, no debemos sorprendernos, pues la respuesta es muy sencilla. Ratzinger probablemente descubrió antes que nadie la falacia de ambos términos: el de progresismo como hipócrita disfraz en el que se escondía y se sigue escondiendo el modernismo de nuevo cuño, y el de tradicionalismo, también hipócrita etiqueta de quienes ocultan tras esa marca su pasadismo, o sea, la falsificación de la tradición.
----------Ambos, tanto el progresismo como el tradicionalismo, que son heréticos y cismáticos en sus extremas metamorfosis, son en realidad dos inventos ideológicos nacidos en el post-concilio, dos ideologías, en cuanto posturas que, si bien en un principio, puede ser que comiencen sólo por acentuar opiniones en sí lícitas, luego, sobredimensionándolas y, por ende, desequilibrándose, pierden fácilmente la necesaria visión de conjunto del íntegro depósito de la divina Revelación, transformándose en herejía y cisma.
----------Por eso, no tiene que sorprendernos que, mientras otros muchos intérpretes de la controversia post-conciliar, ante todo los papas san Paulo VI y san Juan Pablo II, consideraron un deber de benevolencia pastoral hablar de "auténtico progresismo" y "auténtico tradicionalismo" (en ambos casos forzando un poco los términos y el uso habitual del habla que desconfía de todos los "ismos") o de "sano progresismo" o "sano tradicionalismo" como han hecho otros muchos (también yo), no tiene que sorprendernos, digo, que Benedicto XVI, en las pocas veces (sobran los dedos de una mano) en que usó las palabras "progresismo" y "tradicionalismo", las consideró en sentido negativo, y casi no les añadió calificativo ninguno.
----------En definitiva: supo que se trataba de invenciones ideológicas, con las que no cabían componendas, ni medias tintas. Es que en la cabeza de un verdadero teólogo no pueden anidar ideologías.
   
Progresismo y tradicionalismo en el magisterio de Benedicto XVI
   
----------En la audiencia general del 28 de marzo de 2007, dedicada a una catequesis en base a la vida y a las enseñanzas de san Ireneo de Lyon, el Papa rechaza categóricamente el tradicionalismo: "Como se puede ver, san Ireneo no se limita a definir el concepto de Tradición. Su tradición, la Tradición ininterrumpida, no es tradicionalismo, porque esta Tradición siempre está internamente vivificada por el Espíritu Santo, el cual hace que viva de nuevo, hace que pueda ser interpretada y comprendida en la vitalidad de la Iglesia. Según su enseñanza, la fe de la Iglesia debe ser transmitida de manera que se presente como debe ser, es decir, 'pública', 'única', 'pneumática', 'espiritual'. A partir de cada una de estas características, se puede llegar a un fecundo discernimiento sobre la auténtica transmisión de la fe en el hoy de la Iglesia". Benedicto se expresa con meridiana claridad: rechaza categóricamente todo tradicionalismo, y ya no habla ni de "auténtico" ni de "sano" tradicionalismo. Simplemente dice: "la Tradición no es tradicionalismo".
----------En el encuentro con los párrocos y sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso, Iglesia de Santa Justina mártir, Auronzo di Cadore, 24 de julio de 2007, en respuesta a una de las preguntas de sus oyentes, el Papa menciona la palabra "progresismo" aunque le agrega el calificativo "equivocado", oponiéndola a "anticonciliarismo", en una ocasión en la que se refiere a las dificultades surgidas en el post-concilio. La cita (y en realidad todas las respuestas del Papa en esta ocasión, son muy sugestivas): "En este grave y gran enfrentamiento entre la nueva -sana- modernidad querida por el Concilio y la crisis de la modernidad, todo resulta tan difícil como después del primer concilio de Nicea".
----------"Una parte opinaba que esta revolución cultural era lo que había querido el Concilio; identificaba esta nueva revolución cultural marxista con la voluntad del Concilio. Decía: 'Esto es el Concilio. Según la letra, los textos son aún un poco anticuados, pero tras las palabras escritas está este espíritu; esta es la voluntad del Concilio. Así debemos actuar'. Y, por otra parte, naturalmente viene la reacción: 'así destruís la Iglesia'. Una reacción absoluta contra el Concilio, el anticonciliarismo, y también el tímido, humilde intento de realizar el verdadero espíritu del Concilio. Dice un proverbio: 'Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece'. El bosque que crece no se escucha, porque lo hace sin ruido, en su proceso de desarrollo. Así, mientras se escuchaban los grandes ruidos del progresismo equivocado, del anticonciliarismo, ha ido creciendo silenciosamente el camino de la Iglesia, aunque con muchos sufrimientos e incluso con muchas pérdidas en la construcción de un nuevo paso cultural".
----------El encuentro con los presbíteros en Belluno-Feltre es digno de leer y releer. Para nuestro tema, basta que recordemos las expresiones de rechazo al "progresismo", al cual apostrofa de equivocado, y al tradicionalismo, que ya no nombra, sino por su núcleo herético y cismático, al designarlo por su apellido: "anticonciliarismo" (expresión que, por supuesto, aquí no debe entenderse como oposición a la doctrina de los siglos XIV y XV, sino simplemente como oposición al Concilio Vaticano II y a los Papas del post-concilio).
----------En la audiencia general del 18 de agosto de 2010, el Papa hizo una fugaz mención a los errores del modernismo: "Fiel a la tarea de confirmar a los hermanos en la fe, san Pío X, ante algunas tendencias que se manifestaron en ámbito teológico al final del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, intervino con decisión, condenando el 'modernismo', para defender a los fieles de concepciones erróneas y promover una profundización científica de la Revelación en consonancia con la tradición de la Iglesia".
----------¿Cuáles fueron las razones para minimizar las "tendencias teológicas" del modernismo solamente al reducido lapso de tiempo del "final del siglo XIX y a comienzos del siglo XX"? Ciertamente, el Papa se refiere al pontificado del papa Sarto, pontífice que, naturalmente, no podía ir más allá de su propio tiempo. Pero ¿por qué el papa Benedicto reduce la referencia del modernismo sólo a una nota biográfica sobre su predecesor? ¿No era acaso una buena ocasión para mencionar la actualidad del modernismo en el propio tiempo del papa Ratzinger? ¿Qué motivos tenía el papa Benedicto para, no digo negar (porque no lo ha negado), pero sí para silenciar la vigencia del modernismo en la actualidad?
----------Podemos sospecharlo. Es necesario tener presente que el cardenal Ratzinger había sido el encargado de lidiar contra los neo-modernistas durante el pontificado de san Juan Pablo II. De hecho, ya he mencionado en artículos anteriores ese "tácito pacto" entre el Papa y su Prefecto de la Fe, acerca del modo de combatir las interpretaciones neo-modernistas del Concilio, particularmente la rahneriana. Desde entonces los rahnerianos (varios de ellos en el grupo de St. Galen) se la tenían jurada, y no se lo perdonaron al llegar Ratzinger al solio pontificio. En el 2010 ya arreciaba la contestación anti-Benedicto. Sobran explicaciones.
----------Para terminar el muy breve elenco de citas, menciono su mensaje para la celebración de la XLIV Jornada Mundial de la Paz, el 1° de enero de 2011, en el que se refiere también al fundamentalismo y a la hostilidad contra los creyentes, que comprometen la laicidad positiva de los Estados: "La misma determinación con la que se condenan todas las formas de fanatismo y fundamentalismo religioso ha de animar la oposición a todas las formas de hostilidad contra la religión, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política. No se ha de olvidar que el fundamentalismo religioso y el laicismo son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. En efecto, ambos absolutizan una visión reductiva y parcial de la persona humana, favoreciendo, en el primer caso, formas de integrismo religioso y, en el segundo, de racionalismo" (n.8).
   
Un tema de escaso interés teológico
   
----------En el escaso número de citas del papa Benedicto XVI que se han podido encontrar, parece revelarse que el tema del progresismo y del tradicionalismo, estas dos invenciones ideológicas nacidas en el post-concilio, constituyen simplemente un tema ideológico y sociológico, que está ubicado demasiado en la superficie de las cosas contingentes y accidentales, como para llegar a concitar el interés o la preocupación de una mente del calibre teológico del papa Ratzinger. Progresismo y tradicionalimo son, en sus últimos travestismos, dos errores, y el Papa no tiene dificultad en afirmarlo rápida y tajantemente, al hablar del "equivocado progresismo", o bien de la "falsa modernidad", rechazando por igual al "integrismo fundamentalista" y al "tradicionalismo" (así, sin benevolentes adjetivos de ninguna clase) como opuestos a la verdadera Tradición.
----------No ha sido casual que precisamente el papa Benedicto no haya tenido dificultad por conceder mayor libertad a una forma no normal ("extraordinaria") del Rito Romano, en su motu proprio Summorum pontificum. Es que conciente de la distinción real entre substancia y accidentes, pudo señalar sin dificultad en la Carta a los Obispos, adjunta al mencionado motu proprio que, frente al hiper-liturgismo farisaico o exhacerbado ritualismo esteticista, que no llega a distinguir lo absoluto de lo relativo, lo substancial de lo accidental, en el tradicionalismo cismático, "la fidelidad al Misal antiguo [accidente externo, lex orandi eclesiástica, contingente, mutable] llegó a ser un signo distintivo externo; pero las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad [contenido substancial, lex orandi divina, el error herético de rechazar Misa de Paulo VI como inválida, unido al rechazo del Concilio Vaticano II y del magisterio pontificio postconciliar]. Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia".
----------El papa Benedicto XVI, con caridad, magnanimidad y benevolencia pastoral, decidió levantar las excomuniones a varios obispos del área tradicionalista, aunque aclarando muy bien que la situación cismática persistía y persiste, así como persisten las herejías que los alejan de la fe de la Iglesia: "la remisión de la excomunión fue una medida tomada en el ámbito de la disciplina eclesiástica para liberar a las personas del peso de conciencia constituido por la censura eclesiástica más grave. Pero las cuestiones doctrinales, obviamente, persisten y, mientras no se aclaren, no existe un estatuto canónico en la Iglesia y esos ministros no pueden ejercer legítimamente ningún ministerio", expresa el Papa en el motu proprio Ecclesiae unitatem del 2 de julio de 2009, y "para un futuro reconocimiento canónico es condición indispensable la plena aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio de los Papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y también de Benedicto XVI" fue aclarado por la Secretaría de Estado en la misma ocasión.
----------Esas razones, sin duda heréticas, esas "razones que se encontraban más en profundidad", como expresó Benedicto, se han ido ahondando en los últimos años, sobre todo durante el actual pontificado del papa Francisco, agravamiento que ha dado motivos al reciente motu proprio Traditionis custodes.

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