domingo, 24 de octubre de 2021

Existe persona humana desde la primera célula (2)

De todo lo expresado en la nota anterior, podemos derivar con certeza una serie de consecuencias, que nos permitan comprender íntegralmente la noción de persona humana y valorar su dignidad, incluso desde su inicial condición de cigoto, o primera célula originaria de todas las demás.

La persona no se resuelve en su relacionarse
   
----------La persona se manifiesta en el relacionarse con los otros en el lenguaje y en la acción moral. Pero es necesario distinguir la persona del manifestarse de la persona a sí misma (la autoconciencia, por la cual digo: yo) y a los otros. La persona, en cuanto muestra ser capaz de entender y de querer, es la persona en sentido jurídico; en cuanto dispone del aparato neurocerebral necesario para el ejercicio del entender y del querer es la persona en sentido psicológico; en cuanto dispone de las condiciones físicas para el surgir de dicho aparato, es la persona en sentido ontológico, o sea, en cuanto individuo viviente  subsistente en una naturaleza racional, que es la realidad de la persona en sentido metafísico: individua substantia rationalis naturae (como lo dice Santo Tomás de Aquino, en la Summa Theologiae, I, q.29, a.1).
----------A aquellos que tienden a resolver la persona en su actuar y en su relacionarse, es necesario recordarles la distinción metafísica en la criatura entre el existente y el agente. Solo en Dios el ser se identifica con el actuar. Solo la persona divina es relación subsistente. Todo ente finito ciertamente actúa y se pone en relación con otros entes y con Dios, fin último de todos los entes, y es cierto que nunca deja de actuar y de relacionarse, pero siempre sucede que mientras una facultad actúa, la otra está en reposo y esto no impide que el agente siga en el existir: si debiera identificarse con esa facultad, debería caer en la nada y resurgir de la nada al reemprender la actividad esa facultad: cosa evidentemente absurda.
----------Por otra parte, la persona no solo actúa, sino que también padece y recibe. También así ella se relaciona, pero este relacionarse no la convierte en una mera pasividad inerte. Por el contrario, la persona reacciona y conserva también en estas condiciones su autonomía, iniciativa y actividad, lo que nos hace comprender también aquí la necesidad de distinguir la persona de su relación.
----------Las facultades de la persona pasan de la potencia al acto, su vida implica la actuación de muchas posibilidades e inclinaciones y de muchos proyectos. Recibe muchas influencias del ambiente, de los otros y de Dios. En el estadio fetal el recibir prevalece netamente sobre el dar, aunque la presencia del feto en el seno de la madre no esté privada de beneficio para la madre.
----------El embrión ciertamente se relaciona con el medio materno, pero se trata de relaciones evidentemente sólo a nivel biológico, no estando el sujeto todavía lo suficientemente desarrollado para expresarse como persona, es decir, no dispone del ejercicio del intelecto, de la voluntad y del lenguaje, dado que faltan todavía las necesarias condiciones físicas, neurológicas y cerebrales para ello.
----------Mientras el embrión, que aún vive una vida vegetativa, si viene a ser ofendido propiamente no padece, sino que se irrita, el feto, en el cual comienza a surgir sensibilidad, comienza a conocer el padecer, por muy sano que él pueda ser, porque está sujeto a las consecuencias del pecado original y durante toda la vida siguiente hasta la muerte la persona humana sabe lo que es el sufrimiento, sin que sea necesario llegar a la lúgubre visión heideggeriana de la permanente "angustia" (Angst) y del "ser-para-la-muerte" (sein- zum-Tode).
----------La persona no tiende a Dios y al prójimo por esencia, sino por libre elección, es decir, consintiendo voluntariamente a una inclinación de la naturaleza hacia el fin último. Por lo cual una persona sigue siendo persona, también si no tiende a Dios y al prójimo, aunque frustra la consecución del verdadero fin último.
----------Es persona, por lo tanto, también el egoísta, el ateo, el impío, el solipsista, el egocéntrico, el gnóstico, la persona encerrada en sí misma, que finaliza todo para sí misma, que sólo vela por sus propios intereses, explota a los otros y hace un Dios de sí misma. Es ciertamente una mala persona, pero conserva siempre su esencia de persona hecha para Dios y para los otros, por lo cual, mientras permanezca en esta vida, siempre tiene la posibilidad de convertirse y devenir una buena persona.
----------La persona no se resuelve en la relación con los otros porque la relación brota de la persona, expresa la persona, se funda en la persona, supone la persona. Pero esta es el principio de la relación, y el principio no puede confundirse con lo principiado. La persona tiene relaciones necesarias y relaciones libres.
----------Las primeras descienden necesariamente de su naturaleza y son independientes de la persona, como la relación física con el ambiente. Las segundas dependen de su voluntad y por lo tanto son efecto de elección, pueden existir o bien no existir, pueden ser buenas o malas. Si faltan, la persona permanece. Ellas por lo tanto sea agregan a la persona. Pertenecen a la categoría del accidente.
----------La persona pone estas relaciones libremente, como resultado de la acción de la voluntad, que es, junto con el intelecto, una facultad de la persona, una propiedad estable y esencial: un accidente inseparable. El acto del querer, en cambio, puede ponerse o no ponerse. La voluntad puede querer o no querer.
----------Pero la persona preexiste a las facultades y sus actos, porque es el fundamento. La persona, por tanto, no se agota ni en los actos ni en las facultades. Por tanto, la persona que por diversos motivos no se relaciona, no conoce o no quiere o no puede relacionarse con los otros o con Dios, no por eso deja de ser persona, como por ejemplo en el caso del embrión, del durmiente, del demente, del enfermo en coma, de la persona distraída, del poseído por el demonio, del místico en éxtasis.
----------Reducir la persona a relación, tal vez con el pretexto de imitar la relacionalidad de la Persona Trinitaria, en realidad quiere decir concebir mal la dedicación a los otros y degradar la persona, degradarla al servilismo y hacerle perder su libertad, esclavizándola al poder de los tiranos.
----------Si la persona tiene el deber de relacionarse con los otros y con Dios en el ejercicio de las virtudes, esto no significa que sea lícito concebir el ser personal como si fuera un simple ser relativo a un absoluto social o divino o un puro medio para un fin. La persona misma es un fin, como decía correctamente Kant.
----------En efecto, la persona es un absoluto, la vida humana es sagrada, sin por ello ser el Absoluto, y sin que ello impida a la persona sacrificar la vida por un ideal, pero esta limitada absolutez ella la recaba del hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.
----------El hecho de que el relacionarse a Dios y a los otros no constituye lo sustancial de la persona, sino un accidente, no significa en modo alguno que se trate de una práctica facultativa, opcional, poco importante, de un interés secundario, de una cosa accidental. Al contrario, es lo que da el sentido de fondo a la dignidad de la persona, aquello por lo cual vale la pena vivir, gastarse, sacrificarse y morir.
   
La persona tiene una identidad inmutable
   
----------También hay que tener presente que la persona, dotada de un peculiar patrimonio genético diferente de una persona a otra persona, no solo permanece sustancialmente idéntica a sí misma a lo largo del tiempo, sino que también evoluciona y cambia continuamente, materialmente y accidentalmente.
----------Ella puede estar sujeta a deficiencias físicas o psíquicas, que sin embargo no alteran, aunque perturben, la persona. Pueden producirse alteraciones mórbidas o traumáticas o degenerativas de la personalidad neuro-psicológica, pero la persona es ontológicamente inmutable e incorruptible, salvo la pérdida del cuerpo con la muerte, que sin embargo le viene restituida por Dios en la futura resurrección.
----------La inmutabilidad ontológica de la persona y de la vocación divina implicada en ella, tanto matrimonial como sacerdotal y religiosa, son la razón de fondo de la irrevocabilidad de los sagrados compromisos asumidos, de los deberes que les corresponden y de las promesas hechas a Dios y a la Iglesia, así como de la indisolubilidad del vínculo matrimonial y de la incorruptibilidad del carácter sacerdotal.
----------La identidad ontológica específica e individual de la persona en la figura del ciudadano está registrada, significada y señalada jurídicamente y anagráficamente en sus caracteres específicos individuales empíricos en la cédula de identidad o libreta cívica. El documento de identidad ciertamente puede ser falsificado, pero si es veraz, siempre conservará los mismos datos esenciales, más allá de los inevitables y accidentales cambios físicos o cambios de residencia, estado de vida, profesión o nacionalidad.
----------La persona no puede cambiar al punto de mutar su identidad ontológica y transformarse radicalmente en otra persona, porque el individuo es metafísicamente sí mismo, por lo cual o es suprimido o permanece sí mismo, a diferencia del compuesto hilemórfico, que puede transformarse en otra sustancia. La persona es en verdad un compuesto hilemórfico de alma y cuerpo, pero el alma es inmortal.
----------Si bien la persona humana es mortal, su alma es inmortal y esto porque es inmaterial y espiritual, porque no está compuesta de materia y forma, sino que es forma simple, subsistente por sí y por tanto sobreviviente a la muerte del cuerpo, el cual, por lo demás, según la fe cristiana, está destinado a la resurrección.
----------Por lo tanto, debemos concluir que también los cambios más radicales que ocurren o pueden ocurrir en las personas humanas conciernen solo al aspecto material o físico, a la personalidad psicológica, al mundo de los afectos, de los sentimientos, de las elecciones, de las pasiones y de las emociones, ideas y conducta, pero no al ser y a la orientación de fondo o a la estructura innata, a la naturaleza de fondo, a las cualidades y a los defectos innatos, a la índole natural, al ADN de esa persona como tal.
   
La persona es la subsistencia de una naturaleza humana individual
   
----------Es importante también distinguir la persona humana de la naturaleza humana. La persona humana es un individuo de la especie humana; es un individuo subsistente según una naturaleza humana individual. Es un individuo viviente en posesión de la naturaleza humana. Es un ser humano, vale decir, es un hombre o una mujer, por lo tanto, es un ser viviente de vida humana.
----------Es necesario distinguir la persona en sentido ontológico, psicológico, moral y jurídico. Pero debe quedar claro que la persona en sentido fundamental y originario es la persona en sentido ontológico o metafísico. Imposible concebir rectamente y exaustivamente la esencia de la persona sin una noción analógica del ser, sin distinguir el ser del actuar, el ser del devenir, el acto de la potencia, la esencia de la existencia, la materia del espíritu, sin hacer referencia a la noción de ente sustancial en su distinción del ente accidental y, por lo tanto, sin distinguir la subsistencia de la sustancia de la inherencia del accidente.
----------La singularidad de la persona humana perfecciona la especie humana, a diferencia de cuanto ocurre en el mundo animal, donde el individuo es inferior a la especie y está todo él ordenado a la reproducción y al bien de la especie. Es cierto que el individuo humano no agota por sí solo todas las virtualidades de la especie humana, sino que realiza sólo una parte infinitesimal de ella.
----------Es cierto, por otra parte, que el individuo humano también está ordenado a la reproducción de la especie y al bien de la comunidad, como bien dice Jacques Maritain, en La persona y el bien común (Desclee de Brouwer, Club de Lectores, Buenos Aires 1968). Del mismo modo, lo bueno no es la bondad, sino que es solo una participación de ella. Indudablemente el hombre individual no es la humanidad, sino que ella lo supera por su ilimitada riqueza de actuaciones concretas en los varios individuos. En este sentido, no hay duda que la persona es menos que la naturaleza humana colectivamente tomada.
----------Pero, si consideramos la naturaleza como esencia universal abstracta, no hay duda que la persona con su concreción existencial añade a la naturaleza individual una perfección formal y ontológica, precisamente ese actus essendi propio de la singularidad o de la individualidad subsistente, que ni siquiera la naturaleza individual posee en cuanto simple individualización de la esencia humana universal.
----------La unidad formal o sea inteligible de la singular persona es superior a la unidad de la naturaleza. En esto tenía razón Duns Scoto, aún cuando con su haecceitas ha querido situarse en un plano esencialista-formal, que tiende a reducir la persona a una esencia sin existencia o viceversa a una existencia sin esencia. Del primer aspecto surgirá el idealismo, del segundo el occamismo, el luteranismo y el existencialismo.
----------La persona es, en efecto, inteligible, pero no a modo de una esencia, de una forma, de un Dasein, de una haecceitas, de un acto de ser, de una existencia, sino de una subsistencia.
----------En tal modo, la individuación ontológica del individuo humano no ocurre solo como para los animales, es decir, gracias a la determinación cuantitativa de la materia corporal, sino también y formalmente gracias a esa individualidad de la cual está dotada el alma al momento de ser creada.
----------¿Cómo reconocemos la individualidad del alma de esa determinada persona? Desde sus manifestaciones sensibles, como por ejemplo el lenguaje y su conducta moral. Es necesario también tener presente que Dios crea esa determinada alma para ese determinado cuerpo, con lo que se excluye la reencarnación, de modo que la individuación humana no ocurre solo desde abajo, como para los animales, sino que ocurre sobre todo desde lo alto, porque el alma humana es espiritual y no es el resultado de la materia. Y cada alma, como toda asociación o comunidad humana, tiene su propia espiritualidad diferente de las otras.
----------Esto también significa que la persona humana sea inteligible, naturalmente no por abstracción como la naturaleza específica, sino por intuición, lo que no se verifica para el alma del animal, la cual no es una forma espiritual, sino que resulta de la simple organización de la materia corpórea.
----------Esto hace que exista una diferencia formal entre alma humana masculina y alma humana femenina, sin que se divida la unidad de la especie. Sin embargo, esto implica el hecho de que la esencia de la individual persona no puede ser definida por género y diferencia como la naturaleza, sino que puede ser solo descripta o narrada. La fotografía es un modo de conocer a una persona. En particular, es significativa la mirada.
   
La noción de persona es una noción analógica
   
----------La noción de persona es una noción analógica, ya que la Biblia nos revela que Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de la Persona divina, persona obviamente debe entenderse no en un sentido trinitario sino monoteístico, por el cual Dios resulta ser el sumo análogo del ser persona.
----------El relato bíblico de la creación del hombre insinúa claramente el reunirse de una corporeidad preexistente con un "soplo" divino (rùach, Gén 2,7), que da vida espiritual al cuerpo preexistente plasmado por Dios.
----------Por lo tanto, en el relato bíblico de la creación del hombre, es evidente la noción de persona humana, compuesta de cuerpo y alma espiritual. También en Aristóteles se encuentra el concepto de la persona humana, cuando habla del hombre como "animal racional" (zoon loghikòn), y es evidente que aquí también tenemos la distinción entre el espíritu, el logos y el cuerpo, lo animal.
----------Pero Aristóteles no va más allá. No se pregunta quién ha creado al hombre, como en cambio se ha preguntado la Biblia. Y el autor sagrado, como buen razonador, entiende que el creador de la persona humana, para ser una causa plausible y suficiente, no puede sino ser a su vez un Dios personal, modelo absoluto de lo que ha creado, porque el efecto no puede no ser similar o análoga a la causa.
----------El efecto no puede no ser una imagen del creador, donde se encuentra virtualmente a la perfección lo que en el efecto es solo imperfecto, donde es óptimo eso que en el efecto es bueno, donde se encuentra por esencia lo que en el efecto está por participación, donde se encuentra infinitamente lo que en el efecto es finito.
----------Y, de hecho, aquí tenemos precisamente la conocidísima doctrina bíblica del hombre creado a imagen (tzelem) y semejanza (kidmunetu) de Dios (Gén 1,26). Esta doctrina escriturística no contraviene en absoluto la prohibición bíblica de construir o hacer imágenes de Dios, porque aquí por "imagen" se entiende una estatua esculpida plasmada por el hombre, llamada en lengua hebrea pesel o temunà, que deviene objeto de adoración o de culto y que por tanto no es más que el ídolo. Ciertamente, ídolo en sentido mental, puede ser también una idea de Dios mezquina o indigna de su sublimidad o perfección, una idea tomada de la zoología o de la antropología o de la cosmología y no de la metafísica.
----------Pero la Sagrada Escritura, por cuanto sabe muy bien que la esencia de Dios trasciende infinitamente nuestra imaginación, no nos impide en absoluto imaginar, sino que de hecho estimula fuertemente la mente para que se eleve a imaginar del modo menos imperfecto posible, como puede ser Dios, usando imágenes extraídas de las mismas realidades terrenas y humanas y aplicadas naturalmente no en modo unívoco, porque esto provocaría el panteísmo o la antropolatría, sino análogamente y metafóricamente.
----------Ahora bien, sin embargo, la noción de persona no es en absoluto una imagen o una metáfora, ni mucho menos un símbolo, sino una noción ontológica que propiamente, aunque solo proporcional y analógicamente, conviene de modo supremo solo a Dios y, por participación y limitadamente, al hombre. Y por persona, la Biblia entiende un ente espiritual o espíritu-corpóreo individual con o sin accidentes.

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